El documento resume la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo celebrada el último domingo del año litúrgico. Explica que el Papa Pío XI instituyó esta fiesta en 1925 para recordar la soberanía universal de Jesucristo. También describe cómo Jesús es el Rey del Reino de Dios que trae salvación, revelación y reconciliación ante el pecado en el mundo.
Models-Mark Manson.pdf. Versión 2. Seducción Ética
Boletin11
1. Boletín Mensual
Coordinación Arquidiocesana de Lima
Noviembre 2012
“JESÚS, REY Y SEÑOR”
Sabías que…
El Papa Pio XI, el 11 de diciembre de 1925, instituyó
esta solemnidad que cierra el tiempo ordinario. Su
propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo.
Es una verdad que siempre la Iglesia ha profesado.
Desde fines del siglo XIX, la Iglesia realizaba los
preparativos necesarios para la institución de la fiesta, la
cual fue finalmente designada para el último domingo del
Año Litúrgico, antes de empezar el Adviento.
En un mundo donde prima la cultura de la muerte y la
emergencia de una sociedad hedonista, la festividad
anual de Cristo Rey anima una dulce esperanza en los
corazones humanos, ya que impulsa a la sociedad a
volverse al Salvador.
Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo
que éste significa para nosotros como Salvación,
Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del
pecado que existe en el mundo.
Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y
pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que
nos conduce.
Jesucristo mismo confirma con su modo de obrar, que
su reino es principalmente espiritual y se refiere a las
cosas espirituales. En presencia del gobernador romano
manifestó que su reino no era de este mundo.
Año 1 N°11
Sobre la Roca firme
“No temas, María, que gozas del favor de Dios. Mira,
concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamará Jesús.
Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor
Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine
sobre la casa de Jacob por siempre y su reino no tenga
fín” Lc 1,30-33
“Cuando el Hijo del Hombre llegue con majestad,
acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su
trono de gloria y todas las naciones serán reunidas en su
presencia. Mt 25,31-32a
“Jesús fue llevado ante el gobernador, el cual lo
interrogó: -¿Eres tú el rey de los judíos?. Contestó Jesús:
-Tú lo has dicho. Mt 27,11
“Le dijo Pilato: -Entonces, ¿tú eres rey? Jesús
contestó: -Tú lo dices. Yo soy rey: para eso he nacido,
para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la
verdad.” Jn 18,37
Cristo viene de la traducción griega del término hebreo
“Mesías” que quiere decir “ungido”….El cumple
perfectamente la misión divina que esa palabra significa.
En Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que eran
consagrados para una misión que habían recibido de El.
…Este debía ser por excelencia el caso del Mesías que
Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino. El
Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez
como rey y sacerdote, pero también como profeta. CIC n.
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Cristo-Hombre también tiene el poder sobre todas las
cosas humanas y temporales, puesto que el Padre le
confió un derecho absolutísimo sobre las cosas creadas,
de tal manera que todas están sometidas a su arbitrio.
Sin embargo, mientras él vivió sobre la tierra se abstuvo
enteramente de ejercitar este poder, despreciando la
posesión y el cuidado de las cosas humanas, así también
permitió, y sigue permitiendo, que los poseedores de ellas
las utilicen.
Cristo es <<el alfa y la omega, el primero y el último,
el principio y el fin>> (Ap 22, 13). Como verdadero <<Rey
del universo>>, lo gobierna y renueva todo, para poder
<<entregar>> al final el mundo al Padre, <<para que Dios
sea todo en todos>> (1 Co 15, 28).
Los mártires nos dan ejemplo. Prefirieron morir antes
de negar a Jesús. Muchos mártires del siglo XX en
México, España, Cuba y otros lugares murieron gritando
¡Viva Cristo Rey!. También en nuestro siglo.
Alabanza y Adoración a ti, Señor Jesús, Rey de reyes
2. La historia del mes
Siempre me llamó la atención los relatos que
escuchaba sobre los mártires mexicanos, laicos (niños,
jóvenes y mayores), religiosos y sacerdotes, de los
cuales su SS. Juan Pablo II beatificó a 22 sacerdotes el
22 de Noviembre de 1992. Todos ellos al ser
ejecutados morían diciendo: “VIVA CRISTO REY”.
El 12 de septiembre de 1926 se dirigían en tren hacia
Zamora, Joaquín de Silva, de 27 años, y Manuel
Melgarejo, de 17 años. Vestido de civil iba el General
Zamora. Les contó que él también era católico y para
ganar su confianza les mostró un crucifijo y otros
objetos religiosos. Los dos jóvenes le comentaron de su
lucha por la causa de la libertad religiosa. Pero al llegar
a destino, Zamora muestra su verdadera faceta y los
detiene.
Joaquín le dice que a él lo puede matar si quiere, o
hacerle lo que fuera, pero pide que liberen al
compañero de 17 años. Manuel abraza a Joaquín y le
dice: “No, Joaquín, yo quiero morir contigo”.
Zamora, buscando la apostasía, les ofrece la libertad
a cambio de la retractación de sus creencias. “¡Nunca
me retractaré de mis palabras!”,obtuvo como respuesta
este triste general. Inmediatamente fueron trasladados
a un cuartel y consultado, por telegrama, el inicuo
Calles, sobre el destino de ambos jóvenes. La
respuesta lacónica del rojo Calles fue: “Fusílelos”
Mientras eran conducidos al Panteón, para ser
fusilados, comenzaron a rezar el Santo Rosario. “Tiren
eso”, ordenó un soldado. La respuesta de estos
cristianos de ley no se hizo esperar: “Mientras yo tenga
vida, nadie me quitará mi Rosario”.
Llegados al cementerio, se les quiso vendar los ojos.
Otra lección les dio Joaquín: “No me venden los ojos,
pues no soy un criminal. Yo mismo les daré la señal
para disparar. Cuando diga ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la
Virgen de Guadalupe!, entonces ahí pueden
disparar”. Perdonó a sus verdugos, les dijo que pediría
por ellos ante Dios y que su muerte era por Dios, por
México y por la defensa de su fe.
Joaquín se dirigió a Manuel con estas
palabras: “Quítate el sombrero, pues vamos a
comparecer ante Dios”. Se volvió a los soldados que sí
estaban dispuestos a matar y con voz enérgica
gritó: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de
Guadalupe!” No pudo terminar la última palabra cuando
cayó su cuerpo acribillado. Manuel cayó desmayado.
En el suelo fue fusilado.
Por los periódicos, los padres de estos jóvenes
mártires, se enteraron de la noticia. Sólo una madre
cristiana, reponiéndose del dolor, pudo exclamar:“Oh
Dios mío, seis hijos tengo; te los ofrezco todos.
Acéptalos, Señor”
Y al encontrarse Luis de Silva con el padre de
Manuel, éste último lo abraza y lleno de emoción le
dice: “Felicitémonos, somos padres de dos mártires”.
Daniel González Céspedes
Estos testimonios nos enseñan que cuando nuestra
fe está arraigada en nuestra vida, podemos darla por
defenderla como lo hicieron muchos jóvenes, laicos
comprometidos y sacerdotes. Dar la vida en defensa de
lo más valioso que tiene el ser humano su fe en Dios.
¡Viva Cristo Rey!
Recordando……… al Beato Juan
Pablo II
1. Este domingo, que concluye el año litúrgico, la Iglesia
celebra la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del
universo. Hemos escuchado en el evangelio la pregunta que
Poncio Pilato hace a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?" (Jn
18, 33). Jesús responde, preguntando a su vez: "¿Dices eso
por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?" (Jn 18, 34). Y
Pilato replica: "¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos
sacerdotes te han entregado a mí: ¿qué has hecho?" (Jn 18,
35).
En este momento del diálogo, Cristo afirma: "Mi reino no es de
este mundo. Si mi reino fuera de este mundo mi guardia habría
luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi
reino no es de aquí" (Jn 18, 36).
Ahora todo es claro y transparente. Frente a la acusación de
los sacerdotes, Jesús revela que se trata de otro tipo de
realeza, una realeza divina y espiritual. Pilato le pide una
confirmación: "Conque, ¿tú eres rey?" (Jn 18, 37). Aquí Jesús,
excluyendo cualquier interpretación errónea de su dignidad
real, indica la verdadera: "Soy rey. Yo para esto he nacido y
para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad.
Todo el que es de la verdad, escucha mi voz" (Jn 18, 37).
El no es rey como lo entendían los representantes del
Sanedrín, pues no aspira a ningún poder político en Israel. Por
el contrario, su reino va más allá de los confines de Palestina.
Todos los que son de la verdad escuchan su voz (cf. Jn 18
37), y lo reconocen como rey. Este es el ámbito universal del
reino de Cristo y su dimensión espiritual.
2. "Para ser testigo de la verdad" (Jn 18, 37). En la lectura
tomada del libro del Apocalipsis se dice que Jesucristo es
"testigo fiel" (Ap 1, 5). Es testigo fiel, porque revela el misterio
de Dios y anuncia el reino ya presente. Es el primer servidor
de este reino. "Obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz"
(Flp 2, 8), testimoniará el poder del Padre sobre la creación y
sobre el mundo. Y el lugar del ejercicio de su realeza es la
cruz que abrazó en el Gólgota. Pero su muerte ignominiosa
representa una confirmación del anuncio evangélico del reino
de Dios. En efecto, a los ojos de sus enemigos esa muerte
debía ser la prueba de que todo lo que había dicho y hecho
era falso.
"Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos
en él" (Mt 27 42). No bajó de la cruz, pero, como el buen
pastor dio la vida por sus ovejas (cf. Jn 10, 11). Sin embargo,
la confirmación de su poder real se produjo poco después,
cuando, al tercer día, resucitó de entre los muertos,
revelándose como "el primogénito de entre los muertos" (Ap 1,
5).
Él, siervo obediente, es rey, porque tiene "las llaves de la
muerte y del infierno" (Ap 1, 18). Y, en cuanto vencedor de la
muerte, del infierno y de satanás, es "el príncipe de los reyes
de la tierra" (Ap 1, 5). En efecto, todas las cosas terrenas
están inevitablemente sujetas a la muerte. En cambio, aquel
que tiene las llaves de la muerte abre a toda la humanidad las
perspectivas de la vida inmortal. Él es el alfa y la omega, el
principio y el culmen de toda la creación (cf. Ap 1, 8), de modo
que cada generación puede repetir: bendito su reino que llega
(cf. Mc 11, 10).
Homilía de su Santidad Juan Pablo II en la celebración
Eucarística de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del
Universo en 1997