Con la edad, los pulmones pierden tejido y elasticidad, disminuyendo el número de alvéolos y capilares. También hay cambios en la arquitectura ósea y muscular del tórax, y una menor capacidad de los cilios para mover el moco. Esto lleva a una función pulmonar y capacidad vital reducidas, así como a una mayor susceptibilidad a enfermedades respiratorias en las personas mayores.