Este documento discute la necesidad de un liderazgo estratégico y relacional para guiar a la iglesia en el siglo 21. Propone que el liderazgo debe estar basado en principios más que en reglas, y debe ser inclusivo en la toma de decisiones. También aboga por estructuras funcionales y simples que liberen a los miembros y líderes para servir, y por un enfoque de multiplicación basado en grupos pequeños.