Este documento discute cómo un niño que no juega puede ser un síntoma de problemas emocionales o de salud. Identifica tres posibles causas: 1) problemas de salud como discapacidades que dificultan el juego, 2) enfermedades como cáncer que requieren hospitalización y alejan al niño de actividades normales, y 3) problemas familiares como divorcios o abusos que causan tristeza y pérdida de interés en el juego.