El documento analiza cómo las actividades seculares como ir de compras pueden sustituir funciones religiosas para algunas personas. Explica que las compras pueden ser una experiencia casi religiosa donde las personas liberan tensiones y se sienten recompensadas. También compara las tiendas y centros comerciales con templos sagrados, y las marcas costosas con prendas religiosas que identifican a grupos. Finalmente, destaca cómo días como el Viernes Negro generan emociones y comportamientos similares a celebraciones religiosas importantes.