2. • Fin: de abordar las cuestiones relativas a la seguridad y la eficacia del proceso perioperatorio.
• Los objetivos generales de la evaluación preanestésica son: 1) garantizar que el paciente puede
tolerar con seguridad la anestesia para la cirugía prevista, y 2) mitigar los riesgos perioperatorios,
como las complicaciones pulmonares o cardiovasculares.
Millar Anestesia Cap 31
Pag 920
3. FASES DE LA
VALORACIÓN
PREANESTÉSICA
1. Entrevista y documentación
2. Clasificación de riesgo
3. Valoración de la vía aérea
4. Riesgo cardiovascular
5. Evaluación pulmonar
6. Pruebas preoperatorias de laboratorio
7. Evaluación de riesgo preoperatorio
8. Plan y optimización
El ABC de la anestesia,
Cap 2, Pag 53
4. 1. Entrevista y documentación
• Identificación de la necesidad del procedimiento quirúrgico.
• Se debe realizar una historia clínica completa.
• Examen físico por sistemas con toma de signos vitales.
Barash, Anestesiologia
clínica, cap. 23 pag 970
5.
6. ⊙Exploración física
• Mínimo: presión arterial, frecuencia cardíaca, frecuencia
respiratoria, saturación de oxígeno), la altura y el peso. De
ahí podemos sacar el IMC.
• También debe calcularse el peso corporal ideal, con la
ecuación de Devine :
7. IMPORTANTE: informar al paciente y a los familiares acerca de los aspectos relacionados con el
procedimiento anestésico.
8. 2. Clasificación de riesgo
• La clasificación del estado físico del ASA permite una descripción general del estado de salud del paciente, con una buena
correlación de los resultados.
El ASA no toma en cuenta:
1. Antecedentes de vía aérea
difícil o problemas de vía
aérea, como apnea obstructiva
del sueño.
2. Riesgo y complejidad del
procedimiento quirúrgico
programado.
3. Riesgo de una reacción
adversa a la anestesia por
desórdenes específicos
desencadenantes.
9. Con base en el riesgo y la complejidad el procedimiento quirúrgico se ha clasificado en tres categorías
10. 3. Valoración de la vía aérea
• Ninguna de las clasificaciones de la vía aérea difícil predicen la intubación difícil con una sensibilidad y
valor predictivo absolutos.
⊙ Mallampati modificada por Samsoon y Young
Clase I: paladar blando, fauces, úvula y
pilares
amigdalinos anterior y posterior.
Clase II: paladar blando, fauces y úvula.
Clase III: paladar blando y base de la
úvula.
Clase IV: sólo es visible el paladar duro.
11. ⊙ Distancia interincisiva
Clase I: más de 3 cm.
Clase II: de 2.6 a 3 cm.
Clase III: de 2 a 2.5 cm.
Clase IV: menos de 2 cm.
⊙ Escala Patil–Aldreti o distancia tiromentoniana
Clase I: más de 6.5 cm.
Clase II: de 6.0 a 6.5 cm.
Clase III: menos de 6 cm.
12. ⊙ Clasificación de Belhouse–Dore o grados de
movilidad de la articulación atlantooccipital
Clase I: más de 13 cm.
Clase II: de 13 a 13 cm.
Clase III: de 11 a 12 cm.
Clase IV: menos de 11 cm.
⊙ Distancia esternomentoniana
Grado I: ninguna limitante.
Grado II: 1/3 de limitación.
Grado III: 2/3 de limitación.
Grado IV: completa limitación.
13. Grado I: se observa el anillo glótico en su totalidad. Se correlaciona con una
intubación muy fácil.
Grado II: se observa la comisura o mitad superior del anillo glótico. Se
correlaciona con una intubación difícil.
Grado III: se observa la epiglotis sin visualizar orificio glótico. Se correlaciona
con una intubación muy difícil.
Grado IV: imposibilidad para visualizar incluso la epiglotis. Se correlaciona con
una intubación que requerirá el uso de técnicas especiales.
⊙ Clasificación de Cormarck–Lehane
15. 4. Riesgo cardiovascular
• Se debe investigar la presencia de signos o síntomas, como dolor o presión en el pecho, dificultad
respiratoria, ortopnea, síncope inexplicable, edema de extremidades inferiores, palpitaciones o déficit
neurológico focal.
• Es importante determinar la capacidad funcional preguntándole al paciente sobre su capacidad para
realizar diversas tareas o actividades, medidas como equivalentes metabólicos (MET).
• MET = 3.5 mL/kg/min de oxígeno
18. ⊙Algoritmos de evaluación de riesgo cardiaco
Algoritmo simplificado de la evaluación cardíaca para cirugía no cardíaca, propuesto en 2014 en el
protocolo de la American Heart Association y del American College of Cardiology.
Algoritmo simplificado de la evaluación cardíaca para cirugía no cardíaca propuesto en 2017 en el protocolo de la
Canadian Cardiovascular Society.
20. 5. Evaluación pulmonar
• Complicaciones pulmonares que se pueden presentar incluyen atelectasias, neumonía, insuficiencia
respiratoria, exacerbación de una enfermedad pulmonar crónica y broncoespasmo.
• Una clasificación del paciente ASA II o mayor, la insuficiencia cardiaca congestiva, la dependencia
funcional y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica son fuertes factores de riesgo asociados al
paciente para el desarrollo de complicaciones pulmonares en el transoperatorio.
• Se puede solicitar una radiografía de tórax, a pesar de mostrar baja utilidad clínica; las radiografías de
tórax anormales han demostrado ser predictivas en la aparición de complicaciones pulmonares.
Millar Anestesia
Cap 31 Pag 936
22. ⊙ DM
• La espirometría es la prueba diagnóstica
• Los pacientes con asma leve bien controlada no
tienen un mayor riesgo perioperatorio que los
individuos sin asma.
⊙ ENFERMEDADES RENALES
En el entorno perioperatorio, la diabetes mellitus
es un factor de riesgo de complicaciones post-
operatorias, incluidos los eventos cardíacos.
⊙ Asma
• (KDIGO
• La identificación preoperatoria de los pacientes de
riesgo puede facilitar la atención, como la
hidratación preoperatoria y evitar la hipovolemia.
⊙ HIPERTENSIÓN
• Identificar causas, factores de riesgo
• Examen físico.
• La hipertensión preoperatoria se asocia con un
mayor riesgo de complicaciones
cardiovasculares.
Millar Anestesia
Capitulo 31
23. 6. Pruebas preoperatorias de laboratorio
⊙ EKG ⊙ Radiografía de tórax ⊙ Biometría hemática y tiempos
de coagulación
En EPOC avanzada, la
enfermedad pulmonar
enfisematosa, la sospecha de
edema pulmonar, la
sospecha de neumonía, la
sospecha de masas
mediastínicas y los hallazgos
sospechosos en el examen
físico (p. ej., estertores,
desviación traqueal).
Los protocolos del NICE de 2016
establecen que las pruebas de
coagulación solo deben considerarse
en pacientes que: 1) sean ASA-PS de
clase 3 o 4; 2) se sometan a
procedimientos quirúrgicos
intermedios, mayores o complejos,
y 3) se sepa que toman medicamentos
anticoagulantes o tienen enfermedad
hepática crónica.
Millar Anestesia
Cap 31 Pag 930
24. ⊙ FÓRMULA DE RECUENTO
SANGUÍNEO
COMPLETO, HEMOGLOBINA Y
HEMATOCRITO
⊙ PRUEBAS DE FUNCIÓN
RENAL
⊙ Biometría hemática y tiempos
de coagulación
Los protocolos del NICE
recomiendan la realización
de pruebas rutinarias de
la función renal en los
pacientes de clase 3 o 4 del
ASA-PS que se someten a
procedimientos intermedios,
y en los pacientes de clase 2,
3 o 4 del ASA-PS que se
someten a procedimientos
mayores.
Los protocolos del NICE de 2016
establecen que las pruebas de
coagulación solo deben considerarse
en pacientes que: 1) sean ASA-PS de
clase 3 o 4; 2) se sometan a
procedimientos quirúrgicos
intermedios, mayores o complejos,
y 3) se sepa que toman medicamentos
anticoagulantes o tienen enfermedad
hepática crónica.
Millar Anestesia
Cap 31 Pag 986
26. 7. Evaluación de riesgos preoperatorios
• El método más utilizado por los anestesiólogos para evaluar el riesgo perioperatorio general es el
sistema de clasificación del ASA-PS
28. Plan y optimización
• objetivo general ha sido reducir el riesgo de
aspiración pulmonar.
• El período de ayuno recomendado tras la
ingestión de fluidos claros para todos los
pacientes es de 2h.
• El período de ayuno recomendado tras la
ingestión de fluidos claros para todos los
pacientes es de 2h.
• pacientes que no son bebés, se recomienda
un período de ayuno de 6 h después de una
comida ligera; este período puede tener que
aumentarse a 8 h o más si la comida incluye
alimentos fritos o grasos.
⊙ ESTADO DEL AYUNO PREOPERATORIO
PLANIFICACIÓN DEL TRATAMIENTO DEL DOLOR
POSTOPERATORIO
En caso de pacientes con patologías no complicadas
generalmente son suficientes las valoraciones preanes-
tésicas del cirujano y del anestesiólogo el día de la ciru-
gía. Sin embargo, muchos otros pacientes requerirán
una valoración más extensa, dependiendo de su estado
de salud. Dicha valoración puede requerir la participa-
ción de un equipo completo de especialistas que con-
duzca a la evaluación
El primer paso en la valoración preanestésica lo consti-
tuye la documentación de las condiciones preexistentes
y su optimización.
o actualizarla en caso de que exista una previa e investigar
sobre la presencia de alergia a medicamentos, alimentos
o sustancias tópicas.
El examen físico se debe dirigir principalmente a la
vía aérea, el corazón y el pulmón, sin excluir otros órganos, en busca de patologías que puedan comprometerse o exacerbarse durante el procedimiento quirúrgico o en el periodo posoperatorio.
aspecto vital en la valoración consiste en la iden-
tificación de procesos que pudieron tener consecuen-
cias al interactuar con los medicamentos usados durante el procedimiento anestésico, ya que esto puede conducir
a complicaciones que requieran estancia posoperatoria
en terapia intensiva e incluso a la muerte del paciente.
Cuando un paciente refiere el antecedente personal o fa-
miliar de haber requerido intubación durante un tiempo
prolongado sin causa médica aparente o después de un
procedimiento quirúrgico menor se debe sospechar e in-
vestigar deficiencia de seudocolinesterasa.
Los componentes importantes de la historia de la anestesia se
presentan en la muestra del formulario de la historia preopera-
toria de la figura 31.2.
La información sobre el peso corporal ideal puede informar mejor la
selección de la dosis de algunos medicamentos relacionados con la anestesia y los ajustes para la ventilación con presión positiva.
Se debe documentar la medicación que habitualmen-
te ingiere el paciente, así como el uso de drogas, alcohol
o tabaco para prever las interacciones que puedan tener
con los fármacos administrados en el transoperatorio
Deben contar con una clara explicación sobre los riesgos
asociados con la anestesia, como son náusea, vómito,
mialgias, daño a piezas dentarias, neuropatía periférica,
arritmias cardiacas, infarto del miocardio, atelectasias,
aspiración, evento vascular cerebral, reacción alérgica
a medicamentos e incluso la muerte. Se debe explicar
también la vía de administración de los fármacos a utili-
zar, así como las reacciones adversas asociadas con
ellos, el tiempo de espera aproximado desde que trasla-
dan al paciente a quirófano hasta su regreso a su habita-
ción, la probable presencia de dispositivos —catéter ve-
noso central, tubo orotraqueal, sonda orogástrica, sonda
urinaria y catéter arterial o periférico— y la existencia
de dolor posoperatorio y los métodos para su control.
utiliza la información obtenida por la documentación para obtener una apreciación del impacto esperado de la cirugía planificada.
evaluación de la vía aérea y su manejo son de vital
Importancia
La identifi-
cación de la vía aérea que será de difícil manejo de
forma anticipada permitirá asegurar el manejo de la si-
tuación, proporcionándole una mayor seguridad al pa-
ciente que requiera manejo especializado.
La vía aérea difícil no anticipada es una de las causas
más importantes de morbilidad en anestesiología. Du-
rante mucho tiempo se ha buscado la forma de identifi-
car de manera anticipada este problema, para lo que se
han diseñado diversas evaluaciones de predicción de la
vía aérea difícil.
pues la intubación endotraqueal depende de
factores anatómicos diversos, así como de la experien-
cia y habilidad del personal.
Técnica: el anestesiólogo se debe colocar frente al
paciente a la altura de los ojos. El paciente debe estar en
posición sedente con la cabeza en posición neutral; se
le pide que abra la boca con protrusión de la lengua al
máximo
Una distancia menor de 3 cm se correlaciona con difi-
cultad para la visualización en una laringoscopia di-
recta.
PATIL
entre la escotadura superior del cartílago tiroides y el
borde inferior del mentón (figura 1–3).
La clase I se correlaciona con una laringoscopia e intu-
bación sin dificultad; sin embargo, la clase III se corre-
laciona con dificultad para llevar a cabo la laringosco-
pia y la intubación.
cerrada; se valora la dis-
tancia que existe entre el borde superior del manubrio
esternal y la punta del mentón
El objetivo es valorar la reducción de la extensión de la
articulación atlantooccipital en relación con los 35 que
se consideran normales
Con base en estudios comparativos se ha concluido que
de las escalas de valoración mencionadas, la clasifica-
ción de Mallampati es la técnica más sensible y la más utilizada.
Las técnicas de Belhouse–Dore y la dis-
tancia esternomentoniana son las más específicas y las
de mayor valor pronóstico a la apertura bucal, las cuales
en conjunto proporcionan una valoración pronóstica
más adecuada. Con base en lo anterior se recomienda el
uso de al menos tres de las escalas de valoración de vía
aérea difícil, que en conjunto constituyen una herra-
mienta fundamental para una detección oportuna y pro-
nóstica.
Existen múltiples factores durante un procedimiento
quirúrgico que constituyen un aumento de riesgo para
complicaciones cardiovasculares; entre ellos se pueden
mencionar el estrés de la anestesia, la intubación y la ex-
tubación, la presencia de dolor, el ayuno, el aumento de
catecolaminas, la pérdida de sangre y la hipotermia, en-
tre otros.
Se recomienda siempre realizar una valoración car-
diaca, con el fin de disminuir el riesgo de complicacio-
nes cardiovasculares en el transoperatorio o en el poso-
peratorio.
pues ello permitirá descubrir la presencia de algún
problema cardiovascular no diagnosticado, así como la
exacerbación de uno ya conocido
lo cual representa el consumo basal de oxígeno en reposo
de un hombre de 40 años de edad de 70 kg de peso.
La ACC/AHA menciona que los pacientes con capaci-
dad para realizar 4 o más METS tienen una adecuada
capacidad funcional. Sin embargo, a los pacientes que
son capaces de realizar menos de 4 METS se les debe
realizar una prueba cardiaca no invasiva.
Para mejorar la evaluación preoperatoria de la capaci-
dad funcional, los anestesiólogos deben considerar la posibilidad
de utilizar, en su lugar, cuestionarios estructurados, como el
índice de estado de actividad de Duke.
Este cuestionario completado por el paciente de 12 puntos sobre
actividades de la vida diaria ha demostrado su correlación con
las medidas estándar de la capacidad funcional en pacientes qui-
rúrgicos.36,43 Además, se ha demostrado que las puntuaciones
del DASI mejoran la predicción de las complicaciones cardíacas
postoperatorias después de una cirugía no cardíaca.
Los algoritmos de evaluación del riesgo cardíaco preoperatorio
han sido propuestos por varios protocolos de práctica, incluidos
los protocolos del ACC/AHA (fig. 31.5)7 y los protocolos de la
CCS (fig. 31.6).8 Estos algoritmos tienen poblaciones diana algo
diferentes. El algoritmo del ACC/AHA abarca a los pacientes con
CI conocida o factores de riesgo asociados que se someten a una
cirugía no cardíaca. Los protocolos de la CCS se centran en los
adultos (≥ 18 años) que se someten a una cirugía con ingreso
hospitalario y que tienen 45 años o más, o que padecen una
enfermedad cardiovascular importante (es decir, CI, enfermedad
cerebrovascular [ECV], AP, insuficiencia cardíaca, hipertensión
paciente. El paso inicial de
estos algoritmos de evaluación de riesgos es la consideración de la
urgencia de la cirugía prevista. Los protocolos del ACC/AHA de
2014 definen un procedimiento de emergencia como aquel en el
que la vida o la integridad física se verían amenazadas si la cirugía
no se realizase en un plazo de 6 h o menos; un procedimiento
urgente, como aquel en el que la vida o la integridad física se verían
amenazadas si la cirugía no se realizase en un plazo de 6-24 h, y
un procedimiento dependiente del tiempo, como aquel en el que las
demoras que excedan de 1 a 6 semanas afectarían negativamente
a los resultados (p. ej., la mayoría de las cirugías oncológicas).
Si estos índices determinan que el riesgo estimado de
infarto de miocardio o muerte postoperatoria es inferior al 1%
(de acuerdo con el RCRI ≤ 1), los protocolos del ACC/AHA reco-
miendan que los pacientes simplemente procedan directamente
a la cirugía.
Las complicaciones pulmonares tienen una prevalencia
similar a la de las complicaciones cardiovasculares, por
lo que es importante valorar la presencia de patología
pulmonar y el estado en el que se encuentra. En los pa-
cientes con patología pulmonar existente es importante
valorar la severidad, el tiempo de evolución, el manejo
actual y la efectividad del control de la misma.
Se debe interrogar sobre la presencia de dificultad
para respirar, tos, producción de esputo y tabaquismo,
ya que se puede descubrir la presencia de una patología
no diagnosticada.
Los factores de riesgo establecidos para las complicaciones
pulmonares pertenecen a dos ámbitos generales: los factores de
riesgo del paciente y los factores de riesgo relacionados con el pro-
Cedimiento
Se han elaborado varios índices de riesgo clínico preoperato-
rio para estimar el riesgo pulmonar.
El índice más sencillo y disponible actualmente es,
probablemente, la puntuación Assess Respiratory Risk in Surgical
Patients in Catalonia (ARISCAT),257 que también ha sido validada
externamente (tabla31.14).261 La puntuación clasifica a los pacien-
tes en estratos de bajo riesgo, riesgo intermedio y alto riesgo.257
Cuando se identifican pacientes de alto riesgo antes de la
cirugía, el anestesiólogo tiene varias opciones disponibles para
ayudar a disminuir su riesgo pulmonar perioperatorio. Eenfoques incluyen el fomento del abandono del hábito de fumar
(v. «Fumadores y fumadores pasivos»), el tratamiento de cualquier
exacerbación reciente del asma o la EPOC, y el tratamiento de
cualquier infección reciente del tracto respiratorio inferior. Estas
intervenciones pueden requerir medicamentos (p. ej., antibióticos,
broncodilatadores, corticoides), derivación a un especialista (p. ej.,
neumólogos) o retraso en el procedimiento quirúrgico previsto.
Aunque la espirometría es la prueba diagnós-
tica preferida para el asma, un resultado normal no excluye el
asma. Los resultados típicos de las PFP son una reducción de la
relación entre el volumen espiratorio forzado en 1 s (VEF1) y la
capacidad vital forzada (CVF), con una relación inferior a 0,7
que indica una obstrucción del flujo de aire.
anestesiólogo debe
preguntar sobre la disnea, la opresión en el pecho, la tos (espe-
cialmente la nocturna), las exacerbaciones recientes (con los
desencadenantes asociados), la terapia (especialmente los corti-
coides), las hospitalizaciones previas, las visitas previas a la sala
de emergencias, los ingresos previos a la unidad de cuidados
intensivos, la necesidad previa de intubación endotraqueal y
las infecciones recientes de las vías respiratorias superiores
En el entorno perioperatorio,
la diabetes mellitus es un factor de riesgo de complicaciones post-
operatorias, incluidos los eventos cardíacos,97 la lesión renal
aguda (LRA)268,269 y las infecciones de la herida quirúrgica.
Durante la evaluación preoperatoria de un paciente con
diabetes mellitus, el anestesiólogo debe documentar el tipo de
enfermedad (es decir, tipo 1 frente a tipo 2), el control glucémico
habitual actual, los antecedentes de episodios hipoglucémicos,
la terapia actual y la gravedad de cualquier complicación en
los órganos diana. Dados los efectos de la diabetes mellitus en
otros sistemas, la historia y el examen físico deben centrarse
especialmente en los sistemas cardiovascular, renal y neuroló-
gico.
dosis de ACO debe ajustarse en la NC (v. tabla 31.11).
La evaluación preoperatoria de los pacientes con NC debe
hacer hincapié en el sistema cardiovascular, el sistema cere-
brovascular, el estado del volumen intravascular y el estado de
los electrólitos. Las primeras etapas de la NC normalmente no
causan síntomas. El anestesiólogo debe preguntar acerca de los
sistemas cardiovasculares (es decir, dolor de pecho, ortopnea,
disnea paroxística nocturna), producción de orina, comorbilida-
des asociadas, medicamentos, programas de diálisis y cualquier
problema con el catéter de hemodiálisis (p. ej., infección, trom-
bosis). La información sobre el peso objetivo y el peso actual del
paciente puede ser útil para evaluar el estado del volumen.
Los pacientes con NC necesitan un ECG y una muestra de sangre
para medir las concentraciones de electrólitos, calcio, glucosa,
albúmina y creatinina. Es necesario realizar una evaluación adi-
cional si el ECG muestra HVI (hipertensión), ondas T máximas
(hiperpotasemia), ondas T planas, un intervalo PR prolongado
o un intervalo QT prolongado (hipopotasemia). Una radiografía
de tórax (infección, sobrecarga de volumen), un ecocardiograma
(soplos, insuficiencia cardíaca) y una evaluación cardiológica
pueden ser necesarios en algunos casos. Los sitios de acceso
venoso o las extracciones de sangre de las venas braquiales,
cefálicas (antecubitales) y centrales de la extremidad superior no
dominante deben evitarse en los pacientes que eventualmente
puedan necesitar fístulas en esos sitios para la diálisis.
Los horarios de la terapia de reemplazo renal (diálisis) pre-
operatoria deben coordinarse con el momento de la cirugía
programada. La diálisis es importante para corregir la sobre-
carga de volumen, la hiperpotasemia y la acidosis antes de la
cirugía planificada. Lo ideal es que la cirugía electiva se realice
unas 24 h después de la diálisis. Debe evitarse la realización
de la cirugía poco después de la diálisis, debido a los riesgos de
reducción aguda del volumen y de alteraciones electrolíticas.
Concretamente, la diálisis provoca desplazamientos de fluidos y
desequilibrios electrolíticos (es decir, sodio, potasio, magnesio,
fosfato), especialmente relacionados con el desplazamiento de
electrólitos entre los compartimentos intracelular y extracelular.
En los pacientes con hipertensión, los objetivos de la evalua-
ción preoperatoria son identificar cualquier causa secundaria de
hipertensión, la presencia de otros factores de riesgo cardiovas-
cular (p. ej., tabaquismo, diabetes mellitus) y las pruebas de daños
en los órganos diana.
El examen
físico debe centrarse en los signos vitales (incluida la presión
arterial medida en ambos brazos), la glándula tiroidea, los pulsos
periféricos y el sistema cardiovascular (incluidos los hematomas
y los signos de sobrecarga de volumen intravascular). La evalua-
ción clínica inicial dirige otras pruebas especializadas.
El tratamiento habitual con medicamentos
antihipertensivos debe continuar en estos pacientes durante
el período perioperatorio. En el caso de los pacientes con hiper-
tensión grave (es decir, presión arterial diastólica > 110 mmHg
o presión arterial sistólica > 180 mmHg), los anestesiólogos
deben sopesar los posibles beneficios de retrasar la cirugía para
optimizar el tratamiento antihipertensivo frente a los riesgos de
retrasar el procedimiento. En general, todos los tratamientos
antihipertensivos a largo plazo deben continuarse hasta el día
de la cirugía, con la posible excepción de los inhibidores de la
enzima conversora de la angiotensina (IECA) y los antagonistas
de los receptores de la angiotensina (ARA). La administración de
estos medicamentos dentro de las 24 h anteriores a la cirugía se
asocia sistemáticamente con un aumento de los riesgos de hipo-
tensión intraoperatoria,85 y posiblemente con un aumento de los
riesgos de lesión miocárdica postoperatoria.86 Por consiguiente,
es razonable abstenerse de tomar estos medicamentos durante
24 h antes de la cirugía, siempre que se reinicien en el post-
operatorio una vez que los pacientes estén hemodinámicamente
estables. Es importante señalar que el hecho de no reanudar el
tratamiento de los IECA y los ARA después de la operación se
asocia a resultados adversos.
Lo primero que se debe tomar en cuenta cuando se
desean solicitar pruebas de laboratorio es la relevancia
que tendrán las mismas para la realización del plan anestésico y sobre los resultados posteriores al procedi-
miento, tomando siempre en cuenta el estado actual del
paciente. Posteriormente se debe evaluar la prevalencia
de patología con base en la edad, el sexo, el lugar de ori-
gen y los factores de riesgo, incluso cuando el paciente
se encuentre asintomático y sin diagnóstico de patolo-
gía existente; solicitar una prueba de laboratorio en un
paciente con baja prevalencia y sin síntomas sería de
poca utilidad y representaría un costo innecesario
Las radiografías de tórax preoperatorias de rutina no proporcio-
nan información importante desde el punto de vista del pronós-
tico para evaluar el riesgo perioperatorio.428 Por lo tanto, las
radiografías de tórax preoperatorias no deben solicitarse de
manera rutinaria,274 sino que deben basarse selectivamente
en las anomalías identificadas por la evaluación preoperatoria.
Las pruebas de función renal evalúan la función tubular renal y
la filtración glomerular. Entre las principales indicaciones clínicas
figuran la diabetes mellitus, la hipertensión, las enfermedades
cardíacas, la posible deshidratación (p. ej., vómitos, diarrea), la
anorexia, la bulimia, los estados de sobrecarga de líquidos (p. ej.,
lafrecuencia cardíaca, la ascitis), las enfermedades renales conocidas,
las enfermedades hepáticas, la quimioterapia reciente pertinente
(p. ej., el cisplatino, el carboplatino) y el trasplante renal
Un componente crítico de la evaluación previa a la anestesia
es la evaluación del riesgo del paciente de someterse a la anes-
tesia y a la cirugía. Esta evaluación mejora la comprensión de
los pacientes de los riesgos perioperatorios inherentes e infor-
ma mejor a los profesionales de atención médica en la toma de
decisiones clínicas. Por ejemplo, estas evaluaciones de riesgos
pueden ayudar a identificar a las personas que merecen mayores
niveles de vigilancia postoperatoria, la consideración de opciones
tiene por objeto
describir el estado médico preoperatorio de un paciente, pero no
tiene en cuenta los riesgos inherentes al procedimiento quirúrgico previsto.
Con base en la información recopilada a través del inter-
rogatorio, la exploración física y las pruebas de labora-
torio adicionales, el objetivo en esta etapa consiste en
proponerle al paciente la mejor técnica anestésica disminuya el riesgo de complicaciones, proporcione
condiciones transanestésicas adecuadas para el cirujano
y el paciente, y contribuya a un menor tiempo de recupe-
ración y un mejor manejo del dolor.
El período de ayuno recomendado tras la ingestión de fluidos claros
para todos los pacientes es de 2h
Una evaluación preoperatoria siempre debe incluir una eva-
luación inicial del dolor. La normalización de la medición del
dolor es difícil debido a la naturaleza subjetiva de la variable. Por
consiguiente, es útil incorporar escalas normalizadas de medición
del dolor en el proceso de evaluación preoperatoria
Las escalas
pueden ser unidimensionales, como las escalas analógicas visua-
les y numéricas de clasificación, o multidimensionales, como el
cuestionario sobre el dolor de McGill460 y el Modified Brief Pain
Inventory-Short Form.461 Aunque las escalas multidimensio-
nales son más largas, captan una gama más amplia de detalles
importantes. Por ejemplo, el Modified Brief Pain Inventory-Short
Form, de 9 elementos, capta detalles sobre la intensidad del dolor,
la localización del dolor, la idoneidad del tratamiento analgésico
y la interferencia relacionada con el dolor en las actividades. La
utilización sistemática de la misma escala durante el episodio
perioperatorio de atención permite la comparación cuando se
realizan revaluaciones después de una intervención quirúrgica.