Entre 1930 y 1970, México experimentó un rápido crecimiento poblacional o explosión demográfica que generó diversos problemas como la migración interna a las ciudades, la sobrecarga de la demanda de servicios y la contaminación, los cuales el estado no había anticipado ni resuelto. Para 1960, la mayoría de los mexicanos ya vivían en centros urbanos con más de 2,500 habitantes, especialmente en la Ciudad de México que sextuplicó su población, albergando a uno de cada cinco mexicanos.