Este documento resume la relación entre la genética y el comportamiento antisocial. Explica que existen alteraciones estructurales en el cerebro que se asocian con la violencia, como la corteza prefrontal y la amígdala. También describe que los avances científicos han demostrado que los genes juegan un papel importante en la conducta humana, pero que el ambiente también es importante para las diferencias individuales. El documento concluye explicando que se requieren modelos interactivos que consideren tanto los factores genéticos como ambientales.