Los Reyes Católicos utilizaron una política matrimonial para fortalecer sus relaciones exteriores. Casaron a sus hijos e hijas con miembros de las familias reales de Portugal, Inglaterra y el Sacro Imperio Romano Germánico para consolidar la amistad con estos países y aislar a Francia. Esta política sentaría las bases para la futura expansión de la Monarquía Hispánica en Europa.