Este documento resume la historia de la inmigración piamontesa a Santa Clara de Saguier, Argentina. Explica que a fines del siglo XIX, muchos campesinos italianos emigraron debido a la pobreza y falta de oportunidades. Llegaron principalmente hombres solteros del Piamonte con la esperanza de una vida mejor. Se instalaron en Santa Clara donde enfrentaron dificultades iniciales pero con esfuerzo construyeron una comunidad próspera conservando su cultura e idioma italianos.
Presentación que brinda una serie de crónicas y testimonios acerca de la esclavitud en Montevideo en las útlimas décadas del siglo XVIII y primeras del XIX.
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Entre 1880 y 1930, alrededor de 11 millones de europeos se trasladaron hacia América Latina en busca de nuevos horizontes. Casi la mitad de ellos se radicó en suelo argentino. María Colacino y Teresa Daffunchio cuentan en esta nota cuales fueron las circunstancias que se dieron de uno y otro lado del océano para que se concretara este fenómeno que terminó transformando nuestra sociedad y la historia de miles de familias para siempre.
1. TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE LA INMIGRACIÓN
PIAMONTESA EN STA. CLARA DE SAGUIER
NOMBRE Y APELLIDO: TATIANA MENARDI
DIRECCIÓN: SARMIENTO 173 – SANTA CLARA DE SAGUIER
E-MAIL: tatianamenardi@hotmail.com
CURSO: 5TO. AÑO – E.E.M.P.I. Nº 8095
AUTORIZO A UNA EVENTUAL PUBLICACIÓN DE ESTE
TRABAJO
2. La formación de la colonia de Santa Clara resulta ser consecuencia de una situación histórica
nacional e internacional de fines del Siglo XIX.
Situación Internacional
En el viejo continente, durante la segunda mitad del S XIX, hasta la Primera Guerra Mundial,
hay algunos fenómenos que explican la expansión migratoria: la Segunda Revolución
Industrial, que determinó la existencia de un excedente humano que debía ser reubicado en
otros puntos del planeta; la División Internacional del Trabajo, que significó la existencia de
países que contaban con condiciones especiales para producir materia prima, especialmente
trigo, como Argentina, y otros países, como Gran Bretaña, que producían manufacturas.
Mientras tanto en Italia, muchos campesinos estaban descontentos, tratando de salir de una
medianía, muchos otros dejaban en sus casas colosales deudas y una reputación perdida,
pero la mayor parte era gente forzada a emigrar por el hambre, después de una lucha inútil
durante muchos años bajo las garras de la miseria. Esta miseria tenía muchas causas: el
empobrecimiento progresivo del suelo, la agricultura abandonada por la revolución, los
impuestos gravados por necesidad política, las herencias del pasado, la concurrencia
extranjera, la peste y posteriormente la guerra.
Situación Nacional.
Con la sanción de la Constitución Nacional en 1853, se inicia el período de “Organización
Nacional”. Entre las fuentes de inspiración de nuestra Carta Magna, se contaba la obra de J.
B. Alberdi: “Bases y puntos de partida para la Organización Nacional”, donde se consideraba
la necesidad de fomentar el establecimiento de inmigrantes.
La inmigración se inició tímidamente en la década del 50, tomando impulso en las últimas
décadas del siglo. La misma fue fomentada desde el gobierno, con la “Ley de inmigrantes”
atrayendo a personas que emigraban de sus países por diversos motivos.
El proceso colonizador que tuvo lugar en Argentina no fue homogéneo, dado que las mejores
tierras, las de la provincia de Buenos Aires, se hallaban en poder de la oligarquía
terrateniente. Los colonos contratados que se afincaron en ellas estuvieron subordinados al
cumplimiento de lo que los contratos de arrendamiento disponían. Existían representantes en
Europa encargados de “contratar” inmigrantes.
En cambio, las tierras de nuestra región, no tenían un valor muy elevado, debido
fundamentalmente a las amenazas del aborigen, que efectuaba correrías por ellas. Estas
3. tierras marginales habían sido adquiridas a un precio irrisorio por la clase terrateniente
porteña. La premisa del momento era alentar la inmigración para que, mediante la
colonización, las tierras pudieran rendir sus frutos, de manera que la producción agrícola-
ganadera se fuera acrecentando.
Situación provincial
Correspondió a Santa Fe el mérito de dar fuerza a este tipo de empresas colonizadoras.
En 1853, Don Aarón Castellanos celebró con el gobierno provincial un convenio cuyas
principales estipulaciones eran las siguientes:
Obligaciones de la Provincia: suministro de la tierra necesaria para implantar la
colonia; adelanto de capitales, en forma de casas para los colonos, semillas, animales de
labor y alimentos; exoneración de impuestos durante un cierto plazo.
Obligaciones del empresario: conducción de mil familias de agricultores europeos hasta
el territorio provincial; instalación de las mismas en la colonia.
Ninguna de las partes cumplió lo que ofreciera. Recién diez años más tarde la provincia dictó
una ley de expropiación para integrar lo prometido a los colonos. Algunos de ellos habían
fallecido, otros se habían marchado, y esa ley tampoco pudo cumplirse por entonces, debido
a la falta de recursos.
Los labradores europeos que llegaron llenos de ilusiones, se encontraron con que en lugar de
las casas, semillas y animales ofrecidos, los esperaba tan sólo el desierto y los indios. Se
acomodaron como pudieron, el gobierno les prestó alguna ayuda y, mediante los productos
de la ganadería y el primer ensayo agrícola, defendiéndose contra los eternos enemigos
naturales (langostas, sequías, heladas) siguieron adelante, mientras el gobierno indemnizaba
a Aarón Castellanos. Después de esta tentativa surgieron otras, con la fundación de nuevas
colonias .
En 1862, llega al país Guillermo Lehmann, de origen suizo. Después de residir dos años en
Buenos Aires, decidió trasladarse al interior para participar de la tarea colonizadora.
Su empresa vendió tierras propias, y también campos pertenecientes a otros socios. Con su
mentalidad avanzada, pensaba que la tierra debía pertenecer al que la trabaja, por ello
dividió la tierra en “concesiones” de treinta y tres hectáreas, y comenzó a venderlas entre los
colonos, dándoles la oportunidad de poder adquirir tierras argentinas.
4. En 1879 constituyó una nueva sociedad con Ataliva Roca, hermano del presidente de la
Nación, Julio A. Roca. Desde ese momento hasta su muerte, acaecida en 1886, fundó quince
colonias, entre ellas Santa Clara.
Santa Clara de Saguier
En relación con nuestra población, Lehmann le había vendido las tierras a Ataliva Roca,
quien solicitó el día 7 de noviembre de 1883 la fundación de la Colonia Santa Clara.
Desde este año, comenzaron a afluir los primeros inmigrantes, que se instalan en las tierras
adquiridas a la Empresa de Colonización.
La mayoría de los inmigrantes que vinieron a nuestro pueblo eran hombres de campo que
provenían de una misma región: el Piamonte. Ellos dejaban su país por el triste estado de la
clase agrícola: excesiva concurrencia de trabajadores en beneficio de los propietarios,
jornadas miserables, víveres caros, impuestos altos, largas temporadas sin trabajo, malas
cosechas y ninguna esperanza de mejorar su condición. Muchos emprendían el viaje con el
solo objetivo de venir a hacer la siega durante tres meses, navegando cuarenta días en
condiciones inhumanas, para volver a su patria con algún dinero. Otros venían con el objetivo
de “hacerse la América” ya que había muchas promesas para quienes llegaban a estas
tierras, todos venían con mucha esperanza, confiando en tener mejor fortuna que en las
suyas. Algunos vinieron solos, dejando a una familia en su país, que luego iban a buscar.
Otros conocieron a sus parejas en el barco, donde una larga navegación compartiendo
penurias hacía que las amistades nazcan y maduren con rapidez. Pero también muchos
dejaron en Italia una parte de su familia, que nunca volvería a ver.
Y así, después de un largo viaje, donde vivían buenas y malas experiencias, llegaron a
nuestras tierras, siendo recibidos en el puerto de Buenos Aires o en el de Rosario, donde
pasaban los primeros días o meses hacinados en “conventillos” para luego trasladarse al
interior del país, donde se necesitaba mano de obra.
A nuestro pueblo llegaron espontáneamente, sin que existiera un contrato de colonización. La
mayoría había estado previamente afincado en otras colonias, para luego trasladarse aquí,
donde podían ser propietarios y buscar condiciones de vida más dignas .
Y fue un italiano con gran espíritu de progreso, Domingo Minetti, quien se dedicó a planificar
el pueblo: levantó un bar en su tierra, los cimientos de una escuela y una capilla.
5. También fueron italianos los que formaron las primeras instituciones que el pueblo
necesitaba, con una gran vocación de servicio, abandonando sus tareas cotidianas.
En esos primeros años fue duro el comienzo, ya que apenas habían realizado las primeras
cosechas la población se vio asolada por epidemias, y además por granizo, lo que perjudicó
enormemente la precaria economía.
Otra de las preocupaciones de los primeros inmigrantes fue la de que sus hijos pudieran
recibir una educación adecuada, por ello constituyeron una escuela con fondos propios,
recibiendo muy poco apoyo de la provincia que no tenía recursos en esos momentos.
Los que aún se acuerdan, comentan la existencia de negocios de Ramos Generales, los que
aparte de tener importancia económica, eran una institución de carácter social. Allí se reunían
los vecinos con sus familias todos los domingos después de asistir a Misa. En ese momento
se efectuaban las provisiones necesarias y los hombres conversaban de temas políticos o
económicos, mientras las mujeres compraban, sus temas de conversación hacían referencia a
los acontecimientos sociales que se daban en el pueblo.
También existían momentos en el año en los cuales los pueblerinos de ayer hacían una pausa
en sus actividades para participar de festividades junto a toda la familia. Una tradición que
llegó hasta nosotros es el Carnaval. Estas fiestas se celebraban eufóricamente.
A pesar de estar viviendo en este país, estos hombres y mujeres seguían con su corazón en
la tierra italiana, pero el suelo que los cobijó fue el argentino, la tierra que les dio trabajo, por
esa razón celebraban las fiestas de mayo y julio, cuando embanderaban la plaza y
agasajaban a los niños con licor y galletitas.
Para ello constituían comisiones encargadas de proyectar dichas celebraciones.
De acuerdo a lo narrado anteriormente, rescato de la inmigración el espíritu de lucha y
trabajo que tuvieron mis antepasados, a pesar de las difíciles situaciones que debieron
enfrentar desde que abandonaron su país y su familia.
Esa cultura de trabajo y perseverancia se mantuvo como emblema en sus descendientes,
además de conservarse rasgos italianos en nuestras comidas, costumbres, modismos y hasta,
en algunos casos, el dialecto piamontés.