Las finanzas sostenibles implican que las entidades financieras consideren factores ambientales, sociales y de gobernanza al tomar decisiones de inversión. Esto incluye mitigar el cambio climático, abordar problemas sociales como la desigualdad e inclusión, y mejorar la gobernanza corporativa. Las entidades financieras deben modificar sus modelos de riesgo para incluir los efectos económicos del cambio climático a largo plazo, realizar pruebas de estrés con diferentes escenarios de transición ecológica, y
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LA NUEVA REVOLUCION BANCARIA.
Manfred Nolte
Aquellos que por circunstancias profesionales debiéramos tener algún
conocimiento sobre la industria bancaria, no vemos con buenos ojos la apelación
y consiguiente doctrina sobre la ‘Banca Ética’ que ya lleva algunos lustros sobre
el tapete. Al establecer junto al sustantivo Banca el adjetivo especifico ‘ética’
parece crearse por arte de encantamiento un universo disyuntivo en el cual
estarían de un lado presentes los actores moralmente correctos, frente al
conjunto mayoritario y excluyente de todos aquellos que no lo son. De esta
manera todos aquellos Bancos que no son éticos pasan a catalogarse como
inmorales, o al menos intrínsecamente sospechosos de no acatar y cumplir los
preceptos metafísicos e inmutables de la filosofía moral, esto es de la ética.
Dicha sugerencia profundamente maniquea es inaceptable por falsa, y como tal
distorsiona el concepto de Banca Ética.
Más ajustada a la realidad resulta la presentación del término Banca sostenible,
y mejor aun de finanzas sostenibles. La Banca opera financieramente con sus
fondos propios, pero su actividad genuina, infinitamente más amplia que la
propia, es la de la intermediación con los fondos de la clientela, actuando como
mercado de encuentro entre los excedentes de ahorro depositados en sus cuentas
y las demandas de fondos para la inversión que generan los emprendedores. En
ambos campos la Banca puede y debe colaborar en favor de la sostenibilidad.
Finanzas sostenibles mejor que finanzas verdes dado que el factor sostenibilidad
incluye, además de la variable crítica medioambiental o climática, otros aspectos
como la inclusión social que distorsionan el equilibrio económico.
¿Qué son, en consecuencia, las finanzas sostenibles, y cuales son los puntos más
relevantes de la responsabilidad sostenible de las entidades financieras?
Al suscribir en 2015 el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, los Gobiernos de todo el
mundo optaron por preservar la sostenibilidad de nuestro planeta y en
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consecuencia de nuestras economías. Es patente que la llamada transición
energética desde los parámetros actuales hacia una economía baja en carbono,
son fundamentales para garantizar la competitividad -y si se apura la
supervivencia- a largo plazo de las economías del mundo, también la europea y la
española.
El término «finanzas sostenibles» es una consecuencia de la nueva cultura
promoviendo la idea de considerar con mayor relevancia las cuestiones
ambientales sociales y de gobernanza institucional en las decisiones de inversión
tanto de las entidades financieras como del resto de empresas e instituciones,
ampliando la mira al largo plazo. Por cuestiones ambientales se entiende la
mitigación del cambio climático. El ámbito social alude a los problemas de
desigualdad, inclusividad, relaciones laborales, inversión en capital humano. La
gobernanza de las entidades públicas y privadas determina los modos y las
estructuras de gestión, las grandes decisiones de la gestión económica en
relación, por ejemplo, a la escala retributiva de los asalariados y la del personal
directivo, o la consideración de la misión ultima de la empresa, aspectos todos
que influyen directamente en el ámbito social y ambiental.
La nueva dimensión social y ambiental implica modificar la visión temporal en
las decisiones de inversión en su relación con los riesgos y los beneficios
financieros. El actual Gobernador del Banco de Inglaterra y presidente del
Consejo de Estabilidad Financiera del G20, Mark Joseph Carney se ha referido a
la ‘tragedia del horizonte’ para destacar que los plazos usados para el calculo de
los riesgos financieros son insuficientemente cortos para incluir los nuevos
riesgos transversalesderivadosde los grandes conflictos sociales y en especial del
cambio climático.
Las finanzas sostenibles presentan una primera acepción cuando los fondos de la
inversión se utilizan directamente en los citados elementos de la sostenibilidad.
Entran en juego así, los llamados Bonos Verdes, (Green Loans) estrictamente
tipificados en principios estandarizados de cumplimiento, cuyo objetivo es
apoyar proyectos específicos vinculados, por ejemplo, con el cambio climático, el
agotamiento de los recursos naturales, la pérdida de biodiversidad y la
contaminación del aire, agua o suelo. Bancos, Corporaciones privadas e
Instituciones vienen lanzando este tipo de emisiones, con cifras realmente
espectaculares de crecimiento.
Pero la Banca está llamada a una función adicional de alta responsabilidad en la
llevanza de las finanzas sostenibles, de la mano de los Bancos Centrales e
Instituciones Supranacionales de supervisión, consistentes en unas
determinadas medidas innovadoras. Estas medidas, referidas a las propias
Entidades financieras podrían reducirse pedagógicamente a tres: definición de
modelos de riesgos que incluyan las consecuencias económicas del cambio
climático; realizar test de esfuerzo con distintos supuestos de gravedad de la
transición ecológica; y determinar de los clientes beneficiarios de créditos
bancarios información sobre la localización física de sus inversiones, y
sensibilidad de las mismas a los referidos aspectos de riesgo medioambiental.
Con ello la Banca contribuirían a la estabilidad propia como sector financiero y
jugarían un papel de catalizador sistémico en la transformación sostenible de la
economía. Un análisis de estas características incentivaría las inversiones
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sostenibles de la clientela y desincentivaría a su vez las inversiones lesivas de los
ya citados ámbitos de la sostenibilidad. En resumen, a los ejes tradicionales de la
gestión del crédito bancario como son la rentabilidad y el riesgo financiero, hay
que agregar el riesgo paralelo del impacto social y ambiental de la inversión.
Una reflexión final a nuestro entorno productivo cercano: ¿Son conscientes
nuestras empresas de que el riesgo climático es una fuente del riesgo financiero y
en consecuencia son conscientes de introducir de modo actualizado el coste -el
precio- del riesgo medioambiental a medio plazo que se cierne sobre todos
nosotros, y que hasta ahora permanecía oculto?
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