La capacidad de aprender es uno de los mayores tesoros de las personas. Aprender es una experiencia emocionante que puede desarrollarse a lo largo de toda la vida. El aprendizaje es la clave para el desarrollo personal y de las organizaciones en la sociedad del conocimiento actual, caracterizada por la globalización y la tecnología digital. Para que las sociedades y economías se adapten con éxito a los rápidos cambios actuales, se debe fomentar el aprendizaje permanente de una manera más consciente y a gran escala.
La sociedad del aprendizaje. Diario de Navarra 3 sept. 2014
1. La sociedad del aprendizaje
Uno de los tesoros más preciosos que poseemos las personas es la capacidad de
aprender. Es una capacidad que todos tenemos, y que además podemos seguir
desarrollando a lo largo de toda la vida. Aprender es una de las experiencias más
excitantes y cautivadoras de lo que significa estar vivo. Es un tesoro a veces poco
apreciado, y frecuentemente devaluado por las malas experiencias tenidas por muchas
personas durante su paso por el sistema educativo, confundido por ello a menudo con
el escolar concepto de estudiar. Aun sin darnos cuenta, siempre estamos aprendiendo.
Pero hacer de ello algo consciente, deliberado, movido por un propósito, enriquece
mucho la experiencia de aprender. Ahora bien, ¿son las personas las únicas que tiene
capacidad de aprender?, ¿pueden aprender las organizaciones, e incluso las
sociedades enteras?.
He tenido la oportunidad de asistir recientemente en Barcelona al III Congreso
Internacional EDO sobre Organizaciones que Aprenden y Generan Conocimiento,
organizado por la U. Autónoma de Barcelona y la Generalitat. La conclusión más
poderosa ha sido que el aprendizaje es la pieza clave para el desarrollo personal y de
las organizaciones en el contexto de la sociedad del conocimiento, la globalización, y la
conectividad mediada por la tecnología digital. Como señaló Joan Majó, ex ministro y
ex asesor del Consejo de Europa, “el aprendizaje es la llave para el cambio. El gran
desafío cómo país es inyectar en toda la vida social el aprendizaje, mejorar y aumentar
el aprendizaje permanente. Por tanto todas las organizaciones no educativas deben
integrar el aprendizaje en sus procesos y en sus objetivos.”
Estamos inmersos en un proceso de rápidos y profundos cambios. Los conductores de
este cambio son, primero: la digitalización tecnológica y sus secuelas, a saber, internet
y los dispositivos electrónicos que modifican sustancialmente las posibilidades de
comunicarnos (todos podemos comunicarnos con todos, algo sin precedentes en la
historia), y el acceso y transferencia de datos, información y conocimiento. Esto por sí
solo ya es un cambio cuyas consecuencias se pueden comparar a lo que supuso la
2. invención de la imprenta en el siglo XV, como detonante del nacimiento del mundo
moderno. La ventaja competitiva de las sociedades occidentales con respecto a otras,
no ha residido en especiales factores culturales, sino esencialmente en uno puramente
tecnológico, como fue la invención de la imprenta, la expansión del conocimiento a
través de los libros, y sus consecuencia en términos de explosión cultural, científica y
tecnológica en el mundo occidental. El segundo conductor del cambio es la
globalización, proceso cuya aceleración creció de manera exponencial con la expansión
de la electricidad primero, y con la tecnología digital después. La consecuencia es una
igualación a nivel global en el acceso al conocimiento, la tecnología y a los bienes
culturales en general.
Así, la ventaja competitiva que tenía el mundo occidental, junto con Japón, (país que
en el siglo XIX realizó un tremendo esfuerzo de alfabetización y culturización de su
sociedad), ha quedado en buena medida diluida por dicha igualación. A ello hay que
añadir la pérdida del cuasi-monopolio en el mercado de materias primas, iniciada con
la crisis del petróleo del año 73. Somos, por ello y por otras razones, menos
competitivos en un mercado que ya es global. Nuestras antiguas fortalezas se han
convertido en debilidades.
Para adaptarnos como economía y como sociedad, a esta situación de cambio
profundo y acelerado, debemos aprender más y más rápido, que es la auténtica
palanca para el cambio, y para la mejora del capital humano de la sociedad. La
capacidad de aprendizaje nos proporciona las herramientas para explotar el
abundante conocimiento disponible, y aplicarlo de manera crítica y constructiva en la
búsqueda de soluciones a los problemas sociales. Saber gestionar, renovar y compartir
este conocimiento, se ha convertido en el principal activo y en la habilidad esencial
para sobrevivir en esta nueva economía del conocimiento y la conexión.
Las personas, organizaciones y sociedades que entiendan que el aprendizaje será la
fuente de riqueza en el futuro, estarán en mejor posición para tener éxito. Pero es
esencial cambiar nuestro entendimiento sobre el aprendizaje mismo. El aprendizaje es
un proceso complejo, no mecánico. Es el proceso de creación de conexiones
3. significativas, tanto interna como externamente, que nos permita tomar decisiones
mejores y más precisas, con el fin de actuar en un mundo dominado por la
complejidad y el conocimiento. En tiempos de incertidumbre y grandes cambios,
aprender es también una estrategia para sobrevivir. Pero mejorar el aprendizaje
requiere crear contextos adecuados, tanto en el educación como en el trabajo. Lo que
hemos conocido hasta ahora, ha dejado de servir. El aprendizaje ya no es más una
mera transmisión de conocimientos, en este contexto, se ha convertido casi en un acto
creativo, creador de identidad, para el que necesitamos nuevas herramientas. Es todo
un cambio cultural. Aprender es la clave. Más rápido y mejor. En todas partes, toda la
vida. !Todos!