1. UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
CARRERA DE MEDICINA
SALUD, INFECCIÓN, INMUNOLOGÍA, VIROLOGÍA Y MICOLOGÍA
Autora: Natalia Veronica Garrido Barba.
Estudiante carrera de Medicina, Universidad Técnica de Manabí
Coautor: Dr. Jorge Alberto Cañarte Alcívar.
Docente Universidad Técnica de Manabí, Doctorando Salud Publica, Posgradista en Inmunología
LEUCEMIA LINFOBLÁSTICA AGUDA INFANTIL
El sistema inmune es la herramienta
fisiológica que nos defienden de las
agresiones causadas por los patógenos.
El sistema inmune innato representa la
primera línea de defensa y es el
encargado de realizar respuestas rápidas
y eficientes frente a los patógenos.
Proporciona al sistema adaptativo el
tiempo necesario para activarse,
expandirse y seleccionar la mejor
defensa para terminar con ellos. (1)
La complejidad de la respuesta
inmunológica se puede comprender
parcialmente considerando los diferentes
tipos celulares que participan de ella y la
cronología de su intervención,
analizando sus características fenotípicas
y funcionales. (2)
En cada organismo, los mecanismos de
defensa son muy diversos y
heterogéneos, aunque siempre existe una
actuación integrada de todos ellos. Los
mecanismos inespecíficos están
constituidos por las barreras naturales,
tales como la piel, mucosas y otros que
están protegiendo constantemente al
individuo de contagios externos. Otros
elementos naturales son el lisosoma de la
saliva, lágrimas y secreciones nasales
que tienen capacidad de romper la unión
de azúcares en las paredes bacterianas, lo
que puede inducir su lisis. (3)
Las células inmunocompetentes se
encuentran distribuidas en epitelios y
mucosas, pero su concentración es
máxima en los ganglios linfáticos y bazo.
En estos tejidos se dan las condiciones
óptimas para su estimulación antigénica
(4)
2. Los vasos linfáticos transportan las
células del sistema inmune, de las cuales
el actor principal es el linfocito. Los
linfocitos constituyen el 25% de los
leucocitos sanguíneos, y el 99% de las
células linfáticas. Existen unos 10
billones de linfocitos en el cuerpo
humano, que equivalen a la masa del
cerebro (5)
Los monocitos, Son un tipo de glóbulos
blancos a granulocitos. Es el leucocito de
mayor tamaño. La mayor de las células
de la sangre producida por la médula
ósea, y después viajan por la sangre, para
luego emigrar a diferentes tejidos como
hígado, bazo, pulmones, ganglios
linfáticos, huesos, cavidades serosas, etc.
(7)
Los linfocitos B son las células que
secretan anticuerpos, con lo que son
responsables de la inmunidad humoral,
también son células presentadoras de
antígeno a los linfocitos T. Por medio de
sus inmunoglobulinas de superficie, los
linfocitos B pueden endocitar
selectivamente los antígenos
reconocidos por las inmunoglobulinas, y
presentarlos a las células T. Las células
B también tienen un importante papel
como células inmunorreguladoras.
Asimismo, su importancia radica en que
son las células responsables de la
memoria inmunológica humoral, que nos
proporciona protección permanente
frente a patógenos que nos inmunizaron
previamente. (8)
La Leucemia Linfoide Aguda (LLA), es
un trastorno maligno que se origina en
una célula hematopoyética única
progenitora de linfocitos B o T y está
caracterizada por la pérdida de
diferenciación de progenitores linfoides
y un aumento de células linfoblásticas
inmaduras, ocasionan proliferación
monoclonal anormal de células
precursoras hematopoyéticas
comprometidas o parcialmente
comprometidas de la serie linfoide que
filtran más del 25% de la médula ósea
afectando al sistema hematopoyético,
primero, y conforme transcurre la
historia natural de la enfermedad,
invaden el torrente sanguíneo, el sistema
linfático y otros órganos como la
columna vertebral, testículos y el
cerebro. (9,10).
Es la neoplasia más Frecuente en la
población menor de 15 años y constituye
el 80 % de todas las leucemias
diagnosticadas. Tiene dos picos de
frecuencia por edad, el primero de dos a
3. cinco años y el segundo alrededor de la
sexta década de la vida (11).
La tasa de curación es menor en adultos
que en niños, con una supervivencia libre
de enfermedad a largo plazo de
aproximadamente un 80% en niños y de
solo un 35-45% en adultos. De manera
específica, la LLA-T corresponde a un
15% de las leucemias agudas infantiles y
a un 25% de las del adulto. La curva de
incidencia presenta un único pico situado
entre la frontera niño/adulto, y la
supervivencia no difiere de la LLA de
precursores B. Este subtipo T se
caracteriza por presentar una mayor
heterogeneidad y complejidad genética
(12)
Se han realizado múltiples
clasificaciones morfológicas de las LLA.
La más antigua es la realizada por el
grupo de trabajo Francés-Americano-
Británico (FAB), que tiene una
aceptación universal, pero que, en la
actualidad, ya casi no se utiliza. Se
clasifican en: L1, L2 y L3
La aparición de los anticuerpos
monoclonales y las mejoras que se han
realizado en las técnicas de citometría de
flujo y de reacción en cadena de la
polimerasa han permitido clasificar las
LLA en distintos tipos, según el estadio
madurativo de sus linfoblastos. Esta
clasificación es la más utilizada en la
actualidad y tiene implicaciones
pronósticas y para el tratamiento.
Los avances de las técnicas y
conocimientos de la biología molecular
de los últimos años han permitido
identificar casi el 100% de las anomalías
citogenéticas de las células leucémicas.
Estas pueden afectar al número total de
cromosomas o a su estructura. Se ha
comprobado que la hiperdiploidía
(aumento del número de cromosomas
>51) en los linfoblastos es un factor de
buen pronóstico. En la actualidad,
sabemos que esto es debido a que las
células leucémicas hiperdiploides tienen
una mayor predisposición a la apoptosis,
porque son capaces de acumular mayor
concentración de metabolitos activos del
metotrexato (poliglutamatos) y, por ello,
son más sensibles a este fármaco. De
todas las anomalías cromosómicas
estructurales, las translocaciones son las
más frecuentes.
Los síntomas iniciales al diagnóstico
suelen ser la consecuencia de la
infiltración de los linfoblastos en la
médula ósea: anemia, trombopenia,
leucopenia, dolores óseos, etc.
4. La presentación clínica de los pacientes
con LLA refleja la infiltración de la
médula ósea por parte de los blastos y la
extensión extramedular de la
enfermedad. Los síntomas más
frecuentes al diagnóstico son aquellos
relacionados con la insuficiencia
medular: anemia (palidez, astenia),
trombopenia (equímosis, petequias) y
neutropenia (fiebre). Raras veces las
LLA se presentan con pancitopenia
severa. En este caso, siempre deberemos
realizar el diagnóstico diferencial con la
aplasia de médula ósea, incluyendo una
biopsia de médula ósea en las pruebas a
realizar. El 65% de los pacientes con
LLA presentan algún grado de
hepatoesplenomegalia, que suele ser
asintomática. La duración de los
síntomas en pacientes con LLA puede
durar días, e incluso meses. La anorexia
es frecuente, pero no la pérdida de peso
significativa. A veces, como
consecuencia de la infiltración de la
médula ósea, estos pacientes presentan
dolores en huesos largos e incluso
artralgias, que pueden confundirse con
enfermedades reumatológicas (hasta el
25% de los pacientes que debutan con
LLA presentan dolores osteoarticulares)
(13). La presentación clínica de las LLA
de estirpe T (un 15% del total de LLA)
posee unos rasgos característicos. Los
pacientes son generalmente de mayor
edad y presentan recuentos leucocitarios
mayores al diagnóstico. No es raro que
estos niños debuten con una masa
mediastínica y tienen una incidencia
mayor de afectación del SNC al
diagnóstico (14).
La confirmación del diagnóstico se
realiza mediante el estudio morfológico,
citogenético y molecular del aspirado de
médula ósea.
Ante un niño con sospecha de leucemia,
debemos realizar una buena anamnesis
en busca de signos y síntomas
compatibles con el fracaso
hematopoyético o la infiltración extra
medular. La exploración debe ser
exhaustiva y minuciosa. Se debe
explorar la presencia de equimosis,
petequias, adenopatías, palidez cutánea,
etc. Se debe palpar hígado y bazo,
realizar una buena exploración
neurológica y, en los varones, debemos
palpar siempre los testículos. En la
mayoría de los pacientes que se
diagnostican de LLA, lo primero que se
realiza y que confirma las sospechas es
un hemograma. En él, se encuentra una
leucocitosis a expensas de linfoblastos
en un 50% de los casos
aproximadamente, anemia en el 80% y
5. trombopenia (con menos de 100 x 109/L
plaquetas) en el 75% de los casos. En la
extensión de la sangre periférica al
microscopio, se suelen observar los
linfoblastos (aunque no siempre
aparecen). El diagnóstico definitivo de
una leucemia aguda siempre se debe
realizar mediante el análisis
morfológico, molecular y citogenética
del aspirado de la médula ósea. No
deberemos iniciar un tratamiento sin
haber obtenido una muestra de medula
ósea (solo en los casos en los que esté
comprometida la vida del paciente). La
presencia de, al menos, un 25% de
osteoblastos en la medula ósea
confirmará el diagnóstico. El subtipo de
LLA se definirá con los estudios
morfológicos, de biología molecular y
citogenéticas de dicho aspirado. Se
realizará examen del líquido
cefalorraquídeo siempre en toda
leucemia al diagnóstico, para descartar la
afectación inicial del SNC. Una
radiografía de tórax inicial nos permitirá
conocer la existencia de una masa
mediastínica. Otros estudios que se
realizan al diagnóstico son: ecografía
abdominal, estudio cardiológico (previo
al tratamiento, que incluye fármacos
cardiotóxicos), bioquímica sanguínea
(incluyendo LDH, ácido úrico, calcio,
fósforo, transaminasas, etc.), estudio de
coagulación, serologías (hepatitis viral,
VIH, herpes, CMV, etc.) e
inmunoglobulinas. Si el paciente
presenta fiebre, se deben obtener
cultivos de sangre, orina y de cualquier
lesión sospechosa e iniciar el tratamiento
antibiótico adecuado. (15)
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