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Historia, caracterización y análisis participación de las mujeres en los movimientos sociales,
políticos y populares en Colombia: período 1970-1990
Justificación: Las acciones colectivas, supone la existencia de elementos asociados que permiten
su concreción y delimitación. No solo en términos del periodo de tiempo en que se realizan; sino
también en lo que hace referencia a su significado y alcance; en el contexto de una determinada
sociedad. Aquí, significado y alcance, constituyen conceptos necesarios para acceder a la
tipificación. Es algo así como establecer una dinámica propia, soportada en algunos insumos
generales derivados de análisis sociológicos, filosóficos, antropológicos y políticos, en lo que
respecta a contenidos, pautas y motivaciones de los conglomerados humanos, al momento de
definir unos objetivos precisos y los procedimientos para alcanzarlos. En esto es importante,
también, recabar acerca del nexo entre individualidad y colectivo; comoquiera que esto último no
es posible sin la una condición previa: la interacción entre los (as) sujetos (as) individualmente
considerados (as), en uno o varios escenarios.
Ahora bien, investigar en torno a estas acciones colectivas (en la definición e interpretación
inherente a este trabajo, es lo mismo que movimiento colectivo), permite establecer un marco
conceptual, como norte. Esto, a su vez, introduce un perfil que obra como elemento de
diferenciación. Tanto en lo que se refiere a las particularidades propias de la tipificación; como
también en cuanto a determinados objetos concretos. LO anterior explica, a manera de ejemplo, la
vigencia de líneas específicas, en la investigación social e histórica. Porque, solo a partir de
reivindicar los conceptos de especialización y énfasis, se hace posible identificar aspectos
particulares; en la intención de exhibirlos como identidad, con repercusiones irrepetibles e, incluso,
como horizonte de referencia.
En el caso de los movimientos sociales, políticos y populares; es posible asumir variables diversas
al momento de efectuar seguimiento y análisis; a través de periodos históricos y a partir de
contextos sociales específicos. De hecho, en términos generales, abundan estudios e
interpretaciones, desde diferentes disciplinas de las ciencias sociales. Lo anterior incluye, el
desarrollo y consolidación de líneas y/o escuelas de pensamiento. En este sentido, basta recordar la
incidencia de teorías como las de: Alexis de Tockeville (La democracia en América, El antiguo
régimen y la Revolución Francesa); Raymond Aron (Introducción a la Filosofía de la Historia,
Democracia y totalitarismo); Max Weber (La ética protestante y el desarrollo del capitalismo); Errico
Malatesta (Anarquismo y gobierno); Manuel Castells (Movimientos sociales urbanos), etc. Se trata,
entonces, de efectuar un recorrido que permita establecer algunos insumos de referencia; sin que
ello implique subsumirse en los mismos. Por el contrario, debe implicar (como lo dije antes) la
asunción de una interpretación que ejerza como perfil, en el proceso de diferenciación.
En Colombia, el estudio y análisis de esos movimientos y su connotación en periodos de tiempo
definidos; así como también en el o los contextos sociales específicos; ha convocado la atención de
diferentes historiadores (as) y sociólogos (as). Lo contenidos conceptuales y metodológicos,
pueden o no coincidir con líneas teóricas generales. Lo cierto es un acumulado en el cual confluyen
conceptos, descripciones y caracterizaciones diversas, incluso contradictorias. Tal es el caso, a
manera de ejemplo, de los trabajos realizados por Ignacio Torres Giraldo (Los inconformes);
Indalecio Liévano A. (Los grande conflictos sociales en Colombia). Es fácil inferir, de su lectura y
análisis, posiciones conceptuales diferentes, contradictorias.
En este proyecto, tanto su título general; como el tema específico; retoma un criterio general, en
cuanto al entendió de las acciones colectivas (movimientos), precisando denominaciones como:
movimientos sociales, políticos y populares; con las diferenciaciones inherentes cada una de ellas,
como tipificación. Sin embargo, introduce una variable para el análisis, vinculada con la condición y
la perspectiva de género. Concretamente, en lo que tiene que ver con la participación de las
mujeres en esos movimientos y en el periodo definido (1970-1990).
Esta especificidad supone, en consecuencia, la introducción de conceptos relacionados con
diferentes disciplinas de la ciencia social. Pero, no como opción generalizante. Más bien como
contribución para la construcción de una teoría precisa, en torno al significado y alcance de los
roles asumidos por las mujeres; como sujetos diferenciados.
Objetivo general: Ya se han insinuado algunas características, vinculadas a la justificación del
objeto general de la investigación. En particular, cuando se hizo alusión al sesgo asociado a la
condición y perspectiva de género.
En tratándose de precisar aspectos básicos inherentes a la variable específica en sí; el proyecto
pretende alcanzar una delimitación en términos de diferenciación. No tanto por el prurito de la
originalidad, al margen de la utilidad conceptual y práctica; sino como insumo que registre la
participación femenina, como interacción entre su condición de género y las acciones colectivas
generales que convocan a hombres y mujeres. Destacar su rol (...el de las mujeres) e incluso
establecer los elementos de identidad; sin que esto implique una desviación intencional, a partir de
la manipulación metodológica, conceptual. Pero, eso sí, arribando a un análisis y a unas
conclusiones que actúen como referentes, al momento de cruzarlos con los insumos derivados de
los movimientos específicos de las mujeres por sus derechos.
Antecedentes: En estricto, no puede hablarse de investigaciones o escritos precedentes, en la
especificidad propuesta en este proyecto. Los referentes más cercanos, hablan de algunas
expresiones en las cuales se vincula la condición y perspectiva de género; en contextos asociados
a los movimientos específicos de las mujeres en Colombia. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de
los estudios relacionados con la lucha de las mujeres por el derecho al voto; investigaciones
relacionadas con acciones colectivas específicas relacionadas con los derechos de las mujeres, en la
familia, por la igualdad en sus relaciones laborales; por reivindicaciones inherentes a sus hijos e
hijas(por ejemplo: luchas concretas en los barrios por hogares infantiles); investigaciones en torno
al impacto de la guerra interna y del desplazamiento forzado; etc.
Visto así, entonces, el proyecto sitúa una opción de análisis diferente. Pero, al mismo tiempo,
complementario; si se entiende por esto la reivindicación de la autonomía de las mujeres y su
derecho a ejercer, no solo como partícipes pasivas; sino como sujetos concientes.
Metodología: Además de los elementos metodológicos generales, inherentes a la investigación
social y politica; el proyecto introduce la utilización de algunas figuras teóricas que expresan la
diferenciación entre movimiento social, movimiento político y movimiento popular; así como
también tipificaciones en torno lo conciente y lo inconciente, referidos tanto a los (as) sujetos (as)
individualmente considerados (as); como a los sujetos colectivos. A partir de ahí, se efectúa un
recorrido histórico; centrado en las acciones y hechos relacionados con la intervención de diferentes
sectores sociales en la promoción y desarrollo de acciones y movilizaciones constitutivas de
confrontación a posiciones y/o poderes específicos; con el propósito de alcanzar reivindicaciones u
objetivos diferenciados; según sea cada caso.. Lo anterior, supone el análisis de algunos textos
pertinentes; bien sea relacionado con la descripción o con la interpretación de aspectos puntuales
de los hechos y las acciones inherentes al objeto de estudio. O, también, relacionados con la
investigación y posiciones teóricas al respecto.
Todo lo anterior, en la perspectiva de configurar un escenario vinculado a la indagación acerca de
la participación femenina en esas acciones y hechos.
Cronología: Se supone explícita, en cuanto el proyecto sitúa la investigación en un período
histórico definido: 1970-1990. Ya, en desarrollo del trabajo, se hace énfasis en el tipo de
movimiento analizado y el año (...o los años) a que corresponde.
MARCO TEÓRICO.
1. De lo conciente y lo inconciente. De lo individual y lo colectivo
Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de
dilucidar el significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado
determinadas pautas, con lo externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define su
interacción con respecto los otros y las otras que actúan también en ese mismo entorno. Algo así
como proponer, desde lo conceptual, un hilo conductor que permita entender la dinámica de ese
proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto individualmente considerado y el sujeto
colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que toda acción individual o
colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso que la transforma.
1.1 Acerca del (la) sujeto (a) individual.
Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo porque
está involucrada una noción del ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar algunos
insumos conceptuales que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una
contradicción básica entre el (la) sujeto (a) entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo externo,
entendido como universo que circunda al (la) sujeto (a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime,
otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados. Es, en consecuencia, un tipo de
relación que permite identificar una aproximación a lo que podría llamarse utilitarismo primario; a
partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de las condiciones en las
que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la territorialidad general, externa; escenario que
comparte con los (as) otros (as) sujetos (as).
Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual. Ahora
bien, desde la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una
aseveración (anterior a la lógica propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la cual, a
su vez, involucra una contradicción; relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a)
individual, construye su internalización y su autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual
procesa la información proporcionada por la exterioridad. Solo a partir de ahí le es dado al (la)
sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la elaboración realizada por
el (ella) define, de por sí, la particularidad propia de su identidad y autonomía.
Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la
autonomía. Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso
de internalización sin la cual no es posible una actuación individual conciente y diferenciada. Esto
es lo mismo que asumir como verificable, en la intervención de uno (a) sujeto (a), las acciones
inherentes a su identidad construida en términos de su relación con la exterioridad. Aquí cabe un
entendido, de ese proceso que conlleva a la internalización individual, diferenciado. Es decir
asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales determinan la calidad y complejidad que
adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para regresar a la exterioridad; bien sea para
transformar la naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos (as) en términos
de comunicación; generando opciones de transformación cuya concreción supone una actuación
conjunta.
La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la diferenciación
primaria entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de
internalización de la exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como dinámica; ajena a
un procedimiento lineal homogéneo. Veamos:
La internalización individual está dada por la realización de un ejercicio de apropiación de la
exterioridad, independiente. Es valida para cada sujeto (a) en su condición de ser que se diferencia
de los (as) otros (as); así sea en el período más primario. Es decir en aquel en donde la relación
con la naturaleza se ejerce a partir de insumos y procedimientos elementales. A manera de
ejemplo: los hombres y las mujeres definidos (as) como primitivos (as) en la historia de la
humanidad; no establecieron un tipo de relación igual con la naturaleza; así el producto de esa
relación se hubiera manifestado a través de una transformación y de utilidad similar; en cuanto
significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus necesidades primarias. Cada uno (a),
en su ejercicio de apropiación de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera
individual. Esto es lo que permite entender acciones posteriores diferenciadas; inclusive entre
aquellos (as) que compartía un mismo territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas
como insumos colectivos derivados de su relación con ese territorio común.
Vito así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida colectiva primitiva, como
sinónimo de unanimismo o identidad colectiva, que diluye la apropiación individual de la
exterioridad. Si bien es cierto, en principio, que la intervención colectiva para la transformación de
la naturaleza, se tradujo en acciones en las cuales la división de las mismas(..o del trabajo) no
implicaba diferenciaciones en jerarquía que permitieran la acumulación individual; no es menos
cierto que estas acciones colectivas no conllevaron a subsumir lo individual, como proceso de
internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia visión y pudo elaborar conceptos
diferentes, comparados con las visiones y conceptos de los (as) demás.
El ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su autonomía para elaborar visiones y
conceptos. Esto permite entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de opciones
individuales; en el mismo contexto de la transformación colectiva de la naturaleza. De no ser así, el
tránsito de un período a otro se hubiese producido sin ninguna contradicción; en condiciones de
homogeneidad en las cuales no habría lugar para el ensayo y la inventiva. Esto traduce: no todos
(as) reaccionaron de manera uniforme ante los retos derivados del proceso de transformación
colectiva de la exterioridad. Entre otras razones, porque la construcción individual de visiones y
conceptos, incluye un distanciamiento, una abstracción a través de la cual se construye la identidad
individual, como instrumentos indispensable para desarrollar la autonomía como posibilidad y como
requisito para la diferenciación. Esto no implica asimilar, de por sí diferenciación individual a
jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la apropiación del producto derivado del
trabajo colectivo. Se trata, simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y lógica;
en el contexto de la evolución traumática y compleja de la humanidad; desde períodos históricos
primarios hasta períodos en los cuales se expresan los logros alcanzados; por la vía de la
interacción entre las acciones colectivas e individuales.
Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La condición de sujeto (a) individual está
dada por la asunción de la identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso de
aprehensión de la exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su vez, permite establecer una
incidencia en la transformación de la exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos
(as); sin subsumirse; sin perder los referentes propios originados en su particular visión e
interpretación (concepto) de la naturaleza y de la relación con los (a) otros (as).
1.2 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo.
El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a)
primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos
biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce
como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece
por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para retener la información e
interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria
trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de
respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es una memoria en constante
actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario recordar lo visto
antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender
la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso
de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una
simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir
sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a
los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya;
constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación
de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual
acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta
expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado
constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa,
que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y
colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión,
de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad,
en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un
acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a)
compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene
ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en
muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido.
En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones
propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la
interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período
histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que
trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se
subsume, como quiera que no le está permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia, a
asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer
trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la opción
directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a
que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación
con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción
individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los
paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción
de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas,
son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada
por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones,
desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o inconcientes (...o mediante
una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de
ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía,
una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la
comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.
Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una interpretación
diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas,
paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como alternativa que conlleva
a una modifi9cación total, radical. Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas
pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una alternativa, se configura
un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado
asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el
(la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de
ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la
opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para
sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual
absoluta. O la adquisición, mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de
los (as) otros (as). De tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones
colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en
procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la
erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas.
De todas maneras, bien sea que se actúe n un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta
subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico
relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas:
siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá
unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos
nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones
que controvierten lo anterior.
1.3 Del sujeto Colectivo
Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la
presencia y las acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no
la puede subsumir.
Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir, se
asume su configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en
un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto adjunto, que da
cuenta de una posición asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así como entender al
sujeto colectivo en condición vinculante con respecto a una visión (o visiones) y a una
interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema radica en la posibilidad efectiva para
precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la disolución. Porque,
a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento mecánico; podría pensarse
en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es una expresión que traduce los
acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información procesada que induce a una
definición desde la perspectiva cultural.
De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe
estar asociado al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual
aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con
respecto a determinados códigos reconocidos como válidos. Ya decíamos ante, en esta misma
línea de reflexión: los referentes, entendidos como códigos, pueden ejercer como punto de
equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la
interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del recorrido
previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una
de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o
referentes generales que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la
imposición, por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o
como intérpretes únicos de esos códigos.
La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la
identificación con los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito
hacia la identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se
traslada parte de la identidad personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para
acceder al equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora
bien, los códigos pueden adquirir características religiosas, o de simples premisas para el trabajo
asociado; o de compromisos para establecer una figura colectiva relacionada con el ordenamiento
global de obligaciones; o una sumatoria compleja de todas estas las anteriores. Lo cierto es que la
aceptación se expresa como actitud soportada en la libertad para definir.
La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una
diferenciación en términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la exterioridad;
sino también en términos de apropiación unilateral de los acumulados históricos de las vivencias
entendidas como insumos para la construcción de los códigos, referentes..o paradigmas. Aquí,
entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la restricción impuesta a las
posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad; es por el contrario la imposición a
reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los representan y los
imponen.
1.4 De lo conceptual en una perspectiva de género
Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de asuntos relacionados con
género; supone la asunción de referentes que permitan establecer un hilo conductor pertinente.
Algo así como precisar las condiciones y características que adquiere, en el contexto de un proceso
determinado.
Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto;
en lo que este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo
femenino y lo masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la diferencia
que, a su vez, está asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo,
permiten agregados hacia la construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras,
se trata de logros individuales y colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de
lineal) cultura.
La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y
mujeres), trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación biológica, natural. Se
entiende como elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que
trasciende a lo primario y se convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que
requieren ser acatados, sin que necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así
supongan una posición en contravìa de la autonomía y la libertad para el desarrollo de la
individualidad.
Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un determinado modelo, de una
determinada guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo
(a); en un contexto que reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular,
para justificar el “equilibrio” entre quienes conviven en un espacio territorial y han heredado
procedimientos, costumbres y visiones de lo natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume,
en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está ahora”; con los condicionantes y las
imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas, como agregados que
comprometen.
Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales
compartidos (...Impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en
escenarios territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía,
territorio y espacio, está relacionada con las identificaciones previamente establecidas y
transmitidas.
Ahora bien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al
desarrollo de los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas
herencias, como modelos y como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de
disciplinas y profesiones que investigan y analizan los momentos y periodos que ha precedido al
presente y, a partir de ahí, localizan bien sea estereotipos y/o expresiones valoradas como
“prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o líneas de comportamiento.
Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite
entender la diferenciación biológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y
análisis de las elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo
y agregados culturales. No es algo diferente a introducir esa variable subjetiva que nos permitan
entender las implicaciones; como quiera que (..ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva
cualquier modelo impuesto como válido y necesario para permitir los “equilibrios” entre la
individualidad y un colectivo(..o sociedad); están dadas por la inherente pérdida de la libertad, de
la autonomía absoluta de cada sujeto(a).
Podría decirse, entonces, que el género (como variable que se precisa y se hace visible en el
desarrollo cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones
diferenciadas que permiten reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores
(as), bien sea de restricciones adicionales o de derechos conferidos por las normativas y los códigos
culturales asumidos como válidos.
Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores(..como concreciones
de lo cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (...sin que
implique aceptarlos) referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la
diferenciación biológica entre hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la
“necesaria” coacción, la necesaria implementación de códigos que establecen un nexo lógico,
explicable, justo; entre esa diferenciación biológica-natural y las restricciones hacia las mujeres;
como una figura que, simplemente, expresa una interpretación de algo preestablecido. Una figura
que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as) deben reconocerse en relación con
la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se impone en condición de
superioridad.
Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que
conlleva a precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el
significante subjetivo puede o no ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado
como inherente a ese momento, a ese período determinado. Es como la asunción de una lectura y
una didáctica en donde se puede “explicar” lo cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados
culturales..o, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo de la civilización en su momento.
Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad, expresiones en las cuales se
presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados culturales(..como
los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos agregados,
exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de
ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los
Tribunales de Inquisición..y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan
Pablo II; simplemente es una muestra de ello.
En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del
periodismo en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar
un contexto en lo que podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con
las imposiciones culturales de España.”
Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el
período que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores
que ejercían como códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como
invasores y detentadores del poder. A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un
nexo, no circunstancial, con los conceptos y valores predominantes en Europa. Es una interacción
de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (..e incluso antagónicos, como en caso de la
opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la Declaración de Los Derechos
Universales del Hombre, con respecto a la opción mantenido por la monarquía Español,
particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”.
Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba
con todo rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores
construidos a partir de los paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que
fue agregando interpretaciones y decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de
construcciones, en las cuales predominaban aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a
los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos; a identificarse con esos proyectos y con
todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente” (...así como ahora), no era otra
que la obligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”, fundamentalmente
ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante.., entendida e impuesta
como la única posible.
Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado,
esquilmado. Fue una labor (..así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas
Abiertas de América Latina.). Una obscurana absoluta en términos del conocimiento. Una
imposición que reclama la obligación de asumir la “única verdad posible”(..la del Rey, de sus
delegatarios.., de la Iglesia Católica). No hay lugar para escisiones, fundamentalmente en lo que
hace a la interpretación del mundo físico, como expresión inmanente, en todo tiempo y lugar, de la
divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindicación del poder terreno, como simple
extensión de se poder divino.
En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos
para el discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total.
Eran vasallos los sujetos hombres y las sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (..casi como ahora) el
doble rigor, la doble expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio
(España), no era otra cosa que el horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria
la coincidencia entre la diferenciación biológica y la diferenciación (discriminación) efectiva,
práctica, cultural.
1.5 De la comunicación.
La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, como transferencia
de necesidades, de sentimientos...del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios
y complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración
mediante los cuales es posible vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La
noción de comunidad solo adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación..de
la palabra.
Ahora bien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia,
como instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que el (la) sujeto reconoce e
identifica como insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la
recepción, los mensajes recibidos adquieren validez, en razón a la posibilidad que otorgan para
dilucidar, a partir de ahí, lo desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al
trueque de ideas, de conceptos, de imaginarios.
Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos
inherentes a la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el
universo cultural construido e impuesto como posible y como dominante. Ha sido un recorrido
complejo; en donde los agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación
de paradigmas circunscritos a las “ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se
ha arribado a opciones en las cuales lo que se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar
y difundir eso que es permitido, validado y aceptado. Cuando se comunica algo que pueda ejercer
como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento cultural válido”; se incurre en herejía ..y,
por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo decíamos antes, en referencia a la
acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las jerarquías y de la dominación,
en defensa de las únicas verdades posibles.
2. De la noción de poder y su ejercicio.
Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto
colectivo; a partir de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente
considerados. Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresión propia; regida por
pautas que, a su vez, pueden ejercer como referentes generales. El problema tiene que ver con
precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de la instancia
abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como referente que debe ser
acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad que se
construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí,
puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hace posible esa interacción.
Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la
existencia de los (as) otros (as) como pares que comparten una misma identidad colectiva.
2.1 ¿Qué es el poder?
Habábamos arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación, por
parte de los (as) sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de
si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la
interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra, definen tránsitos diferentes hacia la
consolidación de de los principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orientar el
quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se involucra la
aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado
inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido como
sujeto que simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse
como figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo.
También habíamos expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la
presencia de quien o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento
debido en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con respecto a las
condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a), o esos (as) sujetos (as).
Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa
responsabilidad supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una
apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la
transformación de la naturaleza. A lo anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la
apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo proceso. De ser así,
entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como superestructura
construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa
misma vía, la figura de beneficiarios o beneficiarios. Esto, de por sí, adquiere el significado propio
de unas relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio
sobre aquellos (as) que no ejercen como tal.
Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual aparece
la razón como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación
ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de
transformación de la naturaleza. Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación
modificada de la posición socrática y aristotélica. La variante tiene que ver con el de que, en Kant,
la Razón aparece como abstracción que ejerce como referente, inherente a la noción de poder;
como instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto se concreta a través de una figura
asimilada al concepto de Estado.
Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás
Maquiavelo, desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones
diferencias hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo
individual, a través de la aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o
como la exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la
imposición (Leviatán, de Hobbes); o como figura asociada a la intermediación y trámite conciente
de un sujeto individual que impone una determinadas condiciones (El Príncipe, de Nicolás
Maquiavelo).
El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del
control ejercido sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as)..o sobre estos (as),
entendido como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este control.
Tal y como lo hemos insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien
o quienes adquieren la capacidad para hacerlo Acceder a esta capacidad, su explicación, se explica
según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se
configura una determinada forma de control; este actúa como condicionante que impide el
desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en los términos ya señalados: como
posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la exterioridad; a partir de sus propias
vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a). Supone, en fin, la pérdida de la
autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que acompaña todo proceso
mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freíd en “Tótem y
Tabú”..y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y
el estado”. Con mayor claridad, Marcase, identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre
unidimensional” (en tanto que sitúa una interpretación del control político, como yunta que inhibe
al –la- sujeto –a-) y en “Eros y Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del
malestar que acompaña a cada sujeto – a-, desde el momento mismo de su vinculación forzada a
la vida colectiva.).
Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración de
unos referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la
internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así,
entonces, como objetivar los acumulados de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que
deben ser aceptadas. Por esta vía, en consecuencia, podría entenderse esa inhibición, en
condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes primarios anclados en los
contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto) poder y religión
causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe expresar
desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera
individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo,
una sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en
contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo.
2.2. El poder político.
A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada por
Francisco Segui, el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida
ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el
agnosticismo y el relativismo, la polis como organización política sucumbe ante el empuje de la
democracia. Y si Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos éticos, a encontrar
lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social. Su República no es una descripción de
un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque de vez en vez caiga en
ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está orientada al estudio de los
aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará todo cambio que no
sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello parte de la educación. La educación
es el principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el más apropiado
homogenizador social. Educar es, para Platón, construir ciudadanos. En la educación se hará al
ciudadano: se condicionará su sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de modo que nada
pueda desear sino aquella situación que por naturaleza le pertenece.
Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero
es un error pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la
Ideas serán una metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo
la política…”1
Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la
asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos
de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación
relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los
agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la politica no constituye
una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a
la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de
procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma
de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones
1Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá
que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato;
una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos
(...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer
cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de
quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de
esos mismos códigos.
La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten. Si
bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad primitiva-
esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación.
Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas, retomar el
entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en
la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual. Valga
presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan,
constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la
ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas
y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en
cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con
la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente:
“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y
aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como
crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas…
..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo
naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo,
requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el
gérmen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio
como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de la civilización...”2
Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la
apropiaciónunilateral de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta apropiación
permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben ser acatadas, por parte de
quien o quienes no actúan en posición de usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica
necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra cosa es que la posesión permita
el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de control y, por esta vía, de imposición.
Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del control; como una sucesión de
eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que predominan instrumentos
conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las relaciones
necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella.
A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una
connotación política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo, por
parte de quien o quienes actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en
términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos) como única alternativa para establecer
un nexo con la externalidad; se convierte un la instauración de instancias que identifican esos
pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de mecanismos constitutivos de
reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a quienes se controla. Es decir este
(el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se configura la intermediación como
requisito indispensable para acceder a sus representantes. El territorio, en este contexto, deja de
2Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia,
1972.
ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la interacción y el intercambio por
parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo mismo que se consolida la figura del poder, en
escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren características, cada vez, más complejas.
Ya no es, entonces, la simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados a la
religiosidad. Ahora se trata de una figura ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en
función de los nuevos elementos que lo acompañan y sustentan.
Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El
proceso, por medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya no
existe la posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos elaborados a
partir de la relación con la naturaleza, con la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción
de los referentes establecidos como única opción posible. Es una interpretación mediada por los
códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o quienes ejercen como detentadores de
esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción de control primaria y la
evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se configuran,
entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una
sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o
quienes lo hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió como desafío,
como rebelión. Esto es lo que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de
figuras que describen y validan el castigo; como procedimiento indispensable para mantener el
control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su connotación política.
Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía
del derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que la
obligación de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad de la
autoridad que crea la ley, sea Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas legales en
la vida social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en la legitimidad del
gobierno que las impone y por la cual son creadas. El nomos y el jus de griegos y romanos
estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la polis estaba
regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica sabiduría de
algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin embargo, para los
judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el Dios único, quien
habló a Moisés y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-2). Y fue su
pueblo el que quedó convertido en una comunidad sagrada gracias a esa comunicación, por la
santidad misma del Dios que había dictado las leyes. Y de esta santificación, al dar y obedecer la
ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó, como corolario la doctrina del pueblo
elegido...”3
2.3 El concepto de Estado
Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia,
una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un
determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio
acatamiento.
Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación
coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los
mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un
proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo que hace
3Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica
referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con respecto a la
interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (..o los) sujeto (os).
Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación; ahora
se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico,
abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a
ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y
requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una
asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema
normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como
representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).
Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a),
entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema
de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa
misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos:
“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en
una ética racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana.
Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su
significado. Por tanto, podemos, y debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris
exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal
motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es malo. El cumplimiento de esta ley
natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la verdadera ley en las
normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su propio jus
civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales,
tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni
el jus civile deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son
verdaderas leyes, sino mandatos arbitrarios...”4
Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la
implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio
de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la imposición de
limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella
las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje conceptual indispensable, como
proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La inhibición, derivada de la imposición
de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como cuota necesaria que debe
otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se erige
como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la civilización; pero implica
asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de
Marcase:
“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino que
también contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es
contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes
rebeliones y revoluciones han sido seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la
rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los
oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo, y mejor, sistema de
dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más eficaz...* 5
4Friedrich, C.J., obra citada.
5Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92
Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcase. No solo en lo que
respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y
manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en ese
enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y política.
Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y poder,
que subyace a la tensión constante que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y
en su expresión orgánica; como instancias de control.
Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no es
otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias
jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se
expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un
ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón a
que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de quienes
comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales comunes.
Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de
igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para dirimir conflictos,
entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias
creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado.
3. De la dominación, los dominados y la subversión.
Hasta aquí hemos presentado una interpretación, acerca del origen y desarrollo del concepto de
poder; así como del conflicto latente que acompaña a cada sujeto (a) con respecto al mismo. En lo
que sigue, se trata de profundizar en torno al contenido que adquiere la dominación,
particularmente en su connotación política. También, con mucho mayor énfasis en razón al
significado que tiene para el desarrollo posterior de las acciones organizadas en contra de la
dominación en sus diferentes manifestaciones, en lo que tiene que ver con la asunción de opciones
de ruptura y/o de cuestionamiento; por parte de los (as) sujetos asociados y dirigidos a partir de
esas relaciones de dominación impuestas.
3.1 La dominación como imposición y control.
Como quedó dicho, el ejercicio del poder, supone la instauración de referentes y de mecanismos
que permiten su imposición. Lo anterior significa la concreción de condicionantes en el proceso
inherente a las relaciones sociales. Es como si estas se transformaran. Desde un intercambio
autónomo y libertario de experiencias, saberes y acciones de transformación de la naturaleza; hacia
un intercambio relacional mediado por la imposición de opciones, a partir de los instrumentos e
instancias jerarquizadas. En términos del desarrollo histórico, se instauran unas relaciones de
dominación.
La jerarquización y su expresión a través de determinadas instancias; no es otra cosa que
condicionar y limitar a quienes no ejercen como beneficiarios del poder. Adquiere presencia, por
esta vía, la segregación al interior de los ámbitos geográficos que delimitan los territorios físicos,
como expresión de las denominaciones asimiladas a países y/o naciones. Esto, a su vez, debe ser
entendido en el contexto insinuado arriba; cuando se hizo referencia a los elementos de identidad
colectiva asociados a raza, cultura, religión, etc.
En relación con el objeto de este trabajo, el énfasis se sitúa en la figura del poder como soporte
para la implementación de las relaciones de dominación; con todos sus efectos colaterales. Mucho
más preciso aún: sus efectos en términos de control, de restricción a la libertad y la autonomía;
tanto para cada sujeto (a) individualmente considerado (a); como también para los (as) sujetos
(as) colectivos que tienen como nexo una determinada identidad que los diferencia de los
detentadores del poder. Así planteado, entonces, adquieren la condición de dominados (a). Las
afectaciones están dadas, como ya lo expresamos, de manera diferenciada; bien sea que se
analice desde una perspectiva individual, o desde una la perspectiva colectiva. Desde esta
interpretación, es pertinente presentar la siguiente expresión:
“..La civilización es considerada como una serie de impedimentos y obstrucciones que impiden al
hombre natural la realización de sí mismo. Esta concepción representa una inversión de la doctrina
de Hobbes de la ´guerra de todos contra todos´. En Hobbes, el Leviatán tiene como único fin el
refrenar el carácter solitario, avieso, grosero y brusco del hombre natural. Desde el punto de vista
anarquista, la doctrina de Rousseau de la bondad natural del hombre es sólo una solución parcial
de los problemas que presenta la concepción de la naturaleza humana de Hobbes. Pues para el
anarquista tiene menos importancia que el hombre sea bueno o bestial que lo que los hombres
hagan para preservar su fuero interno. Rousseau comparte con los teóricos del poder la idea de
que la autopreservación exige que los hombres cedan contractualmente sus derechos privados. La
paradoja rousseauniana se encuentra en que la consecución de la supervivencia lleva implícita una
pérdida del carácter humano. Las obligaciones absorben los derechos. El Estado absorbe a la
sociedad civil. El hombre natural se ve flanqueado y vencido por la estrategia de la sociedad...”6
En consecuencia, la dominación, adquiere la posición de condicionante. En ese escenario (en el que
se aplica la dominación); los (as) individuos (as) asumen un rol que no corresponde con la opción
internalizada de libertad y de acción. Por lo tanto, el dominio político, tiene razón de ser siempre y
cuando coaccione y restrinja las posibilidades autonómicas y libertarias de quienes no son
usufructuarios (as) del mismo. En ese mismo contexto, la simbología e iconografía que acompañan
a las relaciones de dominio, son fundamentales para consolidar la dominación; para apuntalarla con
arreglo a los intereses de quienes ejercen como beneficiarios y usufructuarios del poder.
Cabe analizar, en esa misma dirección, las figuras de intermediación. Aquellas que permiten el
ejercicio del poder delegado. Instancias en las cuales se replica el control y los condicionantes; por
la vía de desmitificar el poder, acercándolo a los (as) dominados (as); de tal manera que este
pueda aparecer y entenderse como identificación posible; como coincidencia de intereses, en razón
a su neutralidad con respecto a la diferenciación y segregación objetiva, derivada de la apropiación
y el control ejercido por los beneficiarios directos. Con las limitaciones y prevenciones obvias,
respecto a análisis e interpretaciones en determinados contextos; vale la pena transcribir una
opinión en relación con el objeto de nuestro análisis en este apartado.
“..He aquí el origen del sistema parlamentario moderno.
Hoy en día, el gobierno, compuesto de propietarios y de gente puesta a su servicio, hállase del todo
a disposición de los propietarios, hasta el punto de que los más ricos no consideran necesario
formar parte de él. Rothschild no tiene necesidad ni de ser diputado ni de ser ministro; le basta,
simplemente, con tener a su disposición a los ministros y a los diputados.
En multitud de países, el proletariado obtiene una mayor o menor participación nominal en la
elección del gobierno. Es ésa una concesión hecha por la burguesía, bien para obtener el concurso
del pueblo en la lucha contra el poder real o aristocrático, bien para apartar al pueblo de la idea de
su emancipación, concediéndole una participación aparente en el poder político...”7
6Horowitz, Irving Louis (compilador), “Los Anarquistas parte I (La teoría), Ed.Alianza Editorial tercer
edición 1982, páginas 15-16.
7Ibíd., pagina 94, tomado de De la Anarquía Errico Malatesta (1853-1932),
Se infiere que la dominación politica no es una aplicación lineal, homogénea. Casi siempre adquiere
matices e intermediaciones; según sea el período histórico analizado y/o las manifestaciones que
adquiere la apropiación, en el contexto de determinadas relaciones de producción y de poder. De
todas maneras, sin embargo, se erige como condicionante último el control ejercido por los
beneficiarios del poder.
3.2 De los dominados. De la subversión.
Las relaciones de dominación son tal, en la medida en que existen sujetos (as) sobre los (as)
cuales se ejerce dominio. Son los (as) damnificados (as). Aquellos y aquellas 8 que aparecen como
objetos susceptibles de subyugación; en cuanto están separados y separadas, no sólo de los
beneficios derivados de la apropiación; sino también de las instancias de poder que la soportan y
consolidan.
Se entiende que esos (as) sujetos (as), como colectivo y como individualidad, no constituyen por el
hecho de ser dominados (as) una figura homogénea. Lo anterior, en razón a sus particularidades.
Estas pueden, inclusive, remitir a diferenciaciones por raza, cultura, etnia, etc. Lo que si es cierto es
la convergencia, la similitud y la coincidencia derivadas de su condición de dominados (a); aún
manteniendo esas diferenciaciones.
Para ilustrar, desde una interpretación filosófica, la aseveración precedente; consideramos
importante, a pesar de su extensión, transcribir apartes de un texto sobre el solipsismo de Jean
Paul Sartre.
Es curioso que el problema de los Otros no haya inquietado nunca de veras a los realistas. En la
medida en que para el realista se da todo, le parece, sin duda, que el prójimo se da también. En
medio de lo real, en efecto ¿qué hay más real que el prójimo? Es una sustancia pensante de la
misma esencia que yo, la cual no podría desvanecerse en cualidades secundarias y cualidades
primarias, y cuyas estructuras esenciales encuentro en mí. Empero, en la medida en que el
realismo procura dar razón del conocimiento del conocimiento por una acción del mundo sobre la
sustancia pensante, no se ha cuidado de establecer una acción inmediata y recíproca de las
sustancias pensantes entre sí: ellas se comunican por intermedio del mundo; entre la conciencia
ajena y la mía, mi cuerpo, como cosa del mundo, y el cuerpo del otro son intermediarios
necesarios. El alma ajena está, pues, separada de la mía por toda la distancia que separa ante
todo mil alma de mi cuerpo, y luego mi cuerpo del cuerpo ajeno, y, por último, el cuerpo del otro
de su propia alma. Y, si no es verdad que la relación entre el Para-sí y el cuerpo sea una relación
de exterioridad (problema que hemos de tratar más adelante), por lo menos es evidente que la
relación de mi cuerpo con el cuerpo del prójimo es una relación de pura exterioridad indiferente. Si
las almas están separadas por sus respectivos cuerpos, son distintas como ese tintero es distinto
de este libro; es decir, no se puede concebir ninguna presencia inmediata de la una a la otra. Y,
aún si se admite una presencia inmediata de mi alma al cuerpo ajeno, queda todavía todo el
espesor de un cuerpo para que su alma me sea alcanzada. Así pues, si el realismo funda su certeza
sobre la presencia en persona de la cosa espacio temporal a mi conciencia, no podría postular la
misma evidencia para la realidad del alma ajena, puesto que, como el propio realismo lo confiesa,
esta alma no se da en persona a la mía: es una ausencia, una significación; el cuerpo apunta a ella
sin entregarla; en una palabra: en una filosofía fundada en la intuición, no hay intuición alguna del
alma ajena. Ahora bien, si no se juega con las palabras, esto significa que el realismo no deja lugar
alguno a la intuición del prójimo: de nada serviría decir que, por lo menos, no es dado el cuerpo del
prójimo, y que este cuerpo es cierta presencia del otro o de una parte de él…9
8Nótese que en este trabajo no se efectúa el análisis de la dominación en una perspectiva de género.
9Sartre, Jean Paul, El ser y la nada,Ed.Altaya, 1993, página 252.
Así las cosas, la individualidad no se diluye en el sujeto colectivo; pero tampoco lo niega. Es una
coexistencia en la diferenciación. Para el caso que nos ocupa, significa la convivencia en un
escenario real que los convoca a una identificación, en tanto que aparecen subyugados (as),
dominados (as) y restringidos en su autonomía; por cuenta de unas relaciones de dominación
ejercidas por parte de quienes aparecen como detentadores del poder. Es partir de ahí, esa
identificación les permite desarrollar acciones, bien sea de asimilación pasiva con respecto al poder;
o bien sea de cuestionamiento del mismo. Una figura que puede entenderse como causa común,
dentro de la diferencia. Esto es lo que explica, hasta cierto punto, la posibilidad de desarrollar
interpretaciones diferenciadas en torno a la dominación y al poder. Sin la perspectiva de esas
opciones, sería imposible pensar el la asunción de posiciones de liderazgo, en el evento de la
confrontación al poder. No de otra manera puede entenderse el surgimiento de personajes
históricos que han conducido procesos específicos en contra de la dominación. Lo cierto, sin
embargo, es que las rupturas, con respecto a determinadas relaciones de dominación, no pueden
constituir un tránsito hacia alternativas diferentes, sin la intervención de los sujetos (as) como
colectivo.
La acción de confrontar al poder establecido, está asociada al concepto de subversión; en tanto
que significa oponer a la dominación, alternativas y opciones; cuya concreción supone la ruptura,
la eliminación parcial o total del tipo de relaciones que la sustentan.
Ahora bien, subvertir el ordenamiento establecido, puede originar o no una transformación radical
de las relaciones sociales conducidas y condicionadas por las relaciones de dominación política. Lo
anterior traduce: puede presentarse una modificación total, radical; en términos de desvertebrar la
hegemonía impuesta por quienes ejercen como beneficiarios del poder. O puede darse
modificaciones parciales en las condiciones de la dominación; de tal manera que implique la
instauración de reformas parciales; a partir de las cuales los (as) dominados (as) adquieran
determinados derechos o atenuaciones de la subyugación y del control ejercido hacia ellos (as).
Dependiendo de las características y los alcances que adquiera la confrontación, como acción de
subversión, puede entenderse y valorase sus implicaciones; tanto en relación con las condiciones
específicas en las que se concretan las relaciones de dominación, como en lo puedan tener de
referente histórico y como influencia en procesos posteriores.
A manera de ilustración, conviene la siguiente cita, tomada del texto: Historia del Movimiento
Obrero, en el cual se cita, a su vez al autor en su texto Le Chartisme; escrita por Eduard Dolléans:
“..Esos rostros humanos concretan y encarnan las doctrinas que se mezclaron con el cartismo.
Pero, por encima de los diques de la ideología, hubo corrientes que arrastraron ese movimiento de
masas como un río; su curso fue tan impetuoso que, franqueando los obstáculos que le ponían en
su camino las circunstancias adversas o la perversidad de los hombres, a veces lo arrasó todo,
inclusive las ideologías. 10El cartismo debe su fuerza a ese ímpetu de las masas obreras que han
hecho para sí, su primera experiencia histórica...”
Desde nuestra interpretación, toda acción en contra de expresiones objetivas de la dominación,
supone la asunción de posiciones, por medio de las cuales se cuestiona al poder ejercido por parte
de los beneficiarios directos. Esto, por cuanto la dominación no puede ser entendida como yunta
etérea; o como coerción implementada a través de instancias abstractas. De lo que se trata,
entonces, es situar e identificar los contenidos concretos que adquiere la dominación politica y, a
partir de ahí, entender la dinámica y la autonomía de la acción o las acciones desarrolladas, por
parte de un sector (...o sectores) en contra de manifestaciones de esa dominación; comoquiera
10Dolléans, Eduard, Historia del Movimiento Obrero, Tomo I, pagina 123, traducción de Diego Abad de
Santillán de la sexta edición, 1957
que estas manifestaciones afectan, limitan y/o vulneran intereses concretos o, simplemente, limitan
y condicionan las aspiraciones de bienestar individual y colectivo.
Visto así, se propone superar la interpretación un tanto elusiva, asumida por quienes han
desarrollado la opción derivada de la teoría acerca de los aparatos ideológicos del estado. Decimos
esto, no en el afán impertinente de descalificar propuestas y teorías que han incidido en el
quehacer vinculado a la confrontación y a los conflictos sociales. Se trata, más bien, de centrar la
atención en un aspecto que ejerce como eje de nuestra visión: las manifestaciones concretas que
adquiere la dominación y el poder que la sustenta; es necesario analizarlas y valorarlas, no solo en
el contexto global en el cual actúan las diferentes instancias como un todo. Esto traduce la
posibilidad de encontrar manifestaciones de esa dominación, en diferentes ámbitos del territorio
físico y social. Es allí, con los insumos que otorga esa identificación y valoración, en donde es
posible la caracterización de los conflictos particulares. Inclusive, con la precisión en cuanto a su
dimensión y trascendencia.
Con la reserva conceptual, en torno al significado y alcance que adquieren las citas de texto,
consideramos pertinente reseñar dos expresiones divergentes, en lo que hace referencia a la
interpretación de la dominación y del poder. Una de ellas, es de Louis Althusser, en su obra La
Revolución Teórica de Marx .La otra es de Manuel Castells, en su escrito Movimientos Sociales
Urbanos. En nuestra opinión, estas expresiones, permiten inferir diferencias sustanciales, las cuales
pueden coadyuvar la precisión, en lo que respecta a la identificación de los mecanismos de
dominación y su incidencia a la hora de entender la dinámica de los procesos de confrontación al
poder, por parte de sectores concretos de los no beneficiarios del mismo. Veamos:
“..No se puede, por lo tanto, emprender un estudio marxista de las obras de juventud de Marx (y
de todos los problemas que ellas plantean) sin haber roto con las tentaciones espontáneas o
reflexivas del método analítico-teleológico que se encuentra siempre más o menos asediado por los
principios hegelianos. Para lograrlo es necesario romper con los supuestos de este método, y
aplicar a nuestro objeto los principios marxistas de una teoría de la evolución ideológica.
Estos principios son radicalmente diferentes a los principios enunciados hasta aquí. Implican:
1. Que cada ideología sea considerada como un todo real, unificado interiormente por su
problemática propia, y en tal forma que no se pueda sacar un elemento sin alterar el sentido.
2. Que el sentido de este todo, de una ideología singular (aquí el pensamiento de un individuo)
depende no de su relación con una verdad diferente a él, sino de su relación con un campo
ideológico existente y con los problemas y la estructura sociales que le sirven de base y se reflejan
en él; que el sentido del desarrollo de una ideología singular depende, no de la relación de este
desarrollo con su origen o con su término considerados como su verdad, sino de la ideología
singular y las mutaciones del campo ideológico y de los problemas y relaciones sociales que la
sostienen.
3. Que el principio motor del desarrollo de una ideología singular no reside, por lo tanto, en el seno
de la ideología misma, sino fuera de ella, en el más-allá de la ideología singular: su autor como
individuo concreto y las historia efectiva que se refleja en este desarrollo individual según los lazos
complejos del individuo con esta historia...” 11
“..Este conjunto de fenómenos forma un todo. No son sucesos característicos de una civilización en
crisis. Constituyen un proceso social estructurado cuya lógica y unidad dimanan del desarrollo
11Althusser,Louis. La Revolución Teórica de Marx, ed. Siglo Veintiuno, séptima edición en español,1973,
páginas 49-50
progresivo de nuevas contradicciones sociales en las sociedades capitalistas. En efecto, la
concentración acelerada de los medios de producción, la constitución de trusts económicos y
financieros, de grandes organizaciones de producción y gestión de la producción, vinculadas a una
interpenetración creciente de un aparato de Estado que se convierte en omnipresente; en una
palabra, la constitución del capitalismo monopolista de Estado y su articulación en el plano mundial
tienen como efecto directo la concentración progresiva de grandes masas de población en las
regiones metropolitanas y la constitución de vastas unidades colectivas de organización de la vida
cotidiana que corresponden a esta concentración de la fuerza de trabajo. Si bien este proceso está
sólidamente implantado desde los comienzos de la industrialización capitalista, la fase actual
presenta características que le confieren una importancia particular en tanto que fuente de
contradicciones...”12
Queda claro, para nosotros, la existencia de la dominación en términos concretos. Esta se
manifiesta de manera constante y en ámbitos diferentes. Significa la cobertura, el ensanchamiento
del control; a partir de de la posesión de los medios. Pero también, a partir del desarrollo de
instrumentos que ejercen como instancias a través de las cuales se efectúa ese control. No se trata
de proponer una interpretación, a manera de invisibilidad y abstracción de esas instancias.
Tampoco entenderlas a la manera de imaginario perverso, como simple réplica del control. Son, en
esta línea de interpretación, una mixtura que evidencia, de un lado, el progreso inherente a las
relaciones sociales históricas, específicas. De otro lado, significan manifestaciones concretas de la
dominación. Algo así como instancias que se presentan como intermediación, como soporte”
neutral” de la misma.
Así las cosas, cuando un (a) sujeto (a), individual y/o colectivo, logra trascender la afectación que
producen esas instancias de control y de poder. Cuando logra establecer las condiciones concretas
en que se produce la afectación, bien como inhibidora de su autonomía vinculada a su
interpretación de las relaciones sociales, y/o como restrictiva de las posibilidades para acceder a
condiciones de bienestar inmediato-tendencial, como expresión de una subsistencia digna. O,
simplemente, como equilibrio necesario que le permita interactuar, en el escenario condicionado
por la dominación, en mejores condiciones, sin limitaciones absolutas. Es algo así, entonces, como
una asimilación a la dominación; a partir de alcanzar atenuantes a la misma…..Cuando esto sucede,
aún con las limitaciones propias de su alcance, se configura la confrontación al poder y a la
dominación. En otras palabras: la búsqueda de alternativas, originada en el (la) sujeto (a) individual
y/o colectivo, significa confrontar manifestaciones concretas del poder y de la dominación. La
dimensión que adquiera, esta confrontación, estará determinada por las características mismas de
las alternativas propuestas..de los objetivos señalados como perspectiva que orienta el quehacer
específico de la confrontación; de las acciones implementadas .De todas maneras, cualquiera sea el
objetivo, en cuanto que adquiere la condición de alternativa que la diferencia con respecto a lo
establecido como normal, legal y válido, en el contexto de las relaciones de dominación impuestas;
se origina una expresión que subvierte; comoquiera que define la no aceptación de esa legalidad,
normalidad y validez.
Hasta aquí algunos análisis y enunciados, con los cuales tipificamos los condicionantes vinculados al
poder y a la dominación; así como la situación de los (as) sujetos (as) sobre los (as) cuales se
ejerce la dominación. Se propone, asimismo, una tipificación de las acciones de confrontación;
como concreción del conflicto de intereses. Sí, el nivel de confrontación, conduce o no a rupturas
radicales que permitan transformaciones fundamentales en las condiciones de dominación; tiene
que ver con la profundidad y alcances de las reivindicaciones propuestas. Es decir con los
contenidos y los términos asociados a la confrontación.
12Castells, Manuel. Movimientos Sociales Urbanos,ed..Siglo Veintiuno, segunda edición en español,página 5
En lo que sigue, desarrollaremos un análisis vinculado esas posibilidades de ruptura. El hilo
conductor, en lo conceptual, está relacionado con la caracterización del tipo de acciones para la
confrontación; de las alternativas propuestas y de los (as) actores (as) involucrados (as); así como
del espectro y cobertura, relacionados con la caracterización de los (as) sujetos (as) intervinientes
en el proceso; según sus reivindicaciones y el tipo de identificación. Algo así como indagar acerca
de la unidad alcanzada, bien sea por la vía de los propósitos comunes transitorios; o por una
identidad que trasciende esa transitoriedad y se convierte, por esto mismo en una confrontación
decantada, en términos políticos, sociales y económicos.
4. De la asociación y la identidad en la confrontación.
La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la
expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la
totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las
acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus manifestaciones.
Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se
aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el
control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis
más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que pueden
alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del poder.
Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y parciales;
sin que esto implique la asunción del poder en sí.
En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la
presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las
instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se pueda
explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la pretensión
de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder y la
dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos, vinculándolos al
proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios transitorios. O, simplemente,
como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su identificación con los
propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen fricciones
o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con
acciones que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la
disolución de nexo con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el
concepto que propone un entendido del Estado, como una sumatoria de micropoderes; a la manera
de de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura
asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una
(...o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con sus
intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a
individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.
Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”,
escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a que
se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período
concreto de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País.
“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones
extremadamente conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente
liberal en el cual han prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de
desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar,
gestionar y regular los intereses colectivos, y obstaculizando la configuración de un espacio público
en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado colombiano es
un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el conservadurismo político.
En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se
articulan y se prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos
sociales encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el
conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las
transformaciones socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba cimentada.
Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una
gama de relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y
fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado
en forma continua períodos de crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de
crisis son cada vez más severos por la fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor
polarización y desigualdad sentidas y una amplia percepción del carácter excluyente de los sistemas
social y político…”13
A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un
análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación,
en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las
cuales este se concreta.
4.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder.
La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone una
determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y
metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado, como
representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de
superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese
procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la
interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas
relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que esta
se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que lo
promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte propuesto
en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las
instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y
de imposición.
Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a
posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, ha desembocado en expresiones que delimitan
(a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos en el
desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición
periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como proceso, como aprendizaje
que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un instrumento de
diferenciación asociado la pertenencia a una determinada raza y/o etnia. Visto así, entonces, cabe
una propuesta de interpretación generalizante; pero también de especialización; por cuanto se
establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de posición que
13Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23
reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de
civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación.
Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al
poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro
mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están
contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y
de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como
adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí consignados.
En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate al
interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso
Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre
de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos:
“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfiere
el dominio estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como
complejidad que articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y
acciones, a partir del ese centro-poder, sin ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la
lógica lineal. Es una interacción heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las
necesidades inherentes a los intereses que impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra
cosa que contextualizar la sociedad en términos de su propio rol, de su significación. Con esto
tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha existido, si asumimos que esta no
es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido.
Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro-poder
económico y político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico,
político y cultural de los dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono
(como acervo cultural) es constitutivo de herejía con respecto a los modelos considerados
prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del conocimiento por
la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La escolarización, en sí, origina rupturas si
se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las culturas nativas. Porque no
habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro hacia la periferia.
En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin, cuando
en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas,
atadas a las condiciones que impone el centro-poder..14
Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los
sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del
poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del
desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo
que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese mismo
desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de nuestra
expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios del
poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se identifican con los
avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión
avanzada de la civilización.
Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en
cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta
14Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo,
noviembre 1999, Bogotá D.C.
Mujeres y sociedad
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Mujeres y sociedad

  • 1. Historia, caracterización y análisis participación de las mujeres en los movimientos sociales, políticos y populares en Colombia: período 1970-1990 Justificación: Las acciones colectivas, supone la existencia de elementos asociados que permiten su concreción y delimitación. No solo en términos del periodo de tiempo en que se realizan; sino también en lo que hace referencia a su significado y alcance; en el contexto de una determinada sociedad. Aquí, significado y alcance, constituyen conceptos necesarios para acceder a la tipificación. Es algo así como establecer una dinámica propia, soportada en algunos insumos generales derivados de análisis sociológicos, filosóficos, antropológicos y políticos, en lo que respecta a contenidos, pautas y motivaciones de los conglomerados humanos, al momento de definir unos objetivos precisos y los procedimientos para alcanzarlos. En esto es importante, también, recabar acerca del nexo entre individualidad y colectivo; comoquiera que esto último no es posible sin la una condición previa: la interacción entre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as), en uno o varios escenarios. Ahora bien, investigar en torno a estas acciones colectivas (en la definición e interpretación inherente a este trabajo, es lo mismo que movimiento colectivo), permite establecer un marco conceptual, como norte. Esto, a su vez, introduce un perfil que obra como elemento de diferenciación. Tanto en lo que se refiere a las particularidades propias de la tipificación; como también en cuanto a determinados objetos concretos. LO anterior explica, a manera de ejemplo, la vigencia de líneas específicas, en la investigación social e histórica. Porque, solo a partir de reivindicar los conceptos de especialización y énfasis, se hace posible identificar aspectos particulares; en la intención de exhibirlos como identidad, con repercusiones irrepetibles e, incluso, como horizonte de referencia. En el caso de los movimientos sociales, políticos y populares; es posible asumir variables diversas al momento de efectuar seguimiento y análisis; a través de periodos históricos y a partir de contextos sociales específicos. De hecho, en términos generales, abundan estudios e interpretaciones, desde diferentes disciplinas de las ciencias sociales. Lo anterior incluye, el desarrollo y consolidación de líneas y/o escuelas de pensamiento. En este sentido, basta recordar la incidencia de teorías como las de: Alexis de Tockeville (La democracia en América, El antiguo régimen y la Revolución Francesa); Raymond Aron (Introducción a la Filosofía de la Historia, Democracia y totalitarismo); Max Weber (La ética protestante y el desarrollo del capitalismo); Errico Malatesta (Anarquismo y gobierno); Manuel Castells (Movimientos sociales urbanos), etc. Se trata, entonces, de efectuar un recorrido que permita establecer algunos insumos de referencia; sin que ello implique subsumirse en los mismos. Por el contrario, debe implicar (como lo dije antes) la asunción de una interpretación que ejerza como perfil, en el proceso de diferenciación. En Colombia, el estudio y análisis de esos movimientos y su connotación en periodos de tiempo definidos; así como también en el o los contextos sociales específicos; ha convocado la atención de diferentes historiadores (as) y sociólogos (as). Lo contenidos conceptuales y metodológicos, pueden o no coincidir con líneas teóricas generales. Lo cierto es un acumulado en el cual confluyen conceptos, descripciones y caracterizaciones diversas, incluso contradictorias. Tal es el caso, a
  • 2. manera de ejemplo, de los trabajos realizados por Ignacio Torres Giraldo (Los inconformes); Indalecio Liévano A. (Los grande conflictos sociales en Colombia). Es fácil inferir, de su lectura y análisis, posiciones conceptuales diferentes, contradictorias. En este proyecto, tanto su título general; como el tema específico; retoma un criterio general, en cuanto al entendió de las acciones colectivas (movimientos), precisando denominaciones como: movimientos sociales, políticos y populares; con las diferenciaciones inherentes cada una de ellas, como tipificación. Sin embargo, introduce una variable para el análisis, vinculada con la condición y la perspectiva de género. Concretamente, en lo que tiene que ver con la participación de las mujeres en esos movimientos y en el periodo definido (1970-1990). Esta especificidad supone, en consecuencia, la introducción de conceptos relacionados con diferentes disciplinas de la ciencia social. Pero, no como opción generalizante. Más bien como contribución para la construcción de una teoría precisa, en torno al significado y alcance de los roles asumidos por las mujeres; como sujetos diferenciados. Objetivo general: Ya se han insinuado algunas características, vinculadas a la justificación del objeto general de la investigación. En particular, cuando se hizo alusión al sesgo asociado a la condición y perspectiva de género. En tratándose de precisar aspectos básicos inherentes a la variable específica en sí; el proyecto pretende alcanzar una delimitación en términos de diferenciación. No tanto por el prurito de la originalidad, al margen de la utilidad conceptual y práctica; sino como insumo que registre la participación femenina, como interacción entre su condición de género y las acciones colectivas generales que convocan a hombres y mujeres. Destacar su rol (...el de las mujeres) e incluso establecer los elementos de identidad; sin que esto implique una desviación intencional, a partir de la manipulación metodológica, conceptual. Pero, eso sí, arribando a un análisis y a unas conclusiones que actúen como referentes, al momento de cruzarlos con los insumos derivados de los movimientos específicos de las mujeres por sus derechos. Antecedentes: En estricto, no puede hablarse de investigaciones o escritos precedentes, en la especificidad propuesta en este proyecto. Los referentes más cercanos, hablan de algunas expresiones en las cuales se vincula la condición y perspectiva de género; en contextos asociados a los movimientos específicos de las mujeres en Colombia. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de los estudios relacionados con la lucha de las mujeres por el derecho al voto; investigaciones relacionadas con acciones colectivas específicas relacionadas con los derechos de las mujeres, en la familia, por la igualdad en sus relaciones laborales; por reivindicaciones inherentes a sus hijos e hijas(por ejemplo: luchas concretas en los barrios por hogares infantiles); investigaciones en torno al impacto de la guerra interna y del desplazamiento forzado; etc. Visto así, entonces, el proyecto sitúa una opción de análisis diferente. Pero, al mismo tiempo, complementario; si se entiende por esto la reivindicación de la autonomía de las mujeres y su derecho a ejercer, no solo como partícipes pasivas; sino como sujetos concientes. Metodología: Además de los elementos metodológicos generales, inherentes a la investigación social y politica; el proyecto introduce la utilización de algunas figuras teóricas que expresan la diferenciación entre movimiento social, movimiento político y movimiento popular; así como también tipificaciones en torno lo conciente y lo inconciente, referidos tanto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as); como a los sujetos colectivos. A partir de ahí, se efectúa un recorrido histórico; centrado en las acciones y hechos relacionados con la intervención de diferentes sectores sociales en la promoción y desarrollo de acciones y movilizaciones constitutivas de confrontación a posiciones y/o poderes específicos; con el propósito de alcanzar reivindicaciones u
  • 3. objetivos diferenciados; según sea cada caso.. Lo anterior, supone el análisis de algunos textos pertinentes; bien sea relacionado con la descripción o con la interpretación de aspectos puntuales de los hechos y las acciones inherentes al objeto de estudio. O, también, relacionados con la investigación y posiciones teóricas al respecto. Todo lo anterior, en la perspectiva de configurar un escenario vinculado a la indagación acerca de la participación femenina en esas acciones y hechos. Cronología: Se supone explícita, en cuanto el proyecto sitúa la investigación en un período histórico definido: 1970-1990. Ya, en desarrollo del trabajo, se hace énfasis en el tipo de movimiento analizado y el año (...o los años) a que corresponde. MARCO TEÓRICO. 1. De lo conciente y lo inconciente. De lo individual y lo colectivo Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de dilucidar el significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado determinadas pautas, con lo externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define su interacción con respecto los otros y las otras que actúan también en ese mismo entorno. Algo así como proponer, desde lo conceptual, un hilo conductor que permita entender la dinámica de ese proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto individualmente considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que toda acción individual o colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso que la transforma. 1.1 Acerca del (la) sujeto (a) individual. Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo porque está involucrada una noción del ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar algunos insumos conceptuales que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una contradicción básica entre el (la) sujeto (a) entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo externo, entendido como universo que circunda al (la) sujeto (a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime, otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados. Es, en consecuencia, un tipo de relación que permite identificar una aproximación a lo que podría llamarse utilitarismo primario; a partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de las condiciones en las que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la territorialidad general, externa; escenario que comparte con los (as) otros (as) sujetos (as). Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual. Ahora bien, desde la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una aseveración (anterior a la lógica propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la cual, a su vez, involucra una contradicción; relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a) individual, construye su internalización y su autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporcionada por la exterioridad. Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad propia de su identidad y autonomía. Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la autonomía. Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso
  • 4. de internalización sin la cual no es posible una actuación individual conciente y diferenciada. Esto es lo mismo que asumir como verificable, en la intervención de uno (a) sujeto (a), las acciones inherentes a su identidad construida en términos de su relación con la exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva a la internalización individual, diferenciado. Es decir asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales determinan la calidad y complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para regresar a la exterioridad; bien sea para transformar la naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos (as) en términos de comunicación; generando opciones de transformación cuya concreción supone una actuación conjunta. La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la diferenciación primaria entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de internalización de la exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como dinámica; ajena a un procedimiento lineal homogéneo. Veamos: La internalización individual está dada por la realización de un ejercicio de apropiación de la exterioridad, independiente. Es valida para cada sujeto (a) en su condición de ser que se diferencia de los (as) otros (as); así sea en el período más primario. Es decir en aquel en donde la relación con la naturaleza se ejerce a partir de insumos y procedimientos elementales. A manera de ejemplo: los hombres y las mujeres definidos (as) como primitivos (as) en la historia de la humanidad; no establecieron un tipo de relación igual con la naturaleza; así el producto de esa relación se hubiera manifestado a través de una transformación y de utilidad similar; en cuanto significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus necesidades primarias. Cada uno (a), en su ejercicio de apropiación de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera individual. Esto es lo que permite entender acciones posteriores diferenciadas; inclusive entre aquellos (as) que compartía un mismo territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas como insumos colectivos derivados de su relación con ese territorio común. Vito así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida colectiva primitiva, como sinónimo de unanimismo o identidad colectiva, que diluye la apropiación individual de la exterioridad. Si bien es cierto, en principio, que la intervención colectiva para la transformación de la naturaleza, se tradujo en acciones en las cuales la división de las mismas(..o del trabajo) no implicaba diferenciaciones en jerarquía que permitieran la acumulación individual; no es menos cierto que estas acciones colectivas no conllevaron a subsumir lo individual, como proceso de internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia visión y pudo elaborar conceptos diferentes, comparados con las visiones y conceptos de los (as) demás. El ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su autonomía para elaborar visiones y conceptos. Esto permite entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de opciones individuales; en el mismo contexto de la transformación colectiva de la naturaleza. De no ser así, el tránsito de un período a otro se hubiese producido sin ninguna contradicción; en condiciones de homogeneidad en las cuales no habría lugar para el ensayo y la inventiva. Esto traduce: no todos (as) reaccionaron de manera uniforme ante los retos derivados del proceso de transformación colectiva de la exterioridad. Entre otras razones, porque la construcción individual de visiones y conceptos, incluye un distanciamiento, una abstracción a través de la cual se construye la identidad individual, como instrumentos indispensable para desarrollar la autonomía como posibilidad y como requisito para la diferenciación. Esto no implica asimilar, de por sí diferenciación individual a jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la apropiación del producto derivado del trabajo colectivo. Se trata, simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y lógica; en el contexto de la evolución traumática y compleja de la humanidad; desde períodos históricos primarios hasta períodos en los cuales se expresan los logros alcanzados; por la vía de la interacción entre las acciones colectivas e individuales.
  • 5. Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La condición de sujeto (a) individual está dada por la asunción de la identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso de aprehensión de la exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su vez, permite establecer una incidencia en la transformación de la exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos (as); sin subsumirse; sin perder los referentes propios originados en su particular visión e interpretación (concepto) de la naturaleza y de la relación con los (a) otros (as). 1.2 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo. El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a) primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para retener la información e interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad, en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido. En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se subsume, como quiera que no le está permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia, a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas,
  • 6. son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o inconcientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía, una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación. Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una interpretación diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como alternativa que conlleva a una modifi9cación total, radical. Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el (la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición, mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas. De todas maneras, bien sea que se actúe n un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas: siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones que controvierten lo anterior. 1.3 Del sujeto Colectivo Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la presencia y las acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no la puede subsumir. Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir, se asume su configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto adjunto, que da cuenta de una posición asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así como entender al sujeto colectivo en condición vinculante con respecto a una visión (o visiones) y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema radica en la posibilidad efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es una expresión que traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información procesada que induce a una definición desde la perspectiva cultural. De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe estar asociado al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual
  • 7. aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con respecto a determinados códigos reconocidos como válidos. Ya decíamos ante, en esta misma línea de reflexión: los referentes, entendidos como códigos, pueden ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o referentes generales que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición, por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos. La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la identificación con los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir características religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer una figura colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en la libertad para definir. La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una diferenciación en términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la exterioridad; sino también en términos de apropiación unilateral de los acumulados históricos de las vivencias entendidas como insumos para la construcción de los códigos, referentes..o paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad; es por el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los representan y los imponen. 1.4 De lo conceptual en una perspectiva de género Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de asuntos relacionados con género; supone la asunción de referentes que permitan establecer un hilo conductor pertinente. Algo así como precisar las condiciones y características que adquiere, en el contexto de un proceso determinado. Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto; en lo que este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo femenino y lo masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la diferencia que, a su vez, está asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo, permiten agregados hacia la construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura. La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y mujeres), trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación biológica, natural. Se entiende como elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que trasciende a lo primario y se convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser acatados, sin que necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así supongan una posición en contravìa de la autonomía y la libertad para el desarrollo de la individualidad.
  • 8. Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un determinado modelo, de una determinada guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a); en un contexto que reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre quienes conviven en un espacio territorial y han heredado procedimientos, costumbres y visiones de lo natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está ahora”; con los condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas, como agregados que comprometen. Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales compartidos (...Impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía, territorio y espacio, está relacionada con las identificaciones previamente establecidas y transmitidas. Ahora bien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al desarrollo de los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas herencias, como modelos y como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a partir de ahí, localizan bien sea estereotipos y/o expresiones valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o líneas de comportamiento. Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite entender la diferenciación biológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo y agregados culturales. No es algo diferente a introducir esa variable subjetiva que nos permitan entender las implicaciones; como quiera que (..ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y necesario para permitir los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo(..o sociedad); están dadas por la inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a). Podría decirse, entonces, que el género (como variable que se precisa y se hace visible en el desarrollo cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones diferenciadas que permiten reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores (as), bien sea de restricciones adicionales o de derechos conferidos por las normativas y los códigos culturales asumidos como válidos. Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores(..como concreciones de lo cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (...sin que implique aceptarlos) referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación biológica entre hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria implementación de códigos que establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación biológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una interpretación de algo preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as) deben reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se impone en condición de superioridad. Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que conlleva a precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante subjetivo puede o no ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado como inherente a ese momento, a ese período determinado. Es como la asunción de una lectura y
  • 9. una didáctica en donde se puede “explicar” lo cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados culturales..o, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo de la civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad, expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados culturales(..como los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los Tribunales de Inquisición..y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II; simplemente es una muestra de ello. En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del periodismo en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar un contexto en lo que podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales de España.” Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el período que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del poder. A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un nexo, no circunstancial, con los conceptos y valores predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (..e incluso antagónicos, como en caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la Declaración de Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opción mantenido por la monarquía Español, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”. Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba con todo rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos a partir de los paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que fue agregando interpretaciones y decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos; a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente” (...así como ahora), no era otra que la obligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”, fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante.., entendida e impuesta como la única posible. Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado, esquilmado. Fue una labor (..así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas Abiertas de América Latina.). Una obscurana absoluta en términos del conocimiento. Una imposición que reclama la obligación de asumir la “única verdad posible”(..la del Rey, de sus delegatarios.., de la Iglesia Católica). No hay lugar para escisiones, fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión inmanente, en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindicación del poder terreno, como simple extensión de se poder divino. En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos para el discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total. Eran vasallos los sujetos hombres y las sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (..casi como ahora) el doble rigor, la doble expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España), no era otra cosa que el horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación biológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica, cultural.
  • 10. 1.5 De la comunicación. La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, como transferencia de necesidades, de sentimientos...del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios y complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración mediante los cuales es posible vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La noción de comunidad solo adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación..de la palabra. Ahora bien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia, como instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que el (la) sujeto reconoce e identifica como insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes recibidos adquieren validez, en razón a la posibilidad que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de imaginarios. Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos inherentes a la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el universo cultural construido e impuesto como posible y como dominante. Ha sido un recorrido complejo; en donde los agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación de paradigmas circunscritos a las “ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado. Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento cultural válido”; se incurre en herejía ..y, por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas verdades posibles. 2. De la noción de poder y su ejercicio. Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto colectivo; a partir de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados. Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresión propia; regida por pautas que, a su vez, pueden ejercer como referentes generales. El problema tiene que ver con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de la instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como referente que debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí, puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hace posible esa interacción. Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la existencia de los (as) otros (as) como pares que comparten una misma identidad colectiva. 2.1 ¿Qué es el poder? Habábamos arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación, por parte de los (as) sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra, definen tránsitos diferentes hacia la consolidación de de los principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orientar el
  • 11. quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se involucra la aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido como sujeto que simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse como figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo. También habíamos expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la presencia de quien o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a), o esos (as) sujetos (as). Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa responsabilidad supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como superestructura construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa misma vía, la figura de beneficiarios o beneficiarios. Esto, de por sí, adquiere el significado propio de unas relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio sobre aquellos (as) que no ejercen como tal. Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual aparece la razón como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de transformación de la naturaleza. Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación modificada de la posición socrática y aristotélica. La variante tiene que ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce como referente, inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado. Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo, desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones diferencias hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o como la exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo). El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del control ejercido sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as)..o sobre estos (as), entendido como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este control. Tal y como lo hemos insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien o quienes adquieren la capacidad para hacerlo Acceder a esta capacidad, su explicación, se explica según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se configura una determinada forma de control; este actúa como condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a). Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freíd en “Tótem y
  • 12. Tabú”..y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Con mayor claridad, Marcase, identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en tanto que sitúa una interpretación del control político, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada sujeto – a-, desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.). Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración de unos referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que deben ser aceptadas. Por esta vía, en consecuencia, podría entenderse esa inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes primarios anclados en los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto) poder y religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo, una sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo. 2.2. El poder político. A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada por Francisco Segui, el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis como organización política sucumbe ante el empuje de la democracia. Y si Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social. Su República no es una descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque de vez en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está orientada al estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará todo cambio que no sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello parte de la educación. La educación es el principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el más apropiado homogenizador social. Educar es, para Platón, construir ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por naturaleza le pertenece. Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la política…”1 Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la politica no constituye una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones 1Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá
  • 13. que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos mismos códigos. La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten. Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad primitiva- esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente: “..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas… ..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el gérmen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de la civilización...”2 Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la apropiaciónunilateral de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta apropiación permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben ser acatadas, por parte de quien o quienes no actúan en posición de usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra cosa es que la posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de control y, por esta vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del control; como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella. A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una connotación política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo, por parte de quien o quienes actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos) como única alternativa para establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la instauración de instancias que identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se configura la intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El territorio, en este contexto, deja de 2Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia, 1972.
  • 14. ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la interacción y el intercambio por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo mismo que se consolida la figura del poder, en escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es, entonces, la simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se trata de una figura ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que lo acompañan y sustentan. Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El proceso, por medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya no existe la posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos elaborados a partir de la relación con la naturaleza, con la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción de los referentes establecidos como única opción posible. Es una interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió como desafío, como rebelión. Esto es lo que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan el castigo; como procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su connotación política. Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía del derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que la obligación de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad de la autoridad que crea la ley, sea Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas legales en la vida social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en la legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El nomos y el jus de griegos y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin embargo, para los judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el Dios único, quien habló a Moisés y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido en una comunidad sagrada gracias a esa comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las leyes. Y de esta santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó, como corolario la doctrina del pueblo elegido...”3 2.3 El concepto de Estado Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia, una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio acatamiento. Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo que hace 3Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica
  • 15. referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (..o los) sujeto (os). Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación; ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico, abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau). Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a), entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos: “..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales, tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino mandatos arbitrarios...”4 Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcase: “El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino que también contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revoluciones han sido seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más eficaz...* 5 4Friedrich, C.J., obra citada. 5Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92
  • 16. Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcase. No solo en lo que respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control. Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado. 3. De la dominación, los dominados y la subversión. Hasta aquí hemos presentado una interpretación, acerca del origen y desarrollo del concepto de poder; así como del conflicto latente que acompaña a cada sujeto (a) con respecto al mismo. En lo que sigue, se trata de profundizar en torno al contenido que adquiere la dominación, particularmente en su connotación política. También, con mucho mayor énfasis en razón al significado que tiene para el desarrollo posterior de las acciones organizadas en contra de la dominación en sus diferentes manifestaciones, en lo que tiene que ver con la asunción de opciones de ruptura y/o de cuestionamiento; por parte de los (as) sujetos asociados y dirigidos a partir de esas relaciones de dominación impuestas. 3.1 La dominación como imposición y control. Como quedó dicho, el ejercicio del poder, supone la instauración de referentes y de mecanismos que permiten su imposición. Lo anterior significa la concreción de condicionantes en el proceso inherente a las relaciones sociales. Es como si estas se transformaran. Desde un intercambio autónomo y libertario de experiencias, saberes y acciones de transformación de la naturaleza; hacia un intercambio relacional mediado por la imposición de opciones, a partir de los instrumentos e instancias jerarquizadas. En términos del desarrollo histórico, se instauran unas relaciones de dominación. La jerarquización y su expresión a través de determinadas instancias; no es otra cosa que condicionar y limitar a quienes no ejercen como beneficiarios del poder. Adquiere presencia, por esta vía, la segregación al interior de los ámbitos geográficos que delimitan los territorios físicos, como expresión de las denominaciones asimiladas a países y/o naciones. Esto, a su vez, debe ser entendido en el contexto insinuado arriba; cuando se hizo referencia a los elementos de identidad colectiva asociados a raza, cultura, religión, etc. En relación con el objeto de este trabajo, el énfasis se sitúa en la figura del poder como soporte para la implementación de las relaciones de dominación; con todos sus efectos colaterales. Mucho más preciso aún: sus efectos en términos de control, de restricción a la libertad y la autonomía;
  • 17. tanto para cada sujeto (a) individualmente considerado (a); como también para los (as) sujetos (as) colectivos que tienen como nexo una determinada identidad que los diferencia de los detentadores del poder. Así planteado, entonces, adquieren la condición de dominados (a). Las afectaciones están dadas, como ya lo expresamos, de manera diferenciada; bien sea que se analice desde una perspectiva individual, o desde una la perspectiva colectiva. Desde esta interpretación, es pertinente presentar la siguiente expresión: “..La civilización es considerada como una serie de impedimentos y obstrucciones que impiden al hombre natural la realización de sí mismo. Esta concepción representa una inversión de la doctrina de Hobbes de la ´guerra de todos contra todos´. En Hobbes, el Leviatán tiene como único fin el refrenar el carácter solitario, avieso, grosero y brusco del hombre natural. Desde el punto de vista anarquista, la doctrina de Rousseau de la bondad natural del hombre es sólo una solución parcial de los problemas que presenta la concepción de la naturaleza humana de Hobbes. Pues para el anarquista tiene menos importancia que el hombre sea bueno o bestial que lo que los hombres hagan para preservar su fuero interno. Rousseau comparte con los teóricos del poder la idea de que la autopreservación exige que los hombres cedan contractualmente sus derechos privados. La paradoja rousseauniana se encuentra en que la consecución de la supervivencia lleva implícita una pérdida del carácter humano. Las obligaciones absorben los derechos. El Estado absorbe a la sociedad civil. El hombre natural se ve flanqueado y vencido por la estrategia de la sociedad...”6 En consecuencia, la dominación, adquiere la posición de condicionante. En ese escenario (en el que se aplica la dominación); los (as) individuos (as) asumen un rol que no corresponde con la opción internalizada de libertad y de acción. Por lo tanto, el dominio político, tiene razón de ser siempre y cuando coaccione y restrinja las posibilidades autonómicas y libertarias de quienes no son usufructuarios (as) del mismo. En ese mismo contexto, la simbología e iconografía que acompañan a las relaciones de dominio, son fundamentales para consolidar la dominación; para apuntalarla con arreglo a los intereses de quienes ejercen como beneficiarios y usufructuarios del poder. Cabe analizar, en esa misma dirección, las figuras de intermediación. Aquellas que permiten el ejercicio del poder delegado. Instancias en las cuales se replica el control y los condicionantes; por la vía de desmitificar el poder, acercándolo a los (as) dominados (as); de tal manera que este pueda aparecer y entenderse como identificación posible; como coincidencia de intereses, en razón a su neutralidad con respecto a la diferenciación y segregación objetiva, derivada de la apropiación y el control ejercido por los beneficiarios directos. Con las limitaciones y prevenciones obvias, respecto a análisis e interpretaciones en determinados contextos; vale la pena transcribir una opinión en relación con el objeto de nuestro análisis en este apartado. “..He aquí el origen del sistema parlamentario moderno. Hoy en día, el gobierno, compuesto de propietarios y de gente puesta a su servicio, hállase del todo a disposición de los propietarios, hasta el punto de que los más ricos no consideran necesario formar parte de él. Rothschild no tiene necesidad ni de ser diputado ni de ser ministro; le basta, simplemente, con tener a su disposición a los ministros y a los diputados. En multitud de países, el proletariado obtiene una mayor o menor participación nominal en la elección del gobierno. Es ésa una concesión hecha por la burguesía, bien para obtener el concurso del pueblo en la lucha contra el poder real o aristocrático, bien para apartar al pueblo de la idea de su emancipación, concediéndole una participación aparente en el poder político...”7 6Horowitz, Irving Louis (compilador), “Los Anarquistas parte I (La teoría), Ed.Alianza Editorial tercer edición 1982, páginas 15-16. 7Ibíd., pagina 94, tomado de De la Anarquía Errico Malatesta (1853-1932),
  • 18. Se infiere que la dominación politica no es una aplicación lineal, homogénea. Casi siempre adquiere matices e intermediaciones; según sea el período histórico analizado y/o las manifestaciones que adquiere la apropiación, en el contexto de determinadas relaciones de producción y de poder. De todas maneras, sin embargo, se erige como condicionante último el control ejercido por los beneficiarios del poder. 3.2 De los dominados. De la subversión. Las relaciones de dominación son tal, en la medida en que existen sujetos (as) sobre los (as) cuales se ejerce dominio. Son los (as) damnificados (as). Aquellos y aquellas 8 que aparecen como objetos susceptibles de subyugación; en cuanto están separados y separadas, no sólo de los beneficios derivados de la apropiación; sino también de las instancias de poder que la soportan y consolidan. Se entiende que esos (as) sujetos (as), como colectivo y como individualidad, no constituyen por el hecho de ser dominados (as) una figura homogénea. Lo anterior, en razón a sus particularidades. Estas pueden, inclusive, remitir a diferenciaciones por raza, cultura, etnia, etc. Lo que si es cierto es la convergencia, la similitud y la coincidencia derivadas de su condición de dominados (a); aún manteniendo esas diferenciaciones. Para ilustrar, desde una interpretación filosófica, la aseveración precedente; consideramos importante, a pesar de su extensión, transcribir apartes de un texto sobre el solipsismo de Jean Paul Sartre. Es curioso que el problema de los Otros no haya inquietado nunca de veras a los realistas. En la medida en que para el realista se da todo, le parece, sin duda, que el prójimo se da también. En medio de lo real, en efecto ¿qué hay más real que el prójimo? Es una sustancia pensante de la misma esencia que yo, la cual no podría desvanecerse en cualidades secundarias y cualidades primarias, y cuyas estructuras esenciales encuentro en mí. Empero, en la medida en que el realismo procura dar razón del conocimiento del conocimiento por una acción del mundo sobre la sustancia pensante, no se ha cuidado de establecer una acción inmediata y recíproca de las sustancias pensantes entre sí: ellas se comunican por intermedio del mundo; entre la conciencia ajena y la mía, mi cuerpo, como cosa del mundo, y el cuerpo del otro son intermediarios necesarios. El alma ajena está, pues, separada de la mía por toda la distancia que separa ante todo mil alma de mi cuerpo, y luego mi cuerpo del cuerpo ajeno, y, por último, el cuerpo del otro de su propia alma. Y, si no es verdad que la relación entre el Para-sí y el cuerpo sea una relación de exterioridad (problema que hemos de tratar más adelante), por lo menos es evidente que la relación de mi cuerpo con el cuerpo del prójimo es una relación de pura exterioridad indiferente. Si las almas están separadas por sus respectivos cuerpos, son distintas como ese tintero es distinto de este libro; es decir, no se puede concebir ninguna presencia inmediata de la una a la otra. Y, aún si se admite una presencia inmediata de mi alma al cuerpo ajeno, queda todavía todo el espesor de un cuerpo para que su alma me sea alcanzada. Así pues, si el realismo funda su certeza sobre la presencia en persona de la cosa espacio temporal a mi conciencia, no podría postular la misma evidencia para la realidad del alma ajena, puesto que, como el propio realismo lo confiesa, esta alma no se da en persona a la mía: es una ausencia, una significación; el cuerpo apunta a ella sin entregarla; en una palabra: en una filosofía fundada en la intuición, no hay intuición alguna del alma ajena. Ahora bien, si no se juega con las palabras, esto significa que el realismo no deja lugar alguno a la intuición del prójimo: de nada serviría decir que, por lo menos, no es dado el cuerpo del prójimo, y que este cuerpo es cierta presencia del otro o de una parte de él…9 8Nótese que en este trabajo no se efectúa el análisis de la dominación en una perspectiva de género. 9Sartre, Jean Paul, El ser y la nada,Ed.Altaya, 1993, página 252.
  • 19. Así las cosas, la individualidad no se diluye en el sujeto colectivo; pero tampoco lo niega. Es una coexistencia en la diferenciación. Para el caso que nos ocupa, significa la convivencia en un escenario real que los convoca a una identificación, en tanto que aparecen subyugados (as), dominados (as) y restringidos en su autonomía; por cuenta de unas relaciones de dominación ejercidas por parte de quienes aparecen como detentadores del poder. Es partir de ahí, esa identificación les permite desarrollar acciones, bien sea de asimilación pasiva con respecto al poder; o bien sea de cuestionamiento del mismo. Una figura que puede entenderse como causa común, dentro de la diferencia. Esto es lo que explica, hasta cierto punto, la posibilidad de desarrollar interpretaciones diferenciadas en torno a la dominación y al poder. Sin la perspectiva de esas opciones, sería imposible pensar el la asunción de posiciones de liderazgo, en el evento de la confrontación al poder. No de otra manera puede entenderse el surgimiento de personajes históricos que han conducido procesos específicos en contra de la dominación. Lo cierto, sin embargo, es que las rupturas, con respecto a determinadas relaciones de dominación, no pueden constituir un tránsito hacia alternativas diferentes, sin la intervención de los sujetos (as) como colectivo. La acción de confrontar al poder establecido, está asociada al concepto de subversión; en tanto que significa oponer a la dominación, alternativas y opciones; cuya concreción supone la ruptura, la eliminación parcial o total del tipo de relaciones que la sustentan. Ahora bien, subvertir el ordenamiento establecido, puede originar o no una transformación radical de las relaciones sociales conducidas y condicionadas por las relaciones de dominación política. Lo anterior traduce: puede presentarse una modificación total, radical; en términos de desvertebrar la hegemonía impuesta por quienes ejercen como beneficiarios del poder. O puede darse modificaciones parciales en las condiciones de la dominación; de tal manera que implique la instauración de reformas parciales; a partir de las cuales los (as) dominados (as) adquieran determinados derechos o atenuaciones de la subyugación y del control ejercido hacia ellos (as). Dependiendo de las características y los alcances que adquiera la confrontación, como acción de subversión, puede entenderse y valorase sus implicaciones; tanto en relación con las condiciones específicas en las que se concretan las relaciones de dominación, como en lo puedan tener de referente histórico y como influencia en procesos posteriores. A manera de ilustración, conviene la siguiente cita, tomada del texto: Historia del Movimiento Obrero, en el cual se cita, a su vez al autor en su texto Le Chartisme; escrita por Eduard Dolléans: “..Esos rostros humanos concretan y encarnan las doctrinas que se mezclaron con el cartismo. Pero, por encima de los diques de la ideología, hubo corrientes que arrastraron ese movimiento de masas como un río; su curso fue tan impetuoso que, franqueando los obstáculos que le ponían en su camino las circunstancias adversas o la perversidad de los hombres, a veces lo arrasó todo, inclusive las ideologías. 10El cartismo debe su fuerza a ese ímpetu de las masas obreras que han hecho para sí, su primera experiencia histórica...” Desde nuestra interpretación, toda acción en contra de expresiones objetivas de la dominación, supone la asunción de posiciones, por medio de las cuales se cuestiona al poder ejercido por parte de los beneficiarios directos. Esto, por cuanto la dominación no puede ser entendida como yunta etérea; o como coerción implementada a través de instancias abstractas. De lo que se trata, entonces, es situar e identificar los contenidos concretos que adquiere la dominación politica y, a partir de ahí, entender la dinámica y la autonomía de la acción o las acciones desarrolladas, por parte de un sector (...o sectores) en contra de manifestaciones de esa dominación; comoquiera 10Dolléans, Eduard, Historia del Movimiento Obrero, Tomo I, pagina 123, traducción de Diego Abad de Santillán de la sexta edición, 1957
  • 20. que estas manifestaciones afectan, limitan y/o vulneran intereses concretos o, simplemente, limitan y condicionan las aspiraciones de bienestar individual y colectivo. Visto así, se propone superar la interpretación un tanto elusiva, asumida por quienes han desarrollado la opción derivada de la teoría acerca de los aparatos ideológicos del estado. Decimos esto, no en el afán impertinente de descalificar propuestas y teorías que han incidido en el quehacer vinculado a la confrontación y a los conflictos sociales. Se trata, más bien, de centrar la atención en un aspecto que ejerce como eje de nuestra visión: las manifestaciones concretas que adquiere la dominación y el poder que la sustenta; es necesario analizarlas y valorarlas, no solo en el contexto global en el cual actúan las diferentes instancias como un todo. Esto traduce la posibilidad de encontrar manifestaciones de esa dominación, en diferentes ámbitos del territorio físico y social. Es allí, con los insumos que otorga esa identificación y valoración, en donde es posible la caracterización de los conflictos particulares. Inclusive, con la precisión en cuanto a su dimensión y trascendencia. Con la reserva conceptual, en torno al significado y alcance que adquieren las citas de texto, consideramos pertinente reseñar dos expresiones divergentes, en lo que hace referencia a la interpretación de la dominación y del poder. Una de ellas, es de Louis Althusser, en su obra La Revolución Teórica de Marx .La otra es de Manuel Castells, en su escrito Movimientos Sociales Urbanos. En nuestra opinión, estas expresiones, permiten inferir diferencias sustanciales, las cuales pueden coadyuvar la precisión, en lo que respecta a la identificación de los mecanismos de dominación y su incidencia a la hora de entender la dinámica de los procesos de confrontación al poder, por parte de sectores concretos de los no beneficiarios del mismo. Veamos: “..No se puede, por lo tanto, emprender un estudio marxista de las obras de juventud de Marx (y de todos los problemas que ellas plantean) sin haber roto con las tentaciones espontáneas o reflexivas del método analítico-teleológico que se encuentra siempre más o menos asediado por los principios hegelianos. Para lograrlo es necesario romper con los supuestos de este método, y aplicar a nuestro objeto los principios marxistas de una teoría de la evolución ideológica. Estos principios son radicalmente diferentes a los principios enunciados hasta aquí. Implican: 1. Que cada ideología sea considerada como un todo real, unificado interiormente por su problemática propia, y en tal forma que no se pueda sacar un elemento sin alterar el sentido. 2. Que el sentido de este todo, de una ideología singular (aquí el pensamiento de un individuo) depende no de su relación con una verdad diferente a él, sino de su relación con un campo ideológico existente y con los problemas y la estructura sociales que le sirven de base y se reflejan en él; que el sentido del desarrollo de una ideología singular depende, no de la relación de este desarrollo con su origen o con su término considerados como su verdad, sino de la ideología singular y las mutaciones del campo ideológico y de los problemas y relaciones sociales que la sostienen. 3. Que el principio motor del desarrollo de una ideología singular no reside, por lo tanto, en el seno de la ideología misma, sino fuera de ella, en el más-allá de la ideología singular: su autor como individuo concreto y las historia efectiva que se refleja en este desarrollo individual según los lazos complejos del individuo con esta historia...” 11 “..Este conjunto de fenómenos forma un todo. No son sucesos característicos de una civilización en crisis. Constituyen un proceso social estructurado cuya lógica y unidad dimanan del desarrollo 11Althusser,Louis. La Revolución Teórica de Marx, ed. Siglo Veintiuno, séptima edición en español,1973, páginas 49-50
  • 21. progresivo de nuevas contradicciones sociales en las sociedades capitalistas. En efecto, la concentración acelerada de los medios de producción, la constitución de trusts económicos y financieros, de grandes organizaciones de producción y gestión de la producción, vinculadas a una interpenetración creciente de un aparato de Estado que se convierte en omnipresente; en una palabra, la constitución del capitalismo monopolista de Estado y su articulación en el plano mundial tienen como efecto directo la concentración progresiva de grandes masas de población en las regiones metropolitanas y la constitución de vastas unidades colectivas de organización de la vida cotidiana que corresponden a esta concentración de la fuerza de trabajo. Si bien este proceso está sólidamente implantado desde los comienzos de la industrialización capitalista, la fase actual presenta características que le confieren una importancia particular en tanto que fuente de contradicciones...”12 Queda claro, para nosotros, la existencia de la dominación en términos concretos. Esta se manifiesta de manera constante y en ámbitos diferentes. Significa la cobertura, el ensanchamiento del control; a partir de de la posesión de los medios. Pero también, a partir del desarrollo de instrumentos que ejercen como instancias a través de las cuales se efectúa ese control. No se trata de proponer una interpretación, a manera de invisibilidad y abstracción de esas instancias. Tampoco entenderlas a la manera de imaginario perverso, como simple réplica del control. Son, en esta línea de interpretación, una mixtura que evidencia, de un lado, el progreso inherente a las relaciones sociales históricas, específicas. De otro lado, significan manifestaciones concretas de la dominación. Algo así como instancias que se presentan como intermediación, como soporte” neutral” de la misma. Así las cosas, cuando un (a) sujeto (a), individual y/o colectivo, logra trascender la afectación que producen esas instancias de control y de poder. Cuando logra establecer las condiciones concretas en que se produce la afectación, bien como inhibidora de su autonomía vinculada a su interpretación de las relaciones sociales, y/o como restrictiva de las posibilidades para acceder a condiciones de bienestar inmediato-tendencial, como expresión de una subsistencia digna. O, simplemente, como equilibrio necesario que le permita interactuar, en el escenario condicionado por la dominación, en mejores condiciones, sin limitaciones absolutas. Es algo así, entonces, como una asimilación a la dominación; a partir de alcanzar atenuantes a la misma…..Cuando esto sucede, aún con las limitaciones propias de su alcance, se configura la confrontación al poder y a la dominación. En otras palabras: la búsqueda de alternativas, originada en el (la) sujeto (a) individual y/o colectivo, significa confrontar manifestaciones concretas del poder y de la dominación. La dimensión que adquiera, esta confrontación, estará determinada por las características mismas de las alternativas propuestas..de los objetivos señalados como perspectiva que orienta el quehacer específico de la confrontación; de las acciones implementadas .De todas maneras, cualquiera sea el objetivo, en cuanto que adquiere la condición de alternativa que la diferencia con respecto a lo establecido como normal, legal y válido, en el contexto de las relaciones de dominación impuestas; se origina una expresión que subvierte; comoquiera que define la no aceptación de esa legalidad, normalidad y validez. Hasta aquí algunos análisis y enunciados, con los cuales tipificamos los condicionantes vinculados al poder y a la dominación; así como la situación de los (as) sujetos (as) sobre los (as) cuales se ejerce la dominación. Se propone, asimismo, una tipificación de las acciones de confrontación; como concreción del conflicto de intereses. Sí, el nivel de confrontación, conduce o no a rupturas radicales que permitan transformaciones fundamentales en las condiciones de dominación; tiene que ver con la profundidad y alcances de las reivindicaciones propuestas. Es decir con los contenidos y los términos asociados a la confrontación. 12Castells, Manuel. Movimientos Sociales Urbanos,ed..Siglo Veintiuno, segunda edición en español,página 5
  • 22. En lo que sigue, desarrollaremos un análisis vinculado esas posibilidades de ruptura. El hilo conductor, en lo conceptual, está relacionado con la caracterización del tipo de acciones para la confrontación; de las alternativas propuestas y de los (as) actores (as) involucrados (as); así como del espectro y cobertura, relacionados con la caracterización de los (as) sujetos (as) intervinientes en el proceso; según sus reivindicaciones y el tipo de identificación. Algo así como indagar acerca de la unidad alcanzada, bien sea por la vía de los propósitos comunes transitorios; o por una identidad que trasciende esa transitoriedad y se convierte, por esto mismo en una confrontación decantada, en términos políticos, sociales y económicos. 4. De la asociación y la identidad en la confrontación. La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus manifestaciones. Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí. En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos, vinculándolos al proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con acciones que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un entendido del Estado, como una sumatoria de micropoderes; a la manera de de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (...o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”. Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”, escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a que se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País. “..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de
  • 23. desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el conservadurismo político. En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las transformaciones socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba cimentada. Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una gama de relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”13 A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación, en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las cuales este se concreta. 4.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder. La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado, como representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y de imposición. Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, ha desembocado en expresiones que delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un instrumento de diferenciación asociado la pertenencia a una determinada raza y/o etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de posición que 13Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23
  • 24. reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación. Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí consignados. En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos: “…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfiere el dominio estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese centro-poder, sin ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos de su propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido. Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro-poder económico y político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y cultural de los dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin, cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas, atadas a las condiciones que impone el centro-poder..14 Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión avanzada de la civilización. Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta 14Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo, noviembre 1999, Bogotá D.C.