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400 | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 |
Prediabetes en atención primaria: diagnóstico…
¿y tratamiento?
R. Llanes de Torresa, F. Arrietab y G. Mora Navarroc
EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA 120.896
Definición del problema
La diabetes tipo 2 es una enfermedad producida por la inte-
racción de un conjunto de factores ambientales en un sujeto
con una determinada predisposición genética. Hoy día cono-
cemos mejor su compleja patogenia, que comprende una dis-
minución de la sensibilidad a la insulina en los tejidos perifé-
ricos junto con una respuesta compensadora insuficiente de la
función beta del páncreas. Así se produce la característica hi-
perglucemia, principal causante del daño a largo plazo que
presentan diversos órganos. Las cifras de glucemia basal diag-
nósticas de diabetes se han reducido desde los 140 mg/dl que
preconizaba la Organización Mundial de la Salud (OMS) en
1985 hasta los 126 mg/dl que recomendó la Asociación Ame-
ricana de Diabetes (ADA) en 1997. Ello ha supuesto adelan-
tar el diagnóstico probablemente unos 30 meses1. Por otro la-
do, hoy día disponemos de un mayor arsenal farmacológico y
de nuevas estrategias terapéuticas en la diabetes establecida2,3.
Sin embargo, en todo el mundo desarrollado, la prevalencia de
la diabetes continúa creciendo: se prevé que de los 150 millo-
nes de diabéticos actuales se alcancen 220 millones en el
2010, y hasta 300 millones en el 2025. No es de extrañar,
pues, el especial interés por el estudio de las medidas necesa-
rias para prevenir la enfermedad en la población de riesgo, en
particular, en las personas con alteraciones glucémicas predia-
béticas4,5. En este sentido, las últimas recomendaciones de la
ADA reconocen la presencia de un amplio número de sujetos
con cifras glucémicas elevadas, no diabéticos, pero con un
riesgo aumentado de desarrollar la enfermedad: pueden pre-
sentar intolerancia a la glucosa (ITG) y/o glucemia basal alte-
rada (GBA). Ambas categorías son catalogadas como predia-
betes.
La ITG, a la que también se ha llamado «tolerancia anormal
a la glucosa», se sigue diagnosticando con los criterios comu-
nes de la OMS de 1985 y la ADA de 1997: cifras > 140 y <
200 mg/dl a las 2 h de la sobrecarga oral con 75 g de glucosa
(SOG). Sin embargo, desde el año 2003, la ADA propone re-
ducir el rango diagnóstico de GBA desde 110-125 hasta 100-
125 mg/dl.
Ante esta situación, cabe preguntarse: ¿a quiénes y con qué
criterios diagnósticos calificaremos como prediabéticos y qué
intervenciones podemos hacer sobre ellos en atención prima-
ria para prevenir el desarrollo de una diabetes franca?
aMedicina Familiar y Comunitaria. Educación y Promoción de la Salud.
Grupo de Diabetes de SMMFyC. Centro de Salud Presentación Sabio. Área 8.
Móstoles. Madrid. España.
bMedicina Familiar y Comunitaria. Endocrinología y Nutrición. Grupo de
Diabetes de la SMMFyC. Miembro de MAPRED-Área Endocrinometabólica
de la REDIAPP. Centro de Salud Aquitania. Área 4. Madrid. España.
cMedicina Familiar y Comunitaria. Coordinador del Grupo de Diabetes de
SMMFYC. Centro de Salud Federica Montseny, Área 1. Madrid. España.
Correspondencia:
Rafael Llanes de Torres.
Centro de Salud Presentación Sabio.
Alonso Cano, 8. 28935 Móstoles. Madrid. España.
Correo electrónico: rllanes.medicina@wanadoo.es
Manuscrito recibido el 12 de septiembre de 2005.
Manuscrito aceptado para su publicación el 12 de septiembre de 2005.
Palabras clave: Estado prediabético. Diabetes mellitus tipo 2. Diagnóstico.
Prevención y control. Estilo de vida. Tratamiento.
Puntos clave
Pregunta
¿A quiénes debemos calificar como prediabéticos y qué
intervenciones podemos hacer sobre ellos en atención
primaria?
Respuesta y comentarios
•Mediante el cribado oportunista en atención primaria
podemos diagnosticar la diabetes y a los sujetos con
glucemia basal alterada (GBA) o tolerancia anormal a la
glucosa (ITG), a los que consideraremos prediabéticos.
•Los nuevos criterios para el diagnóstico de la GBA
propuestos por la Asociación Americana de Diabetes en
2003 parecen ser menos adecuados que los previos, de
1997.
•Hay una creciente evidencia de que la intervención
terapéutica encaminada a modificar los estilos de vida en
la población de riesgo puede ser eficaz para prevenir el
desarrollo de la diabetes, por lo que deberíamos mejorar
nuestras habilidades y aumentar nuestros recursos para
ello.
•Un número limitado de ensayos clínicos prueba la eficacia
de la intervención farmacológica en el sujeto prediabético,
por lo que es posible que en un futuro próximo se apruebe
esa indicación en individuos de especial riesgo y/o
incapaces de modificar sus hábitos.
Síntesis de las evidencias
¿A quién practicar pruebas diagnósticas de diabetes?
Frente a una sospecha clínica de diabetes hay un protocolo
claro de intervención diagnóstica, pero frente a sujetos asinto-
máticos, por el momento no se dispone de evidencias para es-
tablecer unos u otros criterios de cribado de diabetes. En una
primera aproximación habría que preguntarse si la diabetes
cumple los criterios para ser una enfermedad susceptible de
cribado: representar un problema de salud importante, tener
historia natural conocida, presentar una fase asintomática
diagnosticable mediante una prueba fiable y aceptable, tener
un tratamiento precoz que pueda producir beneficios, y que
los costes del posible programa de cribado sean asumibles.
Aún no hay estudios realizados para contestar con suficiencia
a estas preguntas, pero para la ADA el cribado poblacional es
ineficiente, no sólo porque muchos individuos no llegan a
completar el proceso diagnóstico, sino porque aún está por
cuantificar la disminución del riesgo cardiovascular que su-
pondría la intervención precoz subsecuente en los sujetos pre-
diabéticos. Por ello, aboga por la detección oportunista, como
corroboran otros expertos en nuestro país7.
¿Quién es «prediabético»?
El término prediabetes se refiere al período en el cual el pa-
ciente todavía no es diabético, pero tiene alto riesgo de serlo.
Aunque puede utilizarse para la diabetes tipo 1 (cuando el pa-
ciente tiene anticuerpos contra la célula beta, pero todavía no
ha desarrollado la enfermedad), en este artículo nos referire-
mos a la diabetes tipo 2, para la cual la Organización Mundial
de la Salud prefirió en 1980 utilizar el concepto de «clases de
riesgo estadístico de diabetes» y relegó el de prediabetes. Este
último, sin embargo, ha sido recuperado por la ADA, como
hemos señalado con anterioridad, para referirse a los pacien-
tes con GBA y/o ITG. Así, la ADA señala que, aunque GBA
e ITG no son, en rigor, entidades clínicas, comparten tanto el
riesgo de progresión hacia la diabetes como hacia la enferme-
dad cardiovascular, y pueden observarse como estadios inter-
medios en la historia natural de la diabetes tipo 2.
La prediabetes así entendida es, pues, un concepto práctico y
afín –aunque no igual– al de síndrome metabólico, definido
éste como la presencia en un mismo sujeto de alteraciones
metabólicas y vasculares que incluyen obesidad central, disli-
pidemia aterogénica y diversos grados de alteración del meta-
bolismo de los hidratos de carbono. Y, al igual que el conoci-
miento del síndrome metabólico ha servido para concienciar a
los clínicos sobre el riesgo cardiovascular de la asociación de
factores de riesgo conocidos, el término prediabetes nos re-
cuerda el efecto nocivo de la glucosa (glucotoxicidad) y el
riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, así como de la necesidad
de actuar con el fin de evitar y/o retrasar su aparición.
Para el diagnóstico de prediabetes hay consenso en cuanto a
los criterios que definen la ITG, pero surgen dudas en torno
al rango glucémico propuesto para la GBA. Y es que debemos
recordar que, aunque consideremos prediabéticos tipo 2 a los
sujetos con GBA y/o ITG, estas 2 entidades no se comportan
de igual modo. Así, la ITG es un indicador altamente sensible
de la incidencia de diabetes, con un índice de conversión que
puede estar en torno al 10% anual4. La GBA, por su parte,
diagnosticada con los antiguos criterios diagnósticos ADA de
1997, comprende un conjunto más heterogéneo de alteracio-
nes glucémicas correspondientes a un estadio de deterioro
metabólico más tardío, y probablemente se comporta como
un indicador más específico de la incidencia de diabetes, pero
mucho menos sensible que la ITG. La aplicación de los nue-
vos criterios de la ADA para la GBA tendría importantes im-
plicaciones diagnósticas que han sido analizadas por 2 estu-
dios recientes. En Dinamarca, el Steno Diabetes Center seña-
la8 que con los criterios de la ADA de 2003 la prevalencia de
GBA se incrementaría en Dinamarca del 11,8 al 37,6% y per-
mitiría identificar al 60% de los sujetos con ITG en compara-
ción con el 29,2% de los criterios clásicos. Sin embargo, entre
los individuos que presentan GBA sólo con los nuevos crite-
rios, únicamente el 18,5% también tendría ITG. Los indivi-
duos con GBA aislada tendrían insulinemias menores y un
riesgo cardiovascular más bajo que los diagnosticados con los
criterios de la OMS. Asimismo, estiman un espectacular in-
cremento de prevalencia entre los sujetos de 30-64 años de
India, China y Estados Unidos del 78, 135 y 193%, respecti-
vamente. Por todo ello, cuestionan la utilidad y la validez de
los nuevos criterios.
El bajo riesgo cardiovascular de los sujetos con cifras de
glucemia entre 100 y 109 mg/dl ha sido confirmado por un
reciente estudio de cohortes9. En él se demuestra que, de 2.763
mujeres posmenopáusicas con enfermedad coronaria seguidas
durante 6,8 años, las mujeres incluidas en la categoría de GBA
sólo con los nuevos criterios no presentan mayor número de
episodios coronarios o cerebrovasculares.
¿Es eficaz la intervención educativa para prevenir
la diabetes?
Actualmente disponemos de los resultados de 4 estudios in-
ternacionales que confirman la eficacia de las intervenciones
no farmacológicas para prevenir la diabetes: Malmo10, Da
Quing11, DPS12 y MRFIT13, así como de otro realizado en
nuestro país, el ITG14, con resultados menos halagüeños. En
la tabla 1 se presenta un amplio resumen.
El primer estudio publicado, el Malmo, presenta la limitación
de su intervención no aleatorizada, e incluye también a pa-
cientes ya diabéticos. El estudio de Da Quing, por otra parte,
quizá presente alguna dificultad para que sus resultados sean
extrapolables a nuestro medio; por ejemplo, los autores co-
mentan que su intervención educativa se vio favorecida por la
escasez de alimentos disponibles. Por ello, el estudio más sóli-
do es, sin duda, el DPS, en el que se proponen como objetivos
la reducción de peso, la reducción de las grasas saturadas y to-
tales, el aumento de grasas insaturadas y fibra, y el incremento
de ejercicio físico, con lo que se obtiene una reducción del
58% en el riesgo relativo de desarrollar diabetes respecto al
grupo control. A pesar del escepticismo que a veces genera es-
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Llanes de Torres R et al.
Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento? EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA
te tipo de intervenciones en nuestro medio, cabe destacar que
el 21% de los participantes alcanzó 4 de 5 objetivos y sólo el
6% no alcanzó ninguno.
En este contexto, resultan aleccionadores los resultados del
estudio ITG: un programa de educación sanitaria continuada
sobre dieta, ejercicio y riesgo cardiovascular a 137 sujetos lo-
gró frenar durante los primeros 2 años la progresión a diabe-
tes, pero fracasó a partir del segundo y tercer año, con una in-
cidencia de casi el triple que la incidencia de diabetes en indi-
viduos de alto riesgo pero con tolerancia normal a la glucosa.
Sin duda, estos resultados indican no que la intervención edu-
cativa sea ineficaz, sino la dificultad del mantenimiento del
efecto educativo a lo largo plazo. Y probablemente, más que
un problema inherente a la naturaleza de la enfermedad, sea
un reflejo del déficit de infraestructura educativa en las condi-
ciones habituales de trabajo en atención primaria. El autor del
estudio reflexiona al respecto en un editorial15 y señala el ca-
rácter posibilista de la intervención educativa realizada que,
aunque fue «más allá» de la intervención habitual en nuestra
atención primaria, anduvo muy lejos de los recursos utilizados
402 | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 |
Llanes de Torres R et al.
Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento?EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA
Principales estudios de intervención no farmacológica
en la prevención de la diabetes
Estudio País Año de Diseño Intervención Fármacos Tamaño Seguimiento Resultados* Comentarios
publicación educativa medio
Malmo Preventive Trial Suecia 1991 Intervención no Tratamiento dietético No n = 222 6 años > 50% A los 12 años,
aleatorizada en y/o incremento (de una en 1998, el
un grupo de una de ejercicio cohorte grupo con ITG
cohorte Intervención de 6.956) sobre el que se
de 6 meses con Varones con intervino seguía
seguimiento diabetes tipo 2 sin incremento
anual incipiente (41) de mortalidad
o ITG (181)
The Da Quing IGT and China 1997 Ensayo clínico Dieta y/o ejercicio. No n = 577 6 años 31-46% Dieta sola,
Diabetes Study tras detexxión Intervención Varones ejercicio solo, o
de ITG en individual (283) dieta y ejercicio
población general y grupal: semanal un y mujeres fueron eficaces
mes, mensual 3 meses (247) en grado similar
y seguimiento con ITG
trimestral con
evaluación bienal
Finnish Diabetes Prevention Finlandia 2001 Ensayo clínico Intervención intensiva No n = 522 3,2 años 58% – La prevención
Study (DPS) aleatorizado y trimestral con consejo Varones diabética se
parcialmente individualizado (172) y obtuvo con
ciego de dieta y ejercicio mujeres descensos
Revisión médica (350) entre modestos de
anual con SOG 40 y 65 años, peso
con IMC NNT: 22 (o 5
> 25 y en 5 años)
diagnóstico
previo de ITG
ITG España 2002 Estudio de cohortes Dieta y ejercicio No n = 243 2,8 años Ineficaz Incidencia
para estimar la Intervención Varones (95) a partir del media anual de
incidencia de individualizada y mujeres (148) segundo año diabetes de
diabetes tipo 2 en en el marco habitual mayores de 9,2%. La
población de de la atención primaria 40 años y con intervención
alto riesgo 5 visitas anuales factores de educativa fue
el primer año y al menos riesgo diabéticos eficaz el
una visita anual de Una cohorte primer año
recuerdo dietético (137) con ITG,
otra (106)
normotolerante
MRFIT Reino 2005 Análisis secundario Dieta y ejercicio e Tratamiento n = 11.827 6 años 18% en no Análisis de
Unido de un ensayo intervención intensivo Varones entre fumadores subgrupos
clínico aleatorizado antitabáquica de la 35 y 57 años, (ineficaz en post hoc sobre
Tres visitas de presión con alto riesgo fumadores) la intervención
despistaje de FRCV arterial coronario y MRFIT de 1981
previas a la sin DM ni ITG
intervención
ITG: tolerancia anormal a la glucosa; SOG: sobrecarga oral con 75 g de glucosa; FRCV: factores de riesgo cardiovascular.
*Disminución de la progresión hacia diabetes mellitus.
TABLA
1
por el DPS o el DPP16 (que comentaremos más adelante). En
cualquier caso, se muestra convencido de la necesidad de pre-
conizar la educación sanitaria para prevenir la diabetes tipo 2,
«en especial para sujetos de alto riesgo y, a ser posible, bien es-
tructurada».
La reciente publicación de un análisis secundario del clásico
MRFIT vuelve a aportar evidencias a esa afirmación. El MR-
FIT constituyó una ambiciosa intervención de prevención car-
diovascular cuyos resultados principales se publicaron a princi-
pios de la década de los ochenta. A pesar de no demostrar una
eficacia inicial, ha continuado generando amplia bibliografía,
tanto por el seguimiento a muy largo plazo de la cohorte origi-
nal como por estudios de análisis post hoc como el que nos ocu-
pa, y en el que se demuestra que, en sujetos no fumadores, una
reducción de peso del 7% junto con la práctica de 150 min se-
manales de ejercicio consiguió reducciones de incidencia de
diabetes de hasta el 18% en 6 años. Cabe señalar algunas limi-
taciones metodológicas del estudio, además de las inherentes al
tipo de análisis: la distribución asimétrica de algunas variables
en la cohortes de fumadores y no fumadores; la selección de
individuos, tanto fumadores como no fumadores, con un perfil
de riesgo superior al de la población; y el posible efecto neutra-
lizador de la intervención en los fumadores debido tanto a la
ganancia de peso tras el abandono del tabaco como al uso de
diuréticos como antihipertensivos. Sin embargo, el hecho de
que esté realizado en sujetos sin diabetes ni ITG, en su mayo-
ría normoglucémicos, nos recuerda el valor potencial del con-
trol del peso en la población general.
Una reciente revisión Cochrane17 que incluye varios de los es-
tudios comentados en este epígrafe incide aún más en este as-
pecto y concluye: «las estrategias de pérdida de peso que utili-
zaban intervenciones dietéticas, de actividad física o conduc-
tuales produjeron mejorías significativas en el peso de las
personas con prediabetes y una disminución significativa en la
incidencia de la diabetes».
¿Fármacos para prevenir la diabetes?
En los últimos años se ha postulado la posibilidad de utilizar
fármacos para la prevención de la diabetes tipo 218,19. El fár-
maco ideal debería mejorar la insulinorresistencia y la hiper-
glucemia, sin riesgos de hipoglucemia u otros efectos adver-
sos, y presentar una relación coste-efectividad al menos mejor
que la intervención intensiva sobre el estilo de vida. Resulta,
pues, comprensible que ningún medicamento haya sido aún
autorizado para esta indicación, aunque ya se han publicado 4
ensayos aleatorizados con fármacos frente a placebo y cuyo
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Llanes de Torres R et al.
Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento? EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA
Principales ensayos clínicos con fármacos para
la prevención de la diabetes
Estudio País Año de Diseño Intervención Fármacos Tamaño Seguimiento Resultados* Comentarios
publicación educativa medio
Diabetes Prevention Estados 2002 Ensayo aleatorizado Curso intensivo de Metformina, n = 3.234 2,8 años Hábitos: 58% NNT en
Program Unidos con asignación a 16 sesiones para 850 mg/ Varones Metformina: 3 años:
placebo, metformina reducir el peso un (1.043) 31% Hábitos: 6,9
o cambio de hábitos 7% mediante dieta y mujeres Metformina:
y ejercicio (2.191) 13,9
Refuerzo mensual y > 25 años y
control semestral con GBA o ITG
STOP-NIDDM 9 países 2002 Ensayo aleatorizado Instrucciones para el Acarbosa, n = 1.429 3,3 años 36% Posibles
doble ciego con control de peso, dieta 100 mg/ sesgos
asignación a placebo y ejercicio 3 veces Reducción de
o acarbosa Visitas trimestrales al día eventos
y control semestral Varones (673) cardiovasculares
y mujeres (695) un 49%
de 54 ± 8 años
y con ITG y GBA
TRIPOD (Troglitazone Estados 2002 Ensayo aleatorizado Consejo dietético Troglitazona, n = 266 2,5 años 56% El efecto
In Prevention Unidos con asignación y recomendación 400 mg/día Mujeres persistió tras un
Of Diabetes) a placebo de andar latinas período de
o troglitazona Visitas trimestrales con AP de «lavado» de
con SOG anual diabetes 8 meses
gestacional
Xendos Suecia 2004 Ensayo aleatorizado Intensiva en ambos Orlistat, 120 mg/ n = 3.305 4 años 37,50% La mayoría
doble ciego con grupos, con consejo 3 veces al día Varones del beneficio se
asignación a placebo dietético y de ejercicio, (1.467) y produjo en los
u orlistat quincenal, seis meses; mujeres (1.810) sujetos con ITG
y mensual, después de 30-60 años,
con IMC > 30
ITG: intolerancia a la glucosa; GBA: glucemia basal alterada; SOG: sobrecarga oral con 75 g de glucosa; AP: antecedentes personales.
*Disminución de la progresión hacia diabetes mellitus (excepto para acarbosa).
TABLA
2
objetivo principal fue la reducción de la incidencia de diabe-
tes. Se muestran en la tabla 2: el ya citado DPP, con metfor-
mina (riesgo relativo [RR] de desarrollo de diabetes = 0,69;
IC del 95%, 0,57-0,83), el Stop-NIDDM20, con acarbosa
(RR = 0,75; IC del 95%, 0,63-0,90); el TRIPOD21, con tro-
glitazona (RR = 0,45; IC del 95%, 0,25-0,83), y el Xendos22,
con orlistat (RR = 0,63; IC del 95%, 0,46–0,86).
Además, hay algunos estudios de menor calidad, o basados en
análisis secundarios de ensayos diseñados con otro fin, que
analizan la utilidad de otros fármacos no hipoglucemiantes
orales. Así, se ha explorado el posible uso de estatinas23, fibra-
tos, antihipertensivos y estrógenos. Particular interés han des-
pertado los fármacos que actúan mediante el bloqueo del sis-
tema renina-angiotensina24, como el ramipril25 o, de forma
particular, el telmisartán, que presentaría una significativa ac-
tividad agonista parcial frente a los mismos receptores sobre
los que actúan las glitazonas para aumentar la sensibilidad a la
insulina26. Varios ensayos en curso ofrecerán en los próximos
años pruebas de la eficacia de estos y otros medicamentos: es-
tudios NANSY (glimepirida frente a placebo), DREAM (ra-
mipril y/o rosiglitazona frente a placebo), NAVIGATOR
(nateglinida y/o valsartán frente a placebo), ONTARGET
(telmisartán y/o ramipril), TRANSCEND (telmisartán frente
a placebo), ORIGIN (insulina glargina frente a cuidados ha-
bituales) y CANOE (combinación de rosiglitazona y metfor-
mina frente a placebo).
Para comentar los ensayos principales ya publicados, cabe
destacar, en primer lugar, que todos ellos se acompañan de in-
tervenciones educativas, lo cual aporta aún mayor evidencia a
la efectividad de éstas. En particular, en el DPP, aunque la
metformina redujo la incidencia de diabetes un 9% en los pa-
cientes de alto riesgo y retrasó el desarrollo de la diabetes
unos 3 años, resultó menos coste-efectiva que la intervención
no farmacológica, que obtuvo el 22% y 11 años, respectiva-
mente, con menor beneficio del fármaco a mayor edad.
La acarbosa, por su parte, ha sido uno de los fármacos que
más expectativas ha generado para este fin27,28. Así, el Stop-
NDIDDM no sólo ha demostrado un descenso del riesgo de
progresión a diabetes del 36% en sujetos con ITG, sino tam-
bién una reducción del 49% de los eventos cardiovasculares29.
Sin embargo, se han señalado dudas sobre sus conclusiones
por algunos defectos metodológicos30. Asimismo, presenta las
limitaciones de un cumplimiento terapéutico limitado y un
coste relativamente alto. Los resultados definitivos de otro es-
tudio, el EDIT, que comparaba acarbosa, metformina y place-
bo, no han llegado a publicarse, aunque no se han observado
diferencias entre los grupos en los análisis preliminares31, al
contrario de lo que indicaban los resultados intermedios, co-
municados previamente.
En cuanto a las glitazonas, resultan muy indicativos los resul-
tados del estudio TRIPOD, a pesar de la retirada del merca-
do, por hepatotoxicidad, de la troglitazona. La reducción del
riesgo de desarrollar diabetes en un grupo de mujeres hispa-
nas con antecedentes de diabetes gestacional alcanzó el 56%.
Pero, mientras que en los ensayos comentados con acarbosa y
metformina, el número de nuevos diabéticos aumentó en los
meses siguientes a la finalización del estudio, en el TRIPOD,
el efecto protector del tratamiento se mantenía 8 meses des-
pués. Esto sugiere una mayor capacidad de intervención en la
historia natural de la diabetes tipo 2, mediante la modulación
de la respuesta beta pancreática a la resistencia insulínica. De
confirmarse estos resultados, podríamos acercarnos más a la
prevención de la diabetes y no sólo a retrasarla.
El estudio Xendos, por su parte, demostró una reducción de
la progresión a diabetes del 37,5% en una población de obesos
tratada durante 4 años. Cabe señalar que, además de confir-
marse la seguridad a largo plazo del tratamiento con orlistat,
se confirma este fármaco como un posible recurso terapéutico
en el obeso con ITG pues, aunque en la población de estudio
el 79% de los sujetos era normotolerante a la glucosa y sólo el
21% presentaba ITG, estos últimos produjeron la mayoría del
beneficio.
Traducción en la práctica clínica
Revisadas las evidencias presentadas, podemos concluir:
1. Dado que, por razones éticas y económicas, es improbable
que se diseñen estudios con asignación aleatoria y grupo con-
trol que evalúen todos los aspectos beneficiosos y perjudiciales
del cribado de la diabetes mellitus tipo 2, nos apoyamos en
recomendaciones de expertos para preconizar el cribado opor-
tunista de la diabetes tipo 2. Según la ADA6: realizar gluce-
mia basal a los > 45 años y a los menores de esa edad con ín-
dice de masa corporal > 25 y al menos un factor de riesgo pa-
ra desarrollar diabetes: sedentarismo, familiar de primer grado
diabético, grupo étnico de alto riesgo, hipertensión arterial,
dislipemia, ovario poliquístico, acantosis nigricans o antece-
dentes personales de GBA, ITG, diabetes gestacional o feto
macrosómico. La frecuencia debería ser trienal (anual/bienal
en los sujetos con GBA o ITG).
2. La propuesta de reducir el umbral diagnóstico para GBA
hasta 100 mg/dl resulta, sin duda, controvertida. Además de
provocar un incremento exponencial de la prevalencia diag-
nosticada de alteraciones glucémicas8, hemos observado que
no parece identificar a sujetos con mayor riesgo cardiovascular
ni aumentar suficientemente la concordancia entre las catego-
ría diagnósticas de prediabetes. Al menos en nuestro medio,
parece razonable, pues, mantener el criterio diagnóstico ante-
rior (110-125 mg/dl), a la espera de nuevas pruebas que apo-
yen el cambio del punto de corte.
3. Las intervenciones educativas sobre el estilo de vida (dieta,
ejercicio, etc.) en la prevención de la diabetes muestran un
gran potencial de efectividad. Esta prevención no farmacoló-
gica debería iniciarse en fase prehiperglucémica, incluso an-
tes de confirmarse la intolerancia a la glucosa o una altera-
ción de la glucemia basal. Sin embargo, como bien ha señala-
do Costa4, «la mayor crítica de la intervención no
farmacológica es el incumplimiento a largo plazo y su mayor
ventaja, la inocuidad. Tan sólo basándose en el sentido co-
mún, el consejo dietético y educativo es insoslayable en cual-
404 | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 |
Llanes de Torres R et al.
Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento?EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA
quier proyecto de prevención primaria de la diabetes». Así
pues, frente a la actitud pragmática de otros autores7 que
proponen centrarse sin más en optimizar el tratamiento de la
diabetes ya establecida, parece haber ya certidumbre suficien-
te para que en la atención primaria española se incentive el
desarrollo de nuestras habilidades educativas para la preven-
ción diabética, y se aumenten los recursos para ello. De he-
cho, la ADA, aunque admite que aún no está claro el coste-
efectividad de las estrategias de intervención no farmacológi-
ca, las apoya sin reparos.
4. No hay evidencia suficiente para recomendar el uso de nin-
gún fármaco en el sujeto prediabético, aunque deberíamos ad-
mitir que es posible que en un futuro próximo puedan indi-
carse en individuos de especial riesgo y/o incapaces de modi-
ficar sus hábitos.
Así pues, concluiremos señalando que es necesaria más inves-
tigación acerca de los efectos sobre la morbimortalidad a largo
plazo de las intervenciones tanto farmacológicas como no far-
macológicas en la prediabetes. Y, en particular, sobre los me-
dios y las fórmulas de implementar estas intervenciones en
contextos comunitarios diversos. Tuomilehto5 afirma que «de-
bemos recordar que una gran proporción de la humanidad, de
todas las razas, es portadora de genes que permiten a la diabe-
tes tipo 2 desarrollarse si el entorno y el estilo de vida lo favo-
recen. Durante la historia de la Salud Pública, muchos pro-
blemas sanitarios y epidemias han sido vencidos actuando a
partir de mucha menos evidencia de la que tenemos hoy para
prevenir la diabetes tipo 2». Sin embargo, con los medios dis-
ponibles en la atención primaria española, ¿qué capacidad de
intervención tenemos en la prevención de la diabetes?, ¿qué
prioridad le damos? Ya hay evidencia clinicoepidemiológica
de que, para evitar que la epidemia de diabetes tipo 2 y sus
complicaciones desborden el sistema sanitario, debemos ini-
ciar intervenciones desde el campo nutricional y de la activi-
dad física. Aunque aún tardaremos en ser capaces de saber si
las intervenciones –educativas o farmacológicas– pueden pre-
venir realmente el desarrollo de diabetes o simplemente la re-
trasan, es posible que, en la práctica, la diferencia no sea tan
importante.
Bibliografía
1. Mata Cases M, Cos Claramunt X, Pujol Ribera E, Bobé Molina I,
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  • 1. 400 | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 | Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento? R. Llanes de Torresa, F. Arrietab y G. Mora Navarroc EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA 120.896 Definición del problema La diabetes tipo 2 es una enfermedad producida por la inte- racción de un conjunto de factores ambientales en un sujeto con una determinada predisposición genética. Hoy día cono- cemos mejor su compleja patogenia, que comprende una dis- minución de la sensibilidad a la insulina en los tejidos perifé- ricos junto con una respuesta compensadora insuficiente de la función beta del páncreas. Así se produce la característica hi- perglucemia, principal causante del daño a largo plazo que presentan diversos órganos. Las cifras de glucemia basal diag- nósticas de diabetes se han reducido desde los 140 mg/dl que preconizaba la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1985 hasta los 126 mg/dl que recomendó la Asociación Ame- ricana de Diabetes (ADA) en 1997. Ello ha supuesto adelan- tar el diagnóstico probablemente unos 30 meses1. Por otro la- do, hoy día disponemos de un mayor arsenal farmacológico y de nuevas estrategias terapéuticas en la diabetes establecida2,3. Sin embargo, en todo el mundo desarrollado, la prevalencia de la diabetes continúa creciendo: se prevé que de los 150 millo- nes de diabéticos actuales se alcancen 220 millones en el 2010, y hasta 300 millones en el 2025. No es de extrañar, pues, el especial interés por el estudio de las medidas necesa- rias para prevenir la enfermedad en la población de riesgo, en particular, en las personas con alteraciones glucémicas predia- béticas4,5. En este sentido, las últimas recomendaciones de la ADA reconocen la presencia de un amplio número de sujetos con cifras glucémicas elevadas, no diabéticos, pero con un riesgo aumentado de desarrollar la enfermedad: pueden pre- sentar intolerancia a la glucosa (ITG) y/o glucemia basal alte- rada (GBA). Ambas categorías son catalogadas como predia- betes. La ITG, a la que también se ha llamado «tolerancia anormal a la glucosa», se sigue diagnosticando con los criterios comu- nes de la OMS de 1985 y la ADA de 1997: cifras > 140 y < 200 mg/dl a las 2 h de la sobrecarga oral con 75 g de glucosa (SOG). Sin embargo, desde el año 2003, la ADA propone re- ducir el rango diagnóstico de GBA desde 110-125 hasta 100- 125 mg/dl. Ante esta situación, cabe preguntarse: ¿a quiénes y con qué criterios diagnósticos calificaremos como prediabéticos y qué intervenciones podemos hacer sobre ellos en atención prima- ria para prevenir el desarrollo de una diabetes franca? aMedicina Familiar y Comunitaria. Educación y Promoción de la Salud. Grupo de Diabetes de SMMFyC. Centro de Salud Presentación Sabio. Área 8. Móstoles. Madrid. España. bMedicina Familiar y Comunitaria. Endocrinología y Nutrición. Grupo de Diabetes de la SMMFyC. Miembro de MAPRED-Área Endocrinometabólica de la REDIAPP. Centro de Salud Aquitania. Área 4. Madrid. España. cMedicina Familiar y Comunitaria. Coordinador del Grupo de Diabetes de SMMFYC. Centro de Salud Federica Montseny, Área 1. Madrid. España. Correspondencia: Rafael Llanes de Torres. Centro de Salud Presentación Sabio. Alonso Cano, 8. 28935 Móstoles. Madrid. España. Correo electrónico: rllanes.medicina@wanadoo.es Manuscrito recibido el 12 de septiembre de 2005. Manuscrito aceptado para su publicación el 12 de septiembre de 2005. Palabras clave: Estado prediabético. Diabetes mellitus tipo 2. Diagnóstico. Prevención y control. Estilo de vida. Tratamiento. Puntos clave Pregunta ¿A quiénes debemos calificar como prediabéticos y qué intervenciones podemos hacer sobre ellos en atención primaria? Respuesta y comentarios •Mediante el cribado oportunista en atención primaria podemos diagnosticar la diabetes y a los sujetos con glucemia basal alterada (GBA) o tolerancia anormal a la glucosa (ITG), a los que consideraremos prediabéticos. •Los nuevos criterios para el diagnóstico de la GBA propuestos por la Asociación Americana de Diabetes en 2003 parecen ser menos adecuados que los previos, de 1997. •Hay una creciente evidencia de que la intervención terapéutica encaminada a modificar los estilos de vida en la población de riesgo puede ser eficaz para prevenir el desarrollo de la diabetes, por lo que deberíamos mejorar nuestras habilidades y aumentar nuestros recursos para ello. •Un número limitado de ensayos clínicos prueba la eficacia de la intervención farmacológica en el sujeto prediabético, por lo que es posible que en un futuro próximo se apruebe esa indicación en individuos de especial riesgo y/o incapaces de modificar sus hábitos.
  • 2. Síntesis de las evidencias ¿A quién practicar pruebas diagnósticas de diabetes? Frente a una sospecha clínica de diabetes hay un protocolo claro de intervención diagnóstica, pero frente a sujetos asinto- máticos, por el momento no se dispone de evidencias para es- tablecer unos u otros criterios de cribado de diabetes. En una primera aproximación habría que preguntarse si la diabetes cumple los criterios para ser una enfermedad susceptible de cribado: representar un problema de salud importante, tener historia natural conocida, presentar una fase asintomática diagnosticable mediante una prueba fiable y aceptable, tener un tratamiento precoz que pueda producir beneficios, y que los costes del posible programa de cribado sean asumibles. Aún no hay estudios realizados para contestar con suficiencia a estas preguntas, pero para la ADA el cribado poblacional es ineficiente, no sólo porque muchos individuos no llegan a completar el proceso diagnóstico, sino porque aún está por cuantificar la disminución del riesgo cardiovascular que su- pondría la intervención precoz subsecuente en los sujetos pre- diabéticos. Por ello, aboga por la detección oportunista, como corroboran otros expertos en nuestro país7. ¿Quién es «prediabético»? El término prediabetes se refiere al período en el cual el pa- ciente todavía no es diabético, pero tiene alto riesgo de serlo. Aunque puede utilizarse para la diabetes tipo 1 (cuando el pa- ciente tiene anticuerpos contra la célula beta, pero todavía no ha desarrollado la enfermedad), en este artículo nos referire- mos a la diabetes tipo 2, para la cual la Organización Mundial de la Salud prefirió en 1980 utilizar el concepto de «clases de riesgo estadístico de diabetes» y relegó el de prediabetes. Este último, sin embargo, ha sido recuperado por la ADA, como hemos señalado con anterioridad, para referirse a los pacien- tes con GBA y/o ITG. Así, la ADA señala que, aunque GBA e ITG no son, en rigor, entidades clínicas, comparten tanto el riesgo de progresión hacia la diabetes como hacia la enferme- dad cardiovascular, y pueden observarse como estadios inter- medios en la historia natural de la diabetes tipo 2. La prediabetes así entendida es, pues, un concepto práctico y afín –aunque no igual– al de síndrome metabólico, definido éste como la presencia en un mismo sujeto de alteraciones metabólicas y vasculares que incluyen obesidad central, disli- pidemia aterogénica y diversos grados de alteración del meta- bolismo de los hidratos de carbono. Y, al igual que el conoci- miento del síndrome metabólico ha servido para concienciar a los clínicos sobre el riesgo cardiovascular de la asociación de factores de riesgo conocidos, el término prediabetes nos re- cuerda el efecto nocivo de la glucosa (glucotoxicidad) y el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, así como de la necesidad de actuar con el fin de evitar y/o retrasar su aparición. Para el diagnóstico de prediabetes hay consenso en cuanto a los criterios que definen la ITG, pero surgen dudas en torno al rango glucémico propuesto para la GBA. Y es que debemos recordar que, aunque consideremos prediabéticos tipo 2 a los sujetos con GBA y/o ITG, estas 2 entidades no se comportan de igual modo. Así, la ITG es un indicador altamente sensible de la incidencia de diabetes, con un índice de conversión que puede estar en torno al 10% anual4. La GBA, por su parte, diagnosticada con los antiguos criterios diagnósticos ADA de 1997, comprende un conjunto más heterogéneo de alteracio- nes glucémicas correspondientes a un estadio de deterioro metabólico más tardío, y probablemente se comporta como un indicador más específico de la incidencia de diabetes, pero mucho menos sensible que la ITG. La aplicación de los nue- vos criterios de la ADA para la GBA tendría importantes im- plicaciones diagnósticas que han sido analizadas por 2 estu- dios recientes. En Dinamarca, el Steno Diabetes Center seña- la8 que con los criterios de la ADA de 2003 la prevalencia de GBA se incrementaría en Dinamarca del 11,8 al 37,6% y per- mitiría identificar al 60% de los sujetos con ITG en compara- ción con el 29,2% de los criterios clásicos. Sin embargo, entre los individuos que presentan GBA sólo con los nuevos crite- rios, únicamente el 18,5% también tendría ITG. Los indivi- duos con GBA aislada tendrían insulinemias menores y un riesgo cardiovascular más bajo que los diagnosticados con los criterios de la OMS. Asimismo, estiman un espectacular in- cremento de prevalencia entre los sujetos de 30-64 años de India, China y Estados Unidos del 78, 135 y 193%, respecti- vamente. Por todo ello, cuestionan la utilidad y la validez de los nuevos criterios. El bajo riesgo cardiovascular de los sujetos con cifras de glucemia entre 100 y 109 mg/dl ha sido confirmado por un reciente estudio de cohortes9. En él se demuestra que, de 2.763 mujeres posmenopáusicas con enfermedad coronaria seguidas durante 6,8 años, las mujeres incluidas en la categoría de GBA sólo con los nuevos criterios no presentan mayor número de episodios coronarios o cerebrovasculares. ¿Es eficaz la intervención educativa para prevenir la diabetes? Actualmente disponemos de los resultados de 4 estudios in- ternacionales que confirman la eficacia de las intervenciones no farmacológicas para prevenir la diabetes: Malmo10, Da Quing11, DPS12 y MRFIT13, así como de otro realizado en nuestro país, el ITG14, con resultados menos halagüeños. En la tabla 1 se presenta un amplio resumen. El primer estudio publicado, el Malmo, presenta la limitación de su intervención no aleatorizada, e incluye también a pa- cientes ya diabéticos. El estudio de Da Quing, por otra parte, quizá presente alguna dificultad para que sus resultados sean extrapolables a nuestro medio; por ejemplo, los autores co- mentan que su intervención educativa se vio favorecida por la escasez de alimentos disponibles. Por ello, el estudio más sóli- do es, sin duda, el DPS, en el que se proponen como objetivos la reducción de peso, la reducción de las grasas saturadas y to- tales, el aumento de grasas insaturadas y fibra, y el incremento de ejercicio físico, con lo que se obtiene una reducción del 58% en el riesgo relativo de desarrollar diabetes respecto al grupo control. A pesar del escepticismo que a veces genera es- | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 | 401 Llanes de Torres R et al. Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento? EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA
  • 3. te tipo de intervenciones en nuestro medio, cabe destacar que el 21% de los participantes alcanzó 4 de 5 objetivos y sólo el 6% no alcanzó ninguno. En este contexto, resultan aleccionadores los resultados del estudio ITG: un programa de educación sanitaria continuada sobre dieta, ejercicio y riesgo cardiovascular a 137 sujetos lo- gró frenar durante los primeros 2 años la progresión a diabe- tes, pero fracasó a partir del segundo y tercer año, con una in- cidencia de casi el triple que la incidencia de diabetes en indi- viduos de alto riesgo pero con tolerancia normal a la glucosa. Sin duda, estos resultados indican no que la intervención edu- cativa sea ineficaz, sino la dificultad del mantenimiento del efecto educativo a lo largo plazo. Y probablemente, más que un problema inherente a la naturaleza de la enfermedad, sea un reflejo del déficit de infraestructura educativa en las condi- ciones habituales de trabajo en atención primaria. El autor del estudio reflexiona al respecto en un editorial15 y señala el ca- rácter posibilista de la intervención educativa realizada que, aunque fue «más allá» de la intervención habitual en nuestra atención primaria, anduvo muy lejos de los recursos utilizados 402 | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 | Llanes de Torres R et al. Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento?EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA Principales estudios de intervención no farmacológica en la prevención de la diabetes Estudio País Año de Diseño Intervención Fármacos Tamaño Seguimiento Resultados* Comentarios publicación educativa medio Malmo Preventive Trial Suecia 1991 Intervención no Tratamiento dietético No n = 222 6 años > 50% A los 12 años, aleatorizada en y/o incremento (de una en 1998, el un grupo de una de ejercicio cohorte grupo con ITG cohorte Intervención de 6.956) sobre el que se de 6 meses con Varones con intervino seguía seguimiento diabetes tipo 2 sin incremento anual incipiente (41) de mortalidad o ITG (181) The Da Quing IGT and China 1997 Ensayo clínico Dieta y/o ejercicio. No n = 577 6 años 31-46% Dieta sola, Diabetes Study tras detexxión Intervención Varones ejercicio solo, o de ITG en individual (283) dieta y ejercicio población general y grupal: semanal un y mujeres fueron eficaces mes, mensual 3 meses (247) en grado similar y seguimiento con ITG trimestral con evaluación bienal Finnish Diabetes Prevention Finlandia 2001 Ensayo clínico Intervención intensiva No n = 522 3,2 años 58% – La prevención Study (DPS) aleatorizado y trimestral con consejo Varones diabética se parcialmente individualizado (172) y obtuvo con ciego de dieta y ejercicio mujeres descensos Revisión médica (350) entre modestos de anual con SOG 40 y 65 años, peso con IMC NNT: 22 (o 5 > 25 y en 5 años) diagnóstico previo de ITG ITG España 2002 Estudio de cohortes Dieta y ejercicio No n = 243 2,8 años Ineficaz Incidencia para estimar la Intervención Varones (95) a partir del media anual de incidencia de individualizada y mujeres (148) segundo año diabetes de diabetes tipo 2 en en el marco habitual mayores de 9,2%. La población de de la atención primaria 40 años y con intervención alto riesgo 5 visitas anuales factores de educativa fue el primer año y al menos riesgo diabéticos eficaz el una visita anual de Una cohorte primer año recuerdo dietético (137) con ITG, otra (106) normotolerante MRFIT Reino 2005 Análisis secundario Dieta y ejercicio e Tratamiento n = 11.827 6 años 18% en no Análisis de Unido de un ensayo intervención intensivo Varones entre fumadores subgrupos clínico aleatorizado antitabáquica de la 35 y 57 años, (ineficaz en post hoc sobre Tres visitas de presión con alto riesgo fumadores) la intervención despistaje de FRCV arterial coronario y MRFIT de 1981 previas a la sin DM ni ITG intervención ITG: tolerancia anormal a la glucosa; SOG: sobrecarga oral con 75 g de glucosa; FRCV: factores de riesgo cardiovascular. *Disminución de la progresión hacia diabetes mellitus. TABLA 1
  • 4. por el DPS o el DPP16 (que comentaremos más adelante). En cualquier caso, se muestra convencido de la necesidad de pre- conizar la educación sanitaria para prevenir la diabetes tipo 2, «en especial para sujetos de alto riesgo y, a ser posible, bien es- tructurada». La reciente publicación de un análisis secundario del clásico MRFIT vuelve a aportar evidencias a esa afirmación. El MR- FIT constituyó una ambiciosa intervención de prevención car- diovascular cuyos resultados principales se publicaron a princi- pios de la década de los ochenta. A pesar de no demostrar una eficacia inicial, ha continuado generando amplia bibliografía, tanto por el seguimiento a muy largo plazo de la cohorte origi- nal como por estudios de análisis post hoc como el que nos ocu- pa, y en el que se demuestra que, en sujetos no fumadores, una reducción de peso del 7% junto con la práctica de 150 min se- manales de ejercicio consiguió reducciones de incidencia de diabetes de hasta el 18% en 6 años. Cabe señalar algunas limi- taciones metodológicas del estudio, además de las inherentes al tipo de análisis: la distribución asimétrica de algunas variables en la cohortes de fumadores y no fumadores; la selección de individuos, tanto fumadores como no fumadores, con un perfil de riesgo superior al de la población; y el posible efecto neutra- lizador de la intervención en los fumadores debido tanto a la ganancia de peso tras el abandono del tabaco como al uso de diuréticos como antihipertensivos. Sin embargo, el hecho de que esté realizado en sujetos sin diabetes ni ITG, en su mayo- ría normoglucémicos, nos recuerda el valor potencial del con- trol del peso en la población general. Una reciente revisión Cochrane17 que incluye varios de los es- tudios comentados en este epígrafe incide aún más en este as- pecto y concluye: «las estrategias de pérdida de peso que utili- zaban intervenciones dietéticas, de actividad física o conduc- tuales produjeron mejorías significativas en el peso de las personas con prediabetes y una disminución significativa en la incidencia de la diabetes». ¿Fármacos para prevenir la diabetes? En los últimos años se ha postulado la posibilidad de utilizar fármacos para la prevención de la diabetes tipo 218,19. El fár- maco ideal debería mejorar la insulinorresistencia y la hiper- glucemia, sin riesgos de hipoglucemia u otros efectos adver- sos, y presentar una relación coste-efectividad al menos mejor que la intervención intensiva sobre el estilo de vida. Resulta, pues, comprensible que ningún medicamento haya sido aún autorizado para esta indicación, aunque ya se han publicado 4 ensayos aleatorizados con fármacos frente a placebo y cuyo | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 | 403 Llanes de Torres R et al. Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento? EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA Principales ensayos clínicos con fármacos para la prevención de la diabetes Estudio País Año de Diseño Intervención Fármacos Tamaño Seguimiento Resultados* Comentarios publicación educativa medio Diabetes Prevention Estados 2002 Ensayo aleatorizado Curso intensivo de Metformina, n = 3.234 2,8 años Hábitos: 58% NNT en Program Unidos con asignación a 16 sesiones para 850 mg/ Varones Metformina: 3 años: placebo, metformina reducir el peso un (1.043) 31% Hábitos: 6,9 o cambio de hábitos 7% mediante dieta y mujeres Metformina: y ejercicio (2.191) 13,9 Refuerzo mensual y > 25 años y control semestral con GBA o ITG STOP-NIDDM 9 países 2002 Ensayo aleatorizado Instrucciones para el Acarbosa, n = 1.429 3,3 años 36% Posibles doble ciego con control de peso, dieta 100 mg/ sesgos asignación a placebo y ejercicio 3 veces Reducción de o acarbosa Visitas trimestrales al día eventos y control semestral Varones (673) cardiovasculares y mujeres (695) un 49% de 54 ± 8 años y con ITG y GBA TRIPOD (Troglitazone Estados 2002 Ensayo aleatorizado Consejo dietético Troglitazona, n = 266 2,5 años 56% El efecto In Prevention Unidos con asignación y recomendación 400 mg/día Mujeres persistió tras un Of Diabetes) a placebo de andar latinas período de o troglitazona Visitas trimestrales con AP de «lavado» de con SOG anual diabetes 8 meses gestacional Xendos Suecia 2004 Ensayo aleatorizado Intensiva en ambos Orlistat, 120 mg/ n = 3.305 4 años 37,50% La mayoría doble ciego con grupos, con consejo 3 veces al día Varones del beneficio se asignación a placebo dietético y de ejercicio, (1.467) y produjo en los u orlistat quincenal, seis meses; mujeres (1.810) sujetos con ITG y mensual, después de 30-60 años, con IMC > 30 ITG: intolerancia a la glucosa; GBA: glucemia basal alterada; SOG: sobrecarga oral con 75 g de glucosa; AP: antecedentes personales. *Disminución de la progresión hacia diabetes mellitus (excepto para acarbosa). TABLA 2
  • 5. objetivo principal fue la reducción de la incidencia de diabe- tes. Se muestran en la tabla 2: el ya citado DPP, con metfor- mina (riesgo relativo [RR] de desarrollo de diabetes = 0,69; IC del 95%, 0,57-0,83), el Stop-NIDDM20, con acarbosa (RR = 0,75; IC del 95%, 0,63-0,90); el TRIPOD21, con tro- glitazona (RR = 0,45; IC del 95%, 0,25-0,83), y el Xendos22, con orlistat (RR = 0,63; IC del 95%, 0,46–0,86). Además, hay algunos estudios de menor calidad, o basados en análisis secundarios de ensayos diseñados con otro fin, que analizan la utilidad de otros fármacos no hipoglucemiantes orales. Así, se ha explorado el posible uso de estatinas23, fibra- tos, antihipertensivos y estrógenos. Particular interés han des- pertado los fármacos que actúan mediante el bloqueo del sis- tema renina-angiotensina24, como el ramipril25 o, de forma particular, el telmisartán, que presentaría una significativa ac- tividad agonista parcial frente a los mismos receptores sobre los que actúan las glitazonas para aumentar la sensibilidad a la insulina26. Varios ensayos en curso ofrecerán en los próximos años pruebas de la eficacia de estos y otros medicamentos: es- tudios NANSY (glimepirida frente a placebo), DREAM (ra- mipril y/o rosiglitazona frente a placebo), NAVIGATOR (nateglinida y/o valsartán frente a placebo), ONTARGET (telmisartán y/o ramipril), TRANSCEND (telmisartán frente a placebo), ORIGIN (insulina glargina frente a cuidados ha- bituales) y CANOE (combinación de rosiglitazona y metfor- mina frente a placebo). Para comentar los ensayos principales ya publicados, cabe destacar, en primer lugar, que todos ellos se acompañan de in- tervenciones educativas, lo cual aporta aún mayor evidencia a la efectividad de éstas. En particular, en el DPP, aunque la metformina redujo la incidencia de diabetes un 9% en los pa- cientes de alto riesgo y retrasó el desarrollo de la diabetes unos 3 años, resultó menos coste-efectiva que la intervención no farmacológica, que obtuvo el 22% y 11 años, respectiva- mente, con menor beneficio del fármaco a mayor edad. La acarbosa, por su parte, ha sido uno de los fármacos que más expectativas ha generado para este fin27,28. Así, el Stop- NDIDDM no sólo ha demostrado un descenso del riesgo de progresión a diabetes del 36% en sujetos con ITG, sino tam- bién una reducción del 49% de los eventos cardiovasculares29. Sin embargo, se han señalado dudas sobre sus conclusiones por algunos defectos metodológicos30. Asimismo, presenta las limitaciones de un cumplimiento terapéutico limitado y un coste relativamente alto. Los resultados definitivos de otro es- tudio, el EDIT, que comparaba acarbosa, metformina y place- bo, no han llegado a publicarse, aunque no se han observado diferencias entre los grupos en los análisis preliminares31, al contrario de lo que indicaban los resultados intermedios, co- municados previamente. En cuanto a las glitazonas, resultan muy indicativos los resul- tados del estudio TRIPOD, a pesar de la retirada del merca- do, por hepatotoxicidad, de la troglitazona. La reducción del riesgo de desarrollar diabetes en un grupo de mujeres hispa- nas con antecedentes de diabetes gestacional alcanzó el 56%. Pero, mientras que en los ensayos comentados con acarbosa y metformina, el número de nuevos diabéticos aumentó en los meses siguientes a la finalización del estudio, en el TRIPOD, el efecto protector del tratamiento se mantenía 8 meses des- pués. Esto sugiere una mayor capacidad de intervención en la historia natural de la diabetes tipo 2, mediante la modulación de la respuesta beta pancreática a la resistencia insulínica. De confirmarse estos resultados, podríamos acercarnos más a la prevención de la diabetes y no sólo a retrasarla. El estudio Xendos, por su parte, demostró una reducción de la progresión a diabetes del 37,5% en una población de obesos tratada durante 4 años. Cabe señalar que, además de confir- marse la seguridad a largo plazo del tratamiento con orlistat, se confirma este fármaco como un posible recurso terapéutico en el obeso con ITG pues, aunque en la población de estudio el 79% de los sujetos era normotolerante a la glucosa y sólo el 21% presentaba ITG, estos últimos produjeron la mayoría del beneficio. Traducción en la práctica clínica Revisadas las evidencias presentadas, podemos concluir: 1. Dado que, por razones éticas y económicas, es improbable que se diseñen estudios con asignación aleatoria y grupo con- trol que evalúen todos los aspectos beneficiosos y perjudiciales del cribado de la diabetes mellitus tipo 2, nos apoyamos en recomendaciones de expertos para preconizar el cribado opor- tunista de la diabetes tipo 2. Según la ADA6: realizar gluce- mia basal a los > 45 años y a los menores de esa edad con ín- dice de masa corporal > 25 y al menos un factor de riesgo pa- ra desarrollar diabetes: sedentarismo, familiar de primer grado diabético, grupo étnico de alto riesgo, hipertensión arterial, dislipemia, ovario poliquístico, acantosis nigricans o antece- dentes personales de GBA, ITG, diabetes gestacional o feto macrosómico. La frecuencia debería ser trienal (anual/bienal en los sujetos con GBA o ITG). 2. La propuesta de reducir el umbral diagnóstico para GBA hasta 100 mg/dl resulta, sin duda, controvertida. Además de provocar un incremento exponencial de la prevalencia diag- nosticada de alteraciones glucémicas8, hemos observado que no parece identificar a sujetos con mayor riesgo cardiovascular ni aumentar suficientemente la concordancia entre las catego- ría diagnósticas de prediabetes. Al menos en nuestro medio, parece razonable, pues, mantener el criterio diagnóstico ante- rior (110-125 mg/dl), a la espera de nuevas pruebas que apo- yen el cambio del punto de corte. 3. Las intervenciones educativas sobre el estilo de vida (dieta, ejercicio, etc.) en la prevención de la diabetes muestran un gran potencial de efectividad. Esta prevención no farmacoló- gica debería iniciarse en fase prehiperglucémica, incluso an- tes de confirmarse la intolerancia a la glucosa o una altera- ción de la glucemia basal. Sin embargo, como bien ha señala- do Costa4, «la mayor crítica de la intervención no farmacológica es el incumplimiento a largo plazo y su mayor ventaja, la inocuidad. Tan sólo basándose en el sentido co- mún, el consejo dietético y educativo es insoslayable en cual- 404 | Aten Primaria 2006;37(7):400-6 | Llanes de Torres R et al. Prediabetes en atención primaria: diagnóstico… ¿y tratamiento?EVIDENCIAS EN MEDICINA DE FAMILIA
  • 6. quier proyecto de prevención primaria de la diabetes». Así pues, frente a la actitud pragmática de otros autores7 que proponen centrarse sin más en optimizar el tratamiento de la diabetes ya establecida, parece haber ya certidumbre suficien- te para que en la atención primaria española se incentive el desarrollo de nuestras habilidades educativas para la preven- ción diabética, y se aumenten los recursos para ello. De he- cho, la ADA, aunque admite que aún no está claro el coste- efectividad de las estrategias de intervención no farmacológi- ca, las apoya sin reparos. 4. No hay evidencia suficiente para recomendar el uso de nin- gún fármaco en el sujeto prediabético, aunque deberíamos ad- mitir que es posible que en un futuro próximo puedan indi- carse en individuos de especial riesgo y/o incapaces de modi- ficar sus hábitos. Así pues, concluiremos señalando que es necesaria más inves- tigación acerca de los efectos sobre la morbimortalidad a largo plazo de las intervenciones tanto farmacológicas como no far- macológicas en la prediabetes. Y, en particular, sobre los me- dios y las fórmulas de implementar estas intervenciones en contextos comunitarios diversos. Tuomilehto5 afirma que «de- bemos recordar que una gran proporción de la humanidad, de todas las razas, es portadora de genes que permiten a la diabe- tes tipo 2 desarrollarse si el entorno y el estilo de vida lo favo- recen. Durante la historia de la Salud Pública, muchos pro- blemas sanitarios y epidemias han sido vencidos actuando a partir de mucha menos evidencia de la que tenemos hoy para prevenir la diabetes tipo 2». Sin embargo, con los medios dis- ponibles en la atención primaria española, ¿qué capacidad de intervención tenemos en la prevención de la diabetes?, ¿qué prioridad le damos? Ya hay evidencia clinicoepidemiológica de que, para evitar que la epidemia de diabetes tipo 2 y sus complicaciones desborden el sistema sanitario, debemos ini- ciar intervenciones desde el campo nutricional y de la activi- dad física. Aunque aún tardaremos en ser capaces de saber si las intervenciones –educativas o farmacológicas– pueden pre- venir realmente el desarrollo de diabetes o simplemente la re- trasan, es posible que, en la práctica, la diferencia no sea tan importante. Bibliografía 1. Mata Cases M, Cos Claramunt X, Pujol Ribera E, Bobé Molina I, Centelles Fernández R, Ortiz López R, et al. ¿Adelantan el diagnós- tico de la diabetes tipo 2 los nuevos criterios de la Asociación Ame- ricana de Diabetes? Aten Primaria. 2001;28:17-22. 2. Llanes de Torres R. Nuevas evidencias en el manejo de la diabetes mellitus tipo 2. Medifam. 2002;12:577-84. 3. Roura Olmeda P, Mata Casés M, Cano Pérez JF. Nuevas perspecti- vas en el tratamiento de la diabetes mellitus. 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