El documento describe las dificultades que enfrentan los estudiantes con TDAH y ofrece consejos para los profesores. Explica que los estudiantes con TDAH a menudo tienen problemas de atención y concentración que afectan su rendimiento académico. Recomienda que los profesores den instrucciones claras, dividan las tareas en pasos pequeños y administren consecuencias inmediatas para los comportamientos. El objetivo es brindar una respuesta educativa que se ajuste a las necesidades de los estudiantes con TDAH.
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Profesores y TDAH comienzo del curso escolar
1. 20/11/2014 Profesores y TDAH: comienzo del curso escolar.
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De cara al comienzo del curso, queremos poner un acento en todos aquellos
profesionales de la educación que este curso que empieza van a encontrarse con
algún alumno con TDAH en sus aulas.
Evidentemente, hay aspectos que son recomendables que el profesor conozca
respecto a los alumnos con TDAH, para que la respuesta educativa que les brinden
sea la más ajustada a las necesidades que presentan y, en la medida de lo posible,
la que menos se aleje del currículum ordinario.
El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno
neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable
transmisión genética que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil,
llegando incluso a la edad adulta en el 60% de los casos. Está caracterizado por una
dificultad de mantener la atención voluntaria frente a actividades, tanto académicas
como cotidianas y unido a la falta de control de impulsos.
Diferentes estudios realizados señalan que entre un 60-80 % de los niños con
hiperactividad presentan problemas académicos importantes. Por ello, se
establecen como imprescindible el conocimiento de estos por parte del
profesorado para hacerles frente de la manera más adecuada posible.
Un grupo de alumnos con TDAH pueden presentar errores en las tareas escolares
debido a su impulsividad, aunque su capacidad intelectual sea adecuada. Esto es
debido, en cierta medida, a la inmadurez que presentan, ya que les afecta en la
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intensidad y duración de su concentración y en la habilidad para mantener la
atención en la tarea que esté realizando.
Por otra parte, podemos encontrar alumnos que sí fallen en sus tareas escolares
porque, de manera generalizada, tienden a concentrar su atención en una porción
de la tarea a realizar, por lo que no prestan la misma atención al conjunto de toda
la tarea dejando partes de esta obviadas. Es lo que les ocurre en ocasiones a los
alumnos con TDAH en los exámenes; centran su atención en unas preguntas
olvidando la realización de otras. Como consecuencia obtiene un bajo resultado
aunque contaban con los conocimientos precisos.
Lo que es importante que señalemos es que por lo general, los alumnos con TDAH
presentan un rendimiento escolar que no es el esperado conforme a su capacidad
intelectual, algo de lo que los profesores suelen `quejarse`.
A continuación vamos a señalar las áreas principales en las que pueden encontrar
dificultades los alumnos con TDAH.
Comprensión y fluidez lectora.
Comprensión lectora deficiente, dificultades en la comprensión de textos largos.
Por la impulsividad y los problemas atencionales suelen omitir palabras o letras,
interpretando mal el contenido de lo que han leído.
Cálculo y matemáticas.
La mayor dificultad radica en el paso del pensamiento concreto al abstracto, ya que
son capaces de realizar cálculos mentales básicos pero, cuando estos se basan en
la memoria o en la automatización de los conceptos, cometen fallos debido a la
falta de atención y concentración. Presentan mayor facilidad cuando se les enseña a
representar gráficamente, ya que con ello mejoran la comprensión y se reduce el
nivel de abstracción.
Escritura.
Por la falta de atención en la regulación de sus movimientos, los alumnos con
TDAH suelen presentar dificultades en la psicomotricidad fina y cuya consecuencia
puede ser que su letra sea desorganizada, demasiado grande o pequeña, etc.
Para dar, como decíamos al comienzo, una respuesta educativa lo mas adaptada a
sus necesidades como sea posible, debemos tener claros cuales son los principios
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de intervención en los que debemos basarnos:
Darles las instrucciones de forma clara, breve y concisa.
División de tareas en pequeños pasos.
Proporcionar, inmediatamente después del comportamiento, tanto las
consecuencias negativas como positivas, para que el alumno relacione el
comportamiento que ha tenido con la consecuencia que ha recibido por él.
Evitar que los refuerzos negativos sean encadenados, de forma que una mala
conducta se produzca durante un castigo.
Diseñar los refuerzos lo más adaptado posible a los gustos del niño, e intentar
modificarlos con frecuencia para mantener el interés.
Intentar, en la medida de lo posible, anticiparnos a los comportamientos de
los niños, intentando recordar periódicamente las normas, sobre todo ante
situaciones en las que sepamos que al niño le va a costar llevar a cabo la
norma establecida.
Veamos ahora una serie de estrategias de intervención que debemos poner en
práctica:
La administración de consecuencias.
Todo comportamiento que presente el alumno con TDAH, ya sea positivo o
negativo, debe tener una consecuencia inmediata, consistente, breve y frecuente.
Es indispensable que la consecuencia sea administrada justo después del
comportamiento, para que el niño relacione la acción que ha llevado a cabo con la
consecuencia.
Los premios serán las consecuencias positivas, y estos dependen en gran medida
del niño, de sus motivaciones, sus gustos, etc. Podremos otorgar juegos,
campeonatos, comentarios de ánimo, recompensas tangibles, etc.
Por su parte, los castigos serán las consecuencias negativas e implican quitar al
niño algo que le agrade o forzarle a hacer algo que no le guste. No debemos perder
de vista que los castigos prolongados en el tiempo pierden su eficacia, por ello se
deben emplear temporalmente. Si el comportamiento que se desea eliminar
perdura en el tiempo, debemos saber que el mejor remedio y consecuencia
negativa es la ignoración. Si por ejemplo el alumno comete comportamientos
disruptivos en el aula como medio para llamar la atención del profesor o de los
compañeros y estos comportamientos no se ven correspondidos, poco a poco irán
desapareciendo puesto que no obtiene ningún reforzador, ni positivo ni negativo
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de ellos.
El coste de respuesta, que también es una consecuencia negativa, suele emplearse
en los programas de economía de fichas y supone la retirada de algún privilegio en
el niño. Por su parte, el tiempo fuera supone sacar al niño de la situación en la que
está llevando a cabo el comportamiento disruptivo. Pero en este caso es necesario
conocer muy bien previamente al niño, puesto que es posible que lo que pretenda
con dicho comportamiento sea salir del aula para evitar una situación determinada
(como la realización de una tarea) y si lo sacamos, lo que estaremos haciendo es
reforzarle puesto que ha conseguido lo que pretendía.
Cuando contamos con un aula de adolescentes hay otro tipo de estrategias que
podemos emplear, como el contrato de contingencias. Este es aconsejable para
niños de 12 ó 13 años y consiste en realizar un contrato escrito en el que el niño se
compromete a realizar determinadas cosas, a evitar ciertos comportamientos, etc.
Para su elaboración ha debido existir una comunicación y un diálogo entre el
adulto y el adolescente, por lo que él está implicado activamente en el proceso de
controlar su conducta.
En ocasiones hemos hablado de la atención estratégica, como forma para
recompensar positiva y negativamente al niño. Consiste en estar pendiente de él,
en prestarle atención cuando lleve a cabo comportamientos que deben ser
valorados y que irán acompañados de refuerzos verbales, palabras de ánimo, etc.
Por su parte, cuando los comportamientos no sean los esperados, se debe producir
una retirada total de atención, y centrarla en alumnos que estén realizando bien la
tarea o que tengan el comportamiento que queremos potenciar en el alumno con
TDAH.
Por último, no debemos olvidar el papel fundamental que desempeñan los
compañeros muchas veces en la modificación conductual dentro del aula. Como
hemos comentado anteriormente, por ejemplo, cuando un niño lleva a cabo
comportamientos disruptivos y pretendemos eliminarlos, la ignoración por parte de
los compañeros, sin que presenten ellos la respuesta que espera el niño que llama
su atención, puede ser muy beneficiosa. En ocasiones los compañeros pueden ser
muy útiles para administrar las recompensas positivas, pero no tanto para las
negativas, que es aconsejable que sean gestionadas por un adulto.
Un sistema que se ha comprobado que obtiene muy buenos resultados el la figura
del `compañero-tutor`. En él, un alumno ejerce el papel de tutor de otro