Este documento presenta un proyecto de formación integral para directores generales y directivos de nivel 2 en centros educativos franciscanos (CEFs). El proyecto busca fortalecer las habilidades humanas y espirituales de los directivos a través de un proceso de 3 años que incluirá contenidos sobre la espiritualidad franciscana y problemas contemporáneos. La metodología incluirá talleres, convivencias y el uso de tecnología, con un enfoque experiencial y comunitario. El proyecto sigue los criterios de sist
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Proyecto de Formación Integral de
Directores Generales y Directivos de Nivel
Proyecto de Formación Integral de Directores Generales y Directivos de Nivel 2
Estado de situación 3
Contenidos 4
Criterios 5
Integridad 5
Sincronicidad 5
Metodología 6
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Proyecto de Formación Integral de Directores Generales y
Directivos de Nivel
Sabemos la importancia de los Directivos en la transformación de la
cultura institucional como también el impacto que su testimonio y formación
ejercen en la conducción de los CEFs.
Los cambios sociales vertiginosos, los paradigmas emergentes y la
complejidad creciente en las dinámicas institucionales ponen en evidencia la
precariedad en la formación inicial como también la experiencia de fragilidad e
impotencia personal para descubrir el sentido en medio de estos cambios.
Hemos realizado ricas experiencias aisladas en cada CEF y en los
encuentros anuales pero es necesario encontrar caminos estratégicos más
eficaces conscientes que lo contrario de la formación no es simplemente la falta
de ayuda o pérdida de la oportunidad sino el proceso opuesto de la deformación.
Y de ese modo dejar librado a criterios perceptivos interpretativos muy
subjetivos la dirección de los niveles de las instituciones.
La auténtica formación es un proceso transformador.
Solo un gran ideal puede hacer esto y sólo en la dinámica de la educación
permanente. Y sobre todo sólo a través de la obra del Espíritu Santo.
La formación permanente constituye el horizonte de sentido de la
formación espiritual.
“La formación permanente puede entenderse como la disponibilidad
constante a aprender que se expresa en una serie de actividades ordinarias y luego
también extraordinarias de vigilancia y discernimiento, de estudio y apostolado, de
verificación personal y comunitaria que ayudan a madurar en la identidad creyente
y en la fidelidad creativa a la propia vocación en las diversas circunstancias y fases
de la vida. Hasta el último día.”1
1
L a celebración del año sacerdotal como oportunidad de formación misionera
http://www.vicariadepastoral.org.mx/decanos/2009/hojas/octubre_formacion_misionera.htm
(Fecha de última consulta 08/09/2017)
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Implica determinados factores
● el compromiso pleno, activo y responsable de la persona protagonista del
proceso educativo.
● una actitud positiva ante la realidad: de reconciliación y agradecimiento
hacia la propia historia y de confianza en los demás.
● la libertad interior y el deseo inteligente de dejarse instruir por cualquier
fragmento de bien verdad y belleza en torno a uno, gozando de ello.
● la capacidad de relación con la alteridad.
Estas actitudes ponen al sujeto en condiciones de aprender a aprender,
un estado interior constante de libertad para aprender en la vida y de la vida,
una libertad que se deje tocar por el Amor de Dios y de ese modo de formarse
para amar a su modo.
Estado de situación
Los D.G. son personas comprometidas con el proyecto provincial para
los CEFs. La mayoría de ellos han aquilatado expertez en muchas dimensiones
de su rol profesional pero con desniveles en su crecimiento humano y espiritual.
Los consejos directivos presentan una conformación dispar por su
formación humana espiritual y profesional y por su antigüedad en la docencia y
en los CEFs.
Aparece como rasgo común a muchos de ellos ciertas características de
aplanamiento, inercia, rutinización en su experiencia de fe.
Y un conocimiento de la espiritualidad franciscana, banalizada.
En algunos casos la experiencia de Dios atraviesa la vida y la profesión.
El itinerario formativo planteado como perfil interpela a todos los
actores institucionales y en particular a los directivos en su testimonio y modo
de gestión.
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Desde hace varios años los directivos generales y los miembros de los CD
han manifestado la necesidad e interés en la formación en espiritualidad
franciscana.
Todas las diferentes experiencias desarrolladas en cada CEF como en los
encuentros anuales nos revelan aspectos a enfatizar desde los contenidos y lo
metodológico.
La disposición de herramientas tecnológicas y el aprendizaje logrado
sobre su uso facilitan el compartir experiencias, multiplicando el alcance de las
acciones y ahorrando tiempos y esfuerzos.
Se cuenta con personas preparadas y motivadas para colaborar en la
formación. La división de los CEFs en dos regiones puede facilitar la operatoria
del proyecto cuidando siempre la unidad de criterios.
Contenidos
El proceso recorrerá el itinerario formativo del perfil intentando la
interiorización de cada experiencia.
El eje articulador que dará dirección y unidad al proyecto serán las
claves antropológicas – teológicas que señala el perfil. (Se habló en su momento
sobre esta posibilidad con Fray Sergio Carballo y Fray Miguel Angel).
El itinerario formativo del perfil es un camino a transitar por todos los
actores institucionales.
Cada una de las experiencias (de Dios, fraternidad, minoridad,
contemplación irradiación testimonial de cómo tendrán a su vez una traducción
a nivel de vida personal al estilo de gestión y al proyecto pedagógico.
Se piensa en un proceso espiralado de complejidad creciente en dos
etapas uno podríamos llamar de equipamiento o “puesta en pie” y otra de
puesta en marcha.
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Será un proceso a tres años con carácter obligatorio y con evaluación
final. Supone también un acompañamiento que permitirá ponderar acciones y
hacer ajustes.
Se incluirán como área de contenidos problemas contemporáneos de la
cultura desde un abordaje multidisciplinario.
Criterios
Sistematicidad: organizada en un sistema lógico y coherente.
Es preciso evitar la dispersión, la fragmentación y lo espasmódico. El
desafío es la articulación. Esto supone coordinación planificación, seguimiento
y evaluación de procesos y logros.
Integridad
El proyecto de formación espiritual implica la vida, la persona entera y a
su relación con el contexto comunitario.
Se apunta a “tocar” el corazón entendido como centro unificador de la
persona. Si solo la mente “ve” seguiremos siendo ciegos espiritualmente. Esto
requiere también un abordaje liberador de la sensibilidad, ya que no tenerla en
cuenta en la formación obstaculiza el proceso formativo.
Sincronicidad
Las claves antropológicas – teológicas serán los ejes que articularán las
diferentes miradas e intervenciones.
Esta “insistencia” dilatará las posibilidades de logro y también permitirá
con correlación y coherencia articular los diferentes ritmos del proceso
formativo.
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Metodología
Es la vida cotidiana el lugar privilegiado de la formación. Sobre todo la
vida en común.
Se trabajará en y desde la experiencia para la elaboración de un
conocimiento al servicio de la vida, de talante sapiencial.
Las estrategias metodológicas serán diversas (talleres, foros,
convivencias, etc.) y cuentan además con los dispositivos digitales para su
despliegue.
Las vías apuntarán a desarrollar el gusto por el silencio, la reflexión el
estudio y también el compartir con otros y celebrar y el servir.