Los macrólidos son antibióticos descubiertos en 1952 que inhiben la síntesis de proteínas bacterianas de forma reversible. La eritromicina, claritromicina y azitromicina son macrólidos que tienen actividad frente a bacterias gramnegativas y positivas, así como Rickettsia y Helicobacter pylori. Presentan buena biodisponibilidad y distribución en los tejidos, donde se usan para tratar infecciones respiratorias, de piel y partes blandas, y son útiles para erradicar H. pylori. Los efectos