Este poema es una oda al Peñoñ del Pez, una montaña en España. El poema describe la montaña como un lugar oculto y misterioso que observa a la gente desde la distancia. Aunque la arqueología no ha descubierto mucho sobre su pasado, la montaña guarda vestigios del pasado que muestran la vida de los antiguos habitantes de la zona. La montaña también representa la dura vida de los campesinos que trabajaban la tierra en sus laderas y la lucha contra la erosión. A pesar de ser un lugar ajeno
1. Rezo al Peñoñ del Pez
Como vértice de ojeadas distraídas
ocultas tu ausencia, decorando la intimidad
andariega del que con su mirada
surca y vuela a tu vera.
Cediendo ante incesante presencia
su simpatía más risueña:
por inmenso, alégrese la infinidad.
De qué te quiero…, si es por codicia
divisa e insignia de tus pueblos.
Con alias manchado por el tiempo
entre escollos, peñascos y peñas
vuelcas ladero tus melenas
morenas, oscuras y trigueñas;
concediendo castro un modesto reino
de frutos aliñados de verdeo,
sino para quienes se ganaban los garbanzos:
rubios, finos y tiernos
debajo del trillo y el aviento;
triunfo ahogado de seda, perpetuo haz de deseo.
La arqueología aún no ha sabido
diseminar tu papel verdadero,
analogía de memorias en sendero,
esquilmado sin presentimiento,
donde abunda la roca y escasea el terreno.
Son tus vestigios impresiones de otros duelos,
grabados en láminas y pliegos
que oretanos y reconquistadores perdieron.
No las subsistencias fatigosas removidas
en virtud de construcciones vigorosas
para bastimento del coraje labriego.
De qué te quiero…, si museo me enseñas
los bancales, zahúrdas y muros viejos.
Para ganarle superficie al suelo
por las vetas de tierra carpanta,
momento de viraje
de mulos con collera
vencedores de la rivalidad con el cielo.
Acoplando ripios en seco
sin argamasa y vanos pellejos,
antes y después de despertares inciertos
cimentados entre tormentas
con dolor y sudor, sin orgullo ni espejos.
2. Y es la escorrentía de agua agarrada
a la cuesta de tu vertiente,
por las que el patrio campesino
intervenía prior a la simiente.
Tapando barrancos con hoyas
que ocultaba la conquista insuficiente.
Y de ahí surgían cercados y portales
combatiendo la erosión ilustre
amenazante del uso de eras y erales.
Solo cuando conquisto tu cima,
la cúpula que yo siempre oteo
pisoteo ajeno otras épocas
sin entradas ni billetes.
Distingo cuál es ahora tu perfecto
inventario de lontananzas y estaciones.
Vistas por los recientes del lugar
con parsimonia pose serena.
Apoyadosen algún lugar sobre el soplo del aire
atisban nubes…, con ellas o sin ellas,
embalses, castillos y paisajes.
Y como todo en esta hipócrita vida
entre la umbría y la calidez del ajarafe…,
…entre el silencio y el estrépito…,
…entre la serranía y la dehesa…,
…entre el águila real y el meloncillo español…,
…entre la encina y el enebro…,
y hasta entre la lucidez y el ofuscamiento…,
existe una brecha para escapar de la horca,
un desfiladero,
fugándose hasta la evidencia
que permite despertar el secreto
de tus lagunas, de tu nombre y tu misterio.
De qué te quiero…
Lunes, 14 de agosto de 2017
Félix Sánchez
Un ciudadano más.