El documento discute la soberanía alimentaria como un derecho y desafío, citando la definición de seguridad alimentaria acordada en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996. Carlos Gustavo Cano argumenta que es importante crear un mercado de tierras que permita a los jóvenes y personas con vocación agraria acceder a la tierra, así como romper la exclusión financiera en las zonas rurales para impulsar la agricultura, la ciencia y la tecnología en el sector.