La expansión islámica comenzó tras la muerte de Mahoma, cuando los cuatro califas que le sucedieron extendieron el Islam más allá de la península arábiga. Los califatos ortodoxo, omeya y abasí continuaron la expansión a través de la organización militar, el deseo de propagar su fe y la debilidad de sus adversarios, llegando a controlar un imperio que se extendía desde la península ibérica hasta el valle del Indo. Sin embargo, las luchas internas debilitaron los califatos