El califato se expandió rápidamente bajo el liderazgo de los primeros califas, conquistando el imperio persa, provincias del imperio bizantino, y el norte de África. Sin embargo, las luchas internas y las rivalidades debilitaron el imperio. El islam se dividió en las ramas suní y chií. Aunque los califatos perdieron poder político con el tiempo, el islam continuó expandiéndose a través de Asia Central, el norte de África y partes de la India y China.