Tomás de Aquino argumenta que, además de la filosofía, es necesaria una ciencia divina basada en la revelación. Esto se debe a que Dios, como fin último del hombre, excede la comprensión humana. La revelación divina es necesaria para que el hombre conozca lo que no puede alcanzar con su razón y para que la verdad de Dios sea conocida por todos de forma más fácil y segura para la salvación.