La tos ferina se diagnostica clínicamente por tos de más de 2 semanas con paroxismos, estridor o vómito posterior. El diagnóstico microbiológico implica el aislamiento de Bordetella pertussis o una PCR positiva a partir de una muestra nasofaríngea. El tratamiento incluye antibióticos macrólidos como eritromicina o claritromicina durante 14 días, así como hospitalización para lactantes menores de 6 meses, con comorbilidades o crisis moderadas o severas.