1) El autor recuerda sus primeros años de vida en Santa Fe y Rosario en la década de 1950, época de turbulencias políticas en Argentina tras el derrocamiento de Perón.
2) Una de sus primeras memorias de Rosario data de septiembre de 1955 cuando su familia se refugió en un cine durante enfrentamientos callejeros y al salir vio las secuelas de la violencia.
3) También evoca recuerdos de su niñez en Santa Fe como jugar con amigos gitanos, carnavales barriales y viajes fam
EL LIBRO LA HORA ROSA LA HORA AZUL FUE ESCRITO POR JUAN CARLOS LAVARELLO EN 1987.
¿QUIERES CONOCER MAS SOBRE EL ESCRITOR.?
http://etnilumidad2.ning.com/group/pentagramaliterarioporjuancarloslavarello
ETNILUMIDAD INTERNACIONAL S.A.
www.redetnilumidad.com
Fiestas de La Paloma, San Cayetano y San Lorenzo 2017Fiestas de Madrid
fiestas del distrito centro de Madrid 2017
del 2 al 15 de agosto de 2017
Fiestas de San Cayetano en Cascorro
Fiestas de San Lorenzo en Lavapiés
Fiestas de La Virgen de la Paloma en La Latina
EL LIBRO LA HORA ROSA LA HORA AZUL FUE ESCRITO POR JUAN CARLOS LAVARELLO EN 1987.
¿QUIERES CONOCER MAS SOBRE EL ESCRITOR.?
http://etnilumidad2.ning.com/group/pentagramaliterarioporjuancarloslavarello
ETNILUMIDAD INTERNACIONAL S.A.
www.redetnilumidad.com
Fiestas de La Paloma, San Cayetano y San Lorenzo 2017Fiestas de Madrid
fiestas del distrito centro de Madrid 2017
del 2 al 15 de agosto de 2017
Fiestas de San Cayetano en Cascorro
Fiestas de San Lorenzo en Lavapiés
Fiestas de La Virgen de la Paloma en La Latina
Publicado por Barra Libro Editores en la compilación Desarraigo obligado y permanencia triste, coordinada por el periodista venezolano Gustavo Oliveros, la autora relata su experiencia migratoria. Esperanza Hermida es una curtida defensora de derechos laborales en Venezuela y antes de salir de su país estuvo documentando violaciones masivas a los derechos humanos, desde su posición como coordinadora de exigibilidad en una prestigiosa organización que aborda el tema.
El texto expone, desde una perspectiva autobiográfica, el retorno de la descendencia venezolana a Galicia, en el marco de la diáspora generada a principios del siglo XXI como fenómeno inédito de movilidad humana en Latinoamérica. Recorriendo sus caminos personales la autora va llevando al lector hacia el descubrimiento de un parentesco desconocido, lleno de sorpresas y con huellas de abandono paternal. Sin embargo el reencuentro y el amor hacen su obra restableciendo vasos comunicantes que se estaban deteriorados por el tiempo y es el activismo de la autora, su aparición en los medios en los medios de comunicación y su visibilidad pública en un momento determinado, los que hacen posible que su padre gallego la encuentre después de muchos años y que le busque para reconocerse. Sin duda, el viaje a Galicia que años después realiza la protagonista, le interna en esa cultura de gaitas y filloas, caldo y clima templado, muy diferentes a la idiosincrasia caraqueña de donde ella viene. En síntesis un paisaje de la vida en migración.
Finalistas convocatoria a los reconocimientos de periodismo cultural "Distintas maneras de narrar el carnaval de Negros y Blancos". Mejor crónica escrita.
Similar a Viñetas argentinas primeros recuerdos (20)
1. VIÑETAS ARGENTINAS-PRIMEROS RECUERDOS
Nacido en Santa Fe capital en el ´51, ya en el ´55 estábamos en Rosario. A raíz de esta fecha emblemática y
fatídica de la Argentina-figura en mi calendario infantil en medio de una importante mudanza-no puedo de dejar
de mencionar nuestro vínculo familiar con ella, además de ser uno de los primeros recuerdos rosarinos. Aquellas
turbulencias golpistas y finales contra el gobierno de Perón, nos tocó vivirlas junto a mis viejos y mi hermana
Nora (igualito que Borges ¡vió!), ya instalados en calle Alem, entre San Juan y San luis. Recuerdo
fotográficamente, como suele ser a veces la memoria más lejana, fragmentos de algunos acontecimientos
rosarinos de aquel setiembre del ¨55. Nuestro setiembre fue muy particular. Una de esas tardes, de fin de semana,
nos habíamos “internado” con toda la familia en el cine Bristol. Gran parte de nuestra infancia y vida, fue
incansablemente cinéfila. Fuimos a la matinée, mi hermana tenía ocho años y yo menos de cinco. Al salir, en
plena tarde, no se veía un alma por las calles. Había habido enfrentamientos feroces en el centro entre la policía
brava y unas poderosas columnas de la zona sur, que manifestaban en defensa de Perón. Absortos por las películas
y el sonido atrapante del cine, estábamos en otro mundo sin poder escuchar ningún clamor popular. ¿Un signo?
No creo. Nos indicaron en el cine que nos fuéramos rápido, en fila india y contra la pared. Tengo grabada la
imagen, confirmada por el anecdotario familiar, de un zapato de mujer abandonado en la calle, en la esquina
desierta de Laprida y San Juan, uno de los escenarios de las peleas callejeras. También recuerdo a una vecina de
calle San Juan casi Alem asomada sigilosa a la puerta de su casa y que al vernos pasar nos recriminó-a mis
viejos-“¡ustedes están completamente locos!” De Santa fe, los primeros recuerdos son de unos gitanos vecinos y
su hijita y amiga mía, Mimí, a su tía corriéndonos de un pozo peligroso con la escoba, alguna fiesta de
cumpleaños, foto incluida, con toda la gitanada, el gallinero y quinta de mi viejo que estaba en el fondo, los
carnavales barriales y yo disfrazado humildemente de diarero con un bigote pintado al corcho quemado, las calles
de tierra y el festival de barro en nuestras correrías los días de lluvia y más vagamente, los oscurecimientos de
entrenamiento civil organizados por el gobierno en todo el territorio nacional y que no dejaban de ser una
aventura para todos los pibes de la “cuadra”. Vivíamos cerca del Puente Negro. El viejo se estaba recibiendo de
Ingeniero Químico y por su especialidad supo ser empleado del, por aquellos entonces, riguroso Instituto
Bromatológico de Santa Fe. Por años la Coca Cola no pudo entrar en la provincia, la única del país, por la
negativa de los fabricantes de la gaseosa de dar a conocer la fórmula al organismo de control. ¡Altri tempi! Así
que nuestras visitas a la abuela porteña, tenían el grato complemento y la ansiosa expectativa de poder ir a
tomarnos unas cocas y también unos Ice Cream-al poco tiempo llegaron a Rosario, a la Granja Royal de calle San
Martin-, ¡delicias de la infancia! Recuerdo también algún invierno santafesino en convalecencia y dudoso reposo
de alguna eruptiva, fabricando un largísimo tren por toda la casa con las muestras gratis de remedios de mi viejo,
que también fue visitador médico. Teníamos parientes en Santa Fe, Victoria y Paraná que visitábamos para
algunas fiestas de fin de año y el verano. En Santa fe nos solíamos reunir con una multitud de primos a comer
tallarines. Los desplazamientos por la ciudad los hacíamos en el único vehículo de la familia, la gloriosa
“Estanciera” del tío Rubén. Viajábamos desde Rosario en tren, en vísperas de Navidad, justo con todo el mundo.
Era un viaje largísimo, a veces duraba unas cuatro horas, iba lleno de gente con chicos, bolsos y comida. Cada
tanto paraba por agua y la gente bajaba en masa en aquellas estaciones con pocos servicios. Para conseguir algo
fresco para tomar, había que acercarse más a los caseríos. Recuerdo un muchacho colorado venir corriendo con
dos Crush en la mano. El tren había arrancado y estaba tomando velocidad, así que el tardío pasajero ya venía
corriendo a campo traviesa. La gente lo alentaba desde las ventanillas. De pronto ¡desapareció! Se ve que pisó un
pozo y se lo tragó la tierra. Todo el tren observaba angustiado, hasta que a lo lejos vimos aparecer una cabecita
colorada por encima de los yuyales. No hubo caso, el tren, ya con nuevos bríos, estaba en plena e indetenible
carrera hacia Santa Fe. Ya acercándonos a la capital el tren pasaba por el puente sobre el río Salado, el
mundialmente famoso “Tire dié”. Bandadas de pibes descalzos y con pantaloncitos cortos, muy chicos algunos,
corrían por la baranda metálica al lado del tren en marcha. “¡Tire dié! ¡Tire dié!” era el humilde reclamo. Diez
guitas. Ha pasado mucha agua bajo el puente del dinero y su valor en la Argentina, con infinidad de “nuevas”
monedas y devaluaciones. Pero me animo a decir que aquellas diez guitas tendrían el mismo valor aproximado
que las de hoy. Aunque también, se compraban otras cosas. El cineasta santafesino Fernando Birri, en el `58,
inmortalizó esta secuencia de la vida pobre y busca de muchos sabaleros y la supo hacer recorrer el mundo, en su
obra elemental para la cinematografía argentina, precisamente “Tire dié”. Cuando ya habían juntado algo o se
aproximaba el fin del puente, algunos de los pibes se zambullían de las alturas al río. ¡Era un verdadero
espectáculo de destreza y temeridad de unos niñitos muy chiquitos! De regreso a Rosario y de arranque, el tren iba
más despacio y era más eficaz la manga. Mi mirada infantil, que cada vez se sorprendía y entusiasmaba
nuevamente, no dejaba de tener un poco de envidia, en principio por el “juego”, pero sobre todo por ¡el asfixiante
calor santafesino, insoportable al extremo! ¡ÉXITOS PARA TODOS Y ADELANTE CON LOS FAROLES!