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Economia para todos 
Xavier Puig i Gemma Cid, professors de la Universitat Pompeu Fabra
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Rodeados de economía 
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¿De dónde sale el dinero para pagar la escuela, el médico, la policía…? 
Una parte muy importante – seguramente la más importante - de los servicios que recibimos las personas en nuestra llamada “sociedad del bienestar” no tenemos que pagarlos directamente, aparentemente son gratuitos. 
Solemos dar poca importancia a cosas tales como: 
- Ir a un pueblo alejado de nuestra casa y que exista una carretera asfaltada 
- Que los semáforos de la ciudad funcionen día y noche 
- Cuando alguien se jubila siga cobrando el resto de su vida sin trabajar 
- Cuando alguien tiene un accidente de circulación aparecen en pocos minutos ambulancias, médicos, policías, etc. 
- Que al declararse un incendio, los bomberos acudan en seguida con grandes camiones y helicópteros. 
- Ir a un hospital de la Seguridad Social y que nos atiendan sin pagar 
Es tan cotidiano que quizás hemos olvidado que estos logros no los disfrutaban las personas que vivieron en generaciones anteriores. Estos grandes beneficio sociales como el de tener una sanidad y educación gratuita para todos, es lo que da nombre al llamado “Estado del bienestar”. Nunca antes las personas habían vivido con un grado tan alto de prestaciones del Estado gratuitas que les aseguran un bienestar mínimo. 
Sin embargo nada es gratis. El Estado debe pagar todos esos servicios públicos. Los médicos, los profesores, los bomberos, los policías, etc., cobran un salario cada mes. El alumbrado de las calles, el asfalto de las carreteras, los helicópteros de los bomberos, etc. Tampoco son gratis. ¿Quién paga todo ello? ¿Y con qué dinero? 
Los grandes estados modernos, como España o la mayoría de los estados de la Unión Europea, en la actualidad son las organizaciones que más trabajadores tienen en un país, las que más gastan, las que más invierten, las que más ingresan. Sus presupuestos son mayores que los de las mayores empresas de sus países respectivos. Los Estados tienen un tamaño enorme cuya gestión es un factor clave de éxito en una sociedad moderna. 
Sus ingresos provienen de la recaudación de impuestos, de diversos impuestos, y si no llegan con ellos a cubrir los gastos enormes del Estado en sanidad, educación, seguridad, etc., entonces tienen que pedir dinero prestado - la famosa Deuda Pública – a personas del país o de otros países.
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Rodeados de economía 
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“Facebook” no existía hace unos años, ahora vale miles de millones… ¿Por qué? 
El espíritu emprendedor de las personas es un motor económico de desarrollo muy importante en una sociedad, quizás el más importante. Algunas personas con este espíritu son capaces de generar riqueza colectiva creando empresas. 
Generar riqueza, en cuanto a crear empresas que sean capaces por ejemplo de: 
- Ofrecer puestos de trabajo a otras personas, 
- Realizar actividades e inversiones que den ocupación a otras personas y otras empresas, 
- Vender productos o servicios que satisfagan necesidades de personas o empresas, 
- Generar beneficios que puedan destinarse a más gasto o inversión en la misma empresa o a repartir dividendos para pagar a las personas que tomaron el riesgo de crearla. 
Una empresa produce un efecto multiplicador. 
Primer nivel: La empresa 
Segundo nivel: Todas las personas relacionadas directamente con la empresa: trabajadores, accionistas, proveedores y profesionales que le suministran servicios 
Tercer nivel: Todas las personas que consiguen trabajo indirectamente gracias a la existencia de esa empresa: trabajadores, profesionales y empresas que suministran productos o servicios a los trabajadores, accionistas, proveedores y profesionales del segundo nivel 
Cuarto nivel:…..Y así sucesivamente 
En todos los niveles hay personas y por tanto familias que cobran dinero, lo que les permitirá pagar impuestos a todos ellos, ya sea directamente – como el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) – o indirectamente – como pagar el IVA de las compras de productos y servicios que consuman. La misma empresa dedicará una parte de los beneficios a pagar impuestos, el impuesto de sociedades. 
El Estado sólo recauda impuestos si las personas y las empresas pueden pagarlos. Si una persona no tiene trabajo o no compra nada no podrá pagar impuestos, del mismo modo si una empresa no tiene beneficios tampoco podrá pagar impuestos sobre esos beneficios. 
Los impuestos sólo provienen de las personas que trabajan y consumen, y de las empresas que obtienen beneficios. Las personas tienen trabajo y pueden consumir si existen empresas viables que puedan ofrecérselo. Son las empresas viables y las personas que trabajan las que permiten sufragar los enormes gastos sociales del “Estado del bienestar”.
Sin embargo tener una idea brillante de negocio no es suficiente - ni tan siquiera a veces relevante - para crear una empresa de éxito que genere muchos puestos de trabajo y que sea capaz de obtener beneficios. 
Existen muchos ejemplos de ideas que hace sólo unos años imaginó una persona y hoy día se han convertido en empresas que dan trabajo a mucha gente en todo el mundo y que valen mucho dinero (Apple, Microsoft, Inditex, Mango, etc.). Los emprendedores, son personas que intentan transformar ideas en empresas rentables. Pero es muy difícil conseguirlo, muchos tienen ideas de posibles negocios y desarrollan sus proyectos, asumen riesgos y sólo “algunas” veces, muy pocas, tienen éxito y sus ideas se materializan en una empresa viable. Una empresa que puede llegar incluso a convertirse en una gran compañía con presencia en diversos países del mundo. 
El proceso puede parecer sencillo: Tener una idea, invertir, buscar financiación y controlar las áreas más importantes de la empresa, producción, marketing, recursos humanos y finanzas. Pero en realidad es muy complicado. Es como pintar un cuadro. El proceso es fácil: Buscar un lienzo, seleccionar colores, mezclarlos y plasmarlos en la tela:¡¡ FÁCIL!!... Picasso no hizo más que eso… hasta podríamos conseguir a alguien que copiara un cuadro suyo a la perfección,… pero no sería Picasso. Su mérito no sólo fue pintar como lo hizo – y que un copista puede replicar - , su gran mérito fue la valentía con que rompió con los esquemas de su época, innovando, arriesgándose y luchando con entusiasmo por conseguir el reconocimiento del mercado artístico.
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Rodeados de economía 
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Si quiero comprarme una moto… ¿Quién me presta el dinero? 
Tanto los estados como las familias como las empresas, en algún momento pueden necesitar dinero, que no tiene, para acometer inversiones importantes o poder sufragar gastos ineludibles. 
Cuando un país tiene que construir un hospital, una autovía, una línea de alta velocidad ferroviaria, y un puerto en un mismo año, es difícil que pueda pagar todo lo que cuestan esas inversiones ese mismo año. De hecho, el hospital, la carretera, la línea de tren y el puerto no se utilizarán sólo ese año sino que en el futuro muchas personas, incluso las que todavía no han nacido, disfrutarán de esas infraestructuras. No parece descabellado, pues, que el Estado se endeude para poder hacer frente a esas inversiones y vaya devolviendo ese préstamo poco a poco en el futuro con los impuestos pagados por los ciudadanos que las utilizarán en los años venideros. 
Una empresa o una familia también hacen cosas similares. La gran inversión financiera de una familia suele ser la compra de una vivienda. Difícilmente una familia dispone de dinero ahorrado para pagar esa casa, una casa que utilizará durante muchos años en el futuro. Parece lógico también que se endeude para adquirirla y la vaya pagando poco a poco con sus ingresos futuros. 
En definitiva el endeudamiento no es malo o bueno, simplemente es necesario para afrontar inversiones importante para el futuro de las personas, empresas o estados. 
¿Cuándo es peligroso endeudarse y cuándo no lo es? ¿Quién me presta el dinero y cuánto cuesta? ¿Qué análisis debo hacer para no sobre-endeudarme? 
Estas son las grandes preguntas a la hora de buscar financiación para nuestros proyectos personales, familiares, empresariales o estatales. 
Si quiero comprar una moto a ¿quién le pido el dinero? 
Hace muchos siglos las pocas personas que necesitaban dinero – con posibilidad de devolverlo - se lo pedían a las pocas que tenían dinero sobrante; en ambos casos eran relativamente pocas personas (la nobleza, algunos comerciantes…y pocos más) y se empezó a crear un “mercado de dinero” incipiente, es decir, un lugar físico – una lonja – donde se encontraban cada día unos y otros y realizaban contratos de préstamos de dinero entre ellos. 
En la actualidad, las personas que necesitan dinero – con garantías de que lo podrán devolver – somos casi toda la población y las personas que tienen dinero sobrante en algún momento (…a principio de mes cuando cobramos el sueldo) también somos casi todos. Pero hoy sería difícil que “todos” nos encontráramos en una lonja a principios de mes, por ejemplo, para prestarnos el dinero entre nosotros, pactando plazos (a 1 día, a una semana, a un año, a tres años, etc.) y tipos de interés (al 5%, al 6%, al 10% anual,
etc.). 
Como en la actualidad se ha complicado tanto, por el hecho de que es difícil encontrarnos todos en un solo lugar, han aparecido los intermediario financieros (entidades bancarias) con multitud de oficinas que facilitan este encuentro entre gente que tiene dinero sobrante y gente que necesita dinero. 
Esos bancos sólo hacen eso: actuar como intermediarios. Nos compran el dinero a través de cuentas corrientes, depósitos, etc. lo más barato que pueden y nos venden dinero lo más caro que pueden a través de créditos, préstamos, etc. 
Lo más normal es que para poder pagar la moto acudamos a un banco y pidamos un “préstamo”. El dinero que nos dejarán no lo crea el banco si no que es dinero ahorrado por otros. 
Los ahorradores recibirán un interés del banco por sus cuentas corrientes o depósitos (por ejemplo un 2%) y el banco nos concederá un préstamo a un interés mayor (por ejemplo un 7%). Con ese 5% de diferencia (margen) el banco pagará los sueldos de sus empleados, los alquileres de las oficinas, la electricidad, los ordenadores, etc. y obtendrá también un beneficio.
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De la tribu autosuficiente a la compleja sociedad actual 
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Economía autosuficiente y primeros intercambios 
¿Cómo empezó todo? 
La primera organización humana fue una tribu nómada que buscaba su sustento moviéndose de un lugar a otro, allá donde encontraban comida y protección suficientes. 
En algún momento - hace aproximadamente unos 8.000 a 10.000 años - esa tribu nómada abandona una vida basada en la mera recolección de frutos silvestres, en la caza y en la pesca de animales y descubre la agricultura. 
La agricultura fue una innovación clave para el desarrollo de la humanidad. 
La aparición de la agricultura implicó que la tribu se tuvo que asentar en un lugar fijo para cuidar sus cultivos. Deja de ser “nómada” para tener una vivienda estable. Ello conlleva la necesidad de construir casas, fabricar utensilios para trabajar la tierra o para cocinar y conservar la comida, domesticar animales e iniciar el pastoreo, confeccionar prendas de vestir, etc. 
En definitiva, esa actividad agrícola propició otras actividades económicas basadas en un comercio sustentado por el trueque de la cosecha sobrante por otros productos necesarios para la tribu: otros productos agrícolas, sal, utensilios de cerámica, animales, etc. 
Durante muchos años las tribus, ya asentadas (sedentarias), basaron su economía en el “trueque”, intercambiándose productos sobrantes por otros que no tenían. Ese fue el principio del “comercio”. 
Hace entre 4.000 y 5.000 años la tecnología incipiente creó maquinarias más sofisticadas y apareció la “rueda”, que inicialmente se utilizó como rueda de alfarero, para fabricar vasijas y otros utensilios de cerámica, pero luego se utilizó para facilitar el transporte de personas y mercancías, lo que hizo que el comercio se ampliara en cantidad y en espacio. 
Ese incremento de intercambios económicos y el aumento de población producida por la abundante comida aportada por las cosechas y el pastoreo de animales, favoreció la aparición de grandes aglomeraciones de personas en pueblos y ciudades. Empezaron a forjarse las primeras grandes civilizaciones como Mesopotamia, Egipto, China y la India, que comenzaron a utilizar “unidades de cambio” (dinero) para facilitar un intercambio a mayor escala que el trueque ya no permitía. 
Es precisamente en Mesopotamia, en la ciudad de Ur, donde aparecen las primeras inscripciones sobre transacciones y registros contables en unas tablillas de arcilla que los antiguos “sumerios” utilizaban como nosotros podemos utilizar libros.
La aparición de los metales (en especial el hierro) aceleró el desarrollo de las herramientas y por tanto de la producción agrícola, la construcción de casas, graneros, murallas de defensa, muebles, telas; también mejoró los sistemas de transporte como los carruajes y los barcos, lo que desarrolló enormemente la capacidad de comerciar con más cantidad de productos y poder hacerlo más lejos y con diferentes poblaciones. 
Los intercambios se multiplicaron y las sociedades crecieron. Empezaron a aparecer los grandes imperios: Persia, Grecia, Roma… 
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De la tribu autosuficiente a la compleja sociedad actual 
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La aparición del “Estado” y la recaudación de impuestos 
Grecia y sobre todo Roma iniciaron el despegue económico de la humanidad, creando una sociedad compleja con grandes similitudes con la actual. Se inició el concepto de ”Estado”, con poder centralizado, con instituciones militares organizadas, instituciones jurídicas, servicios públicos, recaudación de impuestos, es decir con una maquinaria administrativa compleja. 
La economía romana se centraba en la agricultura, la cría de ganado y el comercio, pero a su alrededor se desarrollaron múltiples actividades económicas por parte de sus ciudadanos, ya fueran libres o esclavos. Estas actividades se fueron especializando y se crearon oficios tales como: Carpinteros, panaderos, carniceros, zapateros, herreros, tintoreros, plateros, maestros, prestamistas, arquitectos, etc. 
El Estado realizaba obras públicas que necesitaban especialistas: albañiles, canteros, transportistas, fontaneros, ingenieros, etc. Asimismo, el Estado mantenía servicios públicos tan importantes como el abastecimiento de agua, el circo o los baños públicos. Sin embargo la mayor parte de dinero público del Estado se dedicaba a gastos militares. Este dinero público provenía de multitud de impuestos que el Estado recaudaba entre sus ciudadanos y especialmente de las provincias fuera de la península itálica (la actual Italia) 
El “Derecho romano”, que es la base de nuestras leyes actuales, aportó seguridad jurídica, elemento básico para el desarrollo de las actividades comerciales. 
La expansión de Roma se ve acompañada por la necesidad de utilizar un sistema monetario. El uso del dinero representado por monedas de oro, plata, cobre y bronce con relaciones fijas entre ellas, facilitó los intercambios, abandonando en gran medida el trueque. 
Los gastos militares iban en aumento. Los impuestos no podían cubrirlos y Roma invadía nuevos territorios que con sus riquezas sufragaban el gran consumo de recursos que implicaba mantener su gran ejército: salario de los soldados, alimentos, armas, calzado, ropa, etc. 
Cuando Roma se dedicó a defender sus fronteras sin expandirse más, empezó un proceso de decadencia que acabó con su imperio. Los gastos fueron creciendo y se subieron los impuestos, pero éstos no cubrían el presupuesto del Estado, con lo que los gobiernos sucesivos a partir de inicios del siglo III empezaron a “devaluar” la moneda ¿Cómo?.... Lo que se hacía era malear el metal noble (oro y plata) mezclándolo con proporciones cada vez mayores de otros menos valiosos (cobre y bronce). Es decir, con la misma cantidad de oro (el áureo) que antes acuñaban una sola moneda de oro, hacían varias aparentemente iguales que las anteriores pero que contenían menos oro y más cobre o bronce. De una libra de peso de oro se hacían unos poco “áureos”, pero al cabo de los años, a principios del siglo III se llegaron a acuñar 50 monedas con esa misma libra de oro, después desapareció de la circulación. Lo mismo
hicieron con las monedas de plata (el denario), al principio el “denario” contenía el 95% de plata y el resto de bronce y a principios del siglo III llegó a contener sólo el 50 % de plata, al final de sus días no era más que una moneda de bronce bañada en una fina capa de plata.. 
Empezó a conocerse lo que era la inflación. 
Al Estado romano, absorbido por sus gastos básicamente militares y de obras públicas suntuosas, se le hizo casi imposible recaudar fondos suficientes para mantener esa maquinaria enorme de gasto y endeudamiento en la que se había convertido. 
La primera gran crisis había empezado: 
Crisis fiscal: Los gastos públicos superaban de forma abultada los ingresos de un estado burocratizado y alejado de las necesidades reales de sus ciudadanos 
Crisis monetaria: Las devaluaciones de las monedas no hicieron más que aumentar los precios de forma continua en largos periodos de tiempo. La inflación empobreció a grandes capas de la sociedad romana. 
Crisis económica: Al no estar seguros de cuál sería el valor de la moneda en el futuro, los comerciantes bajaron su actividad y con ello se apagó el motor del imperio. 
Crisis política: Todo ello produjo que los últimos emperadores, que fueron militares, elevaran los impuestos a niveles insostenibles y aumentaron el tamaño de un ejército al que apenas podían mantener. El Estado se convirtió en una pesada carga para sus ciudadanos hasta que quebró, abriendo la puerta a las tribus bárbaras que dominaron sus territorios paulatinamente. 
Lo que siguió en Europa fue una noche larga de 1.000 años. Europa no volvió a conocer actividad económica ni estándares de vida comparables a las del imperio romano hasta el Renacimiento (…de ahí su nombre!).
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De la tribu autosuficiente a la compleja sociedad actual 
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Las grandes empresas y la aparición del crédito. La compleja economía actual. 
Con el Renacimiento (siglos XV y XVI), Europa empezó una época de transformación continua que afectó a una nueva forma más libre de relacionarse y por tanto, afectó también a las relaciones económicas, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales. 
La apertura de nuevas rutas marítimas hacia Asía y sobre todo con el descubrimiento de América, el comercio “mundial” empezó un crecimiento imparable hasta los niveles actuales. 
La comida habitual en esa época en el centro y norte de Europa – con inviernos largos y rigurosos - eran las “salazones” de carnes y pescados (no existían los frigoríficos esa era la forma de conservar durante mucho tiempo los alimentos). Gracias a las Cruzadas, los europeos conocieron las especias: la canela, la pimienta, el clavo, etc y otras plantas medicinales traídas de oriente que consiguieron mejorar el sabor de las salazones y otros alimentos. Esas especias eran comercializadas a través de Constantinopla (Estambul), pero a mediados del siglo XV cayó en manos de los turcos y se cerró el comercio con Asia. Los portugueses consiguieron abrir una ruta marítima directa a las Indias (India y Sudeste Asiático) para traer esos productos tan apreciados por los europeos. Tan rentable era ese negocio que Colón consiguió que los Reyes de España financiasen su viaje, convenciéndoles de que la Tierra era redonda y se podía llegar a las Indias por la ruta occidental, el camino contrario, que él aseguraba que era más corto. Lo que no supuso es que entre Europa y Asia se interponía una gran isla que hoy llamamos América. 
Las primeras grandes empresa se crearon en aquella época. Las grandes travesías marítimas de los siglos XV y XVI ofrecían la posibilidad de generar negocios muy rentables. Pero para fletar un barco que fuera a las Indias y cargara especias, seda, piedras preciosas, etc, que después se venderían en los mercados europeos con grandes beneficios, se requería mucho dinero: Comprar o alquilar un barco, pagar a los tripulantes, disponer de dinero para comprar las mercancías, abastecer de alimentos a los tripulantes durante un período largo de tiempo, etc...pero también se debía asumir un riesgo: que el barco no volviera por cualquier causa. Una sola persona difícilmente podría asumir esa inversión y ese riesgo, y se crearon las primeras sociedades: un grupo de personas ponían dinero y repartían el riesgo y por tanto también repartían los posibles beneficios o pérdidas. Nacieron las primeras sociedades mercantiles cuya propiedad se repartía en “acciones” o títulos de propiedad. 
Con la aparición de los productos provenientes de América, este comercio se amplificó y empezaron a producirse en Europa grandes acumulaciones de oro y plata en manos, no de los españoles que los extraían de las minas de su imperio, si no de los comerciantes centroeuropeos e italianos que dominaban el comercio de todo tipo de bienes. 
Aparecieron así, con ese excedente de oro y plata, los primeros bancos que prestaban dinero de forma habitual y los primeros mercados financieros donde se
intercambiaban esas acciones u otros títulos de propiedad de activos financieros. 
Hasta la revolución industrial del siglo XIX, la actividad económica creció basada en la agricultura y el comercio. A partir de la revolución industrial, empezó la actividad económica basada en la producción, que gracias a los nuevos adelantos tecnológicos creó maquinaria (como la máquina de vapor) que revolucionó los procesos de producción y transporte hasta entonces conocidos. 
La producción y comercialización de productos se multiplicó. Los medios de transportes – trenes y barcos de vapor – consiguieron llevar más lejos y más rápido que nunca esos productos. Las transacciones financieras cobraron una importancia primordial, pues el capital pasó a sustituir la fuerza del trabajo como el medio de producción más apreciado: Gente para trabajar había de sobras, pero dinero para invertir en grandes fábricas no. 
Las crisis y revoluciones sociales de los siglos XIX y XX, hijas de la Revolución Francesa de finales del siglo XVIII, culminaron con la gran crisis del año 1929 que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Lo que sigue es la aparición de un Estado fuerte que intenta proveer a la totalidad de sus ciudadanos de unos servicios sociales y una legislación laboral que proteja sus derechos e intente que no se den las circunstancias que produjeron tamaño desastre a la humanidad. 
Nace el llamado “Estado del bienestar”
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La economía doméstica 
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Los gastos y los ingresos familiares 
La economía, en general, pretende ayudar a gestionar mejor los recursos limitados disponibles. Si nos fijamos en las familias, la economía doméstica no es una excepción. Vamos a intentar conocer algunos conceptos que ayudan a mejorar la economía doméstica: 
La mayoría de nosotros encontramos cada día el plato en la mesa, compramos ropa nueva cuando se necesita y en verano nos vamos de vacaciones. Todos estos gastos son posibles por el hecho de que hay una o varias personas aportando ingresos a la economía familiar… y no porque el cajero automático fabrique billetes de la nada… ¡Como cuando éramos niños solíamos pensar! 
Imaginemos una situación muy simple, en que los padres reciben un sueldo a cambio del trabajo que realizan, y que éstos son los únicos ingresos de la economía familiar 
Con estos ingresos se pagan la ropa, la comida, los muebles; también se pagan los servicios, como el agua, la luz, el teléfono; y otros gastos como son las vacaciones, las salidas, los regalos... Es lo que, en conjunto, llamamos “el consumo familiar”. 
Veamos ahora qué significan esas flechas. 
Las flechas centrales se refieren a cantidades de dinero. El consumo familiar debe realizarse en función de lo que se gana. Para ello es necesario tener el control de los ingresos por un lado y, por el otro, el control de los gastos. 
En nuestra sociedad damos mucha importancia al dinero (estas flechas centrales que hemos visto), pero el dinero sólo es una referencia, es el precio de “algo”. Este “algo” (las flechas exteriores del diagrama), tiene mucha importancia: no es el dinero que cuestan las cosas, sino a lo que las cosas valen para cada uno. Saber valorar las cosas, y ser consciente de ello, sin duda nos ayuda muchísimo a mejorar nuestras finanzas. 
Un ejemplo: ¿Cuánto vale un vaso de agua? Quizás para ti muy poco, pero para alguien perdido en un desierto, seguramente muchísimo más.
En la parte inferior del diagrama, donde se representan las compras y el pago de las mismas, lo importante es el valor que realmente tienen las cosas, no cuánto dinero cuestan. VALOR y PRECIO son conceptos diferentes, y es importante distinguir entre el valor que tienen las cosas para nosotros y el precio que se está pagando por ellas en ese momento. 
En la parte superior se representan el trabajo realizado y el sueldo que se recibe a cambio. Pero, igual que antes, lo que realmente tiene VALOR no es el dinero que se cobra, sino la capacidad de las personas. 
Por último, tres ideas importantes como resumen: 
- Debemos conocer nuestros ingresos y analizar nuestros gastos reales, para asegurarnos que consumimos en función de lo que ganamos, no más. 
- Debemos analizar siempre el “valor de las cosas” que podemos comprar y compararlo con su precio. En muchas ocasiones nos daremos cuenta que ciertas cosas cuestan (precio) mucho más de lo que valen (valor), y que realmente no merece la pena pagar ese dinero por ellas. 
- Los ingresos que percibiremos en el futuro, dependerán muy probablemente de nuestras capacidades personales, nuestro “valor personal”. Cuanto más hagamos crecer este valor, mejor!
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La economía doméstica 
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El ahorro y el endeudamiento 
Para que la economía doméstica no entre en problemas, está claro que las familias deben llevar un control de sus gastos e ingresos. Pero esto no quiere decir que las familias TENGAN QUE gastar TODO lo que ingresan (pueden gastar o consumir menos, y por tanto generar ahorro), ni tampoco significa que NUNCA PUEDAN DISPONER de más dinero del que ingresan (pueden solicitar un préstamo para comprar una vivienda, por ejemplo). 
Veamos los conceptos de AHORRO y DEUDA 
1.- AHORRO 
“Cuando la familia gasta menos de lo que gana, le queda un dinero disponible para ahorrar. ¿Por qué es necesario este ahorro? Principalmente por dos motivos: 
“Primero, como colchón de seguridad, por un motivo de prudencia. Puede que en el futuro tengamos algún gasto imprevisto, o bien que desaparezca temporalmente algún ingreso.” 
“…. El segundo motivo para ahorrar sería poder realizar, en el futuro, un gasto mayor, por ejemplo comprar un coche o una moto, ir a la universidad, o hacer un viaje.” 
Si gastamos en función de lo que ingresamos; vivimos al día, y no estamos pensando en el futuro. Es conveniente guardar una parte del ingreso para el “consumo futuro”. O sea: gastar menos de lo que ingresamos para poder gastarlo más adelante.” 
“El ahorro supone dejar de consumir ahora para poder consumir en el futuro. Y también ahorramos por precaución, porque nunca se sabe lo que pueda pasar.” 
2.- DEUDA: 
“La comida, la electricidad, la entrada del cine o de la discoteca... se consumen de forma muy inmediata y por eso se les llama “gastos”. Pero una moto, un coche o una casa, no se “gastan” en un año…..¡¡esperemos!! Por eso no los consideramos un gasto, sino una “inversión”. Son bienes que durarán varios años y se irán “consumiendo” -se irán gastando- año tras año.” 
Las inversiones importantes de una familia difícilmente se pueden acometer sin utilizar nuestra capacidad de endeudamiento. Es decir, deberemos pedir un préstamo. Si la finalidad es correcta y tenemos capacidad de devolver lo prestado, endeudarse no sólo no es malo sino que suele ser imprescindible.”
El préstamo, que normalmente lo concede una institución financera, me permite consumir por encima de mis ingresos... pero ¡ojo! me comprometo a devolver el dinero prestado destinando parte de mis ingresos futuros. 
“Por tanto, debemos estar seguros que seremos capaces de “ahorrar” algo cada mes, como mínimo lo suficiente para pagar la cuota del préstamo.” 
Como resumen: 
AHORRO: La familia consume menos de lo que ingresa. / Ese ahorro, en primer lugar aporta tranquilidad, en segundo lugar, puede permitir un consumo mayor en el futuro, y en tercer lugar, será indispensable en el futuro a la hora de pedir un crédito, pues difícilmente un banco financiarán nuestros proyectos de inversión si nosotros no somos capaces de aportar una parte. 
DEUDA: La familia consume más de lo que ingresa. / En ese caso deberá endeudarse, lo cual suele ser imprescindible para afrontar sus decisiones de inversión más importantes: adquirir una vivienda, elegir una buena formación para los hijos o incluso emprender un negocio familiar. Después deberá tener capacidad para devolver el importe prestado.
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La economía doméstica 
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La planificación 
Cuando Alicia se encuentra con el gato de Cheshire, le pregunta: “¿Me podrías indicar por qué camino debo ir?”, “Bueno, eso depende de dónde quieras llegar” responde el gato. 
“El hombre propone y Dios dispone” reza un antiguo refrán, “el devenir es incierto” nos auguran nuestros mayores, “la ruleta de la fortuna es caprichosa” dicen los aprendices a pitonisos, “la providencia proveerá”, susurran los optimistas…….todas estas frases nos animan a la inacción. ¿Por qué hacer planes, si éstos pueden verse truncados por las circunstancias adversas del futuro? 
Ciertamente no podemos eliminar los imprevistos de la vida, pero no por ello debemos desertar de nuestros propósitos. Planificar es trazar un plan, en nuestro caso un “plan financiero” para conseguir unos objetivos concretos, tratando de controlar todo lo que sí sea “previsible”. El riesgo que aporta el azar no se puede eliminar, pero sí intentar minimizarlo. 
¿Cómo se intenta “controlar el azar” desde un punto de vista de la economía doméstica? Con planificación. Una vez decidido el destino al que queremos llegar, para realizar el camino disponemos de 4 herramientas básicas: los INGRESOS, los GASTOS, el AHORRO y el ENDEUDAMIENTO. Son como los mandos de nuestro vehículo (pedales, marchas, volante…). 
En la economía doméstica, “dejar todo al azar”, o no utilizar nuestros mandos, significaría “vivir al día”; ingresar y consumir sin ningún tipo de control ni planificación de futuro. Esta estrategia conlleva muchos riesgos (imaginemos un vehículo sin control!), pues es muy probable que una familia se encuentre con gastos imprevistos, o también con una falta repentina de ingresos, y en general, con diferentes necesidades a lo largo de los años. 
En cambio, situados ya en el puesto del piloto, ¿qué debemos controlar? 
Para empezar, es muy importante controlar los GASTOS familiares, para que éstos no sean mayores que los INGRESOS. Parece evidente, ¿verdad? Pues son muchas las familias que no controlan adecuadamente los gastos que tienen cada mes, lo que les conlleva no pocos sustos. 
En segundo lugar, es importante tener consciencia de la importancia del AHORRO, es decir, intentar gastar menos de lo que se ingresa para ir formando un colchón de seguridad para imprevistos, y también para acometer gastos importantes en el futuro: estudios de los hijos, compra de un coche o vivienda, etc. 
Por último, es importante entender que para acometer según qué inversiones (vivienda, estudios, etc) la mayoría de familias no tienen más alternativa que ENDEUDARSE,
pero también está claro que deben estar seguras que en el futuro podrán ahorrar lo suficiente para ir pagando las cuotas comprometidas para devolver el préstamo… esto jamás debe dejarse al azar!!! 
Decidir el destino, planificar el camino, y conducir el vehículo de nuestras finanzas requiere mayor esfuerzo que dejarnos llevar, pero pensemos que este “dejarnos llevar” no sabemos dónde nos conducirá!! La planificación es, por ello, una cuestión de disciplina y de rigor, valiendo la pena el esfuerzo. 
Al igual que en nuestro camino conducimos y controlamos los mandos durante todo el trayecto, no debe pensarse que al planificar debemos hacer simplemente unas previsiones de ingresos y gastos y esperar a ver si se cumplen en el futuro. NO. La planificación es un proceso continuo que tiene las siguientes fases recurrentes: 
1.- Cálculo de las previsiones de ingresos y gastos 
2.- Control periódico de los resultados reales. 
3.- Análisis de las desviaciones (diferencias entre lo previsto y lo real) 
4.- Corrección, si procede, de las previsiones iniciales 
Ideas importantes como resumen: 
1.- Primero hay que definir los objetivos que tiene la familia, luego se debe trazar un plan financiero para conseguir dichos objetivos. 
2.- La planificación es un proceso dinámico que debe revisarse continuamente y contiene básicamente cuatro conceptos: Ingresos, Gastos, Ahorro y Endeudamiento. 
3.- Crear el hábito de planificar y controlar los presupuestos financieros de la economía doméstica genera una disciplina y un rigor útil más allá de nuestras finanzas. 
Control periódico de los resultados reales. 
Análisis de las desviaciones 
Corrección, si procede, de las previsiones iniciales 
Cálculo de las previsiones de ingresos y gastos
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La empresa 
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Los emprendedores: de una idea a un negocio 
Todos estamos rodeados de empresas en nuestra vida. Algunas son muy grandes y conocidas y otras muy pequeñas, pero todas ellas deben “ofrecer algo” (un bien o un servicio) que tenga valor para sus clientes, deben saber “crear valor” para ellos. Es el requisito esencial, si no, no podrán sobrevivir: no serán viables. 
Una vez que se tiene la idea de negocio, todas las empresas, empiezan su andadura tomando la primera decisión sobre el tipo de empresa que se crea para desarrollar la idea de negocio: Una empresa unipersonal, un sociedad que aglutine varios socios o propietarios (SA, SL, etc.), una cooperativa, etc. 
Una vez elegida la forma jurídica de nuestra empresa, empiezan las decisiones financieras iniciales: básicamente dos: 
1ª: Qué inversiones iniciales se deben realizar y 
2ª Cómo se tienen que financiar esas inversiones iniciales.. 
La primera pregunta debe responder la siguiente reflexión empresarial: ¿qué necesito para poder desarrollar mi idea/negocio? Cada empresa necesitará recursos diferentes, pero en general la mayoría de ellas contestará cosas como: 
- Comprar un local o fábrica 
- Comprar maquinaria 
- Instalar mobiliario 
- Adquirir elementos de transporte (furgonetas, etc.) 
- Comprar e instalar elementos informáticos 
- Adquirir existencias (material que necesito para fabricar o vender mi producto) 
- Disponer de un “colchón” de dinero en efectivo para poder hacer frente a los pagos que deberemos realizar las primeras semanas o meses, ya que seguramente en ese periodo inicial de arranque de la empresa tendremos que hacer frente a pagos (salarios, luz, teléfono, alquileres, tasas municipales, etc.) sin tener demasiados cobros. 
A todas estas cosas que necesitamos para iniciar nuestra empresa las llamamos: inversiones iniciales. 
Hecha ya la lista completa de lo que necesitamos, nos podemos plantear ya la segunda pregunta: ¿cómo financiamos esas inversiones iniciales? 
En este caso, la pregunta tiene sólo dos posibles respuestas: o con dinero propio o pidiendo prestado. Al igual que una familia, que para hacer una compra de un importe elevado puede hacerlo, bien con el ahorro que hayan podido generar, o bien pidiendo un préstamo, en el caso de una empresa se tratará de lo mismo.
Dinero propio serán las aportaciones que realizan los socios de la empresa (los accionistas en el caso de una S.A). Ellos son los que más arriesgan ya que si la empresa genera pérdidas no recuperarán lo invertido, pero si obtiene beneficios ellos podrán recuperar sus aportaciones más una ganancia adicional. 
La segunda forma de financiarse es mediante deuda, normalmente mediante préstamos o créditos de entidades financieras, sobre todo las empresas de menor tamaño. Por este dinero prestado, la empresa tendrá que pagar unos intereses. 
Una vez hechas las inversiones iniciales, y obtenida la financiación necesaria para realizarlas, la empresa inicia su andadura y comienza a vender sus productos o servicios obteniendo por ello unos ingresos. Asimismo debe asumir una serie de gastos (salarios, consumo de existencias, gastos de luz, agua y electricidad, reparaciones, alquileres, intereses bancarios, impuestos, etc.). La diferencia entre esos ingresos y esos gastos durante un año, será el beneficio (o pérdida) anual obtenido por la empresa.
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La empresa 
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La gestión empresarial: ¿Cómo crear "valor"? 
Para crear una empresa, es imprescindible saber en qué debemos invertir y cómo vamos a financiarlo. Pero eso sólo es el inicio. No implica que vayamos a tener éxito seguro con nuestra empresa. 
Sería lo mismo que pensar que porque nos hemos entrenado a fondo y hemos adquirido la mejor equipación deportiva, esto ya nos garantiza ganar la siguiente carrera. Las carreras hay que disputarlas para poderlas ganar, y hay que tomar un sinfín de decisiones antes, durante y después de cada una de ellas: Tengo que trabajar mejor la respiración, ahora puedo apretar, ahora debo reservar fuerzas, debo reforzar mis músculos, etc. Dependiendo del acierto en mis decisiones, el resultado será uno u otro. 
En una empresa ocurre igual. Dependiendo de las decisiones que vayamos tomando día a día, iremos mejorando o empeorando el resultado o beneficio de la empresa. 
Pero, ¿qué tipo de decisiones se toman en el devenir diario de una empresa? Principalmente, las relacionadas con sus cuatro áreas funcionales básicas: márketing, producción, finanzas y recursos humanos. Veámoslas: 
Márketing. 
Toda empresa tiene como objetivo satisfacer alguna necesidad por la cual sus clientes estén dispuestos a pagar un precio, tanto si fabricamos un producto, si lo comercializamos, o si ofrecemos un servicio determinado. 
En cualquier caso, el departamento de márketing es el encargado de analizar las necesidades de los clientes para tratar de que su producto o servicio se adapte lo mejor posible a ellas. También ayuda a decidir cómo quiere la empresa “posicionar” ese producto y su marca en el mercado (¿quiero que sea visto como un producto o servicio exclusivo, o de consumo de masas?), también debe tomar decisiones sobre el precio de venta de sus productos o servicios, sobre cómo va a distribuirlo (supermercados, tiendas exclusivas?), y sobre cómo va a promocionarlo (¿Realizaremos o no publicidad? ¿De qué tipo). 
Decisiones bien tomadas en el área de márketing, conseguirán que el producto/servicio se adapte realmente a los gustos de los consumidores y que el precio que éstos paguen sea percibido como adecuado, lo que favorecerá el éxito de la empresa. 
Producción. 
Una vez se han tomado todas estas decisiones (producto, precio, promoción, etc.), el departamento de producción lo ejecuta: diseña el mejor proceso de fabricación para cumplir con las especificaciones del producto o servicio, al mejor coste posible (eficiencia en el uso de los recursos), con la calidad requerida, con una logística óptima en fabricación, distribución, etc. y comienza su producción para su posterior venta.
Por supuesto, también es muy importante que las personas encargadas de la toma de decisiones estén lo más capacitadas posibles, pues de ellas dependerá que el producto/servicio se realice con calidad, cumpliendo o mejorando los costes previstos, se distribuya de forma óptima, etc. Decisiones erróneas perjudicarán a la empresa, aunque es muy importante tener en cuenta que es difícil acertar siempre en todas las decisiones. De los errores se debe aprender, y las empresas que hoy son exitosas también se han equivocado muchas veces. 
Finanzas. 
El departamento financiero debe controlar toda la parte económica de la empresa: analizar y seleccionar las inversiones que se realizan, obtener una buena financiación para esas inversiones, planificar entradas y salidas de dinero (tesorería) para que siempre haya fondos para realizar los pagos comprometidos, llevar la contabilidad de la empresa para comprobar que todo marcha correctamente, etc. 
De nuevo, muy importante que las personas estén suficientemente capacitadas para las tareas que tengan que realizar y las decisiones que deban tomar, como ya se ha ido señalando en los otros departamentos. En cualquier caso, lo más perjudicial es que se tomen decisiones erróneas derivadas de no haber realizado los análisis pertinentes o que hayan sido tomadas por personas no capacitadas para ello. 
Recursos humanos. 
Al repasar los objetivos y tareas de cada departamento, siempre se ha hecho mención a las personas que los integran, no ha sido de forma gratuita. 
Es muy importante desterrar la idea que el objetivo del departamento de recursos humanos deba ser reducir al máximo el coste de personal. En efecto, en la mayoría de las empresas, los “gastos de personal” suelen ser la partida más importante, por ello es muy tentador intentar reducir estos costes para mejorar los resultados de la empresa. Esta puede ser una política muy peligrosa. 
Lo realmente crucial para una empresa, y por tanto el objetivo primordial del departamento de personal, es poder rodearse (el emprendedor o la empresa) de las personas adecuadas para cada labor. Y adecuadas en dos sentidos: 
El primero: técnico. Es decir, que las personas que trabajan en cada departamento tengan los conocimientos y el criterio necesarios para dicho departamento: en finanzas, sobre contabilidad, productos financieros, tesorería… en producción, sobre procesos, logística… etc. 
El segundo es común para todos los que forman parte de la empresa. Los departamentos de una empresa no toman las decisiones que les competen de espaldas a los demás: en márketing no pueden decidir poner un precio a un producto que no cubra los costes de producción, por ejemplo. Todos los departamentos deben interrelacionarse, y por tanto, siempre será importante que las personas que los integran tengan buenas capacidades de comunicación, sepan trabajar en equipo, y antepongan el interés colectivo de realizar una labor bien hecha a sus intereses particulares.
Como resumen, una empresa está hecha de personas, y el trabajo bien hecho día a día por el conjunto de esas personas es lo que “genera valor” en la empresa. Si el desempeño de todas las personas que trabajan en la empresa va encaminado a poder ofrecer al cliente el producto o servicio que necesita de la forma más óptima posible, la empresa tiene una gran probabilidad de éxito. 
Todos los departamentos son esenciales para la buena marcha de la empresa, y entre ellos, muy importante el de personal, en el sentido que es el que selecciona a las personas adecuadas para que cada departamento y la empresa en general, funcionen lo mejor posible.
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La empresa 
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La información contable y financiera 
Una empresa como cualquier proyecto, debe ser controlado minuciosamente en cada momento. En cuestión de control financiero, “el balance”, “la cuenta de resultados” y la “cuenta de tesorería”, nos dan la información básica e imprescindible de cómo va la empresa en cuanto a sus números históricos, actuales y previstos (ventas, beneficios, costes, tesorería, endeudamiento, inversiones, etc.). Si no es así, lo más probable es que más pronto que tarde nos veamos sin tesorería para realizar los pagos comprometidos, o con un exceso de deuda, o cualquier otra situación que pondría en peligro la viabilidad de la empresa. Veamos que son y qué información dan “el balance”, “la cuenta de resultados” y la “cuenta de tesorería” 
EL BALANCE: INVERSIÓN Y FINANCIACIÓN. 
El balance nos muestra una “foto” a una fecha determinada de la situación patrimonial de la empresa, es decir, de las inversiones (a largo plazo y a corto plazo) que la empresa ha realizado hasta el momento para poder desarrollar su actividad, y de su estructura de financiación (Fondos Propios + Deuda). 
INVERSIÓN FINANCIACIÓN 
(ACTIVO) (PASIVO) 
INVERSIONES A LARGO PLAZO 
(duran más de 1 año) 
INVERSIONES AC ORTO PLAZO 
(duran menos de 1 año) 
FONDOS 
PROPIOS 
DEUDA A LARGO PLAZO (a más de 1 año) 
DEUDA A CORTO PLAZO (a menos de 1 año)
En el activo se enumeran las inversiones realizadas: 
- Local o fábrica. 
- Instalaciones (pintar, poner tabiques, cableado,etc.). 
- Maquinaria 
- Mobiliario Inversiones o activos a largo plazo 
- Elementos de transporte (furgonetas, etc) (permanecerán más de 1 año en la 
- Elementos informáticos. empresa……..¡esperemos!) 
- Existencias (material prima o producto acabado), etc. Inversiones o activos a corto 
- Clientes (que todavía no nos han pagado. Nos deben dinero) plazo (estarán menos de 1 año 
- Caja necesaria para el desarrollo de la actividad en la empresa.) 
El orden en el balance indica el tiempo que los activos se prevé que permanecerán en la empresa; el local tiene una “vida útil” muy larga, la maquinaria algo menos, los ordenadores deben renovarse con cierta frecuencia, y el dinero en caja suele “desaparecer” mucho antes (!), aunque por suerte también va entrando dinero “nuevo” 
El pasivo indica el origen de los fondos con que se “pagaron” estas inversiones y están ordenados según su “exigibilidad”, es decir, la deuda a corto plazo se nos exigirá devolverla antes que la de largo plazo y por último los fondos propios no se han de devolver a los accionistas a no ser que la empresa cierre y se liquide. Este origen de los fondos será de dos tipos: Fondos propios o deudas. 
Los socios o propietarios, son los que arriesgan su propio dinero, por ello a sus aportaciones se les llama “fondos propios”. 
Los acreedores o personas que prestan dinero a la empresa (en la mayoría de los casos son instituciones financieras), no tienen el mismo riesgo que los socios. Cuando una empresa recibe un préstamo pacta cómo se realizará la devolución del mismo, y se compromete a ella tanto si ese año la empresa tiene beneficios como si no los tiene. 
En definitiva, un balance de una empresa, nos muestra una fotografía de quién ha aportado dinero a la empresa (o quién la ha financiado: socios y acreedores) y en qué cantidad, y al mismo tiempo nos muestra en qué se ha invertido ese dinero (máquinas, local, furgonetas, existencias…). Con estos activos la empresa ha de generar dinero suficiente para retribuir a los que aportaron su dinero: propietarios y acreedores (básicamente entidades financieras). 
Tiene que haber un equilibrio entre ambas fuentes de financiación. Demasiada deuda ahogará a la empresa y demasiado poca le impide realizar inversiones, a veces, imprescindibles para su supervivencia.
LA CUENTA DE RESULTADOS: INGRESOS menos GASTOS 
La cuenta de resultados informa del resultado (beneficio o pérdida) que ha obtenido la empresa en un periodo de tiempo. La cuenta de resultado resume lo que ha pasado en la empresa en un año, en un trimestre, en un mes, etc. en cuanto a sus ingresos y sus gastos. 
El concepto es muy sencillo, comenzamos por la cifra de ingresos que ha tenido la empresa, y a partir de ahí vamos restando todos los gastos (materia prima, sueldos, intereses, impuestos…) hasta llegar al beneficio final….¡si lo hay! Por supuesto, para que todo vaya bien, interesa que la empresa, después de hacer frente a los gastos de personal, de suministros de luz, gas, de alquileres, intereses, impuestos, etc., tenga beneficios suficientes para poder devolver sus deudas y remunerar correctamente a sus accionistas por el dinero invertido en la empresa. 
LA CUENTA DE TESORERÍA 
En términos contables financieros, ingreso no es sinónimo de cobro y gasto no es lo mismo que pago. Esta diferencia es muy importante para entender los números de una empresa. 
Cuando una empresa recibe un pedido de un cliente y empieza a trabajar para servirlo, todavía no existe ningún ingreso ni ningún cobro; cuando la empresa factura al cliente, en ese momento la empresa contabiliza un ingreso (tiene derecho a cobrar del cliente), pero todavía no ha cobrado; cuando al cabo de unas semanas o meses, la empresa reciba el dinero, entonces sí habrá cobrado. 
Aparte de los ingresos y gastos (la empresa ingresa cada vez que factura o gasta cada vez que decide una compra), es muy importante controlar los cobros (cuando el cliente efectivamente le paga por la venta) y los pagos (cuando efectivamente se paga a los proveedores por las compras). Ingresar no es necesariamente cobrar, y gastar no es necesariamente pagar, es posible que nuestra empresa tarde en cobrar sus ventas y nos encontremos sin liquidez para poder pagar nuestras compras!!. 
Ingresar y cobrar sería lo mismo si la empresa cobrara de sus clientes al contado y gastar y pagar sería idéntico si la empresa pagara a sus acreedores al contado. 
Si una empresa fuera un coche: el balance es lo exterior (la carrocería, las ruedas, etc.), la cuenta de resultados es el motor y la tesorería es la gasolina. Para que el coche (empresa) funcione necesita una carrocería y ruedas (balance) en buen estado, un motor (cuenta de resultados) que funcione correctamente y suficiente gasolina (tesorería) para poder funcionar. 
Como resumen, hemos de tomar una serie de decisiones encaminadas a tener controlada nuestra situación financiera: (1) tener equilibrio entre deudas y fondos propios (2) tener un balance equilibrado entre pasivos a corto plazo y activos a corto plazo (3) conseguir unos beneficios positivos y suficientes, y (4) tener una tesorería positiva
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El estado 
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La gestión pública: Cosa de todos 
Las personas trabajan y por su trabajo reciben una remuneración. Con esa remuneración, adquieren los bienes y servicios que precisan: alimentación, ropa, utensilios para la casa, ocio, etc. 
Sin embargo, hay cosas que no se pueden adquirir de la misma forma. Por ejemplo, si deseo ir a la playa, no puede “comprar” un tramo de carretera, o solicitar a una empresa que lo construya para mí. ¿Qué pasaría después con ese tramo de carretera? ¿Nadie más podría utilizarlo? Hay muchos otros ejemplos además de las obras públicas: la sanidad, la policía, el alumbrado de las calles, la limpieza, la ayuda a los más desfavorecidos, etc. 
Hay una serie de bienes y de servicios que son, por lo tanto, gestionados por las administraciones públicas del Estado (Gobierno, Comunidad Autónoma, Municipio, etc.). Deben ser financiados entre todos, y también su uso debe ser para todos. Por tanto, en estos casos, el Estado es un proveedor de bienes y servicios, tanto a personas/familias como a las propias empresas. Actualmente los Estados suelen ser la “mayor empresa” de cada país, ya que contrata a mucha gente (funcionarios) y tiene un presupuesto de ingresos y gastos mayor que la mayoría de grandes empresas de cada país. 
Los únicos motivos por los que es conveniente que estos bienes y servicios se gestionen públicamente no son solamente su coste, o el hecho de que sean para disfrutarlos todos. También es conveniente porque es la mejor forma de intentar que esos bienes y servicios sean repartidos de la forma más justa y equitativa posible. Por ejemplo si decisiones tales como: el derecho de cobrar una cantidad de dinero después de la jubilación, la obligatoriedad de escolarización universal de todos los niños o la construcción de un centro de salud en una pequeña localidad las tuviera que tomar el sector privado, probablemente decidiría no hacerlo, pues no son rentables para la inversión privada. Por eso, en estos casos, la iniciativa pública llega donde la privada no lo hace. 
Incluso en el caso de la construcción de una autopista por parte de una empresa privada, que luego nos cobrará un peaje para recuperar la inversión que ha tenido que hacer, es el Estado el que realmente ha decidido que en ese tramo se precisaba de la construcción de la misma, pues debe asegurarse de que el territorio tenga unas redes de transporte equitativas y racionales. 
Por esta razón, a veces se critica la gestión pública por ineficiente y costosa, y hay sectores que proponen que todo deba dejarse a la iniciativa privada (por resultar más eficiente). 
Este tema debe analizarse con mucho cuidado. Es cierto que debemos exigir que la gestión pública se realice de forma eficiente, que ningún gestor público confunda el “dinero de todos” con “dinero de nadie”, y lo asigne de forma eficiente. Pero si para evitar errores de gestión pública se deja todo en manos de la iniciativa privada, quedarían partes de la población sin servicios que hoy consideramos básicos o de primera necesidad. El equilibrio entre gestión privada y gestión pública es delicado y fruto de muchas discusiones políticas.
Además de proveer de bienes y servicios públicos, el Estado tiene otra importante labor en su gestión de recursos, que es la redistribución de riqueza. En nuestro llamado “Estado del bienestar” existe un acuerdo social que garantiza unos servicios mínimos para todos los ciudadanos, especialmente para aquellos más desfavorecidos. Por ello, una parte importante del “gasto” público, va destinada a “transferencias sociales”: subsidios de paro, diversos tipos de pensiones (por larga enfermedad, las de jubilación…), becas de estudios, etc. 
En definitiva el Estado destina recursos, básicamente a dos conceptos: gastos sociales e inversiones públicas. Pero… ¿Cómo los financia? (también aquí las dos preguntas básicas: dónde se destina el dinero y de dónde sale, cómo se financia). Sus dos fuentes básicas de ingresos son: en primer lugar los impuestos que pagan personas y empresas, y en segundo lugar el dinero que obtiene de la emisión de títulos de Deuda Pública (Letras del Tesoro, Bonos del Estado, y Obligaciones del Estado). Es decir: o bien ingresos de los ciudadanos a través de impuestos o bien dinero prestado por ellos y por otros ciudadanos de otros países. En efecto, igual que una empresa o una familia piden prestado dinero, también los estados lo hacen, y se comprometen a devolverlo en la forma y plazo que establezcan, y también pagando un tipo de interés, por supuesto. 
La forma que tiene el Estado de planificar y controlar todos estos ingresos y gastos es mediante la formulación de los Presupuestos Generales del Estado.
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El estado 
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Gastos e Inversiones del Estado: autopistas, hospitales, escuelas… 
¿Qué diferencia existe entre gasto e inversión? 
La diferencia es el plazo (el tiempo). En realidad todo, tarde o temprano, se gastará (…excepto los terrenos). Una inversión es un “gasto a largo plazo” o un gasto es una “inversión a corto plazo”. Si se construye una carretera, es una inversión ya que se gastará, se consumirá, año a año aunque dure muchos años. Si pagamos el recibo de la luz, es un gasto, ya que se consume inmediatamente, la “gastamos” al usarla; por eso el pago del salario de los trabajadores públicos (médicos, profesores, militares, policías, etc.) se les llama “gasto público de personal”. 
El Estado, como las empresas y las familias, gastan e invierten. Los principales gastos del Estado son las aportaciones sociales: pensiones, sanidad, educación, etc. y las principales inversiones del estado son: infraestructuras (carreteras, trenes, aeropuertos, etc.), materiales (armamento, equipos de extinción de incendios, etc.), préstamos a largo plazo para empresas, etc. 
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) detallan la asignación que hace el Estado de sus recursos. En ellos se detallan los ingresos del Estado y las asignaciones de los gastos e inversiones públicas. Cada gobierno dará mayor o menor importancia a cada partida dependiendo de su estrategia política y de la situación económica del país. 
Las principales partidas de gasto de los PGE son: 
Pensiones. Durante todos los años que trabaja una persona en su vida, cada mes se le va apartando una cantidad de dinero destinada al pago de la jubilación, para que, una vez se llegue a una edad (65 – 67 años) y se jubile, no se quede sin ningún ingreso. No es que el dinero se le guarde año a año para su jubilación, sino que con lo que ahora se retiene a los que trabajan, se paga la jubilación a los actuales jubilados. Cuando se jubilen los trabajadores en activo actuales, los nuevos trabajadores contribuirán para su jubilación. 
Sanidad. En España, la sanidad es universal y gratuita. Universal quiere decir que es para todos, y gratuita porque no debemos pagar para que nos atiendan (otra cosa es que, evidentemente, se paga con los impuestos de todos!!) 
Educación. Como en la sanidad, la educación en España es universal, gratuita y obligatoria hasta los 16 años de edad. 
Prestación por desempleo Para aquellas personas que se han quedado sin empleo, las sociedades avanzadas como la nuestra, tienen previsto una prestación económica para que puedan cubrir sus gastos personales y familiares hasta que encuentren un nuevo empleo o hasta una fecha determinada. 
Las principales partidas de inversión son: 
Infraestructuras públicas. La construcción de nuevas carreteras, autovías, puertos, líneas de ferrocarril, aeropuertos, etc. forman parte de esta partida.
Operaciones financieras. Las concesiones de préstamos, inversiones en empresas de propiedad pública, etc. serían inversiones de dinero cuyo destino es financiar proyectos público o la creación de líneas de crédito oficial para empresas privadas que cumplan una serie de requisitos.
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El estado 
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Ingresos del Estado: Impuestos y Endeudamiento 
Para que el Estado pueda proporcionar bienes y servicios públicos, como sanidad, enseñanza, infraestructuras, seguridad, etc, debe obtener los recursos necesarios para ello. 
O lo que es lo mismo: para que entre todos podamos pagar esos bienes y servicios públicos, como sanidad, enseñanza, etc. debemos proporcionar entre todos los recursos necesarios para ello… esto lo hacemos mediante los impuestos. 
Es muy importante, para que los impuestos se paguen de forma equitativa entre todos, hacer un correcto diseño y reparto de los mismos, esto lo hacen los países mediante la Política Fiscal. 
La primera gran clasificación, para comprender los diferentes impuestos mediante los cuales contribuimos todos, es diferenciar los impuestos directos e indirectos. 
Los directos gravan directamente a personas y empresas: El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) o el Impuesto de Sociedades (IS). Estos impuestos se liquidan (calculan) una vez al año. 
En el IRPF las personas contribuyen según sus rentas (rentas recibidas por el trabajo o actividades económicas, por inversiones, por alquileres cobrados, etc). Cuanta más alta es la renta de una persona, más paga en impuestos… pero no sólo el importe es más alto… también el porcentaje que se le aplica a su renta… por ejemplo, alguien con pocas rentas podría pagar un 25% y alguien con rentas muy altas podría pagar el 45% de las mismas. Por esta razón, el IRPF se considera un impuesto progresivo… a más renta, más proporción de la misma se paga como impuestos para contribuir a los gastos públicos. 
El Impuesto sobre Sociedades se le cobra a las empresas en función de los beneficios que han tenido. En el caso de las empresas, también hay dos tipos impositivos, uno para empresas con beneficios más modestos, y otro superior para empresas con grandes beneficios. 
Los impuestos indirectos ya no gravan a personas o empresas, sino que éstos los pagan de forma indirecta cuando se adquieren producto o se consume un servicio, por ejemplo. 
El impuesto indirecto más importante es el IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido) que lo pagamos todos al comprar/adquirir diferentes bienes y servicios. En este caso, pagan el mismo impuesto personas con rentas altas y bajas, cuando compran el mismo bien (por ejemplo un coche) o consumen el mismo servicio (por ejemplo la reparación de una avería del coche). 
Otros impuestos indirectos son los llamados “Impuestos Especiales” que gravan productos como la gasolina, el tabaco, el alcohol, la electricidad, etc. 
También hay impuestos que no cobra directamente el Estado central, lo hacen las
Comunidades Autónomas o los Municipios. 
El equilibrio que buscar en el tema impositivo es difícil. Por una parte, impuestos elevados pueden contribuir a un Estado del Bienestar mayor, con mejor sanidad y educación, etc. pero por otra parte, cuando se pagan muchos impuestos, a las familias les queda menos dinero disponible para su consumo y por tanto no podrán gastar tanto en compras de productos o servicios de las empresas, lo que puede provocar su cierre y consiguiente despido de trabajadores. También se debe analizar si se está dando una protección excesiva: si, por ejemplo, un país tiene un subsidio por desempleo demasiado elevado (o de mucha duración) puede desincentivar a la búsqueda de empleo por parte de las personas que están en el paro. 
Es importante ver, aunque el tema parezca complicado, que realmente se trata de financiar entre todos los bienes y servicios de todos. Y que es mejor hacerlo de la forma más eficiente y equitativa posible, lo que no es fácil y provoca arduas reflexiones al respecto. Por ello, cuando hay personas o empresas que realizan “fraude fiscal”, es decir, no pagan los impuestos que les corresponden, nos están perjudicando a todos ya que, o bien habrá bienes/servicios/transferencias que no podrán realizarse, o bien las personas que no defraudan deberá contribuir más de lo que les tocaría, para poder hacer frente a dichos gastos. Es muy importante que cada uno aporte en función de lo que puede. 
El Estado, además de financiarse vía impuestos, también se puede financiar endeudándose, de forma similar a como lo hace una familia o una empresa. En todos los casos, la decisión de endeudarse debe ser meditada. 
Cuando una familia se endeuda, y consume hoy por encima de lo que sus ingresos le permite, sabe que en el futuro deberá destinar parte de sus ingresos a devolver la deuda, podríamos decir que consume hoy en base a ingresos futuros. Un Estado, si se endeuda hoy para gastar por encima de lo que los impuestos recaudados le permite, sabe que en el futuro deberá destinar parte de los impuestos que recaude a devolver la deuda. Por ello debe ser cuidadoso, para no favorecer a los ciudadanos actuales (mejor sanidad, educación o mayores transferencias) pero empeorando la calidad de vida de los ciudadanos de las siguientes generaciones (que pagarán más impuestos, pero no para tener más servicios, sino simplemente para pagar las deudas anteriores). 
Es más lógico cuando un Estado se endeuda como lo hace una empresa. Cuando una empresa decide financiarse vía deuda, lo hace porque sabe (o por lo menos estima) que gracias a ese dinero va a obtener una rentabilidad que le va a permitir devolver la deuda adquirida y aun obtener un beneficio adicional. El Estado, por ejemplo, cuando invierte en mejorar infraestructuras (carreteras, tren, líneas aéreas) consigue que mejore la actividad económica en el país: las empresas distribuyen a un coste mejor sus productos, más empresas se crean aprovechando estas infraestructuras, los consumidores pueden acceder a nuevos productos o a mejor precio… en definitiva, hay más actividad económica, lo que resulta en mayores impuestos en el futuro. En estos casos la deuda sí es beneficiosa, pues permite construir unas infraestructuras que generarán beneficios (impuestos) en el futuro, que permitirán ir devolviendo la deuda.
¿Y cómo se endeuda un Estado? al igual que una empresa o una familia pide prestado dinero, y se comprometen a devolverlo en la forma y plazo que establezcan, también los estados lo hacen, y también pagando un tipo de interés, por supuesto. 
En España, los títulos de deuda que emite el Estado son tres: 
Las Letras del Tesoro. Las Letras tienen vencimiento como máximo a dieciocho meses, es decir, si le dejamos dinero hoy al Estado Español, él a cambio nos da esa “Letra del Tesoro”, que no es más que un reconocimiento de deuda por parte del Estado Español, mediante el cual se obliga a devolvernos en un plazo establecido (no superior a 18 meses) el dinero que le hemos prestado más un interés. 
Los Bonos del Estado son otro tipo de título, en este caso con vencimiento mayor, de 3 a 5 años (por tanto ahora el Estado nos devolverá el dinero prestado en 3 o 5 años, aunque cada año nos irá pagando intereses), y por último, las Obligaciones del Estado son muy similares a los Bonos, pero en este caso su vencimiento (cuando recuperamos el dinero invertido) es a 10, 15 o 30 años, aunque igualmente cada año nos paga un interés. 
Del mismo modo que con los impuestos, la financiación del Estado vía deuda, se debe analizar escrupulosamente. No sólo por el hecho de estar comprometiendo “impuestos futuros” para pagar la deuda, sino también porque la deuda (ya lo hemos visto) compromete al país a pagar unos intereses anuales a los que le han prestado (los inversores que han comprado Letras, Bonos u Obligaciones). El pago de estos intereses conlleva menos dinero para los gastos e inversiones que realmente debemos satisfacer (sanidad, educación, pensiones, infraestructuras…). Si la deuda es pequeña o moderada no afectaran mucho, pero si es excesiva, los pagos por intereses pasan a ser un problema.
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Los mercados y la fijación de los precios. 
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Mercado de bienes y servicios: ¿Quién pone el precio? 
Las personas trabajan para empresas (o en sus propios negocios) por lo que reciben un salario o renta. 
Con este dinero adquieren los bienes y servicios que éstas producen. 
Este gran intercambio se da en un mercado, al que denominamos “mercado de bienes y servicios” 
Todos hemos ido en multitud de ocasiones al mercado. ¿Cómo lo definiríamos? Sin duda como aquel lugar en que se encuentran compradores y vendedores que tratan de ponerse de acuerdo sobre el precio y la cantidad de la compra-venta de un producto. 
Los vendedores desean cobrar el mayor precio posible, y los compradores pagar el menor precio posible… ¿quién decide el precio? 
Si el mercado está funcionando correctamente, compradores y vendedores llegarán a un acuerdo, un equilibrio, pues todos ellos desean el intercambio. 
Imaginemos que un vendedor pone el precio muy alto para ganar más: entonces los compradores irán a otros vendedores que tengan un precio menor. Si el primer vendedor quiere vender, deberá bajar el precio. 
En el otro extremo, si un vendedor baja mucho los precios para vender más, pero no cubre sus costes, verá como esa gran venta no le servirá para nada (sufrirá perdidas), y que los compradores que aun necesitan el producto los adquirirán a otros vendedores a un precio superior. Como su estrategia le supone no ganar nada, seguramente al día siguiente subirá algo su precio para no perder. 
En definitiva, en el mercado se dará un equilibrio entre compradores y vendedores. 
Aunque nosotros no solemos “ver” que existe esta negociación, en realidad, con nuestras decisiones diarias de compra o de venta y las del resto de compradores y vendedores, este equilibrio se va creando día a día. Por ejemplo, decidimos no comprar por estar muy caro, o comprar a otro vendedor, o decidimos comprar más o menos cantidad en función de lo que quiero gastar, etc. 
Por supuesto, también la “cantidad de producto” afecta al precio de equilibrio: si un día no hay casi oferta de un producto en el mercado, su precio subirá, porque todos los compradores que lo desean/necesitan estarán más dispuestos a pagar un precio mayor con tal de no quedarse sin él. Y al contrario, si hay mucha oferta, el precio del producto bajará. 
Hemos dicho que se llega a un buen equilibrio si el mercado “está funcionando correctamente”, ¿qué significa correctamente? Lo ideal, para que los precios del mercado sean justos, es que haya muchos vendedores y muchos compradores, sin trabas ni impedimentos legales y que ninguno de ellos tenga más fuerza que los
demás para imponer lo que a él más le conviene. Cuando esto ocurre, decimos que son “mercados de competencia perfecta”, y el precio se decide con el juego de equilibrios que hemos visto antes, el juego puro de “la oferta y la demanda” 
Pero ahora imaginemos que hay un solo vendedor. Si los compradores no tienen más remedio que comprarle a él (pensemos en un producto de primera necesidad, que los compradores tienen que comprar quieran o no), entonces este vendedor podrá prácticamente poner el precio que quiera, pues no hay alternativas. El precio, seguro, será mucho más alto que el que se daría si hubiera más “oferentes” en un mercado libre, y los compradores saldrán perjudicados. En este caso estaríamos delante de un caso de monopolio. Y el “equilibrio” que se alcanzaría no sería tan bueno como el de competencia perfecta. (Ejemplo: cuando hay un único fabricante de un producto). 
Si los vendedores fueran más de uno (pocos) pero igualmente tuvieran poder sobre los compradores, diríamos que estamos ante un oligopolio. En un oligopolio, si los vendedores compiten entre ellos, los compradores saldrán algo beneficiados, pero también puede ser que se pongan de acuerdo para poner precios altos (todos a la vez) y de esta forma perjudicar más a los compradores beneficiándose ellos (Ejemplo: la OPEP, los países productores de petróleo). 
Sin embargo, el Estado a través de sus leyes incide en este mercado, incentivando o desincentivando el consumo de ciertos productos o servicios con el objetivo de beneficiar el “bien común”. Por ejemplo, para desincentivar el consumo de gasolina, altamente contaminante, impone unos impuestos que la gravan (la mayor parte del precio de la gasolina son impuestos), o al contrario, para favorecer la “formación” de las personas, reduce el IVA de los libros o elimina totalmente el IVA para los servicios de formación (clases) para favorecer su venta y su consumo. 
Por último, para el buen funcionamiento del mercado existe una “legislación mercantil” que regula el comercio en sentido amplio, para resolver los conflictos entre empresa o personas que ejercen su actividad para comprar o vender bienes y servicios, por ejemplo, leyes sobre la competencia, la libertad de horarios comerciales, la propiedad industrial o intelectual, la regulación de la quiebra de una empresa y de los derechos de los acreedores de ésta, etc.
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Los mercados y la fijación de los precios. 
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Mercado de trabajo: ¿Por qué cobra más un futbolista que un profesor? 
Como hemos visto, las personas trabajan para empresas (o en sus propios negocios) por lo que reciben un salario o renta. 
Este intercambio se produce en lo que se llama el “mercado de trabajo”. 
En los mercados que primero nos vienen a la cabeza, los mercados de alimentos o de ropa, los compradores somos nosotros y los vendedores pequeñas o grandes empresas. En ese mercado nos venden bienes (por ejemplo fruta, o carne, o unos pantalones) y nosotros los compramos y pagamos por ello una cantidad de dinero, el precio. 
En el mercado de trabajo es al revés: nosotros (las personas) vendemos nuestro trabajo (se lo ofrecemos a) las empresas, y éstas nos pagan por ello una cantidad de dinero, nuestro salario. 
Como en cualquier otro mercado, el precio (en este caso el salario) vendrá dado por un equilibrio entre los deseos del comprador (las empresas, que desearían “comprar barato”, es decir pagar salarios bajos, para mejorar sus beneficios) y del vendedor (las personas, que desearían “vender caro” y cobrar salarios altos que les permitan mejorar su consumo y su ahorro). 
Dependiendo de la “fuerza de negociación” entre compradores y vendedores, y la “cantidad de trabajo” disponible (la cantidad de oferta que haya), el precio pactado - el precio de equilibrio - será mayor o menor. 
Por ejemplo, si una empresa busca una persona para realizar un trabajo sencillo, para el que no se necesite mucha cualificación, encontrará en el mercado muchos candidatos que pueden realizarlo. En este caso, los “vendedores de trabajo” (las personas que quieren trabajar en la empresa) no tendrán mucha fuerza para solicitar un salario alto, ya que hay muchas otras personas dispuestas y capaces de realizarlo y la empresa no le escogería si exige mucho. En este caso, el mayor poder lo tiene el “comprador de trabajo” (la empresa), y además fijémonos que la oferta es grande, siempre que hay mucha oferta de un producto, su precio baja. Por tanto, en este caso el salario de equilibrio será seguramente bajo. 
En un ejemplo totalmente contrario, imaginemos una empresa que busca una persona para realizar un trabajo que requiere mucha formación o muy especializada, o unas capacidades que no muchas personas poseen. En este caso, el “comprador” (la empresa) tendrá que estar dispuesto a pagar más, y el poder de negociación del “vendedor” (la persona cualificada) será mayor el salario de equilibrio resultará, sin duda, mayor. Fijémonos que mayor calificación y mayores capacidades suelen tener relación con mayor poder de negociación y salarios más elevados. No es que se deba cumplir siempre, pero en circunstancias normales suele ser así. 
Pero, ¿por qué cobra más un futbolista que un profesor universitario con dos carreras y tres doctorados? 
Lo que puede realizar un futbolista de élite no muchas personas saben hacerlo y sí, en cambio, hay muchas, muchísimas personas dispuestas a pagar por verle jugar. En este
caso, el profesor tiene una mayor cualificación académica, pero no hay tanta gente dispuesta a pagar por ella. La cualificación puede ser diversa, el efecto diferencial es cuán apreciada es esa cualidad por el mercado, por la gente en general. 
Seguro que hay personas que saben hacer cosas mucho más complicadas y que exigen de una formación más compleja que jugar muy bien al fútbol, y mucho más valiosas socialmente, pero estas habilidades quizás no supongan un salario muy alto simplemente porque la empresa que le paga no va a “vender” o ingresar mucho con ellas y no puede pagar mucho al profesional. En cambio, fijémonos en los miles (mejor dicho millones) de personas que van a los campos de fútbol pagando su entrada, o que son socios, o los que pagan por ver partidos por televisión, o bien que compran camisetas de sus jugadores preferidos… ningún profesor, por lo menos por el momento, ha resultado nunca tan mediático!! 
Este es el punto clave: ¿Qué puedo ofrecer de diferente que me haga más “demandado” en el mercado laboral? 
En este mercado, como en el de bienes y servicios, existe una legislación laboral (derecho laboral o derecho del trabajo) que regula y tutela las relaciones entre trabajadores y empresas, por ejemplo, entre otros temas, contempla: los contratos laborales, los derechos colectivos de los trabajadores (sindicatos, convenios colectivos, etc.), la asistencia social, seguridad e higiene en el trabajo, etc.)
T6 
Los mercados y la fijación de los precios. 
P3 
Mercados financieros ¿Qué vale el dinero? 
En los mercados de bienes y servicios se intercambian todo tipo de productos (casas, coches, alimentos, ropa, productos tecnológicos, libros, etc) y servicios (educación, ocio, vacaciones, etc) por dinero (el comprador paga un precio al vendedor). 
En el mercado de trabajo se intercambia el trabajo que ofrecen las personas (que son los “vendedores” de trabajo) a las empresas (que son los “compradores” de trabajo), a cambio de dinero: de nuevo, el comprador paga un precio, en este caso el salario, al vendedor. 
En los mercados financieros, el producto que se intercambia es directamente dinero… a cambio también de dinero… suena extraño, ¿verdad? 
La explicación es que se intercambia dinero de hoy por dinero a devolver “en el futuro”. 
Veámoslo con un ejemplo. Un inversor, que tiene un dinero ahorrado que quiere invertir, le presta hoy ese dinero a la empresa. La empresa, le entrega un papel en el que “reconoce esa deuda” (llamado “obligación” o “bono”) en el que por escrito se compromete a devolverle el dinero en el futuro: la cantidad que le ha prestado hoy más otra cantidad en concepto de intereses en una fecha futura determinada. 
Supongamos que una empresa emite un bono de 100 € a tres años al 5% de interés anual. ¿Qué significa esto?, muy sencillo, quien “emite” pide dinero, si lo que se emite es un “bono” se intenta que “alguien” se lo preste comprando ese bono. Si un ahorrador adquiere ese bono, significa que presta 100 € a la empresa emisora a cambio de ese papel - el bono - que no es más que un contrato entre emisor y comprador, en el que el emisor se compromete a devolver al comprador el dinero (esos 100 €) dentro de tres años, y mientras no se lo devuelve, le irá pagando 5 € (el 5% de 100 €) cada año. Por eso decimos que en los mercados financieros se intercambia dinero de hoy por dinero “del futuro”. El inversor ve que adquiere un activo (en el ejemplo un bono), pero todos los activos que se adquieren en los mercados financieros son en realidad “dinero futuro”. Cuidado! “dinero futuro” no significa dinero seguro al 100%, después veremos que se trata de unas inversiones con riesgo (unas más que otras) 
El precio de ese intercambio es el tipo de interés. En el ejemplo, el acuerdo ha sido intercambiar 100 € hoy por 5€ dentro de un año, 5 € dentro de dos años y 105 € dentro de tres años (5 € de intereses del tercer año más la devolución de los 100 €) 
¿Qué mercados financieros existen y qué activos se negocian en ellos? 
Podemos decir que existen 3 grandes mercados financieros 
1.- Mercado monetario. El “dinero futuro” que se negocia aquí es a un futuro muy cercano; entre 1 día y 18 meses como máximo. Cuando un Estado, por ejemplo el español, pide prestado dinero a un año o menos, lo que entrega a los inversores es un activo llamado Letra del Tesoro en el que se compromete a la devolución de la deuda. Cuando es una empresa la que pide dinero a corto plazo, el activo que entrega al inversor en contrapartida se llama Pagaré. El único riesgo para el inversor sería que la
empresa o el estado quebrasen y no le pudieran pagar los intereses pactados ni devolverle el dinero invertido. No es imposible, aunque el hecho de que el compromiso sea a tan corto plazo implica menos riesgo que si el préstamo fuera a muchos años. 
2.- Mercado de renta fija (mercado de bonos, también llamados obligaciones). Aquí, el “dinero a futuro” que piden empresas y estados es a más largo plazo (5 años, 10, 30, o incluso algunos bonos son perpetuos!). El inversor que presta su dinero a estos plazos recibe un bono, en el cual la empresa o estado se compromete a devolver el dinero prestado en el plazo previsto, y además se compromete a ir pagando intereses, hasta ese plazo, al inversor. Como hemos dicho, el riesgo ahora para el inversor es algo mayor, pues a cuantos más años es el préstamo la posibilidad de que las cosas vayan mal es mayor. Un bono es un producto de “renta fija”, dado que el inversor cuando adquiere el bono ya conoce de antemano la “renta” que, si todo va bien, recibirá en el futuro (en el ejemplo anterior esa renta será de: 5€ + 5 €+ 105 €). 
3.- Mercado de renta variable (acciones de empresas). En este mercado ya no se compra/intercambia deuda, o bonos, sino acciones de las empresas. El inversor que compra acciones se hace socio de la empresa, una pequeña parte de esa empresa es de su propiedad mientras no se venda dichas acciones. ¿Cuál es el “dinero a futuro” que obtendrá el inversor que compra acciones? No se sabe, la renta que obtendrá será “variable”, dependiendo de los beneficios que consiga la empresa. Ya vemos que el mercado de renta variable tiene más riesgo que los mercados monetarios o de renta fija, pues la empresa no garantiza ni retribución fija (dependerá de cómo vaya el negocio) ni devolución de lo invertido. 
Hemos visto que invertir en los tres mercados tiene diferentes riesgos. ¿Por qué razón, si un inversor puede elegir, elegiría asumir más riesgo comprando acciones en vez de bonos o pagarés? Por una razón muy sencilla, porque la inversión en acciones, a largo plazo, se espera que reporte mayores ganancias que la inversión en deuda (bonos o pagarés). 
Nos queda una última pregunta, ¿quiénes son los compradores y vendedores en estos mercados? Los compradores son los ahorradores (inversores) y los vendedores son las empresas y estados (que emiten los títulos y los intentan venderé a cambio del dinero de esos inversores). 
Del mismo modo que en los mercados de bienes y servicios y en el mercado laboral rigen leyes para el buen funcionamiento de los mismos, en los mercados financieros ocurre lo mismo. Las normativas y regulaciones de los mercados financieros se intentan unificar a nivel mundial dado que la gran libertad de movimiento del dinero hace que una legislación nacional por sí sola no suele ser efectiva para asegurar ese correcto funcionamiento.
T7 
El dinero, la inflación y la aparición de los bancos centrales. 
P1 
¿Quién crea el dinero? El problema de la inflación y la deflación. 
¿En qué se parecen la sal, los granos de cacao, el arroz y los cigarrillos?....En que todos ellos han sido utilizados alguna vez como monedas. Los romanos pagaban en sal (de ahí el nombre de “salario”) a sus soldados (“sueldo”), los mayas utilizaban los granos de cacao como unidad de intercambio así como los chinos lo hacían con granos de arroz y, más recientemente, en los campos de concentración de la segunda guerra mundial, los cigarrillos eran la “moneda” más utilizada en los intercambios entre prisioneros. 
Cuando los intercambios entre personas se multiplican y empieza a generarse un incipiente comercio, se necesita una unidad de cambio para valorar e intercambiar los objetos o los servicios prestados. Los reyes, emperadores o personas de gran poder empiezan a acuñar monedas propias de un mismo peso y por tanto de un mismo valor. Los gobernantes tenían el monopolio de la acuñación de la moneda utilizada en su país. El dinero en forma de monedas de metales diversos (cobre, plata, oro, etc.) empieza a circular por el mundo y se convierte en un instrumento muy útil y práctico para: medir el valor de las cosas y como medio de cambio (cobro y pago) unificado. Al pasar del trueque a intercambiar cualquier cosa a cambio de monedas, se facilitan enormemente las transacciones; cualquier cosa se puede medir en términos de una sola: la moneda. 
Los gobiernos empezaron a emitir también “papel-moneda” (billetes) y tanto las monedas como los billetes se utilizaron indistintamente para realizar los cobros y pagos entre personas, empresas y administraciones públicas. 
El uso del dinero se popularizó y empezaron a aparecer los bancos. De la misma forma que al popularizarse el uso de las especias en Europa (pimienta, clavo, nuez moscada, etc.) aparecieron los intermediarios de especias que las compraban lo más baratas que podían y las vendían lo más caras que podían, también aparecieron los intermediarios de dinero, los bancos, que captaban dinero de la gente que tenía ahorros (depósitos) ofreciéndoles unos intereses y ese dinero lo prestaban a otros (créditos) exigiendo un tipo de interés mayor. La diferencia entre lo que pagaban por el dinero captado y lo que cobraban por el dinero prestado era, y sigue siendo, su margen de beneficio. 
El comercio se multiplicó y los movimientos de dinero también. Los Estados entraron en enormes gastos públicos, principalmente militares, y emitieron dinero para financiarlos. Esas grandes emisiones de dinero provocaron en varias ocasiones períodos de subidas de precios continuadas. Al haber más billetes y monedas pero prácticamente las mismas “cosas” (casas, caballos, carruajes, vacas, trigo, etc.), cada “cosa” se intercambiaba por un mayor número de billetes y monedas. Eso hacía que el Estado emitiera más billetes y monedas y se entraba en una espiral infernal. Un mismo pan podía valer el doble a los pocos días ya que la gente tenía más y más billetes y monedas cada día. Esta pérdida del valor adquisitivo de una moneda, esta situación, en la
que el valor del dinero disminuye continuadamente en relación a los bienes y servicios que se pueden comprar con él, se le llama inflación y suele medirse a través del IPC (Ïndice de Precios al Consumo), que no es más que una estadística de la variación de los precios de varios bienes y servicios (pan, carne, ropa, calzado, entrada del cine, gasolina, etc.) durante un periodo de tiempo. 
La inflación es una situación en la que los precios de los bienes y servicios suben de forma generalizada y continuada durante un periodo largo de tiempo. Cuando la inflación es enorme (100 %, 500 %, 1000 % o más, en un año) se le llama hiperinflación. Esa inestabilidad de precios impide a las personas y a las empresas poder realizar planificaciones de sus ingresos, de sus gastos y de sus inversiones. Ello producirá poco o ningún incentivo ni para ahorrar ni para invertir, y la gente preferirá gastar y anticiparse a la subida de los precios, pero nadie invertirá y las empresas tendrán pocos incentivos para crecer lo que puede provocar una escasez de bienes y servicios. 
Podría pensarse que la situación ideal fuera la de que los precios bajasen de una forma generalizada y continuada durante un periodo largo de tiempo. Cada mes, cada año, la comida más barata, la ropa a mejor precio, los coches disminuyendo su valor, ¡¡todo bajando de precio!!. Esa situación es conocida como deflación, y no sólo no es buena si no que es la peor de las situaciones, incluso peor que la hiperinflación. A una situación larga de deflación se la conoce como “depresión económica”. Sucede que si las personas no consumen, las empresas para poder vender sus productos, bajan los precios. Con los precios bajando de forma generalizada, la demanda disminuye más, ya que la gente piensa que podrán comprar más adelante a un precio menor. Si las empresas no venden, tendrán que despedir trabajadores o directamente quebrar. Con más desempleo menos gente dispuesta a compra y por tanto menor consumo, y así sucesivamente entrando en un círculo vicioso difícil de salir. 
Y como sería difícil que los políticos pudieran sustraerse de la tentación de emitir dinero para solucionar sus problemas cotidianos de gobierno, se creó la figura del “banco central”, independiente del poder político y cuyo principal objetivo es controlar la inflación. En la actualidad, ese objetivo se concreta en intentar mantener la inflación a una tasa pequeña (sobre el 2%) y estable.
T7 
El dinero, la inflación y la aparición de los bancos centrales. 
P2 
¿Qué es un banco? 
Lo que hace una entidad bancaria es bien simple. Es básicamente un “intermediario financiero”. Si se entiende qué hace un intermediario de naranjas, por ejemplo, también se entiende qué hace un intermediario de dinero. Un intermediario de naranjas compra las naranjas al agricultor lo más baratas que puede y las vende al consumidor final lo más caras que puede, cuanto mayor sea ese “margen”, más beneficios obtendrá. Un banco hace lo mismo: en vez de naranjas, compra dinero lo más barato que puede y lo vende lo más caro que puede. ¿Cómo?, muy sencillo, compra nuestro dinero con “productos de pasivo”, es decir a través de cuentas corrientes, imposiciones a plazo, etc. Y nos lo vende a través de sus “productos de activo”: préstamos, hipotecas, líneas de crédito, etc. Cuanto mayor sea ese margen, más beneficios obtendrá. 
Las entidades financieras, entonces, ofrecen básicamente dos servicios: 
1.- Captan la liquidez de las personas, de las empresas y del estado y lo remuneran a un tipo de interés dependiendo del plazo y la disponibilidad. Por ejemplo, si abrimos una cuenta corriente - disponibilidad “a la vista”, es decir en cualquier momento puedo disponer del dinero – con 300 €, obtendremos un tipo de interés a nuestro favor muy pequeño. En cambio si con ese dinero abrimos un depósito a plazo de 1 año – sólo podremos disponer de ese dinero una vez pasado ese año – obtendremos una rentabilidad mayor. En definitiva, podemos ahorrar y depositar esos ahorros en un una entidad bancaria obteniendo una rentabilidad por ese dinero. 
2.- Prestan dinero a personas, empresas y al Estado y exigen por ello un tipo de interés mayor que el que ofrecen por nuestros ahorros. Cuando una persona, empresa o estado necesita financiación puede recurrir a una entidad financiera y ésta, una vez analizada la petición, se aprueba el crédito o se deniega. 
La clave del negocio bancario es saber conceder créditos a personas, empresas o estados que tengan poco “riesgo”. El “riesgo” en finanzas es un concepto primordial. Analizar el riesgo de cualquier operación financiera es responder a la siguiente pregunta: ¿Se recuperará lo invertido junto con los intereses pactados? Por eso se dice que el negocio bancario es un negocio de gestión de riesgos. Si el banco presta el dinero de los depositantes - de las personas, empresas o entidades públicas que han depositado allí su dinero - de forma muy arriesgada y nunca lo recupera, puede llegar a quebrar y esos depositantes pueden no recuperar su dinero. En ese caso, existe un Fondo de Garantía de Depósitos, formado por las aportaciones que cada año ingresan en él todas las entidades financieras, y en el caso de que una entidad quiebre ese fondo garantiza una cantidad (un máximo de100.00 € en España) por cada depósito y depositante. 
Existen otros servicios aparte de aceptar depósitos y conceder préstamos, que las entidades financieras también realizan y cobran una comisión por ello: domiciliación de recibos, gestión de nominas, transferencias, etc.
T7 
El dinero, la inflación y la aparición de los bancos centrales. 
P3 
La aparición de los bancos centrales. El precio del dinero… ¿Quién lo marca? 
La importancia de la inflación - esa continuada y generalizada escalada de precios en un periodo importante de tiempo - en la vida de las personas, ya hace tiempo que se evidenció. El control de la inflación es de suma importancia para asegurar las bases del bienestar de los ciudadanos. Muy importante. Demasiado importante para dejarlo en manos de políticos. Y se crearon los primeros Bancos Centrales - que todavía hoy son independientes del poder político - para confiarles esa misión. 
El objetivo principal, por ejemplo, del Banco Central Europeo (BCE), como el de cualquier Banco Central, es controlar la inflación. El Consejo de Gobierno del BCE ha cuantificado ese objetivo alrededor del 2 % anual como máximo. Una inflación anual superior al 2%, malo. Menos del 2%, no está mal. 1,5%, bien. 0,5%, bien pero cuidado. Inflación negativa, ¡mal! Inflaciones negativas (deflación) en un largo periodo de tiempo, ¡lo peor! 
Para llevar a cabo ese cometido los bancos centrales tenían, y tienen, como principal herramienta la “máquina de hacer dinero”, de emitir billetes. La potestad de ser el único emisor de billetes y monedas de curso legal. 
Así que al Banco Central le pedimos que controle la inflación, que la controle de cerca y continuamente. El Banco Central, obviamente, pedirá ser el único que pueda hacer funcionar la máquina de imprimir dinero para controlar la masa monetaria, la cantidad de dinero que hay en el sistema. Porque si la controla el Gobierno… el sistema está condenado al caos. ¿Los profesores del sistema público de enseñanza quieren un incremento salarial? Pues a hacer dinero. ¿Los médicos de la seguridad social también? Pues a darle a la máquina para hacer más billetes. Y lo único que se crea así es esa ilusión monetaria y un desbarajuste absoluto en la evolución de los precios. Cuanto más imprevisible es la situación futura de las variables clave de la economía, y la inflación es de las más importantes, menos facilidades damos a la inversión y por tanto al crecimiento. Sin estabilidad de precios difícilmente se puede sustentar un crecimiento equilibrado en una economía. 
El Banco Central tiene la “máquina de imprimir billetes”, pero también controla a las entidades financieras de su territorio para que no conceda más créditos de los que debiera. Cada vez que una entidad nos concede un crédito, de alguna manera está creando “dinero bancario”, ya que, generalmente, no nos da billetes o monedas si no que nos da unos cheques para emitirlos de nuestro puño y letra cuando compremos una casa o un coche o cualquier activo. Es decir, de repente existe un dinero en circulación que nadie ve, pero que todo el mundo utiliza. Pensemos en los últimos cobros y pagos que hemos hecho… ¿Cuántos han sido efectuados con dinero en efectivo, es decir, imprimidos por el Banco Central?...muy pocos (alrededor de un 10 %, en las economías occidentales) 
Así el Banco Central también controla y supervisa a todas las entidades financieras de su territorio para que no emitan (concedan préstamos) más “dinero bancario”
del que tienen captado, y si lo hacen, les permite crear un mercado entre ellas, el mercado interbancario (IBOR, “Inter Bank Offered Rate”), donde las entidades que han concedido en exceso créditos y por tanto les falta dinero en sus balances, pueden pedir prestado a otras entidades que tienen liquidez de sobra ya que no han concedido tantos créditos. El Euribor es el precio del euro en este mercado. Es decir, es el tipo de interés al que en este mercado mayorista de dinero, los grandes bancos de la zona euro se prestan dinero entre ellos a plazos cortos de tiempo (a 1 día, a 1, 3, 6, 9 o 12 meses, por ejemplo) y lo hacen básicamente para cumplir con las exigencias del Banco Central de que tengan sus cuentas equilibradas y no concedan más créditos de los debidos porque entonces generarían un exceso de “dinero bancario” y por consiguiente inflación. 
Pero el Banco Central juega otro papel primordial para el buen funcionamiento de todo este entramado. Dispone de otra herramienta. La pieza clave que nos falta para entender el funcionamiento de todo el sistema. 
Los bancos los podemos visualizar, simplificando, como sucursales o franquicias del Banco Central y podríamos representar el sistema bancario, comentado hasta ahora, de la siguiente forma: 
No olvidemos que el objetivo principal de un Banco Central es controlar la inflación. Pues bien, El Banco Central es el “banco de bancos” y marca, unilateralmente, el tipo de interés básico del sistema. Fija el precio del dinero en primera instancia, al que sólo pueden acceder las entidades financieras. Esa es su herramienta básica para controlar la inflación de la zona monetaria que supervisa. ¿Cómo funciona? 
Imaginemos que la inflación de la zona euro está subiendo y se encuentra en el nivel del 2,5% anual. El BCE (Banco Central Europeo) no hace nada y a los pocos meses sigue subiendo hasta colocarse en el 3,2 %. El BCE tiene que actuar, recordemos que el BCE debe mantener las tasas de inflación próximas, aunque inferiores, al 2% ¿Cómo lo hace? Subiendo el tipo de interés básico del sistema. 
Supongamos que el BCE tenía fijado el tipo de interés básico en el 1 %, al subir la inflación decide actuar y lo sube al 1,5%. ¿Por qué? 
El dinero es una materia prima, como el petróleo o el cobre: se produce, se genera y tiene un precio. Y su precio, como el de cualquier otro producto que se vende y se compra: varía. 
Obviamente, si sube ese medio punto porcentual, los bancos entre sí también se prestarán el dinero a un precio más caro. Y el Euribor subirá. La banca, al subir el precio 
Banco 1Banco 4Banco 3Banco 2Banco n… BANCO CENTRALI.B.O.R.
de su “materia prima” – el dinero – en ese mercado mayorista que es el interbancario (mercado IBOR), lo repercutirá en el mercado minorista, en sus clientes. Empezando por su producto de activo (préstamo) más barato: el préstamo hipotecario, supongamos que el “banco 1” del cuadro ofrece hipotecas al “Euribor a un año más un 2%” (supongamos euribor = 1,96 %) entonces ese préstamo hipotecario, al subir el Euribor también subirá al 3,96 %. Sigue el dominó. ¿Qué pasa si pido un préstamo al consumo? Que es más caro, ya que tiene más riesgo: entre el 7 % y el 9 %, por ejemplo. El banco está pidiendo más porque la garantía es peor. ¿Cuál es el producto más caro? El tener números rojos, estar en descubierto bancario, que en alguna entidad puede llegar al 25%... ¡o más! 
Supongamos que la inflación sigue subiendo a pesar de todo. ¡Peligro! ¿Qué hace el Banco Central para contener esta subida de precios? Pues vuelve a subir el tipo de interés. Y si lo sube, el precio del dinero en el mercado interbancario también subirá. Y la hipoteca subirá, y el crédito al consumo subirá. ¿Y por qué lo sube? Para bajar la inflación, porque todos compramos actualmente endeudándonos. Sube todo, y el consumidor, si sube el precio del dinero, no pedirá tanto dinero, con lo cual comprará menos, la demanda bajará y las empresas tendrán que bajar precios para que la gente compre, porque si no habrá una sobreoferta de bienes y servicios. 
Luego, ¿sube la inflación?, ¿suben los precios? El Banco Central subirá el tipo de interés y dejaremos todos de pedir tanto dinero para comprar tantas cosas. ¿Qué los precios bajan mucho? ¿Qué hará el Banco Central para reanimar el consumo y la actividad? Bajará el precio del dinero para que la gente se endeude y compre más cosas. 
Esto es siempre así, es un péndulo. La política monetaria es esto: bajar y subir el tipo de interés básico del sistema, es una sucesión continua de subidas y bajadas que mantienen a la economía lo más estable posible. 
Banco 1Banco 4Banco 3Banco 2Banco n… BANCO CENTRALI.B.O.R. Tiposde interés1,5 % 1,96 % 3,96 % 7 –9 % … 18-25 %
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Economía para todos, por Xavier Puig y Gemma Cid

  • 1. Economia para todos Xavier Puig i Gemma Cid, professors de la Universitat Pompeu Fabra
  • 2. T1 Rodeados de economía P1 ¿De dónde sale el dinero para pagar la escuela, el médico, la policía…? Una parte muy importante – seguramente la más importante - de los servicios que recibimos las personas en nuestra llamada “sociedad del bienestar” no tenemos que pagarlos directamente, aparentemente son gratuitos. Solemos dar poca importancia a cosas tales como: - Ir a un pueblo alejado de nuestra casa y que exista una carretera asfaltada - Que los semáforos de la ciudad funcionen día y noche - Cuando alguien se jubila siga cobrando el resto de su vida sin trabajar - Cuando alguien tiene un accidente de circulación aparecen en pocos minutos ambulancias, médicos, policías, etc. - Que al declararse un incendio, los bomberos acudan en seguida con grandes camiones y helicópteros. - Ir a un hospital de la Seguridad Social y que nos atiendan sin pagar Es tan cotidiano que quizás hemos olvidado que estos logros no los disfrutaban las personas que vivieron en generaciones anteriores. Estos grandes beneficio sociales como el de tener una sanidad y educación gratuita para todos, es lo que da nombre al llamado “Estado del bienestar”. Nunca antes las personas habían vivido con un grado tan alto de prestaciones del Estado gratuitas que les aseguran un bienestar mínimo. Sin embargo nada es gratis. El Estado debe pagar todos esos servicios públicos. Los médicos, los profesores, los bomberos, los policías, etc., cobran un salario cada mes. El alumbrado de las calles, el asfalto de las carreteras, los helicópteros de los bomberos, etc. Tampoco son gratis. ¿Quién paga todo ello? ¿Y con qué dinero? Los grandes estados modernos, como España o la mayoría de los estados de la Unión Europea, en la actualidad son las organizaciones que más trabajadores tienen en un país, las que más gastan, las que más invierten, las que más ingresan. Sus presupuestos son mayores que los de las mayores empresas de sus países respectivos. Los Estados tienen un tamaño enorme cuya gestión es un factor clave de éxito en una sociedad moderna. Sus ingresos provienen de la recaudación de impuestos, de diversos impuestos, y si no llegan con ellos a cubrir los gastos enormes del Estado en sanidad, educación, seguridad, etc., entonces tienen que pedir dinero prestado - la famosa Deuda Pública – a personas del país o de otros países.
  • 3. T1 Rodeados de economía P2 “Facebook” no existía hace unos años, ahora vale miles de millones… ¿Por qué? El espíritu emprendedor de las personas es un motor económico de desarrollo muy importante en una sociedad, quizás el más importante. Algunas personas con este espíritu son capaces de generar riqueza colectiva creando empresas. Generar riqueza, en cuanto a crear empresas que sean capaces por ejemplo de: - Ofrecer puestos de trabajo a otras personas, - Realizar actividades e inversiones que den ocupación a otras personas y otras empresas, - Vender productos o servicios que satisfagan necesidades de personas o empresas, - Generar beneficios que puedan destinarse a más gasto o inversión en la misma empresa o a repartir dividendos para pagar a las personas que tomaron el riesgo de crearla. Una empresa produce un efecto multiplicador. Primer nivel: La empresa Segundo nivel: Todas las personas relacionadas directamente con la empresa: trabajadores, accionistas, proveedores y profesionales que le suministran servicios Tercer nivel: Todas las personas que consiguen trabajo indirectamente gracias a la existencia de esa empresa: trabajadores, profesionales y empresas que suministran productos o servicios a los trabajadores, accionistas, proveedores y profesionales del segundo nivel Cuarto nivel:…..Y así sucesivamente En todos los niveles hay personas y por tanto familias que cobran dinero, lo que les permitirá pagar impuestos a todos ellos, ya sea directamente – como el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) – o indirectamente – como pagar el IVA de las compras de productos y servicios que consuman. La misma empresa dedicará una parte de los beneficios a pagar impuestos, el impuesto de sociedades. El Estado sólo recauda impuestos si las personas y las empresas pueden pagarlos. Si una persona no tiene trabajo o no compra nada no podrá pagar impuestos, del mismo modo si una empresa no tiene beneficios tampoco podrá pagar impuestos sobre esos beneficios. Los impuestos sólo provienen de las personas que trabajan y consumen, y de las empresas que obtienen beneficios. Las personas tienen trabajo y pueden consumir si existen empresas viables que puedan ofrecérselo. Son las empresas viables y las personas que trabajan las que permiten sufragar los enormes gastos sociales del “Estado del bienestar”.
  • 4. Sin embargo tener una idea brillante de negocio no es suficiente - ni tan siquiera a veces relevante - para crear una empresa de éxito que genere muchos puestos de trabajo y que sea capaz de obtener beneficios. Existen muchos ejemplos de ideas que hace sólo unos años imaginó una persona y hoy día se han convertido en empresas que dan trabajo a mucha gente en todo el mundo y que valen mucho dinero (Apple, Microsoft, Inditex, Mango, etc.). Los emprendedores, son personas que intentan transformar ideas en empresas rentables. Pero es muy difícil conseguirlo, muchos tienen ideas de posibles negocios y desarrollan sus proyectos, asumen riesgos y sólo “algunas” veces, muy pocas, tienen éxito y sus ideas se materializan en una empresa viable. Una empresa que puede llegar incluso a convertirse en una gran compañía con presencia en diversos países del mundo. El proceso puede parecer sencillo: Tener una idea, invertir, buscar financiación y controlar las áreas más importantes de la empresa, producción, marketing, recursos humanos y finanzas. Pero en realidad es muy complicado. Es como pintar un cuadro. El proceso es fácil: Buscar un lienzo, seleccionar colores, mezclarlos y plasmarlos en la tela:¡¡ FÁCIL!!... Picasso no hizo más que eso… hasta podríamos conseguir a alguien que copiara un cuadro suyo a la perfección,… pero no sería Picasso. Su mérito no sólo fue pintar como lo hizo – y que un copista puede replicar - , su gran mérito fue la valentía con que rompió con los esquemas de su época, innovando, arriesgándose y luchando con entusiasmo por conseguir el reconocimiento del mercado artístico.
  • 5. T1 Rodeados de economía P3 Si quiero comprarme una moto… ¿Quién me presta el dinero? Tanto los estados como las familias como las empresas, en algún momento pueden necesitar dinero, que no tiene, para acometer inversiones importantes o poder sufragar gastos ineludibles. Cuando un país tiene que construir un hospital, una autovía, una línea de alta velocidad ferroviaria, y un puerto en un mismo año, es difícil que pueda pagar todo lo que cuestan esas inversiones ese mismo año. De hecho, el hospital, la carretera, la línea de tren y el puerto no se utilizarán sólo ese año sino que en el futuro muchas personas, incluso las que todavía no han nacido, disfrutarán de esas infraestructuras. No parece descabellado, pues, que el Estado se endeude para poder hacer frente a esas inversiones y vaya devolviendo ese préstamo poco a poco en el futuro con los impuestos pagados por los ciudadanos que las utilizarán en los años venideros. Una empresa o una familia también hacen cosas similares. La gran inversión financiera de una familia suele ser la compra de una vivienda. Difícilmente una familia dispone de dinero ahorrado para pagar esa casa, una casa que utilizará durante muchos años en el futuro. Parece lógico también que se endeude para adquirirla y la vaya pagando poco a poco con sus ingresos futuros. En definitiva el endeudamiento no es malo o bueno, simplemente es necesario para afrontar inversiones importante para el futuro de las personas, empresas o estados. ¿Cuándo es peligroso endeudarse y cuándo no lo es? ¿Quién me presta el dinero y cuánto cuesta? ¿Qué análisis debo hacer para no sobre-endeudarme? Estas son las grandes preguntas a la hora de buscar financiación para nuestros proyectos personales, familiares, empresariales o estatales. Si quiero comprar una moto a ¿quién le pido el dinero? Hace muchos siglos las pocas personas que necesitaban dinero – con posibilidad de devolverlo - se lo pedían a las pocas que tenían dinero sobrante; en ambos casos eran relativamente pocas personas (la nobleza, algunos comerciantes…y pocos más) y se empezó a crear un “mercado de dinero” incipiente, es decir, un lugar físico – una lonja – donde se encontraban cada día unos y otros y realizaban contratos de préstamos de dinero entre ellos. En la actualidad, las personas que necesitan dinero – con garantías de que lo podrán devolver – somos casi toda la población y las personas que tienen dinero sobrante en algún momento (…a principio de mes cuando cobramos el sueldo) también somos casi todos. Pero hoy sería difícil que “todos” nos encontráramos en una lonja a principios de mes, por ejemplo, para prestarnos el dinero entre nosotros, pactando plazos (a 1 día, a una semana, a un año, a tres años, etc.) y tipos de interés (al 5%, al 6%, al 10% anual,
  • 6. etc.). Como en la actualidad se ha complicado tanto, por el hecho de que es difícil encontrarnos todos en un solo lugar, han aparecido los intermediario financieros (entidades bancarias) con multitud de oficinas que facilitan este encuentro entre gente que tiene dinero sobrante y gente que necesita dinero. Esos bancos sólo hacen eso: actuar como intermediarios. Nos compran el dinero a través de cuentas corrientes, depósitos, etc. lo más barato que pueden y nos venden dinero lo más caro que pueden a través de créditos, préstamos, etc. Lo más normal es que para poder pagar la moto acudamos a un banco y pidamos un “préstamo”. El dinero que nos dejarán no lo crea el banco si no que es dinero ahorrado por otros. Los ahorradores recibirán un interés del banco por sus cuentas corrientes o depósitos (por ejemplo un 2%) y el banco nos concederá un préstamo a un interés mayor (por ejemplo un 7%). Con ese 5% de diferencia (margen) el banco pagará los sueldos de sus empleados, los alquileres de las oficinas, la electricidad, los ordenadores, etc. y obtendrá también un beneficio.
  • 7. T2 De la tribu autosuficiente a la compleja sociedad actual P1 Economía autosuficiente y primeros intercambios ¿Cómo empezó todo? La primera organización humana fue una tribu nómada que buscaba su sustento moviéndose de un lugar a otro, allá donde encontraban comida y protección suficientes. En algún momento - hace aproximadamente unos 8.000 a 10.000 años - esa tribu nómada abandona una vida basada en la mera recolección de frutos silvestres, en la caza y en la pesca de animales y descubre la agricultura. La agricultura fue una innovación clave para el desarrollo de la humanidad. La aparición de la agricultura implicó que la tribu se tuvo que asentar en un lugar fijo para cuidar sus cultivos. Deja de ser “nómada” para tener una vivienda estable. Ello conlleva la necesidad de construir casas, fabricar utensilios para trabajar la tierra o para cocinar y conservar la comida, domesticar animales e iniciar el pastoreo, confeccionar prendas de vestir, etc. En definitiva, esa actividad agrícola propició otras actividades económicas basadas en un comercio sustentado por el trueque de la cosecha sobrante por otros productos necesarios para la tribu: otros productos agrícolas, sal, utensilios de cerámica, animales, etc. Durante muchos años las tribus, ya asentadas (sedentarias), basaron su economía en el “trueque”, intercambiándose productos sobrantes por otros que no tenían. Ese fue el principio del “comercio”. Hace entre 4.000 y 5.000 años la tecnología incipiente creó maquinarias más sofisticadas y apareció la “rueda”, que inicialmente se utilizó como rueda de alfarero, para fabricar vasijas y otros utensilios de cerámica, pero luego se utilizó para facilitar el transporte de personas y mercancías, lo que hizo que el comercio se ampliara en cantidad y en espacio. Ese incremento de intercambios económicos y el aumento de población producida por la abundante comida aportada por las cosechas y el pastoreo de animales, favoreció la aparición de grandes aglomeraciones de personas en pueblos y ciudades. Empezaron a forjarse las primeras grandes civilizaciones como Mesopotamia, Egipto, China y la India, que comenzaron a utilizar “unidades de cambio” (dinero) para facilitar un intercambio a mayor escala que el trueque ya no permitía. Es precisamente en Mesopotamia, en la ciudad de Ur, donde aparecen las primeras inscripciones sobre transacciones y registros contables en unas tablillas de arcilla que los antiguos “sumerios” utilizaban como nosotros podemos utilizar libros.
  • 8. La aparición de los metales (en especial el hierro) aceleró el desarrollo de las herramientas y por tanto de la producción agrícola, la construcción de casas, graneros, murallas de defensa, muebles, telas; también mejoró los sistemas de transporte como los carruajes y los barcos, lo que desarrolló enormemente la capacidad de comerciar con más cantidad de productos y poder hacerlo más lejos y con diferentes poblaciones. Los intercambios se multiplicaron y las sociedades crecieron. Empezaron a aparecer los grandes imperios: Persia, Grecia, Roma… .
  • 9. T2 De la tribu autosuficiente a la compleja sociedad actual P2 La aparición del “Estado” y la recaudación de impuestos Grecia y sobre todo Roma iniciaron el despegue económico de la humanidad, creando una sociedad compleja con grandes similitudes con la actual. Se inició el concepto de ”Estado”, con poder centralizado, con instituciones militares organizadas, instituciones jurídicas, servicios públicos, recaudación de impuestos, es decir con una maquinaria administrativa compleja. La economía romana se centraba en la agricultura, la cría de ganado y el comercio, pero a su alrededor se desarrollaron múltiples actividades económicas por parte de sus ciudadanos, ya fueran libres o esclavos. Estas actividades se fueron especializando y se crearon oficios tales como: Carpinteros, panaderos, carniceros, zapateros, herreros, tintoreros, plateros, maestros, prestamistas, arquitectos, etc. El Estado realizaba obras públicas que necesitaban especialistas: albañiles, canteros, transportistas, fontaneros, ingenieros, etc. Asimismo, el Estado mantenía servicios públicos tan importantes como el abastecimiento de agua, el circo o los baños públicos. Sin embargo la mayor parte de dinero público del Estado se dedicaba a gastos militares. Este dinero público provenía de multitud de impuestos que el Estado recaudaba entre sus ciudadanos y especialmente de las provincias fuera de la península itálica (la actual Italia) El “Derecho romano”, que es la base de nuestras leyes actuales, aportó seguridad jurídica, elemento básico para el desarrollo de las actividades comerciales. La expansión de Roma se ve acompañada por la necesidad de utilizar un sistema monetario. El uso del dinero representado por monedas de oro, plata, cobre y bronce con relaciones fijas entre ellas, facilitó los intercambios, abandonando en gran medida el trueque. Los gastos militares iban en aumento. Los impuestos no podían cubrirlos y Roma invadía nuevos territorios que con sus riquezas sufragaban el gran consumo de recursos que implicaba mantener su gran ejército: salario de los soldados, alimentos, armas, calzado, ropa, etc. Cuando Roma se dedicó a defender sus fronteras sin expandirse más, empezó un proceso de decadencia que acabó con su imperio. Los gastos fueron creciendo y se subieron los impuestos, pero éstos no cubrían el presupuesto del Estado, con lo que los gobiernos sucesivos a partir de inicios del siglo III empezaron a “devaluar” la moneda ¿Cómo?.... Lo que se hacía era malear el metal noble (oro y plata) mezclándolo con proporciones cada vez mayores de otros menos valiosos (cobre y bronce). Es decir, con la misma cantidad de oro (el áureo) que antes acuñaban una sola moneda de oro, hacían varias aparentemente iguales que las anteriores pero que contenían menos oro y más cobre o bronce. De una libra de peso de oro se hacían unos poco “áureos”, pero al cabo de los años, a principios del siglo III se llegaron a acuñar 50 monedas con esa misma libra de oro, después desapareció de la circulación. Lo mismo
  • 10. hicieron con las monedas de plata (el denario), al principio el “denario” contenía el 95% de plata y el resto de bronce y a principios del siglo III llegó a contener sólo el 50 % de plata, al final de sus días no era más que una moneda de bronce bañada en una fina capa de plata.. Empezó a conocerse lo que era la inflación. Al Estado romano, absorbido por sus gastos básicamente militares y de obras públicas suntuosas, se le hizo casi imposible recaudar fondos suficientes para mantener esa maquinaria enorme de gasto y endeudamiento en la que se había convertido. La primera gran crisis había empezado: Crisis fiscal: Los gastos públicos superaban de forma abultada los ingresos de un estado burocratizado y alejado de las necesidades reales de sus ciudadanos Crisis monetaria: Las devaluaciones de las monedas no hicieron más que aumentar los precios de forma continua en largos periodos de tiempo. La inflación empobreció a grandes capas de la sociedad romana. Crisis económica: Al no estar seguros de cuál sería el valor de la moneda en el futuro, los comerciantes bajaron su actividad y con ello se apagó el motor del imperio. Crisis política: Todo ello produjo que los últimos emperadores, que fueron militares, elevaran los impuestos a niveles insostenibles y aumentaron el tamaño de un ejército al que apenas podían mantener. El Estado se convirtió en una pesada carga para sus ciudadanos hasta que quebró, abriendo la puerta a las tribus bárbaras que dominaron sus territorios paulatinamente. Lo que siguió en Europa fue una noche larga de 1.000 años. Europa no volvió a conocer actividad económica ni estándares de vida comparables a las del imperio romano hasta el Renacimiento (…de ahí su nombre!).
  • 11. T2 De la tribu autosuficiente a la compleja sociedad actual P3 Las grandes empresas y la aparición del crédito. La compleja economía actual. Con el Renacimiento (siglos XV y XVI), Europa empezó una época de transformación continua que afectó a una nueva forma más libre de relacionarse y por tanto, afectó también a las relaciones económicas, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales. La apertura de nuevas rutas marítimas hacia Asía y sobre todo con el descubrimiento de América, el comercio “mundial” empezó un crecimiento imparable hasta los niveles actuales. La comida habitual en esa época en el centro y norte de Europa – con inviernos largos y rigurosos - eran las “salazones” de carnes y pescados (no existían los frigoríficos esa era la forma de conservar durante mucho tiempo los alimentos). Gracias a las Cruzadas, los europeos conocieron las especias: la canela, la pimienta, el clavo, etc y otras plantas medicinales traídas de oriente que consiguieron mejorar el sabor de las salazones y otros alimentos. Esas especias eran comercializadas a través de Constantinopla (Estambul), pero a mediados del siglo XV cayó en manos de los turcos y se cerró el comercio con Asia. Los portugueses consiguieron abrir una ruta marítima directa a las Indias (India y Sudeste Asiático) para traer esos productos tan apreciados por los europeos. Tan rentable era ese negocio que Colón consiguió que los Reyes de España financiasen su viaje, convenciéndoles de que la Tierra era redonda y se podía llegar a las Indias por la ruta occidental, el camino contrario, que él aseguraba que era más corto. Lo que no supuso es que entre Europa y Asia se interponía una gran isla que hoy llamamos América. Las primeras grandes empresa se crearon en aquella época. Las grandes travesías marítimas de los siglos XV y XVI ofrecían la posibilidad de generar negocios muy rentables. Pero para fletar un barco que fuera a las Indias y cargara especias, seda, piedras preciosas, etc, que después se venderían en los mercados europeos con grandes beneficios, se requería mucho dinero: Comprar o alquilar un barco, pagar a los tripulantes, disponer de dinero para comprar las mercancías, abastecer de alimentos a los tripulantes durante un período largo de tiempo, etc...pero también se debía asumir un riesgo: que el barco no volviera por cualquier causa. Una sola persona difícilmente podría asumir esa inversión y ese riesgo, y se crearon las primeras sociedades: un grupo de personas ponían dinero y repartían el riesgo y por tanto también repartían los posibles beneficios o pérdidas. Nacieron las primeras sociedades mercantiles cuya propiedad se repartía en “acciones” o títulos de propiedad. Con la aparición de los productos provenientes de América, este comercio se amplificó y empezaron a producirse en Europa grandes acumulaciones de oro y plata en manos, no de los españoles que los extraían de las minas de su imperio, si no de los comerciantes centroeuropeos e italianos que dominaban el comercio de todo tipo de bienes. Aparecieron así, con ese excedente de oro y plata, los primeros bancos que prestaban dinero de forma habitual y los primeros mercados financieros donde se
  • 12. intercambiaban esas acciones u otros títulos de propiedad de activos financieros. Hasta la revolución industrial del siglo XIX, la actividad económica creció basada en la agricultura y el comercio. A partir de la revolución industrial, empezó la actividad económica basada en la producción, que gracias a los nuevos adelantos tecnológicos creó maquinaria (como la máquina de vapor) que revolucionó los procesos de producción y transporte hasta entonces conocidos. La producción y comercialización de productos se multiplicó. Los medios de transportes – trenes y barcos de vapor – consiguieron llevar más lejos y más rápido que nunca esos productos. Las transacciones financieras cobraron una importancia primordial, pues el capital pasó a sustituir la fuerza del trabajo como el medio de producción más apreciado: Gente para trabajar había de sobras, pero dinero para invertir en grandes fábricas no. Las crisis y revoluciones sociales de los siglos XIX y XX, hijas de la Revolución Francesa de finales del siglo XVIII, culminaron con la gran crisis del año 1929 que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Lo que sigue es la aparición de un Estado fuerte que intenta proveer a la totalidad de sus ciudadanos de unos servicios sociales y una legislación laboral que proteja sus derechos e intente que no se den las circunstancias que produjeron tamaño desastre a la humanidad. Nace el llamado “Estado del bienestar”
  • 13. T3 La economía doméstica P1 Los gastos y los ingresos familiares La economía, en general, pretende ayudar a gestionar mejor los recursos limitados disponibles. Si nos fijamos en las familias, la economía doméstica no es una excepción. Vamos a intentar conocer algunos conceptos que ayudan a mejorar la economía doméstica: La mayoría de nosotros encontramos cada día el plato en la mesa, compramos ropa nueva cuando se necesita y en verano nos vamos de vacaciones. Todos estos gastos son posibles por el hecho de que hay una o varias personas aportando ingresos a la economía familiar… y no porque el cajero automático fabrique billetes de la nada… ¡Como cuando éramos niños solíamos pensar! Imaginemos una situación muy simple, en que los padres reciben un sueldo a cambio del trabajo que realizan, y que éstos son los únicos ingresos de la economía familiar Con estos ingresos se pagan la ropa, la comida, los muebles; también se pagan los servicios, como el agua, la luz, el teléfono; y otros gastos como son las vacaciones, las salidas, los regalos... Es lo que, en conjunto, llamamos “el consumo familiar”. Veamos ahora qué significan esas flechas. Las flechas centrales se refieren a cantidades de dinero. El consumo familiar debe realizarse en función de lo que se gana. Para ello es necesario tener el control de los ingresos por un lado y, por el otro, el control de los gastos. En nuestra sociedad damos mucha importancia al dinero (estas flechas centrales que hemos visto), pero el dinero sólo es una referencia, es el precio de “algo”. Este “algo” (las flechas exteriores del diagrama), tiene mucha importancia: no es el dinero que cuestan las cosas, sino a lo que las cosas valen para cada uno. Saber valorar las cosas, y ser consciente de ello, sin duda nos ayuda muchísimo a mejorar nuestras finanzas. Un ejemplo: ¿Cuánto vale un vaso de agua? Quizás para ti muy poco, pero para alguien perdido en un desierto, seguramente muchísimo más.
  • 14. En la parte inferior del diagrama, donde se representan las compras y el pago de las mismas, lo importante es el valor que realmente tienen las cosas, no cuánto dinero cuestan. VALOR y PRECIO son conceptos diferentes, y es importante distinguir entre el valor que tienen las cosas para nosotros y el precio que se está pagando por ellas en ese momento. En la parte superior se representan el trabajo realizado y el sueldo que se recibe a cambio. Pero, igual que antes, lo que realmente tiene VALOR no es el dinero que se cobra, sino la capacidad de las personas. Por último, tres ideas importantes como resumen: - Debemos conocer nuestros ingresos y analizar nuestros gastos reales, para asegurarnos que consumimos en función de lo que ganamos, no más. - Debemos analizar siempre el “valor de las cosas” que podemos comprar y compararlo con su precio. En muchas ocasiones nos daremos cuenta que ciertas cosas cuestan (precio) mucho más de lo que valen (valor), y que realmente no merece la pena pagar ese dinero por ellas. - Los ingresos que percibiremos en el futuro, dependerán muy probablemente de nuestras capacidades personales, nuestro “valor personal”. Cuanto más hagamos crecer este valor, mejor!
  • 15. T3 La economía doméstica P2 El ahorro y el endeudamiento Para que la economía doméstica no entre en problemas, está claro que las familias deben llevar un control de sus gastos e ingresos. Pero esto no quiere decir que las familias TENGAN QUE gastar TODO lo que ingresan (pueden gastar o consumir menos, y por tanto generar ahorro), ni tampoco significa que NUNCA PUEDAN DISPONER de más dinero del que ingresan (pueden solicitar un préstamo para comprar una vivienda, por ejemplo). Veamos los conceptos de AHORRO y DEUDA 1.- AHORRO “Cuando la familia gasta menos de lo que gana, le queda un dinero disponible para ahorrar. ¿Por qué es necesario este ahorro? Principalmente por dos motivos: “Primero, como colchón de seguridad, por un motivo de prudencia. Puede que en el futuro tengamos algún gasto imprevisto, o bien que desaparezca temporalmente algún ingreso.” “…. El segundo motivo para ahorrar sería poder realizar, en el futuro, un gasto mayor, por ejemplo comprar un coche o una moto, ir a la universidad, o hacer un viaje.” Si gastamos en función de lo que ingresamos; vivimos al día, y no estamos pensando en el futuro. Es conveniente guardar una parte del ingreso para el “consumo futuro”. O sea: gastar menos de lo que ingresamos para poder gastarlo más adelante.” “El ahorro supone dejar de consumir ahora para poder consumir en el futuro. Y también ahorramos por precaución, porque nunca se sabe lo que pueda pasar.” 2.- DEUDA: “La comida, la electricidad, la entrada del cine o de la discoteca... se consumen de forma muy inmediata y por eso se les llama “gastos”. Pero una moto, un coche o una casa, no se “gastan” en un año…..¡¡esperemos!! Por eso no los consideramos un gasto, sino una “inversión”. Son bienes que durarán varios años y se irán “consumiendo” -se irán gastando- año tras año.” Las inversiones importantes de una familia difícilmente se pueden acometer sin utilizar nuestra capacidad de endeudamiento. Es decir, deberemos pedir un préstamo. Si la finalidad es correcta y tenemos capacidad de devolver lo prestado, endeudarse no sólo no es malo sino que suele ser imprescindible.”
  • 16. El préstamo, que normalmente lo concede una institución financera, me permite consumir por encima de mis ingresos... pero ¡ojo! me comprometo a devolver el dinero prestado destinando parte de mis ingresos futuros. “Por tanto, debemos estar seguros que seremos capaces de “ahorrar” algo cada mes, como mínimo lo suficiente para pagar la cuota del préstamo.” Como resumen: AHORRO: La familia consume menos de lo que ingresa. / Ese ahorro, en primer lugar aporta tranquilidad, en segundo lugar, puede permitir un consumo mayor en el futuro, y en tercer lugar, será indispensable en el futuro a la hora de pedir un crédito, pues difícilmente un banco financiarán nuestros proyectos de inversión si nosotros no somos capaces de aportar una parte. DEUDA: La familia consume más de lo que ingresa. / En ese caso deberá endeudarse, lo cual suele ser imprescindible para afrontar sus decisiones de inversión más importantes: adquirir una vivienda, elegir una buena formación para los hijos o incluso emprender un negocio familiar. Después deberá tener capacidad para devolver el importe prestado.
  • 17. T3 La economía doméstica P3 La planificación Cuando Alicia se encuentra con el gato de Cheshire, le pregunta: “¿Me podrías indicar por qué camino debo ir?”, “Bueno, eso depende de dónde quieras llegar” responde el gato. “El hombre propone y Dios dispone” reza un antiguo refrán, “el devenir es incierto” nos auguran nuestros mayores, “la ruleta de la fortuna es caprichosa” dicen los aprendices a pitonisos, “la providencia proveerá”, susurran los optimistas…….todas estas frases nos animan a la inacción. ¿Por qué hacer planes, si éstos pueden verse truncados por las circunstancias adversas del futuro? Ciertamente no podemos eliminar los imprevistos de la vida, pero no por ello debemos desertar de nuestros propósitos. Planificar es trazar un plan, en nuestro caso un “plan financiero” para conseguir unos objetivos concretos, tratando de controlar todo lo que sí sea “previsible”. El riesgo que aporta el azar no se puede eliminar, pero sí intentar minimizarlo. ¿Cómo se intenta “controlar el azar” desde un punto de vista de la economía doméstica? Con planificación. Una vez decidido el destino al que queremos llegar, para realizar el camino disponemos de 4 herramientas básicas: los INGRESOS, los GASTOS, el AHORRO y el ENDEUDAMIENTO. Son como los mandos de nuestro vehículo (pedales, marchas, volante…). En la economía doméstica, “dejar todo al azar”, o no utilizar nuestros mandos, significaría “vivir al día”; ingresar y consumir sin ningún tipo de control ni planificación de futuro. Esta estrategia conlleva muchos riesgos (imaginemos un vehículo sin control!), pues es muy probable que una familia se encuentre con gastos imprevistos, o también con una falta repentina de ingresos, y en general, con diferentes necesidades a lo largo de los años. En cambio, situados ya en el puesto del piloto, ¿qué debemos controlar? Para empezar, es muy importante controlar los GASTOS familiares, para que éstos no sean mayores que los INGRESOS. Parece evidente, ¿verdad? Pues son muchas las familias que no controlan adecuadamente los gastos que tienen cada mes, lo que les conlleva no pocos sustos. En segundo lugar, es importante tener consciencia de la importancia del AHORRO, es decir, intentar gastar menos de lo que se ingresa para ir formando un colchón de seguridad para imprevistos, y también para acometer gastos importantes en el futuro: estudios de los hijos, compra de un coche o vivienda, etc. Por último, es importante entender que para acometer según qué inversiones (vivienda, estudios, etc) la mayoría de familias no tienen más alternativa que ENDEUDARSE,
  • 18. pero también está claro que deben estar seguras que en el futuro podrán ahorrar lo suficiente para ir pagando las cuotas comprometidas para devolver el préstamo… esto jamás debe dejarse al azar!!! Decidir el destino, planificar el camino, y conducir el vehículo de nuestras finanzas requiere mayor esfuerzo que dejarnos llevar, pero pensemos que este “dejarnos llevar” no sabemos dónde nos conducirá!! La planificación es, por ello, una cuestión de disciplina y de rigor, valiendo la pena el esfuerzo. Al igual que en nuestro camino conducimos y controlamos los mandos durante todo el trayecto, no debe pensarse que al planificar debemos hacer simplemente unas previsiones de ingresos y gastos y esperar a ver si se cumplen en el futuro. NO. La planificación es un proceso continuo que tiene las siguientes fases recurrentes: 1.- Cálculo de las previsiones de ingresos y gastos 2.- Control periódico de los resultados reales. 3.- Análisis de las desviaciones (diferencias entre lo previsto y lo real) 4.- Corrección, si procede, de las previsiones iniciales Ideas importantes como resumen: 1.- Primero hay que definir los objetivos que tiene la familia, luego se debe trazar un plan financiero para conseguir dichos objetivos. 2.- La planificación es un proceso dinámico que debe revisarse continuamente y contiene básicamente cuatro conceptos: Ingresos, Gastos, Ahorro y Endeudamiento. 3.- Crear el hábito de planificar y controlar los presupuestos financieros de la economía doméstica genera una disciplina y un rigor útil más allá de nuestras finanzas. Control periódico de los resultados reales. Análisis de las desviaciones Corrección, si procede, de las previsiones iniciales Cálculo de las previsiones de ingresos y gastos
  • 19. T4 La empresa P1 Los emprendedores: de una idea a un negocio Todos estamos rodeados de empresas en nuestra vida. Algunas son muy grandes y conocidas y otras muy pequeñas, pero todas ellas deben “ofrecer algo” (un bien o un servicio) que tenga valor para sus clientes, deben saber “crear valor” para ellos. Es el requisito esencial, si no, no podrán sobrevivir: no serán viables. Una vez que se tiene la idea de negocio, todas las empresas, empiezan su andadura tomando la primera decisión sobre el tipo de empresa que se crea para desarrollar la idea de negocio: Una empresa unipersonal, un sociedad que aglutine varios socios o propietarios (SA, SL, etc.), una cooperativa, etc. Una vez elegida la forma jurídica de nuestra empresa, empiezan las decisiones financieras iniciales: básicamente dos: 1ª: Qué inversiones iniciales se deben realizar y 2ª Cómo se tienen que financiar esas inversiones iniciales.. La primera pregunta debe responder la siguiente reflexión empresarial: ¿qué necesito para poder desarrollar mi idea/negocio? Cada empresa necesitará recursos diferentes, pero en general la mayoría de ellas contestará cosas como: - Comprar un local o fábrica - Comprar maquinaria - Instalar mobiliario - Adquirir elementos de transporte (furgonetas, etc.) - Comprar e instalar elementos informáticos - Adquirir existencias (material que necesito para fabricar o vender mi producto) - Disponer de un “colchón” de dinero en efectivo para poder hacer frente a los pagos que deberemos realizar las primeras semanas o meses, ya que seguramente en ese periodo inicial de arranque de la empresa tendremos que hacer frente a pagos (salarios, luz, teléfono, alquileres, tasas municipales, etc.) sin tener demasiados cobros. A todas estas cosas que necesitamos para iniciar nuestra empresa las llamamos: inversiones iniciales. Hecha ya la lista completa de lo que necesitamos, nos podemos plantear ya la segunda pregunta: ¿cómo financiamos esas inversiones iniciales? En este caso, la pregunta tiene sólo dos posibles respuestas: o con dinero propio o pidiendo prestado. Al igual que una familia, que para hacer una compra de un importe elevado puede hacerlo, bien con el ahorro que hayan podido generar, o bien pidiendo un préstamo, en el caso de una empresa se tratará de lo mismo.
  • 20. Dinero propio serán las aportaciones que realizan los socios de la empresa (los accionistas en el caso de una S.A). Ellos son los que más arriesgan ya que si la empresa genera pérdidas no recuperarán lo invertido, pero si obtiene beneficios ellos podrán recuperar sus aportaciones más una ganancia adicional. La segunda forma de financiarse es mediante deuda, normalmente mediante préstamos o créditos de entidades financieras, sobre todo las empresas de menor tamaño. Por este dinero prestado, la empresa tendrá que pagar unos intereses. Una vez hechas las inversiones iniciales, y obtenida la financiación necesaria para realizarlas, la empresa inicia su andadura y comienza a vender sus productos o servicios obteniendo por ello unos ingresos. Asimismo debe asumir una serie de gastos (salarios, consumo de existencias, gastos de luz, agua y electricidad, reparaciones, alquileres, intereses bancarios, impuestos, etc.). La diferencia entre esos ingresos y esos gastos durante un año, será el beneficio (o pérdida) anual obtenido por la empresa.
  • 21. T4 La empresa P2 La gestión empresarial: ¿Cómo crear "valor"? Para crear una empresa, es imprescindible saber en qué debemos invertir y cómo vamos a financiarlo. Pero eso sólo es el inicio. No implica que vayamos a tener éxito seguro con nuestra empresa. Sería lo mismo que pensar que porque nos hemos entrenado a fondo y hemos adquirido la mejor equipación deportiva, esto ya nos garantiza ganar la siguiente carrera. Las carreras hay que disputarlas para poderlas ganar, y hay que tomar un sinfín de decisiones antes, durante y después de cada una de ellas: Tengo que trabajar mejor la respiración, ahora puedo apretar, ahora debo reservar fuerzas, debo reforzar mis músculos, etc. Dependiendo del acierto en mis decisiones, el resultado será uno u otro. En una empresa ocurre igual. Dependiendo de las decisiones que vayamos tomando día a día, iremos mejorando o empeorando el resultado o beneficio de la empresa. Pero, ¿qué tipo de decisiones se toman en el devenir diario de una empresa? Principalmente, las relacionadas con sus cuatro áreas funcionales básicas: márketing, producción, finanzas y recursos humanos. Veámoslas: Márketing. Toda empresa tiene como objetivo satisfacer alguna necesidad por la cual sus clientes estén dispuestos a pagar un precio, tanto si fabricamos un producto, si lo comercializamos, o si ofrecemos un servicio determinado. En cualquier caso, el departamento de márketing es el encargado de analizar las necesidades de los clientes para tratar de que su producto o servicio se adapte lo mejor posible a ellas. También ayuda a decidir cómo quiere la empresa “posicionar” ese producto y su marca en el mercado (¿quiero que sea visto como un producto o servicio exclusivo, o de consumo de masas?), también debe tomar decisiones sobre el precio de venta de sus productos o servicios, sobre cómo va a distribuirlo (supermercados, tiendas exclusivas?), y sobre cómo va a promocionarlo (¿Realizaremos o no publicidad? ¿De qué tipo). Decisiones bien tomadas en el área de márketing, conseguirán que el producto/servicio se adapte realmente a los gustos de los consumidores y que el precio que éstos paguen sea percibido como adecuado, lo que favorecerá el éxito de la empresa. Producción. Una vez se han tomado todas estas decisiones (producto, precio, promoción, etc.), el departamento de producción lo ejecuta: diseña el mejor proceso de fabricación para cumplir con las especificaciones del producto o servicio, al mejor coste posible (eficiencia en el uso de los recursos), con la calidad requerida, con una logística óptima en fabricación, distribución, etc. y comienza su producción para su posterior venta.
  • 22. Por supuesto, también es muy importante que las personas encargadas de la toma de decisiones estén lo más capacitadas posibles, pues de ellas dependerá que el producto/servicio se realice con calidad, cumpliendo o mejorando los costes previstos, se distribuya de forma óptima, etc. Decisiones erróneas perjudicarán a la empresa, aunque es muy importante tener en cuenta que es difícil acertar siempre en todas las decisiones. De los errores se debe aprender, y las empresas que hoy son exitosas también se han equivocado muchas veces. Finanzas. El departamento financiero debe controlar toda la parte económica de la empresa: analizar y seleccionar las inversiones que se realizan, obtener una buena financiación para esas inversiones, planificar entradas y salidas de dinero (tesorería) para que siempre haya fondos para realizar los pagos comprometidos, llevar la contabilidad de la empresa para comprobar que todo marcha correctamente, etc. De nuevo, muy importante que las personas estén suficientemente capacitadas para las tareas que tengan que realizar y las decisiones que deban tomar, como ya se ha ido señalando en los otros departamentos. En cualquier caso, lo más perjudicial es que se tomen decisiones erróneas derivadas de no haber realizado los análisis pertinentes o que hayan sido tomadas por personas no capacitadas para ello. Recursos humanos. Al repasar los objetivos y tareas de cada departamento, siempre se ha hecho mención a las personas que los integran, no ha sido de forma gratuita. Es muy importante desterrar la idea que el objetivo del departamento de recursos humanos deba ser reducir al máximo el coste de personal. En efecto, en la mayoría de las empresas, los “gastos de personal” suelen ser la partida más importante, por ello es muy tentador intentar reducir estos costes para mejorar los resultados de la empresa. Esta puede ser una política muy peligrosa. Lo realmente crucial para una empresa, y por tanto el objetivo primordial del departamento de personal, es poder rodearse (el emprendedor o la empresa) de las personas adecuadas para cada labor. Y adecuadas en dos sentidos: El primero: técnico. Es decir, que las personas que trabajan en cada departamento tengan los conocimientos y el criterio necesarios para dicho departamento: en finanzas, sobre contabilidad, productos financieros, tesorería… en producción, sobre procesos, logística… etc. El segundo es común para todos los que forman parte de la empresa. Los departamentos de una empresa no toman las decisiones que les competen de espaldas a los demás: en márketing no pueden decidir poner un precio a un producto que no cubra los costes de producción, por ejemplo. Todos los departamentos deben interrelacionarse, y por tanto, siempre será importante que las personas que los integran tengan buenas capacidades de comunicación, sepan trabajar en equipo, y antepongan el interés colectivo de realizar una labor bien hecha a sus intereses particulares.
  • 23. Como resumen, una empresa está hecha de personas, y el trabajo bien hecho día a día por el conjunto de esas personas es lo que “genera valor” en la empresa. Si el desempeño de todas las personas que trabajan en la empresa va encaminado a poder ofrecer al cliente el producto o servicio que necesita de la forma más óptima posible, la empresa tiene una gran probabilidad de éxito. Todos los departamentos son esenciales para la buena marcha de la empresa, y entre ellos, muy importante el de personal, en el sentido que es el que selecciona a las personas adecuadas para que cada departamento y la empresa en general, funcionen lo mejor posible.
  • 24. T4 La empresa P3 La información contable y financiera Una empresa como cualquier proyecto, debe ser controlado minuciosamente en cada momento. En cuestión de control financiero, “el balance”, “la cuenta de resultados” y la “cuenta de tesorería”, nos dan la información básica e imprescindible de cómo va la empresa en cuanto a sus números históricos, actuales y previstos (ventas, beneficios, costes, tesorería, endeudamiento, inversiones, etc.). Si no es así, lo más probable es que más pronto que tarde nos veamos sin tesorería para realizar los pagos comprometidos, o con un exceso de deuda, o cualquier otra situación que pondría en peligro la viabilidad de la empresa. Veamos que son y qué información dan “el balance”, “la cuenta de resultados” y la “cuenta de tesorería” EL BALANCE: INVERSIÓN Y FINANCIACIÓN. El balance nos muestra una “foto” a una fecha determinada de la situación patrimonial de la empresa, es decir, de las inversiones (a largo plazo y a corto plazo) que la empresa ha realizado hasta el momento para poder desarrollar su actividad, y de su estructura de financiación (Fondos Propios + Deuda). INVERSIÓN FINANCIACIÓN (ACTIVO) (PASIVO) INVERSIONES A LARGO PLAZO (duran más de 1 año) INVERSIONES AC ORTO PLAZO (duran menos de 1 año) FONDOS PROPIOS DEUDA A LARGO PLAZO (a más de 1 año) DEUDA A CORTO PLAZO (a menos de 1 año)
  • 25. En el activo se enumeran las inversiones realizadas: - Local o fábrica. - Instalaciones (pintar, poner tabiques, cableado,etc.). - Maquinaria - Mobiliario Inversiones o activos a largo plazo - Elementos de transporte (furgonetas, etc) (permanecerán más de 1 año en la - Elementos informáticos. empresa……..¡esperemos!) - Existencias (material prima o producto acabado), etc. Inversiones o activos a corto - Clientes (que todavía no nos han pagado. Nos deben dinero) plazo (estarán menos de 1 año - Caja necesaria para el desarrollo de la actividad en la empresa.) El orden en el balance indica el tiempo que los activos se prevé que permanecerán en la empresa; el local tiene una “vida útil” muy larga, la maquinaria algo menos, los ordenadores deben renovarse con cierta frecuencia, y el dinero en caja suele “desaparecer” mucho antes (!), aunque por suerte también va entrando dinero “nuevo” El pasivo indica el origen de los fondos con que se “pagaron” estas inversiones y están ordenados según su “exigibilidad”, es decir, la deuda a corto plazo se nos exigirá devolverla antes que la de largo plazo y por último los fondos propios no se han de devolver a los accionistas a no ser que la empresa cierre y se liquide. Este origen de los fondos será de dos tipos: Fondos propios o deudas. Los socios o propietarios, son los que arriesgan su propio dinero, por ello a sus aportaciones se les llama “fondos propios”. Los acreedores o personas que prestan dinero a la empresa (en la mayoría de los casos son instituciones financieras), no tienen el mismo riesgo que los socios. Cuando una empresa recibe un préstamo pacta cómo se realizará la devolución del mismo, y se compromete a ella tanto si ese año la empresa tiene beneficios como si no los tiene. En definitiva, un balance de una empresa, nos muestra una fotografía de quién ha aportado dinero a la empresa (o quién la ha financiado: socios y acreedores) y en qué cantidad, y al mismo tiempo nos muestra en qué se ha invertido ese dinero (máquinas, local, furgonetas, existencias…). Con estos activos la empresa ha de generar dinero suficiente para retribuir a los que aportaron su dinero: propietarios y acreedores (básicamente entidades financieras). Tiene que haber un equilibrio entre ambas fuentes de financiación. Demasiada deuda ahogará a la empresa y demasiado poca le impide realizar inversiones, a veces, imprescindibles para su supervivencia.
  • 26. LA CUENTA DE RESULTADOS: INGRESOS menos GASTOS La cuenta de resultados informa del resultado (beneficio o pérdida) que ha obtenido la empresa en un periodo de tiempo. La cuenta de resultado resume lo que ha pasado en la empresa en un año, en un trimestre, en un mes, etc. en cuanto a sus ingresos y sus gastos. El concepto es muy sencillo, comenzamos por la cifra de ingresos que ha tenido la empresa, y a partir de ahí vamos restando todos los gastos (materia prima, sueldos, intereses, impuestos…) hasta llegar al beneficio final….¡si lo hay! Por supuesto, para que todo vaya bien, interesa que la empresa, después de hacer frente a los gastos de personal, de suministros de luz, gas, de alquileres, intereses, impuestos, etc., tenga beneficios suficientes para poder devolver sus deudas y remunerar correctamente a sus accionistas por el dinero invertido en la empresa. LA CUENTA DE TESORERÍA En términos contables financieros, ingreso no es sinónimo de cobro y gasto no es lo mismo que pago. Esta diferencia es muy importante para entender los números de una empresa. Cuando una empresa recibe un pedido de un cliente y empieza a trabajar para servirlo, todavía no existe ningún ingreso ni ningún cobro; cuando la empresa factura al cliente, en ese momento la empresa contabiliza un ingreso (tiene derecho a cobrar del cliente), pero todavía no ha cobrado; cuando al cabo de unas semanas o meses, la empresa reciba el dinero, entonces sí habrá cobrado. Aparte de los ingresos y gastos (la empresa ingresa cada vez que factura o gasta cada vez que decide una compra), es muy importante controlar los cobros (cuando el cliente efectivamente le paga por la venta) y los pagos (cuando efectivamente se paga a los proveedores por las compras). Ingresar no es necesariamente cobrar, y gastar no es necesariamente pagar, es posible que nuestra empresa tarde en cobrar sus ventas y nos encontremos sin liquidez para poder pagar nuestras compras!!. Ingresar y cobrar sería lo mismo si la empresa cobrara de sus clientes al contado y gastar y pagar sería idéntico si la empresa pagara a sus acreedores al contado. Si una empresa fuera un coche: el balance es lo exterior (la carrocería, las ruedas, etc.), la cuenta de resultados es el motor y la tesorería es la gasolina. Para que el coche (empresa) funcione necesita una carrocería y ruedas (balance) en buen estado, un motor (cuenta de resultados) que funcione correctamente y suficiente gasolina (tesorería) para poder funcionar. Como resumen, hemos de tomar una serie de decisiones encaminadas a tener controlada nuestra situación financiera: (1) tener equilibrio entre deudas y fondos propios (2) tener un balance equilibrado entre pasivos a corto plazo y activos a corto plazo (3) conseguir unos beneficios positivos y suficientes, y (4) tener una tesorería positiva
  • 27. T5 El estado P1 La gestión pública: Cosa de todos Las personas trabajan y por su trabajo reciben una remuneración. Con esa remuneración, adquieren los bienes y servicios que precisan: alimentación, ropa, utensilios para la casa, ocio, etc. Sin embargo, hay cosas que no se pueden adquirir de la misma forma. Por ejemplo, si deseo ir a la playa, no puede “comprar” un tramo de carretera, o solicitar a una empresa que lo construya para mí. ¿Qué pasaría después con ese tramo de carretera? ¿Nadie más podría utilizarlo? Hay muchos otros ejemplos además de las obras públicas: la sanidad, la policía, el alumbrado de las calles, la limpieza, la ayuda a los más desfavorecidos, etc. Hay una serie de bienes y de servicios que son, por lo tanto, gestionados por las administraciones públicas del Estado (Gobierno, Comunidad Autónoma, Municipio, etc.). Deben ser financiados entre todos, y también su uso debe ser para todos. Por tanto, en estos casos, el Estado es un proveedor de bienes y servicios, tanto a personas/familias como a las propias empresas. Actualmente los Estados suelen ser la “mayor empresa” de cada país, ya que contrata a mucha gente (funcionarios) y tiene un presupuesto de ingresos y gastos mayor que la mayoría de grandes empresas de cada país. Los únicos motivos por los que es conveniente que estos bienes y servicios se gestionen públicamente no son solamente su coste, o el hecho de que sean para disfrutarlos todos. También es conveniente porque es la mejor forma de intentar que esos bienes y servicios sean repartidos de la forma más justa y equitativa posible. Por ejemplo si decisiones tales como: el derecho de cobrar una cantidad de dinero después de la jubilación, la obligatoriedad de escolarización universal de todos los niños o la construcción de un centro de salud en una pequeña localidad las tuviera que tomar el sector privado, probablemente decidiría no hacerlo, pues no son rentables para la inversión privada. Por eso, en estos casos, la iniciativa pública llega donde la privada no lo hace. Incluso en el caso de la construcción de una autopista por parte de una empresa privada, que luego nos cobrará un peaje para recuperar la inversión que ha tenido que hacer, es el Estado el que realmente ha decidido que en ese tramo se precisaba de la construcción de la misma, pues debe asegurarse de que el territorio tenga unas redes de transporte equitativas y racionales. Por esta razón, a veces se critica la gestión pública por ineficiente y costosa, y hay sectores que proponen que todo deba dejarse a la iniciativa privada (por resultar más eficiente). Este tema debe analizarse con mucho cuidado. Es cierto que debemos exigir que la gestión pública se realice de forma eficiente, que ningún gestor público confunda el “dinero de todos” con “dinero de nadie”, y lo asigne de forma eficiente. Pero si para evitar errores de gestión pública se deja todo en manos de la iniciativa privada, quedarían partes de la población sin servicios que hoy consideramos básicos o de primera necesidad. El equilibrio entre gestión privada y gestión pública es delicado y fruto de muchas discusiones políticas.
  • 28. Además de proveer de bienes y servicios públicos, el Estado tiene otra importante labor en su gestión de recursos, que es la redistribución de riqueza. En nuestro llamado “Estado del bienestar” existe un acuerdo social que garantiza unos servicios mínimos para todos los ciudadanos, especialmente para aquellos más desfavorecidos. Por ello, una parte importante del “gasto” público, va destinada a “transferencias sociales”: subsidios de paro, diversos tipos de pensiones (por larga enfermedad, las de jubilación…), becas de estudios, etc. En definitiva el Estado destina recursos, básicamente a dos conceptos: gastos sociales e inversiones públicas. Pero… ¿Cómo los financia? (también aquí las dos preguntas básicas: dónde se destina el dinero y de dónde sale, cómo se financia). Sus dos fuentes básicas de ingresos son: en primer lugar los impuestos que pagan personas y empresas, y en segundo lugar el dinero que obtiene de la emisión de títulos de Deuda Pública (Letras del Tesoro, Bonos del Estado, y Obligaciones del Estado). Es decir: o bien ingresos de los ciudadanos a través de impuestos o bien dinero prestado por ellos y por otros ciudadanos de otros países. En efecto, igual que una empresa o una familia piden prestado dinero, también los estados lo hacen, y se comprometen a devolverlo en la forma y plazo que establezcan, y también pagando un tipo de interés, por supuesto. La forma que tiene el Estado de planificar y controlar todos estos ingresos y gastos es mediante la formulación de los Presupuestos Generales del Estado.
  • 29. T5 El estado P2 Gastos e Inversiones del Estado: autopistas, hospitales, escuelas… ¿Qué diferencia existe entre gasto e inversión? La diferencia es el plazo (el tiempo). En realidad todo, tarde o temprano, se gastará (…excepto los terrenos). Una inversión es un “gasto a largo plazo” o un gasto es una “inversión a corto plazo”. Si se construye una carretera, es una inversión ya que se gastará, se consumirá, año a año aunque dure muchos años. Si pagamos el recibo de la luz, es un gasto, ya que se consume inmediatamente, la “gastamos” al usarla; por eso el pago del salario de los trabajadores públicos (médicos, profesores, militares, policías, etc.) se les llama “gasto público de personal”. El Estado, como las empresas y las familias, gastan e invierten. Los principales gastos del Estado son las aportaciones sociales: pensiones, sanidad, educación, etc. y las principales inversiones del estado son: infraestructuras (carreteras, trenes, aeropuertos, etc.), materiales (armamento, equipos de extinción de incendios, etc.), préstamos a largo plazo para empresas, etc. Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) detallan la asignación que hace el Estado de sus recursos. En ellos se detallan los ingresos del Estado y las asignaciones de los gastos e inversiones públicas. Cada gobierno dará mayor o menor importancia a cada partida dependiendo de su estrategia política y de la situación económica del país. Las principales partidas de gasto de los PGE son: Pensiones. Durante todos los años que trabaja una persona en su vida, cada mes se le va apartando una cantidad de dinero destinada al pago de la jubilación, para que, una vez se llegue a una edad (65 – 67 años) y se jubile, no se quede sin ningún ingreso. No es que el dinero se le guarde año a año para su jubilación, sino que con lo que ahora se retiene a los que trabajan, se paga la jubilación a los actuales jubilados. Cuando se jubilen los trabajadores en activo actuales, los nuevos trabajadores contribuirán para su jubilación. Sanidad. En España, la sanidad es universal y gratuita. Universal quiere decir que es para todos, y gratuita porque no debemos pagar para que nos atiendan (otra cosa es que, evidentemente, se paga con los impuestos de todos!!) Educación. Como en la sanidad, la educación en España es universal, gratuita y obligatoria hasta los 16 años de edad. Prestación por desempleo Para aquellas personas que se han quedado sin empleo, las sociedades avanzadas como la nuestra, tienen previsto una prestación económica para que puedan cubrir sus gastos personales y familiares hasta que encuentren un nuevo empleo o hasta una fecha determinada. Las principales partidas de inversión son: Infraestructuras públicas. La construcción de nuevas carreteras, autovías, puertos, líneas de ferrocarril, aeropuertos, etc. forman parte de esta partida.
  • 30. Operaciones financieras. Las concesiones de préstamos, inversiones en empresas de propiedad pública, etc. serían inversiones de dinero cuyo destino es financiar proyectos público o la creación de líneas de crédito oficial para empresas privadas que cumplan una serie de requisitos.
  • 31. T5 El estado P3 Ingresos del Estado: Impuestos y Endeudamiento Para que el Estado pueda proporcionar bienes y servicios públicos, como sanidad, enseñanza, infraestructuras, seguridad, etc, debe obtener los recursos necesarios para ello. O lo que es lo mismo: para que entre todos podamos pagar esos bienes y servicios públicos, como sanidad, enseñanza, etc. debemos proporcionar entre todos los recursos necesarios para ello… esto lo hacemos mediante los impuestos. Es muy importante, para que los impuestos se paguen de forma equitativa entre todos, hacer un correcto diseño y reparto de los mismos, esto lo hacen los países mediante la Política Fiscal. La primera gran clasificación, para comprender los diferentes impuestos mediante los cuales contribuimos todos, es diferenciar los impuestos directos e indirectos. Los directos gravan directamente a personas y empresas: El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) o el Impuesto de Sociedades (IS). Estos impuestos se liquidan (calculan) una vez al año. En el IRPF las personas contribuyen según sus rentas (rentas recibidas por el trabajo o actividades económicas, por inversiones, por alquileres cobrados, etc). Cuanta más alta es la renta de una persona, más paga en impuestos… pero no sólo el importe es más alto… también el porcentaje que se le aplica a su renta… por ejemplo, alguien con pocas rentas podría pagar un 25% y alguien con rentas muy altas podría pagar el 45% de las mismas. Por esta razón, el IRPF se considera un impuesto progresivo… a más renta, más proporción de la misma se paga como impuestos para contribuir a los gastos públicos. El Impuesto sobre Sociedades se le cobra a las empresas en función de los beneficios que han tenido. En el caso de las empresas, también hay dos tipos impositivos, uno para empresas con beneficios más modestos, y otro superior para empresas con grandes beneficios. Los impuestos indirectos ya no gravan a personas o empresas, sino que éstos los pagan de forma indirecta cuando se adquieren producto o se consume un servicio, por ejemplo. El impuesto indirecto más importante es el IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido) que lo pagamos todos al comprar/adquirir diferentes bienes y servicios. En este caso, pagan el mismo impuesto personas con rentas altas y bajas, cuando compran el mismo bien (por ejemplo un coche) o consumen el mismo servicio (por ejemplo la reparación de una avería del coche). Otros impuestos indirectos son los llamados “Impuestos Especiales” que gravan productos como la gasolina, el tabaco, el alcohol, la electricidad, etc. También hay impuestos que no cobra directamente el Estado central, lo hacen las
  • 32. Comunidades Autónomas o los Municipios. El equilibrio que buscar en el tema impositivo es difícil. Por una parte, impuestos elevados pueden contribuir a un Estado del Bienestar mayor, con mejor sanidad y educación, etc. pero por otra parte, cuando se pagan muchos impuestos, a las familias les queda menos dinero disponible para su consumo y por tanto no podrán gastar tanto en compras de productos o servicios de las empresas, lo que puede provocar su cierre y consiguiente despido de trabajadores. También se debe analizar si se está dando una protección excesiva: si, por ejemplo, un país tiene un subsidio por desempleo demasiado elevado (o de mucha duración) puede desincentivar a la búsqueda de empleo por parte de las personas que están en el paro. Es importante ver, aunque el tema parezca complicado, que realmente se trata de financiar entre todos los bienes y servicios de todos. Y que es mejor hacerlo de la forma más eficiente y equitativa posible, lo que no es fácil y provoca arduas reflexiones al respecto. Por ello, cuando hay personas o empresas que realizan “fraude fiscal”, es decir, no pagan los impuestos que les corresponden, nos están perjudicando a todos ya que, o bien habrá bienes/servicios/transferencias que no podrán realizarse, o bien las personas que no defraudan deberá contribuir más de lo que les tocaría, para poder hacer frente a dichos gastos. Es muy importante que cada uno aporte en función de lo que puede. El Estado, además de financiarse vía impuestos, también se puede financiar endeudándose, de forma similar a como lo hace una familia o una empresa. En todos los casos, la decisión de endeudarse debe ser meditada. Cuando una familia se endeuda, y consume hoy por encima de lo que sus ingresos le permite, sabe que en el futuro deberá destinar parte de sus ingresos a devolver la deuda, podríamos decir que consume hoy en base a ingresos futuros. Un Estado, si se endeuda hoy para gastar por encima de lo que los impuestos recaudados le permite, sabe que en el futuro deberá destinar parte de los impuestos que recaude a devolver la deuda. Por ello debe ser cuidadoso, para no favorecer a los ciudadanos actuales (mejor sanidad, educación o mayores transferencias) pero empeorando la calidad de vida de los ciudadanos de las siguientes generaciones (que pagarán más impuestos, pero no para tener más servicios, sino simplemente para pagar las deudas anteriores). Es más lógico cuando un Estado se endeuda como lo hace una empresa. Cuando una empresa decide financiarse vía deuda, lo hace porque sabe (o por lo menos estima) que gracias a ese dinero va a obtener una rentabilidad que le va a permitir devolver la deuda adquirida y aun obtener un beneficio adicional. El Estado, por ejemplo, cuando invierte en mejorar infraestructuras (carreteras, tren, líneas aéreas) consigue que mejore la actividad económica en el país: las empresas distribuyen a un coste mejor sus productos, más empresas se crean aprovechando estas infraestructuras, los consumidores pueden acceder a nuevos productos o a mejor precio… en definitiva, hay más actividad económica, lo que resulta en mayores impuestos en el futuro. En estos casos la deuda sí es beneficiosa, pues permite construir unas infraestructuras que generarán beneficios (impuestos) en el futuro, que permitirán ir devolviendo la deuda.
  • 33. ¿Y cómo se endeuda un Estado? al igual que una empresa o una familia pide prestado dinero, y se comprometen a devolverlo en la forma y plazo que establezcan, también los estados lo hacen, y también pagando un tipo de interés, por supuesto. En España, los títulos de deuda que emite el Estado son tres: Las Letras del Tesoro. Las Letras tienen vencimiento como máximo a dieciocho meses, es decir, si le dejamos dinero hoy al Estado Español, él a cambio nos da esa “Letra del Tesoro”, que no es más que un reconocimiento de deuda por parte del Estado Español, mediante el cual se obliga a devolvernos en un plazo establecido (no superior a 18 meses) el dinero que le hemos prestado más un interés. Los Bonos del Estado son otro tipo de título, en este caso con vencimiento mayor, de 3 a 5 años (por tanto ahora el Estado nos devolverá el dinero prestado en 3 o 5 años, aunque cada año nos irá pagando intereses), y por último, las Obligaciones del Estado son muy similares a los Bonos, pero en este caso su vencimiento (cuando recuperamos el dinero invertido) es a 10, 15 o 30 años, aunque igualmente cada año nos paga un interés. Del mismo modo que con los impuestos, la financiación del Estado vía deuda, se debe analizar escrupulosamente. No sólo por el hecho de estar comprometiendo “impuestos futuros” para pagar la deuda, sino también porque la deuda (ya lo hemos visto) compromete al país a pagar unos intereses anuales a los que le han prestado (los inversores que han comprado Letras, Bonos u Obligaciones). El pago de estos intereses conlleva menos dinero para los gastos e inversiones que realmente debemos satisfacer (sanidad, educación, pensiones, infraestructuras…). Si la deuda es pequeña o moderada no afectaran mucho, pero si es excesiva, los pagos por intereses pasan a ser un problema.
  • 34. T6 Los mercados y la fijación de los precios. P1 Mercado de bienes y servicios: ¿Quién pone el precio? Las personas trabajan para empresas (o en sus propios negocios) por lo que reciben un salario o renta. Con este dinero adquieren los bienes y servicios que éstas producen. Este gran intercambio se da en un mercado, al que denominamos “mercado de bienes y servicios” Todos hemos ido en multitud de ocasiones al mercado. ¿Cómo lo definiríamos? Sin duda como aquel lugar en que se encuentran compradores y vendedores que tratan de ponerse de acuerdo sobre el precio y la cantidad de la compra-venta de un producto. Los vendedores desean cobrar el mayor precio posible, y los compradores pagar el menor precio posible… ¿quién decide el precio? Si el mercado está funcionando correctamente, compradores y vendedores llegarán a un acuerdo, un equilibrio, pues todos ellos desean el intercambio. Imaginemos que un vendedor pone el precio muy alto para ganar más: entonces los compradores irán a otros vendedores que tengan un precio menor. Si el primer vendedor quiere vender, deberá bajar el precio. En el otro extremo, si un vendedor baja mucho los precios para vender más, pero no cubre sus costes, verá como esa gran venta no le servirá para nada (sufrirá perdidas), y que los compradores que aun necesitan el producto los adquirirán a otros vendedores a un precio superior. Como su estrategia le supone no ganar nada, seguramente al día siguiente subirá algo su precio para no perder. En definitiva, en el mercado se dará un equilibrio entre compradores y vendedores. Aunque nosotros no solemos “ver” que existe esta negociación, en realidad, con nuestras decisiones diarias de compra o de venta y las del resto de compradores y vendedores, este equilibrio se va creando día a día. Por ejemplo, decidimos no comprar por estar muy caro, o comprar a otro vendedor, o decidimos comprar más o menos cantidad en función de lo que quiero gastar, etc. Por supuesto, también la “cantidad de producto” afecta al precio de equilibrio: si un día no hay casi oferta de un producto en el mercado, su precio subirá, porque todos los compradores que lo desean/necesitan estarán más dispuestos a pagar un precio mayor con tal de no quedarse sin él. Y al contrario, si hay mucha oferta, el precio del producto bajará. Hemos dicho que se llega a un buen equilibrio si el mercado “está funcionando correctamente”, ¿qué significa correctamente? Lo ideal, para que los precios del mercado sean justos, es que haya muchos vendedores y muchos compradores, sin trabas ni impedimentos legales y que ninguno de ellos tenga más fuerza que los
  • 35. demás para imponer lo que a él más le conviene. Cuando esto ocurre, decimos que son “mercados de competencia perfecta”, y el precio se decide con el juego de equilibrios que hemos visto antes, el juego puro de “la oferta y la demanda” Pero ahora imaginemos que hay un solo vendedor. Si los compradores no tienen más remedio que comprarle a él (pensemos en un producto de primera necesidad, que los compradores tienen que comprar quieran o no), entonces este vendedor podrá prácticamente poner el precio que quiera, pues no hay alternativas. El precio, seguro, será mucho más alto que el que se daría si hubiera más “oferentes” en un mercado libre, y los compradores saldrán perjudicados. En este caso estaríamos delante de un caso de monopolio. Y el “equilibrio” que se alcanzaría no sería tan bueno como el de competencia perfecta. (Ejemplo: cuando hay un único fabricante de un producto). Si los vendedores fueran más de uno (pocos) pero igualmente tuvieran poder sobre los compradores, diríamos que estamos ante un oligopolio. En un oligopolio, si los vendedores compiten entre ellos, los compradores saldrán algo beneficiados, pero también puede ser que se pongan de acuerdo para poner precios altos (todos a la vez) y de esta forma perjudicar más a los compradores beneficiándose ellos (Ejemplo: la OPEP, los países productores de petróleo). Sin embargo, el Estado a través de sus leyes incide en este mercado, incentivando o desincentivando el consumo de ciertos productos o servicios con el objetivo de beneficiar el “bien común”. Por ejemplo, para desincentivar el consumo de gasolina, altamente contaminante, impone unos impuestos que la gravan (la mayor parte del precio de la gasolina son impuestos), o al contrario, para favorecer la “formación” de las personas, reduce el IVA de los libros o elimina totalmente el IVA para los servicios de formación (clases) para favorecer su venta y su consumo. Por último, para el buen funcionamiento del mercado existe una “legislación mercantil” que regula el comercio en sentido amplio, para resolver los conflictos entre empresa o personas que ejercen su actividad para comprar o vender bienes y servicios, por ejemplo, leyes sobre la competencia, la libertad de horarios comerciales, la propiedad industrial o intelectual, la regulación de la quiebra de una empresa y de los derechos de los acreedores de ésta, etc.
  • 36. T6 Los mercados y la fijación de los precios. P2 Mercado de trabajo: ¿Por qué cobra más un futbolista que un profesor? Como hemos visto, las personas trabajan para empresas (o en sus propios negocios) por lo que reciben un salario o renta. Este intercambio se produce en lo que se llama el “mercado de trabajo”. En los mercados que primero nos vienen a la cabeza, los mercados de alimentos o de ropa, los compradores somos nosotros y los vendedores pequeñas o grandes empresas. En ese mercado nos venden bienes (por ejemplo fruta, o carne, o unos pantalones) y nosotros los compramos y pagamos por ello una cantidad de dinero, el precio. En el mercado de trabajo es al revés: nosotros (las personas) vendemos nuestro trabajo (se lo ofrecemos a) las empresas, y éstas nos pagan por ello una cantidad de dinero, nuestro salario. Como en cualquier otro mercado, el precio (en este caso el salario) vendrá dado por un equilibrio entre los deseos del comprador (las empresas, que desearían “comprar barato”, es decir pagar salarios bajos, para mejorar sus beneficios) y del vendedor (las personas, que desearían “vender caro” y cobrar salarios altos que les permitan mejorar su consumo y su ahorro). Dependiendo de la “fuerza de negociación” entre compradores y vendedores, y la “cantidad de trabajo” disponible (la cantidad de oferta que haya), el precio pactado - el precio de equilibrio - será mayor o menor. Por ejemplo, si una empresa busca una persona para realizar un trabajo sencillo, para el que no se necesite mucha cualificación, encontrará en el mercado muchos candidatos que pueden realizarlo. En este caso, los “vendedores de trabajo” (las personas que quieren trabajar en la empresa) no tendrán mucha fuerza para solicitar un salario alto, ya que hay muchas otras personas dispuestas y capaces de realizarlo y la empresa no le escogería si exige mucho. En este caso, el mayor poder lo tiene el “comprador de trabajo” (la empresa), y además fijémonos que la oferta es grande, siempre que hay mucha oferta de un producto, su precio baja. Por tanto, en este caso el salario de equilibrio será seguramente bajo. En un ejemplo totalmente contrario, imaginemos una empresa que busca una persona para realizar un trabajo que requiere mucha formación o muy especializada, o unas capacidades que no muchas personas poseen. En este caso, el “comprador” (la empresa) tendrá que estar dispuesto a pagar más, y el poder de negociación del “vendedor” (la persona cualificada) será mayor el salario de equilibrio resultará, sin duda, mayor. Fijémonos que mayor calificación y mayores capacidades suelen tener relación con mayor poder de negociación y salarios más elevados. No es que se deba cumplir siempre, pero en circunstancias normales suele ser así. Pero, ¿por qué cobra más un futbolista que un profesor universitario con dos carreras y tres doctorados? Lo que puede realizar un futbolista de élite no muchas personas saben hacerlo y sí, en cambio, hay muchas, muchísimas personas dispuestas a pagar por verle jugar. En este
  • 37. caso, el profesor tiene una mayor cualificación académica, pero no hay tanta gente dispuesta a pagar por ella. La cualificación puede ser diversa, el efecto diferencial es cuán apreciada es esa cualidad por el mercado, por la gente en general. Seguro que hay personas que saben hacer cosas mucho más complicadas y que exigen de una formación más compleja que jugar muy bien al fútbol, y mucho más valiosas socialmente, pero estas habilidades quizás no supongan un salario muy alto simplemente porque la empresa que le paga no va a “vender” o ingresar mucho con ellas y no puede pagar mucho al profesional. En cambio, fijémonos en los miles (mejor dicho millones) de personas que van a los campos de fútbol pagando su entrada, o que son socios, o los que pagan por ver partidos por televisión, o bien que compran camisetas de sus jugadores preferidos… ningún profesor, por lo menos por el momento, ha resultado nunca tan mediático!! Este es el punto clave: ¿Qué puedo ofrecer de diferente que me haga más “demandado” en el mercado laboral? En este mercado, como en el de bienes y servicios, existe una legislación laboral (derecho laboral o derecho del trabajo) que regula y tutela las relaciones entre trabajadores y empresas, por ejemplo, entre otros temas, contempla: los contratos laborales, los derechos colectivos de los trabajadores (sindicatos, convenios colectivos, etc.), la asistencia social, seguridad e higiene en el trabajo, etc.)
  • 38. T6 Los mercados y la fijación de los precios. P3 Mercados financieros ¿Qué vale el dinero? En los mercados de bienes y servicios se intercambian todo tipo de productos (casas, coches, alimentos, ropa, productos tecnológicos, libros, etc) y servicios (educación, ocio, vacaciones, etc) por dinero (el comprador paga un precio al vendedor). En el mercado de trabajo se intercambia el trabajo que ofrecen las personas (que son los “vendedores” de trabajo) a las empresas (que son los “compradores” de trabajo), a cambio de dinero: de nuevo, el comprador paga un precio, en este caso el salario, al vendedor. En los mercados financieros, el producto que se intercambia es directamente dinero… a cambio también de dinero… suena extraño, ¿verdad? La explicación es que se intercambia dinero de hoy por dinero a devolver “en el futuro”. Veámoslo con un ejemplo. Un inversor, que tiene un dinero ahorrado que quiere invertir, le presta hoy ese dinero a la empresa. La empresa, le entrega un papel en el que “reconoce esa deuda” (llamado “obligación” o “bono”) en el que por escrito se compromete a devolverle el dinero en el futuro: la cantidad que le ha prestado hoy más otra cantidad en concepto de intereses en una fecha futura determinada. Supongamos que una empresa emite un bono de 100 € a tres años al 5% de interés anual. ¿Qué significa esto?, muy sencillo, quien “emite” pide dinero, si lo que se emite es un “bono” se intenta que “alguien” se lo preste comprando ese bono. Si un ahorrador adquiere ese bono, significa que presta 100 € a la empresa emisora a cambio de ese papel - el bono - que no es más que un contrato entre emisor y comprador, en el que el emisor se compromete a devolver al comprador el dinero (esos 100 €) dentro de tres años, y mientras no se lo devuelve, le irá pagando 5 € (el 5% de 100 €) cada año. Por eso decimos que en los mercados financieros se intercambia dinero de hoy por dinero “del futuro”. El inversor ve que adquiere un activo (en el ejemplo un bono), pero todos los activos que se adquieren en los mercados financieros son en realidad “dinero futuro”. Cuidado! “dinero futuro” no significa dinero seguro al 100%, después veremos que se trata de unas inversiones con riesgo (unas más que otras) El precio de ese intercambio es el tipo de interés. En el ejemplo, el acuerdo ha sido intercambiar 100 € hoy por 5€ dentro de un año, 5 € dentro de dos años y 105 € dentro de tres años (5 € de intereses del tercer año más la devolución de los 100 €) ¿Qué mercados financieros existen y qué activos se negocian en ellos? Podemos decir que existen 3 grandes mercados financieros 1.- Mercado monetario. El “dinero futuro” que se negocia aquí es a un futuro muy cercano; entre 1 día y 18 meses como máximo. Cuando un Estado, por ejemplo el español, pide prestado dinero a un año o menos, lo que entrega a los inversores es un activo llamado Letra del Tesoro en el que se compromete a la devolución de la deuda. Cuando es una empresa la que pide dinero a corto plazo, el activo que entrega al inversor en contrapartida se llama Pagaré. El único riesgo para el inversor sería que la
  • 39. empresa o el estado quebrasen y no le pudieran pagar los intereses pactados ni devolverle el dinero invertido. No es imposible, aunque el hecho de que el compromiso sea a tan corto plazo implica menos riesgo que si el préstamo fuera a muchos años. 2.- Mercado de renta fija (mercado de bonos, también llamados obligaciones). Aquí, el “dinero a futuro” que piden empresas y estados es a más largo plazo (5 años, 10, 30, o incluso algunos bonos son perpetuos!). El inversor que presta su dinero a estos plazos recibe un bono, en el cual la empresa o estado se compromete a devolver el dinero prestado en el plazo previsto, y además se compromete a ir pagando intereses, hasta ese plazo, al inversor. Como hemos dicho, el riesgo ahora para el inversor es algo mayor, pues a cuantos más años es el préstamo la posibilidad de que las cosas vayan mal es mayor. Un bono es un producto de “renta fija”, dado que el inversor cuando adquiere el bono ya conoce de antemano la “renta” que, si todo va bien, recibirá en el futuro (en el ejemplo anterior esa renta será de: 5€ + 5 €+ 105 €). 3.- Mercado de renta variable (acciones de empresas). En este mercado ya no se compra/intercambia deuda, o bonos, sino acciones de las empresas. El inversor que compra acciones se hace socio de la empresa, una pequeña parte de esa empresa es de su propiedad mientras no se venda dichas acciones. ¿Cuál es el “dinero a futuro” que obtendrá el inversor que compra acciones? No se sabe, la renta que obtendrá será “variable”, dependiendo de los beneficios que consiga la empresa. Ya vemos que el mercado de renta variable tiene más riesgo que los mercados monetarios o de renta fija, pues la empresa no garantiza ni retribución fija (dependerá de cómo vaya el negocio) ni devolución de lo invertido. Hemos visto que invertir en los tres mercados tiene diferentes riesgos. ¿Por qué razón, si un inversor puede elegir, elegiría asumir más riesgo comprando acciones en vez de bonos o pagarés? Por una razón muy sencilla, porque la inversión en acciones, a largo plazo, se espera que reporte mayores ganancias que la inversión en deuda (bonos o pagarés). Nos queda una última pregunta, ¿quiénes son los compradores y vendedores en estos mercados? Los compradores son los ahorradores (inversores) y los vendedores son las empresas y estados (que emiten los títulos y los intentan venderé a cambio del dinero de esos inversores). Del mismo modo que en los mercados de bienes y servicios y en el mercado laboral rigen leyes para el buen funcionamiento de los mismos, en los mercados financieros ocurre lo mismo. Las normativas y regulaciones de los mercados financieros se intentan unificar a nivel mundial dado que la gran libertad de movimiento del dinero hace que una legislación nacional por sí sola no suele ser efectiva para asegurar ese correcto funcionamiento.
  • 40. T7 El dinero, la inflación y la aparición de los bancos centrales. P1 ¿Quién crea el dinero? El problema de la inflación y la deflación. ¿En qué se parecen la sal, los granos de cacao, el arroz y los cigarrillos?....En que todos ellos han sido utilizados alguna vez como monedas. Los romanos pagaban en sal (de ahí el nombre de “salario”) a sus soldados (“sueldo”), los mayas utilizaban los granos de cacao como unidad de intercambio así como los chinos lo hacían con granos de arroz y, más recientemente, en los campos de concentración de la segunda guerra mundial, los cigarrillos eran la “moneda” más utilizada en los intercambios entre prisioneros. Cuando los intercambios entre personas se multiplican y empieza a generarse un incipiente comercio, se necesita una unidad de cambio para valorar e intercambiar los objetos o los servicios prestados. Los reyes, emperadores o personas de gran poder empiezan a acuñar monedas propias de un mismo peso y por tanto de un mismo valor. Los gobernantes tenían el monopolio de la acuñación de la moneda utilizada en su país. El dinero en forma de monedas de metales diversos (cobre, plata, oro, etc.) empieza a circular por el mundo y se convierte en un instrumento muy útil y práctico para: medir el valor de las cosas y como medio de cambio (cobro y pago) unificado. Al pasar del trueque a intercambiar cualquier cosa a cambio de monedas, se facilitan enormemente las transacciones; cualquier cosa se puede medir en términos de una sola: la moneda. Los gobiernos empezaron a emitir también “papel-moneda” (billetes) y tanto las monedas como los billetes se utilizaron indistintamente para realizar los cobros y pagos entre personas, empresas y administraciones públicas. El uso del dinero se popularizó y empezaron a aparecer los bancos. De la misma forma que al popularizarse el uso de las especias en Europa (pimienta, clavo, nuez moscada, etc.) aparecieron los intermediarios de especias que las compraban lo más baratas que podían y las vendían lo más caras que podían, también aparecieron los intermediarios de dinero, los bancos, que captaban dinero de la gente que tenía ahorros (depósitos) ofreciéndoles unos intereses y ese dinero lo prestaban a otros (créditos) exigiendo un tipo de interés mayor. La diferencia entre lo que pagaban por el dinero captado y lo que cobraban por el dinero prestado era, y sigue siendo, su margen de beneficio. El comercio se multiplicó y los movimientos de dinero también. Los Estados entraron en enormes gastos públicos, principalmente militares, y emitieron dinero para financiarlos. Esas grandes emisiones de dinero provocaron en varias ocasiones períodos de subidas de precios continuadas. Al haber más billetes y monedas pero prácticamente las mismas “cosas” (casas, caballos, carruajes, vacas, trigo, etc.), cada “cosa” se intercambiaba por un mayor número de billetes y monedas. Eso hacía que el Estado emitiera más billetes y monedas y se entraba en una espiral infernal. Un mismo pan podía valer el doble a los pocos días ya que la gente tenía más y más billetes y monedas cada día. Esta pérdida del valor adquisitivo de una moneda, esta situación, en la
  • 41. que el valor del dinero disminuye continuadamente en relación a los bienes y servicios que se pueden comprar con él, se le llama inflación y suele medirse a través del IPC (Ïndice de Precios al Consumo), que no es más que una estadística de la variación de los precios de varios bienes y servicios (pan, carne, ropa, calzado, entrada del cine, gasolina, etc.) durante un periodo de tiempo. La inflación es una situación en la que los precios de los bienes y servicios suben de forma generalizada y continuada durante un periodo largo de tiempo. Cuando la inflación es enorme (100 %, 500 %, 1000 % o más, en un año) se le llama hiperinflación. Esa inestabilidad de precios impide a las personas y a las empresas poder realizar planificaciones de sus ingresos, de sus gastos y de sus inversiones. Ello producirá poco o ningún incentivo ni para ahorrar ni para invertir, y la gente preferirá gastar y anticiparse a la subida de los precios, pero nadie invertirá y las empresas tendrán pocos incentivos para crecer lo que puede provocar una escasez de bienes y servicios. Podría pensarse que la situación ideal fuera la de que los precios bajasen de una forma generalizada y continuada durante un periodo largo de tiempo. Cada mes, cada año, la comida más barata, la ropa a mejor precio, los coches disminuyendo su valor, ¡¡todo bajando de precio!!. Esa situación es conocida como deflación, y no sólo no es buena si no que es la peor de las situaciones, incluso peor que la hiperinflación. A una situación larga de deflación se la conoce como “depresión económica”. Sucede que si las personas no consumen, las empresas para poder vender sus productos, bajan los precios. Con los precios bajando de forma generalizada, la demanda disminuye más, ya que la gente piensa que podrán comprar más adelante a un precio menor. Si las empresas no venden, tendrán que despedir trabajadores o directamente quebrar. Con más desempleo menos gente dispuesta a compra y por tanto menor consumo, y así sucesivamente entrando en un círculo vicioso difícil de salir. Y como sería difícil que los políticos pudieran sustraerse de la tentación de emitir dinero para solucionar sus problemas cotidianos de gobierno, se creó la figura del “banco central”, independiente del poder político y cuyo principal objetivo es controlar la inflación. En la actualidad, ese objetivo se concreta en intentar mantener la inflación a una tasa pequeña (sobre el 2%) y estable.
  • 42. T7 El dinero, la inflación y la aparición de los bancos centrales. P2 ¿Qué es un banco? Lo que hace una entidad bancaria es bien simple. Es básicamente un “intermediario financiero”. Si se entiende qué hace un intermediario de naranjas, por ejemplo, también se entiende qué hace un intermediario de dinero. Un intermediario de naranjas compra las naranjas al agricultor lo más baratas que puede y las vende al consumidor final lo más caras que puede, cuanto mayor sea ese “margen”, más beneficios obtendrá. Un banco hace lo mismo: en vez de naranjas, compra dinero lo más barato que puede y lo vende lo más caro que puede. ¿Cómo?, muy sencillo, compra nuestro dinero con “productos de pasivo”, es decir a través de cuentas corrientes, imposiciones a plazo, etc. Y nos lo vende a través de sus “productos de activo”: préstamos, hipotecas, líneas de crédito, etc. Cuanto mayor sea ese margen, más beneficios obtendrá. Las entidades financieras, entonces, ofrecen básicamente dos servicios: 1.- Captan la liquidez de las personas, de las empresas y del estado y lo remuneran a un tipo de interés dependiendo del plazo y la disponibilidad. Por ejemplo, si abrimos una cuenta corriente - disponibilidad “a la vista”, es decir en cualquier momento puedo disponer del dinero – con 300 €, obtendremos un tipo de interés a nuestro favor muy pequeño. En cambio si con ese dinero abrimos un depósito a plazo de 1 año – sólo podremos disponer de ese dinero una vez pasado ese año – obtendremos una rentabilidad mayor. En definitiva, podemos ahorrar y depositar esos ahorros en un una entidad bancaria obteniendo una rentabilidad por ese dinero. 2.- Prestan dinero a personas, empresas y al Estado y exigen por ello un tipo de interés mayor que el que ofrecen por nuestros ahorros. Cuando una persona, empresa o estado necesita financiación puede recurrir a una entidad financiera y ésta, una vez analizada la petición, se aprueba el crédito o se deniega. La clave del negocio bancario es saber conceder créditos a personas, empresas o estados que tengan poco “riesgo”. El “riesgo” en finanzas es un concepto primordial. Analizar el riesgo de cualquier operación financiera es responder a la siguiente pregunta: ¿Se recuperará lo invertido junto con los intereses pactados? Por eso se dice que el negocio bancario es un negocio de gestión de riesgos. Si el banco presta el dinero de los depositantes - de las personas, empresas o entidades públicas que han depositado allí su dinero - de forma muy arriesgada y nunca lo recupera, puede llegar a quebrar y esos depositantes pueden no recuperar su dinero. En ese caso, existe un Fondo de Garantía de Depósitos, formado por las aportaciones que cada año ingresan en él todas las entidades financieras, y en el caso de que una entidad quiebre ese fondo garantiza una cantidad (un máximo de100.00 € en España) por cada depósito y depositante. Existen otros servicios aparte de aceptar depósitos y conceder préstamos, que las entidades financieras también realizan y cobran una comisión por ello: domiciliación de recibos, gestión de nominas, transferencias, etc.
  • 43. T7 El dinero, la inflación y la aparición de los bancos centrales. P3 La aparición de los bancos centrales. El precio del dinero… ¿Quién lo marca? La importancia de la inflación - esa continuada y generalizada escalada de precios en un periodo importante de tiempo - en la vida de las personas, ya hace tiempo que se evidenció. El control de la inflación es de suma importancia para asegurar las bases del bienestar de los ciudadanos. Muy importante. Demasiado importante para dejarlo en manos de políticos. Y se crearon los primeros Bancos Centrales - que todavía hoy son independientes del poder político - para confiarles esa misión. El objetivo principal, por ejemplo, del Banco Central Europeo (BCE), como el de cualquier Banco Central, es controlar la inflación. El Consejo de Gobierno del BCE ha cuantificado ese objetivo alrededor del 2 % anual como máximo. Una inflación anual superior al 2%, malo. Menos del 2%, no está mal. 1,5%, bien. 0,5%, bien pero cuidado. Inflación negativa, ¡mal! Inflaciones negativas (deflación) en un largo periodo de tiempo, ¡lo peor! Para llevar a cabo ese cometido los bancos centrales tenían, y tienen, como principal herramienta la “máquina de hacer dinero”, de emitir billetes. La potestad de ser el único emisor de billetes y monedas de curso legal. Así que al Banco Central le pedimos que controle la inflación, que la controle de cerca y continuamente. El Banco Central, obviamente, pedirá ser el único que pueda hacer funcionar la máquina de imprimir dinero para controlar la masa monetaria, la cantidad de dinero que hay en el sistema. Porque si la controla el Gobierno… el sistema está condenado al caos. ¿Los profesores del sistema público de enseñanza quieren un incremento salarial? Pues a hacer dinero. ¿Los médicos de la seguridad social también? Pues a darle a la máquina para hacer más billetes. Y lo único que se crea así es esa ilusión monetaria y un desbarajuste absoluto en la evolución de los precios. Cuanto más imprevisible es la situación futura de las variables clave de la economía, y la inflación es de las más importantes, menos facilidades damos a la inversión y por tanto al crecimiento. Sin estabilidad de precios difícilmente se puede sustentar un crecimiento equilibrado en una economía. El Banco Central tiene la “máquina de imprimir billetes”, pero también controla a las entidades financieras de su territorio para que no conceda más créditos de los que debiera. Cada vez que una entidad nos concede un crédito, de alguna manera está creando “dinero bancario”, ya que, generalmente, no nos da billetes o monedas si no que nos da unos cheques para emitirlos de nuestro puño y letra cuando compremos una casa o un coche o cualquier activo. Es decir, de repente existe un dinero en circulación que nadie ve, pero que todo el mundo utiliza. Pensemos en los últimos cobros y pagos que hemos hecho… ¿Cuántos han sido efectuados con dinero en efectivo, es decir, imprimidos por el Banco Central?...muy pocos (alrededor de un 10 %, en las economías occidentales) Así el Banco Central también controla y supervisa a todas las entidades financieras de su territorio para que no emitan (concedan préstamos) más “dinero bancario”
  • 44. del que tienen captado, y si lo hacen, les permite crear un mercado entre ellas, el mercado interbancario (IBOR, “Inter Bank Offered Rate”), donde las entidades que han concedido en exceso créditos y por tanto les falta dinero en sus balances, pueden pedir prestado a otras entidades que tienen liquidez de sobra ya que no han concedido tantos créditos. El Euribor es el precio del euro en este mercado. Es decir, es el tipo de interés al que en este mercado mayorista de dinero, los grandes bancos de la zona euro se prestan dinero entre ellos a plazos cortos de tiempo (a 1 día, a 1, 3, 6, 9 o 12 meses, por ejemplo) y lo hacen básicamente para cumplir con las exigencias del Banco Central de que tengan sus cuentas equilibradas y no concedan más créditos de los debidos porque entonces generarían un exceso de “dinero bancario” y por consiguiente inflación. Pero el Banco Central juega otro papel primordial para el buen funcionamiento de todo este entramado. Dispone de otra herramienta. La pieza clave que nos falta para entender el funcionamiento de todo el sistema. Los bancos los podemos visualizar, simplificando, como sucursales o franquicias del Banco Central y podríamos representar el sistema bancario, comentado hasta ahora, de la siguiente forma: No olvidemos que el objetivo principal de un Banco Central es controlar la inflación. Pues bien, El Banco Central es el “banco de bancos” y marca, unilateralmente, el tipo de interés básico del sistema. Fija el precio del dinero en primera instancia, al que sólo pueden acceder las entidades financieras. Esa es su herramienta básica para controlar la inflación de la zona monetaria que supervisa. ¿Cómo funciona? Imaginemos que la inflación de la zona euro está subiendo y se encuentra en el nivel del 2,5% anual. El BCE (Banco Central Europeo) no hace nada y a los pocos meses sigue subiendo hasta colocarse en el 3,2 %. El BCE tiene que actuar, recordemos que el BCE debe mantener las tasas de inflación próximas, aunque inferiores, al 2% ¿Cómo lo hace? Subiendo el tipo de interés básico del sistema. Supongamos que el BCE tenía fijado el tipo de interés básico en el 1 %, al subir la inflación decide actuar y lo sube al 1,5%. ¿Por qué? El dinero es una materia prima, como el petróleo o el cobre: se produce, se genera y tiene un precio. Y su precio, como el de cualquier otro producto que se vende y se compra: varía. Obviamente, si sube ese medio punto porcentual, los bancos entre sí también se prestarán el dinero a un precio más caro. Y el Euribor subirá. La banca, al subir el precio Banco 1Banco 4Banco 3Banco 2Banco n… BANCO CENTRALI.B.O.R.
  • 45. de su “materia prima” – el dinero – en ese mercado mayorista que es el interbancario (mercado IBOR), lo repercutirá en el mercado minorista, en sus clientes. Empezando por su producto de activo (préstamo) más barato: el préstamo hipotecario, supongamos que el “banco 1” del cuadro ofrece hipotecas al “Euribor a un año más un 2%” (supongamos euribor = 1,96 %) entonces ese préstamo hipotecario, al subir el Euribor también subirá al 3,96 %. Sigue el dominó. ¿Qué pasa si pido un préstamo al consumo? Que es más caro, ya que tiene más riesgo: entre el 7 % y el 9 %, por ejemplo. El banco está pidiendo más porque la garantía es peor. ¿Cuál es el producto más caro? El tener números rojos, estar en descubierto bancario, que en alguna entidad puede llegar al 25%... ¡o más! Supongamos que la inflación sigue subiendo a pesar de todo. ¡Peligro! ¿Qué hace el Banco Central para contener esta subida de precios? Pues vuelve a subir el tipo de interés. Y si lo sube, el precio del dinero en el mercado interbancario también subirá. Y la hipoteca subirá, y el crédito al consumo subirá. ¿Y por qué lo sube? Para bajar la inflación, porque todos compramos actualmente endeudándonos. Sube todo, y el consumidor, si sube el precio del dinero, no pedirá tanto dinero, con lo cual comprará menos, la demanda bajará y las empresas tendrán que bajar precios para que la gente compre, porque si no habrá una sobreoferta de bienes y servicios. Luego, ¿sube la inflación?, ¿suben los precios? El Banco Central subirá el tipo de interés y dejaremos todos de pedir tanto dinero para comprar tantas cosas. ¿Qué los precios bajan mucho? ¿Qué hará el Banco Central para reanimar el consumo y la actividad? Bajará el precio del dinero para que la gente se endeude y compre más cosas. Esto es siempre así, es un péndulo. La política monetaria es esto: bajar y subir el tipo de interés básico del sistema, es una sucesión continua de subidas y bajadas que mantienen a la economía lo más estable posible. Banco 1Banco 4Banco 3Banco 2Banco n… BANCO CENTRALI.B.O.R. Tiposde interés1,5 % 1,96 % 3,96 % 7 –9 % … 18-25 %