Etnoeducaciòn para niños, niñas y adolescentes indìgenas
1. ETNOEDUCACION PARA LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES
IDIGENAS
Colombia no solo es un país diverso en lo geográfico, también en lo étnico y en lo
cultural, esto ha sido reconocido en el Artículo 7 de la Constitución Nacional de 1991.
Previamente, en 1966, las Naciones Unidas incluyeron como uno de los derechos
humanos el derecho que tienen los pueblos al libre ejercicio de su cultura, al señalar:
“En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a
las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde a tener
su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio
idioma.”
En Colombia existen más de 80 grupos indígenas, parlantes, como lo señala Francois
Correa, de lenguas afiliadas a más de 11 familias lingüísticas. Estos grupos han luchado
tradicionalmente por conservar sus territorios, su cultura y su lengua y ven en la
etnoeducación una herramienta fundamental para lograrlo. Para los pueblos indígenas es
vital que la educación reconozca y fortalezca procesos organizativos autóctonos, y
reconozca y se apropie de los recursos medioambientales como fuente de aprendizaje y
de conservación de la biodiversidad.
No obstante los avances constitucionales y normativos en materia de los derechos
fundamentales de los pueblos indígenas, la educación oficial en muchas de estas
comunidades se caracteriza por modelos pedagógicos transculturalistas, que no
corresponden a la realidad, las necesidades ni las expectativas de sus miembros.
Partiendo de un largo camino andado, la Asociación de Cabildos y Autoridades
Tradicionales del Consejo Regional Indígena del Tolima "CRIT, presentó al Fondo para
la Acción Ambiental y la Niñez un proyecto, que fue apoyado, para resolver el
problema de la falta de un modelo de educación apropiado para las comunidades
indígenas de las etnias Pijao y Paéz ubicadas en el departamento del Tolima, que
permitiera fortalecer la identidad cultural y los procesos educativos que favorezcan su
pervivencia en esta nación.
Este proyecto fue desarrollado durante 20 meses con una amplia participación
comunitaria y de los actores sociales de la zona comprometidos con el desarrollo de las
comunidades indígenas así como con la educación de los niños, niñas y adolescentes. Se
partió del conocimiento aportado por diagnósticos previos sobre el estado de la
educación en comunidades indígenas específicas y de la reflexión sobre las prácticas
pedagógicas. Los resultados de los procesos adelantados por el CRIT por más de 20
años fueron pieza clave para los logros alcanzados en esta intervención, como también
las acciones de concertación y coordinación interinstitucional que reflejaron la alta
capacidad de gestión del CRIT.
En relación con la metodología, se destaca la participación comunitaria derivada de los
procesos organizativos indígenas y del reconocimiento del saber autóctono y de la
capacidad de todos para aportar conocimientos, tiempo y trabajo individual. En el
desarrollo de talleres, intercambios, sesiones de siembra y reconocimiento del medio
ambiente, fue una constante la excelente articulación entre el componente ambiental y
educativo.
Los resultados fueron los esperados, el 30 de enero del presente año, representantes de
comunidades indígenas del Tolima y de otros departamentos, rectores, maestros,
autoridades educativas, niños y otros invitados se reunieron para compartir un
documento construido con la participación de todos, el “Proyecto Etnoeducativo
2. Comunitario y Cultural – PECC”, que contiene un currículo educativo propio para los
indígenas Pijaos y paéces.
Según los miembros del CRIT, el modelo educativo permite “articular la realidad
sociocultural a la escuela, formar al niño en la resolución de problemas y en general
desarrollar los objetivos y finalidades que nos hemos propuesto para la educación
escolarizada, hemos organizado las siguientes áreas y ejes de trabajo temáticos.
Tomamos como núcleos centrales los conjuntos problemáticos que vivimos desde una
visión de integralidad. Estos son comunicación y lenguaje, vida y armonía, convivencia
y democracia, matemáticas y pensamiento artístico y espiritualidad y normas de
comportamiento. Estos campos de acción y ejes pedagógicos sirven de base para
diseñar, crear y desarrollarlos diversos proyectos de investigación y formación escolar,
atendiendo a las percepciones, situaciones, necesidades e intereses de cada escuela. A
partir de estas áreas y ejes pedagógicos, organizamos los descriptores de contenidos,
respecto a los conocimientos y saberes, a los valores y actitudes, y a las aptitudes y
habilidades que se propone desarrollar cada uno”. Se observó que el marco legal y los
objetivos de este modelo están claramente definidos, al igual que el perfil del docente y
el estudiante. La estructura curricular detalla el contexto, las relaciones y procesos
pedagógicos y es generosa en la descripción del plan de estudio. No hay dudas de las
competencias, habilidades y actitudes que se deben propiciar en los niños y niñas
indígenas como tampoco en los recursos y metodologías para lograr un aprendizaje
integral.
En los resguardos participantes en el proyecto se instalaron y pusieron en
funcionamiento granjas integrales en las que se desarrollaron procesos agroecológicos y
medioambientales basados en agricultura limpia, que posibilitan el desarrollo del
modelo educativo. Esto permitió a los niños y niñas participar en la recuperación de la
memoria colectiva sobre el manejo sostenible de recursos y apropiarse de nuevas
tecnologías que enriquecieron sus prácticas. El encuentro con otras comunidades del
país (Centro Nacional de la Guadua, Quindío, entre otros) fue especialmente grato para
los niños, niñas y adolescentes. En cada una de las granjas se instalaron viveros para
impulsar procesos de reforestación y jardines botánicos para la siembra de plantas
medicinales a través de lo cual se logró articular el rescate de la medicina tradicional
que está cayendo en desuso pese a su alto valor cultural. Estas acciones contaron con la
participación entusiasta y permanente de estudiantes, padres, docentes, autoridades y
miembros de las comunidades de los resguardos.
Lo anterior no excluye la necesidad de seguir avanzando en la sensibilización y
capacitación de algunos docentes que aún no se han apropiado del proyecto educativo y
prefieren mantenerse en el rol tradicional del maestro. Sobre el particular el CRIT tiene
claro que ahora se inicia un proceso de divulgación y apropiación del modelo educativo
diseñado.
El trabajo realizado tuvo una incidencia importante en política pública local, por
ejemplo, la aprobación por parte de la Asamblea Departamental del Tolima de la
Ordenanza 051 del mes de diciembre de 2005 que regula las políticas para las
comunidades indígenas de este departamento, así como la participación en la
reglamentación y creación del Consejo Departamental de Etnoeducación. Se
gestionaron 285 plazas de docentes indígenas y se realizaron procesos de formación
para el fortalecimiento pedagógico y de reafirmación cultural de estos maestros.
Por otra parte, al interior de las comunidades indígenas se avanzó de manera importante
en la consolidación del reconocimiento de la autoridad del CRIT y del marco legislativo
nacional e internacional que orienta los procesos de etnoeducación, de manera
específica para los pueblos indígenas.