8. Jesucristo lo primero que
hace es salir al encuentro de
los dos discípulos y se suma a
ellos muy discretamente,
siguiendo la costumbre de la
época, y les pregunta qué les
sucede, pues advierte que están llenos de tristeza y, tal
vez, decepcionados: ellos se asombran de que el
desconocido no sepa lo que pasó en Jerusalén con
Jesús el Nazareno, profeta de Dios, condenado a
muerte por los grandes de su pueblo y le dijeron: “Eres
Tú el único residente en Jerusalén que no sabe las
cosas que en estos días han pasado allí”.
9.
10. Por eso la pasión y muerte del
Señor fue algo totalmente
notorio para todos sus
correligionarios israelitas,
tanto los que habitaban
Jerusalén como los miles y
miles que habían venido de diversos países a la fiesta
nacional de Pascua. Para sus grandes milagros escogió
ocasiones más humildes, pero para su máxima
humillación, desprecio y abatimiento, eligió el día más
resonante de todos.
11. Ellos le dijeron lo de Jesús de Nazareth que fue
un Profeta poderoso en obras y en palabras (Lc
24,19). Nosotros esperábamos que sería El quien
iba a librar a Israel. Pero llevamos ya tres días
desde que esto pasó (Lc. 24.21).
El Señor les pregunta
con ingenuidad divina
¿qué ha pasado? es lo
que sucedido; quiere
que desahoguen su
tristeza y cuenten la
causa de todas sus
amarguras.
12.
13.
14.
15. Toda esta terrible situación parecía no tener explicación
para estos hombres. En sus palabras se refleja su
desilusión y su desconcierto. Son palabras de hombres
cuyas esperanzas parecen muertas. Es “la noche
oscura del alma”. Y por esa noche todos tenemos que
pasar. Cuando todo parece tan absurdo, tan sin razón.
La noche oscura del alma por la cual pasó Job cuando
maldecía la hora en que nació. Hay ratos en que Dios
no nos consulta primero” para hacer o permitir lo que
más nos conviene, y entonces nuestra razón se rebela
contra sus designios. Para estas horas grises es cuando
más necesitaremos la presencia de Cristo en nuestras
vidas.
16.
17. Una vez que Jesús ha escuchado de sus mismos
labios el porqué de su tristeza, comienza a
descubrirles lo engañados que están, y cómo lo que
ellos creen que es causa de su pérdida de fe, al
contrario, es motivo para creer con más fuerza en
ese Jesús de Nazaret.
Primero les reprende, porque son insensatos y
tardos para creer todo lo que dijeron los profetas. El
les dijo: “Oh insensatos y tardos de corazón para
creer todo lo que dijeron los profetas. No era
necesario que Cristo padeciera para que entrara en
su gloria?” (Lc 24,25)
18.
19. La explicación de Cristo debió ser sencilla y profunda a
la vez, y expuesta con tal convicción, que consiguió
iluminar las mentes de aquellos discípulos y conmover
sus corazones. Jesús realmente tiene una verdadera
habilidad para darle significado a las cosas.
Los discípulos que hasta hace un momento no le
encontraban ninguna razón a este aparente fracaso del
Redentor al morir en la cruz, ahora al oír a Jesús ven
con claridad el significado de la vida, y su antigua
oscuridad se les convierte en luz.
20. Después dirán: “¿No estaba ardiendo nuestro
corazón dentro, cuando nos hablaba en el camino y
nos explicaba las Escrituras?” Comenzaban a salir de
sus tinieblas, y la resurrección del Señor se iba
presentando ante ellos como algo muy posible.
Advertían que su tristeza iba desapareciendo.
El Señor nos enseña un segundo medio eficacísimo
para mantener nuestra fe y crecer en ella. Es el
estudio y meditación de la Palabra de Dios. Esa
Palabra de Dios es principalmente el Evangelio.
21. Al llegar a una encrucijada de caminos, Jesús hace
ademán de separarse de los discípulos y continuar su
ruta por otro camino.
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23.
24.
25. Los discípulos siguen sin reconocer a Jesús, pero ponen
en práctica la acogida que han aprendido de su
Maestro: “quédate con nosotros”.
26. Llegados a la casa de campo, los dos discípulos prepararon algo de comer y se lo
ofrecieron al Señor. Cuando se puso a la mesa, tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo
reconocieron (Lc. 24,30)
27. Los tres estaban sentados a la mesa y, el desconocido toma el pan, lo
bendice y lo comparte. Fue como una repetición de la Última Cena.
28. Los discípulos en esa
acción y gestos de
partir el pan y darlo
le reconocieron
porque recuerdan
entonces que así
procedía Jesús. La
venda de su
incredulidad cayó de
sus ojos y el Señor se
les mostró de modo
que pudieran
reconocerle. Esto
hizo que lo
reconocieran como el
Mesías.
29. En el don del pan se
expresa su propia
entrega, ello abre los ojos
de los dos amigos. Ahora
ven lo que su inercia y su
tristeza no les permitían
percibir, el gesto del
Señor (da nueva fuerza a
la lectura de la Escritura).
El Señor acaba de
completar su obra:
aquellas ovejas perdidas
habían vuelta al redil,
aquellos discípulos habían
recobrado la fe.
30. Podemos imaginar la
alegría desbordante
que inundó sus
corazones, alegría
que ya nada ni nadie
podría arrebatarles.
Se postrarían en
tierra para adorarle;
pero Jesús, cumplida
su misión,
desapareció de su
vista.
31. Los gestos que el Señor hizo eran comunes en él cuando
se ponía a la mesa con sus discípulos. Bastó que realizase
estas mismas acciones delante de los discípulos para que
ellos pudiesen reconocerle.
Y levantándose al momento, volvieron a Jerusalén”. Tal
fue la alegría, el gozo y la fe renacida dentro de sus
corazones, que se sintieron impulsados a volver corriendo
a Jerusalén para comunicar a los apóstoles la gran noticia
de la resurrección del Señor, y volver a formar parte de su
comunidad. Al Señor, para que se quedase con ellos, le
habían argumentado que ya era tarde, que el día había ya
declinado. Sin embargo ahora que se sienten
interiormente llenos de luz divina y de amor ardiente, no
tienen la menor dificultad para salir corriendo de vuelta a
Jerusalén. Los mueve la necesidad de comunicar la fe
que han recobrado y la felicidad que sienten.
Notas del editor
Jesús había escogido para ser crucificado la fiesta más popular de los judíos, la fiesta de su independencia, de su nacimiento como patria: las fiestas de Pascua. En aquellos días toda la gente estaba pendiente de cualquier hecho público para enterarse y participar en todo lo que sucedía porque en toda esa fiesta nadie se dedicaba a nada que no fueran actos masivos de nacionalidad y de religión.
Jesús había escogido para ser crucificado la fiesta más popular de los judíos, la fiesta de su independencia, de su nacimiento como patria: las fiestas de Pascua. En aquellos días toda la gente estaba pendiente de cualquier hecho público para enterarse y participar en todo lo que sucedía porque en toda esa fiesta nadie se dedicaba a nada que no fueran actos masivos de nacionalidad y de religión.