1. EGIPTO
Económicamente basada en la agricultura, la civilización egipcia dependió de las
inundaciones anuales del Nilo (ya que al retirarse las aguas las márgenes quedan
fertilizadas), cuyo aprovechamiento requirió de grandes trabajos colectivos, tales
como diques, canales y lagos artificiales. De hecho, la autoridad absoluta, vitalicia,
hereditaria y sagrada del monarca (faraón) estaba basada en el dominio del
calendario que éste compartía con los sacerdotes. Toda la tierra le pertenecía,
aunque delegaba parte en los privilegiados: sus familiares, los escribas
(funcionarios), los sacerdotes y los guerreros. Entre los no privilegiados encontramos
a los campesinos, que no son propietarios, pagan parte de la cosecha al faraón,
realizan obras públicas e integran la tropa; los artesanos, que trabajan en su casa y
entregan parte de su obra al faraón o trabajan en los talleres del monarca o los
templos; y los esclavos, prisioneros de guerra de los que no depende la producción.
La religión egipcia es politeísta, naturalista, zoomorfista y antropomorfista. Para los
egipcios, al morir un hombre su alma (compuesta por el ka o espíritu vital y el ba o
alma) es juzgada por Osiris, dios de los muertos, y luego vuelve al cuerpo. Por eso
hay que conservarlo, momificándolo, o colocar una réplica (estatua) en su tumba. Los
egipcios midieron la longitud, el peso, y el tiempo con relojes de sol y calendarios.
Conocieron tardíamente la rueda y combinaron, en la escritura jeroglífica, escritura
pictográfica (dibujos que representan cosas), ideográfica (dibujos que representan
ideas) y fonética (dibujos que representan sonidos).
2. Los historiadores ubican el surgimiento de la civilización egipcia entre el cuarto y
el tercer milenio A.C. A partir de ahí, en el Período formativo, tiene lugar la
transformación urbana, es decir el surgimiento de las ciudades, y la unificación del Alto
y el Bajo Egipto. En el tercer milenio, se desarrolla el Imperio Antiguo, caracterizado
por una gran centralización política. Esta etapa será seguida de un Primer período
intermedio, signado por la invasión de pueblos asiáticos, el debilitamiento de la realeza
y la descentralización, el descuido de las obras hidráulicas, el hambre y la alteración
del orden social. Durante el Imperio Medio se restaurará la centralización política pero
habrá un Segundo período intermedio, durante el cual tiene lugar la invasión de los
hicsos, que aportarán a los egipcios el hierro, el carro de guerra y el afán bélico. Por
eso, entre el segundo y el primer milenio, comienza el Imperio Nuevo, una época
caracterizada por el sometimiento imperialista de los pueblos vecinos, en la que se
destacan el reinado de Amenofis IV, cuya reforma religiosa impuso temporalmente la
supremacía del culto al dios Atón (el disco solar) sobre los otros, y el del espectacular
constructor de monumentos Ramses II.
La manutención de los rasgos esenciales de la plasmación artística de la
cosmovisión egipcia durante 3.500 años le confiere al arte egipcio un carácter
ampliamente conservador. Dicha continuidad, basada en una gran rigidez normativa,
conoce sin embargo excepciones, es decir, períodos de mayor libertad artística. De
carácter marcadamente funcional, el arte egipcio es concebido para fines religiosos o
para la transmisión de los valores oficiales. Pero también a esta regla escapan algunas
manifestaciones, como las joyas o la estatuaria popular.
3. Las principales características de la arquitectura egipcia son la ortogonalidad o
presencia de ejes perpendiculares, y la axialidad u ordenamiento respecto a un eje
longitudinal, y responden, según Norberg – Schulz, al cruce de las dos direcciones que la
geografía egipcia impone naturalmente: el Nilo, que corre de sur a norte, y el Sol, que
parece moverse de este a oeste. Construida en materiales perecederos como el adobe, la
arquitectura residencial no dejó prácticamente testimonios (aunque por las
representaciones pictóricas sabemos que las viviendas de los privilegiados eran
espaciosas, con numerosas dependencias, e incluían jardines y estanques), por lo que para
conocer esta disciplina tenemos que concentrarnos en la arquitectura funeraria y en la
religiosa.
a) Funeraria. En el Período formativo y en el Imperio Antiguo los funcionarios eran
enterrados en mastabas. Estas constaban de una superestructura trapezoidal que contenía
una cámara interior para los retratos del difunto y una exterior para ofrendas, con una
pequeña abertura en la pared compartida por ambas, a través de la cual el difunto “asistía”
al culto. Además de éstas, la parte superior de la mastaba podía contener otras estancias
decoradas con bajorrelieves. El cuerpo era enterrado en una cámara subterránea. Las
mastabas podían agruparse en necrópolis con calles de trazado ortogonal, similares quizás
a las de las ciudades egipcias. La Pirámide escalonada de Sákkara, que data del Imperio
Antiguo, tiene 70 m de altura y es el resultado de la superposición de seis mastabas. La
adopción de la forma piramidal responde a la necesidad de ganar altura sin peligro de
derrumbe. Los escalones se consideran una suerte de “escalera al cielo” para el ascenso
del faraón Zóser (cuyo cuerpo está enterrado en una cámara subterránea) a la vida
supraterrestre. Fue construida por el arquitecto Imhotep y está inmersa en un gran recinto
arquitectónico amurallado que imitaba la residencia del faraón mediante
pseudohabitaciones macizas sin función práctica. En esta construcción se destacan las
columnas acanaladas denominadas protodóricas, que se cree que transcriben en piedra
los haces de caña que constituían el soporte de las construcciones primitivas.
7. De las mastabas derivan las pirámides, construidas para albergar el cuerpo de los faraones,
ya no en una cámara subterránea sino en la estructura misma del edificio. Están constituidas
por enormes bloques de piedra tallados para encajar sin material de unión, y recubiertas de
granito o caliza. Para erigirlas se recurrió a un sistema de rampas, empleando cuerdas,
trineos y palancas, ya que la introducción de la rueda en Egipto es posterior a su construcción.
La sensación de eternidad que confiere la piedra es reforzada por la utilización de formas
geométricas puras y la presencia de superficies lisas. Su concepción revela precisión
matemática y conocimientos astronómicos: con errores mínimos sus caras están orientadas
hacia los cuarto puntos cardinales. Este número tenía para los egipcios valor simbólico: cuatro
eran los soportes del cielo y los rincones del mundo. En el Complejo de Gizeh, construido en
el Imperio Antiguo con bloques de hasta una tonelada que viajaron 800 Km por el Nilo desde
Asuán, hallamos las pirámides del faraón Keops, de su hijo Kefrén y de su nieto Micerino.
La primera, de 140 m de altura, es la más grande, posee tres pirámides subsidiarias
(Pirámides de las Reinas, monumentos funerarios de las principales viudas de Keops), y está
flanqueada por dos nutridos campos de mastabas. Su construcción habría tardado veinte
años, en los que un plantel fijo de artesanos y peones se incrementaba anualmente con los
campesinos que abandonaban las tareas agrícolas en los tres meses de inundación. Se
discute si la presencia de tres cámaras en su interior (la subterránea, la central y la del
sarcófago) fue intencional o debida a la modificación de los planos durante la obra. Los
conductos de ventilación son interpretados como senderos para el alma del faraón en su
tránsito al más allá. La pirámide de Kefrén, con una pirámide subsidiaria, está vinculada a un
templo funerario y conectada por un corredor a otros dos templos que forman un conjunto con
la Esfinge de Gizeh, una escultura colosal donde la cabeza, que podría ser del faraón Kefrén,
se alza sobre un cuerpo de león.
12. . La tercera, con tres pirámides subsidiarias, también cuenta con su templo funerario
vinculado por una calzada a otro templo más lejano. En el Imperio Nuevo los privilegiados
fueron enterrados en hipogeos, tumbas excavadas en las montañas del Valle de los Reyes
(entre las que está la de Tutankhamón), ricamente decoradas con bajorrelieves y pinturas. La
opción de los últimos faraones del Imperio Nuevo de ser enterrados en hipogeos, se interpreta
como la voluntad de éstos de acompañar al dios Sol en su recorrido nocturno por el submundo,
del crepúsculo al amanecer. Contrariamente a los hipogeos privados, los faraónicos no
llevaban señalización externa.
b) Religiosa. La monumentalidad de los templos del Nuevo Imperio se debe al
poderío adquirido por Egipto en su etapa imperialista, que significó una enorme afluencia de
recursos y mano de obra esclava. El área del templo comprende, además de los recintos del
culto, tierras laborables, jardines, piscinas, habitaciones, edificios administrativos, bibliotecas,
escuelas y talleres. Construidos en etapas, están rodeados de murallas, tienen un templo
principal y varios secundarios, y están precedidos de pilonos. El pilono es un portal compuesto
por dos paredes macizas inclinadas, unidas por una puerta cuyo coronamiento llega a la mitad.
Generalmente se adornan con mástiles. Su forma representa el horizonte por donde sale el Sol
y su aspecto sólido simboliza el poderío que impide la entrada de fuerzas hostiles. Luego de
atravesar los pilonos encontramos una sucesión de patios, salas hipóstilas en las que bosques
de gruesas columnas sostienen el techo, y recintos como el santuario de la barca (donde se
guardaba la embarcación sagrada en la que la estatua del dios era sacada en procesión), la
capilla del dios con su estatua, la cámara del tesoro, etc. Como los templos egipcios no eran
lugares de oración para el pueblo sino una casa para los dioses, las personas ajenas al culto
sólo tenían acceso al primer patio porticado. La sala hipóstila estaba reservada a personajes
importantes y la parte destinada al culto era accesible solamente a los sacerdotes.
13. La iluminación configuraba una escenografía: como la naturaleza del dios lo requería
rodeado de tinieblas, al avanzar se percibía una oscuridad progresiva. Haces de luz
se dirigían a las estatuas como focos. Las columnas simbolizaban los pilares que
sostienen la bóveda celeste (el techo se pintaba de azul con estrellas doradas) y su
forma, versiones abiertas o cerradas de capiteles lotiformes, papiriformes o
palmiformes, representaban la fertilidad de la tierra que permite el crecimiento de las
plantas sagradas. En los zócalos solía representarse, con pintura, las ondas del Nilo.
En su polémica con Zevi, para quien la arquitectura nació con los romanos porque
éstos fueron los primeros en desarrollar el espacio interior, Norberg – Schulz afirma
que el espacio interior egipcio no es acogedor porque el egipcio se sentía siempre en
camino, de ahí que tanto el eje longitudinal de los templos como la estrechez del
espacio intercolumnio no inviten a la permanencia sino al pasaje. Al
Templo de Amón en Karnak se accede por una avenida flanqueada por hileras de
esfinges con cuerpo de león y cabeza de carnero, con una estatua del faraón
divinizado bajo el hocico. Tras el primer pilono aparece un patio abierto porticado.
Pasando el segundo pilono surge una sala hipóstila con una nave central y dos
laterales, cuyos techos son sostenidos por columnas de capiteles papiriformes: los de
la nave central son abiertos, ya que su mayor elevación permite la entrada de luz
(que se filtra por ventanas de piedra con barrotes verticales), y los de las naves
laterales son cerrados porque están en penumbra. Este detalle ilustra el carácter
“naturalista” de la arquitectura egipcia. El capitel abierto, cuyos bordes se pliegan
hacia fuera como si estuvieran siendo aplastados por el techo, es más adecuado
para expresar la función sustentante de la columna.
19. El tercer pilono es sucedido por un par de obeliscos (cuyas puntas originalmente
doradas reflejaban el sol y representaban su presencia como divinidad en la tierra)
y por un cuarto pilono. Tras él encontramos los obeliscos de la reina Hatshepsut,
que en otro tiempo estuvieron en la fachada del templo, quedando ocultos tras las
sucesivas ampliaciones. Atravesando el quinto y el sexto pilono aparecen el otro
patio, la sala de la barca, el sanctasantórum o cámara del dios que contiene su
imagen, y las salas cuyos relieves murales sobre la fauna y la flora egipcia en
honor a la obra de Amón-Ra les valieron el nombre de Jardín Botánico. Al
avanzar, el techo decrece y el suelo se eleva. Los muros están construidos en
talud (inclinados) y los techos en terraza (sobresalientes). El conjunto de Karnak
estaba conectado por una avenida procesional con el de Luxor.
En cuanto al urbanismo, en el Imperio antiguo el Estado trató de distribuir a la
población uniformemente en núcleos jerarquizados. En torno a las capitales de los
nomos (subdivisiones territoriales administrativas) se agrupaban centros
progresivamente menores hasta llegar a los pequeños asentamientos rurales.
Probablemente ya en esta época se empleara el plano en damero, que se
generalizó en el Imperio Medio. En general las tumbas y los templos se situaban
fuera del alcance de las crecidas anuales del Nilo, mientras que la arquitectura
cotidiana (casas, chozas, establos, talleres, etc.), ocupaba las orillas y se
deterioraba y reconstruía periódicamente en materiales más fáciles de obtener y
trabajar como adobe, madera y juncos.
21. Dentro de la escultura egipcia podemos identificar tres corrientes:
a) Oficial. Realizada para transmitir sensación de eternidad, se esculpe en piedra
y está sometida a rígidos principios formales como la frontalidad, la simetría bilateral y
la abstracción geometrizante con predominio del ángulo recto. La solemnidad que
resulta de su aplicación pone de relieve la de los personajes representados. Pese a
estas características unificadoras, hay quienes consideran a estas estatuas como
retratos, dada la variedad de rostros hallados y la necesidad de que el ka del faraón
difunto reconociera por el rostro el lugar donde debía alojarse. Una obra característica
del Imperio Antiguo es la Estatua de Kefrén. El faraón aparece sentado, vestido con el
característico taparrabos que nos permite apreciar el torso desnudo donde se esboza
su idealizada anatomía y luciendo en el mentón su falsa barba y en su cabeza el
tocado requerido por su cargo, con el ureus (cobra hembra en posición de aterrorizar al
enemigo). La frente en alto y la mirada dirigida hacia el infinito le confieren dignidad. La
rigidez de su postura, donde las manos apoyadas en las rodillas repiten el ángulo recto
de las piernas, y el monolitismo del conjunto, que no deja espacios entre el cuerpo y
los brazos ni entre el trono y el cuerpo, irradian poder. En el Imperio Medio,
paralelamente a la corriente conservadora que continúa presentando al monarca como
un ser eternamente joven, se desarrolla otra, denominada realismo conmovedor, a la
que pertenece la serie de retratos del faraón Sesostris III, cuyo rostro expresa, a
través de los párpados caídos y de las conmisuras de los labios hacia abajo, la carga
que representa su función.
24. En el Imperio Nuevo, tras la reforma de Amenofis IV o Akenatón, se produce la
ruptura con el estilo anterior. Las figuras humanas se representan con mayor
naturalismo y no hay obstáculo para la plasmación sincera de los rasgos individuales,
como el cráneo alargado del faraón o su vientre prominente. Curiosamente, con
posterioridad, esas particularidades son adoptadas como modelo. Durante el reinado
de su hermano y sucesor Tutankamón perduran algunos elementos de la reforma. En
el Respaldo del trono de Tutankamón, el soberano aparece cómodamente recostado
en la silla, intercambiando una dulce mirada con su esposa. Corona la escena el disco
solar. En la época de los Ramésidas, el naturalismo y la gracia cortesana son
abandonados, no sólo en favor del rígido convencionalismo sino de la monumentalidad
de las colosales estatuas de la Fachada del Templo de Abu Simbel. b) Privada.
Observa ciertas convenciones por tratarse de personajes importantes, pero presenta
menor rigidez, especialmente en la representación del rostro. Rahotep y Nofret es una
escultura de piedra policromada, con los ojos incrustados en cuarzo. El color y la
combinación de materiales atenúan la rigidez del conjunto, pero la posición estática y
frontal de los personajes, así como sus ricas vestimentas y variados adornos, los
señalan como privilegiados. En sus rostros se aprecia la aplicación convencional del
color, más claro para la mujer, y la captación de los rasgos étnicos del pueblo egipcio.
De similares características, el Escriba sentado está representado con los símbolos
de su tarea, pero no en actitud de realizarla, como los trabajadores humildes de la
estatuaria popular, porque su actividad reviste otro rango.
30. c) Popular. Realizada en materiales perecederos, como barro o madera
policromada, y de menor tamaño, sus temas son los animales o las escenas de
trabajo de los no privilegiados, en su función de campesinos, artesanos o
guerreros. Aunque de factura tosca, fueron elaboradas con mayor soltura y no
están excentas de dinamismo. Como no poseen la función de la escultura
funeraria de alojar el ka y el ba del muerto, escapan al convencionalismo y al afán
de perduración. Algunos ejemplos de este género son Soldados nubios
marchando y Embarcación privada. La pintura egipcia puede encontrarse
subordinada a la arquitectura, coloreando los bajorrelieves o los muros lisos de
mastabas e hipogeos, o a la escritura, en las ilustraciones de los papiros. En la
primera opción, su función es recrear para el ka del difunto en el más allá la
existencia que éste conociera en el mundo de los vivos. Por eso en algunas
aparecen escenas relativas al oficio desempeñado por el muerto. En general, los
temas son optimistas: la cosecha, la caza, las fiestas, los ritos. El tratamiento es
planista; los colores se aplican sin matices ni sombras, enmarcados por definidos
contornos lineales. No conocieron la perspectiva (disminución gradual del tamaño
de las figuras a medida que se alejan del espectador). Probablemente estas
características sean consecuencia de una voluntad de claridad: la representación
tridimensional aumenta la complejidad de la escena dificultando la captación del
concepto. Los personajes mantienen siempre un canon de proporciones aunque
su escala de representación varía, y pese a presentar posturas que pueden
relacionarse con acciones (marcha, trabajo), el efecto general es estático.
33. El difundido convencionalismo de representar rostro, cadera, piernas y pies de perfil, y
ojo, torso y brazos de frente, como en el registro superior de la Escena de banquete de la
Tumba de Nabaum, es para algunos el distintivo de los personajes importantes, ya que los
sirvientes aparecen en general completamente de perfil y escorzados, como en el registro
inferior de la pintura mencionada. Para Gombrich, se trata de dibujar todo desde el punto de
vista más fácil de reconocer, por ejemplo en el Jardín con estanque de la Tumba de
Nabaum, donde el estanque está visto de arriba mientras que los peces, las aves, las
plantas y los árboles se ven de frente. A esto respondería también que los pies se
representen todos con el dedo gordo en primer plano, norma que halla curiosa excepción en
los pies de las damas que aparecen en el fragmento inferior izquierdo en la escena del
banquete. Otras particularidades de esta pintura, como la cara de frente de dos de las
mujeres, el pelo desordenado por el movimiento de las cabezas al son de la música y la
naturalidad de la postura de la manos al tomar un instrumento musical o al aplaudir, prueban
la existencia de cierta licencia artística en los artesanos. La división en registros es
frecuente, pero no implica un orden de lectura, como sucede en los comics. La jerarquía
social se manifiesta en la escala de representación de los seres humanos: el tamaño de las
figuras femeninas que aparecen en el extremo inferior derecho de la escena del banquete no
puede deberse a que sean niñas, porque tienen el busto desarrollado. Sólo puede estar
motivado por su condición de criadas, también evidenciada en su desnudez. También en
pintura se empleó convencionalmente el color, aplicando tonos más oscuros a las pieles
masculinas, como testimonia el Papiro del Libro de los Muertos del Museo de Turín. Las
convenciones no excluyen una visión naturalista que permite reconocer diversas especies
animales y vegetales, especialmente en el Imperio Nuevo. En este último período asistimos
a un auge de la pintura en los hipogeos reales y privados, cuyo refinamiento se debe al lujo
que caracterizó al sector privilegiado durante la etapa imperialista. Esto provocó en los
artistas un detenimiento en los detalles como la transparencia de las ropas, las joyas, los
tocados femeninos, etc.