1. TIEMPOS Y ESPACIOS HISTÓRICOS
Las dos sencillas preguntas con las que se inicia todo estudio
histórico - ¿cuándo? y ¿dónde? - , marcan sin duda las coordenadas
básicas sobre las que se asienta el abordaje de la investigación y del
conocimiento histórico. Pero a su vez, la necesidad de abordar los
espacios y tiempos, exige el recurso de la periodificación. Así, los
historiadores han dividido el devenir de la humanidad en etapas
aislables – períodos – a los que denominan épocas o edades, cada uno
de los cuales está delimitado por acontecimientos convencionalmente
aceptados como indicadores del tránsito de un período a otro. Cada uno
de estos segmentos de espacio – tiempo, reúne una cierta unidad, más
allá de sus especificidades propias. Las manifestaciones artísticas,
filosóficas, las formas políticas, los acontecimientos sociales, los
movimientos religiosos, las mentalidades colectivas, las ideologías, etc.,
constituyen un entramado que reúne a culturas, civilizaciones y
sociedades muy disímiles pero que sin embargo comparten su
contemporaneidad. Encontrar esos hilos ocultos ayuda muchas veces a
una comprensión más acabada de la maravillosa aventura del hombre
en la Tierra.
2. PREHISTORIA
La Prehistoria abarca desde la aparición del hombre,
aproximadamente en el 2.000.000 AC., hasta el surgimiento de la
escritura, aproximadamente en el 4.000 AC.
Durante el período Paleolítico, el hombre practicó una economía
depredadora (es decir, improductiva, no devastadora), viviendo de la
caza, la pesca y la recolección. Esto implicó un modo de vida nómada. El
hombre paleolítico vivió al aire libre o en cavernas, en hordas de unos
veinte miembros, que tal vez conocieron la organización familiar (se han
encontrado enterramientos de parejas con hijos) y quizás contaron con
autoridades ocasionales para la defensa, la caza mayor o los grandes
desplazamientos. Durante esta época empleó como utensilios piedras,
hachas de mano y propulsores, creó el arco y la flecha y dominó el
fuego. Se le atribuyen creencias animistas, además de ritos vinculados al
culto a la fecundidad, a prácticas mágicas y a la vida de ultratumba
(colocación de utensilios junto al muerto, enterramiento de éste en
posición de sueño, empleo de pintura roja y restos de fuego, ambos
asociados con la vida).
3. Se denomina arte rupestre a las pinturas y relieves ejecutados en las
paredes de las cavernas hacia fines del Paleolítico, uno de cuyos ejemplos
más sobresalientes es el de Cueva de Lascaux (Francia). Su temática es
básicamente animalística, abundando las figuras de bisontes, toros, caballos,
ciervos, cabras, etc., o sea, de grandes presas de caza. Estas imágenes van
acompañadas de signos: rayas, zig zags, puntos, aspas, rectángulos con o sin
subdivisiones, óvalos, etc. y no tienen fondos paisajísticos. Los animales
representados pueden encontrarse superpuestos, lo que implica una especial
valorización del lugar en el que fueron pintados, que con frecuencia es poco
accesible. No se utiliza una misma escala ni se respeta necesariamente la no
convivencia de ciertas especies en la naturaleza, que aparecen juntas en las
obras. El color se aplica en seco con trozos de óxido de hierro o manganeso o
carbón de madera o hueso, o líquido mediante los dedos, pinceles o tubos de
soplar con efecto de aerógrafo. Su empleo va desde la monocromía hasta la
policromía que incluye ocre, rojo, amarillo y marrón oscuro. El tratamiento de
algunas de las imágenes de Lascaux es de un acabado naturalismo,
determinado por el claroscuro, el escorzo (alteración de dimensiones y ángulos
que sugiere profundidad), el traslapo (superposición de imágenes que sugiere
planos) y la captación del movimiento a través de la posición de las patas. Por
su calidad, algunos autores las consideran obras de un especialista, un
miembro no cazador de la horda, mantenido por ésta para cumplir su función.
Sin embargo, la fidelidad al modelo, nos habla de alguien acostumbrado a ver
animales vivos.
9. Pese a que la representación de seres humanos y la composición en
escenas suele ser cronológicamente posterior, en la Cueva de Lascaux existe un
episodio, de tratamiento estilizado y monócromo, en el que un ser humano de
sexo masculino con cabeza o máscara de ave es embestido por un bisonte herido.
Bajo el hombre, el autor dibujó un objeto o signo que podríamos describir como
una flecha con un pájaro en el extremo opuesto a la punta.
En la Cueva de Altamira el artista aprovechó el relieve natural de la roca
para crear figuras cuya tridimensionalidad no es una ilusión óptica. Cada saliente
del techo corresponde al cuerpo de un bisonte cuyos detalles anatómicos fueron
acomodados en función del relieve preexistente: si la cabeza no entra, se pinta
sobre el lomo mirando hacia atrás, si las patas no caben se pliegan bajo el vientre.
Como las salientes que sugirieron las formas al pintor están separados entre sí, el
efecto de conjunto es una serie de figuras aisladas en distintas posiciones y
actitudes, no una escena.
En el período Mesolítico (transición hacia el Neolítico), las pinturas se ubican
en lugares más accesibles, tales como la boca de las cavernas o al aire libre.
Abundan las figuras humanas y los animales de tratamiento esquemático
representando escenas de caza, pastoreo, combate o baile. La estilización de las
pequeñas siluetas, apreciable por ejemplo en la Cueva de Cogul (pintada, como
Lascaux, en diversas etapas), demuestra menor interés en el ser dibujado que en
su acción. Para acentuar el dinamismo se recurre a la técnica expresionista de
distorsionar la realidad, como ocurre con las piernas largas de los hombrecitos de
la Cueva Remigia, que sugieren velocidad.
13. Para algunos historiadores, las pinturas rupestres no tienen otra finalidad que la del “arte
por el arte”. Otros identifican a los animales con totems, es decir, con antepasados míticos de
un clan. Las escenas de caza han dado lugar a la explicación de la “magia simpática”,
atribuyéndole a las pinturas una función propiciatoria, o sea que se representa lo que se
quiere que suceda. En esta línea interpretativa, dibujar animales con el vientre combado es
invocar a la fertilidad y la abundancia. Leroi-Gourhan es autor de una discutida teoría basada
en un estudio estadístico que explica la combinación artificial de especies animales en las
representaciones, adjudicándole a algunos animales y signos carácter masculino (caballo,
cabra, ciervo, líneas y puntos) y a otros femenino (bisonte, toro, óvalos, triángulos). Su
asociación haría de la caverna un santuario de fecundidad.
Se denomina arte mobiliar a las manifestaciones artísticas prehistóricas portátiles, tales
como instrumentos y armas de hueso o piedra tallados y/o grabados y esculturas. Por toda
Europa han sido halladas pequeñas esculturas de figuras humanas femeninas en piedra, las
Venus, cuyo nombre, tomado de la mitología romana (diosa de la belleza y el amor) es
apropiado a la interpretación que las vincula a la característica femenina de la fecundidad, en
virtud del hiperdesarrollo de los rasgos propios de las mujeres (senos, vientre, glúteos) que
contrasta con la esquematización del rostro y los miembros. Conviene recordar que es muy
probable que, en la época de su ejecución, los hombres ignoraran su participación en la
fecundación y consideraran por consiguiente a las mujeres como las únicas creadoras de
vida. Las Venus no presentan ropa ni adornos y agregan al eje de simetría vertical, natural en
el ser humano, un eje horizontal que les da una constitución romboidal, particularmente
apreciable en la Venus de Lespugue. La terminación en punta de sus extremidades
inferiores podía servir para insertarlas en el suelo. En la Venus de Willendorf , de 11 cm de
estatura, el logrado naturalismo del ombligo, el pubis y las rodillas, descarta la falta de
habilidad del artista como causa de la omisión de los detalles del rostro. Más bien se trata de
una opción intencional, basada en la voluntad de destacar ciertos aspectos en detrimento de
otros.
16. La Revolución Neolítica, es decir, el pasaje de una economía
depredadora a una economía productora, tuvo lugar en el Cercano Oriente
aproximadamente en el 6.000 A.C., expandiéndose de allí a Europa y Africa,
y en el 3.000 A.C. en América. Como posibles causas, se manejan la
evolución natural, el fin de la era glaciar y la consiguiente adaptación a los
cambios climáticos que trajo aparejados, la eficacia de las armas del
Paleolítico superior que disminuyó la caza, y el aumento demográfico que la
hizo insuficiente como fuente de alimentación.
El hombre neolítico practicó la agricultura y la ganadería, llevando una
vida semisedentaria mientras empleó la azada para cultivar, y sedentaria
cuando comenzó a usar el arado. Construyó su vivienda en barro, ladrillo o
piedra y residió en aldeas donde los lazos familiares se hicieron más sólidos
y las autoridades permanentes. En la aldea, hombres, mujeres y niños se
dividen las tareas y nacen la cestería, la cerámica y el tejido. Sus creencias
se relacionan con los fenómenos naturales que rigen las tareas agrícolas.
17. Conocemos la capacidad del hombre del Neolítico para resolver problemas
arquitectónicos a través de los megalitos, construcciones elaboradas con grandes
bloques de piedra cuya extracción, traslado y colocación requirió de la actuación
coordinada de especialistas y numerosos trabajadores. Los menhires son piedras
verticales de una altura de 10 a 20 m. Pueden hallarse aislados o alineados como en
Carnac (Francia), donde se conservan casi 3.000 menhires. Probablemente
estuvieran destinados a señalar sepulturas o a alojar temporariamente el espíritu de
los muertos. Los dólmenes son cubiertas horizontales apoyadas en dos soportes
verticales, simples como el de Sorginetxe (España) o precedidas por un corredor de
acceso y protegidas por un túmulo de piedras como en el dolmen de recinto doble de
Larcuste I (Francia). Debajo de ellos se han encontrado restos humanos, por lo que
se los considera cámaras sepulcrales. Los cromlech son disposiciones circulares de
menhires y dólmenes. El mejor conservado es el de Stonhenge (Inglaterra), cuyos
bloques de hasta 6,5 m de altura resaltan en la llanura en la que fueron erigidos. El
piso fue acondicionado para emplazar las piedras y éstas se tallaron para encajar
entre sí. La precisión de la colocación de los bloques con respecto al movimiento del
sol permite inferir su carácter de observatorio astronómico o centro de culto al sol. Es
razonable que una obra monumental como ésta estuviese dedicada a lo que constituía
la base de la supervivencia del hombre neolítico: la observación de las estaciones en
las que se desarrollaba la actividad agrícola. En realidad en su origen, en el Neolítico
avanzado (2.450 A.C. – 2.200 A.C.), era sólo un foso circular de unos 100 metros de
diámetro. Posteriormente, se colocaron dos círculos concéntricos de menhires y un
alineamiento de megalitos que marca la avenida de acceso, orientada hacia el punto
de salida del sol en el solsticio estival (21 de junio), y finalmente, en el centro del
monumento, los dólmenes y el “altar”.
21. Tanto en la escultura como en la recién nacida cerámica se registra una
tendencia a la geometrización que puede verse como una defensa ante un mundo
cambiante y caótico – ya que lo geométrico transmite sensación de inmutabilidad
– o como una manifestación del dominio del hombre sobre la naturaleza. Según
Huyghe, el arte que nace simplifica por incapacidad de seguir a la naturaleza en
todos sus componentes. En una segunda etapa se trata de vencer esta
incapacidad y surge el naturalismo. Posteriormente el arte se refina y prescinde de
la imitación a través del esquematismo o “realismo conceptual”. Ejemplo de este
estadio evolutivo son las Venus neolíticas, pequeñas estatuillas de barro, piedra o
hueso, a las que se les atribuye la misma función de sus predecesoras
paleolíticas. En Ovcharevo (Rumania) se han encontrado estas Venus, así como
piezas de cerámica decoradas con figuras geométricas. Las decoraciones
geométricas de la cerámica reciben interpretaciones simbólicas, como por
ejemplo la que relaciona a la espiral con la eternidad y a las guardas que repiten
rítmicamente algún motivo con el ciclo de las estaciones.