1. La sexualidad en la adolescencia
Recordemos que la sexualidad se encuentra presente durante toda la existencia
humana, pero en la adolescencia se vive y manifiesta de manera un poco diferente
a como se expresa en otras etapas de la vida. En este período surgen sensaciones e
impulsos de tipo sexual que se encuentran relacionados con los cambios biológicos que
enfrentan todas y todos las adolescentes. Los cambios hormonales provocan que se
tengan deseos y fantasías eróticas, que se quiera sentir placer físico a través del
propio cuerpo y del cuerpo de otros, especialmente de quien te gusta.
Estas sensaciones generalmente te toman por sorpresa, por eso la angustia, el temor, la
incertidumbre y la confusión revolotean en tu cabeza, más aún si no se tiene la
información necesaria para comprender mejor lo que te está pasando, o si no se cuenta
con personas confiables que te puedan escuchar y orientar seriamente.
Imágenes y texto
2. conclusiones para la sexualidad
El Sexo puede convertirse para usted en un hermoso proyecto de vida, que le garantice
salud, comodidad, placer, compañía, estima, valor como persona, si usted toma en
cuenta cada uno de los factores que le afectan tanto directa como indirectamente.
Es usted, en conjunto con su pareja, quienes deciden que hacer con su sexualidad, hasta
donde llegar, y que metas lograr, usted decide el destino de su sexualidad, de su pareja,
de su felicidad, y de su estima propia, solo le queda escoger que estilo de vida anhela,
ser feliz teniendo una vida sexual saludable o teniendo una vida sexual incierta, con una
vida emocional, sentimental y física deteriorada.
A través de todo este trabajo, estuvimos analizando, brevemente, las limitaciones que se
pueden presentar para que una pareja no disfrute plenamente su vida sexual, pero
también se le ha estado dando pautas, para enriquecer su vida sexual, con compromiso,
placer y honor.
RECOMENDACIONES DE ACCIÓN
PARA EDUCAR A SU HIJO EN LA
SEXUALIDAD
Existen ocasiones donde educar a nuestros hijos se trasforma en un desafío para el cual
no siempre nos sentimos preparados. Hablar de la sexualidad; explicarle a un hijo temas
como la reproducción, puede en ocasiones resultar incómodo para el adulto y no
siempre tenemos claro cómo abordar este tema.
Sin embargo, pese a esto, es bueno tomar conciencia que la sexualidad en sí misma no
es algo “distinto” o “delicado”, es parte de la naturaleza humana tanto como lo son
otros aspectos y determina en gran medida la satisfacción o el bienestar en la vida
adulta. Por este motivo, es imprescindible que podamos educar sanamente a los niños
sobre estos temas, ya que la forma en cómo sea vivido esta dimensión humana, está
condicionada en gran parte por los aprendizajes, valores, tabúes y prejuicios que fuimos
incorporando desde pequeños. Todo lo que decimos y lo que no decimos, constituyen
poderosos mensajes para el niño que comienza a ver el mundo y a conocerlo a través de
lo que nosotros como adultos vamos mostrándole.
Si bien la tendencia de los humanos es a evitar aquello que nos genera incomodidad y
por este motivo en reiteradas ocasiones “de sexo no se habla” es importante que los
adultos sepan que la sexualidad es algo con lo que el niño se va a enfrentar tarde o
temprano, pese a que algunos padres se sienten absolutamente contrarios a que sus hijos
reciban una educación sexual. La pregunta que nos debemos de hacer como adultos es
cómo los estamos preparando para ese momento.
Los niños en algún momento de su desarrollo sentirán curiosidad y necesitarán obtener
información sobre la sexualidad. Esto es algo que los adultos no podemos evitar y que
3. sería nefasto para el desarrollo evolutivo del niño si lo hiciéramos. Por otra parte, sería
preocupante que estas preguntas no surgieran.
Lo que los adultos si podemos decidir es “quién” será el que informe al niño sobre estos
temas; podemos decidir si participaremos en el proceso de educación sexual del niño o
lo dejaremos en manos de otras personas, de Internet, de la TV, etc.
No existe una edad determinada para hablar de sexualidad con un niño. Cada etapa
evolutiva tiene sus características y cada niño a su vez es un universo particular. Por
este motivo, no hay una edad recomendada para hablar de estos temas. Lo que si
podemos establecer como regla general es que es fundamental que el niño sienta que
puede contar con nosotros (como adultos) para preguntar, evacuar dudas, comentar e
informarse.
Para poder lograr esa vía franca y segura de comunicación, es bueno tener en cuenta
algunas sugerencias:
No demore en hablar sobre la sexualidad incluso tome usted la iniciativa si es
necesario (por ejemplo: si en un programa o publicidad se alude algún aspecto
sexual puede ser una oportunidad para hablar del tema).
Hable con naturalidad como hablaría de cualquier otro asunto. Si nos ponemos
nerviosos, tensionados o ansiosos, el niño percibe que la sexualidad es algo
complicado molesto o es un tema tabú.
No espere un momento solemne para hablar de sexualidad.
No imparta lecciones magistrales sobre sexo con términos complicados. Su hijo
no podrá mantener su atención y se quedará con un montón de preguntas que
hacer.
Háblele claro y sin rodeos para que el niño entienda. Si no conoce la respuesta a
una pregunta de su hijo, no tenga miedo en reconocerlo. Luego encargase de
averiguarlo para informarle al niño luego.
No se preocupe si cree que ha dicho “más de la cuenta” a su hijo. Casi siempre
los niños apartan la atención o no retienen aquello que no entienden.
Si su hijo utiliza algún término peyorativo o insulto referido al sexo, no se altere
y explíquele el significado del término (muchas veces lo desconocen) y después
razone con él por qué no es conveniente utilizar esos términos.
Procure utilizar términos reales. Hable de los genitales por su nombre.
No discrimine la información por sexo. El varón debe saber de la sexualidad
femenina y viceversa.
No espere a la adolescencia o pubertad para introducir conceptos de sexualidad.
Inquietudes referentes a estos temas aparecen antes (edades pre- escolares) y es
4. bueno que usted esté abierto a responder preguntas ya que toda la información
que ellos quieran saber, la buscarán en usted o en otro lado.
Introduzca conceptos como la prostitución y la homosexualidad. Piense que
muchos niños ven y oyen hablar de estos asuntos en la televisión y eso despierta
su curiosidad. Explíquele qué son. De esta manera usted estará educando en la
no- discriminación y por sobretodo esta protegiendo a su hijo de lo que pueden
ser abusos futuros.
Introduzca términos como abuso y violación y explique lo que son. Enseñar al
niño que él es dueño de su cuerpo y solo él decide hasta donde lo tocan o
acarician (debe hacerles entender que es correcto decir “no”). Explicar lo que es
el abuso infantil ayudará a que si su hijo se ve, algún día, envuelto en una
situación de abuso sepa reconocerla y acudir a un mayor para pedir ayuda. Aquí
hay un buen ejemplo de cómo explicarlo:
Biografía de la sexualidad
El triunfo del individualismo hedonista un tanto narcisista que anima la conciencia
del ser occidental desde fines del siglo XIX, provocó un profundo cambio en las
costumbres sexuales del siglo que acaba de concluir. Esa gran revolución sexual se
ha caracterizado sobre todo a pesar de la muy espectacular aparición del mundo
homosexual y su salida del clóset por el desarrollo de las prácticas heterosexuales.
No debemos olvidar que si "la revolución sexual" ha sido aprovechada por las
minorías homosexuales, ésta sigue siendo un fenómeno ligado mayoritariamente a
la actividad heterosexual. La permisividad de la sociedad moderna actual ha
tolerado que los y las jóvenes tengan prácticas sexuales fuera del cuadro restrictivo
del matrimonio. Y una vez admitida la existencia de posibles experiencias sexuales
fuera de ese cuadro que había sido el regulador durante siglos de la sexualidad
occidental, la sexualidad de los adolescentes se volvió algo aceptado después de los
años cincuenta. En cuanto a los jóvenes de hoy, lo que constatan los estudios es
menos el crecimiento de la precocidad sexual que la aparición de nuevas
manifestaciones sociales de esa sexualidad adolescente. Estos no son más precoces
que sus padres, pero sus primeras experiencias son probablemente menos
traumáticas que las de aquéllos. Esas "primeras veces" no se desarrollan ya en el
interior de coches o sucios moteles de paso, sino en condiciones más confortables
como la casa familiar y los centros vacacionales, y son en general el resultado de
un acuerdo mutuo elaborado por la pareja. El ejercicio de esa sexualidad que tantos
temores provocó a los pedagogos del siglo XIX, se ha logrado sin mayores
problemas individuales o colectivos. La decadencia de las costumbres y el fin de la
cultura que profetizaban ciertos moralistas frente a esta nueva permisividad, no
sólo no ha acabado con el matrimonio en Francia se celebró un número récord de
matrimonios en 1998 sino que ni siquiera a nivel global favoreció prácticas como la
homosexualidad. En contra de lo que podían predecir algunos teóricos gay, cuando
intentaban pensar "el tercer sexo", la proporción de hombres y mujeres que han
tenido relaciones homosexuales no parece haber aumentado durante el siglo XX, e
incluso las encuestas efectuadas en el contexto del sida han mostrado cifras
inferiores a las que se podían esperar.
5. Se puede llegar a la constatación de que, si el nuevo consenso social occidental
admite una relativa libertad sexual generalizada, esa liberalización no se ha dado al
azar ni en cualquier dirección, y que lejos de favorecer un libertinaje desenfrenado,
el ejercicio de esa libertad se ha hecho más bien en el sentido que excluye, en
buena parte, o discrimina de manera discreta, las conductas situadas en las
márgenes de una sexualidad heterosexual bastante tradicional. Esa libertad recién
adquirida, según algunos autores más bien pesimistas, tendría como efecto el de
actuar en el mismo sentido y finalmente de la misma manera discriminatoria que
las prescripciones de los moralistas y censores del siglo XIX.
Describir la entrada a la sexualidad genital de los adolescentes no consiste en hacer
una lista de sus prácticas, lo que supondría que esas son fijas y estables, sino en
reencontrar las vías, precisar las estrategias, por las cuales los adolescentes entran
al universo de la sexualidad. Tomando en cuenta los cambios desarrollados en ese
espacio íntimo, tampoco podemos considerar a la sexualidad adolescente como una
propedéutica a una sexualidad "adulta y normal" que sería su modelo y fin. La
búsqueda sexual de los jóvenes es de hecho ya parte de su vida sexual y no una
etapa preliminar; por eso los autores de la encuesta que utilizamos consideran
pertinente destacar y fechar todos los actos y características de las relaciones
ligadas a la actividad sexual. La sucesión de estos actos constituye la biografía
sexual de los adolescentes, y los intervalos que separan cada una de esas prácticas
pueden ser tiempo de maduración, frustración, deseo o tiempos muertos, pero esa
sucesión temporal se revela llena de sentido.
Iniciación sexual, entre el placer y el riesgo
A los 15 años de la presencia del sida en Francia, podría parecer extraño que un
sector de la población joven y adulta siga exponiéndose todavía a serios riesgos de
infección. Las campañas nacionales, muchas de ellas basadas en la familia, la
fidelidad conyugal o el "desliz seguro", no han tenido efecto en ese sector joven,
porque la idea que proponían de reducir las opciones sexuales no entraba en su
cultura adolescente. Ellos sienten que la propuesta se parecía más bien a la clásica
pareja de sus padres y a la bien conocida situación del adulterio. Algunos autores al
darse cuenta de la persistencia de esas conductas riesgosas, de que esos jóvenes
no habían renunciado a sus prácticas "anarquizantes" y de que rechazaban
estabilizarse en una relación más duradera, concluyeron de manera apresurada que
los jóvenes eran "ignorantes" o por lo menos muy descuidados por los riesgos que
tomaban. Pero es evidente que si pretendemos entender, y no condenar, por qué
ciertos adolescentes corren esos riesgos, deberemos intentar colocarlos dentro de
los comportamientos generales en los cuales se sitúan.
Para los jóvenes, entrar a la sexualidad, como el acto de fumar tabaco, darse un
toque, emborracharse o incluso consumir éxtasis, no es solamente ir "contra" el
modelo familiar, sino que estos actos son a la vez pasos necesarios de la afirmación
y de la construcción de una autonomía personal, al mismo tiempo que contienen en
sí una buena parte de dosis de placer. Que la manera como se construyen esos
ritos de pasaje hacia la independencia personal esté muy codificada por los pares,
no les quita su atracción y el placer asociado a su realización. Preservar su salud es
sin duda importante, pero esto no puede ocultar que ésta siga siendo, para los
jóvenes y probablemente más que para sus padres, una condición y no una
finalidad de la existencia. Insistiendo en ese punto, HuguesLagrange escribe:
6. "sostenemos para los jóvenes una noción de riesgos que mezclan placeres y
peligros, asociándolos no a las prácticas tomadas de manera aislada, sino a
comportamientos, a conjuntos de actos no aislados".