Este documento discute la relación entre la tecnología, la producción agrícola y el desarrollo en México. Presenta la situación agrícola nacional, caracterizada por diferencias en el avance tecnológico y niveles de productividad entre agricultura moderna, tradicional y de subsistencia. Plantea que el desarrollo requiere cambios cualitativos en las relaciones humanas y condiciones de producción. Examina los planes y políticas del estado para tecnificar la agricultura de temporal y verifica la hipótesis de
1. TECNOLOGIA, PRODUCCION AGRICOLA Y DESARROLLO
Leobardo Jiménez Sánchez
INTRODUCCION
El avance tecnológico contemporáneo ha tenido impacto prac
ticamente en todos los ámbitos de la vida humana, la agricultura no
es la excepción. Los historiadores de la tecnología (Derry, T. K.
etal, 1977) indican que con la revolución neolítica el hombre fue
capaz de abastecerse y tener excedentes de alimentos. En el proceso
histórico, la tecnología como: "la aplicación sistemática de la ra-
cionalidad humana colectiva, a la solución de problemas, mediante el
conocimiento y control de los elementos de la naturaleza y, en rela-
ción a los procesos humanos y su desarrollo" (Pecujlic, Miroslav,
eta], 1982) ha sido elemento central del quehacer del hombre.
La tecnología moderna si bien tiene su antecedente empíri-
co, actualmente fundamenta su creación sobre principios científicos.
Se establece en esta forma la relación entre ciencia, sociedad y de-
sarrollo.
Documento preparado para la Academia Mexicana de Ingeniería. Di-
ciembre 2 de 1982.
21
Profesor-Investigador. Colegio de Postgraduados. Chapingo, Méx.
2. 2
Este proceso se inició a mediados del Siglo XIX. Entre
los eventos más significativos destacan los trabajos de Justus Von
Liebig, fundador de la química agrícola moderna; Gregorio Mendel
piedra angular de la Genética, de relevante aplicación al mejoramien
to de las especies vegetales y animales, en el marco analftico del
método experimental y la estadística. Luis Pasteur con sus aporta-
ciones a los problemas de la ganadería y a la industria láctea; as
como la invención del arado de vertedera con punta metálica por Ro-
bert Ransome, Todos ellos, precursores de la fase actual de institu
cionalización de la ciencia y la tecnología.
En México, la tecno1oga agrkola generada en base al méto
do cienUfico, si bien, apenas se inició por los aFios cuarentas, sus
avances se han dejado sentir en forma destacada y las instituciones
de investigación se fortalecen y se consolidan. Su contribución a
los propósitos nacionales de autosuficiencia alimentaria es cada vez
más importante. La tecnología agrícola permite mejorar los niveles
de productividad por unidad de superficie, trabajo y capital ; y, as
mismo a la definición del uso racional de nuestros recursos natura-
les.
En el panorama nacional se identifican regiones agrícolas
en las que los productores han encontrado en la tecnología moderna
la va para la transformación productiva de sus sistemas, elevar la
producción y propicar el desarrollo económico social . Predominan
sin embargo, regiones de agricultura tradicional y de subsistencia
bajo condiciones de temporal , en las que mucho hay todavfa por hacer,
tanto en el aspecto productivo como en cuanto al desarrollo,
3. 3
El presente ensayo, se propone examinar algunas relaciones
entre la tecnología, la producción agrícola y el desarrollo de nues-
tro país. Integran este trabajo: 1) el planteamiento de la situa-
ción agrícola nacional, el concepto de desarrollo, la formulación de
una interrogante y dos hipótesis; 2) su verificación, en base al an
lisis de las políticas y programas de gobierno; y, en resultados de
investigaciones de campo; finalmente, 3) algunas conclusiones.
Su enfoque consiste en relacionar dos niveles de decisión
y acción: 1) el de planes, políticas y programas de gobierno, y 2)
el de campo, en el ámbito de los productores agrícolas.
EL PLANTEAMIENTO
La aqricultura mexicana
Nos dice Bukasov (1981) que la agricultura se originó en
América unos 6,000 años antes de nuestra era. "la cuna de la agri-
cultura en América, según Spinden, son las tierras altas de México
y Guatemala, donde nació el cultivo del maíz' como una acción del
hombre. "la cultura arcaica pareció extenderse especialmente en cli
mas secos y ésto podría servir para fijar la iniciación de la agri-
cultura en las tierras secas", referencia del origen de nuestra agri
cultura de temporal . Lo importante consiste en que los agricultores
con sus plantas, métodos de cultivo e instrumentos, configuraron tec
nologías propias a través del tiempo. Estas fueron la resultante de
la conjugación de necesidades de los grupos humanos, sus especies do
mesticadas, los climas, suelos y su organización social y económica.
4. 4
En la época actual , la agricultura mexicana presenta dife-
rencias en su avance tecnológico, así como en sus niveles de produc-
tividad, aporte al producto agrícola nacional y el ingreso de los
productores. Estudios al respecto, señalan que en 1970, en el 7% de
los predios agrícolas del país se practicaba una agricultura moderna,
en el 41% una agricultura tradicional y en el 52% restante una agri-
cultura de subsistencia. Estos dos últimos tipos de agricultura, pro
ducen principalmente alimentos básicos bajo condiciones de temporal.
(Rodríguez Cisneros, etal). A este fenómeno de diferenciación algu
nos autores le han denominado polarización agrícola. Una descrip-
ción somera ilustra esta situación. En base a datos del censo de
1970, la agricultura se realizó en el país en 3.2 millones de pre-
dios; de éstos, apenas un 12%, constituído por predios privados mayo
res de 5 hectáreas, aportaron cerca del 50% del valor de la produc-
ción agropecuaria de ese año. Dentro de ese grupo un reducido núme-
ro de unidades grandes, 18 000 (o sea el 0.6% del total) aportaron
más del 30% del valor de dicha producción; en conjunto, este grupo
produce básicamente trigo, sorgo, soya, algodón, hortalizas y frutas.
Del restante 88% de unidades, aproximadamente 2.8 millones de pre-
dios, tres cuartas partes corresponden a pequeñas parcelas ejidales.
Existen en México alrededor de 25 000 ejidos que aportan el 43% del
producto agrícola y 600 mil minifundios privados que aportan solo el
7% del valor del producto. (Reyes Osorio, etal, 1975);:(Luiselli,
1980). Es oportuno observar que el maíz, cultivo básico por excelen
cia en México, en un 70% proviene de parcelas ejidales y de minifun-
dios menores de 5 hectáreas y ocupa este cultivo junto con el del
frijol más de la mitad de la tierra cultivada. Obvio es decir que
5. 5
son los poseedores de estos predios quienes reciben ingresos al ni-
vel de infrasubsistencia y subsistencia de acuerdo a la clasifica-
ción del Centro de Investigaciones Agrarias.
El desarrollo como rwoceso
Las múltiples proposiciones en torno al concepto de desarro
]lo son generalmente vagas y con frecuencia tienen un contenido y pro
pósito instrumental para quienes lo formulan. Con todo, es posible
hacer una distinción entre dos enfoques generales que, hasta ahora
han predominado. "El primero insiste en el crecimiento económico, es
decir, se estima en base a indicadores cuantitativos. (e.g. ingreso
per cSpita del producto nacional bruto). Su punto de partida es la
idea de que es importante producir cosas. Supone que un hombre con
bastantes medios a su disposición habrá satisfecho sus necesidades.
Este enfoque se basa en la concepción de que las condiciones socioeco
nómicas existentes.., no deben cambiarse en lo fundamental". El se-
gundo enfoque "no descuida los aspectos cuantitativos, pero también
insiste en cambios en la calidad de las relaciones humanas" y en las
condiciones en las que se efectúa la producción. (Pecujlic, Miroslav,
et al, 1982).
Refiriendo este segundo enfoque, a la situación de nuestra
agricultura, se puede señalar que el desarrollo de los diferentes ti-
pos de agricultura y su interrelación debe ser de prioritario inte-
rés social. El atraso de la agricultura tradicional y de subsisten-
cia hace vulnerable a toda la sociedad. Esto, no solo en cuanto a la
producción de sus alimentos, sino a que esta vulnerabilidad consiste
6. en la incapacidad de quienes la practican para determinar el resulta
do de sus propias respuestas a la presión de las fuerzas económico-
sociales (Goulet, D. 1978).
Por una parte, los aciricultores que practican ese tipo de
agricultura, la han instrumentado por largos períodos de tiempo, res
tringiéndose fundamentalmente a producir para satisfacer sus necesi-
dades y en menor cuanUa a obtener excedentes para el mercado. Por
la otra, es importante considerar el crecimiento de la población me-
xicana. En el presente siqio se estima que se multiplicará por 10
veces. Alcanzará una cifra estimada de 120 millones de habitantes
para el año 2 000. Este hecho reclama que en los próximos 18 años
los alimentos para esa población practicamente sean del doble de los
que produjimos en 1980.
Es cierto, México dispone todavía de una frontera agricola,
pero es también cierto, que ésta es finita y su utilización producti
va reclama de sustanciales aportes financieros y técnicos. Asmisnio,
nuestros recursos hidralicos, de acuerdo con los especialistas en
la materia (Orive Alva, A. 1960);(Tamayo J. 1964) nos indican que és
tos no son muy abundantes y que están desigualmente distribuídos en
la geografia nacional y en los ciclos anuales. Se estima que es pro
bable irrigar unos 11 millones de hectáreas. Con una frontera agrTco
la de 31 millonesde ha., en el futuro se podrá establecer una rela-
ción de 35% de riego y 65% de temporal, proporción no muy diferente
de la actual. Nuestro potencial agrícola, entonces, reside en lograr
un mejor aprovechamiento y mayor productividad de todos nuestros re-
cursos, con especial énfasis en las áreas temporaleras.
7. 7
Nuestro país ha sido capaz de generar una infraestructura
institucional de bienes y servicios para la agricultura nacional.
(Hewitt, de A.C. 1982). Ha logrado avances en la formación de recur
sos humanos técnico-científicos y dispone todavía, en el campo, de
un contingente importante de productores agrícolas. Consideramos,
entonces que la posibilidad de impulsar la agricultura de temporal,
en gran medida, está en función de las políticas del Estado, los pro
gramas de acción que organice, y muy importante, la capacidad de las
instituciones nacionales y los cuadros técnicos para relacionarse y
coordinarse con los agricultores en un trabajo productivo.
En este contexto resulta importante el concepto de desarro
llo que propugna por un crecimiento económico y que insiste: 1) en
un cambio en la calidad de las relaciones humanas de quienes partici
pan en estos procesos, y 2) en el reconocimiento de las condiciones
de los productores, sus objetivos y expectativas, como punto de par-
tida de toda acción.
En esta concepción y para el caso de nuestra sociedad, es-
tán involucrados valores éticos. Esto es, que por la vía democráti-
ca que se ha propuesto nuestra sociedad, corresponde a cada uno de
sus miembros ejercer con libertad su derecho de ser, de pensar y de
actuar.
Interrogante e hipótesis
Elaborados los marcos anteriores, proseguimos con nuestro
planteamiento formulando una interrogante y dos hipótesis. Nuestra
8. interrogante es la siguiente: ¿cual es la relación entre los pla-
nes y políticas del estado, la tecnificación de la agricultura tradi
cional de temporal y el desarrollo de los núcleos humanos que la
practican?.
La elaboración de una posible respuesta razonada a la inte
rrogante que se plantea se apoya en las siguientes hipótesis:
Primera: Los planes y políticas del estado han reconocido
gradualmente la necesidad de tecnificar la agricultura tradicional
de temporal, en consecuencia, es posible identificar acciones en su
instrumentación, caracterizadas por un proceso de decisiones y accio
nes progresivas.
Segunda: Las tecnologías, generadas por los investigado-
res, al recomendarlas a los productores para su empleo, deberán de-
mostrar su ventaja comparativa y formar parte de una estrategia inte
grada que: 1) asegure los medios e incentivos para su aplicación,
2) favorezca las relaciones humanas de coordinación entre los produc
tores, las instituciones del estado y los equipos de asistencia téc-
nica, y 3) que sea congruente con las prioridades de los productores
para promover su organización, aumentar la producción y promover su
desarrollo.
Estas hipótesis como se observa en su estructura, corres-
ponden al tipo de proposiciones a las cuales Lefebre (1958-1961) ca-
racteriza como hipótesis estratégicas. Se verifican con referencia
al conocimiento que nos proporciona la observación sistemática en la
9. práctica y la realidad de la acción. Orientan la búsqueda de infor-
mación a los niveles general -el estado y sus políticas- y el especí
fico -los productores, su ámbito y sus relaciones-
VERIFICACION DEL PLANTEAMIENTO
Para verificar la primera hipótesis examinaremos los pla-
nes y políticas del gobierno mexicano y algunas acciones respectivas.
Planes, políticas y programas nacionales
El ideal plasmado en el Artículo 27 de la Constitución de
1917, se ha considerado como el eje de la política agraria nacional.
En los planes de desarrollo económico y social en México, formulados
por los gobiernos postrevolucionarios se se!9ala que "el problema so-
cial nis importante del país era el relativo a la distribución de
las tierras y su utilización, en unión con la liberación y economía
de los campesinos" (Solís, L. 1980). Se advierte, desde el Primer
Plan Sexenal 1934-1940 del gobierno mexicano- en base a la Ley sobre
Planeación General de la República de 1930- que una vez efectuada la
división de la tierra, debían encontrarse mecanismos para incremen-
tar la producción para elevar los niveles técnicos y econ6micos de
los campesinos, a la vez que mejorar los métodos rudimentarios
de cultivo. Una línea de pensamiento semejante, con sus altas y ba-
jas en la asignación de inversiones, son señaladas en el Segundo Plan
Sexenal de 1941-1946, el Programa Nacional de Inversiones 1953-1958,
el Plan de Acción Inmediata 1962-1964, y el Plan Nacional de Desarro
10. 10
llo Económico y Social de 1966-1970. Se puede afirmar que estos Pla
nes y Programas por su carácter general proponen lineamientos de po-
líticas, pero no incluyen metas. Tampoco definen instrumentos admi-
nistrativos y operativos. En el período de 1970-1976, en relación
al Desarrollo Agropecuario, una de las medidas del gobierno, fue
"crear la Comisión Nacional Coordinadora del Sector Agropecuario en
cuyo seno se definieron las metas y objetivos en la materia". Se
inició un programa general de descentralización y se establecieron
los "Comités Promotores del Desarrollo Socioeconómico del País".
(Sexto Informe de Gobierno, 1976), en cada estado.
Un avance sustancial, en el concepto y formulación de la
planeación nacional lo constituyó en 1980 el Plan Global de Desarro-
llo 1980-1982. En el apartado referente a políticas sectoriales, en
lo Agropecuario y Forestal se indica: "El apoyo de la agricultura
de temporal y la organización de los productores, con una orienta-
ción coordinada de los recursos destinados a la misma, aumentarán la
producción y las posibilidades de empleo, mejorarán el bienestar del
campesino y permitirán cumplir con el propósito redistributivo del
ingreso". (SPP, Vol. 1, 1980).
En la instrumentación de estas acciones, y en base a la Re
forma Administrativa, se definió como ente coordinador a la Secreta-
ría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Esta se reorganiza y afi
na su organización en cada una de sus Representaciones en los Esta-
dos. Integra y coordina los Planes Agropecuarios y Forestales. Se
establecen los mecanismos de coordinación con los gobiernos estatales
11. 11
a través de los Convenios Unicos de Cooperación (CUC). En los Esta-
dos se reactivan los Comités de Promoción del Desarrollo Económico y
Social, modificándose, posteriormente como Comités de Planeación Eco
nómico Social en cada Entidad.
Se observa un esfuerzo de compatibilización entre el con-
cepto y la acción. Se logran avances al definirse los niveles de de
cisión normativos y operativos. Se puede afirmar que la atención a
la agricultura de temporal , tanto como la de riego ya es reconocida
en forma explítica por las políticas, planes, programas y presupues-
tos del Estado.
El proceso descrito, en forma general, indica los linea-
mientos en política y operación relativas a la agricultura. Ensegui
da examinaremos algunas de las acciones identificadas en este perío-
do para sustanciar nuestra hipótesis.
Acciones regionales
En este período ocurren, acciones importantes, se enfocan
a las grandes obras de irrigación. Se establecen los programas de
las cuencas de los grandes ríos (Papaloapan, Lerma-Santiago y Grijal
va). En el Plan de Movilización Agrícola de la República Mexicana,
de acuerdo al decreto del lo. de junio de 1942, se define con clari-
dad que 'quien quiera hablar en 'léxico de agricultura científica y
segura, deberá pensar fundamentalmente en términos de aoricultura so
bre terrenos irrigados" (SAF. 1942). En 1947 se creó la Secretaría
de Recursos Hidráulicos, entidad que consolid6 y amplió lo realizado
12. 12
por la antigua Comisión Nacional de IrriQación, y ubicó a México en
una posición relevante por su experiencia en agricultura bajo irriga
ción. La acción se concentra en las áreas de riego.
En 1953, el gobierno federal establece un programa agríco-
la de emergencia para atender la producción de cultivos básicos, par
ticularmente maíz. Un sustancial número de distinguidos investigado
res agrónomos se incorporan a este programa, en base al cual se esta
bleció en 1954, el Servicio Nacional de Extensión Agrícola, con ex-
traordinarios resultados. Si bien, este programa se orientó hacia
la agricultura de temporal , lo fue parcialmente, su acción cubrió
también algunos Distritos de Riego. (Pellicer, de B.O. et al, 1980).
En 1959 se ponía en marcha el Plan Jalisco, el cual puede
considerarse como el primer esfuerzo reqional para aumentar la pro-
ducción maicera en áreas de temporal. Los resultados de los prime-
ros tres a?íos demostraron que fue posible aumentar la producción en
ese estado que, en 1958, había logrado un total de 742,875 ton. y pa
ra 1961 obtenía 1.2 millones de toneladas de maíz.
En 1967 nace el Plan Puebla en la región maicera de los Va
lles de San Martín Texnielucan, Huejotzingo, Puebla y Aniozoc. Es el
primer Plan que se diseñó para formular y probar estrategias para au
mentar la producción agrícola en áreas de temporal ; sistematizar la
información generada en este proceso, y capacitar personal técnico.
Es decir, para aumentar la producción, pero sobre todo para aprender.
La producción de maíz, en promedio, se ha duplicado. Este Plan aún
está en marcha. En 1974 se inició el Programa Nacional para el Desa
13. 13
rrollo Agrícola en Areas de Temporal (PRONDAAT) en Chihuahua, Duran-
go, Nayarit, Michoacán, Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas y Puebla, como un
programa de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, operado por el
Colegio de Postgraduados, el Instituto Nacional de Investigaciones
Agrícolas y el Servicio Nacional de Extensión Agrícola.
Es oportuno observar que los programas señalados se ubica-
ron en regiones de ecología favorable. Se aplicó la tecnología dis-
ponible con los medios requeridos. Estuvo presente la decisión y
apoyo político para su realización y fue importante la coordinación
institucional , lográndose integrar esfuerzos entre los productores
en forma organizada. Sin embargo, estas acciones se ejecutaron como
programas especiales. El sistema carecía todavía de una estructura
orgánica en campo para ubicar esas acciones.
En la década de los años setentas se establece el programa
indicativo para el desarrollo científico y tecnológico del sector
Agropecuario y Forestal del CONACYT que reconoce el apoyo a la agri-
cultura de temporal. El sistema de educación agrícola pecuario y fo
restal crece sustancialmente y las instituciones de investigación y
extensión se fortalecen. En este período surgen otros programas en
campo con orientación hacia el desarrollo rural con su componente
agrícola en áreas de temporal. Es el caso de los programas de - -
COPLAMAR, el Programa de Inversiones Ptblicas para el Desarrollo Ru-
ral (PIDER), el Programa de Desarrollo Rural Integrado para el Trópi
co Húmedo (PRODERITH), el Programa Nacional de Apoyo a la Agricultu-
ra de Temporal (PLANAT). Así como los programas de producción maice
14. 14
ra apoyados por el FIRA y los Proyectos de Temporal en Jalapa, Ver.,
Tehuacn, Pue. y La Frailesca, Chis., de la Coordinación de Proyec-
tos de Desarrollo de la Presidencia de la República, a partir de
1980.
Relevante a esta fase de instrumentación porque ubican,
promueven y norman las acciones en la agricultura de temporal , anota
mos:
1) La creación de los Distritos y Unidades de Temporal , de
acuerdo al Decreto Presidencial del 11 de marzo de 1977. 2) El Sis-
tema Alimentario Mexicano propuesto en 1980 como una estrategia para
lograr la autosuficiencia alimentaria y la cual encuentra como mbi-
to prioritario de su operación las áreas de temporal, y 3) La Ley de
Fomento Agropecuario de 1981.
Podemos concluir, respecto a la primera hipótesis formula-
da, que las políticas y acción del estado, para lograr un mejor apro
vechamiento de las áreas de temporal ha sido paulatina. Lenta en un
principio y con una fase acelerada de instrumentación reciente. En
esta forma se han sentado bases institucionales para el impulso con-
tinuo que requieren quienes practican este tipo de agricultura.
La verificación de la segunda hipótesis nos permite ahora
un acercamiento al ámbito de los productores. Se relacionan los si-
guientes aspectos: 1) la disponibilidad de una tecnología de produc
ción, con énfasis en los cultivos básicos maíz y frijol; 2) la tecno
logía como parte de una estrategia integrada, y 3) las prioridades
de los productores y el proceso de desarrollo.
15. 15
La tecnología de producción
El aporte de la tecnología moderna a la producción y la
productividad agrícolas, ha sido evidenciada ampliamente y desde ha
ce varios años en nuestro país. Citaremos por ejemplo, que en 1950 y
1951, en tanto que en el Valle de México los rendimientos promedio de
maíz fueron de apenas 763 kg/ha., dos agricultores del Valle de Méxi-
co obtuvieron rendimientos comerciales de 12.96 y 12.20 Ton/Ha de
maíz desgranado y seco (15.5 por ciento de humedad) en parcelas de 1
y 20 hectáreas, respectivamente, con el híbrido H-1. En 1954, otro
productor de esa misma región, en esa ocasión un ejidatario, cosechó
12.0 Ton/ha en una parcela de 4 hectáreas sembradas con el híbrido
H-1, específico para esa ecoloqía. Otro agricultor del Valle de Mé-
xico obtuvo en 1957 un rendimiento de 15 toneladas de grano seco (con
un 15.5 por ciento de humedad), en 1.7 hectáreas, sembrando el híbrido
H-125. (Myren, D. 1970).
Estos casos ilustran el significado de la tecnología de pro
ducción cuando se dispone de los medios para su aplicación y los aqri
cultores saben como usarlos.
Ya que los casos referidos se ubican en una región específi
ca, cabe preguntarnos, si estas posibilidades tecnológicas pueden ge-
neralizarse al país?.
Las tecnologías regionalizadas que se han generado en nues-
tras instituciones de investigación permiten afirmar que hay tecnolo-
gía disponible para diversos cultivos en condiciones de temporal , la
16. 16
cual, en la medida del avance de la investigación, podrá contribuir
a incrementar el potencial productivo de nuestra agricultura. Para
sustanciar esta afirmación, el trabajo preparado por Turrent (1981)
nos permite elaborar a este respecto, en torno a dos cultivos bsi-
cos: maíz y frijol.
En esta investigación se analiza la información experimen-
tal obtenida en México en 4,548 experimentos con maíz y frijol en
los últimos 30 aíos. Experimentos en su mayoría conducidos en terre
nos de agricultores por personal de 13 instituciones del país. Su
análisis consideró los siguientes conceptos: 1) el cultivo, 2) ré-
gimen de agua, 3) ciclo de cultivo, 4) estrato climático, y 5)
estrato edifico.
Los resultados de este trabajo conducen al autor a con-
cluir: que sin cambiar la magnitud de las superficies que en el
país, se sembraron en el a?ío de 1977 de maíz y frijol, es posible me
diante la aplicación de la tecnología de producción disponible, lo-
grar técnica y económicamente producciones anuales promedio de por
lo menos 20173,597 toneladas de maíz y de 1 1 359,365 toneladas de
frijol. Estas producciones las calculó estimando un total de - -
71749,689 Has, con maíz (87% temporal y 13% bajo riego), y 1791,992
Has., con frijol (90% temporal y 10% riego). Así mismo destaca que
técnicamente la producción temporalera de estos cultivos es desigual
en el Territorio Nacional debido a las condiciones climatológicas y
de la calidad de los suelos.
17. 17
Las referencias anteriores parecen indicar que si los agri
cultores aplicaran la tecno1oga disponible para estos cultivos, por
ejemplo, podría esperarse, en el marco de la incertidumbre climatoló
gica, incrementos sustanciales en la producción de estos básicos. Un
indicador de este aserto puede ser la información de la cosecha de
granos del ciclo agrícola de 1981, considerada como récord en la pro
ducción. Conviene aclarar que estos resultados tadava no se logran
año con año. Es algo, que es probable lograr con el avance en la ob
tención de especies resistentes a plagas y enfermedades, a la sequía
y heladas, así como otras innovaciones producto del quehacer de nues
tros investigadores. Por ahora, ante la necesidad de aumentar la
producción anual , en forma sostenida, por encima de la tasa anual de
crecimiento poblacional , es importante reconocer: 1) que la sola
oferta de tecnología a los agricultores, o de cualesquiera de los me
dios para su aplicación en forma independiente, no parece ser sufi-
ciente para esperar en forma consistente aumentos en la producción;
y 2) asegurar que al ocurrir este aumento, se promueva el desarrollo
de los núcleos humanos que practican este tipo de agricultura.
La tecnolocfTa como elemento de una estrateciia de oroducción
La hipótesis propuesta sugiere que para incorporar la tec-
nologa moderna a los sistemas tradicionales de temporal se hacen ne
cesarias estrategias específicas que inteqren ésta con los medios
que hagan posible su aplicación. Así mismo, que dicha estrategia
sea congruente con las prioridades de los productores para promover
su desarrollo.
18. la
Para sustanciar esta hipótesis nos apoyamos en información
generada en el proceso de operación del Plan Puebla en sus 15 años
de funcionamiento. Este Plan se inició en 1967. Sus objetivos se
orientaron a: 1) formular y probar estrategias para aumentar la pro
ducción en áreas de temporal ; 2) sistematizar la información que ge-
nera el proceso de operación, y 3) capacitar personal técnico. El
área seleccionada para este proyecto se consideró como representati-
va de las áreas de agricultura tradicional , de minifundio y dedicado
al cultivo del maíz. En lo ecológico, tiene suelos razonablemente
profundos; heladas ligeras limitadas al primer cuarto del crecimien-
to del cultivo; la cantidad y distribución de lluvias es tal que el
maíz podría sufrir daños severos por sequía en menos del 10% de los
años y daño moderado en no ms dei 30% de los años. En una muestra
aleatoria de 251 agricultores se encontró que: 1) el 38.2% fueron
ejidatarios; el 27.5% propietarios y 33.5% ejidatarios-propietarios.
Los ingresos netos anuales en 1967 fueron de $6,311.00 por familia.
Practicamente el 100% sembraron maíz; el 61% no vendía maíz. Sus
rendimientos eran de 1,300 Kg/Ha de grano. En cuanto a su tecnolo-
gía de producción el 95% conocía los fertilizantes pero solo el
69.3% los había usado en 1967. El 54% sabían del maíz híbrido pero
solo el 0.8% lo había usado. Solo el 4.0% informó que había usado
crédito anualmente. (Ver: El Proyecto Puebla, 1969. El Plan Puebla,
1974). Puede afirmarse que existía la información tecnológica y
las instituciones cada una a su propia iniciativa, trabajaba separa
da de las demás.
19. 19
En 1967, la estrategia integrada que se aplicó en el Distrito de
Temporal No. 3, donde opera el Plan Puebla, se apoya en el reconoci-
miento de tres sectores esenciales: 1) los productores, 2) el perso
nal de las instituciones agrícolas públicas y privadas, y 3) un equi
po de asistencia técnica. Se plantea que los productores, así como
los otros dos sectores, integran un sistema concertado de acciones,
hacia el objetivo común de aumentar la producción. Entendiendo que
ésta se constituye en un medio para elevar los ingresos netos de
los productores y contribuir a mejorar sus condiciones de vida. Sur-
ge así una organización con objetivos concretos. Se propicia la or-
ganización voluntaria de los productores para participar en este pro
ceso y el surgimiento del liderazgo natural.
Las instituciones, en sus funciones, aportan bienes y ser-
vicios. El equipo de asistencia técnica asume la responsabilidad de
generar y divulgar la tecnología con la participación organizada de
los propios productores. Ellos constituyen el dinamo de la energía
social. Otros miembros de equipo de asi'stencia técnica se responsa-
bilizan de la coordinación y de la evaluación de resultados y siste-
matización de la información generada en este proceso.
La estratenia de operación se disea a partir del diagnós-
tico regional y la información que acerca de la tecnología tradicio-
nal , se obtuvo de los agricultores y de las instituciones del área.
En el caso de referencia, la estrategia integrada aplicada
para maíz incluyó los siguientes elementos: 1) Investigación agro-
nómica en los terrenos de y con los agricultores; 2) Divulgación de
20. 20
sus resultados a los productores y a las instituciones; 3) Disponibi
lidad de crédito o financiamiento; 4) Acceso físico y económico a
los insumos requeridos para aplicar la tecnologa; 5) Disponibilidad
del seguro agrícola; 6) Relación favorable entre costos de insumos y
precios de los productos; 7) Precios de garantía para el maiz; 8) Mer
cados accesibles; y 9) Organización de los productores.
Los avances en producción loqrados en los primeros 10 años
muestran lo siguiente:
1) Que desde el primer año de actividades en que se dispu
so de una primera aproximación tecnológica, fue posible aumentar la
producción de maíz. 2) El número de participantes directos en el pro
grarna fue de solo 103 el primer año de aplicación de la tecnologia y
llegó a 8,324 el año 10. Tomando muestras aleatorias de agriculto-
res participantes y muestras de la población general, se observa que
el primer año de aplicación de la tecnoloqa, la diferencia entre
los dos grupos fue de 1,803 kg/ha. Al décimo año esa diferencia fue
apenas de 46 kg/ha. Esto sugiere que una gran mayoría de los agri-
cultores aprendieron de sus compañeros, y encontraron sus propias
formas de financiamiento de insumos. 3) Los rendimientos en prome-
dio, practicamente son mayores del 100% tomando como base los rendi
mientos iniciales y el año 10.
Los elementos fundamentales en esta operación fueron: 1)
un equipo de asistencia técnica motivado y capacitado, 2) una admi-
nistración ágil y recursos para la operación, 3) incentivos para la
capacitación, 4) apoyo y supervisión técnica en campo, 5) planea-
21. 21
ción y evaluación de actividades, 6) motivación de los agricultores,
y 7) participación coordinada de las instituciones. Las relaciones
humanas entre quienes participan en el programa, propician en el
tiempo, una actitud favorable al cambio, por parte de los participan
tes. Se inicia un proceso de aprendizaje, de confianza y de seguri-
dad. Los productores que han incrementado su producción en un culti
va generan demandas por información acerca de otros. En este caso,
primero se generó información sobre maíz. Luego, para asociaciones
de maíz-frijol, siguieron los frutales, la ganadería familiar, la me
canización, el desazolve de jagueyes, la apertura de pozos para rie-
go y otros elementos de la infraestructura física. La demanda para
apertura o mejoramiento de caminos, construcción de bodegas, escue-
las, centros de salud, mejoramiento familiar; requiriéndose en conse
cuencia servicios de otras instituciones no agrícolas. Esta demanda
interna generada parece ser fundamental para el desarrollo, expresa
necesidades genuinas y conlleva la responsabilidad y decisión de su-
perarl as.
Las prioridades de los productores
La estrategia formulada y probada en el Plan Puebla a par-
tir de 1969, se probó en una región de la Sierra Norte de Puebla en
el aFo de 1974, de unas 30,000 hectáreas, con unas 20,000 familias.
La población en su mayoría es de origen Náhuatl.
La experiencia consiste en que los agricultores plantearon
en un principio, como problema prioritario, no el de producción, sino
los de la comercialización y consumo. El equipo de asistencia técni-
22. 22
ca y las instituciones, orientaron sus actividades hacia la organiza
ción campesina. Avanzadas estas actividades, los productores conocie
ron las preferencias del mercado y los precios de sus productos. En-
tonces demandaron aumentar su producción, el establecimiento de bode-
gas para sus frutos, agroindustrias, educación y salud. En 8 años
que tiene este Programa en marcha, su organización aglutina a ms de
15,000 miembros; notándose también la participación activa de la mu-
jer. Actualmente hay cooperativas integradas por mujeres, indican
ellas, como respuesta a la imposibilidad de los hombres para enfren-
tarse al caciquismo local
En síntesis, en cuanto a la hipótesis propuesta puede con-
cluirse que en las áreas tradicionales de temporal, la tecnología co
mo elemento dinámico debe considerarse como parte de una estrategia
integrada de producción. Que en esta forma, la tecnología y la pro-
ducción agrícola, son elementos que pueden propiciar el desarrollo,
siempre y cuando haya congruencia con las prioridades de los produc-
tores.
CONCLUSIONES
Actualmente se dispone de legislación, definición de
políticas, lineamientos programáticos y metas, por parte del Estado,
para impulsar tanto la agricultura de riego como la de temporal.
Los distritos y unidades de temporal aunque diversos
en su ecología y potencialidad productiva, constituyen entidades ope
rativas y de coordinación para instrumentar el Sistema Alimentario
23. 23
Mexicano. Las posibilidades de éxito en el logro de sus metas se re
lacionan con la capacidad de generar estrategias específicas de ope-
ración a nivel distrito, unidad, zona y comunidad.
Se hace necesario un ordenamiento legal que garantice
que las instituciones relacionadas con el desarrollo agrícola y rural
reconozcan los límites, funciones y objetivos de los distritos de tem
poral y coordinen en éstos su acción, aportando oportunamente los bie
nes y servicios que implican sus funciones. Asimismo se estima nece-
sario que a nivel de comunidad se concerten compromisos formales con
los agricultores organizados para la ejecución de programas relevan-
tes a ellos y a las metas de los programas de gobierno.
Los programas para la agricultura de temporal han sido
múltiples a través del tiempo y la geografía del país. Es necesario
que la información generada por éstos se sistematice. Su contenido
es relevante a las politicas agrícolas, educativas, de investigación
y, desarrollo. En este esfuerzo, las instituciones de enseianza e
investigación en la materia tienen una oportunidad de privilegio pa-
ra aportar su valioso concurso.
S. En su fase operativa, el desarrollo agrícola y rural, se
basa en un esfuerzo solidario programático. El Estado lo promueve y
estimula; y, quienes lo instrumentan son sus instituciones, sus cua-
dros técnico-cientficos, los productores y sus familias, en el marco
dinámico de nuestra orqanización social. Es, en consecuencia, esen-
cial, la participación democrática de estos últimos, considerando sus
valores, recursos, prioridades y problemas. La tecnología y la pro-
24. 24
ducción fortalecen su economía pero, es en su decisión,basada en sus
experiencias participativas, donde reside la posibilidad de desarro-
llo.
En cuanto a la interrogante central de este ensayo, se
ofrece la siguiente respuesta: La relación entre los planes y polí-
ticas del Estado, la tecnificación de la agricultura tradicional de
temporal y el desarrollo de los núcleos humanos que la practican, es
intrínsicamente directa. A mayor congruencia entre estos elementos,
mayor posibilidad de superar la vulnerabilidad que ocasiona la insu-
ficiencia alimentaria y la desigualdad de nuestro desarrollo como Na
ción.
Finalmente, la seguridad de fortalecer esta relación
depende de la eficacia de la operación a nivel de la misma comunidad
rural. Esta reside, en gran medida, en una inteligente comprensión
de la ingeniería en la que se fundamenta la agricultura tradicional
de temporal. La sapiencia de esos productores para relacionar clima,
suelos, cultivos, oportunidad y producción han hecho posible su mile
nana subsistencia. Este conocimiento es sólida base en la que hay
que injertar y cultivar, con humanismo trascendente, los vastos y fér
tiles avances de la ciencia y la ingeniería actual. De la ingenieria
genética a la ingeniería social y al desarrollo. Hemos seguido la dura
y creativa ruta de aprender como hacer cada vez ms productiva nues-
tra agricultura. Desde ayer con la de riego, ms recientemente con
la de temporal. Con estas dos opciones, avanzamos con seguridad ha
cia el año 2,000, en la certeza de que quienes nos siguen en la cro
nología y el conocimiento,ya están ensayando nuevos enfoques, cuyos
resultados darán firmeza a las aspiraciones de nuestra sociedad.
25. 25
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