El documento discute los desafíos de enseñar valores en las escuelas. Señala que intentar imponer valores a los estudiantes de manera homogénea no reconoce su capacidad para desarrollar sus propias perspectivas valóricas. También indica que valores como el amor y el respeto son conceptos abstractos que los docentes interpretan de manera diferente, dificultando un enfoque pedagógico coherente. Concluye que los valores deben estar presentes en el clima social de la escuela más que imponerse por decreto.
1. Los valores
El liderazgo ético el líder o lideresa que no ha superado el yo.
Desarrollo de temas de la convivencia a partir de “lo valórico”: un último proceso de
reducción se vincula al abordaje de los temas de convivencia exclusivamente desde una
perspectiva valórica, donde los adultos de la escuela, docentes y directivos
principalmente, intentan homogenizar, transmitir e imponer sus propios valores a los
estudiantes y apoderados, no reconociendo en ellos a sujetos capaces de presentar una
articulación valórica propia y variada. Peor aún, muchos valores trabajados usualmente
por los docentes y orientadores de los centros educativos, como por ejemplo el amor, el
respeto, la verdad, la solidaridad, entre otros, son conceptos demasiado abstractos, donde
cada docente posee sus propias opiniones y definiciones, dificultando la articulación de un
trabajo pedagógico sistemático, coherente y concreto. “Los valores no pueden enseñarse
por decreto, sino que deben estar presentes en el propio clima social de la escuela”
(Ortega, 2012, pp. 2-3).
Fenómeno social cotidiano, dinámico y complejo, que se ex-presa y construye en y desde la
interacción que se vive entre distintos actores de la comunidad educativa.
“Los valores no pueden enseñarse por decreto, sino que deben estar presentes en el
propio clima social de la escuela” (Ortega, 2012, pp. 2-3).