El documento describe las alucinaciones de un personaje que ve el fantasma ensangrentado de Banquo después de los asesinatos cometidos por Macbeth. El personaje recuerda una canción sobre una mujer sola y perdida que reflexiona sobre su soledad y sueños incumplidos, similar a lady Macbeth. Al final, la canción sugiere que la curación del alma de la mujer podría llegar con la persona adecuada.
¿ESTÁ PREPARADA LA LOGÍSTICA PARA EL DECRECIMIENTO?
La soledad y los personajes de Shakespeare
1. La soledad y Shakespeare
Y él me miraba, me miraba, me miraba… El rostro de Banquo ensangrentado, no
decía nada, se limitaba a observarme con un gesto horrible. Pesaba en él toda
aquella culpa, pesaba también mi poca esperanza, mi valentía perdida. Y es que
nada tenía que ver con Macbeth y sus asesinatos, ni mucho menos con su
esposa y sus manos aún rojizas, que esperaban una confesión que no tardaría
en llegar. Todo lo que en ese instante congelaba el tiempo era yo y mi
inconsciencia. Traté de levantarme, pensando por un momento, que el espíritu
se difuminaría con mi paso seguro al frente. Pero los acontecimientos no
surgieron así y es que él seguía ahí. Pude observar cómo su mano indefensa
ante el crimen cometido, soportaba el continuo derrame de sangre, para
después aferrarse al barrote, ya desgastado por el tiempo. Yo algo más cuerdo
que antes, comencé a caminar hacia otro lado, sin ignorar que algo seguía
observándome muy detenidamente.
Fue entonces, cuando recordé esa canción que hablaba de la vida. Claro,
hablaba de la vida. Hablaba de una mujer, en concreto, hablaba de una figura
sola y perdida, triste quizás, pero aún valiente, no como yo. Y es que aquella
mujer siempre se paró a pensar en el coro diario de su realidad. Pero también
paró a las puertas de su soledad, que no cesaría hasta que un día volvieran ellos.
Con sus Duncan, sus destinos, sus puñales… Todo aquello bien metido en el
pecho, para no dejar, en absoluto, que nadie lo transformara por buena hazaña
que quisiera obrar.
En la canción se escondía además algo sobre los sueños y las ilusiones. Decía
que nunca logró cumplirlo, ni lo uno ni lo otro. Pero es que probablemente
nunca se propuso abordarlo, y jamás dio un enfoque a su vida y a sus delirios
como lo hizo lady Macbeth. Aunque no pretendió llegar a extremos, a ella
tampoco se le borraban las manchas de las manos. Durante mi vuelta a la
ventana de los barrotes maltratados, pude disfrutar en mi mente de los últimos
versos, que concluían el relato de la mujer, donde situaba a expensas de todo, la
curación de su alma y razón. Dejaba además a improvisación del intérprete…
aquel gran intérprete, la llegada de la persona con la que podría ser feliz en su
última noche.