5. 5
¿y no entregó el viento en torno al primer barco
su saludo más vasto
su inconsolable inocencia
sobre las pampas
y la dulzura de otro mar blanco inexistente
cuya sorpresa guarda la mirada
cuando la tierra púdica se entrega?
Página 4, primer poema de Amereida.
Tipografía “Gracía” creada en el taller, desde la propia caligrafía
7. 7
Las palabras no pueden verse ni tocarse por sí mismas, si no que
es en ese conjunto cuando estas nuevas unidades comienzan a
sentirse. Entonces qué es, o puede ser lo que trae la lectura para
cada persona, desde este enfoque se tratarán distintas lecturas
efectuadas para dar forma a un punto de inicio, y de esta manera
intentar descubrir, durante el leer propio, que es lo que deja o dejó
la lectura, en uno y en el lector aquí presente.
Prólogo
11. 11
historia de la lectura. página 62. De todos modos, tanto en un caso
como en el otro (que indican dos regímenes de funcionamiento muy
diferenciados de la relación entre el texto y la imagen), la ilustración,
encargada de guiar la interpretación, podía convertirse en el soporte
de “otra” lectura, despegada de la letra, creadora de su espacio propio.
El dibujo
Para acompañar a estas reflexiones y cambiar el ritmo de la mirada se
presentan entre lecturas, ciertas ilustraciones de los recuerdos que se
tienen de la Travesía, buscando en ellas un complemento de la página
doble, y también traer parte del trabajo que se ha llevado a cabo
durante el taller, para reflejar algunas ideas propuestas por el texto.
La palabra
El contenido escrito de esta edición consta de dos partes, la parte
superior muestra algunos fragmentos de texto extraído de siete
textos propuestos en el Taller de Tipografía, estos son cruciales para
la construcción, de la segunda parte. La parte inferior de la página,
se construye como notas personales acerca lo comprendido desde
la lectura de los mismos, construyendo un discurso desde el cómo
estos se tocan, comparten y discuten entre ellos, y que a la vez se va
vinculando con los aspectos expuestos en el Taller, desde una voz
que hace propio lo leído para crear un fundamento.
el arco y la lira. página 17. Una palabra aislada es incapaz de constituir
una unidad significativa. La palabra suelta no es, propiamente, lenguaje;
tampoco lo es una sucesión de vocablos dispuestos al azar. Para que
el lenguaje se produzca es menester que los signos y los sonidos se
asocien de tal manera que impliquen y transmitan un sentido.
Introducción
13. 13
A continuación se presentan los textos originales. La
lectura de estos se llevó a cabo en dos partes, los
cuatro señalados primeramente se leyeron antes de
la Travesía Montevideo 2018, y los siguientes tres se
leyeron posterior al viaje. (Los fragmentos citados
tienen como referencia la página en que se ubican en
el texto original).
Originales
1. Eneida- Amereida,
iommi, g., 1982, Viña del Mar, Chile.
4. Un Regalo,
varios autores, 1990, Santiago, Chile.
3. Historia de la Lectura en el mundo Occidental,
bonfil r., cavallo g., chartier r., gilmont j., grafton a., hamesse j., julia
d., lyons m., parkes m., petrucci a., saenger p., svenbro j., wittmann r.,
2004, Madrid, España.
2. Hay que ser Absolutamente Moderno,
iommi, g., 1982, Valparaíso, Chile.
5. El Arco y la Lira,
paz, o., (1956), México D. F., México.
6. Un golpe de dados,
mallarmé, s, 1981, Valparaíso, Chile.
7. El acto de leer,
iser w., 1987, Madrid, España.
17. 17
eneida- amereida. página 7. Así hay lecturas que tocan la existencia más
allá del hecho psicológico como si el propio lenguaje se oyese a sí mismo
como cuando niños se oía en la caracola el ruido del mar, y se oye en
el lenguaje lo que ocultamente tiene de más propio: su innumerable
diamante. La tradición siempre renovada aflora y construye el lenguaje
desde la Poesía, para las ciencias y oficios, hasta para la terapéutica y
el habla.
eneida- amereida. página 5. La Eneida por ser el canto de la latinidad o
renovada tradición griega, revela pues la latinidad, es un cálculo, es
una misión que sube a la palabra de Virgilio antes de escribir la Eneida.
La historia no revela nunca nada, la historia hace. La Poesía descubre,
indica.
Palabra Poética
El lenguaje oculta lo más propio, lo que hace que esté
siempre circulando, que nunca pierda ese interés que
nace en el lector, desde el no revelar nunca nada. Lo
que transforma a la lectura en una actividad que toma
una tiempo, en el que se va revelando lo que está
oculto detrás de la historia, aceptando el ritmo que sin
notarlo se propuso. El lenguaje tiene la capacidad de,
a través de la Poesía descubrir eso que ocultó.
18. 18
hay que ser absolutamente moderno. página 2. Conviene acercarnos a lo
que se entiende por palabra y más específicamente por palabra poética.
En vez de preguntarnos por el ser de la palabra con la esperanza
siempre fallida de encontrar una definición vamos a preguntarnos de
suerte que la función de la palabra se haga presente. Digamos: ¿para
qué existe la palabra? Se suele responder que para comunicar algo.
Comunicar supone un emisor y un receptor de quien se presume que
entiende el mensaje transmitido. La palabra como comunicación es el
postulado de toda lingüística.
hay que ser absolutamente moderno. página 4. Las Musas dan la palabra
a Hesíodo a fin de que los hombres sin cara, informes aún, se eleven
hasta sus propios rostros. Para ello ¿qué palabra le dan? La palabra
poética, la palabra que elogia, la de himno, la que canta. Es una tal que
puede decir verdad o falsedad. Es decir, anterior a ambas, anterior al
juicio, aún no verdad ni falsía. Antes que nada es una palabra tal que
revela, consigo, su propia posibilidad de ser palabra. A ésta los griegos
la llamaron “mito”. Boissacq señala que “mito” viene de la raíz “miein”
que implica “misterión” – “mistikos”, del verbo “miein” que quiere
decir: abrir y cerrar los ojos – ver parpadeando en un ritmo recurrente.
Relacionando desde los dichos anteriores, el lenguaje
oculta lo más propio, la palabra, el ser la misma,
que pretende revelar a través del lenguaje. De esta
manera sucede con las musas, por ejemplo, que dan
la palabra poética a Hesíodo, con el fin de que los
hombres sin cara encuentren sus propios rostros.
Esto puede significar que ellos, a través del uso y
entendimiento del lenguaje, (sus rostros, el poder del
habla, del expresar algo) consigan la praxis oculta en la
comunicación.
Cuando esto sucede es cuando nace la función de la
palabra. Otro significado oculto, que solo se revela en
el uso de la misma, dentro de esta actividad, donde
aparece el ritmo, en el reiterar, Volver a hacer una cosa
que ya se había hecho o a decir algo que ya se había
dicho, para insistir o dejar clara una opinión.
19. 19
Al contrario Mallarmé, se hunde en algo llamado, rara
transparencia que refleja, en lo “nada”. Debe volver
al vacío para buscar la función de la palabra, volver o
crear una pausa, un no-ritmo. No busca en la repetición
constante de las diferentes formas que puede tomar la
palabra, si no que en la pausa.
El hecho poético busca a través de la escritura, a través
de las palabras, ese quiebre, esa pausa más, o menos
larga que lo común, crear algo que antes no estaba
ahí, y plasmarlo en el papel. Así atrapar al lector en
los versos y cautivarlo además, con la diagramación
o los espacios que ocupan en las páginas, entonces
con estos dos puede presentar la obra y llevarla a la
práctica. De manera de lograr una invitación para el
lector, a que se forme un modo y ritmo para mirar el
objeto de lectura, y así que se constituya el volumen.
hay que ser absolutamente moderno. página 8. Mallarmé, ese oscuro
profesor de inglés en los liceos franceses, cala una de las fuertes
aventuras poéticas con que aún vivimos. Se sumerge hasta palpar lo
“nada”, una rara transparencia que refleja. Misterio del espejo pues lo
que está en él no es pero está allí y si soy yo es otro.
Mallarmé construye ese hecho poético con palabras. Las quiebra, las
disloca en la escritura y las orienta para la voz, al mismo tiempo. Cae
el mero significado lineal de las frases que se hilan necesariamente. El
mismo declara que toda su obra es una tentativa, un conato de la que
quiere hacer. Un verdadero libro encantado, órfico, que reúna la pura
posibilidad que hace del cosmos cosmos. Componer un libro cuyas
palabras, las disposiciones de las mismas en las páginas, el modo de
ojearlo– de ida o de vuelta o en cualquier página como comienzo o
fin–, el modo mismo de constituirse en volumen, construyen la cifra
completa e inacabable del mundo.
20. 20
hay que ser absolutamente moderno. página 6. A mediados del siglo
pasado (nuestro siglo comienza allí y no terminará, por cierto, en el año
2000), un joven poeta norteamericano, Edgar Allan Poe, reaccionando
contra un supuesto fin didáctico que se exigía del poema, escribió: “La
poesía no tiene ningún fin didáctico, ni tiene una relación específica
con la verdad”. ¿No recuerda esta proposición a lo que dijeron las Musas
a Hesíodo? Poe devuelve a la poesía su autonomía plena, su vigor a la
palabra que se maravilla de sí misma antes de todo significado o juicio.
Y es que es en ese ritmo, (ya sea buscado mediante la repetición de
lo continuo, o la pausa), que el lector puede descubrir el principio
rítmico da la lectura, su función, ese vaivén frases, lo que nos da el
poder para leer la palabra poética.
el arco y la lira. página 18. En el fondo de todo fenómeno verbal hay un
ritmo. Las palabras se juntan y separan atendiendo a ciertos principios
rítmicos. Si el lenguaje es un continuo vaivén de frases y asociaciones
verbales regido por un ritmo secreto, la reproducción de ese ritmo nos
dará poder sobre las palabras.
el arco y la lira. página 24. El ritmo poético es la
actualización de ese pasado que es un futuro que es un
presente: nosotros mismos. La frase poética es tiempo
vivo, concreto: es ritmo, tiempo original, perpetuamente
recreándose. Continuo renacer y remorir y renacer de
nuevo. La unidad de la frase, que en la prosa se da por el
sentido o significación, en el poema se logra por gracia
del ritmo.
Entonces se dice que la unidad de la frase poética
se da, en el principio rítmico, o ritmo poético, que se
conserva mediante el recrearse. Este recrearse permite
al lector mantener la atención en lo que esta leyendo,
que también se puede construir en el texto, en sus
tamaños, sus párrafos, o tipos de letras, algo que
permita ese cambio para la mirada.
21. 21
el acto de leer. página 194. “El significado se sitúa a un nivel del lenguaje
al que no pertenecen las palabras...; el significado es una parte de la
estructura profunda, del nivel semántico, cognitivo. Y hemos de
recordar que entre el nivel superficial y la estructura profunda del
lenguaje no hay correspondencia uno a uno, alguna. El significado
puede siempre resistirse a las meras palabras.
Como quiera que el significado no se manifiesta en las palabras y,
consecuentemente, la lectura no discurre como la identificación
continuada de los signos particulares del lenguaje, sólo las agrupaciones
de figuras posibilitan una posible comprensión.
La palabra poética se manifiesta mediante el principio
rítmico, que uno identifica como el vaivén entre frases,
(unidad poética). Dentro de esta estructura es donde
se esconde el significado, este no se muestra en las
palabras sueltas, si no que solo en las agrupaciones de
figuras.
El significado solo se expresa en las agrupaciones de
formas, y una buena lectura, aquella que se recrea
constantemente, ofrecerá al lector.
25. 25
eneida- amereida. página 6. Hay que arrojarse a las carencias para palpar
el borde del propio ser en su mayor zozobra. Repito, hay que arrojarse
a las carencias para palpar el borde del propio ser en su mayor zozobra.
hay que ser absolutamente moderno. página 14. Cuando decimos caída
de significados no pretendemos ignorar que toda palabra lo tiene.
Queremos indicar que no es la cota privilegiada de la palabra, que es
simplemente un parámetro más, como la pronunciación o caligrafía
que interviene como elemento constitutivo en la construcción de un
sentido.
Así como Mallarmé se sumerge hasta palpar lo
“nada”, es como Eneida- Amereida postula que en
las carencias es donde se encuentra el propio ser.
Ambos buscan las carencias, la falta de significado,
un elemento que puede o no afectar al como vemos y
sentimos las cosas.
El significado no es un componente esencial, es solo
una forma de medida más, se construye el significado
cuando se complementa con la estructura, como se
presenta, quien lo lee, en que contexto se encuentre,
el estado de ánimo, y más parámetros.
De esta manera únicamente es como se puede
construir el sentido que nos llama, en lo desconocido
es donde hay lenguaje.
Sentido, Ser
26. 26
historia de la lectura. página 15. Ya se trate del periódico o de Proust,
el texto no cobra significado más que a través de sus lectores; con ellos
cambia, y se ordena con arreglo a unos códigos de percepción que se
le van de las manos. No se convierte en texto más que en su relación
con la exterioridad del lector, mediante un juego de implicaciones y
de inicias entre dos clases de “espera” combinadas: la que organiza
un espacio legible (una literalidad) y la que organiza una trayectoria
necesaria a la efectuación de la obra (una lectura).
historia de la lectura. página 52. El objeto impreso le impone su forma,
su estructura y sus espacios. No supone en modo alguno la participación
material, física, de quien lo lee.
Al contrario, o como consecuencia del desconocido,
el texto cobra significado cuando a los lectores “les
cae encima”, cobra significado en la práctica, a través
de la sintaxis, el ordenamientos de los códigos, de las
letras, de las formas que se crean en su combinación,
y la composición que toman todas estas variables
en la página, donde se esconde el hecho poético.
Este orden lo dispone exclusivamente el objeto
impreso, el lector reconoce esta trayectoria. Pero es
en la praxis donde se concibe la lectura, creando un
recorrido, un ritmo por la obra, una lectura, guiada
por los parámetros impuestos por la página, pero
reconociendo y adueñándose del recorrido. Así
también lo propone la historia de la lectura cuando
se comparte la lectura entre clases, provocando un
interés, en quien practica la lectura, fomentando la
practica.
27. 27
historia de la lectura. página 26. Parece que en la época clásica, de
una lectura como “distribución de un texto’’ realizada por unos pocos
cultos a muchos analfabetos, se pasa a una lectura más difundida y
por esa razón como “reconocimiento” directo de las letras en un
librito cualquiera, hasta entre los siglos V y IV a.C. Una lectura que
al “recorrer” atentamente el texto lo considera, lo examina, lo sondea.
Un testimonio de Sócrates no deja dudas acerca de la distinción
semántica anagignoskein / diecseimi, oponiendo los oradores “que leen
superficialmente” el discurso a “aquellos que en cambio lo recorren
todo él atentamente”.
el acto de leer. página 178. Estar inmerso y a la vez
sobrepasado por aquello en donde se está, es lo
caracteriza la relación entre texto y 1ector. Aunque el
lector es un punto que se desplaza incesantemente en el
texto, éste sólo se le hace actual en fases; es característico
de estas fases que ciertamente en ellas esté presente el
carácter de objeto del texto, pero que a la vez aparezca
como inadecuado. Pues el carácter de objeto siempre es
algo más que lo que el lector es capaz de actualizar de él
en el tramo correspondiente del momento de la lectura.
Entonces dentro del orden que propone la página
se presentan códigos, vinculados a un significado, y
cuando se está inmerso en el texto, el lector se desplaza
fluidamente por este, en su ritmo de lectura sumido
y entretenido, cuando este es amigable, en un vaivén
de frases que juegan con la página. Pero cuando
estos caracteres se hacen presentes puede que sean
inadecuados, ya que sería un ruido, interrupción.
Cuando se comienza a difundir la lectura desde los
más cultos a los analfabetos se comparte la lectura,
y se origina así un reconocimiento en la sociedad, de
las letras, que aparecen en los libros, se reconocen
los códigos usados por el lenguaje, otorgándoles
significado, provocando un interés en aquellos que no
tienen internada la relación signo- significado, y así la
práctica. Así aparece en la población el que busca el
entendimiento, la semántica de las formas, y prestando
atención, para comprender. En cambio, aquél que
conoce códigos y tiene esa lectura asimilada en el ojo
posee una lectura superficial.
28. 28
el acto de leer.página 208.Asísesiguequeelsentidodeltexto
no se encuentra ni en las expectativas, ni en las sorpresas
o decepciones, ni mucho menos en las frustraciones que
hemos vivido en el proceso de la constitución de la figura.
Estas representan más bien reacciones que tienen efecto a
través de la irrupción, la perturbación y la encrucijada de
las figuras que hemos construido en la lectura. Esto quiere
decir que en la lectura reaccionamos sobre lo que nosotros
mismos hemos producido, y este modo de reacción sólo
hace esto plausible porque somos capaces de experimentar
el texto como un acontecimiento real. No lo captamos como
un objeto dado ni tampoco como un hecho objetivo que
queda determinado por medio de juicios predicativos; más
bien se nos hace presente mediante nuestras reacciones.
El sentido del texto entonces no se encuentra, si no
que se puede buscar en la lectura que nos mantiene
expectantes, y luego se construye mientras leemos,
a través de nuestras reacciones, de lo que vamos
internalizando, y de lo que nos cae encima. Sentimos la
lectura como algo que nos toca, que nos atraviesa.
historia de la lectura. página 42. Los libros de las cortes señoriales
eran en su mayoría libros de entretenimiento y de devoción, pero su
función trascendía la de la mera lectura. Los libros servían además
de adorno, eran signos de cortesanía, de civilidad, de vida exquisita;
eran ostentaciones de riqueza y de fasto expresadas en el corre lato
figurativo opulento.
Otro ejemplo es lo que eran los libros para las cortes
señoriales, aquí tenían una función extra, los usaban de
adorno, para demostrar la civilidad, y así también que
poseían los conocimientos de códigos necesarios para
efectuar una lectura, que podría ser superficial o no.
33. 33
eneida- amereida. página 11. Heidegger decía para definir la experiencia
que la mejor expresión para comprenderla es la expresión popular "se
me cayó la casa encima" o "se me cayó el mundo encima". Cuando algo a
uno se le cae encima hay experiencia. Ella abre, provoca una pregunta,
al par que trae o insinúa respuestas al modo como una herida alerta y
revela el cuerpo.
Por lo tanto cuando el lector se adueña del texto, ya
sea un libro completo o alguna frase leída que tiene
algo que lo llama, es recién ahí, cuando dentro del
ritmo nos sobreviene inesperadamente la experiencia,
nos interrumpe, provocando en el lector es inquietud
de la pregunta, y así por consiguiente la búsqueda
de respuestas en el tiempo/ espacio de lectura que
retoma el sentido, antes mencionado.
Experiencia
el arco y la lira. página 20. El ritmo provoca una expectación, suscita
un anhelar. Si se interrumpe, sentimos un choque. Algo se ha roto.
Si continúa, esperamos algo que no acertamos a nombrar. El ritmo
engendra en nosotros una disposición de ánimo que sólo podrá
calmarse cuando sobrevenga «algo». Nos coloca en actitud de espera.
Sentimos que el ritmo es un ir hacia algo, aunque no sepamos qué
pueda ser ese algo. Todo ritmo es sentido de algo. Así pues, el ritmo no
es exclusivamente una medida vacía de contenido sino una dirección,
un sentido. El ritmo no es medida, sino tiempo original. La medida no
es tiempo sino manera de calcularlo.
34. 34
historia de la lectura. página 49. La novela se releía constantemente, se
aprendía de memoria, se citaba y recitaba. Su lector quedaba invadido por
un texto en el que habitaba; se identificaba con los personajes y descifraba
su propia vida a través de las ficciones de la intriga. En esa “lectura
intensiva” de nuevo curso se encontraba empeñada toda la sensibilidad.
Cuando el lector se encuentra sumido en un ritmo
que le da la lectura, se espera de esta última un salto,
algo que interrumpa y reitere el sentido. A esto se
le puede llamar experiencia, lo que regala el ritmo,
la permanencia en la lectura. El ritmo es el sentido
mismo, no es medida sino el tiempo original, se
puede hacer presenten de diferentes formas y no
solo temporal. La temporalidad la da el hombre, y
solo en ella puede dar sentido. Por ejemplo cuando
se leía y releía la novela, con el fin de habitar el texto,
se adoptaba un modo de lectura intensivo, y es en
este ritmo, que a la vez se repite, pero también intriga
donde se da sensibilidad a la lectura.
eneida- amereida. página 11. Variadas y legítimas son las
formas de leer. Sea con tedio entrecortando la lectura por
fatiga o ensueño, sea por distracción suspendiéndonos.
Otras por real gusto que es el surco de la cultura con la
que maduramos, o por ilustración a fin de lucirnos en los
reflejos del recuerdo. A veces, las menos frecuentes, la
lectura nos toca, nos despierta, nos advierte o nos llama.
No importa el modo como sucede, pero se nos transforma
en un toque, en un llamado. Puede decirse entonces que
la lectura nos acaece como una experiencia.
Existen muchas formas de permanencia en la lectura,
pero todas ellas tienen eso que interrumpe, eso que
llama al lector, de una forma u otra, y con los diferentes
lectores. Eso que aparece, no se está buscando en
el texto, solo acaece, el lector puede tomarlo de
diferentes formas, aunque siempre va a provocar un
hacerse presente en la experiencia, tomarla como
propia unicamente, algo que solo va a suceder una vez.
35. 35
historia de la lectura. página 19. Para cada una de las “comunidades de
interpretación” así identificadas, la relación con lo escrito se efectúa a
través de las técnicas, los gestos y los modos de ser. La lectura no es
solamente una operación intelectual abstracta: es una puesta a prueba
del cuerpo, la inscripción en un espacio, la relación consigo mismo o
con los demás.
La experiencia con lo escrito es única, no solo
compromete la lectura y el entendimiento, si no que
también la capacidad de visualizar todo lo que la
página entrega y enfrentar su diagramación. El ritmo
es medida original, también se ve presente en espacio
y distribución de las palabras dentro de la hoja de
lectura, esto también es medida original, donde a
simple vista se puede notar un ritmo más, o menos
denso, que sentencia con lo homogéneo o interesa al
lector con lo variado.
hay que ser absolutamente moderno. página 9. Las
experiencias que llevan al tiempo suspendido –propiedad
de ebriedad plena en Nietzche y en Baudelaire – muestran
que aún en el furor de la pasión que todo lo conturba
permanece alguien que contempla desde sí mismo. Una
distancia incierta entre la mirada y la consumación.
Distancia que ningún fuego o dicha anulan. Esa es la
razón poética, el meiein, la última instancia de la palabra
y por eso, en cierto modo, una trágica indiferencia.
Las experiencias permanecen en uno, cuando se aplica
en la lectura, el primer paso es el antes mencionado,
interesar al lector, cuando esto sucede se puede
logar un grado de entendimiento mayor o menor en
él, y cuando se lograr encantar al lector con lo leído,
aparece el sentido. Así es como puede quedar una
experiencia en él, logra ver la razón poética.
39. 39
Colofón
Esta edición “Lo que deja la lectura”
expone fragmentos de una serie de
textos leídos en el taller, acompañados
por observaciones del lector sobre la
lectura, todo lo que esta puede traer a
luz, y sobre todo los vínculos que antes
no existían de estos textos entre sí.
Se utilizó la tipografía, “Berkeley
Oldstyle”, en sus variantes, bold, book y
versalita, tipografía “Aileron”, en su variante
regular, y también tipografía “Gracía”., creada
en el taller, desde la propia caligrafía. Fue impresa
en papel opalina ahuesada en una impresora
Canon G3100.
Además se exponen grabados con técnica xilográfica,
con tinta negra offset, desde recuerdos que se tienen de
la Travesía a Montevideo en noviembre del año 2018, llevada
a cabo junto al Taller Espacios Expositivos, con los profesores
Sylvia Arriagada y Marcelo Araya, y de nuestro taller, Tipografía,
con el profesor Alejandro Garretón.
Esta edición fue impresa el día 14 de diciembre del año 2018. Diseñada
por la alumna Jessica Villarroel, de la Escuela de Arquitectura y Diseño, de
la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.