Este documento describe un estudio sobre el uso de la electroterapia en el tratamiento de tumores. La electroterapia puede reducir o eliminar las células cancerosas directamente o mejorando la respuesta inmune. También puede potenciar la efectividad de la radioterapia y quimioterapia, permitiendo dosis más bajas. Varios estudios muestran que la electroterapia es efectiva para tumores superficiales y profundos, logrando en ocasiones la remisión completa. Tiene pocos efectos adversos y puede usarse de manera segura
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Electroterapia contra cáncer
1. LA ELECTROTERAPIA:
UN NUEVO ALIADO
CONTRA LA
NEOPLASIA
Lola Fernández de la Fuente Bursón
Rehabilitación Médica
2º Cuatrimestre 4º HUVM
Curso 2012-2013
Grado en Medicina
Universidad de Sevilla
3. 3
1. INTRODUCCIÓN
La electroterapia es una disciplina que se engloba dentro de la medicina física y
rehabilitación, y se define como el arte y la ciencia del tratamiento de lesiones y enfermedades
por medio de la electricidad.
Sus principales efectos son: térmico, antiinflamatorio, analgésico, mejoría del trofismo,
potenciación neuromuscular, fortalecimiento muscular, mejoría del transporte de medicamentos,
disminución de edema, control de dolor y sanación de heridas.
Se utiliza habitualmente en la especialidad de Medicina Física y Rehabilitación para el
abordaje de patologías del aparato locomotor (procesos degenerativos, inflamatorios,
reumáticos, algias vertebrales, artromialgias…); aunque también se emplean para afectaciones
del sistema nervioso que afectan al sistema musculoesquelético, como polineuropatías y
neuralgias.
En la actualidad se está estudiando también su aplicación en el tratamiento de tumores. Los
resultados de los ensayos clínicos evidencian su alta efectividad, bajo costo y mínimos daños
colaterales al organismo. Estos estudios han corroborado que la corriente eléctrica directa (CED)
de baja intensidad tiene una acción potencial en la inhibición del crecimiento de los tumores,
donde se alcanza en muchos casos la regresión completa de los mismos.
El objetivo de este trabajo es ilustrar sobre la utilidad de la electroestimulación en el
tratamiento de patologías tumorales, objetivo algo contradictorio con la opinión actual ya que una
de las contraindicaciones más típicas de muchas modalidades de terapia eléctricas ha sido
precisamente la presencia de neoplasias malignas.
2. MÉTODOS
Para la realización de esta revisión bibliográfica he recurrido a la búsqueda de artículos en
bases de datos electrónicas nacionales e internacionales relacionadas con la medicina,
especialmente PubMed, MedLine y LILIACS. También me he nutrido de motores de búsqueda
académicos como Google Académico y Scirus.
Los términos clave que he introducido gracias a la ayuda de los descriptores DeCS y MeSH,
han sido preferentemente: “electroterapia”, “electroestimulación”, “rehabilitación”, “oncología”,
“neoplasia”, “tumor”, “indicaciones” y “contraindicaciones”.
He limitado mi búsqueda a artículos relativamente recientes (publicados en los últimos 10
años), de disposición gratuita y en idioma castellano o anglicano. La búsqueda arrojó un sinfín de
resultados, aunque relativamente pocos concernientes al tema de interés: la aplicación de la
electroterapia en pacientes oncológicos.
Tras la elección provisional de múltiples artículos he procedido a un filtrado mediante la
lectura analítica del título, resumen y, en ocasiones, texto completo de los mismos. Y así,
finalmente, he obtenido los 19 artículos que comentaré a continuación.
4. 4
3. RESULTADOS
La electroterapia por sí sola o combinada con la acción citotóxica de los linfocitos T
(estimulada a su vez por las propias ondas eléctricas) [4], puede reducir a cero o a un número
menor la población de células cancerosas. Más allá, la CED potencia la acción antineoplásica de
la radioterapia y quimioterapia y minimiza los efectos colaterales que éstas inducen en el
organismo [5,6].
La electroterapia en modo de pulsos cortos e intensos, como decimos, potencia la
efectividad de los agentes quimioterapéuticos ya que permeabiliza las células tumorales
permitiendo la entrada de estos fármacos en ellas. Esto se ha observado tanto con la
blemomicina como con el cis-platino [8, 15, 16, 17], en el tratamiento de tumores cutáneos y
subcutáneos como carcinoma basocelular, melamona maligno y carcinoma escamoso. Se midió
la respuesta del tumor a los 30 días observando cambios objetivos en el 85’3% de los tumores
tratados [14].
Al efecto citotóxico de la electroquimioterapia se le suma el efecto de interrupción del flujo
vascular, ambos unidos desembocan en una necrosis extensa del tumor que explica su regresión
(FIGURA 4, TABLA 2). Tras su aplicación se generan dos zonas: una cilíndrica de necrosis en el
lugar del electrodo, de extensión proporcional a la carga aplicada; y una gran zona de infarto por
arriba y por debajo del mismo, así como cambios de pH y liberación de mediadores de daño
tisular, que podrían desembocar en daño isquémico distante al daño primario.
La CED es efectiva, pues, como tratamiento tumoral, aunque dicha efectividad es variable
según las características del tumor (FIGURA 6). En un estudio se investigó la relación entre el
tamaño del tumor y la eficiencia de una única sesión de CED. Se descubrió una reducción en la
respuesta a mayor diámetro tumoral, especialmente a partir de los 3 cm (aunque la mayor caída
en respuesta se obtuvo con tan sólo un diámetro de 2 cm) [12, 13].
Otros factores que determinan el grado de acción son la amplitud, la frecuencia del pulso
eléctrico y la dosis aplicada. Normalmente una única sesión de electroquimioterapia es
suficiente, aunque puede repetirse varias sesiones para tumores más resistentes [5, 6, 12, 13].
Por otro lado, la electroquimioterapia constituye una modalidad terapéutica en desarrollo
para el tratamiento de tumores profundos como los óseos y de órganos internos: metástasis
hepáticas y óseas, sarcomas de tejidos blandos, tumores cerebrales y tumores esofágicos y
colorrectales. En concreto, se ha conseguido la remisión completa de una metástasis hepática
solitaria por cáncer colorrectal [9, 11].
La corriente eléctrica directa fue aplicada también en dos tumores sólidos: Ehrlich y
fibrosarcoma SA-37 [1, 2, 3, 7, 18]. Se determinó que la corriente eléctrica directa tiene siempre
un efecto antitumoral, independientemente del volumen tumoral, dosis, número de estímulos y
cantidad de electrodos; y que el tumor de mayor velocidad de proliferación fue el más
electrosensible. También se observó una respuesta inflamatoria aguda y necrosis y un retardo en
los crecimientos (aumento del tiempo de doblaje) en los tumores tratados con respecto a los no
tratados (FIGURA 1, FIGURA 2, TABLA 1, FIGURA 3, FIGURA 5, FIGURA 7).
Además, se han realizado unos primeros estudios clínicos en Cuba para evaluar la
seguridad y efectividad de la electroterapia en 4 pacientes con tumor sólido superficial maligno
[10,19]. Se obtuvo un retardo significativo del crecimiento tumoral después del tratamiento,
5. 5
particularmente del carcinoma ductal invasor de mama, aunque se logró la remisión parcial de
todos los neoplasmas malignos tratados con electricidad. Un hecho interesante fue que las 2
pacientes con carcinoma ductal invasor de mama inoperable, pudieron ser intervenidas
quirúrgicamente luego de haber recibido electroterapia. La necrosis de los 4 tumores malignos se
produjo inmediatamente después de la terapia.
La aplicación de CED de bajo nivel fue bien tolerada y segura para los pacientes, con
efectos adversos mínimos o ausentes en todo el procedimiento y recuperación [5, 6]. La CED no
ha causado lesiones tisulares ni quemaduras, dando un buen resultado estético, y los electrodos
han sido distribuidos de forma que no altere la actividad cardíaca en intervenciones de
neoplasias profundas y metastásicas (controlada mediante ECG) [9, 11].
Sin embargo, se han detectado efectos tóxicos y mortales en animales al superar una carga
de 10’6C en terapia anódica (donde la CED posee una mayor actividad) y de 21’6C en terapia
catódica, asociados a la liberación de productos metabólicos tóxicos tras la lisis tumoral [5, 6, 9,
11]. Pero no es algo que deba preocuparnos desde el inicio, ya que es similar a lo que ocurre en
otras terapias y cirugías tumorales y no debe causar problemas en la práctica clínica en tumores
de pequeño tamaño.
4. DISCUSIÓN
La efectividad de la electroterapia en el tratamiento de tumores se debe a varios factores:
por un lado colabora con el propio organismo en la lucha contra el cáncer al estimular la
respuesta inmune celular (encargada de controlar la proliferación neoplásica); por otro lado
potencia la acción de las terapias anticancerígenas clásicas (quimio y radioterapia), facilitando la
eliminación tumoral y ayudando a la cirugía; y, por último, reduce la cantidad de dosis necesaria
de fármacos quimioterápicos, reduciendo los efectos adversos del este tratamiento tan agresivo.
En un primer momento se demostró su utilidad en el tratamiento de tumores superficiales
(especialmente cutáneos y del tejido celular subcutáneo), pero gracias a múltiples ensayos
clínicos se ha corroborado también su actividad incluso en localizaciones dificultosas. Este
descubrimiento permitirá mejorar el pronóstico de tumores internos en estadíos avanzados, a
menudo inoperables o de complicado alcance.
Pero la electroterapia aislada no se queda atrás, ya que se ha contrastado enlentecimiento
en el crecimiento tumoral e incluso regresión utilizándola como último recurso en pacientes que
no toleran la radioterapia y quimioterapia o en los que la aplicación de estos métodos
oncoespecíficos no dan los resultados esperados.
Pero como todo método terapéutico, es necesario determinar unas pautas que hagan la
electroterapia lo más efectiva posible. Para incrementar la posibilidad de erradicación neoplásica
se hace necesario colocar los electrodos de forma apropiada, primero procurando una extensión
adecuada para que los pulsos eléctricos cubran la totalidad del tumor y segundo tratando no
dañar los tejidos sanos colindantes.
Si se hace de la manera adecuada, la CED posee una gran especificidad para atacar
únicamente a las células cancerosas, un alto grado de localización consiguiente del efecto
6. 6
terapéutico, una capacidad para conservar la respuesta inmune inalterada e incluso potenciarla,
y una habilidad para conservar la estructura de la matriz extracelular intacta.
Se puede afirmar, a todas luces, que la terapia de corriente eléctrica directa de baja
intensidad puede ser introducida en el Sistema Nacional de Salud Pública al constituir un método
seguro, sencillo, económico, eficaz, factible, disponible y apenas dañino para el paciente.
5. CONCLUSIONES
A lo largo de esta revisión bibliográfica ha quedado en evidencia que la CED de baja
intensidad es una buena medida terapéutica para el tratamiento local de tumores pequeños y
superficiales, aunque también se está estudiando su aplicación en tumores de mayor tamaño y
profundidad.
Este tratamiento puede ser empleado para la potenciación de la quimioterapia y la
radioterapia, favoreciendo la regresión del tumor y posibilitando aún más la intervención
quirúrgica del mismo.
Además, podemos considerarla como una terapia muy recomendable para la Salud Pública
debido a su gran efectividad (alcanzando en ocasiones incluso la regresión neoplásica
completa), bajo coste, buena disponibilidad y mínimos efectos adversos. Futuros ensayos
clínicos podrán establecer la dosificación, frecuencia y posicionamiento adecuados para alcanzar
la mayor efectividad de la CED.
Para finalizar, podemos afirmar que la electroestimulación es aún una modalidad terapéutica
naciente con múltiples posibilidades por descubrir y estudiar. Estos futuros descubrimientos
permitirán ampliar los márgenes de uso de la CED de baja frecuencia en la especialidad de
Medicina Física y Rehabilitación, a partir de un enfoque multidisciplinar junto a la rama de
Oncología para ofrecer a los pacientes oncológicos un tratamiento más inocuo y efectivo. Las
consecuencias serán una mejoría en el pronóstico y supervivencia, una recuperación más veloz
y, en definitiva, una mejor calidad de vida.
7. 7
7. TABLAS Y FIGURAS
FIGURA 1. Cinética de crecimiento de los grupos controles (GC1 y GC2) y tratados con
CED (GT1 y GT2). Cada punto experimental representa el promedio con su correspondiente
error de la media (representado por la barra). N representa el número de muestras por grupo
experimental.
FIGURA 2. Regresión de los tumores para diferentes cargas de corriente eléctrica
directa. N representa el número de muestras por grupo experimental. GC equivale al grupo de
control y GT1, GT2 y GT3 a los grupos tratados 1, 2 y 3, respectivamente.
8. 8
Grupos
experimentales
Tiempo después de aplicada la CED (días)
1 2 3 4 5 6
GC
20,1±2,6
[N=6]
22,3±2,9
[N=6]
24,7±3,2
[N=6]
26,5±4,6
[N=6]
28,4±3,9
[N=6]
30,0±4,1
[N=6]
GT1
50,9±2,1
[N=6]
55,1±3,2
[N=6]
62,3±2,9
[N=6]
68,4±3,8
[N=6]
60,7±3,5
[N=6]
55,8±4,8
[N=6]
GT2
60,0±3,2
[N=6]
68,2±3,8
[N=6]
74,7±4,2
[N=6]
80,9±4,7
[N=6]
80,2±5,2
[N=6]
75,6±4,5
[N=6]
GT3
70,2±3,6
[N=6]
85,3±4,2
[N=6]
90,8±4,9
[N=6]
95,5±5,3
[N=6]
97,2±6,2
[N=6]
96,3±5,7
[N=6]
TABLA 2. GC representa el grupo control de individuos con tumores no tratados con
CED, a los que se mantuvo en las mismas condiciones que a los individuos de grupos tratados.
GT1 representa al grupo con tumores tratados con 4mA durante 30min y tipo de terapia anódica:
1 ánodo insertado dentro del tumor y 1 cátodo insertado subcutáneamente a 10mm del borde del
tumor. GT2 equivale al grupo de tumores tratados con 4mA durante 30min y tipo de terapia: 2
ánodos insertados dentro del tumor y 1 cátodo insertado subcutáneamente a 10mm del borde del
tumor. GT3 refleja el grupo de pacientes tratados con 4mA durante 30min y tipo de terapia
multielectrodo: 5 ánodos y 1 cátodo insertados dentro del tumor. N representa el número de
tumores por grupo experimental.
FIGURA 3. Cinética de crecimiento de los tumores no tratados (GC) y los tratados con
CED (GT). Cada punto experimental representa el promedio con su correspondiente error de la
media (representado por la barra); n representa el número de muestras por grupo experimental.
9. 9
FIGURA 4. Patrón de necrosis de los tumores del GC (grupo control) (a) y del GT (grupo
tratado) (b) a las 96 h tras la electroterapia con CED de bajo nivel. Los estudios de necrosis
revelaron que los porcentajes de necrosis de los tumores del GT fueron significativamente
mayores (p = 0,002) que los de los tumores del GC. En todos los tumores del GT se observó una
respuesta inflamatoria aguda, la cual no fue observada en ninguno de los tumores del GC.
Tiempo postratamiento(h) Grupo control Grupo tratado
24 23,5 ± 2,48(n = 3) 80 ± 7,00(n = 3)
48 25,5 ± 3,2(n = 3) 87 ± 6,35(n = 3)
72 27,6 ± 4,16(n = 3) 90 ± 6,14(n = 3)
96 29,3 ± 5,3(n = 3) 93 ± 5,70(n = 3)
120 30,7 ± 6,3(n = 3) 96 ± 4,10(n = 3)
TABLA 2. Porcentaje de necrosis del tumor fibrosarcoma SA-37, de los grupos control y
tratado.
10. 10
FIGURA 5. Cinética de crecimiento de los grupos controles (GC1 y GC2) y tratados con
CED (GT1 y GT2). Cada punto experimental representa el promedio con su correspondiente
error de la media (representado por la barra). N representa el número de muestras, por grupo
experimental. Se observa que ambos tumores mostraron primero una disminución de volumen (o
regresión del tumor) y luego un aumento de éste (o recrecimiento del tumor). El fibrosarcoma Sa-
37 (GT2) tuvo una mayor regresión y un recrecimiento más lento que el tumor de Ehrlich (GT1).
FIGURA 6. Cinética de crecimiento de los grupos control (GC) y tratados con CED (GT1,
GT2 y GT3). Cada punto experimental representa el promedio con su correspondiente error de la
11. 11
media (representado por la barra). N representa el número de muestras, por grupo experimental.
Después de que la CED fue suministrada a los tumores de los grupos tratados, GT1, GT2 y GT3,
se observó que sus volúmenes disminuyeron significativamente (p < 0,05) con respecto a los de
los tumores del GC, en los cuales se observó siempre un crecimiento de sus volúmenes. En la
figura se puede observar que la mayor regresión y el recrecimiento más lento se produjo en los
tumores del GT3.
FIGURA 7. Cinética de crecimiento de los grupos control (GC) y tratados con CED (GT1,
GT2 y GT3). Cada punto experimental es el promedio con su correspondiente error de la media
(representado por la barra), en tanto n indica el número de muestras por cada grupo
experimental. Después que la CED fue aplicada a los tumores de los grupos tratados (GT1-1,
GT1-2, GT2-1 y GT2-2), se observó que sus volúmenes disminuyeron significativamente
(p < 0,05) en contraste con los de sus respectivos controles, en los cuales se incrementaron
siempre. También se hallaron diferencias significativas entre los volúmenes de los neoplasmas
en los grupos tratados con las mismas dosis de CED y diferentes valores de éstas, pero
fundamentalmente en los ratones C57BL/6.
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