El documento describe la extraña experiencia de despertar en un hospital y enterarse de que ha pasado semanas en coma. A su regreso a casa, se siente sola y corta su cabello. Más tarde, discute con su madre y su hermano se suicida. Esto la afecta profundamente. Con el tiempo, hace nuevos amigos, se tiñe el cabello de colores vibrantes y asiste a la academia de bellas artes. Aunque todavía se siente rota por dentro, ha encontrado una forma de seguir adelante viviendo su vida.
04.UNIDAD DE APRENDIZAJE III CICLO-Cuidamos nuestro medioambiente (1).docx
Hummingbird {introducción}
1. INTRODUCCIÓN
Es simplemente extraño. El despertar en una habitación blanca con un olor fuerte a lejía,
desinfectante y medicación general. Escuchar un pitido lento que se acelera levemente
cuando abres los párpados. El sentir el fino camisón de tela fina, desechable, de un azul
claro, casi blanco, con lunares pequeños, diminutos, de color marino. Que tu madre te
mire y se le llenen los ojos de lágrimas. Que en las pupilas de tu hermano mellizo
palpes la culpabilidad. El sufrimiento interno. Es extraño no sentirte pesada por ello.
Sentir que se lo merece. Sentir que esas heridas llenas de puntos estarán sin curar en su
alma. Al menos hasta que su hermana sea capaz de perdonarle. Es extraño sentir que
nunca será. Estar al lado de un anciano moribundo y de una mujer escuálida, sin pelo.
Pensar que han pasado segundos. Haber pasado semanas. Es simplemente extraño. Tan
simple. Tan extraño. Como los polvos de hada ya caducados en los finos cabellos de
Wendy.
Es simplemente extraño que al llegar a tu casa un cachorro de pastor alemán se tire
contra tus pies con su vitalidad insaciable de un niño salvaje, dulce y juguetón. Es
extraño que tu habitación huela a cerrado. Es extraño el silencio. Ese que se siembra en
los pasillos con parqué nuevo de la casa. Por la cocina. Por el salón intacto. Hasta por el
baño impecable. Más extraño es la idea que tu madre te comentaba de vuelta al coche.
Tu hermano se va a la universidad de California… Tú y yo a vivir a Nueva York. Como
escusa: trabajo nuevo en un bufete de abogados. Como realidad: las finas líneas
rosáceas que te recorren las muñecas. Que no hables. Y que tras horas en tu casa decidas
cortarte el pelo en mechones desiguales y muy cortos. Es extraño que odies tu pelo
castaño. Tus ojos verdes y pardos. Tu cara pálida y escuálida tras semanas en un
supuesto coma. Una coma que deseas que hubiese sido un punto y final.
Entonces todo deja de ser extraño. Entonces todo es desconocido.
Te apuntas a un curso repetido. Apruebas por los pelos y pasas de la selectividad. Sin
amigos. Sin amigas. Ni rollos. Ni nada de esas mierdas que solo me dan ganas de coger
una escopeta y volarme los sesos en un club de Disney para adolescentes. Psicólogos
que se cansan. Psiquiatras con pastillas. Oportunidades de sobredosis rechazadas y
diagnósticos tan difusos como sus sueldos salidos de cuenta. Así hasta que discutes con
tu madre, te escapas por la ciudad y al día siguiente te enteras de que quien cogió
finalmente la escopeta fue tu hermano. Lloras, te sientes gilipollas, le pides perdón a su
lápida y te tiras sobre el césped mientras tu madre te mira ausente. Perdida quizás en la
angustia del desconcierto. De ese desconcierto que lo entiende todo. A partir de ahí.
Está demasiado claro. Las cosas cambian.
Tú te dejas crecer el pelo y te lo tiñes de verde con mechas azules. Comes algo más
que antes y decides ir a la academia de bellas artes con el gran sueldo de una madre
joven teñida de un rubio que le queda bien. Decides sonreír de vez en cuando. Ella lo
hacía a tu edad, con dos embriones en su vientre y con el deseo de estudiar derecho.
Con sueños de toneladas en pie sobre láminas de cristal. No seas estúpida. Sabes que
2. debes hacerlo. Sigues odiando al club Disney, quizás por sus royos satánicos escondidos
tras caras fanáticas del High School Musical1. Pero tienes a tu primera amiga. Una chica
que, aunque parece lesbiana, es bastante divertida, simpática y valiente, enamorada del
chico de las rastas que se sienta en el último pupitre en la esquina derecha de la clase de
la clase con un extraño tatuaje en la muñeca izquierda. El del sol hippie. Meses de
amistad íntima. De tintes estrafalarios. Un tatuaje en la muñeca en letras Times New
Roman del programa Microsoft Office. Cada día viendo sobre un cicatriz interna mal
curada la pequeña frase “No te rindas”2. Sales con otros de la academia. Risas sinceras
y carcajadas potentes en el McDonal’s de la esquina. Tardes por la ciudad. Y quizás
alguna que otra cita fallida en el Time Square. Luego escuchas “Hey There Delilah”3 y
te sientes gilipollas. Aun así te echas a reír con tu amiga que va cogida de la mano con
el de las rastas, quien la mira algo atontado. Quizás has llegado a ese momento en el que
tu alma, aun rota, sabe sopesar el dolor con una realidad alternativa. Pero sabes que eso
no podrá ser así siempre. Que tarde o temprano te verás obligada a huir. Casi a escapar
de ti misma.
Es simplemente vivir. Entonces todo tiene sentido.
1. Película musical producida por Disney, para el sector adolescente principalmente.
2. ”Don’t Give Up”
3. Canción del grupo Plain White T’s