Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdf
Juez por un día en Santa Isabel
1. Adalmiro, Juez por un día
Ejercía como juez promiscuo en Santa Isabel de Los Ángeles, un pueblo situado en las estribaciones
de Morro Alto, provincia de San Juan de Ugarte. Había sido nombrado, dos años después de
haberse graduado como doctor en derecho público, en la Universidad de San Antonio Usme y Vigía.
Su infancia temprana la paso al lado de sus tías Eulalia y Pandora; quienes se hicieron cargo de él,
tras la muerte de papá Persípolis y mamá Nutria María Hinojosa. Mucho que recordar. Y, a la vez,
mucho que tratar de olvidar. En la escuelita eucarística de Santa Pancracia, mártir estuvo desde los
seis añitos. Aprendió a leer y escribir, muy rápido Sus desvelos académicos corrían por cuenta del
Latín, aplicado a su oficio de monaguillo adscrito a la parroquia de San Euclides Magno, situada en
el barriecito llamado, cariñosamente, San Sofronio Mediterráneo.
Iba y venía, siempre, de la mano de alguna o de las dos tías. No vaya a ser que roben a mi
pequeño, decían las dos mujeres tías, mamás y papás al mismo tiempo. Lo llevaban bien
arropadito. Para que no pesque una de esas enfermedades groseras. Como la sífilis, que se
transmite con el mero respiro del enfermo o la enferma. Con mayor razón, aun, cuando
estornudan. Vestiditos bien ajustados, planchados y desodorizados. Cada día uno distinto. Porque,
para algo habría de servir el oficio de costureras especializadas, desde que tenían diez años las tías.
Que, dicho así, de paso, eran mellizas- Nunca se supo, por lo menos de buena fuente, porque una,
Eulalia, nació negra. Y la otra, Pandora, nació blanca, casi albina. Lo cierto es que, siempre han
sido muy unidas. Inclusive ahora que ya tienen cerca de cincuenta años cada una. Se dice, así
como al vuelo de la chismografía, que tuvieron un novio. Para las dos. Mamá Gertrudis cuidaba
muy bien a las niñas durante la visita de Jonás Alberto Sevillano. Ella misma, mamá Gertrudis, se
encargó de distribuir los días en que una y otra podían ser visitadas. Quedaron así: lunes, miércoles
y viernes sería visitada Eulalia (la negra) martes, jueves y sábado el turno sería para Pandora (la
albina) El domingo era de misa, oración y meditación. Toda la programación marchó bien, hasta
que Jonás se murió. De eso que llamaban hidropesía. Sin embargo, nunca se supo, ni se sabrá a
cuál de las niñas le fue mejor con el doble novio.
Decía que, el niño, empezó a destacarse como sujeto designado por la grandeza de Midios, para
ser un hombre de fe y de interpretador fácil de la Sagrada Biblia y textos similares. A los doce
añitos ya había leído Confesiones”, de San Agustín y “La divina Comedia”, de Dante, en su edición
original y en latín.
Terminó su bachillerato en el Liceo San Nacianceno Protomártir. Siempre obtuvo calificaciones
sobresalientes. La fiestecita la celebraron en familia. Con una misa privada a cargo de Monseñor
Serapio Madariaga y Cifuentes. Luego un almuercito hecho por Eulalia. Un mondonguito, con
costillita de cerdo adentro y arrocito con perejil y tajaditas de plátano maduro. Ya, en la tarde.
Sirvieron un vinito de consagrar, procesado especialmente para servir de insumo para la
transubstanciación. A Pandora se le estaba yendo la mano. Cuatro copitas bebieron y empezó a
cantar “El Hijo de la Luna” (Guillermo Buitrago), en latín. Entre Adelmiro, el homenajeado y
Barbarita, la vecina del lado izquierdo de la casita, la acostaron y la calmaron.
Salió del barriecito, al día siguiente de la fiesta de graduación. No sin antes atender el guayabo de
tía Pandora. Habían contratado servicio de transporte especial en una busetica, llamada
“arrieritas”, por todos y todas. A la ciudad Sacramento, situada en el costado Sur-occidental de la
capital. Empezó su pregrado de abogacía en la Universidad “San Melquiades”, Estando en tercer
semestre, conoció a María Josefa de las Nieves Pulgarín. Una chica de ventidos añitos. Nacida ahí,
en la ciudad. Muy aplicada en todos los haberes y decires inherentes a su carrera. Se hicieron
amigo y amiga, desde ese día. Casi siempre compartían los desvelos, por cuenta de las materias
Derecho Canónico III. Y “Lógica Socráticas II. Como pudieron las terminaron más o menos bien. En
2. vacaciones salían a los cerritos que bordeaban la ciudad. Acampaban en el pico más alto. Con
otros amigos y otras amigas, prendían fogatas y jugaban, recordando los jueguitos infantiles. “a la
rueda rueda”. “materililelo”, “a las escondidas” y otros más. En tiempo de academia, Adelmiro tenía
permiso para visitar a “mariajota”, como la llamaban coloquialmente. Entre hora y hora y media, los
jueves y sábados. Además tenían permiso para asistir a la misa solemne de los domingos a las once
de la mañana; en la parroquia “Divino Salvador”.
La relación empezó a deteriorarse, desde el día en que “mariajota” fue sorprendida, por Adelmiro,
bailando con Hipócrates Montoya; un muchacho llegado desde la ciudad “San Juan Nepomuceno”.
Cursaba segundo semestre. Resulta y pasa, que Hipócrates, era un duro para la materia “Teología
Experimental”, obligatoria en los diez semestres de la carrera. El baile había sido organizado por
todos y todas estudiantes de noveno semestre. La idea era recaudar fonditos para la graduación al
semestre siguiente. No es que Adelmiro no hubiera sido invitado. Simplemente que él tenía
pendiente una exposición magistral acerca de “El Concepto de Dios en la doctrina de San Abelardo
Románico”. Lo cierto fue, entonces que “mariajota” no soltó a Hipócrates en toda la tarde en fiesta.
Dejaron de hablarse mucho tiempo. Se suspendieron las visitas de jueves y sábado. Y, obviamente,
la asistencia a la misa solemne de los domingos a las once de la mañana. El hielo lo quebró
“mariajota”. No más para decirle a Adelmiro, que necesitaba una explicación sobre “Lógica
Nicomaquea”, de Aristóteles. Con desgano, atendió la solicitud. Pero hasta ahí. Para mayores veras,
cuando llegó Marie Idelfonsa Gutiérrez Bejarano, a la Universidad; todos los varones quedaron
boquiabiertos, dada la talla y todo cuerpo de la señorita. Particularmente, Adelmiro; que empezó a
salir y estudiar con ella todos los días. Incluidos los domingos. Y fue así, dado que Adelmiro era el
mejor estudiante de la materia “Latín, Lengua Madre de San Pedro”.
Los grados se celebraron en el Salón Social Cristo Sacerdote, situado al lado derecho de la
parroquia. Música, en ritmo que quisieran, a cargo de la Orquesta “San Patricio”, dirigida por
Salatiel Vergel, el sobrino de Monseñor Tiberiadez Acosta Montoya. Se terminó a las seis de la
tarde, tal y como había sido pactado en el contrato, Cuando salieron todos y todas, se notaba que
algunos y algunas, caminaban en Zigzag. O como atajando gallinas, según decía el señor Pakistán
Enciso.
La beca, para estudiar el doctorado en la Universidad ya citada, se la regaló el papá de Querubín
Osorno Orozco, un joven perdidamente enamorado de Adalmiro. En la familia de Querubín, no
hubo problema, ya que habían aprendido a respetar y tolerar cualquiera fuera el tipo de relación
afectiva, que se presentara. El problema la hubo, en casa de las tías Eulalia y Pandora. Incluido el
tío Martiniano, que se había reintegrado a la familia; después de haber rodado por el mundo,
organizando Sínodos y Congresos Eucarísticos.
Adalmiro, simplemente vivía la relación. Sin magnificarla. Pero, cierto es, que vivían, él y Querubín,
un romance más o menos apasionado. Casi todos los amigos. Casi todas las amigas; se abrieron del
de ellos. Según dice Mauritania Socarrás y Tierreros, Adalmiro sostuvo la relación, pensando en la
beca. Porque, así, se lo había prometido su novio.
Mucho trayecto académico le correspondió andar a Adalmiro. Muchos temas nuevos. Ante todo la
“Estadística, Aplicada en el Muestreo de Fieles e Infieles”, Cuya difusión e implementación, estuvo a
cargo del teólogo Jazmín Ventorrillo e Hinestroza. En esos ires y venires de la vida académica,
Adalmiro conoció a quien sería la mamá de los gemelos habidos en la relación de pareja. A
Querubín le mantuvo, hasta que fue posible, en secreto la relación con Mandarina María Mesa
Mazo. Cuando su novio lo supo, se cortó las venas, encerrado en su cuarto. Nada se pudo hacer.
Cuando lograron abrir la puerta, ya era demasiado tarde. Por otra parte don Epopeyo, el padre de
Querubín, mantuvo su compromiso, hasta el último día del posgrado de Adalmiro.
Retomando el hilo, dos años después logró el nombramiento como juez promiscuo. Y eso que
visitaba y escribía a cuantas personas le recomendaban. En el entre tiempo, desde su graduación,
3. hasta el día del nombramiento, vivieron, él y ella, en casa de mamá y papá de Mandarinita. Eran,
más o menos boyantes. Los gemelos (Absalón del Carmen y Canelo del Santísimo Corazón,
respectivamente). Fueron creciendo al lado del cariño de abuelo Merfístoles y abuela Castalía
La primera situación que le correspondió atender, tuvo que ver con una demanda por alimentos,
efectuada por doña Mármita Enjundia Vanegas Sombrero, contra Pubenzo del Mar Nicho Bejarano.
Ahí tuvo origen la primera enemistad o desarreglo vivencial, que llaman ahora. Adalmiro falló el
caso a favor de la señora Mármita. Se taso en Setecientos pesos trimestrales la mesada.
Había, en ese entonces, en la ciudad una tendencia manifiesta de sus habitantes, para los hurtos
escondidos. Algo así como que, por ejemplo, Don Zaragozo Manosalva Moriones, le robaba, casi
todos los dás, panes, fríjoles, arracachas y Ahuyamas a don Epimenio del Santísimo Corazón de
María, quien tenía una tiendecita en las esquinita de la calle cuarenta por diagonal setenta y nueve.
Cuando el afectado denunció, ya Zaragozo no estaba en Santa María de los Ángeles.
Tal vez el caso más difícil tuvo que ver con una repartición de tierras entre tres familias. Habían
sido tomadas a la fuerza por el Frente Cincuenta y Ocho del Ejército de Anacoretas, que tenía su
actividad en casi todas las veredas. Resulta y pasa que el Gobierno Nacional, había acordado un
cese al fuego definivo. Y, en el Ministerio de Atención a Los Afectadas y Afectados por el Conflicto
Interno. El proceso fue muy laborioso. Ya que, se trataba de restituirle los predios a las familias
desplazadas. Con un dato adicional. Había en la ciudad y sus veredas grupos disidentes que no
aceptaron el cese al fuego. Cada familia que era restituida, tenía que volver a salir de la ciudad, por
cuenta de las amenazas de estos reductos..
Al Juez Promiscuo, Adalmiro Kentucky Marmolejo, lo mataron un dos de enero. Varios hombres lo
esperaron cerca de su despacho. Hoy por hoy, el cargo está acéfalo.