3. LITURGIA
El ejercicio del sacerdocio de
Jesucristo. En ella, los signos
sensibles significan y, cada uno
a su manera, realizan la
santificación del hombre, y así el
Cuerpo místico de Jesucristo, es
decir, la Cabeza y sus miembros,
ejerce el culto público íntegro.
4. La Sacrosanctum Concilium a su vez dirá que “Cristo está siempre presente
en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica” (SC 7).
La liturgia no se puede reducir a algo puramente interno ni individual; no es un simple recuerdo de los gestos
salvíficos de Jesús;
No es un simple recuerdo de los gestos salvíficos de Jesús; es
actuación de Cristo hoy en su Iglesia; es adoración y santificación. Lo
que Cristo realizó en su encarnación, pasión y glorificación lo sigue
actualizando hoy en la liturgia por medio de la Iglesia que ha recibido
su Espíritu.
5. CULTURA
Debe ser participativa si no quiere ser manipulada;
incluye las realidades profundas de un pueblo,
realidades que la ‘conforman’, entre ellas el fenómeno
religioso; influyen en ella el medio ambiente y la historia
Es el conjunto de expresiones simbólicas (modo de vida y
de trabajo, fiestas, artes, celebraciones, formación…)
que caracterizan el modo de ser, de actuar, de sentir y de
valorar de un pueblo.
6. Interacción entre liturgia y culturas
cuando un pueblo ha recibido en su historia la fe cristiana, su
liturgia interactúa con la cultura en una simbiosis más o menos
lograda pero real. Dos palabras claves explican cómo funciona.
Aculturación: Es la introducción de un cambio o modificación en
en un rito litúrgico para una mejor inserción del pueblo creyente en
la liturgia.
Inculturación: Es la reinterpretación y transformación de un rito
rito no cristiano de modo que pueda entrar a formar parte de un
rito litúrgico, pero de forma que exprese lo mismo que expresa el
7. Breve reseña histórica. Hacia la
interculturalidad
Familias litúrgicas: Un fenómeno elocuente de la interacción entre fe y cultura lo
constituye, ante todo, la presencia de diversos ritos o familias litúrgicas en la Iglesia.
En efecto, por razón de la diversidad teológica y cultural, existen desde los albores del
cristianismo diversas formas de celebrar la liturgia en Oriente y en Occidente
Aculturación: La liturgia occidental se ha ido “aculturando” a los diversos tiempos y
cambios culturales. En especial, la reforma litúrgica del Vaticano II tuvo muy en cuenta las
exigencias de la cultura actual.
Inculturación: podemos decir que el mismo Jesús se valió de esquemas culturales
anteriores y de su tiempo (entre ellos, los baños rituales de Israel, el bautismo penitencial
iniciático de Juan Bautista), pero dándoles un sentido nuevo.
8. debemos reconocer que la interculturalidad aplicada a nuestro caso
puede ayudar a la liturgia oficial a tener una relación más abierta y una
actitud más respetuosa con los valores de cada cultura.
Hacia la interculturalidad:
Después del Concilio Vaticano II se habló – no siempre con
precisión ni con un lenguaje unívoco – de aculturación e
inculturación de la liturgia.
Hoy, en el contexto de la pluralidad cultural y eclesial, se tiende tanto a nivel cultural
como litúrgico a hablar más de interculturalidad.
Ciñéndonos al caso de la liturgia, se podría decir que los términos aculturación e
inculturación ya expresan -entre los dos- la relación e interacción entre liturgia y
culturas.
9. La Constitución Sacrosanctum Concilium dio un gran paso al establecer la
reforma de los libros y ritos litúrgicos y al propiciar una real participación
de todos los fieles en la liturgia.
Creatividad litúrgica
Creatividad y novedad
La acción de crear, característica de Dios, se
aplica también al hombre, criatura de Dios.
El hombre crea, inventa, produce, instituye, estructura, organiza, recrea.
Creatividad y novedad van unidas: cuando se crea se produce algo nuevo.
No podemos olvidar que Jesús es la novedad y esta novedad no pasa: ‘Jesucristo es el
mismo, ayer, hoy siempre’ (Heb 13,8). Esta novedad que es Cristo se debe expresar y
manifestar en la liturgia de la Iglesia que él preside
10. Todavía hoy nos cuesta entender que no todo se soluciona
con los cambios y que no hay verdadera reforma sin
renovación.
Pero reforma litúrgica no supone
automáticamente renovación litúrgica.
Muchos creyeron ingenuamente que, reformando los libros litúrgicos,
cambiando del latín a la lengua vernácula y transformando algunos ritos
o la disposición del lugar del culto, ya estaba todo solucionado.
Se dio énfasis a la reforma, pero no a la renovación; se hablaba en exceso
de creatividad, pero poco de novedad; hubo una fiebre de cambios, pero
no un esfuerzo por lograr una celebración y participación mejor.
12. Religiosidad popular
Al hablar de las relaciones entre religiosidad popular,
cultura y liturgia no haremos una distinción entre
religiosidad popular y religión del pueblo.
El pueblo tiende a expresar y a vivir la religión
(fe, creencias, sentido religioso) por medio de la
religiosidad (ritos, expresiones simbólicas,
fiestas), en la liturgia oficial de la Iglesia y
fuera de ella.
Si bien la distinción es pertinente a nivel de la
antropología religiosa general, a nivel de la liturgia y de
la cultura de los pueblos de América Latina, la distinción
resulta cada vez menos nítida.
13. Importancia de la religiosidad popular
La religiosidad popular es un fenómeno que atraviesa todos los pueblos y que influye en todas las culturas. El
documento de Puebla (n. 444) nos dice con palabras sencillas que
“por religión del pueblo, religiosidad popular o piedad popular,
entendemos el conjunto de hondas creencias selladas por
Dios, de las actitudes básicas que de esas convicciones
derivan y las expresiones que las manifiestan”. Y añade: “Se
trata de la forma o de la existencia cultural que la religión
adopta en un pueblo determinado”.
14. ReligiosidadpopularenAméricaLatina
En América Latina la religiosidad popular católica ha penetrado tanto en la
cultura de las diversas etnias y grupos sociales que es un rasgo que ha
marcado al catolicismo y culturas latinoamericanas.
Juan Pablo II la valoraba y la caracterizaba con estas palabras:
Esta piedad popular no es necesariamente un sentimiento vago,
carente de sólida base doctrinal, como una forma inferior de
manifestación religiosa. Cuántas veces es, al contrario, como la
expresión verdadera del alma de un pueblo, en cuanto tocada por la
gracia y forjada por el encuentro feliz entre la obra de evangelización
y“ la cultura local” (Homilía pronunciada el 30 de enero de 1979 en el
santuario de Ntra. Señora de Zapopán, 2).
15. El papa Francisco:
habla en la Evangelii Gaudiumen términos altamente elogiosos de la
religiosidad popular en América Latina al decir:
En ese amado continente, donde gran cantidad de
cristianos expresan su fe a través de la piedad
popular, los Obispos [en Aparecida] la llaman
también ‘espiritualidad popular’ o ‘mística popular’.
Se trata de una verdadera ‘espiritualidad encarnada
en la cultura de los sencillos’” (EG, 124).
16. Elementos positivos en la religiosidad
Presencia trinitaria en devociones e iconografía; sentido de la
providencia de Dios Padre; Cristo celebrado en su misterio de
encarnación, en su crucifixión, en la eucaristía, en la devoción al
Corazón de Jesús; amor entrañable y tierno a María (quizá el rasgo más
característico de la religiosidad de América Latina); las fiestas
patronales; las peregrinaciones
17. ASPECTOS NEGATIVOS EN LA RELIGIOSIDAD
Los de origen ancestral (superstición, magia,
fatalismo); los que derivan de una mala
catequesis (ignorancia, sincretismo, reducción
de la fe a un mero contrato, sacramentalismo
vacío, ritualismo); los de origen ambiental
(incoherencia entre fe y vida, falsos
mesianismos, alcoholismo en las fiestas) (cf.
Doc. Puebla n. 454 y 456
18. Religiosidad popular y liturgia
Nuestras liturgias debería reconocer con mayor amplitud la
importancia de la piedad popular, como insinúa ya
la Sacrosanctum Concilium (n. 9 y 13
Deberíamos tener más en cuenta las culturas, las etnias y las lenguas
minoritarias. Por otra parte, en la religiosidad popular se debería
fomentar el aprecio a la palabra de Dios, la predicación, la participación
en la oración comunitaria y en las asambleas dominicales, la
preparación sacramental, una catequesis sólida a nivel de ritos y la
purificación de cuanto desdice de la fe y de la vida cristiana.
19. Importancia de lo simbólico
sacramental
La religiosidad y piedad popular de nuestros pueblos nos lo recuerda:
basta pensar en la importancia de las imágenes, cantos, bendiciones,
devociones, oración en familia, procesiones, cofradías, danzas
religiosas, fiestas patronales.
También la comunicación a nivel divino y salvífico funciona por símbolos. Dios se nos
ha manifestado a través de signos: la creación, los profetas, la palabra revelada,
Cristo y sus gestos, la comunidad eclesial y humana, los gestos sacramentales, el
pobre… porque Dios nos ha hecho corpóreos y se ha hecho corpóreo.
20. El evangelio nos llega a través de símbolos y
ritos
El Símbolo de la fe (el Credo), no solo expresa la fe
de la Iglesia: al profesarlo, nos une, nos identifica y
nos ayuda a crecer como Iglesia.
Cristo se hace presente en el signo de la Palabra, Cristo nos alimenta con su
Pan celestial, Cristo nos une en su Cuerpo por la fuerza de su Espíritu. Sin
estos signos y sin el Espíritu Santo Cristo quedaría lejano.
21. Las culturas deben entrar en el rito y
progresar con él.
Hoy no podemos hablar de una sola cultura. Vivimos
en un mundo plural. También la Iglesia una es una
Iglesia plural.
La Iglesia es católica y universal porque en ella hay lugar para
toda cultura, lengua, expresión ritual y artística. La
inculturación ritual no es ninguna moda; es una tarea.