2. DEI VERBUM
Comenzó a discutirse
un mes después de
haber empezado el
concilio el 14 de
noviembre de 1962 y
solo veinte días antes
de su clausura se
logró su aprobación
(18 de noviembre de
1965).
3. Tan solo después de 4
redacciones, la
intervención del Papa
Juan XXIII, la labor
de una comisión mixta
y 3 años de discusión
por parte de los
Padres Conciliares,
logró aprobarse el
texto final
(2344/2350 votos).
DEI VERBUM
4. La constitución mantiene la
continuidad con los postulados
de Trento y Vaticano I pero,
entre sus novedades, enfatiza
el papel de la Tradición y el
Magisterio y su relación con
las Sagradas Escrituras.
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5. Los capítulos I y II están dedicados a la revelación,
su objeto, naturaleza y transmisión.
DEI VERBUM
La constitución da un
paso a una
concepción
personalista,
histórica y
cristocéntrica
de la revelación.
6. Su importancia radica en que es la primera
vez que un concilio estudia de forma
sistemática la realidad primera y fundamental
del cristianismo – la revelación - en su
naturaleza y en sus rasgos específicos.
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7. A diferencia del Vaticano I, que habla
primero de la revelación de Dios por la
creación y luego de la revelación
histórica, el Vaticano II invierte la
perspectiva y empieza por la revelación
personal del Dios de la salvación en
Jesucristo.
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8. La revelación es iniciativa de
Dios por pura gracia, al igual
que su obra salvífica.
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"Se nos ha aparecido la vida
eterna, que estaba junto al Padre"
(DV 1).
"Dios envió a su Hijo, el Verbo
eterno", para dar a conocer a
los hombres "las profundidades
de la vida divina" (DV 4).
"Quiso Dios
revelarse". "Dios se
dirige a los hombres y
conversa con ellos"
(DV 2). “
La revelación es
luz vertical sobre
el misterio de
Dios y sobre el
destino del
hombre (DV 2).
9. La revelación es a la vez
automanifestación y autodonación de
Dios en persona.
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Al revelarse, Dios se da.
La intención evidente del concilio
es personalizar la revelación: antes
de dar a conocer algo, a saber su
designio de salvación, es Dios mismo
el que se manifiesta.
10. Después de afirmar la existencia y el
objeto de la revelación, el concilio
precisa su naturaleza: "En esta
revelación, Dios invisible, movido de
amor, habla a los hombres como
amigos y trata con ellos para
invitarlos y admitirlos a
compartir su propia vida" (DV 2).
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La revelación inaugura entre Dios y
los hombres un diálogo que atraviesa
los siglos. Por la palabra es como se
inaugura la visión: del escuchar al
creer, y luego al ver.
11. Esta estructura general de la revelación, afirmada por
el concilio en cuatro ocasiones (DV 2.4.14.17), basta
para distinguirla de cualquier otra forma de
conocimiento.
Al insistir en las
obras y las palabras
como elementos
constitutivos de la
revelación, el
concilio subraya su
carácter histórico
y sacramental.
Dios interviene
en la historia y
declara el
sentido de su
intervención;
actúa y comenta
su acción.
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12. Dirigiéndose al hombre, ser de carne
y espíritu, inserto en la duración del
tiempo, Dios trató con él por los
caminos de la historia y de la
encarnación.
También en este
punto el Vaticano II
supera al Vaticano I,
que describe la
revelación como una
acción vertical que
desemboca en una
doctrina, pero sin
rozar apenas la
historia.
Es la primera vez que un
documento del magisterio
extraordinario describe así la
economía de la revelación en
su ejercicio concreto.
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13. Si Dios se revela, es
para invitar a los hombres a
una comunión de vida con él y
para "admitirlos a compartir su
propia vida" (DV 2). Ésta es la
"finalidad" de la revelación.
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la revelación
persigue un
proyecto de
amor
14. El documento en su numeral 4 vuelve
afirmar a Cristo como mediador y
plenitud de la revelación pero desde un
plano histórico.
En Hb 1,1 se afirma esta acción
de Dios en la historia,
Después de haber sido fragmentos
de un discurso divino, la palabra
alcanza su totalidad y su
perfección en Cristo.
“Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado
a nuestros Padres por medio de los profetas.” (Hb 1,1).
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15. "Jesucristo, la Palabra hecha carne,
pronuncia las palabras de Dios y
acaba la obra de la salvación que el
Padre le encomendó" (DV 4).
Esta aproximación entre la Palabra y
las palabras que pronuncia por el
camino de la carne y del lenguaje
subraya de forma impresionante la
entrada en la historia y en la
humanidad del Hijo de Dios, que
utiliza sin reparo la condición humana
y sus medios de expresión.
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16. La Palabra, que es
Espíritu, se hace uno
de nosotros, hombre
entre los hombres,
enviado a los hombres
para captarlos en su
nivel: con palabras de
hombre que son al
mismo tiempo Palabra
de Dios.
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17. La encarnación del
Hijo, entendida
concretamente, es la
revelación. Toda la
existencia humana de
Cristo (acciones, gestos,
actitudes,
comportamiento, palabras)
es una actuación
perfecta para revelarnos
al Hijo y, en él, al Padre.
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18. "No hay que esperar
otra revelación
pública antes de la
gloriosa manifestación
de Jesucristo nuestro
Señor" (DV 4).
No se excluye una asimilación cada vez más
profunda y una formulación cada vez más
rica y adecuada del misterio revelado.
DEI VERBUM
19. La revelación y
la fe son dos
realidades
frente a frente
que se
corresponden.
La revelación descrita por el Vaticano II es
iniciativa del Dios vivo y manifestación de su amor
personal. Dios viene hacia el hombre, condesciende
y le abre los secretos de su vida íntima con vistas
a una reciprocidad de amor..
Por su parte, el hombre, por
la fe, se vuelve hacia Dios y
se entrega a él en la amistad..
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20. "El hombre se entrega entera y
libremente a Dios, le ofrece el
homenaje total de su
entendimiento y de su voluntad,
asintiendo libremente a lo que
Dios revela" (DV 5).
Explícitamente,
el concilio dice:.
De este modo evita las dos nociones incompletas de la fe:
la concepción de una fe-homenaje, prácticamente sin
contenido, y la concepción de una fe-asentimiento a una
doctrina, pero despersonalizada. La auténtica fe
cristiana es al mismo tiempo don y asentimiento.
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21. Puesto que Cristo es la Palabra
eterna de Dios, el Hijo único
del Padre enviado a los hombres
para revelarles la vida íntima
de Dios, la epifanía del Padre
(DV 4), en el que "se consuma
toda la revelación del Altísimo"
(DV 7), se sigue que la
economía traída por él no puede
considerarse solamente como
transitoria: es "definitiva" y
"no pasará jamás", es decir,
nunca será suplantada por otra
más perfecta.
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