Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
La historia de Lucas, un niño que vive en la calle
1. Profesora Mónica Alejandra Gaeta
Relato de la Realidad
Ciudad de Buenos Aires
Comedor El Gomero
Lucas
Esta es la historia de Lucas, una persona que conocí recientemente, y a la que nunca
voy a olvidar. Monica gaeta
Lucas es un niño solitario, que vive en la plaza de Barrancas de Belgrano. Nadie sabe
dónde está su mamá, ni sus hermanitos. Se alimenta siempre debajo del “gran
gomero”, un árbol muy añejo y de dimensiones poco vistas, que ocupa un cuarto de
manzana; es el lugar donde se organiza el Comedor de Barrancas de Belgrano, asistido
por gente que con voluntad y mucho trabajo ofrece un poco de comida a quienes más
lo necesitan.
Lucas es una linda criatura, un adolescente lleno de energía, energía que a veces es
apagada por el pegamento que inhala, sustancia que consume todos los días, sobre
todo a la noche, para olvidar el frío, el hambre y la soledad.
Tirado en un colchón que suele estar mojado por las habituales lluvias de la Pampa
húmeda, Lucas duerme, Lucas sueña, Lucas sufre. Lucas recuerda el calor de los
brazos de su madre, y apenas el rostro de su padre. Monica gaeta
Aunque sólo tiene 13 años este niño tiene experiencias sexuales, con gente que vive en
su misma condición. Lucas vive la sexualidad sin conocer demasiado de ella, sin
cuidados especiales, lo hace casi como un reflejo, una manera de entretenerse, de
comunicarse, de estar cerca de otros, y sentir el calor humano que tanto le falta.
A Lucas lo conocí una noche de otoño en el Comedor. Estaba solo, ido, sin hambre. Su
carita angelical me atrajo, y no pude evitar acercarme y preguntarle quién era, dónde
vivía, y dónde estaba su familia. Él, confundido por los tóxicos que había inhalado, no
sabía qué contestarme, no se acordaba, pero me sonrió, contento porque me interesé
en él. Me sentí muy bien al sacarle una sonrisa, lo invité a jugar al fútbol, y yo que a
veces me olvido de mi femeneidad, me puse a jugar con él y 6 chicos más un partido
en el que me hicieron 13 goles. Un papelón. Pero nos divertimos…
La plaza de Barrancas es inmensa, llena de vida, escenario de muchas historias como
la de Lucas, donde desfilan los acomodados con sus elegantísimos perros, quienes van
a hacer sus necesidades en el mismo lugar donde los pobres viven y conviven, donde
uno puede ver su tristeza, sus faltas, sus miserias. Monica Alejandra gaeta
Barrancas es un espacio verde y pintoresco, que regocija la vista de quienes pueden
observarla desde la altura de los edificios, y hogar que alberga a decenas de personas
que como riqueza material sólo tienen un colchón, un carrito de supermercado donde
transportan cartones y una pava para el mate. Lugar situado en frente de la estación
de Belgrano, territorio de paso de mucha gente, donde podemos ver lo triste de la
ciudad: chicos pidiendo, “buscas” vendiendo cualquier cosa por $ 1, puestos de
comida -cuyo estado de sanidad es bastante dudoso-, “pungas” al acecho, y un sin fin
de imágenes que, se multiplicaron tristemente a partir de la “crisis de 2001”.
Una noche, en la que jugaban Boca y River, Migue lito -que no falta a la cena ni
aunque caigan piedras- llevó una radio a la plaza, para disfrutar del partido mientras
comíamos. Boca le ganó 3 a 0 a River, motivo de festejo para la mayoría que se
encontraba presente, y de burla para unos pocos que se que daron con la cara
enojada. Después del partido, aprovecharon la radio para escuchar “cumbia villera”.
Luego de un largo rato de cumbia, de chicas bailando debajo del gomero, la radio
2. calló. El sonido desapareció, quizás por un problema técnico. Beto, El Tripa y Lucas
que estaban cerca de la radio, comenzaron a pelear acusándose el uno al otro de que
la habían roto. Entre palabras cruzadas comenzaron a golpearse, alguien sacó un
elemento de fierro, y varios salieron corriendo. El primero que desapareció fue Lucas,
que aterrorizado se escondió entre los árboles.
Lo buscamos, y luego de largo rato lo encontramos en la casita que se hizo el “Pala” en
un árbol, una casita de madera, que corre peligro de que la policía la tire abajo porque
no están permitidas esas formas edilicias en la plaza. Cuando lo encontramos estaba
reacio a comunicarse, pero mate de por medio se tranquilizó, y nos contó algo de su
vida.
El no va a la escuela, ni sabe leer ni escribir. Tiene amigos que viven en la calle, que
no tienen padres, que roban en las paradas de los colectivos, que a veces desaparecen
porque caen presos, o se van nadie sabe donde. Lucas posee sólo un colchón, una
radio rota, y una foto vieja de su mamá, pero Lucas tiene grandes sueños. Sueña con
una vida mejor. Lucas sueña con ser colectivero, y manejar un micro grande,
recorrer grandes distancias, conocer lugares nuevos, llevar a todos sus amigos, hacer
picadas con otros colectivos. Y también sueña con tener una pelota nueva y jugar en
el equipo que se presenta puntualmente todos los lunes a las 18 hs. en
Excursionistas, el club de fútbol local, y más querido del barrio.
Monica Alejandra Gaeta
Mónica Gaeta
Este relato está basado en una historia real
Monica gaeta
Monica gaeta