2. HERBERT MARCUSE
(Berlín, 19 de julio de 1898 - Starnberg, Alemania, 29 de julio de 1979)
Marcuse define la cultura como un proceso de humanización, caracterizado por el esfuerzo
colectivo por proteger la vida humana, por apaciguar la lucha por la existencia, por
estabilizar una organización productiva de la sociedad, por desarrollar las facultades
intelectuales, por reducir y sublimar las agresiones, la violencia y la miseria. La cultura es, para
Marcuse, el "telón de fondo" de una sociedad; está constituido por un complejo de creencias,
realizaciones, tradiciones, etc., distintivas. Los "valores culturales" afirmados en la sociedad
industrial avanzada son: el aumento de la libertad pública y privada, la reducción de las
desigualdades que impiden el desarrollo del "individuo" o de la "personalidad" y una
administración racional y eficaz.
Los miembros de una sociedad deben proporcionar una base para la realización posible de los
valores afirmados. Por eso, la cultura es algo más que una mera ideología. Su ensayo se centra
en la relación entre el "telón de fondo" (cultura) y el fondo (la sociedad: el examen de una
cultura dada implica la relación de los valores a los hechos: ¿Cómo están relacionados los
medios de la sociedad a los fines que ella misma profesa? Los "valores culturales" enunciados
han de incorporarse en las instituciones y relaciones sociales.
3. La cultura afirmativa
Para Marcuse, la sociedad de consumo está esclavizada por el
mismo poder liberador que posee la técnica cuando ésta sólo se
utiliza como instrumento de lucro y de masificación del espíritu
humano. La esperanza de una liberación debe depositarse en las
capas de marginados sociales, que son los únicos que perciben la
carga y el carácter insostenible de este orden, ya que la clase
obrera -en los Estados Unidos en particular- se encuentra
profundamente integrada en el sistema. Propone, pues, la ruptura
del sistema tecnológico represivo y la utilización de la razón para
hacer de la técnica un instrumento liberador de las necesidades
humanas y de las relaciones sociales de los individuos dentro de la
sociedad. Estas tesis convirtieron a Marcuse en el inspirador de los
movimientos de izquierda, primero en América y luego en Europa.