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CRE 1 de 83
                                                     EN EL PRINCIPIO, 1

                              Gn 1, 1 “En el principio creó Dios el cie-
                                     1:
                              lo y la tierra”.

                              Verdad de fe cristiana, creída también por
                              los judíos y los musulmanes.

  El Concilio Vaticano I define 1) que Dios es creador: “Si alguno
  negare al solo Dios verdadero creador y señor de las cosas visibles
  e invisibles, sea anatema” (Dei Filius, De Dios creador, can. 1 y 2)
                              Dei                               1);
  que la razón humana natural puede llegar a saberlo: “Si alguno di-
  jere que Dios vivo y verdadero, creador y señor nuestro, no puede
  ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana por
  medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema” (Dei Filius,
                                                         Dei
  De la revelación, can. 11).




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                                                     EN EL PRINCIPIO, 2

        Sin la voluntad divina que la quiere en la existencia, toda la
        realidad creada (material y espiritual) no podría haber sido.
        Dios quiere que las cosas sean, porque quiere darles el ser,
        por un designio amoroso.

  Las cosas creadas no derivan de Dios de modo
  necesario. Nada hay fuera de Dios ni dentro de
  Él que le obligue a crear. La libertad del acto
  creativo es una consecuencia directa de la
  trascendencia divina y de la distinción radical
  entre Dios y el mundo.

   Vaticano I afirma que Dios llevó a cabo la creación “con libérrimo
   designio” (Dei Filius, cap. 1
              Dei              1).




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                                                     EN EL PRINCIPIO, 3

    CCE 296 “Dios crea ‘de la nada’. Creemos que Dios no necesita
           296:
    nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La Creación tam-
    poco es una emanación necesaria de la substancia divina. Dios
    crea libremente ‘de la nada’”.

                               La creación a partir de la nada es un mis-
                               terio de la fe, y presenta notables dificul-
                               tades para la imaginación. La nada de la
                               cual hablan los físicos en el marco de la
                               teoría del Big Bang no es la nada de la
                               doctrina cristiana, sino el “vacío” de algo
                               preexistente.

   La noción de creación es teológica: se halla más allá de la ciencia
                               empírica.




                                                                                      1
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                                                    EN EL PRINCIPIO, 4

   Para los cristianos la creación del mundo implica que ha tenido un
   principio y no existe desde la eternidad. Se trata de una verdad de
   fe, definida en los Concilios IV de Letrán y Vaticano I I.

   La existencia del mundo desde la eternidad no repugna a la razón
   humana, en un nivel puramente especulativo. En contra de sus
   predecesores, Aristóteles defiende la tesis de que el mundo no tiene
   principio y no tendrá fin.

  CCE 299 “Porque Dios crea con sabiduría, la
        299:
  creación está ordenada (...). Salida de la bondad
  divina, la creación participa en esa bondad (...).
  La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defen-
  der la bondad de la creación, comprendida la del
  mundo material”.




CRE 5 de 83
                                                    EN EL PRINCIPIO, 5

                     El hecho de ser criatura no se refiere únicamente
                     a ser originado sino también a la más honda
                     estructura de ese ser que, debido a su contingen-
                     cia, requiere una continua asistencia divina para
                     existir. Las criaturas son conservadas en la exis-
                     tencia por Dios.

   San Gregorio Magno, Moralia 16 “de tal modo depende de Dios
                                       16:
   el ser de las criaturas todas que ni por un solo instante podrían sub-
   sistir, y volverían a la nada, si no fueran conservadas en el ser por
   la acción y la fuerza divina”.

   Dios no sólo da el ser a su criatura, “sino que la mantiene a cada
   instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término” (CCE 301
                                                                CCE 301).




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                                                    EN EL PRINCIPIO, 6


  Aunque bajo la letra de la Biblia haya un mo-
  delo de universo subyacente que corresponde
  a la época en que fue redactada, el interés del
  texto se dirige al horizonte de la voluntad de
  Dios. El Génesis no quiere atender a ningún
  tipo de hipótesis física. Decir que “en el prin-
  cipio” Dios creó los cielos y la tierra es saltar
  a un plano trascendente.

     CCE 287 “Más allá del conocimiento natural que todo hombre
           287:
     puede tener del Creador, Dios reveló progresivamente a Israel el
     misterio de la Creación”.




                                                                                    2
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                                                     EN EL PRINCIPIO, 7


   Ex 3, 13-14 “Moisés replicó: ‘Cuando me acerque a los hijos de
          13-14:
   Israel y les diga ‘el Dios de vuestros padres me envía a vosotros’,
   y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles?’. Y le dijo
   Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”.


                             Las criaturas no tienen todas las perfeccio-
                             nes del ser: no “son”, sino que necesitan
                             que alguien sea el origen de su ser. Dios
                             no necesita de nada para ser: verdadera-
                             mente “es”, porque no debe su ser a ningún
                             otro. Tal realidad sitúa inmediatamente la
                             diferencia radical entre Dios y lo creado.




CRE 8 de 83
                                                     EN EL PRINCIPIO, 8


                           Gn 1, 3 “Dijo Dios: ‘Haya luz’. Y hubo luz”.
                                 3:

                         A través de la Palabra, que es la manifestación
                         de su voluntad, Dios trae todo a la existencia.
                         Siendo el único ser autosuficiente, no tiene
                         necesidad de dar a participar de la existencia
                         a ninguna de las criaturas.


     Guiados por la Revelación, vemos en la Creación a un Dios que
     quiere compartir la riqueza de su ser dando el ser a una infinidad
     de seres que reflejan su poder y su gloria. Decide comunicarse a
     quien no puede exigírselo.




CRE 9 de 83
                          LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 1


    Con la Encarnación del Verbo divino,
    los datos del Antiguo Testamento no
    son suprimidos, sino recolocados en
    un nuevo horizonte que permite en-
    tender con mayor profundidad las
    acciones divinas desde el origen del
    mundo.

     CCE 287 “El que eligió a los patriarcas, el que hizo salir a Israel
            287:
     de Egipto y que, al escoger a Israel, lo creó y formó, se revela co-
     mo aquel a quien pertenecen todos los pueblos de la tierra y la
     tierra entera, como el único Dios que ‘hizo el cielo y la tierra’”.




                                                                                    3
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                         LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 2


   San Pablo en Atenas: “yo vengo a anunciaros lo que veneráis
   sin conocer. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él,
   que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos fabrica-
   dos por hombres (...). Él hizo de un solo hombre, todo el linaje
   humano, para que habitase toda la faz de la tierra” (Hch 17, 23-26
                                                         Hch     23-26).


                             De estas palabras se deduce que para los
                             primeros cristianos predicar el Dios de
                             Jesucristo va inmediatamente unido al
                             pensamiento de la Creación divina, por-
                             que sin esta realidad primera y capital
                             no tiene sentido nada de lo que Dios ha
                             obrado posteriormente.




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                         LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 3


     Ef 1, 4 “en Él (Cristo) (Dios) nos eligió antes de la Creación del
           4:
     mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia
     por el amor”.



   Recuerda a los Efesios que están llamados
   desde toda la eternidad a ser hijos de
   Dios. Todo el proyecto de nuestra santidad
   se encontraba ya presente en el momento
   de la Creación. Todo está organizado en
   función de nuestra llamada a participar de
   la vida divina en Cristo.




CRE 12 de 83
                         LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 4

                                En la obra de la Creación las Personas
                                divinas intervienen según su ser perso-
                                nal característico, aun cuando, por tra-
                                tarse de una obra “ad extra” de Dios,
                                actúa toda la Trinidad como una uni-
                                dad de esencia.

   CCE 292 “La acción creadora del Hijo y del Espíritu, insinuada
          292:
   en el AT, revelada en la Nueva Alianza, inseparablemente una con
   la del Padre, es claramente afirmada por la regla de fe de la Iglesia:
   ‘Sólo existe un Dios (...): es el Padre, es Dios, es el Creador, es el
   Autor, es el Ordenador. Ha hecho todas las cosas por sí mismo, es
   decir, por su Verbo y por su Sabiduría’, ‘por el Hijo y el Espíritu’,
   que son como ‘sus manos’ (San Ireneo, Adv. haereses 2, 30, 9;
                                  San
   4, 20, 1 La creación es la obra común de la Santísima Trinidad”.
          1).




                                                                                    4
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                          LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 5

   Col 1, 16-17 “En Él (Cristo) fueron creadas
          16-17:
   todas las cosas, en los cielos y en la tierra (...).
   Todo fue creado por Él y para Él, Él existe con
   anterioridad a todo y todo subsiste en Él”.

   Símbolo niceno-constantinopolitano: “Creo
            niceno-constantinopolitano
   en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de
   vida”. Veni Creator “¡Ven, oh Espíritu, Crea-
               Creator:
   dor!”.

    La tarea del Espíritu Santo es crear en los corazones de todos los
    hombres y mujeres la imagen sobrenatural de su ser hijos de Dios.
    Todos los bienes naturales y sobrenaturales provienen del Espíritu,
    “Fuente de todo bien” (Liturgia bizantina, 2º Tropario de las
                            Liturgia
    Vísperas de Pentecostés
                 Pentecostés).




CRE 14 de 83
                                                      EL AMOR DE DIOS, 1

      “En su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar
      su bienaventuranza, ni para adquirir su perfección, sino para
      manifestarla por los bienes que otorga a sus criaturas, el solo
      verdadero Dios, en su libérrimo designio, en el comienzo del
      tiempo, creó de la nada a la vez una y otra criatura, la espiri-
      tual y la corporal” (Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius
                           Vaticano                       Filius).




      El amor de Dios es la razón primera y última de la Creación.




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                                                      EL AMOR DE DIOS, 2

 Vaticano I define que “el mundo ha sido creado para gloria de Dios”
 (Dei Filius, De Dios creador, can. 5). “La gloria de Dios consiste en
  Dei                                5
 que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad
 para las cuales el mundo ha sido creado. (...) El fin último de la crea-
 ción es que Dios, ‘Creador de todos los seres, se haga por fin ‘todo
 en todas las cosas’ (1 Co 15, 28 procurando al mismo tiempo su
                       1        28),
 gloria y nuestra felicidad’ (Ad gentes 2 (CCE 294
                              Ad        2)” CCE 294).


   El hombre debe tributar consciente y voluntaria-
   mente a Dios la gloria que le rinde de modo
   objetivo e inconsciente el resto de las criaturas
   visibles. La adoración del hombre a Dios supone
   colocar a Dios en el centro de la vida.




                                                                                    5
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                                                   EL AMOR DE DIOS, 3


                                  El fin de las criaturas libres se corres-
                                  ponde con el fin del Creador. La feli-
                                  cidad del hombre se incluye en la glo-
                                  ria de Dios. Buscar la gloria de Dios,
                                  glorificarlo conociéndole y amándole
                                  constituye la suprema felicidad del
                                  hombre.

    “La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación
    del hombre a la unión con Dios. (...) (El hombre) existe pura y
    simplemente por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de
    Dios que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive plenamente
    según la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se con-
    fía por entero a su Creador” (Gaudium et spes 19
                                  Gaudium           19).




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                                                   EL AMOR DE DIOS, 4


      CCE 295 “Creemos que Dios creó el
            295:
      mundo según su sabiduría. Este no es
      producto de una necesidad cualquiera,
      de un destino ciego o del azar. Creemos
      que procede de la voluntad libre de Dios
      que ha querido hacer participar a las
      criaturas de su ser, de su sabiduría y de
      su bondad”.


  La existencia de los seres nos habla del amor de Dios. El hombre es
  fruto de una decisión providencial de Dios, que quiere lo mejor para
  él. La razón de fondo es esta naturaleza amorosa y sapiente de Dios,
  que al crear no está condicionada por nada.




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                                                   EL AMOR DE DIOS, 5


         Los siete días de la Creación son días tomados en un sentido
         metafórico. Son etapas sucesivas en la acción de Dios, que
         responden al equilibrio y armonía que contemplamos en las
         realidades naturales.


                              Dios comprueba cada día de la creación
                              que lo que hizo es bueno. Está fuera de
                              su intención crear nada defectuoso, man-
                              chado o marcado por el mal. No hay seres
                              radicalmente originados en el mal desde
                              el principio. Veremos la aparición del mal
                              más adelante.




                                                                                      6
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                                                  EL AMOR DE DIOS, 6



                          S. Tomás de Aquino, Prologo a 2 Senten-
                                                              Senten-
                          cias “Abierta su mano con la llave del amor,
                          cias:
                          surgieron las criaturas”. S. Buenaventura,
                          I Sent 2 “(Dios ha creado) no para aumentar
                                 2:
                          su gloria, sino para manifestarla y comuni-
                          carla”.


       Lo creado, en toda su bondad y grandeza, es el espejo de la
       “gloria de Dios”: es como un glorioso resplandor de la gloria
       de Dios, a través del cual los hombres pueden conocer al Dios
       Creador. Refleja también su voluntad, su grandeza, su belleza,
       de modo participado.




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                                                  EL AMOR DE DIOS, 7

    Aunque todas las cosas creadas existen con una consistencia que
    podemos llamar meramente natural, no deja de ser verdad la lla-
    mada constante al amor con que han sido pensadas y queridas por
    Dios.



    Más aún, según San Pablo, “la creación ente-
    ra gime y sufre con dolores de parto hasta el
    momento presente” (Rm 8, 22 Las criaturas,
                         Rm 22).
    creadas en el amor y para el amor, sólo alcan-
    zarán el gozo pleno en una existencia y en una
    vida para la gloria de Dios, “cuando Dios sea
    todo en todas las cosas” (1 Cor 15, 28
                              1         28).




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                                                  EL AMOR DE DIOS, 8

   Vinculado con la verdad de la creación está
   la afirmación de la autonomía de las reali-
   dades terrenas. Gaudium et spes 36 “mu-
                                     36:
   chos de nuestros contemporáneos parecen
   temer que, por una excesiva estrecha vin-
   culación entre la actividad humana y la
   religión, sufra trabas la autonomía del
   hombre, de la sociedad o de la ciencia”.

   “Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las cosas
   creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que
   el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es abso-
   lutamente legítima esta exigencia de autonomía. (...) Responde a la
   voluntad del Creador” (Idem
                            Idem).
                                                              Pero...




                                                                                    7
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                                                   EL AMOR DE DIOS, 9

     “Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad
     creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usar-
     la sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le
     escape la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el
     Creador desaparece” (Idem
                            Idem).


                          “En el contexto de una ‘autonomía’ así en-
                          tendida, es el hombre quien en realidad que-
                          da privado de la propia autonomía con rela-
                          ción al mundo, y acaba por encontrarse de
                          hecho sometido a él” (Juan Pablo II, Au-
                                                 Juan           Au-
                          diencia general, 02.04.1986
                                            02.04.1986).




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                                                  EL AMOR DE DIOS, 10

                             A la autonomía de las realidades terrenas
                             se vincula el problema de la ecología, “es
                             decir, la preocupación por la protección y
                             preservación del ambiente natural” (Juan
                                                                  Juan
                             Pablo II, Audiencia general 02.04.1986
                                                            02.04.1986).

   “El desequilibrio ecológico, que supone siempre una forma de ego-
   ísmo anticomunitario, nace de un uso arbitrario -y en definitiva no-
   civo- de las criaturas, cuyas leyes y orden natural se violan ignoran-
   do o despreciando la finalidad que es inmanente en la obra de la
   creación. También este modo de comportamiento se deriva de una
   falsa interpretación de la autonomía de las cosas terrenas” (Idem
                                                                   Idem).

    “Cuando el hombre usa estas cosas sin referirlas al Creador (...) se
    hace a sí mismo daños incalculables” (Idem
                                          Idem).




CRE 24 de 83
                                               CREACIÓN Y CIENCIA, 1

  CCE 282 “La catequesis sobre la Creación reviste una importancia
         282:
  capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y
  cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta básica
  que los hombres de todos los tiempos se han formulado: ‘¿De
  dónde venimos?’, ‘¿A dónde vamos?’, ‘¿Cuál es nuestro origen?’,
  ‘¿Cuál es nuestro fin?’, ‘¿De dónde viene y a dónde va todo lo que
  existe?’”. Toda religión busca dar una respuesta a estas preguntas.

  Idem “Las dos
  Idem:
  cuestiones, la del                                       y la orientación
  origen y la del fin,                                     de nuestra vi-
  son inseparables.                                        da y nuestro
  Son decisivas                                            obrar”.
  para el sentido




                                                                                      8
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                                              CREACIÓN Y CIENCIA, 2

                     CCE 285 “Desde sus comienzos, la fe cristiana
                           285:
                     se ha visto confrontada a respuestas distintas de
                     las suyas sobre la cuestión de los orígenes. Así,
                     en las religiones y culturas antiguas encontra-
                     mos numerosos mitos referentes a los orígenes”.

                        El interés de la la Biblia se concentra en un
                        problema de orden superior:

   CCE 284 “No se trata sólo de saber cuándo y cómo ha surgido
         284:
   materialmente el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más
   bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado
   por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien por
   un Ser trascendente, inteligente y bueno, llamado Dios”.




CRE 26 de 83
                                              CREACIÓN Y CIENCIA, 3

     Las tradiciones religiosas antiguas han formulado sus intuiciones
     sobre el origen de lo real bajo la forma que conocemos como
     mito (creación poética cargada de un significado profundo y mis-
     terioso). No es lenguaje científico.

La revelación de la creación en la Sagrada Escritura expresa su verdad
               envuelta en diferentes formas literarias.

   Dei Verbum 11 “La Santa Madre Iglesia, fiel
                  11:
   a la base de los apóstoles, reconoce que todos los
   libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con
   todas sus partes, son sagrados y canónicos, en
   cuanto que, escritos por inspiración del Espíri-
   tu Santo, tienen a Dios como autor, y como
   tales han sido confiados a la Iglesia”.




CRE 27 de 83
                                              CREACIÓN Y CIENCIA, 4

  CCE 289 “Entre todas las palabras de la sagrada Escritura sobre la
        289:
  creación, los tres primeros capítulos del Génesis ocupan un lugar
  único. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener
  diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al co-
  mienzo de la Escritura de suerte que expresan, en su lenguaje so-
  lemne, las verdades de la creación, de su origen y de su fin en Dios,
  de su orden y de su bondad, de la vocación del hombre, finalmente,
  del drama del pecado y de la esperanza de la salvación”.

                        Idem “Leídas a la luz de Cristo, en la unidad
                        Idem:
                        de la sagrada Escritura y en la Tradición viva
                        de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la
                        fuente principal para la catequesis de los mis-
                        terios del ‘comienzo’: creación, caída, prome-
                        sa de la salvación”.




                                                                                   9
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                                               CREACIÓN Y CIENCIA, 5

   CCE 283 “La cuestión sobre los orí-
         283:
   genes del mundo y del hombre es obje-
   to de numerosas investigaciones cien-
   tíficas que han enriquecido magnífi-
   camente nuestros conocimientos sobre
   la edad y las dimensiones del cosmos,
   del devenir de las formas vivientes, la
   aparición del hombre”.

  Idem “Estos descubrimientos nos in-
  Idem:
  vitan a admirar más la grandeza del
  Creador, a darle gracias por todas sus
  obras y por la inteligencia y la sabidu-
  ría que da a los sabios e investigadores”.




CRE 29 de 83
                                               CREACIÓN Y CIENCIA, 6


                            Los textos bíblicos nos hablan, en compa-
                            ración con los avances de la ciencia, de
                            otra cosa más honda e importante para la
                            vida del hombre. Nos remiten a las ver-
                            dades trascendentes. Nos hablan de un
                            más allá de lo experimental, del origen
                            absoluto de todas las cosas.

      Lo científico y lo religioso son dos horizontes de comprensión
      distintos, que no pueden contradecirse por tener ambos a Dios
      como autor. La fe no tiene reparos ante la investigación cientí-
      fica, más bien al contrario, pues la ciencia no supone más que
      una mejor comprensión de las obras de Dios. Cuanto más co-
      nocemos lo creado, tanto más nos acercamos al autor de todo.




CRE 30 de 83
                                               CREACIÓN Y CIENCIA, 7

  Hay un tipo de evolucionismo incompatible con la admisión de la
  creación: es una ideología materialista, que afirma que la materia
  tiene que dar cuenta de sí mismo y de sus propias transformaciones.

   Existe también un creacionismo a ultranza que excluye toda evolu-
   ción. Pero Juan Pablo II precisa (alocución, 26.04.1985 que “el
                                       alocución, 26.04.1985)
   debate en torno al modelo explicativo de evolución no encuentra
   obstáculos en la fe, con tal que la discusión permanezca en el con-
   texto del método naturalista y de sus posibilidades”.

 En un mensaje dirigido a la Academia Pontificia de las Ciencias
 (22.10.1996 Juan Pablo II afirmó que la teoría de la evolución es
  22.10.1996),
 hoy día algo más que una hipótesis, y añadió que una interpretación
 filosófica de la evolución que no deje lugar para las dimensiones espi-
 rituales de la persona humana chocaría con la verdad acerca de la
 persona y sería incapaz de proporcionar el fundamento de su dignidad.




                                                                                  10
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                                             CREACIÓN Y CIENCIA, 8

  “El Magisterio de la Iglesia no prohibe que (...) se trate en las in-
  vestigaciones y disputas de los entendidos en uno y otro campo, de la
  doctrina del ‘evolucionismo’ en cuanto busca el origen del cuerpo
  humano en una materia viva y preexistente; pues la fe católica nos
  manda sostener que las almas son creadas inmediatamente por
  Dios” (Pío XII, Enc. Humani generis (1950)
         Pío                              (1950)).

   Juan Pablo II lo recuerda en la audien-
                                   audien-
   cia general 16.04.1986 por ejemplo.


  Juan Pablo II subraya que no se ve dificultad en explicar el origen del
  cuerpo del hombre mediante el evolucionismo, pero que “la doctrina
  de la fe afirma invariablemente que el alma espiritual del hombre ha
  sido creada directamente por Dios” (Idem
                                        Idem).




CRE 32 de 83
                                             CREACIÓN Y CIENCIA, 9

     La noción de Creación influye en la visión física del mundo, pero
     remite más bien a un plano más profundo de comprensión de la
     realidad: da razón, a la luz de la revelación divina, del mismo
     origen de todo, en un sentido metafísico y no sólo temporal, y
     relaciona este origen con el sentido final del mundo, su relación
     con Dios y con la historia de la Salvación.

  El origen del mundo y del hombre no se resuelve
  sólo con la explicación de su ser natural. El mun-
  do y el hombre están abiertos a una ordenación
  sobrenatural que les trasciende. Han sido creados
  con un fin, una vocación íntima: la comunión con
  Dios. Esta vocación del hombre a la comunión
  con Dios está en la raíz de su dignidad más alta.




CRE 33 de 83
                                             CREACIÓN Y CIENCIA, 10

  El creyente asiente a las verdades de Dios no porque vengan demos-
  tradas, sino porque su origen está en Dios, que no puede engañar:
  por eso son dignas de aprecio e incluso de sacrificio a la hora de ser
  congruentes con ellas.

                        Los relatos bíblicos están llenos de significado
                        sobre quién es Dios, el hombre, el mundo y
                        cuál es el sentido trascendente de su realidad.
                        Cumplen con la misión de enseñarnos quién es
                        Dios, por qué ha creado al hombre y cómo ha
                        querido desde siempre que fuera. Son relatos
                        cargados de religión y de vida espiritual. No
                        son biología ni astrofísica ni química..., sino
                        fe y vida.




                                                                                   11
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CRE 34 de 83
                                            CREACIÓN Y CIENCIA, 11

   La fe no rechaza la ciencia, ni la ciencia
   debería dar la espalda a la fe. Son órdenes
   distintos del conocimiento humano que se
   complementan muy bien si no se cae en
   problemas estériles. No hay por tanto in-
   compatibilidad entre el relato del Génesis
   y los descubrimientos científicos.

   La ciencia puede iluminar muchos puntos que están a la puerta de la
   fe y permite al hombre creyente comprender mejor la grandeza de
   la creación y de la vocación del hombre.

   La fe puede dar una dimensión más profunda y elevada a la activi-
   dad del científico, que en cuanto hombre debe preocuparse de otras
   dimensiones de su existencia.




CRE 35 de 83

                                            PROVIDENCIA DE DIOS, 1


     La Providencia puede describirse como el conjunto de acciones y
     disposiciones por las que Dios lleva a cabo sus relaciones conti-
     nuas con el mundo y el hombre, con el fin de conducirlos hacia
     su perfección final.


     Consiste así en un gobierno del mundo, que
     abarca lo que ocurre en la naturaleza y en la
     historia, lo que afecta a las comunidades hu-
     manas y lo que atañe a la vida de cada indivi-
     duo. Vaticano II habla de ella como la “fuerza
     misteriosa que se halla presente en la marcha
     de las cosas y de los acontecimientos de la
     vida humana” (Nostra aetate 2
                     Nostra          2).




CRE 36 de 83

                                            PROVIDENCIA DE DIOS, 2


     La Providencia (cuidado continuo que mantiene Dios con sus
     criaturas) “es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador:
     Dios actúa en las obras de sus criaturas” (CCE 308
                                                CCE 308).

                         “La Iglesia anuncia la Divina Providencia no
                         por invención suya,... sino porque Dios se
                         ha manifestado así, cuando ha revelado, en
                         la historia de su pueblo, que su acción crea-
                         dora y su intervención de salvación estaban
                         indisolublemente unidas, formaban parte de
                         un único plan proyectado en los siglos eter-
                         nos” (Juan Pablo II, Catequesis sobre la
                                Juan
                         Providencia 4  4).




                                                                                12
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CRE 37 de 83

                                             PROVIDENCIA DE DIOS, 3


   La Providencia divina es un dato
   constante de la Escritura. Dios con-
   duce todo lo creado hacia el Bien,
   hacia el fin para el que las criaturas
   existen. Sal 145, 9 “Dios es bueno
                      9:
   con todos, y su misericordia se
   extiende a todas sus obras”.


    “Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó,
    ‘alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y
    disponiéndolo todo con dulzura’ (Sb 8, 1 Porque ‘todo está
                                       Sb 1).
    desnudo y patente a sus ojos’ (Hb 4, 13 incluso lo que la
                                    Hb 13),
    acción libre de las criaturas producirá” (Vaticano I, Dei Filius 1
                                              Vaticano               1).




CRE 38 de 83

                                             PROVIDENCIA DE DIOS, 4

                       CCE 303 “La solicitud de la divina Providencia
                             303:
                       es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo,
                       desde las cosas más pequeñas hasta los aconte-
                       cimientos decisivos del mundo y de la historia”.

                       Esta convicción implica que las cosas no suceden
                       al azar o por casualidad, y que el orden causal
                       del universo no deriva de una fuerza anónima
                       o de agentes que actúen al margen de Dios.

  Se excluye especialmente la fatalidad, es decir, la idea supersticiosa
  de que el hombre se encuentra dominado por energías ocultas en el
  cosmos, que ejercerían sobre la existencia humana una influencia
  negativa e inexorable. Visión fatalista y no providente en la brujería.




CRE 39 de 83

                                             PROVIDENCIA DE DIOS, 5


   “En su poder Infinito, Dios podría siempre
   crear algo mejor” (S. Tomás, S. Th. I, q. 25,
                        S.
   a. 6 Ha preferido el mundo tal como es: un
      6).
   mundo que debe alcanzar su perfección. “Por
   tanto, con el bien físico existe también el mal
   físico, mientras la Creación no haya alcanzado
   su perfección” (Idem, Suma contra los genti-
                    Idem,                    genti-
   les 3, 71 Estudiaremos el problema del mal
          71).
   más adelante.

   CCE 308 Dios “es la causa primera que opera en y por las causas
        308:
   segundas: ‘Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar,
   como bien le parece’ (Flp 2, 13 Esta verdad, lejos de disminuir la
                         Flp 13).
   dignidad de la criatura, la realza”.




                                                                                   13
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CRE 40 de 83

                                             PROVIDENCIA DE DIOS, 6

   Por su providencia, Dios ha previsto que el hombre fuera partícipe
   libremente de la vida bienaventurada, y le ha salido al encuentro.
   Pero el hombre puede rechazar la llamada a esa vida bienaventura-
   da y considerar los acontecimientos históricos como resultado ex-
   clusivo de las acciones del hombre, sin reparar en su dimensión de
   eternidad. Sin embargo, estos acontecimientos se mueven en las
   manos amorosas de Dios, que no quiere el mal en la historia, pero
   lo permite por respeto a la libertad creada y porque de esos males
   puede sacar bienes.

                                      La providencia infalible de Dios
                                      no fuerza la acción libre de las
                                      criaturas racionales. No sabremos
                                      el sentido pleno de la historia has-
                                      ta el final de los tiempos.




CRE 41 de 83

                                             PROVIDENCIA DE DIOS, 7


       La presencia providente de Dios lo invade absolutamente todo.
       Ni los lugares recónditos son un problema para su mirada, ya
       que Dios ve desde el interior del ser. Esta presencia de Dios se
       llama “presencia de inmensidad”.



      Sal 139, 7-10 “¿Adónde alejarme de tu
                7-10:
      espíritu? ¿Adónde huir de tu presencia?
      Si subo al cielo, allí estás Tú; si bajo
      hasta el ‘Sheol’, allí te encuentras, si
      monto en las alas de la aurora y habito en
      los confines del mar, también allí me
      guiará tu mano, me sujetará tu diestra”.




CRE 42 de 83

                                             PROVIDENCIA DE DIOS, 8


                      CCE 305 “Jesús pide un abandono filial en la
                            305:
                      providencia del Padre celestial que cuida de las
                      más pequeñas necesidades de sus hijos: ‘No an-
                      déis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a
                      comer?, ¿qué vamos a beber? (...). Ya sabe vuestro
                      Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
                      Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas
                      cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6, 31-33
                                                         Mt 31-33)”.

     En Cristo, los cristianos aprenden la confianza en su Padre Dios.
     No hay nada para un cristiano que no provenga de la mano amo-
     rosa de Dios, porque ni siquiera los momentos más duros de la
     existencia están alejados de la voluntad de Dios. Rom 8, 28
                                                              28:
     “Todo coopera al bien de los que aman a Dios”.




                                                                                    14
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CRE 43 de 83

                                              PROVIDENCIA DE DIOS, 9


    Los santos, ante las adversidades más extremas, no dejan de invo-
    car a Dios para que puedan verse libres de la amenaza, pero sobre
    todo para que se cumpla el designio amoroso de Dios. Por eso no
    tienen temor ante el dolor ni la muerte, ya que las adversidades de
    la tierra no pueden más que unirles al cuerpo doliente del Señor.


                               Santo Tomás Moro, poco antes de su
                               martirio, para consuelo de su hija: “Nada
                               puede pasarme que Dios no quiera. Y
                               todo lo que Él quiere, por muy malo que
                               nos parezca, es en realidad lo mejor” (cfr.
                               CCE 313
                                     313).




CRE 44 de 83

                                                                 EL MAL, 1

  El ser humano advierte la existencia de un mal que
  proviene de la naturaleza: fenómenos que aparecen
  como ligados a los límites propios de las criaturas.

  El hombre quiere naturalmente vivir y vivir con
  bienestar material. Si se deja llevar por la visión
  terrena, cualquier atentado contra esta situación se
  valora como mal, sobre todo si implica la muerte,
  ante la cual los demás males se consideran en menos.

    Suele distinguirse entre mal físico (se produce en el mundo de la
    naturaleza, como consecuencia de la imperfección material) y mal
    moral (se produce por la desviación de la libre decisión de los án-
    geles y de los hombres en el camino hacia su destino último). El
    mal moral es el pecado.




CRE 45 de 83

                                                                 EL MAL, 2


  San Basilio “No vayas a
       Basilio:                                    podrá ponerse nunca
  suponer que Dios es la                           ante los ojos su sustan-
  causa de la existencia del                       cia, como existiendo
  mal, ni a imaginarte que                         verdaderamente. Por-
  el mal tiene una subsis-                         que el mal es la priva-
  tencia propia. La perver-                        ción del bien” (PG 31,
                                                                    PG
  sidad no subsiste como                           341).
                                                   341
  si fuera algo vivo, ni



   “Ninguna naturaleza absolutamente hablando es mala. Este nombre
   de mal no se da más que a la privación del bien” (San Agustín,
                                                     San
   Sobre la Ciudad de Dios 11, 2222).




                                                                                     15
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CRE 46 de 83

                                                              EL MAL, 3


                             CCE 311 “Los ángeles y los hombres,
                                   311:
                             criaturas inteligentes y libres, (...) pue-
                             den desviarse. De hecho pecaron. Y fue
                             así como el mal moral entró en el mundo,
                             incomparablemente más grave que el
                             mal físico. Dios no es de ninguna manera,
                             ni directa ni indirectamente, la causa del
                             mal moral. Sin embargo, lo permite, res-
                             petando la libertad de su criatura, y, mis-
                             teriosamente, sabe sacar de él el bien”.

    CCE 390 “La Revelación nos da la certeza de que toda la historia
          390:
    humana está marcada por el pecado original libremente cometido
    por nuestros primeros padres”.




CRE 47 de 83

                                                              EL MAL, 4

    CCE 398 “En este pecado (original), el hombre se prefirió a sí
          398:
    mismo en lugar de Dios, y por ello despreció a Dios (...). El hom-
    bre, creado en un estado de santidad, estaba destinado a ser plena-
    mente ‘divinizado’ por Dios en la gloria. Por la seducción del dia-
    blo quiso ‘ser como Dios’, pero sin Dios, antes que Dios y no
    según Dios”.

  CCE 400 “La armonía en la que se encontra-
        400:
  ban (...) queda destruida; el dominio de las fa-
  cultades espirituales del alma sobre el cuerpo
  se quiebra; la unión entre el hombre y la mujer
  es sometida a tensiones (...). La armonía con la
  creación se rompe; la creación visible se hace
  para el hombre extraña y hostil (...). La muerte
  hace su entrada en la historia de la humanidad”.




CRE 48 de 83

                                                              EL MAL, 5


    El pecado es el mal radical, el origen de todos los males.
    Es ofensa a Dios, “amor de sí hasta el desprecio de Dios”
    (San Agustín, De civitate Dei 14, 28
     San                                28).

                           El pecado es el verdadero mal por-
                           que de él provienen los demás ma-
                           les en el mundo, entre los que se
                           encuentra el mal físico. Las conse-
                           cuencias del pecado son devastado-
                           ras: envidia, sufrimiento, dolor,
                           penas, tristeza, corrupción, ceguera,
                           frialdad de corazón, etc..




                                                                                  16
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CRE 49 de 83

                                                              EL MAL, 6

                        Los Evangelios nos muestran con gran frecuen-
                        cia a Jesús en íntimo contacto con el sufrimien-
                        to de los hombres. El Señor deja que se le acer-
                        quen los pobres, los enfermos, los endemonia-
                        dos, los pecadores y todos los que son víctima
                        de desgracias e infortunios humanos.

    Sin haber cometido pecado alguno, Jesús se abraza decididamente
    al dolor, por amor al Padre y a los hombres. Sufre personalmente
    hasta la muerte de Cruz a pesar de ser inocente.

      “Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la
      muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscu-
      ridad” (Gaudium et spes 22
              Gaudium             22).




CRE 50 de 83

                                                              EL MAL, 7


    Cristo nos redime y nos salva a través de la
    Cruz. Desde ese momento el hombre puede
    descubrir la fuente de bien que esconde el
    dolor. Para una persona, según la disposición
    interior que tenga, el sufrimiento puede ser
    redentor y purificador del alma si, como
    Cristo, se recibe en ofrenda de agradable
    entrega a la voluntad y amor divinos.


    El dolor y el sufrimiento son males no queridos por Dios al crear.
    Gracias al valor redentor y purificador de la Cruz de Cristo, se
    han convertido en un gran valor de purificación, expiación y re-
    dención.




CRE 51 de 83
                                                       LOS ÁNGELES, 1

                                   CCE 328 “La existencia de seres
                                          328:
                                   espirituales, no corporales, que la
                                   Sagrada Escritura llama habitual-
                                   mente ángeles, es una verdad de
                                   fe. El testimonio de la Escritura es
                                   tan claro como la unanimidad de
                                   la Tradición”.

    También es verdad de fe la existencia de los demonios, a quienes
    se hace referencia en tantos lugares de la Escritura: Jesús los
    combate en muchos pasajes, se recogen los exorcismos del Señor
    como una de sus actividades inherentes al Reino de Dios, etc..

    En la vida de los santos siempre está presente su relación con los
    ángeles que Dios pone a nuestro lado durante la vida terrena.




                                                                                  17
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CRE 52 de 83
                                                       LOS ÁNGELES, 2

    CCE 333 “En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen
          333:
    inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales.
    Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor
    de su gloria da testimonio de ello”.

   Al no estar compuestos por nada material
   no hay posibilidad de descomposición ni,
   por tanto, de muerte para los ángeles, aun-
   que en ocasiones se manifiestan a los hom-
   bres de forma visible y lo hacen adoptando
   la imagen humana.

  Dios confía a unos un papel importante en el caminar del hombre so-
  bre la tierra, aunque otros viven exclusivamente para alabar a Dios.




CRE 53 de 83
                                                       LOS ÁNGELES, 3


                CCE 329 “San Agustín dice respecto a ellos: ‘el nom-
                      329:
                bre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si pre-
                guntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si
                preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel’
                (Comentario sobre los Salmos 103, 1, 15
                 Comentario                              15)”.



  Idem “Con todo su ser, los ángeles son servidores y
  Idem:
  mensajeros de Dios. Porque contemplan ‘constante-
  mente el rostro de mi Padre que está en los cielos’
  (Mt 18, 10 son ‘agentes de sus órdenes, atentos a
   Mt     10),
  la voz de su palabra’ (Sal 103, 20
                         Sal      20)”.




CRE 54 de 83
                                                       LOS ÁNGELES, 4

  CCE 331 “Cristo es el centro del mundo de
        331:
  los ángeles. Los ángeles le pertenecen: ‘Cuan-
  do el Hijo del hombre venga en su gloria
  acompañado de todos sus ángeles...’ (Mt 25,
                                            Mt
  31). Le pertenecen porque fueron creados por
  31
  y para Él: ‘Porque en Él fueron creadas todas
  las cosas, en los cielos y en la tierra, las visi-
  bles y las invisibles, los Tronos, las Domina-
  ciones, los Principados, las Potestades: todo
  fue creado por Él y para Él’ (Col 1, 16 Le
                                 Col 16).
  pertenecen más aún porque los ha hecho men-
  sajeros de su designio de salvación: ‘¿Es que
  no son todos ellos espíritus servidores con la
  misión de asistir a los que han de heredar la
  salvación?’ (Hb 1, 14
               Hb 14)”.




                                                                                  18
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CRE 55 de 83
                                                         LOS ÁNGELES, 5

   CCE 392 “La Escritura habla de un pecado de estos ángeles. Esta
         392:
   ‘caída’ consiste en la elección libre de estos espíritus creados que
   rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encon-
   tramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a
   nuestros primeros padres: ‘Seréis como dioses’ (Gn 3, 5
                                                      Gn 5)”.


                           “El diablo y los otros demonios
                           fueron creados por Dios con una
                           naturaleza buena, pero ellos se
                           hicieron a sí mismos malos”
                           (Letrán IV(1215)
                            Letrán IV(1215)).




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                                                         LOS ÁNGELES, 6

    “No hay arrepentimiento para ellos (los demonios) después de la
    caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después
    de la muerte” (San Juan Damasceno, la fe ortodoxa 2, 4
                   San                                    4).

   CCE 395 “El poder de Satán no es infinito. No
         395:
   es más que una criatura, poderosa por el hecho
   de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no
   puede impedir la edificación del Reino de Dios”.

  Su acción “es permitida por la divina providencia
  que con fuerza y dulzura dirige la historia del hom-
  bre y del mundo. El que Dios permita la actividad
  diabólica es un gran misterio, pero ‘nosotros sabe-
  mos que en todas las cosas interviene Dios para
  bien de los que le aman’ (Rm 8, 28 (Idem
                            Rm 28)” Idem).




CRE 57 de 83
                                                         LOS ÁNGELES, 7

          Asistencia de los ángeles en el AT:

   En el cierre del Paraíso; ayuda a
   Lot; a Agar; en el sacrificio de
   Isaac; en el camino del Éxodo, etc..



                            Asistencia a los profetas (Elías...);
                            anuncio de grandes acontecimientos
                            como las vocaciones de personajes
                            decisivos en la historia de Israel
                            (Gedeón...) o como los nacimientos
                            de jueces (Sansón...), etc..




                                                                                 19
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                                                          LOS ÁNGELES, 8

                             Asistencia de los ángeles en el NT
                                                             NT:

                           San Gabriel: anunciación de Juan Bautista
                           y de Jesús.
                           Intervención de los ángeles en toda la
                           historia de la salvación.


      En la vida de Cristo: ángeles y los
      pastores en Belén; en el desierto
      para preparar su misión pública; en
      el Huerto de los Olivos, en el anun-
      cio de la Resurrección de Cristo, etc..




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                                                          LOS ÁNGELES, 9


   Abundantes citas de los Hechos de los
   Apóstoles que hacen referencia a la vida
   de comunión de los primeros cristianos
   con sus ángeles. Toda la vida de la Iglesia
   se beneficia de la ayuda misteriosa y po-
   derosa de los ángeles.

  CCE 336 sobre los ángeles: “Desde la infancia a la muerte, la vida
        336,
  humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. ‘Nadie
  podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector
  y pastor para conducir su vida’ (San Basilio, Contra Eunomio 3, 1
                                     San                                  1).
  Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad
  bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios”.




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                                                         LOS ÁNGELES, 10

    Es legítimo el culto de veneración a los ángeles como a los santos.
    Los Padres de la Iglesia se ven obligados a combatir tanto a los
    que adoran como a los que desprecian a los ángeles.

   San Agustín insiste (en De la verdadera religión 55 en que sólo a
                                                       55)
   Dios se debe el culto de latría (adoración), pero dice que los santos
   y los ángeles pueden ser objeto de un legítimo homenaje.

                       El Concilio II de Nicea (787) definió que “han
                       de exponerse las sagradas y santas imágenes (...)
                       de nuestro Señor (...) Jesucristo, de la Inmacula-
                       da Señora nuestra la santa Madre de Dios, de los
                       preciosos ángeles y de todos los santos y vene-
                       rables”, y que estas imágenes pueden ser lícita-
                       mente veneradas, aunque sin culto de latría.




                                                                                       20
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                                                         EL HOMBRE, 1



    San Juan Crisóstomo, Sermón sobre el Génesis 2, 1 “¿Cuál es,
                                                           1:
    pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante
    consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente,
    más precioso a los ojos de Dios que la Creación entera; es el
    hombre, para él existen el cielo y la tierra y el
    mar y la totalidad de la Creación, y Dios ha
    dado tanta importancia a su salvación que no
    ha perdonado a su Hijo único por él. Porque
    Dios no ha cesado de hacer todo lo posible
    para que el hombre subiera hasta Él y se
    sentara a su derecha”.




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                                                         EL HOMBRE, 2

                         CCE 362 “La persona humana, creada a
                               362:
                         imagen de Dios, es un ser a la vez corporal
                         y espiritual. El relato bíblico expresa esta
                         realidad con un lenguaje simbólico cuando
                         afirma que ‘Dios formó al hombre con
                         polvo del suelo e insufló en sus narices
                         aliento de vida y resultó el hombre un ser
                         viviente’ (Gn 2, 7
                                    Gn 7)”.

    “A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la
    vida humana o toda la persona humana. Pero designa también lo
    que hay de más íntimo en el hombre y de más valor en él, aquello
    por lo que es particularmente imagen de Dios: ‘alma’ significa
    el principio espiritual en el hombre” (CCE 363
                                           CCE 363).




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                                                         EL HOMBRE, 3

  El alma es inmortal porque es inma-
  terial y no puede sufrir corrupción.
  Es la sede de las potencias superio-
  res (inteligencia, voluntad) gracias
  a las cuales el hombre goza de la
  libertad.

 El hombre es capaz, por su alma, de las cosas superiores en el espíritu,
 como son el amor a Dios y a lo creado, el entendimiento de lo que
 conoce por los sentidos y de las realidades de la fe...

   La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada
   por Dios. El alma no es “producida” por los padres, y es inmortal.




                                                                                   21
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                                                            EL HOMBRE, 4


     Gaudium et spes 14 “No es lícito al hombre despreciar la vida
                       14:
     corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su
     cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios
     y que ha de resucitar en el último día”.


                                 CCE 364 “El cuerpo del hombre par-
                                        364:
                                 ticipa de la dignidad de la ‘imagen de
                                 Dios’: es cuerpo humano precisamen-
                                 te porque está animado por el alma
                                 espiritual, y es toda la persona huma-
                                 na la que está destinada a ser, en el
                                 Cuerpo de Cristo, el templo del
                                 Espíritu”.




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                                                            EL HOMBRE, 5

                    “El cuerpo, en su masculinidad y feminidad, está
                    llamado ‘desde el principio’ a convertirse en la
                    manifestación del espíritu. También mediante la
                    unión conyugal del hombre y de la mujer, cuando
                    se unen formando ‘una sola carne’” (Juan Pablo II,
                                                         Juan
                    Audiencia general, 22.10.1980 Mediante esta
                                        22.10.1980).
                    unidad, “el cuerpo, en su masculinidad y femini-
                    dad, asume el valor de signo -signo en cierto sen-
                    tido- sacramental” (Idem
                                         Idem).

    “Mientras para la mentalidad maniquea el cuerpo y la sexualidad
    constituyen, por decirlo así, un ‘antivalor’, para el cristianismo,
    en cambio, ambos permanecen siempre como un valor no suficien-
    temente apreciado” (Idem
                         Idem).




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                                                            EL HOMBRE, 6

        CCE 365 “La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda
              365:
        que se debe considerar al alma como la ‘forma’ del cuerpo;
        es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el
        cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el
        espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que
        su unión constituye una única naturaleza”.


     Cuando el hombre muere, se produce la
     separación de estos dos principios huma-
     nos: el cuerpo, que se descompone pau-
     latinamente separado del alma, y el espí-
     ritu, que no puede sufrir descomposición
     y queda en un estado autónomo.




                                                                                  22
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                                                           EL HOMBRE, 7

                                 CCE 1022 “Cada hombre, después
                                       1022:
                                 de morir, recibe en su alma inmortal
                                 su retribución eterna en un juicio
                                 particular que refiere su vida a Cristo,
                                 bien a través de una purificación, bien
                                 para entrar inmediatamente en la
                                 bienaventuranza del cielo, bien para
                                 condenarse inmediatamente para
                                 siempre”.

        San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias 57 “A la tarde te
                                                 57:
        examinarán en el amor”.

    El alma “no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se
    unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final” (CCE 366
                                                        CCE 366).




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                                                           EL HOMBRE, 8

    El primer hábitat que Dios dispensa al
    hombre es un jardín: un lugar especial-
    mente adecuado y maravilloso para el
    disfrute de todo lo creado.

    Gn 2, 15 “El Señor Dios tomó al hombre
           15:
    y le colocó en el jardín de Edén para que
    lo trabajara y lo cuidara”.

    La realidad humana del trabajo aparece desde el instante en que
    Dios coloca al hombre en el Edén y le encarga su custodia y su
    atención. Aparece antes del pecado original: el hombre es creado
    para trabajar. “El hombre nace para trabajar, como las aves para
    volar” (San Josemaría, Amigos de Dios 57
            San                              57).




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                                                           EL HOMBRE, 9


     CCE 378 “Signo de la familiaridad es el hecho de que Dios lo
           378:
     coloca (al hombre) en el jardín. (...) El trabajo no le es penoso,
     sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios
     en el perfeccionamiento de la creación visible”.


                            CCE 2428 “En el trabajo, la perso-
                                  2428:
                            na ejerce y aplica una parte de las
                            capacidades, inscritas en su natu-
                            raleza. El valor primordial del tra-
                            bajo pertenece al hombre mismo,
                            que es su autor y su destinatario”.




                                                                                   23
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                                                       EL HOMBRE, 10

                                 A partir de la caída de nuestros
                                 primeros padres, el trabajo viene
                                 asociado al cansancio, a la fatiga. A
                                 partir de ese momento, la vida del
                                 hombre se separa de la voluntad de
                                 Dios y las realidades de su vida no
                                 estarán siempre plenamente integra-
                                 das en la vocación humana y sobre-
                                 natural del hombre al amor de Dios.

   Dios destinó a los primeros padres de la raza humana, y en ellos a
   todos los hombres y mujeres que vendrían, a la felicidad. Sólo la
   desobediencia al precepto divino es causante de la dificultad con
   que se encuentra el hombre para llegar a ella.




CRE 71 de 83

                                                       EL HOMBRE, 11

    CCE 2427 “El trabajo honra los dones del Creador y los talentos
          2427:
    recibidos. Puede ser también redentor. Soportando el peso del tra-
    bajo, en unión con Jesús, el carpintero de Nazaret y el crucificado
    del Calvario, el hombre colabora en cierta manera con el Hijo de
    Dios en su obra redentora. (...) El trabajo puede ser un medio de
    santificación y de animación de las realidades terrenas en el espí-
    ritu de Cristo”.

   “El trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se
   ordena al amor” (San Josemaría, Es Cristo que
                     San
   pasa 48
         48).

   San Josemaría el trabajo es el quicio de nues-
        Josemaría:
   tra santificación (cfr. Amigos de Dios 81
                                          81).




CRE 72 de 83

                                                       EL HOMBRE, 12

  CCE 374 “El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino
         374:
  también constituido en la amistad con su creador y en armonía
  consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía
  tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva crea-
  ción en Cristo”. “Adán y Eva fueron constituidos en un estado de
  santidad y de justicia original. Esta gracia de la santidad original
  era una participación de la vida divina” (CCE 375
                                              CCE 375).

 CCE 367 “A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu.
       367:
 Así San Pablo ruega para que nuestro ‘ser entero, el espíritu (...),
 el alma y el cuerpo’ sea conservado sin mancha hasta la venida del
 Señor (1 Ts 5, 23 La Iglesia enseña que esta distinción no intro-
         1      23).
 duce una dualidad en el alma. ‘Espíritu’ significa que el hombre
 está ordenado desde su creación a un fin sobrenatural, y que su
 alma es capaz de ser elevada gratuitamente a la comunión con Dios”.




                                                                                 24
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CRE 73 de 83

                                                       EL HOMBRE, 13


  Adán y Eva fueron elevados al orden so-
  brenatural, que consiste en la participa-
  ción en la vida divina: tienen así un des-
  tino sobrenatural, que quiere decir supe-
  rior a su capacidad por naturaleza.

    Dones preternaturales:

  CCE 376 “Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones
         376:
  de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese
  en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir ni sufrir. La
  armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre
  y la mujer, y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda
  la creación constituía el estado llamado ‘justicia original’”.




CRE 74 de 83

                                                       EL HOMBRE, 14

   Así, además de la elevación al orden sobrenatural, nuestros prime-
   ros padres gozaban de los dones preternaturales, no exigidos por
   la naturaleza, pero congruentes con ella: la perfeccionaban en línea
   natural. Concretamente, estos dones suponían que no había muer-
   te, ni sufrimientos, las “pasiones” humanas estaban dominadas
   por la inteligencia, y la voluntad se movía derechamente al bien.

   Los dones preternaturales
   acompañan y son un reflejo
   de los dones sobrenaturales,
   como se pone de manifiesto
   en que con el pecado desapa-
   recen ambos.




CRE 75 de 83
                                               EL PECADO ORIGINAL, 1

 Gn 3, 4 “La serpiente dijo a la mujer: ‘No moriréis en modo alguno;
        4:
 es que Dios sabe que el día que comáis de él se os abrirán los ojos y
 seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’”.

    Dios había recordado a Adán y Eva el peligro de la desobediencia
    (“si coméis del fruto, moriréis”) no porque quisiera el castigo de
    los hombres, sino para prevenirles del camino que se abre fuera de
    la unión con Dios.

                                     El tentador les ofrece una divini-
                                     zación falsa por no tener en cuen-
                                     ta la Ley y el Amor de Dios para
                                     ellos. Es “padre de la mentira”
                                     (Jn 8, 44
                                      Jn 44).




                                                                                 25
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CRE 76 de 83
                                               EL PECADO ORIGINAL, 2

  El hombre tiene en su libertad el destino de sus pasos, y puede de-
  cidir en cada instante si se dirige a la meta querida por Dios o si
  prefiere darle la espalda. Es el “mysterium iniquitatis” (2 Ts 2, 7
                                                               2      7).

 San Josemaría, Es Cristo que pasa 6 “los ojos
                                       6:
 del alma se embotan; la razón se cree autosufi-
 ciente para entender todo, prescindiendo de Dios.
 Es una tentación sutil, que se ampara en la digni-
 dad de la inteligencia, que nuestro Padre Dios ha
 dado al hombre para que lo conozca y lo ame li-
 bremente. Arrastrada por esa tentación, la inteli-
 gencia humana se considera el centro del Univer-
 so, se entusiasma de nuevo por el ‘seréis como
 dioses’ y, al llenarse de amor por sí misma,
 vuelve la espalda al amor de Dios”.




CRE 77 de 83
                                               EL PECADO ORIGINAL, 3

     Gn 3, 7-8: “Entonces se les abrieron los ojos y
            7-
     conocieron que estaban desnudos; entrelazaron
     hojas de higuera y se las ciñeron. Y cuando
     oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por
     el jardín a la hora de la brisa, el hombre y la mu-
     jer se ocultaron de la presencia del Señor Dios
     entre los árboles del jardín”.

 Empezaron a ver (visión, inteligencia y voluntad) con la perspecti-
 va de la malicia, del amor propio desordenado. Sus cuerpos, hasta
 el momento perfectamente sujetos al alma, comienzan a solicitar
 un papel que desborda la capacidad de dominio presente en su cora-
 zón (se ciñen). No sólo están alteradas las relaciones entre ellos, sino
 las relaciones con los seres creados y con Dios, que no les dejó aban-
 donados.




CRE 78 de 83
                                               EL PECADO ORIGINAL, 4

    CCE 404 responde a la pregunta: “¿Cómo el pecado de Adán vino
    a ser el pecado de todos sus descendientes?”.

   “Todo el género humano es en Adán ‘como el cuerpo único de un
   único hombre’ (Santo Tomás, De malo 4, 1, c Por esta unidad
                  Santo                       c).
   del género humano, todos los hombres están implicados en el peca-
   do de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo”.

    “Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio
    que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la re-
    velación que Adán había recibido la santidad y la justicia origina-
    les no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cedien-
    do al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este
    pecado afecta la naturaleza humana, que transmitirán en un estado
    caído”.




                                                                                   26
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CRE 79 de 83
                                              EL PECADO ORIGINAL, 5

                              CCE 404 sigue:


                                 “Es un pecado que será transmitido
                                 por propagación a toda la humani-
                                 dad, es decir, por la transmisión de
                                 una naturaleza humana privada de
                                 la santidad y de la justicia originales”.



    “El pecado original es llamado ‘pecado’ de
    manera análoga: es un pecado ‘contraído’,
    ‘no cometido’, un estado y no un acto”.




CRE 80 de 83
                                              EL PECADO ORIGINAL, 6


      “Aunque propio de cada uno, el pecado original no tiene, en
      ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal. Es
      la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la
      naturaleza humana no está totalmente corrompida” (CCE 405
                                                              CCE 405).

                                          La naturaleza humana quedó
                                          herida por el pecado original.
                                          Concretamente están heridos
                                          la inteligencia (ignorancia),
                                          la voluntad (malicia), el ape-
                                          tito irascible (debilidad) y el
                                          apetito concupiscible (con-
                                          cupiscencia).




CRE 81 de 83
                                              EL PECADO ORIGINAL, 7


   “El Bautismo, dando la vida de la gra-
   cia de Cristo, borra el pecado origi-
   nal y devuelve el hombre a Dios, pero
   las consecuencias para la naturaleza,
   debilitada e inclinada al mal, persisten
   en el hombre y lo llaman al combate
   espiritual” (CCE 405
                CCE 405).

  El influjo del mal que comienza con el pecado original no se reduce
  a la esfera personal del individuo. Después del pecado, el mundo
  “todo entero yace en poder del maligno” (1 Jn 5, 19 Esta situación
                                            1       19).
  dramática “hace de la vida del hombre un combate” (CCE 409
                                                        CCE 409).




                                                                                    27
01/09/2010




CRE 82 de 83
                                         EL PECADO ORIGINAL, 8



                           “A través de toda la historia del hom-
                           bre se extiende una dura batalla con-
                           tra los poderes de las tinieblas que,
                           iniciada ya desde el origen del mundo,
                           durará hasta el último día, según dice
                           el Señor. Inserto en esta lucha, el
                           hombre debe combatir continuamente
                           para adherirse al bien, y no sin gran-
                           des trabajos, con la ayuda de la gracia
                           de Dios, es capaz de lograr la unidad
                           en sí mismo” (Gaudium et spes 37
                                          Gaudium              37).




CRE 83 de 83
                                         EL PECADO ORIGINAL, 9


  San Josemaría, Es Cristo que pasa
  73: “Cristo, que es nuestra paz, es
  73
  también el Camino. Si queremos la
  paz, hemos de seguir sus pasos. La
  paz es consecuencia de la guerra, de
  la lucha, de esa lucha ascética, ínti-
  ma, que cada cristiano debe soste-
  ner contra todo lo que, en su vida,
  no es de Dios: contra la soberbia, el
  egoísmo, la superficialidad, la estre-
  chez de corazón”.




                                                                             28

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Creación según la fe cristiana

  • 1. 01/09/2010 CRE 1 de 83 EN EL PRINCIPIO, 1 Gn 1, 1 “En el principio creó Dios el cie- 1: lo y la tierra”. Verdad de fe cristiana, creída también por los judíos y los musulmanes. El Concilio Vaticano I define 1) que Dios es creador: “Si alguno negare al solo Dios verdadero creador y señor de las cosas visibles e invisibles, sea anatema” (Dei Filius, De Dios creador, can. 1 y 2) Dei 1); que la razón humana natural puede llegar a saberlo: “Si alguno di- jere que Dios vivo y verdadero, creador y señor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana por medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema” (Dei Filius, Dei De la revelación, can. 11). CRE 2 de 83 EN EL PRINCIPIO, 2 Sin la voluntad divina que la quiere en la existencia, toda la realidad creada (material y espiritual) no podría haber sido. Dios quiere que las cosas sean, porque quiere darles el ser, por un designio amoroso. Las cosas creadas no derivan de Dios de modo necesario. Nada hay fuera de Dios ni dentro de Él que le obligue a crear. La libertad del acto creativo es una consecuencia directa de la trascendencia divina y de la distinción radical entre Dios y el mundo. Vaticano I afirma que Dios llevó a cabo la creación “con libérrimo designio” (Dei Filius, cap. 1 Dei 1). CRE 3 de 83 EN EL PRINCIPIO, 3 CCE 296 “Dios crea ‘de la nada’. Creemos que Dios no necesita 296: nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La Creación tam- poco es una emanación necesaria de la substancia divina. Dios crea libremente ‘de la nada’”. La creación a partir de la nada es un mis- terio de la fe, y presenta notables dificul- tades para la imaginación. La nada de la cual hablan los físicos en el marco de la teoría del Big Bang no es la nada de la doctrina cristiana, sino el “vacío” de algo preexistente. La noción de creación es teológica: se halla más allá de la ciencia empírica. 1
  • 2. 01/09/2010 CRE 4 de 83 EN EL PRINCIPIO, 4 Para los cristianos la creación del mundo implica que ha tenido un principio y no existe desde la eternidad. Se trata de una verdad de fe, definida en los Concilios IV de Letrán y Vaticano I I. La existencia del mundo desde la eternidad no repugna a la razón humana, en un nivel puramente especulativo. En contra de sus predecesores, Aristóteles defiende la tesis de que el mundo no tiene principio y no tendrá fin. CCE 299 “Porque Dios crea con sabiduría, la 299: creación está ordenada (...). Salida de la bondad divina, la creación participa en esa bondad (...). La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defen- der la bondad de la creación, comprendida la del mundo material”. CRE 5 de 83 EN EL PRINCIPIO, 5 El hecho de ser criatura no se refiere únicamente a ser originado sino también a la más honda estructura de ese ser que, debido a su contingen- cia, requiere una continua asistencia divina para existir. Las criaturas son conservadas en la exis- tencia por Dios. San Gregorio Magno, Moralia 16 “de tal modo depende de Dios 16: el ser de las criaturas todas que ni por un solo instante podrían sub- sistir, y volverían a la nada, si no fueran conservadas en el ser por la acción y la fuerza divina”. Dios no sólo da el ser a su criatura, “sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término” (CCE 301 CCE 301). CRE 6 de 83 EN EL PRINCIPIO, 6 Aunque bajo la letra de la Biblia haya un mo- delo de universo subyacente que corresponde a la época en que fue redactada, el interés del texto se dirige al horizonte de la voluntad de Dios. El Génesis no quiere atender a ningún tipo de hipótesis física. Decir que “en el prin- cipio” Dios creó los cielos y la tierra es saltar a un plano trascendente. CCE 287 “Más allá del conocimiento natural que todo hombre 287: puede tener del Creador, Dios reveló progresivamente a Israel el misterio de la Creación”. 2
  • 3. 01/09/2010 CRE 7 de 83 EN EL PRINCIPIO, 7 Ex 3, 13-14 “Moisés replicó: ‘Cuando me acerque a los hijos de 13-14: Israel y les diga ‘el Dios de vuestros padres me envía a vosotros’, y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles?’. Y le dijo Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”. Las criaturas no tienen todas las perfeccio- nes del ser: no “son”, sino que necesitan que alguien sea el origen de su ser. Dios no necesita de nada para ser: verdadera- mente “es”, porque no debe su ser a ningún otro. Tal realidad sitúa inmediatamente la diferencia radical entre Dios y lo creado. CRE 8 de 83 EN EL PRINCIPIO, 8 Gn 1, 3 “Dijo Dios: ‘Haya luz’. Y hubo luz”. 3: A través de la Palabra, que es la manifestación de su voluntad, Dios trae todo a la existencia. Siendo el único ser autosuficiente, no tiene necesidad de dar a participar de la existencia a ninguna de las criaturas. Guiados por la Revelación, vemos en la Creación a un Dios que quiere compartir la riqueza de su ser dando el ser a una infinidad de seres que reflejan su poder y su gloria. Decide comunicarse a quien no puede exigírselo. CRE 9 de 83 LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 1 Con la Encarnación del Verbo divino, los datos del Antiguo Testamento no son suprimidos, sino recolocados en un nuevo horizonte que permite en- tender con mayor profundidad las acciones divinas desde el origen del mundo. CCE 287 “El que eligió a los patriarcas, el que hizo salir a Israel 287: de Egipto y que, al escoger a Israel, lo creó y formó, se revela co- mo aquel a quien pertenecen todos los pueblos de la tierra y la tierra entera, como el único Dios que ‘hizo el cielo y la tierra’”. 3
  • 4. 01/09/2010 CRE 10 de 83 LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 2 San Pablo en Atenas: “yo vengo a anunciaros lo que veneráis sin conocer. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos fabrica- dos por hombres (...). Él hizo de un solo hombre, todo el linaje humano, para que habitase toda la faz de la tierra” (Hch 17, 23-26 Hch 23-26). De estas palabras se deduce que para los primeros cristianos predicar el Dios de Jesucristo va inmediatamente unido al pensamiento de la Creación divina, por- que sin esta realidad primera y capital no tiene sentido nada de lo que Dios ha obrado posteriormente. CRE 11 de 83 LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 3 Ef 1, 4 “en Él (Cristo) (Dios) nos eligió antes de la Creación del 4: mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia por el amor”. Recuerda a los Efesios que están llamados desde toda la eternidad a ser hijos de Dios. Todo el proyecto de nuestra santidad se encontraba ya presente en el momento de la Creación. Todo está organizado en función de nuestra llamada a participar de la vida divina en Cristo. CRE 12 de 83 LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 4 En la obra de la Creación las Personas divinas intervienen según su ser perso- nal característico, aun cuando, por tra- tarse de una obra “ad extra” de Dios, actúa toda la Trinidad como una uni- dad de esencia. CCE 292 “La acción creadora del Hijo y del Espíritu, insinuada 292: en el AT, revelada en la Nueva Alianza, inseparablemente una con la del Padre, es claramente afirmada por la regla de fe de la Iglesia: ‘Sólo existe un Dios (...): es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el Ordenador. Ha hecho todas las cosas por sí mismo, es decir, por su Verbo y por su Sabiduría’, ‘por el Hijo y el Espíritu’, que son como ‘sus manos’ (San Ireneo, Adv. haereses 2, 30, 9; San 4, 20, 1 La creación es la obra común de la Santísima Trinidad”. 1). 4
  • 5. 01/09/2010 CRE 13 de 83 LECTURA CRISTIANA DE LA CREACIÓN, 5 Col 1, 16-17 “En Él (Cristo) fueron creadas 16-17: todas las cosas, en los cielos y en la tierra (...). Todo fue creado por Él y para Él, Él existe con anterioridad a todo y todo subsiste en Él”. Símbolo niceno-constantinopolitano: “Creo niceno-constantinopolitano en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida”. Veni Creator “¡Ven, oh Espíritu, Crea- Creator: dor!”. La tarea del Espíritu Santo es crear en los corazones de todos los hombres y mujeres la imagen sobrenatural de su ser hijos de Dios. Todos los bienes naturales y sobrenaturales provienen del Espíritu, “Fuente de todo bien” (Liturgia bizantina, 2º Tropario de las Liturgia Vísperas de Pentecostés Pentecostés). CRE 14 de 83 EL AMOR DE DIOS, 1 “En su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar su bienaventuranza, ni para adquirir su perfección, sino para manifestarla por los bienes que otorga a sus criaturas, el solo verdadero Dios, en su libérrimo designio, en el comienzo del tiempo, creó de la nada a la vez una y otra criatura, la espiri- tual y la corporal” (Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius Vaticano Filius). El amor de Dios es la razón primera y última de la Creación. CRE 15 de 83 EL AMOR DE DIOS, 2 Vaticano I define que “el mundo ha sido creado para gloria de Dios” (Dei Filius, De Dios creador, can. 5). “La gloria de Dios consiste en Dei 5 que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. (...) El fin último de la crea- ción es que Dios, ‘Creador de todos los seres, se haga por fin ‘todo en todas las cosas’ (1 Co 15, 28 procurando al mismo tiempo su 1 28), gloria y nuestra felicidad’ (Ad gentes 2 (CCE 294 Ad 2)” CCE 294). El hombre debe tributar consciente y voluntaria- mente a Dios la gloria que le rinde de modo objetivo e inconsciente el resto de las criaturas visibles. La adoración del hombre a Dios supone colocar a Dios en el centro de la vida. 5
  • 6. 01/09/2010 CRE 16 de 83 EL AMOR DE DIOS, 3 El fin de las criaturas libres se corres- ponde con el fin del Creador. La feli- cidad del hombre se incluye en la glo- ria de Dios. Buscar la gloria de Dios, glorificarlo conociéndole y amándole constituye la suprema felicidad del hombre. “La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. (...) (El hombre) existe pura y simplemente por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive plenamente según la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se con- fía por entero a su Creador” (Gaudium et spes 19 Gaudium 19). CRE 17 de 83 EL AMOR DE DIOS, 4 CCE 295 “Creemos que Dios creó el 295: mundo según su sabiduría. Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad”. La existencia de los seres nos habla del amor de Dios. El hombre es fruto de una decisión providencial de Dios, que quiere lo mejor para él. La razón de fondo es esta naturaleza amorosa y sapiente de Dios, que al crear no está condicionada por nada. CRE 18 de 83 EL AMOR DE DIOS, 5 Los siete días de la Creación son días tomados en un sentido metafórico. Son etapas sucesivas en la acción de Dios, que responden al equilibrio y armonía que contemplamos en las realidades naturales. Dios comprueba cada día de la creación que lo que hizo es bueno. Está fuera de su intención crear nada defectuoso, man- chado o marcado por el mal. No hay seres radicalmente originados en el mal desde el principio. Veremos la aparición del mal más adelante. 6
  • 7. 01/09/2010 CRE 19 de 83 EL AMOR DE DIOS, 6 S. Tomás de Aquino, Prologo a 2 Senten- Senten- cias “Abierta su mano con la llave del amor, cias: surgieron las criaturas”. S. Buenaventura, I Sent 2 “(Dios ha creado) no para aumentar 2: su gloria, sino para manifestarla y comuni- carla”. Lo creado, en toda su bondad y grandeza, es el espejo de la “gloria de Dios”: es como un glorioso resplandor de la gloria de Dios, a través del cual los hombres pueden conocer al Dios Creador. Refleja también su voluntad, su grandeza, su belleza, de modo participado. CRE 20 de 83 EL AMOR DE DIOS, 7 Aunque todas las cosas creadas existen con una consistencia que podemos llamar meramente natural, no deja de ser verdad la lla- mada constante al amor con que han sido pensadas y queridas por Dios. Más aún, según San Pablo, “la creación ente- ra gime y sufre con dolores de parto hasta el momento presente” (Rm 8, 22 Las criaturas, Rm 22). creadas en el amor y para el amor, sólo alcan- zarán el gozo pleno en una existencia y en una vida para la gloria de Dios, “cuando Dios sea todo en todas las cosas” (1 Cor 15, 28 1 28). CRE 21 de 83 EL AMOR DE DIOS, 8 Vinculado con la verdad de la creación está la afirmación de la autonomía de las reali- dades terrenas. Gaudium et spes 36 “mu- 36: chos de nuestros contemporáneos parecen temer que, por una excesiva estrecha vin- culación entre la actividad humana y la religión, sufra trabas la autonomía del hombre, de la sociedad o de la ciencia”. “Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es abso- lutamente legítima esta exigencia de autonomía. (...) Responde a la voluntad del Creador” (Idem Idem). Pero... 7
  • 8. 01/09/2010 CRE 22 de 83 EL AMOR DE DIOS, 9 “Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usar- la sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece” (Idem Idem). “En el contexto de una ‘autonomía’ así en- tendida, es el hombre quien en realidad que- da privado de la propia autonomía con rela- ción al mundo, y acaba por encontrarse de hecho sometido a él” (Juan Pablo II, Au- Juan Au- diencia general, 02.04.1986 02.04.1986). CRE 23 de 83 EL AMOR DE DIOS, 10 A la autonomía de las realidades terrenas se vincula el problema de la ecología, “es decir, la preocupación por la protección y preservación del ambiente natural” (Juan Juan Pablo II, Audiencia general 02.04.1986 02.04.1986). “El desequilibrio ecológico, que supone siempre una forma de ego- ísmo anticomunitario, nace de un uso arbitrario -y en definitiva no- civo- de las criaturas, cuyas leyes y orden natural se violan ignoran- do o despreciando la finalidad que es inmanente en la obra de la creación. También este modo de comportamiento se deriva de una falsa interpretación de la autonomía de las cosas terrenas” (Idem Idem). “Cuando el hombre usa estas cosas sin referirlas al Creador (...) se hace a sí mismo daños incalculables” (Idem Idem). CRE 24 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 1 CCE 282 “La catequesis sobre la Creación reviste una importancia 282: capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: ‘¿De dónde venimos?’, ‘¿A dónde vamos?’, ‘¿Cuál es nuestro origen?’, ‘¿Cuál es nuestro fin?’, ‘¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?’”. Toda religión busca dar una respuesta a estas preguntas. Idem “Las dos Idem: cuestiones, la del y la orientación origen y la del fin, de nuestra vi- son inseparables. da y nuestro Son decisivas obrar”. para el sentido 8
  • 9. 01/09/2010 CRE 25 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 2 CCE 285 “Desde sus comienzos, la fe cristiana 285: se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuestión de los orígenes. Así, en las religiones y culturas antiguas encontra- mos numerosos mitos referentes a los orígenes”. El interés de la la Biblia se concentra en un problema de orden superior: CCE 284 “No se trata sólo de saber cuándo y cómo ha surgido 284: materialmente el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien por un Ser trascendente, inteligente y bueno, llamado Dios”. CRE 26 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 3 Las tradiciones religiosas antiguas han formulado sus intuiciones sobre el origen de lo real bajo la forma que conocemos como mito (creación poética cargada de un significado profundo y mis- terioso). No es lenguaje científico. La revelación de la creación en la Sagrada Escritura expresa su verdad envuelta en diferentes formas literarias. Dei Verbum 11 “La Santa Madre Iglesia, fiel 11: a la base de los apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíri- tu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia”. CRE 27 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 4 CCE 289 “Entre todas las palabras de la sagrada Escritura sobre la 289: creación, los tres primeros capítulos del Génesis ocupan un lugar único. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al co- mienzo de la Escritura de suerte que expresan, en su lenguaje so- lemne, las verdades de la creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocación del hombre, finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la salvación”. Idem “Leídas a la luz de Cristo, en la unidad Idem: de la sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la fuente principal para la catequesis de los mis- terios del ‘comienzo’: creación, caída, prome- sa de la salvación”. 9
  • 10. 01/09/2010 CRE 28 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 5 CCE 283 “La cuestión sobre los orí- 283: genes del mundo y del hombre es obje- to de numerosas investigaciones cien- tíficas que han enriquecido magnífi- camente nuestros conocimientos sobre la edad y las dimensiones del cosmos, del devenir de las formas vivientes, la aparición del hombre”. Idem “Estos descubrimientos nos in- Idem: vitan a admirar más la grandeza del Creador, a darle gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la sabidu- ría que da a los sabios e investigadores”. CRE 29 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 6 Los textos bíblicos nos hablan, en compa- ración con los avances de la ciencia, de otra cosa más honda e importante para la vida del hombre. Nos remiten a las ver- dades trascendentes. Nos hablan de un más allá de lo experimental, del origen absoluto de todas las cosas. Lo científico y lo religioso son dos horizontes de comprensión distintos, que no pueden contradecirse por tener ambos a Dios como autor. La fe no tiene reparos ante la investigación cientí- fica, más bien al contrario, pues la ciencia no supone más que una mejor comprensión de las obras de Dios. Cuanto más co- nocemos lo creado, tanto más nos acercamos al autor de todo. CRE 30 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 7 Hay un tipo de evolucionismo incompatible con la admisión de la creación: es una ideología materialista, que afirma que la materia tiene que dar cuenta de sí mismo y de sus propias transformaciones. Existe también un creacionismo a ultranza que excluye toda evolu- ción. Pero Juan Pablo II precisa (alocución, 26.04.1985 que “el alocución, 26.04.1985) debate en torno al modelo explicativo de evolución no encuentra obstáculos en la fe, con tal que la discusión permanezca en el con- texto del método naturalista y de sus posibilidades”. En un mensaje dirigido a la Academia Pontificia de las Ciencias (22.10.1996 Juan Pablo II afirmó que la teoría de la evolución es 22.10.1996), hoy día algo más que una hipótesis, y añadió que una interpretación filosófica de la evolución que no deje lugar para las dimensiones espi- rituales de la persona humana chocaría con la verdad acerca de la persona y sería incapaz de proporcionar el fundamento de su dignidad. 10
  • 11. 01/09/2010 CRE 31 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 8 “El Magisterio de la Iglesia no prohibe que (...) se trate en las in- vestigaciones y disputas de los entendidos en uno y otro campo, de la doctrina del ‘evolucionismo’ en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva y preexistente; pues la fe católica nos manda sostener que las almas son creadas inmediatamente por Dios” (Pío XII, Enc. Humani generis (1950) Pío (1950)). Juan Pablo II lo recuerda en la audien- audien- cia general 16.04.1986 por ejemplo. Juan Pablo II subraya que no se ve dificultad en explicar el origen del cuerpo del hombre mediante el evolucionismo, pero que “la doctrina de la fe afirma invariablemente que el alma espiritual del hombre ha sido creada directamente por Dios” (Idem Idem). CRE 32 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 9 La noción de Creación influye en la visión física del mundo, pero remite más bien a un plano más profundo de comprensión de la realidad: da razón, a la luz de la revelación divina, del mismo origen de todo, en un sentido metafísico y no sólo temporal, y relaciona este origen con el sentido final del mundo, su relación con Dios y con la historia de la Salvación. El origen del mundo y del hombre no se resuelve sólo con la explicación de su ser natural. El mun- do y el hombre están abiertos a una ordenación sobrenatural que les trasciende. Han sido creados con un fin, una vocación íntima: la comunión con Dios. Esta vocación del hombre a la comunión con Dios está en la raíz de su dignidad más alta. CRE 33 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 10 El creyente asiente a las verdades de Dios no porque vengan demos- tradas, sino porque su origen está en Dios, que no puede engañar: por eso son dignas de aprecio e incluso de sacrificio a la hora de ser congruentes con ellas. Los relatos bíblicos están llenos de significado sobre quién es Dios, el hombre, el mundo y cuál es el sentido trascendente de su realidad. Cumplen con la misión de enseñarnos quién es Dios, por qué ha creado al hombre y cómo ha querido desde siempre que fuera. Son relatos cargados de religión y de vida espiritual. No son biología ni astrofísica ni química..., sino fe y vida. 11
  • 12. 01/09/2010 CRE 34 de 83 CREACIÓN Y CIENCIA, 11 La fe no rechaza la ciencia, ni la ciencia debería dar la espalda a la fe. Son órdenes distintos del conocimiento humano que se complementan muy bien si no se cae en problemas estériles. No hay por tanto in- compatibilidad entre el relato del Génesis y los descubrimientos científicos. La ciencia puede iluminar muchos puntos que están a la puerta de la fe y permite al hombre creyente comprender mejor la grandeza de la creación y de la vocación del hombre. La fe puede dar una dimensión más profunda y elevada a la activi- dad del científico, que en cuanto hombre debe preocuparse de otras dimensiones de su existencia. CRE 35 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 1 La Providencia puede describirse como el conjunto de acciones y disposiciones por las que Dios lleva a cabo sus relaciones conti- nuas con el mundo y el hombre, con el fin de conducirlos hacia su perfección final. Consiste así en un gobierno del mundo, que abarca lo que ocurre en la naturaleza y en la historia, lo que afecta a las comunidades hu- manas y lo que atañe a la vida de cada indivi- duo. Vaticano II habla de ella como la “fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y de los acontecimientos de la vida humana” (Nostra aetate 2 Nostra 2). CRE 36 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 2 La Providencia (cuidado continuo que mantiene Dios con sus criaturas) “es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador: Dios actúa en las obras de sus criaturas” (CCE 308 CCE 308). “La Iglesia anuncia la Divina Providencia no por invención suya,... sino porque Dios se ha manifestado así, cuando ha revelado, en la historia de su pueblo, que su acción crea- dora y su intervención de salvación estaban indisolublemente unidas, formaban parte de un único plan proyectado en los siglos eter- nos” (Juan Pablo II, Catequesis sobre la Juan Providencia 4 4). 12
  • 13. 01/09/2010 CRE 37 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 3 La Providencia divina es un dato constante de la Escritura. Dios con- duce todo lo creado hacia el Bien, hacia el fin para el que las criaturas existen. Sal 145, 9 “Dios es bueno 9: con todos, y su misericordia se extiende a todas sus obras”. “Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, ‘alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura’ (Sb 8, 1 Porque ‘todo está Sb 1). desnudo y patente a sus ojos’ (Hb 4, 13 incluso lo que la Hb 13), acción libre de las criaturas producirá” (Vaticano I, Dei Filius 1 Vaticano 1). CRE 38 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 4 CCE 303 “La solicitud de la divina Providencia 303: es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, desde las cosas más pequeñas hasta los aconte- cimientos decisivos del mundo y de la historia”. Esta convicción implica que las cosas no suceden al azar o por casualidad, y que el orden causal del universo no deriva de una fuerza anónima o de agentes que actúen al margen de Dios. Se excluye especialmente la fatalidad, es decir, la idea supersticiosa de que el hombre se encuentra dominado por energías ocultas en el cosmos, que ejercerían sobre la existencia humana una influencia negativa e inexorable. Visión fatalista y no providente en la brujería. CRE 39 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 5 “En su poder Infinito, Dios podría siempre crear algo mejor” (S. Tomás, S. Th. I, q. 25, S. a. 6 Ha preferido el mundo tal como es: un 6). mundo que debe alcanzar su perfección. “Por tanto, con el bien físico existe también el mal físico, mientras la Creación no haya alcanzado su perfección” (Idem, Suma contra los genti- Idem, genti- les 3, 71 Estudiaremos el problema del mal 71). más adelante. CCE 308 Dios “es la causa primera que opera en y por las causas 308: segundas: ‘Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece’ (Flp 2, 13 Esta verdad, lejos de disminuir la Flp 13). dignidad de la criatura, la realza”. 13
  • 14. 01/09/2010 CRE 40 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 6 Por su providencia, Dios ha previsto que el hombre fuera partícipe libremente de la vida bienaventurada, y le ha salido al encuentro. Pero el hombre puede rechazar la llamada a esa vida bienaventura- da y considerar los acontecimientos históricos como resultado ex- clusivo de las acciones del hombre, sin reparar en su dimensión de eternidad. Sin embargo, estos acontecimientos se mueven en las manos amorosas de Dios, que no quiere el mal en la historia, pero lo permite por respeto a la libertad creada y porque de esos males puede sacar bienes. La providencia infalible de Dios no fuerza la acción libre de las criaturas racionales. No sabremos el sentido pleno de la historia has- ta el final de los tiempos. CRE 41 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 7 La presencia providente de Dios lo invade absolutamente todo. Ni los lugares recónditos son un problema para su mirada, ya que Dios ve desde el interior del ser. Esta presencia de Dios se llama “presencia de inmensidad”. Sal 139, 7-10 “¿Adónde alejarme de tu 7-10: espíritu? ¿Adónde huir de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás Tú; si bajo hasta el ‘Sheol’, allí te encuentras, si monto en las alas de la aurora y habito en los confines del mar, también allí me guiará tu mano, me sujetará tu diestra”. CRE 42 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 8 CCE 305 “Jesús pide un abandono filial en la 305: providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: ‘No an- déis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber? (...). Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6, 31-33 Mt 31-33)”. En Cristo, los cristianos aprenden la confianza en su Padre Dios. No hay nada para un cristiano que no provenga de la mano amo- rosa de Dios, porque ni siquiera los momentos más duros de la existencia están alejados de la voluntad de Dios. Rom 8, 28 28: “Todo coopera al bien de los que aman a Dios”. 14
  • 15. 01/09/2010 CRE 43 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 9 Los santos, ante las adversidades más extremas, no dejan de invo- car a Dios para que puedan verse libres de la amenaza, pero sobre todo para que se cumpla el designio amoroso de Dios. Por eso no tienen temor ante el dolor ni la muerte, ya que las adversidades de la tierra no pueden más que unirles al cuerpo doliente del Señor. Santo Tomás Moro, poco antes de su martirio, para consuelo de su hija: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor” (cfr. CCE 313 313). CRE 44 de 83 EL MAL, 1 El ser humano advierte la existencia de un mal que proviene de la naturaleza: fenómenos que aparecen como ligados a los límites propios de las criaturas. El hombre quiere naturalmente vivir y vivir con bienestar material. Si se deja llevar por la visión terrena, cualquier atentado contra esta situación se valora como mal, sobre todo si implica la muerte, ante la cual los demás males se consideran en menos. Suele distinguirse entre mal físico (se produce en el mundo de la naturaleza, como consecuencia de la imperfección material) y mal moral (se produce por la desviación de la libre decisión de los án- geles y de los hombres en el camino hacia su destino último). El mal moral es el pecado. CRE 45 de 83 EL MAL, 2 San Basilio “No vayas a Basilio: podrá ponerse nunca suponer que Dios es la ante los ojos su sustan- causa de la existencia del cia, como existiendo mal, ni a imaginarte que verdaderamente. Por- el mal tiene una subsis- que el mal es la priva- tencia propia. La perver- ción del bien” (PG 31, PG sidad no subsiste como 341). 341 si fuera algo vivo, ni “Ninguna naturaleza absolutamente hablando es mala. Este nombre de mal no se da más que a la privación del bien” (San Agustín, San Sobre la Ciudad de Dios 11, 2222). 15
  • 16. 01/09/2010 CRE 46 de 83 EL MAL, 3 CCE 311 “Los ángeles y los hombres, 311: criaturas inteligentes y libres, (...) pue- den desviarse. De hecho pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo, incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral. Sin embargo, lo permite, res- petando la libertad de su criatura, y, mis- teriosamente, sabe sacar de él el bien”. CCE 390 “La Revelación nos da la certeza de que toda la historia 390: humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres”. CRE 47 de 83 EL MAL, 4 CCE 398 “En este pecado (original), el hombre se prefirió a sí 398: mismo en lugar de Dios, y por ello despreció a Dios (...). El hom- bre, creado en un estado de santidad, estaba destinado a ser plena- mente ‘divinizado’ por Dios en la gloria. Por la seducción del dia- blo quiso ‘ser como Dios’, pero sin Dios, antes que Dios y no según Dios”. CCE 400 “La armonía en la que se encontra- 400: ban (...) queda destruida; el dominio de las fa- cultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra; la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (...). La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil (...). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad”. CRE 48 de 83 EL MAL, 5 El pecado es el mal radical, el origen de todos los males. Es ofensa a Dios, “amor de sí hasta el desprecio de Dios” (San Agustín, De civitate Dei 14, 28 San 28). El pecado es el verdadero mal por- que de él provienen los demás ma- les en el mundo, entre los que se encuentra el mal físico. Las conse- cuencias del pecado son devastado- ras: envidia, sufrimiento, dolor, penas, tristeza, corrupción, ceguera, frialdad de corazón, etc.. 16
  • 17. 01/09/2010 CRE 49 de 83 EL MAL, 6 Los Evangelios nos muestran con gran frecuen- cia a Jesús en íntimo contacto con el sufrimien- to de los hombres. El Señor deja que se le acer- quen los pobres, los enfermos, los endemonia- dos, los pecadores y todos los que son víctima de desgracias e infortunios humanos. Sin haber cometido pecado alguno, Jesús se abraza decididamente al dolor, por amor al Padre y a los hombres. Sufre personalmente hasta la muerte de Cruz a pesar de ser inocente. “Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscu- ridad” (Gaudium et spes 22 Gaudium 22). CRE 50 de 83 EL MAL, 7 Cristo nos redime y nos salva a través de la Cruz. Desde ese momento el hombre puede descubrir la fuente de bien que esconde el dolor. Para una persona, según la disposición interior que tenga, el sufrimiento puede ser redentor y purificador del alma si, como Cristo, se recibe en ofrenda de agradable entrega a la voluntad y amor divinos. El dolor y el sufrimiento son males no queridos por Dios al crear. Gracias al valor redentor y purificador de la Cruz de Cristo, se han convertido en un gran valor de purificación, expiación y re- dención. CRE 51 de 83 LOS ÁNGELES, 1 CCE 328 “La existencia de seres 328: espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitual- mente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición”. También es verdad de fe la existencia de los demonios, a quienes se hace referencia en tantos lugares de la Escritura: Jesús los combate en muchos pasajes, se recogen los exorcismos del Señor como una de sus actividades inherentes al Reino de Dios, etc.. En la vida de los santos siempre está presente su relación con los ángeles que Dios pone a nuestro lado durante la vida terrena. 17
  • 18. 01/09/2010 CRE 52 de 83 LOS ÁNGELES, 2 CCE 333 “En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen 333: inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello”. Al no estar compuestos por nada material no hay posibilidad de descomposición ni, por tanto, de muerte para los ángeles, aun- que en ocasiones se manifiestan a los hom- bres de forma visible y lo hacen adoptando la imagen humana. Dios confía a unos un papel importante en el caminar del hombre so- bre la tierra, aunque otros viven exclusivamente para alabar a Dios. CRE 53 de 83 LOS ÁNGELES, 3 CCE 329 “San Agustín dice respecto a ellos: ‘el nom- 329: bre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si pre- guntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel’ (Comentario sobre los Salmos 103, 1, 15 Comentario 15)”. Idem “Con todo su ser, los ángeles son servidores y Idem: mensajeros de Dios. Porque contemplan ‘constante- mente el rostro de mi Padre que está en los cielos’ (Mt 18, 10 son ‘agentes de sus órdenes, atentos a Mt 10), la voz de su palabra’ (Sal 103, 20 Sal 20)”. CRE 54 de 83 LOS ÁNGELES, 4 CCE 331 “Cristo es el centro del mundo de 331: los ángeles. Los ángeles le pertenecen: ‘Cuan- do el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles...’ (Mt 25, Mt 31). Le pertenecen porque fueron creados por 31 y para Él: ‘Porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visi- bles y las invisibles, los Tronos, las Domina- ciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por Él y para Él’ (Col 1, 16 Le Col 16). pertenecen más aún porque los ha hecho men- sajeros de su designio de salvación: ‘¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?’ (Hb 1, 14 Hb 14)”. 18
  • 19. 01/09/2010 CRE 55 de 83 LOS ÁNGELES, 5 CCE 392 “La Escritura habla de un pecado de estos ángeles. Esta 392: ‘caída’ consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encon- tramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: ‘Seréis como dioses’ (Gn 3, 5 Gn 5)”. “El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos” (Letrán IV(1215) Letrán IV(1215)). CRE 56 de 83 LOS ÁNGELES, 6 “No hay arrepentimiento para ellos (los demonios) después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte” (San Juan Damasceno, la fe ortodoxa 2, 4 San 4). CCE 395 “El poder de Satán no es infinito. No 395: es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios”. Su acción “es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hom- bre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero ‘nosotros sabe- mos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman’ (Rm 8, 28 (Idem Rm 28)” Idem). CRE 57 de 83 LOS ÁNGELES, 7 Asistencia de los ángeles en el AT: En el cierre del Paraíso; ayuda a Lot; a Agar; en el sacrificio de Isaac; en el camino del Éxodo, etc.. Asistencia a los profetas (Elías...); anuncio de grandes acontecimientos como las vocaciones de personajes decisivos en la historia de Israel (Gedeón...) o como los nacimientos de jueces (Sansón...), etc.. 19
  • 20. 01/09/2010 CRE 58 de 83 LOS ÁNGELES, 8 Asistencia de los ángeles en el NT NT: San Gabriel: anunciación de Juan Bautista y de Jesús. Intervención de los ángeles en toda la historia de la salvación. En la vida de Cristo: ángeles y los pastores en Belén; en el desierto para preparar su misión pública; en el Huerto de los Olivos, en el anun- cio de la Resurrección de Cristo, etc.. CRE 59 de 83 LOS ÁNGELES, 9 Abundantes citas de los Hechos de los Apóstoles que hacen referencia a la vida de comunión de los primeros cristianos con sus ángeles. Toda la vida de la Iglesia se beneficia de la ayuda misteriosa y po- derosa de los ángeles. CCE 336 sobre los ángeles: “Desde la infancia a la muerte, la vida 336, humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. ‘Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida’ (San Basilio, Contra Eunomio 3, 1 San 1). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios”. CRE 60 de 83 LOS ÁNGELES, 10 Es legítimo el culto de veneración a los ángeles como a los santos. Los Padres de la Iglesia se ven obligados a combatir tanto a los que adoran como a los que desprecian a los ángeles. San Agustín insiste (en De la verdadera religión 55 en que sólo a 55) Dios se debe el culto de latría (adoración), pero dice que los santos y los ángeles pueden ser objeto de un legítimo homenaje. El Concilio II de Nicea (787) definió que “han de exponerse las sagradas y santas imágenes (...) de nuestro Señor (...) Jesucristo, de la Inmacula- da Señora nuestra la santa Madre de Dios, de los preciosos ángeles y de todos los santos y vene- rables”, y que estas imágenes pueden ser lícita- mente veneradas, aunque sin culto de latría. 20
  • 21. 01/09/2010 CRE 61 de 83 EL HOMBRE, 1 San Juan Crisóstomo, Sermón sobre el Génesis 2, 1 “¿Cuál es, 1: pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la Creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la Creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta Él y se sentara a su derecha”. CRE 62 de 83 EL HOMBRE, 2 CCE 362 “La persona humana, creada a 362: imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que ‘Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente’ (Gn 2, 7 Gn 7)”. “A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana o toda la persona humana. Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre y de más valor en él, aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: ‘alma’ significa el principio espiritual en el hombre” (CCE 363 CCE 363). CRE 63 de 83 EL HOMBRE, 3 El alma es inmortal porque es inma- terial y no puede sufrir corrupción. Es la sede de las potencias superio- res (inteligencia, voluntad) gracias a las cuales el hombre goza de la libertad. El hombre es capaz, por su alma, de las cosas superiores en el espíritu, como son el amor a Dios y a lo creado, el entendimiento de lo que conoce por los sentidos y de las realidades de la fe... La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios. El alma no es “producida” por los padres, y es inmortal. 21
  • 22. 01/09/2010 CRE 64 de 83 EL HOMBRE, 4 Gaudium et spes 14 “No es lícito al hombre despreciar la vida 14: corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día”. CCE 364 “El cuerpo del hombre par- 364: ticipa de la dignidad de la ‘imagen de Dios’: es cuerpo humano precisamen- te porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona huma- na la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu”. CRE 65 de 83 EL HOMBRE, 5 “El cuerpo, en su masculinidad y feminidad, está llamado ‘desde el principio’ a convertirse en la manifestación del espíritu. También mediante la unión conyugal del hombre y de la mujer, cuando se unen formando ‘una sola carne’” (Juan Pablo II, Juan Audiencia general, 22.10.1980 Mediante esta 22.10.1980). unidad, “el cuerpo, en su masculinidad y femini- dad, asume el valor de signo -signo en cierto sen- tido- sacramental” (Idem Idem). “Mientras para la mentalidad maniquea el cuerpo y la sexualidad constituyen, por decirlo así, un ‘antivalor’, para el cristianismo, en cambio, ambos permanecen siempre como un valor no suficien- temente apreciado” (Idem Idem). CRE 66 de 83 EL HOMBRE, 6 CCE 365 “La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda 365: que se debe considerar al alma como la ‘forma’ del cuerpo; es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza”. Cuando el hombre muere, se produce la separación de estos dos principios huma- nos: el cuerpo, que se descompone pau- latinamente separado del alma, y el espí- ritu, que no puede sufrir descomposición y queda en un estado autónomo. 22
  • 23. 01/09/2010 CRE 67 de 83 EL HOMBRE, 7 CCE 1022 “Cada hombre, después 1022: de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación, bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo, bien para condenarse inmediatamente para siempre”. San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias 57 “A la tarde te 57: examinarán en el amor”. El alma “no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final” (CCE 366 CCE 366). CRE 68 de 83 EL HOMBRE, 8 El primer hábitat que Dios dispensa al hombre es un jardín: un lugar especial- mente adecuado y maravilloso para el disfrute de todo lo creado. Gn 2, 15 “El Señor Dios tomó al hombre 15: y le colocó en el jardín de Edén para que lo trabajara y lo cuidara”. La realidad humana del trabajo aparece desde el instante en que Dios coloca al hombre en el Edén y le encarga su custodia y su atención. Aparece antes del pecado original: el hombre es creado para trabajar. “El hombre nace para trabajar, como las aves para volar” (San Josemaría, Amigos de Dios 57 San 57). CRE 69 de 83 EL HOMBRE, 9 CCE 378 “Signo de la familiaridad es el hecho de que Dios lo 378: coloca (al hombre) en el jardín. (...) El trabajo no le es penoso, sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible”. CCE 2428 “En el trabajo, la perso- 2428: na ejerce y aplica una parte de las capacidades, inscritas en su natu- raleza. El valor primordial del tra- bajo pertenece al hombre mismo, que es su autor y su destinatario”. 23
  • 24. 01/09/2010 CRE 70 de 83 EL HOMBRE, 10 A partir de la caída de nuestros primeros padres, el trabajo viene asociado al cansancio, a la fatiga. A partir de ese momento, la vida del hombre se separa de la voluntad de Dios y las realidades de su vida no estarán siempre plenamente integra- das en la vocación humana y sobre- natural del hombre al amor de Dios. Dios destinó a los primeros padres de la raza humana, y en ellos a todos los hombres y mujeres que vendrían, a la felicidad. Sólo la desobediencia al precepto divino es causante de la dificultad con que se encuentra el hombre para llegar a ella. CRE 71 de 83 EL HOMBRE, 11 CCE 2427 “El trabajo honra los dones del Creador y los talentos 2427: recibidos. Puede ser también redentor. Soportando el peso del tra- bajo, en unión con Jesús, el carpintero de Nazaret y el crucificado del Calvario, el hombre colabora en cierta manera con el Hijo de Dios en su obra redentora. (...) El trabajo puede ser un medio de santificación y de animación de las realidades terrenas en el espí- ritu de Cristo”. “El trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se ordena al amor” (San Josemaría, Es Cristo que San pasa 48 48). San Josemaría el trabajo es el quicio de nues- Josemaría: tra santificación (cfr. Amigos de Dios 81 81). CRE 72 de 83 EL HOMBRE, 12 CCE 374 “El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino 374: también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva crea- ción en Cristo”. “Adán y Eva fueron constituidos en un estado de santidad y de justicia original. Esta gracia de la santidad original era una participación de la vida divina” (CCE 375 CCE 375). CCE 367 “A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. 367: Así San Pablo ruega para que nuestro ‘ser entero, el espíritu (...), el alma y el cuerpo’ sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5, 23 La Iglesia enseña que esta distinción no intro- 1 23). duce una dualidad en el alma. ‘Espíritu’ significa que el hombre está ordenado desde su creación a un fin sobrenatural, y que su alma es capaz de ser elevada gratuitamente a la comunión con Dios”. 24
  • 25. 01/09/2010 CRE 73 de 83 EL HOMBRE, 13 Adán y Eva fueron elevados al orden so- brenatural, que consiste en la participa- ción en la vida divina: tienen así un des- tino sobrenatural, que quiere decir supe- rior a su capacidad por naturaleza. Dones preternaturales: CCE 376 “Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones 376: de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir ni sufrir. La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer, y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado ‘justicia original’”. CRE 74 de 83 EL HOMBRE, 14 Así, además de la elevación al orden sobrenatural, nuestros prime- ros padres gozaban de los dones preternaturales, no exigidos por la naturaleza, pero congruentes con ella: la perfeccionaban en línea natural. Concretamente, estos dones suponían que no había muer- te, ni sufrimientos, las “pasiones” humanas estaban dominadas por la inteligencia, y la voluntad se movía derechamente al bien. Los dones preternaturales acompañan y son un reflejo de los dones sobrenaturales, como se pone de manifiesto en que con el pecado desapa- recen ambos. CRE 75 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 1 Gn 3, 4 “La serpiente dijo a la mujer: ‘No moriréis en modo alguno; 4: es que Dios sabe que el día que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’”. Dios había recordado a Adán y Eva el peligro de la desobediencia (“si coméis del fruto, moriréis”) no porque quisiera el castigo de los hombres, sino para prevenirles del camino que se abre fuera de la unión con Dios. El tentador les ofrece una divini- zación falsa por no tener en cuen- ta la Ley y el Amor de Dios para ellos. Es “padre de la mentira” (Jn 8, 44 Jn 44). 25
  • 26. 01/09/2010 CRE 76 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 2 El hombre tiene en su libertad el destino de sus pasos, y puede de- cidir en cada instante si se dirige a la meta querida por Dios o si prefiere darle la espalda. Es el “mysterium iniquitatis” (2 Ts 2, 7 2 7). San Josemaría, Es Cristo que pasa 6 “los ojos 6: del alma se embotan; la razón se cree autosufi- ciente para entender todo, prescindiendo de Dios. Es una tentación sutil, que se ampara en la digni- dad de la inteligencia, que nuestro Padre Dios ha dado al hombre para que lo conozca y lo ame li- bremente. Arrastrada por esa tentación, la inteli- gencia humana se considera el centro del Univer- so, se entusiasma de nuevo por el ‘seréis como dioses’ y, al llenarse de amor por sí misma, vuelve la espalda al amor de Dios”. CRE 77 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 3 Gn 3, 7-8: “Entonces se les abrieron los ojos y 7- conocieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y la mu- jer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín”. Empezaron a ver (visión, inteligencia y voluntad) con la perspecti- va de la malicia, del amor propio desordenado. Sus cuerpos, hasta el momento perfectamente sujetos al alma, comienzan a solicitar un papel que desborda la capacidad de dominio presente en su cora- zón (se ciñen). No sólo están alteradas las relaciones entre ellos, sino las relaciones con los seres creados y con Dios, que no les dejó aban- donados. CRE 78 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 4 CCE 404 responde a la pregunta: “¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes?”. “Todo el género humano es en Adán ‘como el cuerpo único de un único hombre’ (Santo Tomás, De malo 4, 1, c Por esta unidad Santo c). del género humano, todos los hombres están implicados en el peca- do de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo”. “Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la re- velación que Adán había recibido la santidad y la justicia origina- les no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cedien- do al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído”. 26
  • 27. 01/09/2010 CRE 79 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 5 CCE 404 sigue: “Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humani- dad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales”. “El pecado original es llamado ‘pecado’ de manera análoga: es un pecado ‘contraído’, ‘no cometido’, un estado y no un acto”. CRE 80 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 6 “Aunque propio de cada uno, el pecado original no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida” (CCE 405 CCE 405). La naturaleza humana quedó herida por el pecado original. Concretamente están heridos la inteligencia (ignorancia), la voluntad (malicia), el ape- tito irascible (debilidad) y el apetito concupiscible (con- cupiscencia). CRE 81 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 7 “El Bautismo, dando la vida de la gra- cia de Cristo, borra el pecado origi- nal y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual” (CCE 405 CCE 405). El influjo del mal que comienza con el pecado original no se reduce a la esfera personal del individuo. Después del pecado, el mundo “todo entero yace en poder del maligno” (1 Jn 5, 19 Esta situación 1 19). dramática “hace de la vida del hombre un combate” (CCE 409 CCE 409). 27
  • 28. 01/09/2010 CRE 82 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 8 “A través de toda la historia del hom- bre se extiende una dura batalla con- tra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin gran- des trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (Gaudium et spes 37 Gaudium 37). CRE 83 de 83 EL PECADO ORIGINAL, 9 San Josemaría, Es Cristo que pasa 73: “Cristo, que es nuestra paz, es 73 también el Camino. Si queremos la paz, hemos de seguir sus pasos. La paz es consecuencia de la guerra, de la lucha, de esa lucha ascética, ínti- ma, que cada cristiano debe soste- ner contra todo lo que, en su vida, no es de Dios: contra la soberbia, el egoísmo, la superficialidad, la estre- chez de corazón”. 28