1. 60 PALABRA — Enero 2016
TEOLOGÍA DEL SIGLO XX
FRANCIA
—TEXTO Juan Luis Lorda
MarcelLeGuillounacióel25dediciembrede
1920 en Servel, pueblecito de Bretaña (Fran-
cia), hoy incorporado al municipio de Lan-
nion. Su padre era suboficial de intendencia
de la marina (furriel) y su madre servía de
costurera por las granjas del entorno. Fue
un estudiante brillante (salvo en gimnasia),
y ganó una beca para los estudios secunda-
rios.CuandolafamiliasetrasladóaParís,pu-
do acceder al famoso Lycée Henri IV de esa
ciudad, y prepararse para la École Normale
Supérieure, centro top del sistema educati-
vo francés. Es fruto, por tanto, del premio al
mérito, que es una de las mejores cosas de la
República francesa.
Conlaguerraylaocupaciónalemana(1939),
comenzó a dar clases en el seminario menor
deLannion,dondeestudiabasuhermanope-
queño.Yallísegestósuvocación,queatribu-
ye, sobre todo, a la piedad de su madre. De-
cide hacerse dominico. Su padre quiere que
termine la carrera, y obtiene la licenciatura
de Letras clásicas (gramática y filología). En
1941comienzaaestudiarteologíaenLeSaul-
choir, famosa facultad de los dominicos en
París. Allí obtiene la licenciatura de filoso-
fía en 1945 y la de teología en 1949; y enseña
Teología moral.
Vocación y trabajos ecuménicos
Desde el primer curso en Le Saulchoir, ha-
bía asistido junto con Yves Congar a reunio-
nes con teólogos y pensadores ortodoxos.
Le interesa muchísimo. Por ese motivo, sin
dejar Le Saulchoir, se incorpora (1952) a un
instituto que desde 1920 promovían los do-
minicos, y que se renueva entonces con el
nombre de “Centro Istina”. El centro renueva
también su revista sobre Rusia y cristian-
dad (Russie et chrétienté) y le pone el mismo
nombre (1954). Probablemente Istina es la
revista católica más conocida sobre la teo-
logía y espiritualidad oriental (cristiana).
Le Guillou colabora con entusiasmo mien-
tras prepara su tesis doctoral en teología,
Marie-Joseph Le Guillou es un teólogo
muy completo. Trabajó en los grandes
campos de la teología del siglo XX: ecle-
siología,ecumenismo,teologíadelConci-
lioyteologíadelmisterio;yreaccionócon
lucidez ante la crisis posconciliar.
Ábside de basílica del Sacre Coeur
de Montmartre, a la que
M.-J. Le Guillou estuvo ligado.
RAZONES
teologia sxx ene.indd 60 22/12/15 15:00
2. Enero 2016 — PALABRA 61
La teología de Le Guillou
que será al mismo tiempo, de eclesiología
y ecumenismo.
En la primera parte estudia la historia del
movimiento ecuménico en el ámbito pro-
testante, y las posiciones ortodoxas, hasta la
constitución del Consejo Ecuménico de las
Iglesias.Leinteresanlagénesisdeeseesfuer-
zoylanaturalezateológicadelosproblemas
que surgen. En la segunda parte, estudia la
historia de las divisiones y de las controver-
sias confesionales hasta el inicio del diálogo.
La Iglesia católica ha debatido para conser-
varsuidentidad,perotambiénperteneceasu
identidad y a su misión intentar reconciliar
lasdivisiones.Esprecisoestudiarcómoseha
entendido la Iglesia a sí misma en este sen-
tido en la historia. En ese contexto, destaca
nociónlacomunión,queseráunadelasclave
de la eclesiología conciliar.
Tras el Concilio, el término “comunión”
será el más usado para definir la Iglesia y
como forma de compendiar lo que dice el
número 1 de Lumen Gentium: “La Iglesia es
en Cristo, como un sacramento, o sea signo
e instrumento de la unión íntima con Dios y
de la unidad de todo el género humano”. Pero
entonces no era así. Ese término, que tiene
un valor canónico, teológico y espiritual, se
pone en primer plano como consecuencia
del diálogo ecuménico. Le Guillou es uno de
los que contribuyen a difundirlo. Obtiene el
doctorado (1958) y la tesis se publica en dos
volúmenes: Misión y unidad. Las exigencias
de la comunión (1960).
Desde 1952, enseña teología oriental en Le
Saulchoir, y en 1957 pasa varios meses en el
monte Athos, república monástica ortodoxa
en Grecia. Allí se hace querer y contempla la
ortodoxia en vivo. Todo esto le permite pu-
blicarunpequeñolibroElespíritudelaOrto-
doxia griega y rusa (1961) en una interesante
coleccióndepequeñosensayos(Enciclopedia
delcatólicodelsigloXX),traducidaalcastella-
no por Casal i Vall (Andorra). El libro, breve
yacertado,gustóalosteólogosortodoxosde
París, que se reconocieron en él. Todavía es
muy útil (como otros títulos de aquella sor-
prendente “enciclopedia”).
La teología del misterio y el rostro del re-
sucitado
A Le Guillou le llegan por un lado los ecos de
la renovación teológica litúrgica y bíblica; y
porotro,elcontactoconlaortodoxia.Estole
impulsa a hacer una teología que refleje me-
Algunoslibros
deLeGuillouenespañol
jor el sentido del misterio revelado en la Es-
critura, celebrado en la Liturgia y vivido por
cada cristiano. Emprende entonces un gran
ensayo de síntesis Cristo y la Iglesia. Teología
del Misterio (1963), donde, partiendo de San
Pablo, hace un largo recorrido histórico so-
bre la categoría de “misterio”, para terminar
con el misterio en Santo Tomás de Aquino.
La verdadera teología no es especulación, es
parte de la vida cristiana.
Son años emocionantes. Sigue con interés
eldesarrollodelConcilioVaticanoII,yasiste
comoasesordealgunosobispos.Además,da
numerosas conferencias. El trabajo de sín-
tesis que acababa de hacer sobre el misterio
cristiano le permite contemplar la teología
del Concilio con una gran unidad, y prepara
unensayodeconjunto:Elrostrodelresucitado
(1968).Elsubtítuloreflejaloquepiensa:Gran-
dezaprofética,espiritualydoctrinal,pastoral
y misionera del Concilio Vaticano II. Para Le
Guillou,CristoeselrostrodeDiosenelmun-
do;ylaIglesialohacepresente;transparentar
el rostro de Cristo es un reto y una exigencia
para cada cristiano. Todo lo que ha dicho el
Concilio se inserta allí.
Años difíciles
Con todo, algo no marcha. Durante el mismo
Concilio,observaquehayquienseloapropia
invocando un “espíritu del Concilio”, que va
a acabar sustituyendo a la experiencia ecle-
sial y a la misma letra del Concilio. Le dis-
gustan también las celebraciones intercon-
fesionales, donde no se respeta la identidad
de la liturgia recibida. Observa la tonalidad
fuertementepolíticaeideológicadealgunos.
Y con Olivier Clément (teólogo ortodoxo) y
Juan Bosch (dominico) escribe Evangelio y
revolución (1968).
La“revolución”callejerayestudiantildel68
viene seguida de la contestación eclesiástica
a la encíclica de Pablo VI Humanae vitae; y
al disenso teológico europeo se añade la ten-
denciarevolucionarialatinoamericana.Pero
el misterio de Cristo no es el de un revolucio-
nario sino el del “Siervo sufriente”: por eso,
con cierto tono poético, reivindica la figura
de Cristo en El inocente (Celui qui vient d’ai-
lleurs, l’Innocent): la revolución salvadora
de Cristo es su muerte y su resurrección. Se
apoyaentestimoniosliterariosparamostrar
las intuiciones de la salvación (empezando
por Dostoievsky), y recorre la Escritura pa-
Tu palabra
es el amor
232 páginas
BAC, 2015
Meditaciones y ho-
milías para el ciclo
C, tomando el mis-
terio de Dios como
punto de partida.
El inocente
310 páginas
Monte Carmelo,
2005
Presenta el misterio
de Cristo: su revo-
lución es su muerte
y su resurrección.
El rostro
del resucitado
423 páginas
Encuentro, 2015
LeGuillouofreceun
ejemplodela“her-
menéuticadelare-
novación”planteada
porBenedictoXVI.
PASA A PÁGINA 10 à
Marie-Joseph Le Guillou,
en audiendia con Juan Pablo II.
teologia sxx ene.indd 61 22/12/15 15:00
3. 62 PALABRA — Enero 2016
RAZONES MARIE-JOSEPH LE GUILLOU
àVIENE DE PÁGINA 7
ra rescatar la figura de un salvador que ha
encarnado la enorme paradoja de las bien-
aventuranzas.
Urgencias teológicas
En 1969, Pablo VI le incluye en la Comisión
Teológica Internacional que acaba de crear.
Esto le permite departir con grandes ami-
gos (De Lubac), aunque alguno le sorprende
(Rahner). Además le obliga a estar enterado
de todos los temas debatidos. A él, que había
alcanzadounavisiónsintética,selehacepa-
tentequeestáirrumpiendounatransforma-
ción del misterio cristiano. Lo ve como una
nueva gnosis, una profunda contaminación
ideológica.
Ylosienteespecialmente,cuandoesllama-
doaprepararelsínododelosobisposde1971,
dedicado al sacerdocio. Trabaja incansable-
mente en la preparación de los documentos,
hasta dañarse la salud. Y sale convencido de
queesnecesariocontrarrestarlanuevagno-
sis.Intentaponerenmarchaunarevista(Ad-
ventus) que sirva de contrapeso a Concilium,
a la que también había pertenecido, pero se
tropieza con la resistencia de los alemanes
(von Balthasar) y se pliega. Después, tiene la
generosidad de sumarse a la edición france-
sa de la revista Communio, promovida entre
otros por Von Balthasar.
Escribe un apasionado ensayo El misterio
delPadre.Fedelosapóstoles,Gnosisactuales
(1973). Allí, por un lado, presenta el misterio
cristiano como había hecho en El Inocente;
y por otro, discierne el carácter ideológico
de muchas desviaciones, especialmente las
que proceden de la contaminación marxis-
ta. Frente a hermenéuticas que disuelven la
fe reafirma la “hermenéutica del testimonio
cristiano”,presentadaporlosPadresylosteó-
logoscristianos(aunquesimpatizapococon
la soteriología de San Anselmo). Está seguro
dequevaaescandalizar,peromásbienqueda
orillado, porque se considera de mal gusto
mencionarquelasituaciónesmala.Todoes-
to se refleja en sus diarios y anotaciones; en
parte publicados (Flashes sur la vie du Père
M.J. Le Guillou, 2000).
Espiritualidad
Sinabdicardeeseesfuerzotitánico,noaban-
dona lo ordinario, que para él es la predica-
ción.Desdequesehizodominicohatomado
concienciadequesuvocaciónespredicar.Lo
mencionamuchasvecesensusnotas.Danu-
Sacre-Coeur, a quienes predica y redacta sus
constituciones. Con el permiso de sus supe-
riores,seretirafinalmenteaunadesuscasas
(Prieuré de Béthanie). Así tiene la fortuna de
que su archivo y su documentación quede
perfectamente guardada.
Y se crea una asociación de amigos. Con su
ayuda,sehanpodidopublicarpóstumamen-
te muchos textos de carácter espiritual que
tenía guardados. El profesor Gabriel Richi,
delaFacultaddeteologíadeSanDámaso,ha
puestoenordenesearchivo;ysehaocupado
de la reciente edición castellana de muchas
desusobras.Alosprólogosdeesoslibrosya
otros de sus estudios hay que agradecer mu-
chos datos que aquí se recogen. n
merosos cursos y empieza a atender a la co-
munidaddebenedictinasdelSacreCoeurde
Montmartre.Entreotrascosas, hayquenotar
un ciclo completo de predicaciones para el
añolitúrgico(ciclosA,ByC),quetambiénse
ha traducido al castellano.
Entiende que la fuerza de la Iglesia es la
espiritualidad y que la situación no puede
arreglarse sólo en el plano doctrinal o dis-
ciplinar. Por eso escribe Los testigos están
entre nosotros. La experiencia de Dios en el
Espíritu Santo (1976), en la línea de la “her-
menéutica del testimonio” de que había ha-
blado. Recorre la Escritura para mostrar que
con el Espíritu Santo se nos abre el corazón
del Padre, su amor y su verdad: atestiguado
por los Apóstoles y los mártires y los santos;
experimentado en la Iglesia como fuente de
aguavivayleydelamoreimpulsodecaridad
y de discernimiento de espíritus. A veces, se
considera este libro junto con el de El Miste-
rio del Padre y El inocente como una trilogía
trinitaria.
Últimos años
Desde 1974, con sólo 54 años, se le ha mani-
festado una enfermedad degenerativa (Par-
kinson),menosconocidaentoncesqueahora,
quelevalimitandopocoapoco.Seintensifica
entoncessurelaciónconlasbenedictinasdel
Marie-Joseph Le Guillou
TEÓLOGO FRANCÉS
(1920-1990)
“Cristo es el espejo en el que
se refleja a la perfección el
rostro inmaculado de Dios
Padre y en el cual también la
Iglesia contempla a su Señor
para que el resplandor de su
gloria la impregne toda entera”.
teologia sxx ene.indd 62 22/12/15 15:00