1. ¿Es Santo Tomás el teólogo más in-
fluyente del siglo XX? Es una pre-
gunta provocativa, que necesita una
respuesta matizada. Está claro que
Santo Tomás vivió en el siglo XIII.
Pero está claro también que tiene
una influencia incomparable en la
teología católica a partir del XV, y,
muy en particular, en el siglo XX. Es
el teólogo más citado, más estudia-
do y sobre el que se han hecho más
tesis doctorales, incluso en la época
posconciliar.
Santo Tomás de Aquino dejó dos
obras monumentales: la Suma teo-
lógica y el conjunto de comentarios
a las obras de Aristóteles. Se puede
decir que la Suma teológica ha orga-
nizado la arquitectura de la teología
católica, mientras que los comenta-
rios a Aristóteles son la base sobre
la que se ha desarrollado el pensa-
miento filosófico católico. Son dos
influencias paralelas, pero no del
todo simétricas.
La Suma Teológica es una obra
muy ordenada, y precisamente,
uno de sus mayores méritos, a ve-
ces ignorado, es haber dado orden
y concierto a todos los temas que se
manejaban y a toda la teología que
se sabía en su tiempo. Lo más origi-
nal e importante de la Suma no son
las brillantes respuestas a sus mu-
chas cuestiones, sino, precisamen-
te, lo que menos se ve: la estructura.
Santo Tomás puso en su sitio toda
la teología. Todavía hoy el orden de
los tratados teológicos y muchas de
sus principales cuestiones depen-
den de él.
LA FILOSOFÍA DE SANTO TOMÁS
La influencia de sus comentarios
filosóficos a Aristóteles, en cambio,
ha seguido otro curso. Se suele de-
cir que Santo Tomás cristianizó a
Aristóteles, de forma semejante a
como los Padres de la Iglesia cristia-
nizaron a Platón. Hay algo de eso.
Tanto los Padres de la Iglesia, que
leían a Platón, como Santo Tomás,
que leía a Aristóteles, lo entendían
en un contexto profundamente
nuevo. Las ideas cristianas sobre
Dios, la creación, la libertad huma-
na, el origen y destino del hombre,
la persona humana, el pecado, y el
horizonte de su felicidad crean un
marco de referencia distinto para la
metafísica, la psicología y la ética.
Platón y Aristóteles son perso-
nalidades creadoras y originales,
pero también son deudores de su
marco cultural. Pueden hablar de
“Dios”, pero no lo conocen perso-
nalmente, ni saben qué hacer con
la multitud de dioses de su cultura
griega. Pueden pensar en una cau-
sa última, pero un judío se trata de
tú con un Dios personal y creador,
y un cristiano sabe, además, que es
Padre y cómo nos quiere salvar. Pla-
tón y Aristóteles pueden pensar en
el alma o sobre la buena conducta
de un ciudadano, pero no lo refie-
ren a un Dios creador y bueno, ni a
un salvador, Jesucristo; ni a una vida
eterna, que ya ha empezado en la
tierra y que se manifiesta en la cari-
dad. Ellos no lo pueden hacer, pero
los cristianos que los leen lo hacen
sin darse cuenta.
Cuando los Padres de la Iglesia
comentan las ideas de Platón, o
cuando Santo Tomás comenta las de
Aristóteles, las ven con otra luz y las
ponen en otro marco. Santo Tomás
redefinió y recolocó las nociones fi-
losóficas de Aristóteles en un marco
cristiano, pero, a diferencia de lo
que hizo en la Suma Teológica, no
construyó la estructura general del
pensar filosófico cristiano ni puso
en orden los temas. Algo hizo en la
Suma contra Gentiles, pero, sin qui-
tarle su valor, no es comparable a la
ordenación general de materiales
de la Suma Teológica.
LA MANUALÍSTICA FILOSÓFICA
La tarea de poner en orden aquel
importante conjunto de ideas la
hicieron sus comentaristas, por
las necesidades de la enseñanza,
cuando tuvieron que construir los
Santo Tomás en el siglo XX
Santo Tomás de Aquino ha ejercido una relevante influencia en todas las épocas,
incluido el siglo XX: no sólo como teólogo, sino también en la filosofía.
Aunque muchos autores han recogido su legado, aún ha de ser incorporado a la cultura filosófica común
Teología del
Por Juan Luis Lorda
SIGLO XX
70 | Palabra, Julio 2014
2. Palabra, Julio 2014 | 71
distintos tratados. Es una obra co-
lectiva, con muchos protagonistas,
como los Salmanticenses y Complu-
tenses del XVI, Juan de Santo Tomás
y, señaladamente, Francisco Suárez
(Disputationes metaphysicae) aunque
se aparte de Santo Tomás en puntos
importantes.
De esta ordenación proce-
den los cursos de filosofía, que,
a partir del XVII, eran conjun-
tos de manuales de todas las
disciplinas filosóficas que se
enseñaban en los seminarios y
universidades eclesiásticas. En
paralelo a la tradición “manua-
lística” teológica, hay una “ma-
nualística” filosófica, que tiene
parecidos virtudes y defectos.
Son materiales de escuela, he-
chos más o menos “según la
mente de Santo Tomás”, pero
sin mucho escrúpulo histórico.
Se copian unos a otros y pro-
porcionan una enseñanza muy
ordenada y clara, transmitien-
do un importante bagaje de
nociones. Ese es su principal
mérito. Pero apenas dialogan
con el pensamiento contempo-
ráneo ni saben integrar a otros
pensadores cristianos que no
pertenecen a esa tradición (Pas-
cal, Newman, Kierkegaard). Ese
es su principal demérito, y la
causa de que esta tradición ma-
nualística se haya disuelto en el
siglo XX dejando, por cierto, un
vacío difícil de llenar.
Los defectos se pueden dis-
culpar por las difíciles circuns-
tancias del XIX, que desbaratan
tanto los estudios cristianos. Tam-
bién se puede alegar que son unos
simples libros de texto, y no se les
puede pedir mucho. Pero, en rea-
lidad, hay que pedir mucho a los
libros de texto, porque esos libros
son los que dan forma al saber co-
mún. La forma pública del saber
filosófico cristiano la han dado y la
dan los manuales.
FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA
Pero volvamos a la pregunta origi-
nal: ¿es Santo Tomás el principal
teólogo del siglo XX? Ya lo hemos
dicho. Santo Tomás tiene una in-
fluencia relevante en todas las épo-
cas, también en el siglo XX. Sobran
testimonios.
Pero lo que llevamos dicho plan-
tea otra cuestión: ¿se puede sepa-
rar, en Santo Tomás, al teólogo del
filósofo? Cualquiera podría respon-
der que sí, porque la filosofía y la
teología son dos cosas distintas: la
filosofía se hace a la luz de la razón
y la teología a la luz de la fe. Tienen
presupuestos distintos, métodos
distintos y temas distintos.
Es verdad: metodológicamente
y en abstracto, son perfectamente
separables. Pero históricamente y
en concreto, no son tan separables.
Acabamos de decir que los Padres
de la Iglesia transformaron las ideas
de Platón, y Santo Tomás las de
Aristóteles, por sus presupuestos
teológicos. Los pensadores cristia-
nos del siglo II llegaron a una idea
filosófica de Dios como ser personal
y causa última que hoy nos parece
evidente (al menos como noción
obvia de Dios), pero que, en reali-
dad, no tenían ni Platón ni Aristóte-
les. Y Santo Tomás llegó a una
noción unitaria de la per-
sona (alma y cuerpo), que
tampoco tenían los grandes
filósofos griegos. Y lo mismo
pasaría con las nociones éti-
cas de fin último, felicidad o
amor como don de sí, por no
hablar de la cuestión del pe-
cado, que pone de manifies-
to las profundas divisiones
psicológicas del ser humano,
muy difíciles de identificar
e interpretar. La fe cristiana
provocó una profunda re-
modelación de las nociones
de la metafísica, la psicolo-
gía humana y la ética. Pero,
¿esto es filosofía o teología?
LA FILOSOFÍA CRISTIANA
El 21 de marzo de 1931 tuvo
lugar una reunión de la So-
ciedad Francesa de Filosofía,
para tratar precisamente
de esto: ¿en qué sentido se
podía hablar de “filosofía
cristiana? Y más en concre-
to: ¿se trata de filosofía o
de teología? El ponente fue
Étienne Gilson, ya entonces
un reconocido especialis-
ta en historia medieval y
en Santo Tomás de Aquino.
Participaron muchos miembros im-
portantes como Bréhier y Brunsch-
vicg, famoso editor de Pascal. E in-
vitaron también a Jacques Maritain,
filósofo tomista. Y da envidia leer
con qué categoría se trataban los
temas y con qué respeto actuaban
los que intervenían.
La expresión “filosofía cristiana”
suscitaba algunas confusiones. Mu-
cha gente, empezando por el histo-
riador de la filosofía Chevalier, de-
fendía que los autores medievales
eran sobre todo teólogos. En cam-
bio Gilson y Maritain defendieron
Santo Tomás de Aquino, por Carlo Crivelli (siglo XV)
3. que, aunque usaran la filosofía en la
teología, no cabía duda de que ha-
cían filosofía, defendían argumen-
tos filosóficos y los apoyaban (o
pretendían apoyarlos) en la razón.
Desde el punto de vista del mé-
todo había que distinguir clara-
mente la filosofía y la teología. Pero
era indudable, y en esto llegaron al
acuerdo los presentes, que había
que reconocer un impacto muy im-
portante de la fe y la teología cris-
tiana en el pensamiento filosófico
de Occidente. Bastaba comparar los
grandes sistemas griegos con la fi-
losofía moderna, para observar que
muchos temas
habían evolucio-
nado por el im-
pacto de las ideas
cristianas.
En esos prime-
ros decenios del
siglo XX, se hi-
cieron multitud
de interesantes
estudios históri-
cos que mostra-
ron ese cambio
de mentalidad.
El dominico Ser-
tillanges escribió
un estupendo
ensayo sobre el
impacto de la
idea de creación,
y Jolivet sobre el
cambio de men-
talidad filosófi-
ca. Tresmontant
hizo una bonita
c o m p a r a c i ó n
entre el espíritu bíblico y el de la
filosofía griega (Ensayo sobre el pen-
samiento hebreo) y estudió los oríge-
nes de la metafísica cristiana. Más
tarde, los patrólogos Armstrong y
Markus recorrieron brillantemente
los principales temas (Fe cristiana y
pensamiento griego).
ÉTIENNE GILSON
Pero la figura que más ha aporta-
do a este estudio ha sido, sin duda,
Étienne Gilson (1884-1978). Comen-
zó sus estudios con una tesis sobre
la libertad en Descartes, donde la
idea era precisamente mostrar el
enorme salto que se podía encon-
trar entre la filosofía griega y el
modo de pensar de Descartes. Salto
que se debía a la evolución de las
doctrinas cristianas, y señalada-
mente, de Santo Tomás.
Gilson fue profesor de las univer-
sidades de Estrasburgo, de París y de
Harvard, así como, muchos años, del
Instituto Pontificio de Historia Me-
dieval de Toronto (fundado en 1929),
inspirado en la encíclica de León XIII
Aeterni Patris. Fue un gran estudio-
so medieval, con una multitud de
obras. Dedicó una atención especial
a Santo Tomás de Aquino, haciendo
para sus alumnos tres brillantes sín-
tesis del pensamiento filosófico de
Santo Tomás. La más voluminosa,
El Tomismo; y además, Elementos de
Filosofía cristiana e Introducción a la Fi-
losofía cristiana. Así puso en orden el
inmenso material que Santo Tomás
había generado y con más fidelidad
que la manualística.
Pero la obra de su vida fueron el
conjunto de conferencias reunidas
en El espíritu de la Filosofía medieval.
Allí, tema por tema, va recorriendo
la evolución que las grandes ideas
filosóficas deben al cristianismo,
desde la cultura griega. Sólo una
persona con su capacidad intelec-
tual, sus inmensos conocimientos
históricos y su dominio sobre el
pensamiento de Santo Tomás podía
hacerlo. Es un clásico del pensa-
miento cristiano.
JACQUES MARITAIN
También Maritain (1882-1973) pres-
tó un notable servicio a la formación
filosófica cristiana. Siendo un en-
tusiasta converso, tuvo que dar los
cursos de filoso-
fía del itinerario
filosófico cris-
tiano. Y escribió
muchos de ellos:
Elementos de Fi-
losofía, Lógica,
Filosofía de la na-
turaleza... Reco-
gió lo mejor de la
tradición manua-
lística, pero sin
caer en sus defec-
tos, porque era
un gran intelec-
tual y un hombre
de diálogo. Ade-
más, su experien-
cia americana
(como profesor
en Princenton),
le hizo superar
el tradicionalis-
mo político tan
frecuente en el
catolicismo fran-
cés, en obras tan importantes como
Humanismo integral, Democracia y cris-
tianismo y El hombre y el Estado.
Así, de una manera más bien in-
esperada, el pensamiento de Santo
Tomás de Aquino se hizo presente
en el siglo XX, no sólo en la teolo-
gía, donde nunca ha dejado de estar
presente, sino también en filosofía.
Muchos otros autores han recogi-
do y renovado ese legado, pero, en
gran parte, sigue pendiente de ser
transformado en los manuales que
forman la cultura filosófica cristiana
común. Es tarea para el siglo XXI. n
72 | Palabra, Julio 2014
Étienne Gilson y Jacques Maritain