3. Pero antes de comenzar la misa, en el templo o si se puede
fuera, se lee lo que sucedió aquel día en Jerusalén, según
nos lo cuenta, en este año del ciclo A, san Mateo (21, 1-11).
Por eso
hay dos
evangelios.
El de la
misa será
la lectura
de la
Pasión de
Jesús, que
en este año
es según
san Mateo.
4. Al acercarse a Jerusalén, llegaron a Betfagé, al monte de
los Olivos; Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: "Id a
la aldea de enfrente; a la entrada encontraréis una
borriquilla atada, y con ella un pollino; desatadlos y
traédmelos. Y si alguien os dice algo, decidle: "El Señor los
necesita, y en seguida los devolverá". Esto ocurrió para que
se cumpliera lo que había dicho el profeta: "Decid a la hija
de Sión: Mira que tu rey viene a ti humilde y montado en un
asno, en un pollino, hijo de animal de carga". Los
discípulos fueron e hicieron como Jesús les ordenó, y
trajeron la borriquilla y el pollino. Pusieron sobre ellos sus
mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraban el camino
con sus mantos, y otros con ramas que cortaban de los
árboles. Los que iban delante y detrás gritaban: ¡Viva el hijo
de David! Bendito el que viene en nombre del Señor. ¡Viva
Dios altísimo! Al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se
conmovió; decían: "¿Quién es éste?". Y la gente respondía:
"Éste es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea".
5. Jesús quiere entrar en
Jerusalén de una
manera solemne
haciendo un gesto
“profético” para
decirnos que quiere ser
rey, no en sentido
material, aunque es rey
y dueño de todo el
mundo como Dios, sino
rey de amor. Por eso no
entra a caballo, signo de
grandeza, sino en un
signo de mansedumbre,
bondad y amor.
6. Allí va un cortejo
de pobres, de
gente sencilla
que cortan ramas
de árboles,
especialmente de
olivos, que era lo
que más había
por allí, y los
niños y los que
se hacen como
niños salen al
encuentro del
Señor.
En esa entrada de Jesús no hay grandeza militar, política
o económica, no hay carros de guerra ni soldados.
12. Esto lo hace notar el evangelista Mateo, ya que al escribir
su evangelio especialmente dirigido a los israelitas,
aprovecha para citar algún profeta del Ant. Testamento.
Jesús no quiere triunfar en la línea del poder, sino en la
del amor. Es la línea que debemos seguir.
El hecho de
que Jesús
entrase en
Jerusalén en
triunfo, pero
de manera
humilde, lo
había
profetizado
el profeta
Zacarías.
13. Jesús ha vencido
en sí mismo todo
tipo de egoísmo, de
ambición y ansia
de poder. Es un
hombre totalmente
libre, porque está
vacío de sí mismo,
entregado al Padre
y a la humanidad.
Ha cumplido
fielmente la misión
encomendada. Y
esto es lo que nos
va enseñando a
nosotros.
14. Jesús ha puesto en marcha un movimiento imparable de
amor, al que nos unimos nosotros. Es un movimiento de
victoria sobre el pecado. Es la victoria sobre las fuerzas
que atenazan y hacen sufrir al ser humano, toda serie de
injusticias y pecados, que deben ser superados y
perdonados. Con estos sentimientos de estar unidos a
Cristo en la victoria sobre el mal, cantamos en este día
en la procesión de ramos:
19. En un mundo tan congestionado, donde hay tantos
crímenes y guerras, con los ramos queremos tener los
sentimientos de paz con los que entraba Jesús en
Jerusalén.
El ir a la
procesión
con ramos
indica no
sólo el
deseo de
alabar al
Señor, sino
el deseo de
la paz.
20. Esta vez el ramo
de la paz no lo
transporta el pico
de la paloma sino
las manos
inocentes de
pobres y niños.
Con Cristo
anhelemos la paz
y reconciliación
entre Dios y los
hombres y la paz
entre toda la
humanidad.
La paz con Jesús entonces no iba sobre alas de
palomas sino sobre las patas de un burrito.
21. El deseo de la paz siempre lo tenía Jesús en sus saludos
Con los ramos
proclamamos que
queremos ser no sólo
seres pacíficos sino
pacificadores,
procurando, a ejemplo
de Jesucristo, superar
toda violencia,
enemistad y rencor,
para ir construyendo el
reino de la verdad,
justicia, libertad y amor.
con la palabra “Schalom”.
33. El ambiente de la
liturgia cambia en el
momento de
comenzar la misa
después de la
procesión de ramos.
La primera lectura
nos muestra,
siguiendo el texto del
profeta Isaías, al
Mesías como el
siervo de Yahvé, que
se ofrece al Padre
cargando nuestros
pecados.
34. Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para
saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada
mañana me espabila el oído, para que escuche
como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el
oído; y yo no me he revelado ni me he echado
atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla
a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a
insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso
no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro
como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.
Isaías 50, 4-7
35. Jesús no es sólo el
siervo doliente,
paciente, abatido;
sino que es el siervo
compasivo, que sabe
“decir una palabra al
abatido”.
El salmo nos
recuerda una
palabra de Jesús,
que es de dolor,
pero también de
esperanza y de
entrega:
39. Esta lectura primera del
profeta Isaías nos marca
el ambiente en el que san
Mateo proclama la
pasión de Jesús. La
“Pasión” es la misma;
pero cada evangelista le
da una motivación
especial. San Mateo,
como se dirige a los
israelitas, propone a
Jesús como el justo
condenado que sufre la
violencia de parte de los
pecadores.
40. Nos podemos fijar en
algunos pocos detalles de
la Pasión narrada por san
Mateo. Cuando es
prendido Jesús en el
huerto por los que vienen
con Judas, un discípulo
con la espada corta la
oreja al criado del sumo
sacerdote. Jesús le dice:
“Envaina la espada”.
Jesús no pretende vencer
con las armas sino con el
amor.
41. A veces la Iglesia tiene tentaciones de vencer con las
armas del mundo: el poder, las leyes, la astucia terrena,
la diplomacia, el dinero.
Las armas
que Jesús
quiere que
usemos
son las del
amor.
Jesús no
se alarma
por las
armas y
palos de
los
enemigos.
42. Jesús se
alarma cuando
ve el arma en
manos de uno
de los suyos.
Empuñar la
Iglesia las
armas del
mundo es
pérdida. La
única ganancia
es por medio
del amor.
43. Vemos a Judas que
reconoce su pecado
ante la autoridad
diciéndoles: "He pecado,
he entregado a la muerte
a un inocente". Parece
un acto de fe, pero no es
una fe con esperanza.
En la vida hay muchas
personas que sienten un
gran vacío en su alma.
Nosotros, aun en medio
de una caída debemos
tener la esperanza en
Dios que siempre está
con nosotros.
44. Podemos ver cuando
Jesús está en la cruz y
los sumos sacerdotes
se reían de El y
decían: “Que baje
ahora de la cruz y le
creeremos”. Pero el
amor mantiene la
palabra. A Jesús más
que los clavos le
mantiene en la cruz el
amor. El amor no
disminuye ni cuando
está en la cruz
reducido a la
impotencia.
Este quedarse clavado en la cruz es la
confirmación definitiva y especial de su amor.
45. Jesús en la
cruz no cae
en la
tentación del
triunfalismo.
Siente en sí la
voz de los
torturados
por las
injusticias, la
violencia, el
sufrimiento
del
abandono.
Está aceptando el morir. Pero sabemos que esa muerte no
es definitiva, sino que será para ir al verdadero triunfo.
46. Hoy en la 2ª lectura san Pablo nos describe esta bajarse
de Jesús para ser exaltado.
47. Hermanos: Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario,
se despojó de su rango, y tomó la condición de
esclavo, pasando por uno de tantos. Y así,
actuando como un hombre cualquiera, se rebajó
hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte
de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el
"Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el cielo,
en la tierra, en el abismo-, y toda lengua proclame:
"¡Jesucristo es Señor!", para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2, 6-11
53. Muchos creían que la muerte de cruz
sería el final de todo y la losa que
luego pondrían en el sepulcro
sepultaría para siempre su doctrina
y la semilla que había puesto en la
naciente comunidad.
Jesús se rebajó para ser exaltado.
54. Pero Cristo en la cruz quema el hombre viejo
para resucitar en
nosotros el hombre
nuevo.
55. Hacia el final, el evangelio de la Pasión de Jesús según
san Mateo pone una escena diferente: Después que
habían cerrado el sepulcro con la gran piedra, “María
Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas
enfrente del sepulcro”. Es como una postura contempla-
tiva con una mirada que va más allá de las apariencias.
56. Termina el evangelio
con un anuncio de la
resurrección.
Paradójicamente lo
hacen los sumos
sacerdotes y
fariseos, pidiendo
guardias a Pilato,
porque Jesús había
dicho que iba a
resucitar. Ellos con
sus guardias van a
ser los testigos de
que Cristo vencerá a
la muerte.
57. Terminamos en este
domingo de ramos
alabando a
Jesucristo, sabiendo
que su muerte será
nuestra victoria. Y
como niños le
ofrecemos los ramos
de la fe, esperanza y
amor, porque
siguiéndole en vida
esperamos también
seguirle en la
resurrección eterna.