Este documento describe la escoliosis idiopática en adultos. Señala que la escoliosis continúa evolucionando en la edad adulta con la aparición de rigidez y lesiones degenerativas. Las quejas más comunes de los pacientes son las raquialgias y el perjuicio estético. El tratamiento quirúrgico busca enderezar la curvatura escoliótica y obtener fusión ósea, mientras que el tratamiento conservador se destina a pacientes con deformación estable sin repercusión funcional.
2. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
Introducción y definiciones
La escoliosis es una deformación estructural de la
columna vertebral en los dos planos del espacio. Aun-que
la anatomía tiene tres planos, coronal, sagital y axial,
desde Tales, la geometría define el espacio en dos pla-nos
(por lo que debe marcarse la diferencia con la simple
actitud escoliótica que se reduce en decúbito).
Se denomina idiopática (o primaria) a la escoliosis
que no es secundaria a una malformación congénita o
a una enfermedad neuromuscular o tumoral. Aparece en
la infancia y se agrava durante el crecimiento.
La edad ósea es un elemento principal para determinar
el potencial evolutivo antes de la edad adulta, que marca
el final del crecimiento óseo. Esta evolución se aprecia
gracias a distintas pruebas radiológicas, de las cuales la
más conocida es la prueba de Risser que analiza la fusión
del núcleo epifisario con el núcleo primario del ala ilíaca.
Guillaumat [1] dividió el período adulto en tres fases:
• adulto joven de 20-30 a˜nos: continuación de la adoles-cencia;
• adulto verdadero de 30-50 a˜nos: aparición progresiva de
rigidez, pico de agravamiento premenopáusico;
• adulto maduro a partir de los 50 a˜nos: aparición de
lesiones artrósicas degenerativas.
Este artículo se refiere al estado de estas escoliosis pri-marias
en la edad adulta, que deben distinguirse de las
deformaciones artrósicas adquiridas después del final del
crecimiento (escoliosis degenerativa o de novo).
Esta distinción no siempre es fácil: un número consi-derable
de pacientes con escoliosis idiopática (a menudo
ignorada si es leve) desarrolla lesiones raquídeas degene-rativas;
se habla entonces de escoliosis mixta.
Las escoliosis idiopáticas que necesitan un tratamiento
quirúrgico en la edad adulta han disminuido en los paí-ses
desarrollados, tanto en número como en gravedad,
gracias a la detección y al tratamiento precoz durante el
crecimiento.
En el adulto, la búsqueda sistemática de escoliosis sin
repercusión clínica necesariamente revela una frecuencia
del 1,4-9% [2].
La escoliosis idiopática afecta a ocho mujeres por cada
dos varones [1].
Anatomía patológica
de la deformación
Deformación en los dos planos
del espacio
La escoliosis idiopática es una deformación estructural
tridimensional.
En el plano frontal se analizan:
• la inclinación raquídea con relación a la vértebra apical
horizontal;
• las vértebras límite de una curvatura, lugar de la incli-nación
máxima en los extremos de la deformación
(medida del ángulo de Cobb) (Fig. 1).
En el plano horizontal, se observa una rotación máxima
de la vértebra apical. Es la desviación fundamental y causa
de la gibosidad, debido a la deformación costal en el
segmento torácico y al rodete muscular en el segmento
lumbar. Esta deformación es a menudo el primer signo
advertido por el paciente o sus allegados.
En el plano sagital, las curvaturas fisiológicas se des-dibujan
a causa de la rotación (hipocifosis torácica,
hipolordosis lumbar), con aparición concomitante de la
deformación frontal. Esto se debe a la torsión escoliótica.
Además, en las curvaturas contrarias, el cambio de sen-tido
de la rotación produce una cifosis en la zona de
transición.
1
2
1
Figura 1. Medida de la amplitud de una curvatura simple
(método de Cobb) (según [40]). 1. Vértebra apical; 2. vértebra
límite.
La torsión escoliótica se caracteriza en cada disco por
una extensión (lordosis) intersegmentaria. Esto es con-tradictorio
con la clásica deformación en cifoescoliosis,
pero corresponde sin embargo a la realidad del análisis
anatómico.
La deformación sagital se compensa inicialmente por
varios factores:
• hiperlordosis subyacente a la deformación (fenómeno
muy teórico, ya que las deformaciones escolióticas son
a menudo poco flexibles en la edad adulta);
• retroversión pélvica y extensión de las caderas: posibi-lidad
de compensación variable en cada persona, con
aumento de la versión pélvica (cf infra);
• flexión de las rodillas.
Más allá, la verticalidad del tronco ya no es posible y el
paciente se inclina hacia delante: la cifosis está descom-pensada
(Fig. 2).
Luxación en las zonas de transición
En los extremos superiores e inferiores de las escoliosis
lumbares y toracolumbares se producen luxaciones carac-terizadas
por un desfase lateral entre dos vértebras en la
radiografía anteroposterior.
Tassin ha descrito con precisión dos tipos de
luxaciones [3].
Luxaciones abiertas
El disco está abierto del lado del deslizamiento (con-vexidad
de la escoliosis). Se producen por encima de
la vértebra límite inferior. La rotación intervertebral es
constante (10-35◦). Las lesiones posteriores se reducen a
un desplazamiento en rotación de las apófisis articulares
inferiores de la vértebra suprayacente con relación a las
apófisis articulares superiores de la vértebra subyacente.
Las alteraciones artrósicas siempre son moderadas y simé-tricas.
El desplazamiento hacia el conducto de la apófisis
articular inferior cóncava constri˜ne el receso lateral (y en
algunos casos se asocia una radiculalgia) y deforma el saco
dural, con una posible evolución hacia la estenosis cen-tral.
El diámetro de los agujeros intervertebrales no se
modifica (Fig. 3).
2 EMC - Aparato locomotor
3. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
A B C D
E
Figura 2. Deformación tridimensional de la columna vertebral (sistema EOS) (A-E).
Figura 3. Luxación abierta L3-L4.
Luxaciones cerradas
El disco luxado está pinzado del lado del deslizamiento
(pinzamiento del lado discal más declive). Estas luxacio-nes
se producen por debajo de la vértebra límite inferior.
La rotación y la inclinación intervertebrales son variables,
desde unos pocos grados hasta 30◦. Las lesiones de las
apófisis articulares posteriores corresponden a una artro-sis
erosiva del macizo posterior convexo, que permite la
traslación lateral, y a una separación de las superficies
articulares cóncavas (sin artrosis). El receso lateral cón-cavo
está constre˜nido por la traslación anterógrada y hacia
la convexidad de la apófisis articular inferior y el receso
convexo, por las construcciones artrósicas, con evolución
hacia una estenosis central. El diámetro del agujero con-vexo
se reduce, en ocasiones con repercusión radicular
(Figs. 4 y 5).
Vital [4] afirma que la vértebra L3 está muy expuesta a
este mecanismo de luxación por razones topográficas de
curvatura contraria, pero también porque está más libre
con relación a la pelvis que L4 y, sobre todo, L5, las cuales
están estabilizadas por el ligamento iliolumbar.
Colapso en carga [5]
La angulación escoliótica aumenta al pasar del decú-bito
supino a la bipedestación; este efecto de colapso se
debe a la posición en carga. Es habitual una escasa reper-cusión
clínica, excepto después de los 50 a˜nos, período
durante el cual la cifosis se agrava con el correr de las
horas por disminución del tono muscular a causa del
cansancio. Este fenómeno doloroso se alivia en posición
sentada. La mayoría de las veces, el agravamiento del dese-quilibrio
anterior corresponde a un aumento objetivo del
componente cifótico, en asociación con una disminución
de las capacidades de compensación por las caderas y las
rodillas, debido al cansancio, a los dolores o a procesos
degenerativos artrósicos.
Aspectos anatómicos del
envejecimiento
Agravamiento de la angulación
Algunas escoliosis siguen agravándose después del final
del crecimiento. Si esto ocurre, la evolución es lenta:
0.5-1,8◦ al a˜no en función del autor y de las localizaciones
escolióticas. Dado que el error de medida es de 4-5◦, hacen
falta al menos 3 a˜nos para confirmar el agravamiento.
La reciente aplicación del sistema EOS [6], que suprime
la distorsión vertical de las imágenes, permite hacer un
análisis más fino y preciso de la deformación (cf infra)
(Fig. 6).
La evolución natural de una escoliosis del adulto se
analiza con un seguimiento regular cada 5 a˜nos hasta la
aparición de los primeros signos de modificación radio-lógica,
a partir de los cuales pueden incluso acortarse los
plazos entre las consultas (3-4 a˜nos).
En numerosas publicaciones se intenta determinar, con
estudios longitudinales, el aumento del ángulo de Cobb
en grados por a˜no y los factores de agravamiento.
EMC - Aparato locomotor 3
4. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
A
B
Figura 4. Reconstrucción 3D de una luxación cerrada T12-L1
(disco pinzado del lado del deslizamiento) (A, B).
Figura 5. Tomografía computarizada: corte axial de una luxa-ción
cerrada. Separación de las superficies articulares cóncavas;
engrosamiento artrósico del macizo posterior convexo.
Weinstein y Ponsetti [7] han efectuado el seguimiento
de 102 adultos escolióticos durante 40 a˜nos después del
final del crecimiento; el 68% de las escoliosis mantenía
un carácter evolutivo. Las que más evolucionan son las
escoliosis torácicas superiores a 50◦ al final del crecimiento
(1◦/a˜no). Para las toracolumbares y lumbares superiores a
30◦, la evolución es de 0,4-0,5◦/a˜no.
Los autores francófonos, sobre todo Duriez [8], han
se˜nalado agravamientos angulares más marcados, con
1,8◦/a˜no en el segmento lumbar, 1,4◦/a˜no en el
A B
Figura 6. Sistema EOS (radiografía en 2D digital que permite
un análisis más preciso de los elementos anatómicos) (A, B).
toracolumbar, 1,2◦/a˜no en el torácico y 0,8◦/a˜no en las
escoliosis combinadas, que son más estables.
De una manera general, los criterios de agravamiento
para una escoliosis idiopática son:
• un ángulo de Cobb superior a 30◦ al final del creci-miento;
• una rotación vertebral apical de grado 3 (técnica de
Nash y Moe: cf infra) [7];
• la posición de la vértebra L5 más o menos encastrada
en la pelvis intervendría en la evolución de la deforma-ción
[7];
• un gran desequilibrio lateral del tronco (mayor o igual
a 2 cm) en la proyección anteroposterior [9]. La posi-ción
de equilibrio del paciente es inestable y requiere
esfuerzo, por lo que la bipedestación necesita esfuerzos
musculares más intensos y simétricos [9];
• la traslación medida en las caras laterales de los cuer-pos
a nivel de las luxaciones (Korovessis [10] la considera
un criterio de agravamiento, pero Tassin [5] afirma que
una luxación no modifica la pendiente evolutiva de una
escoliosis);
• el coeficiente de cizalladura determinado por la incli-nación
de la vértebra límite inferior [4].
Todos estos criterios son básicamente radiológicos. En
la evolución de una escoliosis en la edad adulta, consi-deramos
indispensable tener en cuenta criterios relativos
a la participación de los tejidos blandos, sobre todo los
músculos y los ligamentos.
Cuando el arco de círculo de los músculos de la conca-vidad
rebasa el centro de equilibrio de la curva, sobre todo
alrededor de la vértebra apical de una curvatura en la que
la rotación es máxima, estos músculos se convierten en
un factor de agravamiento de la deformación (Fig. 7).
Envejecimiento muscular
El envejecimiento induce amiotrofia y una involución
adiposa, principalmente del músculo multífido en con-tacto
con los arcos posteriores. Hadar [11] ha estudiado esta
degeneración en cortes axiales de resonancia magnética
(RM) y tomografía computarizada (TC) y ha descrito tres
estadios (Fig. 8).
En las escoliosis, los músculos convexos son los más
afectados y dejan de cumplir su función de reajuste raquí-deo:
se habla de «aflojamiento del colágeno» [4]. Además,
esta insuficiencia de los extensores (que puede asociarse
a una deficiencia de los músculos glúteos mayores) con-trasta
con una integridad prolongada de los psoas, más
bien contraídos, que participan en el desarrollo de una
cifosis artrogénica.
4 EMC - Aparato locomotor
5. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
1
2
1
Figura 7. Representación esquemática de las masas muscu-lares
en la concavidad, que se convierten en un factor de
desequilibrio en la zona de rotación máxima. 1. Vértebra límite;
2. vértebra apical.
Menopausia, osteoporosis
Es sabido que un aplastamiento osteoporótico puede
agravar una escoliosis preexistente en el plano sagital y
aumentar la cifosis toracolumbar [12, 13].
Dado que la escoliosis es una afección que afecta
mayoritariamente al sexo femenino, esta parte del enve-jecimiento
debe tenerse en cuenta. Con relación a la
escoliosis degenerativa, la menopausia es un período crí-tico
[10].
En un estudio efectuado en 2008 por Marty-
Poumarat [12] se demuestra que el tratamiento hormonal
sustitutivo retrasaría el efecto de la edad sobre la aparición
de luxaciones. Ante una escoliosis degenerativa, el mismo
autor recomienda una valoración analítica fosfocálcica
y una determinación de la 25-OH vitamina D y de la
hormona paratiroidea (PTH) [13].
Sin embargo, los estudios sobre la osteoporosis y la
escoliosis idiopática son discordantes y resulta difícil dis-tinguir
la causa de la consecuencia [14, 15]. Según Robin [16],
basándose en el seguimiento de 554 pacientes, no existe
ningún nexo entre el grado de osteoporosis y la presencia
de escoliosis o su agravamiento.
Figura 9. Escoliosis torácica derecha.
Segmento torácico
El agravamiento angular se debe a una disminución
de la altura discal en la concavidad y al engrosamiento
artrósico de las apófisis articulares inferiores.
En los casos extremos, las costillas del vértice de la cur-vatura
contribuyen a la rigidez por osteofitosis, entre ellas
y con las apófisis transversas. Cuando la curvatura está
completamente rígida, como es el caso de las curvaturas
lumbares, pueden aparecer calcificaciones u osificaciones
discales (Fig. 9).
Segmento lumbar
La evolución es más compleja: los discos en el vértice
evolucionan hacia la rigidez, mientras que las zonas de
transición (sobre todo inferior) lo hacen hacia la inesta-bilidad
y el desarrollo de deslizamientos intervertebrales
(luxaciones). En la escoliosis idiopática, las luxaciones se
producen en el transcurso de la evolución y con un ángulo
considerable debido a la gran rotación vertebral en las
zonas de transición. No se observan antes de los 40 a˜nos
en las curvaturas de menos de 40◦ [5].
A B C
Figura 8. Clasificación de Hadar.
A. Atrofia de los músculos espinales inferior al 50%.
B. Atrofia de los músculos espinales igual al 50%.
C. Atrofia de los músculos espinales superior al 50%.
EMC - Aparato locomotor 5
6. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
Figura 10. Escoliosis lumbar degenerativa con luxación
abierta L3-L4.
Esta fisiopatología es distinta a la de las luxaciones que
se observan en las escoliosis degenerativas, en cuyo caso la
aparición de una luxación es el factor inicial y se produce
con un ángulo bajo [17] (Fig. 10).
Equilibrio sagital y escoliosis
Tener en cuenta el equilibrio sagital es fundamental
para comprender los síndromes raquídeos referidos por el
paciente (sobre todo algunas lumbalgias de origen mecá-nico,
a veces ignoradas) y para la indicación quirúrgica.
Como se ha visto antes, las curvaturas fisiológicas tien-den
a aplanarse durante la evolución de la escoliosis, con
una propensión global al aumento de la cifosis (torsión
escoliótica y cifosis de transición en las curvaturas con-trarias).
Con el envejecimiento, varios procesos modificarán
también las curvaturas raquídeas y agravarán la cifosis:
• la degeneración discal con pérdida de la altura del disco;
• los aplastamientos osteoporóticos, siempre cifosantes,
sobre todo en el segmento torácico;
• la hipertrofia progresiva de las apófisis articulares y la
aproximación gradual de los procesos espinosos, que
provocan la formación de un bloque posterior que
reduce las posibilidades de enderezamiento;
• la insuficiencia muscular de los extensores (cf
«Envejecimiento muscular») y de los glúteos mayores
a menudo se compensa por una retroversión pélvica.
El proceso degenerativo agravará entonces de forma
progresiva el desequilibrio anterior inducido y mante-nido
por el proceso escoliótico idiopático. Si, como sucede
a menudo, se a˜nade un desequilibrio lateral, el colapso
anterolateral del tronco conduce a una discapacidad
sumamente grave. El equilibrio sagital se aprecia en bipe-destación,
con la pelvis en normoversión y las caderas y
las rodillas en extensión. El análisis global del equilibrio
de la columna vertebral obliga a incluir la cifosis torácica
superior. La vertical trazada desde C7 debe proyectarse a
nivel de la meseta sacra, la mayoría de las veces en su
parte posterior, y en todos los casos por detrás de las cabe-zas
femorales [18]. Esta línea vertical presenta una fuerte
correlación con la línea de gravedad. Paralela a ésta, repre-senta
una manera cómoda de analizar el equilibrio global
de la columna vertebral [18].
La comprensión correcta del equilibrio raquídeo
comienza por el análisis de los parámetros pélvicos que
definen la geometría de la pelvis [19] (verdadera vértebra
pélvica descrita por J. Dubousset) y, luego, de los paráme-tros
raquídeos.
Parámetros pélvicos
La pelvis rígida se caracteriza por el ángulo de inciden-cia
pélvica (IP), definido [19] como el ángulo formado por
la intersección de una línea trazada desde el centro de
las cabezas femorales hasta el centro de la meseta sacra
y la perpendicular a este último centro. Es un parámetro
anatómico constante: nunca se modifica en una misma
persona.
Los valores oscilan entre 35-85◦ [20]: un ángulo bajo
corresponde a una pelvis estrecha y un ángulo alto, a una
pelvis alargada en sentido anteroposterior. Este parámetro
estructural no tiene un valor que indique «normalidad»,
mientras que el valor promedio carece de interés porque
la columna se adapta a este parámetro impuesto por la
genética para mantener el equilibrio sin esfuerzo. Esto se
define claramente en la clasificación de Roussouly [20].
Hay otros dos parámetros que correlacionan directa-mente
con la IP:
• la versión pélvica (VP) es el ángulo entre la vertical que
pasa por el centro de las cabezas femorales y una línea
que une el centro de las cabezas femorales con el centro
de la meseta sacra. Cuando la pelvis gira hacia atrás
(retroversión), la VP aumenta y, al contrario, disminuye
en anteversión;
• la pendiente sacra (PS), definida por el ángulo de la
meseta sacra con la horizontal.
La VP y la PS son parámetros de posición variables y
complementarios (la PS disminuye cuando la VP aumenta
y a la inversa) (Fig. 11).
Si la IP es baja, la pelvis humana se asemeja a la de
los primates: es alta y reducida en su diámetro antero-posterior.
Esta forma muy vertical se adapta menos a la
verticalidad, ya que una pelvis vertical tiene una pen-diente
sacra suave y una baja capacidad de versión pélvica
(por tanto, menor capacidad de retroversión de la pelvis).
Si la IP es considerable, la pelvis es más horizontal, tiene
una pendiente sacra pronunciada y, en consecuencia, una
mayor posibilidad de versión pélvica.
En el contexto de los procesos cifóticos inducidos por la
escoliosis idiopática, la retroversión pélvica es uno de los
mecanismos de compensación aplicados por el paciente
para mantener el equilibrio en el plano sagital (Fig. 12).
Así, según la forma de la pelvis, cada paciente tiene su
propia capacidad de adaptación a un desequilibrio ante-rior.
Además, la experiencia ha demostrado que la forma de
la pelvis y su relación con la pendiente sacra influyen en
el tipo de lordosis lumbar, otro mecanismo de compensa-ción
frente al desequilibrio sagital [21–23]. Sin embargo, las
excelentes radiografías digitales y el sistema EOS permiten
tomar T1 como referencia, lo que es más lógico.
Parámetros raquídeos
La lordosis cervical se mide entre el anillo de C1 y la
cara superior de T1.
La cifosis torácica se mide entre las caras superior de T4
e inferior de T12 (debido a la visualización defectuosa de
T1 en las radiografías).
El límite teórico de la lordosis lumbar abarca de T12/L1 a
la cara inferior de L5. Sin embargo, esta regla clásica, que
carece de un fundamento biomecánico, ha sido modifi-cada
por Roussouly [24], quien demostró el interés de otro
método de cálculo para clasificar mejor las diversas formas
raquídeas en función de sus parámetros pélvicos.
6 EMC - Aparato locomotor
7. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
IP
VP
+
PS +
Figura 11. Parámetros pélvicos (A-C). IP:
incidencia pélvica; VP: versión pélvica; PS:
pendiente sacra. IP = VP + PS.
1 1 1
Figura 12. Cambio progresivo de la versión pélvica con el
envejecimiento, durante el proceso cifótico (A-C). El ángulo de
incidencia no varía (1). La basculación de la pelvis compensa la
pérdida de la lordosis (B). Cuando la compensación se vuelve
ineficaz, el equilibrio se mantiene mediante la flexión de las
rodillas (C).
En la práctica, si se tienen en cuenta las vértebras más
inclinadas que delimitan segmentos en cifosis y en lordo-sis,
se ve que no corresponden forzosamente a los límites
anatómicos clásicos.
Desde un punto de vista mecánico, la longitud de la
lordosis lumbar (sobre todo) puede ser variable. Según
los autores de este artículo, sería preferible redefinir los
puntos de referencia de su medición:
• la cara de S1 en límite distal;
• el punto de inflexión en límite superior. Este punto de
inflexión es un nuevo punto de orientación definido
por un profundo análisis de la forma de la columna en
el eje sagital;
• el vértice de la lordosis lumbar definido como el punto
más anterior de la lordosis en una columna vertebral en
posición vertical (Fig. 13).
Relaciones entre los parámetros pélvicos y
raquídeos
Así pues, la lordosis lumbar y la pendiente sacra están
estrechamente relacionadas, lo mismo que la pendiente
sacra y la IP. Hay entonces distintos tipos de comple-jos
pelvirraquídeos. Roussouly [20] ha tenido en cuenta
estos diversos parámetros en un estudio prospectivo de
una población normal asintomática para definir cuatro
tipos de columna vertebral en función de los parámetros
pélvicos (Fig. 14).
Correlación entre el equilibrio sagital de la
columna vertebral y la posición de la pelvis
En proyección lateral, el proceso escoliótico idiopático
se caracteriza por una evolución hacia la cifosis global,
EMC - Aparato locomotor 7
8. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
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Figura 13. Parámetros raquídeos sagitales. 1. Lordosis cervi-cal;
2. cifosis torácica; 3. punto de inflexión; 4. vértice; 5. lordosis
lumbar; 6. pendiente sacra.
en cuyo caso la pérdida inevitable de la lordosis lumbar
(sobre todo en las deformaciones toracolumbares y dobles
mayores) puede acentuarse por la aparición de cambios
degenerativos.
Este potencial desequilibrio sagital debe tenerse en
cuenta en el seguimiento de una escoliosis idiopática del
adulto.
Es fundamental analizar las adaptaciones mecánicas del
complejo pelvirraquídeo, que permiten compensar esta
nueva situación y combatir el desequilibrio anterior.
La solución para mantener un equilibrio correcto es
la retroversión o basculación posterior de la pelvis. Este
mecanismo acerca lo máximo posible el centro de grave-dad
de la cabeza (y, por tanto, la línea vertical trazada
desde C7) a la meseta sacra, disminuyendo entonces la
pendiente sacra por aumento de la VP. La retroversión
máxima se alcanza con la hiperextensión máxima de las
caderas.
Es un mecanismo de compensación potencialmente
doloroso, sobre todo en caso de flexión de las rodillas,
para mejorar la inclinación de la pelvis; la contractura
permanente del cuádriceps para mantener la flexión de
las rodillas provoca dolores anteriores en el muslo (que
pueden confundirse con cruralgias). Con el tiempo, la
retracción de los músculos subpélvicos, sobre todo los
isquiosurales, puede fijar la hiperextensión de la cadera
y la flexión de la rodilla.
Conociendo la IP, puede encontrarse una aproximación
a la forma inicial de las curvaturas raquídeas, previa a las
modificaciones producidas durante la evolución. Cuanto
más aumenta la incidencia, más hay que aumentar la
intensidad y la longitud de la lordosis lumbar para redu-cir
la basculación posterior de la pelvis. Una pelvis vertical
con una IP baja es menos apta para compensar mediante
este mecanismo de retroversión que una pelvis horizontal
con una IP elevada.
Este conocimiento anatomoclínico es indispensable
para la decisión quirúrgica destinada a corregir de manera
óptima una deformación restableciendo los parámetros
raquídeos (se le devuelve a la columna vertebral su posi-ción
más armoniosa).
En un estudio estadounidense publicado en Bos-ton
en 2010 [25] se analizaron los parámetros sagitales
de 124 pacientes afectados por una escoliosis idiopá-tica.
La edad promedio era de 47,4 a˜nos. La IP fue
significativamente más elevada en los adultos esco-lióticos
que en los adultos sanos (58,1±13◦). La VP
también estaba más elevada en el adulto escoliótico
(19,9±10,6◦) que en el adulto sano y en el adolescente
con escoliosis idiopática. A medida que la edad aumenta
Figura 14. Los cuatro
tipos de columna verte-bral.
A. Tipo 1.
B. Tipo 2.
C. Tipo 3.
D. Tipo 4.
8 EMC - Aparato locomotor
9. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
en los pacientes escolióticos, los autores observan un
aumento de la VP y una disminución de la lordosis
lumbar.
La presencia de una IP relativamente elevada en estos
pacientes escolióticos idiopáticos (58,1±13◦) es un ele-mento
que hay que tener en cuenta para la planificación
quirúrgica, ya que la corrección de la deformación debe
restituir una lordosis lumbar suficiente para devolverle a
la columna vertebral un equilibrio sagital sin esfuerzo (IP
elevada: lordosis lumbar considerable).
Manifestaciones clínicas
Raquialgias
Los dolores de los pacientes escolióticos aparecen bási-camente
a partir de los 40 a˜nos de edad [5] y pueden afectar
a todos los segmentos raquídeos, pero predominan clara-mente
en el segmento lumbar. Desde un punto de vista
fisiopatológico, el dolor en el lado convexo se relaciona
más bien con los fenómenos de tracción, mientras que
el dolor en el lado cóncavo responde a mecanismos de
compresión [4].
Cervicalgias
El paciente escoliótico puede presentar cervicalgias
invalidantes cuya incidencia es del 7,8% (el 17,6% en
los pacientes operados) [26]. Suelen deberse a un trastorno
postural de la columna vertebral. Se trata de dolores
musculares o articulares en un segmento cervical que a
menudo se presenta en hipolordosis e incluso en cifo-sis.
En un estudio de 2009 efectuado en Minneapolis [27]
con 48 pacientes escolióticos tratados mediante cirugía,
se observó una incidencia significativamente más elevada
de cambios degenerativos cervicales que en el grupo de
escolióticos no tratados de forma quirúrgica.
Dolores torácicos
Los dolores en el lado de la convexidad son de tipo
mecánico (espasmos musculares) y afectan más bien al
adulto joven. Los dolores en el lado cóncavo aparecen más
tarde y corresponden a un síndrome articular posterior
causado por compresión [28].
En las escoliosis acentuadas, se se˜nala el dolor costoi-líaco
específico por contacto de las costillas con la cresta
ilíaca en el lado cóncavo [13].
Lumbalgias
El dolor debe valorarse con la ayuda de escalas: la escala
visual analógica, la escala de Oswestry [29], indispensable
para evaluar la calidad de vida de un paciente con una
afección del aparato locomotor, y la escala de Eiffel [30]
para las lumbalgias crónicas.
La prevalencia de la lumbalgia en la persona escoliótica
y su evolución en el transcurso del agravamiento angular
de la deformación son temas controvertidos.
Varios autores observan una incidencia y una intensi-dad
de dolor idénticas a los de la población general [31, 32].
Ponsetti, Collis y Weinstein [33] han analizado en varias
ocasiones la repercusión funcional de las escoliosis del
adulto, con una última revisión en 2003: en 117 casos,
con un promedio de edad de 66 a˜nos, las lumbalgias eran
más frecuentes en los pacientes escolióticos que en los
controles, sin correlación con la angulación frontal.
Kostuik y Bentivoglio [34] han analizado 159 escoliosis
detectadas en 5.000 urografías intravenosas (detección
realizada con los pacientes en decúbito); el 59% de los
pacientes escolióticos presentaba una lumbalgia de mayor
intensidad, con una angulación más elevada y más fre-cuente
a partir de los 60 a˜nos.
De forma global, los factores etiológicos que deben bus-carse
ante una lumbalgia en un paciente escoliótico son:
• una artrosis articular posterior máxima en la concavi-dad,
en el sitio en que se ejercen las fuerzas compresivas;
• una inestabilidad en los extremos de la curvatura,
donde existen fuerzas de cizalladura y de torsión res-ponsables
de las luxaciones: dolores más intensos
relacionados con movimientos de rotación o con falsos
movimientos;
• una pérdida de la lordosis lumbar: equilibrio sagital con
esfuerzo y, sobre todo, en los pacientes con una baja IP,
capacidades de inclinación posterior de la pelvis rápida-mente
superadas (capacidades de retroversión pélvica
limitadas) [19]. El ángulo espinosacro [35], verdadero fac-tor
intrínseco de equilibrio global, es útil sobre todo en
los desequilibrios sagitales de una columna vertebral no
escoliótica;
• un desequilibrio anterior más acentuado debido al
colapso en carga: desplazamiento hacia delante de
la vertical trazada desde C7 con relación al ángulo
anteroposterior del sacro. Los músculos espinales y
glúteos trabajan de forma permanente para restable-cer
el equilibrio sagital y son responsables de los
dolores [36].
Manifestaciones neurológicas
Son menos frecuentes en la escoliosis idiopática que
en la degenerativa. En general, se expresan como radi-culalgias
mecánicas que aumentan con el esfuerzo y
desaparecen en decúbito. Pueden aparecer en el contexto
de una estenosis lumbar inespecífica de la deformación
(estenosis central bilateral o foraminal, principalmente
en el lado de la concavidad). Las lesiones artrósicas están
favorecidas por la frecuente hiperlordosis que se desarro-lla
por debajo de las escoliosis lumbares o toracolumbares.
Además, pueden encontrarse radiculalgias más específicas
de la afección, vinculadas a las luxaciones bajas con com-presiones
en el receso lateral del lado cóncavo y el agujero
intervertebral. Las estenosis suelen ser dinámicas al prin-cipio
de la evolución de la escoliosis y después se hacen
permanentes. La hernia discal verdadera es posible pero
infrecuente.
En las escoliosis idiopáticas, las complicaciones medu-lares
son tan infrecuentes que su presencia debe poner en
duda la naturaleza idiopática de la deformación [5].
Perjuicio estético y psicológico
Es una parte importante del problema y a menudo
correlaciona directamente con la magnitud de la defor-mación.
La exploración física dinámica es indispensable
para evaluar la flexibilidad y la reducibilidad clínica de la
deformación.
En el segmento torácico se encuentra una gibosidad
vinculada a la elevación de las costillas por efecto de
la rotación vertebral y una asimetría de la línea de los
hombros. La gibosidad se mide con el tronco en flexión
anterior, estableciendo la diferencia de altura en centíme-tros
del punto más saliente del vértice de la gibosidad con
relación al punto simétrico de la concavidad. El escolió-metro
de Bunnel [37] permite, gracias a un sistema de nivel
de agua, medir la gibosidad en grados. En la evolución de
una escoliosis tratada de forma ortopédica, puede com-probarse
una disminución clínica de la gibosidad que se
expresa por una mejora de los ángulos de escoliometría,
mientras que el ángulo de Cobb no se modifica [4]. En el
segmento lumbar, la gibosidad transversa es en general
poco marcada; lo que provoca molestia es más bien la asi-metría
del pliegue de la cintura (aplanamiento del lado
convexo y signo del «hachazo» en el lado de la concavi-dad).
EMC - Aparato locomotor 9
10. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
A B
Figura 15. Aspecto clínico de la defor-mación
(A, B).
La repercusión funcional y estética ha sido objeto de
estudios recientes con una escala de calidad de vida ela-borada
por la Scoliosis Research Society (SRS) para valorar
el dolor, el aspecto estético y la repercusión funcional y
psicológica (SRS 22 y 30) [36] (Fig. 15).
Dificultades respiratorias
La insuficiencia respiratoria complica las escoliosis torá-cicas
de más de 80◦ no intervenidas quirúrgicamente en
la adolescencia [5], creando un síndrome restrictivo puro
con disminución de la capacidad vital y perturbación de
la gasometría (hipoxemia, hipercapnia). La reducción de
la capacidad vital correlaciona con el ángulo de Cobb: del
orden del 60% para una angulación de 100◦ [1].
En caso de infección pulmonar aguda, en las for-mas
mayores puede producirse una insuficiencia cardíaca
derecha [38]. Con idéntica angulación, la repercusión respi-ratoria
consecutiva a la curvatura torácica de las escoliosis
dobles mayores es mucho menos intensa que la de las
escoliosis torácicas [5].
Pruebas complementarias
Radiografías simples
Anteroposterior
Se efectúan en carga con un chasis alargado (30×90 o
30×120) para visualizar la base del cráneo y toda la pel-vis
con una distancia focal de 2 m. Es necesario compensar
una posible desigualdad de longitud de los miembros infe-riores.
Las rodillas y las caderas se disponen en extensión
completa y la pelvis, en normoversión. La incidencia es
posteroanterior en las mujeres (protección de las mamas
y los ovarios) y anteroposterior en los varones, con un
protector plomado de gónadas.
Por convención, en patología escoliótica la radiogra-fía
se presenta en sentido posteroanterior (con el lado
izquierdo del paciente en el lado izquierdo de la placa).
En la radiografía anteroposterior se analizan varios ele-mentos:
• la deformación frontal: se aprecia el aspecto frontal
de la deformación de forma cualitativa (el lado está
definido por la convexidad) y cuantitativa gracias al
método de Cobb (cf supra);
• la deformación axial: la rotación vertebral se valora
a la altura de la vértebra apical (donde es máxima)
con el método de Nash y Moe[39]. Dado que el cuerpo
1
2
3
4
5
Figura 16. Medida de la rotación vertebral con el método
de Nash y Moe. 1. Cero; 2. grado I; 3. grado II; 4. grado III;
5. grado IV.
vertebral se divide en seis sectores verticales, la proyec-ción
del pedículo del lado de la convexidad en uno de
los sectores permite apreciar la magnitud de la rota-ción.
La desaparición progresiva del pedículo del lado
de la concavidad también permite evaluar el grado de
rotación (Fig. 16).
La radiografía anteroposterior también sirve para ana-lizar
el equilibrio pelvirraquídeo frontal, que incluye la
postura raquídea en vista anteroposterior y la posición de
la pelvis:
• el equilibrio de la columna vertebral se aprecia gracias a
la vertical trazada desde la apófisis espinosa de C7, que
debe pasar por la mediana sacra [40]. Guigui [9] tiene en
10 EMC - Aparato locomotor
11. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
Figura 17. Medida del eje biilíaco en la radiografía anteropos-terior
de la pelvis.
cuenta la línea de gravedad trazada desde T9, que debe
pasar por el medio de la recta que une el centro de las
cabezas femorales y representa el centro de la base de
sustentación. Sea cual sea el método empleado, hay que
tener en cuenta la posición de la pelvis en sentido ante-roposterior,
ya que en caso de oblicuidad puede inducir
un desequilibrio raquídeo;
• la postura de la pelvis se valora por la tangente al pie de
las articulaciones sacroilíacas (eje biilíaco o sacroilíaco).
La postura normal corresponde a una línea horizontal.
La oblicuidad de la pelvis impone la búsqueda de un
desnivel de las cabezas femorales [40] (Fig. 17).
Lateral
La dirección de la mirada es horizontal, la convexidad
de la curvatura principal apoya en el chasis y los brazos
se colocan en ligera antepulsión con el fin de despejar la
columna vertebral sin modificar las curvaturas sagitales
(si los miembros superiores están demasiado levantados,
la lordosis lumbar se acentúa de forma artificial [41]).
Los ángulos de lordosis cervical, cifosis torácica y lordo-sis
lumbar se miden en función de los criterios anatómicos
y mecánicos ya descritos (cf supra).
Cabe recordar que estos ángulos están disminuidos por
el proceso escoliótico idiopático de torsión y que existen
zonas cifóticas localizadas que corresponden a los cambios
de rotación en las zonas de transición.
También se miden los parámetros pélvicos en la pelvis
(cf equilibrio sagital).
La vertical trazada desde C7 debe pasar por la parte
posterior de la meseta sacra.
Los sistemas de digitalización de las películas radiográ-ficas,
así como las radiografías digitales y los programas
informáticos específicos, permiten identificar todas las
referencias anatómicas de una manera más precisa, pro-porcionando
un análisis más detallado de los parámetros
raquídeos y pélvicos.
Pruebas de imagen de tipo EOS
Se trata de placas 2D (anteroposterior y lateral) digita-les,
cuya ventaja es la de poder efectuar un acercamiento
sobre un sector y tener una imagen comparable a la de una
placa centrada estándar, sin deformación y con una dosis
de irradiación 8-10 veces menor que para las radiografías
simples en chasis de 30×90 [42].
Este método permite mejorar la precisión de las medi-ciones
y la realización de las reconstrucciones de superficie
3D de las piezas óseas [43].
También es posible usar una plataforma de fuerza con
proyección de la línea de gravedad.
A B
Figura 18. Sistema EOS 2D (escoliosis toracolumbar) (A, B).
De este modo, en bipedestación, con baja irradiación y
en 3D se puede hacer:
• un estudio global del esqueleto en posición funcional
(al contrario que la TC en decúbito);
• un estudio volumétrico y espacial (sobre todo del plano
horizontal) en volumen 3D (y no en superficie como en
la TC).
Las aplicaciones raquídeas son múltiples:
• en particular, la utilidad de la bipedestación, que,
comparada con las reconstrucciones 3D de la TC, pro-porciona
la imagen de las luxaciones a menudo ocultas
en decúbito;
• una valoración precisa de los parámetros biomecáni-cos
de la columna vertebral, los parámetros clásicos del
equilibrio sagital y el análisis de los mecanismos de
compensación extrarraquídea, que permiten adaptar la
estrategia quirúrgica para considerar mejor la compen-sación
de la pelvis y de los miembros inferiores;
• la observación de la columna vertebral desde arriba
demuestra claramente el volumen de las deformaciones
escolióticas; es muy distinta a las proyecciones usuales
anteroposterior y lateral y conduce a consideraciones
patológicas, a clasificaciones y a nuevos tratamien-tos
[44] (Figs. 18 y 19).
Radiografías dinámicas
Las radiografías dinámicas evalúan la reducibilidad de
las curvaturas y de este modo permiten determinar el
grado de rigidez de la deformación. Estos datos pueden
obtenerse gracias a una placa anteroposterior con tracción
axial en una mesa ortopédica de Risser o de Cotrel [45].
En la práctica, las radiografías con inclinación lateral
forzada pasiva o activa [46] constituyen el método más
usual para determinar el grado de reducibilidad de una
escoliosis.
Una curvatura escoliótica se considera rígida si su redu-cibilidad
es inferior al 30%. Puede discutirse entonces una
posible liberación quirúrgica anterior torácica y/o lumbar.
Se habla de curvatura «flexible» cuando la reducción es
superior al 50%.
Las radiografías laterales en flexión-extensión pueden
indicarse para analizar la reducibilidad de un posible tras-torno
del equilibrio sagital (Fig. 20).
EMC - Aparato locomotor 11
12. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
A B C D
Figura 19. Reconstrucciones 3D en el sistema EOS (escoliosis degenerativa con luxación cerrada L3-L4) (A-D).
A INCLINACIÓN IZQUIERDA B
INCLINACIÓN
C
Figura 20. Valoración radiológica
de la reducibilidad y de la movili-dad
de una curvatura toracolumbar
(radiografías dinámicas) (A-C).
Tomografía computarizada
La TC proporciona datos fundamentales, sobre todo
con un objetivo preterapéutico.
Por un lado, permite estudiar la calidad del tejido óseo
a efectos de detectar posibles zonas de fragilidad que
podrían hacer modificar el montaje quirúrgico. Por otro
lado, la TC revela con precisión los osteofitos vertebra-les,
que pueden estar fusionados y frenar la reducibilidad
potencial de la deformación (los clásicos puentes óseos en
la concavidad).
Los límites se encuentran en el análisis del contenido
y de los tejidos blandos, que se estudian mejor con RM.
Además, es una exploración muy irradiante.
Resonancia magnética
La RM es el método más preciso para explorar el con-tenido
raquídeo, sobre todo en presencia de un síndrome
lesional como las radiculalgias (búsqueda de una compre-sión
posterolateral, foraminal o extraforaminal).
El estado de los discos y de los platillos vertebrales
también se aprecia mucho mejor que con la TC. La des-hidratación
discal se caracteriza por una hipose˜nal T2. La
lesión de los platillos y del hueso subcondral puede ser,
según Modic, de tres tipos [47]:
• tipo 1 (inflamatorio): hipose˜nal T1, hiperse˜nal T2;
• tipo 2 (adiposo): hiperse˜nal T1, hiperse˜nal T2;
• tipo 3 (escleroso): hipose˜nal T1, hipose˜nal T2.
12 EMC - Aparato locomotor
13. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
A B C
Figura 21. Evaluación de lumbal-gias
en una paciente de 34 a˜nos
intervenida por una escoliosis en la
adolescencia. Discopatía inflamato-ria
L5-S1 Modic 1 subyacente a la
artrodesis: hiperse˜nal de los platillos
vertebrales en las secuencias T2 y
STIR (A-C).
La evolución progresa desde el tipo 1 edematoso y dolo-roso
hasta el tipo 3, semejante a la fusión natural (Fig. 21).
Vital precisa que, en las discopatías asimétricas con
compresión foraminal del lado del pinzamiento discal
correspondiente a la luxación cerrada, el signo de Modic 1
puede presentarse en el lado de la compresión [48].
La RM también permite apreciar el volumen y la estruc-tura
de los músculos (paravertebrales y psoas).
El límite de este método reside en el hecho de que se
realiza en decúbito y, por tanto, soslaya el componente
compresivo dinámico. La difusión de la RM vertical toda-vía
es reducida, pero podría ser realmente útil en caso de
discordancia clinicorradiológica.
Sacorradiculografía acoplada a la
tomografía computarizada
Para esta exploración es necesario hacer una punción
con aguja fina, que puede ser difícil en una persona esco-liótica
debido a la rotación vertebral y a una potencial
artrosis articular. Su interés reside en el hecho de poder
efectuar placas dinámicas con carga, en flexión y en exten-sión.
Pueden visualizarse entonces posibles compresiones
durales, mínimas en decúbito. La TC completa el análisis
para reconocer la causa exacta de la compresión.
Electromiograma
No se indica como primera elección, pero puede solici-tarse
en caso de lesión radicular sensitiva y/o motora sin
una concordancia clara entre las pruebas de imagen y las
manifestaciones clínicas.
Potenciales provocados somestésicos
Permiten estudiar las vías de conducción sensitivas pro-cedentes
de los miembros hasta el vértice del cráneo y
detectar una posible anomalía subclínica.
Métodos terapéuticos
Tratamiento médico
No hay un tratamiento médico específico sino única-mente
sintomático de los diversos de dolores provocados
por la escoliosis [13]. Las clases de analgésicos deben esco-gerse
en función de la intensidad y del tipo de dolores que
refiere el paciente (sobre todo, por exceso de nocicepción
o neurogénico).
También pueden indicarse distintos tipos de infiltracio-nes,
siempre con finalidad sintomática:
• infiltración articular en caso de síndrome articular pos-terior;
• infiltración epidural en presencia de una compresión
radicular central;
• infiltración foraminal.
Estas infiltraciones pueden efectuarse también con
objetivo diagnóstico al reproducir el dolor con la inyec-ción.
Desde un punto de vista más general, es muy impor-tante
optimizar al máximo los aportes nutricionales, sobre
todo en los pacientes de edad avanzada, con el fin de evitar
cualquier complicación derivada de una carencia.
El tratamiento preventivo de la osteoporosis debe ins-taurarse
en caso de necesidad para asegurar el mejor
capital óseo posible y evitar el agravamiento de la defor-mación
por la fragilidad ósea.
La psicoterapia de apoyo puede indicarse en presencia
de dolores crónicos que afecten al estado de ánimo o de
un estado de angustia vinculados a la deformación física
de la escoliosis y a su evolución.
Kinesiterapia
Deben considerarse varios ejes de trabajo de rehabilita-ción:
• el trabajo postural: la automatización de los ejerci-cios
de expansión alrededor de un eje de gravedad
bien centrado permite corregir la postura en sentido
anteroposterior y, sobre todo, lateral [13]. El objetivo es
recuperar un equilibrio sin esfuerzo con una lordosis
lumbar adecuada y un enderezamiento de la cifosis
torácica o toracolumbar. En sentido anteroposterior se
efectúa un trabajo de decoaptación de las concavida-des
mediante ejercicios de flexibilización, con el fin
de preservar la movilidad articular y mantener una
homeostasis discal óptima [4];
• el fortalecimiento muscular ata˜ne básicamente a los
músculos extensores del tronco (espinales, glúteos) con
un trabajo de extensión de la cadera, que contribuye a
una buena orientación de la pelvis;
EMC - Aparato locomotor 13
14. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
A B
Figura 22. Reducción clínica de la defor-mación
con corsé (A, B).
• la kinesiterapia respiratoria, indispensable en las gran-des
curvaturas torácicas;
• la fisioterapia: masajes, etc.
La persona escoliótica debe aprender a hacer por sí
misma su rehabilitación. Si la reacción no basta para auto-corregirse,
habrá que pensar en el tratamiento ortopédico.
Tratamiento ortopédico
Las ortesis ayudan a la autocorrección aprendida a partir
de las estrategias de reeducación.
De forma global, el tratamiento se dirige a todas las
deformaciones de evolución demostrada, con o sin dete-rioro
de la función [13].
En el adulto, los corsés de polietileno o de polipropileno
se prescriben en las deformaciones relativamente flexibles
y durante un período de unos 6 meses [4].
En las formas más graves, la corrección que genera el
corsé de yeso es superior a la del corsé de polietileno [4]. Se
usa al menos durante 1 mes y después se sustituye por un
corsé clásico, manteniendo el programa de rehabilitación.
El estudio de Biot y Simon [49] refiere un freno global
de la evolución natural de la deformación con este tipo
de tratamiento (2-0,14◦/a˜no) y el alivio de los dolores en
más del 20% de los pacientes. En otro estudio de 2010
sobre las escoliosis evolutivas del adulto, se demuestra la
eficacia del tratamiento ortopédico sobre la evolución de
la deformación [50]. Sin embargo, en la escoliosis de la edad
adulta no se produce ninguna reducción angular (Fig. 22).
Tratamiento quirúrgico
Objetivos de la cirugía
Los dos objetivos son enderezar y fusionar las curvatu-ras
escolióticas.
Corrección de la deformación
Permite obtener un beneficio estético y mejorar la fun-ción
respiratoria en caso de grandes curvaturas torácicas.
De forma indirecta, la corrección de la escoliosis dismi-nuye
los dolores gracias a la restitución del equilibrio
de las cargas mecánicas sobre los segmentos adyacentes
al montaje. En este sentido, la horizontalización de la
vértebra límite inferior en el plano frontal endereza el
segmento raquídeo subyacente (sobre todo la zona de
transición lumbosacra), con simetrización de las cargas
sobre los espacios intervertebrales. En teoría, esta conside-ración
biomecánica es comparable a la de las osteotomías
tibiales destinadas a corregir el genu varo [1]. En el plano
sagital, se aplica el mismo razonamiento: la supresión
del componente cifótico disminuye el trabajo muscular
compensatorio necesario para mantener en equilibrio una
postura raquídea con esfuerzo.
Fusión
Detiene la progresión angular de la curvatura y, en teo-ría,
actúa sobre los dolores localizados en la curvatura o
curvaturas vinculados a las luxaciones o al colapso de la
columna vertebral [5].
Valoración preterapéutica
El estado general del paciente debe evaluarse con pre-cisión
antes de indicar este tipo de cirugía, que supone
riesgos cuando el resultado ha de ser muy a menudo fun-cional.
La función respiratoria se estudia con la exploración
física, la gasometría, la radiografía pulmonar y las pruebas
funcionales respiratorias.
La valoración cardiovascular consiste, previa evalua-ción
clínica, en un electrocardiograma (ECG) y, en
ocasiones, en una ecografía cardíaca.
El riesgo inherente a la cirugía debe correlacionar con
los riesgos vinculados al estado de salud del paciente, sus
antecedentes y su edad.
Cirugía posterior
Liberación
Consiste en una resección de las apófisis espinosas, de
la parte caudal de las láminas y de la parte inferior de las
apófisis articulares inferiores, lo que permite obtener una
movilidad en lordosis.
Cuando la deformación requiere una corrección impor-tante
en el plano sagital, para restablecer un equilibrio
sagital satisfactorio puede ser necesario efectuar osteoto-mías
escalonadas de los arcos posteriores o incluso una
osteotomía transpedicular.
Instrumentación posterior
El material de osteosíntesis permite corregir la deforma-ción
y mantener la reducción hasta obtener una fusión
ósea. Se usa material de fijación segmentaria (tornillos o
ganchos) y barras metálicas, en general conectadas por sis-temas
transversales para aumentar la solidez del montaje.
14 EMC - Aparato locomotor
15. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
Hay diversas técnicas de reducción: rotación de la barra
metálica (método de Cotrel y Dubousset), alineación de
los segmentos vertebrales u oscilación in situ (Steib).
Al final de la intervención se colocan los injertos
óseos autólogos, previa descorticación y revitalización
de los arcos posteriores. La consolidación ósea se
adquiere en 6-12 meses y asegura, desde el punto de
vista mecánico, la estabilidad de la reducción. Si fra-casa,
el material soporta las fuerzas mecánicas derivadas
de la reducción de la deformación y, por tanto, ter-mina
rompiéndose, lo que certifica el diagnóstico de
seudoartrosis.
Cirugía anterior
Liberación
La vía de acceso se realiza en el lado de la convexidad y
consiste en una toracofrenolumbotomía o en una cirugía
endoscópica en el segmento torácico a efectos de dismi-nuir
los dolores postoperatorios y las secuelas estéticas [51].
La curvatura se libera con discectomías escalonadas a
ambos lados de la vértebra apical (de cinco a siete niveles).
La resección de los platillos cartilaginosos y la revitaliza-ción
de los platillos vertebrales, asociadas a injertos óseos
intersomáticos, permiten obtener la artrosis anterior por
fusión ósea. Pueden usarse celdas intersomáticas debido a
su efecto lordosante.
Las amplias resecciones de anillos, osteofitos y posibles
puentes óseos restablecen una buena movilidad inter-vertebral
y permiten corregir la escoliosis gracias a la
instrumentación (anterior y/o posterior).
Instrumentación anterior
La fijación se efectúa con tornillos transversales implan-tados
en los cuerpos vertebrales y con una o dos barras
rígidas sobre la cara convexa de los cuerpos vertebrales.
La ausencia de artrosis articular posterior es un criterio
indispensable para corregir satisfactoriamente una esco-liosis
por la vía anterior [5]. La osteoporosis vertebral puede
comprometer la estabilidad de este tipo de montaje que,
por tanto, se indica principalmente en los adultos jóvenes.
La corrección frontal y la desrotación son fundamentales
y el restablecimiento de una lordosis fisiológica puede ser
más difícil de lograr [52]. Las ventajas de esta técnica qui-rúrgica
residen en que preserva la musculatura espinal y
permite efectuar montajes más cortos que en la fijación
posterior. En el contexto de una curvatura toracolumbar,
este tipo de instrumentación preserva los últimos niveles
lumbares [4].
Indicaciones terapéuticas
Tratamiento conservador
Según Tassin [5], el tratamiento médico y de reha-bilitación
se refiere a las deformaciones estables, sin
repercusión funcional y en pacientes mayores de 30 a˜nos.
Incluso con una angulación importante, la cirugía no
está indicada para las escoliosis idiopáticas del adulto
que no se agravan ni presentan una repercusión funcio-nal
considerable. La vigilancia clínica y radiológica debe
efectuarse cada 4 o 5 a˜nos. El autor menciona una excep-ción:
las escoliosis torácicas de más de 100◦, en las que
puede justificarse la cirugía preventiva debido a la evolu-ción
desfavorable de este tipo de curvatura en relación con
los intercambios gaseosos. Con este tipo de indicación se
supera el contexto de la cirugía «funcional». Los límites
del tratamiento conservador se alcanzan cuando el equi-librio
global, primero compensado por la retroversión de
la pelvis, es superado debido a la casi imposibilidad de
mantenerse de pie sin ayuda o sin una contractura mus-cular
excesiva y dolorosa. La evaluación de la corrección
necesaria para restablecer buenos parámetros de equilibrio
(sin ser ideales) es posible con el método FBI (full balance
1
2
3
Figura 23. Método de cálculo de la escala FBI (full balance
integrated). 1. Versión de ángulo C7 (C7TA); 2. versión pélvica
(VP); 3. ángulo de oblicuidad del fémur (FOA).
integrated), que permite integrar en un solo cálculo el aná-lisis
de todos los parámetros: pélvicos, de los miembros
inferiores y raquídeos [53] (Fig. 23).
Tratamiento quirúrgico
Las indicaciones quirúrgicas dependen de la edad, de
los antecedentes y del estado general del paciente. Las eta-pas
de la edad adulta descritas por Guillaumat [1] permiten
adaptar la estrategia quirúrgica.
Adulto joven (20-30 a˜nos)
Las escoliosis tratadas mediante cirugía en este período
corresponden al diagnóstico tardío de una deformación
quirúrgica del ni˜no o a una escoliosis clínica y radiológi-camente
evolutiva después del tratamiento ortopédico.
Para la decisión quirúrgica, a esta edad se tienen en
cuenta el contexto, que suele ser favorable, y el conside-rable
riesgo evolutivo a largo plazo.
Las cifras de angulación frontal para justificar un tra-tamiento
quirúrgico sin prueba de progresión en un
paciente menor de 30 a˜nos difieren según las localizacio-nes:
• torácica y toracolumbar: ángulo de Cobb superior a 45◦;
• lumbar: 50◦;
• escoliosis doble mayor: 50◦.
Estos valores no pueden considerarse como el único cri-terio
de la indicación quirúrgica. También hay que tener
en cuenta la existencia de un desequilibrio del tronco,
de una oblicuidad estructural del sector lumbar sub-yacente,
de exigencias funcionales vinculadas al medio
profesional, a las condiciones de seguimiento clínico y
radiológico, etc.
EMC - Aparato locomotor 15
16. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
En el seguimiento de una deformación, también es
indispensable analizar de forma correcta el equilibrio sagi-tal:
en este sentido, algunas escoliosis (sobre todo las
dobles mayores) pueden presentar una evolución cifó-tica
pura que no hay que subestimar. Además, el tipo
de instrumentación (número de niveles, vía de acceso)
depende de la presencia o ausencia de un desequilibrio
anterior en las radiografías laterales. Si existe una cifo-sis
torácica superior desequilibrante por encima de una
escoliosis toracolumbar o lumbar, es necesario extender
el montaje hacia arriba. En realidad, el problema prin-cipal
es corregir una cifosis de transición o de rotación.
Los estudios de Duval-Beaupère et al [19] sobre el equilibrio
sagital de la columna vertebral y sus correlaciones con la
incidencia permiten determinar en cada caso la lordosis
ideal.
Adulto verdadero (30-50 a˜nos)
Este período se caracteriza por la aparición progresiva
de una rigidez que hace más complejo el programa quirúr-gico,
potencialmente con dos fases quirúrgicas (liberación
anterior previa a la reducción por vía posterior). Las
radiografías dinámicas (cf supra) sirven para evaluar la
reducibilidad de la deformación.
Los trastornos funcionales suelen ser más marcados,
sobre todo las raquialgias y, a veces, las dificultades respira-torias,
que requieren una acción terapéutica más intensa.
La eficacia de la cirugía en el tratamiento de los dolores
raquídeos de los escolióticos es un aspecto muy discu-tido
[54, 55]. Algunas localizaciones serían más frecuentes,
como los dolores lumboglúteos y cervicales, mientras que
los dolores por conflicto costoilíaco y el cansancio por
colapso raquídeo mejoran ostensiblemente [54].
En un estudio de 2009 efectuado en Minneapolis [27]
con 48 pacientes escolióticos operados, se observó una
incidencia significativamente más alta de cambios dege-nerativos
cervicales que en el grupo de escolióticos no
sometidos a cirugía.
Hay que ser prudente en la formulación de una indi-cación
quirúrgica ante los dolores raquídeos aislados. La
eficacia a largo plazo depende de que para la intervención
se tenga en cuenta la deformación raquídea en su con-junto
(y sobre todo en los dos planos del espacio), aun si
el dolor se mantiene localizado en un segmento.
La mayoría de las escoliosis torácicas se tratan durante
la adolescencia, por lo que las curvaturas toracolumbares
y lumbares representan en este período la parte esencial
del tratamiento quirúrgico. A esta edad, es fundamental
conservar la máxima libertad posible de la zona de tran-sición
lumbosacra. Si la fusión debe descender hasta el
sacro, es preferible diferir la intervención hasta el período
de la edad adulta madura por razones de repercusión fun-cional
[56].
Adulto maduro (50-65 a˜nos)
Se asiste al desarrollo de una escoliosis mixta por agra-vamiento
progresivo de los signos degenerativos, sobre
todo en la zona lumbar. Además, la aparición potencial de
una osteoporosis posmenopáusica es un factor adicional
de fragilización ósea y desequilibrio raquídeo.
Las manifestaciones clínicas a modo de radiculalgias
son frecuentes en esta fase de la afección por compre-sión
central y/o foraminal, sobre todo en la concavidad
de la curvatura. Si la deformación es estable y se tolera
bien desde el punto de vista clínico, el tratamiento qui-rúrgico
a esta edad puede consistir sólo en la liberación
neurológica y la fijación localizada del nivel estenosado.
Durante este período, las correcciones quirúrgicas se
basan esencialmente en la restitución de un equilibrio
sagital satisfactorio.
Después de los 70 a˜nos
La evolución de las escoliosis idiopáticas y degenerati-vas,
asociada al envejecimiento neuromuscular, produce
con frecuencia un desequilibrio frontal y sagital consi-derable.
Las indicaciones de las correcciones quirúrgicas
a esta edad deben formularse con suma prudencia, en
función de los antecedentes y del estado general. Si pre-dominan
las radiculalgias, en algunos casos sería más
razonable proponer sólo una cirugía localizada de des-compresión/
artrodesis limitada al segmento estenosado.
Complicaciones del tratamiento
quirúrgico
Son frecuentes porque la cirugía de la escoliosis en el
adulto incluye a menudo programas complejos y porque
su incidencia aumenta con la edad. Su gravedad es varia-ble;
puede conducir al fallecimiento del paciente en el
0,5% de los casos [5].
Precoces
Las pérdidas sanguíneas intra y postoperatorias pueden
ser abundantes, por lo que es indispensable prevenirlas.
La recuperación sanguínea intraoperatoria por aspiración
quirúrgica es un método interesante para reducir las trans-fusiones
de sedimentos de eritrocitos heterólogos.
Las complicaciones neurológicas se observan en el 1%
de los pacientes [4] y su mecanismo puede ser traumá-tico,
compresivo (por la propia reducción o un hematoma
extradural) o isquémico. La vigilancia eléctrica intrao-peratoria
de los potenciales provocados somestésicos y
motores proporciona seguridad a las maniobras de reduc-ción.
Las complicaciones tromboembólicas deben prevenirse
en todos los casos (medias de contención, levantamiento
precoz, anticoagulantes).
El riesgo infeccioso es más elevado en las instru-mentaciones
posteriores que en las cirugías anteriores
aisladas [57]. En la mayoría de los casos, el lavado quirúr-gico
precoz asociado a un tratamiento antibiótico doble
específico permite dejar el material in situ y obtener una
cicatrización limpia y satisfactoria.
Tardías
La ausencia de consolidación ósea 6 meses después de
la intervención es un indicio del diagnóstico de seudoar-trosis.
Es la complicación mecánica más temida por el
cirujano, pues causa dolores y una ruptura inevitable del
material de fijación que a menudo certifica el diagnóstico.
La reintervención quirúrgica es necesaria para obtener la
fusión ósea.
Otra complicación mecánica es el desarrollo de una
cifosis por encima de la zona de artrodesis, favorecida
por una insuficiencia de longitud del montaje y por la
mala calidad ósea. Esto conduce a un desequilibrio sagi-tal,
causa de dolores debido a la insuficiencia muscular
para mantener una posición vertical equilibrada.
En ausencia de estas complicaciones mecánicas, la causa
más frecuente de dolores postoperatorios es la presencia
de una alteración del equilibrio sagital en razón de la fija-ción
raquídea en una posición inadecuada y, por tanto,
costosa de mantener en términos de esfuerzo. La clásica
«espalda plana postoperatoria» suele deberse a una valo-ración
inadecuada de los parámetros sagitales pélvicos y
raquídeos, de modo que la fijación no restituye de forma
adecuada las curvaturas fisiológicas. La única solución
terapéutica para tratar este tipo de desequilibrio con-siste
en una técnica de corrección apropiada: osteotomías
interpediculares escalonadas, osteotomía transpedicular,
etcétera (Fig. 24A-J).
16 EMC - Aparato locomotor
17. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600
A B C D
E F G H
Figura 24. Escoliosis toracolumbar mixta evolutiva (mujer de 62 a˜nos).
A, B. Preoperatorio.
C, D. Control postoperatorio inmediato.
E-G. Control radiológico a los 2 a˜nos: aparición de un desequilibrio anterior y de lumbalgias invalidantes (retroversión pélvica máxima).
H-J. Reintervención: osteotomía vertebral con cu˜na posterior de L4 y extensión del montaje (la única solución para restituir un equilibrio
sagital satisfactorio).
EMC - Aparato locomotor 17
18. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto
I J
Figura 24. (continuación) Escoliosis toracolumbar mixta evolutiva
(mujer de 62 a˜nos).
H-J. Reintervención: osteotomía vertebral con cu˜na posterior de L4 y
extensión del montaje (la única solución para restituir un equilibrio
sagital satisfactorio).
“ Puntos esenciales
• La escoliosis idiopática es una deformación
estructural tridimensional que aparece durante el
crecimiento y puede continuar agravándose en la
edad adulta.
• Las deformaciones con un ángulo de Cobb
superior a 30◦ al final del crecimiento tienden a
agravarse.
• La comprensión correcta del equilibrio raquídeo
comienza por el análisis de los parámetros pélvi-cos.
• La radiología digital y los programas informáti-cos
específicos permiten identificar las referencias
anatómicas con precisión y realizar un análisis
óptimo los parámetros raquídeos y pélvicos.
Conclusión
La escoliosis idiopática es una afección cuyo segui-miento
evolutivo riguroso es indispensable porque
condiciona la conducta terapéutica.
En el adulto joven, el enfoque es similar al que se aplica
en el adolescente, mientras que en el adulto «maduro» se
observa el desarrollo de una escoliosis mixta con lesiones
degenerativas.
El análisis preciso de la deformación en los diferentes
planos del espacio es un elemento capital para la decisión
quirúrgica.
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B47, 33076 Bordeaux cedex, France.
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Bernard J, Aunoble S, Le Huec JC. Escoliosis idiopática del adulto.
EMC - Aparato locomotor 2013;46(2):1-19 [Artículo E – 14-600].
Disponibles en www.em-consulte.com/es
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clinico
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