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El lenguaje cartografico
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EL LENGUAJE CARTOGRÁFICO COMO
INSTRUMENTO PARA LA ENSEÑANZA
DE UNA GEOGRAFÍA CRÍTICA
Y PARA LA EDUCACIÓN AMBIENTAL
ÓSCAR JEREZ GARCÍA
Universidad Complutense de Madrid
La ciencia debe poderse expresar en un lenguaje y ser comunicable por la
enseñanza
(Aristóteles, Ética a Nicómaco, VI, 1139b25)
INTRODUCCIÓN
La geografía como disciplina científica y como disciplina didáctica utiliza toda
una serie de recursos que permite comunicar por medio de diversos lenguajes los
contenidos desarrollados por esta ciencia. El Diccionario de la Lengua Española
(1992: 878) define lenguaje, entre otras acepciones, como «manera de expresarse»
y también «conjunto de señales que dan a entender una cosa». A nivel conceptual,
existe una estrecha relación entre lenguaje, comunicación e información. Entre estos
dos últimos, la diferencia fundamental estriba en el carácter intencional de la comu-
nicación, que se diferencia con respecto a la información cuyo fin es transmitir el
dato de forma aséptica. Además, mientras que el proceso informativo es unidireccio-
nal, el proceso comunicativo es bidireccional, interactivo y recíproco, permitiendo
el diálogo y el debate. La comunicación se vale de diferentes medios de información
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para conseguir sus objetivos. Entre ellos están el lenguaje verbal y el lenguaje no
verbal, como gestos, números, gráficos, signos, imágenes, etc.
Comunicar implica por tanto transmitir señales mediante un código que sea
común tanto al emisor como al receptor, y se caracteriza por su carácter intencional
y por el uso de signos o símbolos comprensibles que permitan compartir significa-
dos.
1. COMUNICACIÓN GEOGRÁFICA Y LENGUAJES GEOGRÁFICOS
En una ciencia como la Geografía, los contenidos se transmiten también por
diferentes códigos. El lenguaje oral, el lenguaje escrito, el lenguaje gráfico, icónico
o simbólico, son algunos ejemplos empleados en la didáctica de esta disciplina.
Estos códigos emplean distintos medios de transmisión o canales, como la palabra,
la pizarra, el papel, el libro, el ordenador, las TICs, etc. El contenido informativo de
la comunicación se concreta en el mensaje, que tiene como finalidad la de aportar
información que sea significativa para el sujeto receptor. Éste a su vez tiene la fun-
ción de descifrar, decodificar, interpretar y traducir el mensaje expresado por el emi-
sor, quien a su vez codifica la información para que sea significativa e interpretable
y la transmite. Si la comunicación ha sido eficaz, el emisor y el receptor comparten
el mismo significado del mensaje. Éste sin embargo puede ser ambiguo y expresar
connotaciones que impidan una correcta concordancia de significados y por tanto
dificulten la comprensión y con ello la comunicación.
En una disciplina como la didáctica de la geografía el emisor se corresponde
con el profesor o docente, el receptor con el alumno o discente, el mensaje con el
contenido propio de esta ciencia (adaptado a las necesidades, intereses y edades del
receptor), y los medios o canales el libro de texto, las fichas, la pizarra, el proyector,
el ordenador, etc. El código, sistemas de signos, señales y reglas que permite hacer
comprensible y significativo el mensaje geográfico, puede adoptar diferentes formas.
En geografía este código se suele expresar, entre otros, mediante un lenguaje verbal.
Pero también, y muy especialmente en esta disciplina, por medio de un lenguaje
cartográfico, a través de mapas. A finales del siglo XVIII el cartógrafo y astrónomo
E. Halley expresaba que «mediante el uso de mapas ciertos fenómenos pueden ser
comprendidos mejor que a través de cualquier descripción verbal» (N.J.W. Thrower,
2002:10).
2. EL LENGUAJE CARTOGRÁFICO
El mapa como lenguaje o conjunto de señales que dan a entender una cosa no es
exclusivo de la ciencia geográfica, pero como señalaba R. Hartshorne (1967: 247)
«los investigadores de otros campos coinciden, de forma común y sin discrepancias,
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El lenguaje cartográfico como instrumento para la enseñanza de una geografía ...
en que el geógrafo es un experto en mapas». Hay quien considera que «la geografía
es la guardiana de un lenguaje particular, el lenguaje de los mapas, que se nos apa-
rece como una forma de comunicación distinta a lo que puede ser la comunicación
escrita, oral o numérica y que, de alguna manera, puede ser comprendida o vislum-
brada por los niños a edad muy temprana». (Piñeiro Peleteiro, M.R. 2003: 350)
El mapa se puede definir como una representación selectiva, abstracta, simbólica
y reducida de la superficie terrestre en su totalidad o parcialmente. Esta representa-
ción incluye una serie de elementos propios del lenguaje cartográfico, como son la
escala, la orientación, la localización, la distribución y los símbolos, que pueden ser
puntos, líneas y/o polígonos, además de textos. Algunos autores consideran que un
mapa no tiene por qué ser gráfico ni de la superficie terrestre (hay mapas de la Luna,
mapas genéticos, etc.). Según D. Buisseret (2004: 16) «lo que hace que un mapa
sea un mapa es su cualidad de representar una situación local; tal vez deberíamos
llamarlo imagen de situación o sustituto situacional. La función principal de esa
imagen es transmitir información situacional».
El mapa como instrumento técnico tiene una función concreta como medio para
conocer y comprender un territorio y los diferentes fenómenos geográficos, así como
base de datos y de información territorial y espacial.
El mapa como instrumento didáctico tiene la función principal de «alfabetizar
cartográficamente», de enseñar y aprender a leer en este lenguaje, a interpretar y
comprender el lenguaje cartográfico y a construir significados a partir del mismo.
«El estudio del mapa no es sólo una herramienta geográfica sino un lenguaje que
toda persona educada debe de dominar puesto que es imprescindible para el hombre
adulto y, por ese valor que su conocimiento tiene, el trabajo con el mapa y la manera
de transmitir su lenguaje se ha convertido en una preocupación de los profesores de
geografía en muchos países» (M.R. Piñeiro Peleteiro, 2003: 350).
Por último, el mapa como instrumento educativo tiene la función de comunicar
una realidad que permita al receptor del mensaje interpretarlo de manera crítica,
con el fin de desarrollar sus capacidades intelectuales, cognitivas, procedimentales
y actitudinales. La educación se produce en un medio concreto, en un contexto
geográfico, natural, social y cultural que proporciona estímulos, valores, actitudes,
conductas y, en definitiva, contenidos educativos. Y puesto que la finalidad sociali-
zadora de la educación es ayudar al educando a integrarse y adaptarse a su medio,
los mapas como instrumento educativo cumplen esa función educadora. Permiten
conocer el mundo en el que viven, los fenómenos que les afectan, sus relaciones con
el medio, etc.
Pero sobre todo el lenguaje cartográfico permite, a través del uso selectivo, ade-
cuado y apropiado de mapas:
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– desarrollar la curiosidad
– proponer la solución de problemas espaciales, ambientales y sociales
– idear soluciones alternativas
– relacionar la información cartográfica con la realidad
– pensar de forma integradora
– localizar la información necesaria para transformarla en un conocimiento útil,
crítico, válido y aplicado que pueda ser utilizado en la vida cotidiana
– fomentar el desarrollo de valores ambientales y sociales
3. MAPAS Y EDUCACIÓN
Entre las numerosas definiciones que se han dado sobre educación, creemos
que se debe considerar como «todo proceso permanente dirigido a la optimización
de la persona en el ser, el conocer, el hacer y el convivir» (L. García Aretio, M.
Ruiz Corbella, 2003: 39). Como proceso se refiere a una operación en el tiempo,
a una secuencia de acciones, constante, permanente, y por optimización se entien-
de como desarrollo pleno de capacidades, maduración a partir de un fin, de una
intencionalidad, que permita enseñar y aprender conceptos (conocer), procedi-
mientos (hacer) y actitudes (ser y convivir). En este sentido, nuestra labor como
educadores no se limita únicamente a transmitir toda una serie de conocimientos
geográficos, sino sobre todo en educar «geográficamente» a nuestros alumnos (X.
M. Souto, 1998), lo cual implica un esfuerzo para que el discente tome conciencia
y se sensibilice ante los problemas sociales y ambientales de su entorno inmediato
y mediato (escala local, comarcal, autonómica, nacional y global), que conozca
los principales procesos espaciales y territoriales que han configurado el espacio
geográfico actual, que sea capaz de utilizar de manera consciente los mecanis-
mos, herramientas y materiales necesarios para alcanzar dicho conocimiento, que
desarrolle toda una serie de destrezas y habilidades geográficas y, sobre todo, que
participe de forma crítica, democrática y activa en la mejora de los problemas
ambientales y sociales de su entorno.
Por lo que respecta a una educación geográfica creemos que debería preparar al
individuo para la integración en su medio, en su ambiente, promoviendo el progreso
tanto individual como social. De esta forma, la educación debería incluir entre sus
contenidos aquellos relacionados con el contexto social, cultural y geográfico del
discente, y desde luego el conocimiento del espacio geográfico, su valoración y con-
servación constituye un objetivo educativo.
Puesto que la actividad humana transforma el medio y el paisaje como mecanis-
mo para extraer unos recursos, se hace necesario dotar de un proceso cultural, como
es la educación, que permita transmitir toda una serie de conductas, actitudes, hábi-
tos, ideas, informaciones, etc., necesarias para poder mantener, respetar y conservar