1. Relaciones de la Oncología con el Médico General
La misión del médico general no puede darse por concluida en el momento en
el que el paciente es remitido a un centro especializado con la sospecha o
diagnóstico firme de enfermedad oncológica. Una vez ahí, es donde el enfermo
será estudiado para decidir la actitud terapéutica a seguir. Puede ser muy
interesante la información que aporte el médico de general en cuestión.
Por éste motivo, debería existir una comunicación fluida entre ambos niveles,
aunque dejando bien claro que la decisión final sobre la misma y sus
posteriores modificaciones corresponden indudablemente al especialista.
El médico general, debido a su proximidad al paciente oncológico, se enfrenta
a las complicaciones de los tratamientos antineoplásicos, como la
quimioterapia y la radioterapia.
Las nuevas disposiciones referentes al médico que trata al paciente hacen que
el médico general sea el primer recurso, por lo que es preciso que cuente con
la actitud preventiva y los conocimientos adecuados. Las complicaciones de la
quimioterapia son ante todo la hemato-toxicidad produciendo neutropenia,
trombocitopenia y anemia debiendo tratarse de forma minuciosa. La toxicidad
digestiva y bucodental, las náuseas, el estreñimiento y la diarrea también
deben controlarse desde el punto de vista preventivo o curativo ya que,
dependiendo de su intensidad, el tratamiento se continuará o se suspenderá.
El tratamiento del dolor constituye también una parte importante de la labor del
médico general. Se utilizan los diferentes escalones analgésicos después de
cuantificar con precisión la intensidad del dolor.
En conclusión, el tratamiento de la enfermedad oncológica sólo puede ser
eficaz si el paciente lo tolera y si se lleva a término, y para ello es indispensable
que se prevengan y prevean las complicaciones.
Para que el paciente cumpla el tratamiento hay que velar lo más posible por su
comodidad, y ésta es una misión específica para el médico general que lo trata.