2. Cuando la mente se relaja el cuerpo se relaja, y en este proceso la clave es la respiración.
Cuando detectamos áreas con tensión y llevamos ahí nuestra atención, atraemos la energía,
de manera que la tensión desaparece. Cuando conseguimos relajarnos, la tranquilidad y la
estabilidad llegan.
3. Internalizamos los sentidos, volvemos la mirada hacia dentro. Observamos cómo es ahora
nuestro estado físico, anímico o emocional y mental. A través de las yoga asanas (posturas)
y el pranayama (respiración) conseguimos un equilibrio entre nuestro plano físico y
energético.
4. La práctica del yoga implica no solamente ejercicio físico (como en el contexto de la gimnasia o
en algunos deportes) sino cultivar una cualidad de atención amable e inclusiva, en la que
abrazamos lo que hay tanto en la globalidad del cuerpo como en cada una de sus partes.
Estamos involucrando así cuerpo, corazón y mente, es decir, la totalidad del Ser.
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5. Yoga significa unión. Durante su práctica creamos conexiones entre varias partes dirigiéndonos
hacia una integridad de cuerpo, respiración y mente. En cada postura conectamos siempre las
dos direcciones opuestas: arriba-abajo, derecha-izquierda, delante-detrás, dentro-fuera, desde
la periferia al núcleo.
6. La expansión de la energía sigue las líneas naturales de nuestro cuerpo físico, expresándose
en el alargamiento (estiramiento) de todas las partes del cuerpo, pero especialmente de la
columna, desde el cóccix y sacro hasta la base del cráneo (el atlas).
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